Última Pelea

Kakuzu y Hidan habían estado casados por poco más de catorce años.

Hasta ese momento para su matrimonio todo había sido perfecto.

Actualmente tenían dos hijos de trece años y una niña de tres años. Kakuzu tenía un puesto que hacía que su familia no sufriera de carencias, dándose de vez en cuando unos cuantos lujos como viajes y ese tipo de cosas. Hidan, por su parte, trabajaba vendiendo pasteles, postres y repostería en general en un negocio propio.

Tenían una vida muy feliz.

Hasta que Japón decidió declarar la Tercera Guerra Mundial.

Con esa declaración, el gobierno nipón mandó a buscar a un varón de cada familia para que se uniera al ejército de manera obligatoria.

Obviamente, Kakuzu no fue la excepción.

—¡¿De verdad piensas ir?! — el peli-plata sonaba alterado, era comprensible, al fin y al cabo, su esposo sería mandado al frente de la batalla

—Tengo que — respondió con seriedad mientras terminaba de labar los platos usados en la cena — No es como si nos dieran opción

—¡Sí la tienes!

—¡¿Y cuáles serían las consecuencias de no ir?! — exclamó, ya llevaban unos cuantos minutos peleando, sus hijos en el segundo piso de su casa, supuestamente encerrados en la habitación de la pareja, por lo que supuestamente no escucharían nada, así que podían gritar tanto como quisieran — ¡Condenarlos a una vida de miseria! ¡No sólo a ustedes, a quienes vengan luego de nosotros! ¡¿Me crees capaz de dejarlo sufrir de esa manera?!

—¡Prefiero eso a que te vayas a morir! — exclamó, las lágrimas ya recorrían el rostro del menor, el moreno, en cambio, únicamente apretaba los puños con tal de no mostrar titubeó alguno en su decisión, no iba a dejar que Hidan usará su debilidad en su contra — ¡Con un carajo, Kakuzu, deja de lado tu maldito orgullo y no vayas!

—¡¿Crees que es por orgullo?! — exclamó nuevamente — ¡¿De verdad crees que solo iré por orgullo cuando ya te dije que voy por ustedes?!

—¡Entonces...! Entonces...— ya no sabia que decir — Sí vas... Sí vas no creas que te despediré o lloraré por ti

—Entonces no lo hagas — tras eso, el moreno se dirigió a la entrada y salió de la casa

[×××]

La última vez que Hidan había hablado con Kakuzu fue la noche en que pelearon. A la mañana siguiente, el moreno partió hacia la base de entrenamiento donde les enseñarían lo necesario para la guerra.

El peli-plata, cumpliendo su palabra, no fue a despedirlo, ni dejó que sus hijos fueran.

Pasaron tres meses, uno donde los civiles fueron entrenados de manera intensa y dos de que el primer ataque a Colombia se diera.

En ese tiempo, Kakuzu había mandado diversas cartas, el peli-plata nunca las leyó, pero dejó que sus hijos lo hicieran, de igual manera, los niños le mandaban cartas al mayor.

Incluso la pequeña Momo había "escrito" una carta junto con un dibujo de su familia.

De vez en cuando, el ejército dejaba que sus soldados se comunicaran con sus familias, al moreno le tocaba ese día, dos semanas antes de un nuevo ataque.

—¿Se están portando bien? — cuestionó a sus hijos

—¡Ti! — respondió con entusiasmo la pequeña

—Sí, incluso conseguí un trabajo para poder ayudarle a papi aquí en casa — respondió Yuki — Y no hemos descuidado los estudios

—¿Y Hajime? No lo he escuchado

—A varones y mujeres especiales que ya cumplieron doce años los están mandando a trabajar doce horas a las fábricas debido a la falta de mano de obra — respondió el castaño con algo de molestia

Poner a niños a trabajar en una fábrica durante doce horas — gruño con enojo

—Sí no te hubieras ido, no estaría así — Hidan, que había estado escuchando todo, hablo por fin

—Hidan, no quiero pelear en este momento — suspiró con irritación — De aquí a que me vuelvan a dejar hablar con ustedes puede que pase mucho

—Como sea — el peli-plata se levantó de su lugar y se retiro a la cocina

—Lamento eso — murmuró Yuki, en todo ese tiempo, la pequeña Momo había estado contándole a su padre las maravillosas y lesbicas historias amorosas de sus muñecas — No debí dejar el altavoz

No es tu culpa — respondió el moreno — Me tengo que ir, se acabó mi tiempo

—Ten cuidado, esperaré tu siguiente carta

—¡Adio papi! — despidió la pequeña

—Volveré pronto, lo prometo

Ya me conocen. Saben que no va a pasar.

