Taiga Kagami
El Juego de Dos Corazones
Desde el primer día que Taiga Kagami conoció a Tn, el ambiente se llenó de tensión. Kagami era un competidor feroz en la cancha, y Tn no se quedaba atrás. Ambos compartían una pasión por el baloncesto, pero esa pasión rápidamente se convirtió en un campo de batalla.
Fase 1: Odio
—¿De verdad crees que puedes vencerme con ese estilo tan agresivo? —se burló Tn, sudando tras un partido especialmente tenso.
Kagami la miró con una mezcla de sorpresa y enojo. Nadie se había atrevido a hablarle de esa forma, y mucho menos una compañera de equipo.
—Hablas demasiado para alguien que apenas me sigue el ritmo —replicó él, con el ceño fruncido.
Desde ese momento, cada vez que estaban juntos en la cancha, la tensión era palpable. Ambos estaban demasiado acostumbrados a ser los mejores y no podían soportar la idea de que alguien más pudiera desafiarlos de esa manera. Los demás jugadores se mantenían al margen, conscientes de que cualquier pequeño comentario podía encender más la chispa entre ellos.
Fase 2: Rivalidad
La rivalidad entre Kagami y Tn solo creció con el tiempo. Si bien el odio inicial se transformó en respeto, seguían compitiendo en cada oportunidad. No había entrenamiento que pasara sin que uno intentara superar al otro.
—Eso fue pura suerte, Kagami —dijo Tn un día después de que él hiciera una canasta imposible.
—¿Suerte? —repitió él, alzando una ceja—. Sabes que soy mejor que eso. ¿O es que te cuesta admitir que no puedes seguirme?
Tn apretó los dientes, desafiándolo con la mirada. Nadie en el equipo competía con ella de esa forma, y aunque lo odiaba, había algo en Kagami que despertaba su lado más competitivo. No iba a dejar que él ganara sin luchar.
Ambos se empujaban al límite, tratando de demostrar que eran los mejores, aunque ninguno lo admitía abiertamente. Cada canasta, cada jugada, cada mirada retadora aumentaba la intensidad entre ellos.
Fase 3: Tolerancia
Con el tiempo, Kagami y Tn comenzaron a reconocer las habilidades del otro. Aunque seguían siendo rivales, empezaron a confiar en la destreza y el instinto de su contraparte, especialmente en los partidos importantes.
—Buena jugada —admitió Tn después de que Kagami hiciera una asistencia clave durante un partido—. No esperaba menos de ti.
Kagami asintió, sorprendido por el reconocimiento. Aunque seguían lanzándose comentarios sarcásticos, había un respeto creciente que no podían negar.
—Tú tampoco lo haces mal. —Respondió con una leve sonrisa.
Poco a poco, comenzaron a formar un equipo formidable. La rivalidad seguía ahí, pero ahora trabajaban juntos, empujándose a ser mejores. Las discusiones y las chispas seguían volando, pero había algo más: una conexión que ambos empezaban a notar.
Fase 4: Enamoramiento
A medida que pasaba el tiempo, Kagami y Tn comenzaron a verse más allá de la cancha. Sus encuentros eran menos tensos fuera de los partidos, aunque todavía se lanzaban miradas competitivas. Kagami no podía evitar admirar la determinación de Tn, su feroz enfoque en cada jugada, y la forma en que siempre parecía estar dos pasos adelante.
Tn, por su parte, empezaba a ver el lado más humano de Kagami. Detrás de su dureza y su deseo inquebrantable de ganar, había alguien que se preocupaba profundamente por sus amigos y su equipo. Ese lado más suave le intrigaba.
Un día, después de un entrenamiento agotador, ambos se quedaron solos en la cancha. El sol se estaba poniendo, y la luz dorada iluminaba la cancha vacía.
—Oye, Tn —dijo Kagami, mientras botaba el balón lentamente—. Eres buena. Muy buena, de hecho.
Tn lo miró sorprendida por el tono más suave de lo habitual.
—Gracias... —murmuró, sin saber cómo responder a un cumplido de él—. Tú tampoco eres tan malo.
Kagami sonrió, pero esta vez no era la sonrisa competitiva de siempre. Era algo más cálido, algo que hizo que el corazón de Tn latiera un poco más rápido.
Fase 5: Declaración
Finalmente, después de semanas de tensión acumulada, llegó el momento de la verdad. Habían terminado un partido particularmente intenso, uno en el que, por primera vez, trabajaron como un verdadero equipo. Mientras caminaban juntos hacia los vestuarios, Kagami decidió que ya no podía seguir ocultando lo que sentía.
—Tn, tengo que decirte algo —dijo él, deteniéndose de repente.
Ella lo miró, confundida por el repentino cambio de tono.
—¿Qué pasa?
Kagami respiró hondo antes de hablar.
—Desde que te conocí, siempre quise superarte. Pensé que solo eras alguien que me empujaba a ser mejor. Pero... me he dado cuenta de que es algo más. Me gustas, Tn. Y no solo como rival.
Tn lo miró, sorprendida por su confesión. No esperaba que Kagami, el tipo competitivo y algo testarudo, fuera capaz de ser tan directo. Pero, en el fondo, sabía que ella también había comenzado a sentir algo más por él.
—Supongo que siempre supe que había algo diferente entre nosotros —admitió ella, su voz más suave—. Tal vez por eso siempre me esforzaba tanto. Tú también me gustas, Kagami.
Ambos sonrieron, sabiendo que su relación había cambiado. Lo que empezó como una feroz rivalidad había florecido en algo mucho más profundo, un sentimiento que ni siquiera ellos, con su competitividad, podían ignorar.
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