[×××]

—Soldados — el general Jiraiya, un experimentado militar, llamó a quienes tenía a su cargo

—¡El general está frente a ustedes, muestren respeto! — exclamó Sasuke, su segundo al mando, como respuesta, las personas de menor rango se pusieron de pie y saludaron al de mayor rango

—Descansen — el peli-blanco se dirigió al centro de la sala, lugar donde se estaban preparando para salir a luchar — Antes de salir, deben saber una cosa — el resto, incluso Sasuke, lo miraban expectantes — Hace poco, nuestros espías han logrado descubrir armamento militar más poderoso del que podíamos imaginar dentro del bando contrario, además, parece ser que tienen más aliados de los que esperábamos, así que deberemos estar aún más atentos

—Disculpe, general — hablo Neji, uno de los ayudantes del mayor

—Adelante

—¿Qué tan fuera de lo esperado esta?

—No lo sabemos con exactitud, así que hay que estar preparados para todo

Posterior a eso, salió del lugar, dejando un muy mal presentimiento en todos los soldados.

[×××]

Un mes después de la llamada que tuvieron con Kakuzu, habían recibido una carta más, que fue la habitual de la semana siguiente, sin embargo, no habían tenido más noticias de él.

—¿Y si le pasó algo? — murmuró Yuki

—No seas pesimista, hermanito — regaño Hajime, a cada niños se le daba un día de descanso, ese jueves era el que le tocaba a él — Seguro... Seguro que se acabó el papel y no ha podido mandarnos una carta — pese a tener los mismos pensamientos que el castaño, quería verse positivo — ¡Puede que se le haya acabado la tinta a la pluma!

—Dejen de gritar y vengan a comer — ordenó Hidan, estaba demasiado cansado, arrepentido, molesto consigo mismo, preocupado y demasiado triste, verdaderamente se arrepentía de haberle dicho eso a Kakuzu la última vez que se vieron de frente, de no haber ido a despedirlo, de no haberle mandado ni una sola carta y de haberle hablado de esa manera la  vez que el moreno llamo

—¡Comia! — exclamó feliz la pequeña mientras el castaño la llevaba en brazos a la mesa

—Lamento que últimamente solo comamos arroz y zanahoria, pero con todo esto es lo más que hay — murmuró el peli-plata, la mayor parte de la comida estaba siendo enviada a los campos de batalla, con la guerra y todo lo que pasaba casi ningún negocio estaba teniendo ventas, los precios subieron demasiado, era un caos total

—No importa — respondió Yuki — Tenemos algo aunque sea — suspiro un poco antes de seguir — Hay algunos compañeros que no han comido en días, así que hay que estar agradecidos con esto que tenemos en la mesa

Los cuatro comenzaron a comer, Momo con ayuda de Hidan, la pequeña aún tiraba demasiada comida cuando comía sola.

Estando a mitad de la comida, se escuchó como tocaron la puerta. — Iré yo, sigan comiendo — se levantó de la mesa, tomando a su pequeña hija en brazos por la insistencia de la misma. Una vez de pie, se dirigió a la entrada para atender a quien hablaba — ¿Qué necesita? — preguntó una vez abrió la puerta, llevándose una sorpresa al ver a un hombre peli-negro, con una venda en sus ojos y una de las mangas de su camisa vacía, haciendo notar la falta de un brazo, otra cosa que llamó su atención, fue el uniforme militar que llevaba

—¿Es esta la casa de Takeshi Kakuzu? — cuestionó

—Sí, soy su esposo

—Mi nombre es Uchiha Sasuke, segundo al mando del pelotón de su esposo — la mujer a su lado, una peli-rosa de ojos verdes, que vestía un uniforme similar, le pasó una caja de madera y un maletín gris al peli-plata, quien los recibió extrañado — Lo lamento, fue un buen soldado hasta el final, hizo muchas cosas por la nación y eso hizo que consiguiera esa medalla y esa recompensa por su esfuerzo

—¿Hasta... El final? — murmuró consternado

—De verdad lamentamos su perdida, no pudimos hacer nada por él — dijo la peli-rosa — Dentro de poco recibirá una llamada para que vaya a identificar sus restos, con su permiso — tras una reverencia, ambos militares se dirigieron a la siguiente casa, de la familia Akasuna, debían dar la misma información en demasiados hogares

Hidan cerró la puerta, aún procesando lo que había escuchado. Bajo a su hija y le dijo que fuera con sus hermanos.

Una vez entendió las palabras de ambos militares, no pudo evitar comenzar a llorar con fuerza, llamando la atención de sus hijos mayores. — ¿Papá? — llamó Yuki — ¿Qué pasa? — la pregunta se respondió cuando vio la medalla que se le brindaba a los soldados que morían en batalla — No... Padre... Él no

En esa casa, lo único que podían escucharse eran llantos.

Yo: Es muy pronto para hacer algo triste

Also yo: nah, la playlist de canciones tristes esta muy buena como para desperdiciar la inspiración

Wenas wenas xd

Que tal quedo? :0000000

Estoy tratando de mejorar cada vez más así que puede que suenen las cosas un poco raras xd

Que tal la cuarentena? Y las clases? O la vida?

Comieron?

Les gustaría Kakuhidan versión yuri? :0000000

Ahora si, byes

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