Chishiya
[Pedido anónimo hecho desde noviembre, una disculpa por la tardanza:(]
Cuando Alex salvó a Chishiya de aquel juego de picas, jalándolo contra su propio pecho para que el fuego del lanzallamas no lo tocara después de haber accionado uno de los láseres ocultos con su pie, pensó que lo estaba haciendo porque era su obligación como miembro de los militares salvar a los ejecutivos. Después de todo, el favor le era devuelto siempre que entraba a un juego de diamantes.
En su lugar se ganó una garrapata que le gustaba meterse en peligro, y a quien tenía que salvar constantemente cada que se inmiscuía en picas.
—Oye, princesita—le llamó cuando observó que no sabía ni siquiera cómo agarrar el mango del arma—. ¿Puedes sentarte en la banca y solo dejarme hacer el trabajo sucio?
—¿Quieres que me quede sentado para que puedas lucirte? —dijo con ironía negando—. Ni hablar, ¡MIERDA!
Alex giró los ojos cuando tuvo que jalarlo nuevamente para que se agachara, los disparos le hubiesen volado la cabeza si no hubiese sido por ella.
—Eres muy distraído—se quejó—, y no sabes cómo tomar un arma. Mira, es...
Su ojo comenzó a temblar por el enojo que estaba sintiendo apoderándose desde lo más profundo de su ser. Lanzó un largo suspiro mirando el arma.
—Dime que tomaste otra—le rogó—, por favor, dime que tienes otra en el bolsillo de tu chaqueta, por lo menos una corta.
—Esta es buena, ¿qué no?
Alex tomó el arma y la accionó en repetidas ocasiones contra una lámina por encima de ellos.
—¡Es una jodida pistola de paintball! —gritó arrojándola fuera de su campo de vista—. ¡No pudiste tomar una pistola normal!
—¿¡Cómo es que iba a saberlo?!
La chica quiso golpearse la cabeza en repetidas ocasiones, negó y asomó la cabeza lo suficiente como para analizar la situación antes que los disparos la devolvieran a su antigua posición.
—Nos jodiste—se burló tomando la liga de su mano y atándose el cabello en un moño alto—. Recuerda que me debes una grande.
—Es tu responsabilidad cuidarme—dijo negando, renuente a aceptar que había arruinado todo—. Tú misma lo dices siempre. Además, te he salvado siempre que entras a los otros juegos.
—No te lo he pedido—respondió elevando el arma por encima de la barra que los separaba de los otros que apuntaban en su contra—. Por lo menos tiene una mira aquí.
Chishiya observó que ella se mordió el labio en un acto de pura concentración mientras disparaba rápidamente y los gritos se escuchaban del otro lado, con horror, fue alzado rápidamente cuando ella le tomó de la mano y corrió por el pasillo hasta llegar a la posición de su antiguo enemigo, quien se encontraba en el suelo aullando del dolor pues Alex le había dado justo en los ojos dejándolo ciego. Se defendía débilmente con un cuchillo, ella rio y fue fácil arrebatárselo.
—¿Puedes desangrarlo? —preguntó cambiando la pistola de paintball por el arma larga que tenía el chico—, o también necesitas ayuda para eso.
Chishiya rodó los ojos y con el cuchillo le cortó el cuello en un rápido movimiento, la sonrisa psicótica de Alex acompañó al grito de otros tantos quienes se dirigían a la bandera de Japón, colgada en un gran asta la cual debían tomar para dar por finalizado el juego.
—¡Jakel! —gritó mirando a otro de los militares del otro lado—. ¿Dónde conseguiste el chaleco antibalas?
—¡Nunca salgo de casa sin uno, muñeca!
—¿Puedes quitarle la mira a la de paintball? —preguntó Alex entrecerrando los ojos al observar nada de movimiento, cuando Chishiya estaba por alzar la mano para entregársela miró que los estaban apuntando—. ¡Suelo!
La cabeza de Chishiya hubiese rebotado contra el suelo de no ser porque Alex aminoró la caída colocando su mano en medio. Arriba de Chishiya, con el arma la mano comenzó a disparar a un lugar que él no podía ver del todo.
No se quejaba.
—¡Alex, Alex! —gritó tratando de cubrir su espalda, el punto ciego que ella no había visto. Fue algo tarde cuando la joven reaccionó, pero él tomó la pistola de paintball y disparó a quemarropa, imitando la acción de la chica dejando ciego al hombre a quien después Alex disparó sin más.
—¡Bien, has aprendido algo! —dijo asintiendo golpeando su hombro de forma amigable, aunque el golpe fue lo bastante fuerte como para desestabilizarlo. Alex tomó la mira y comenzó a tararear una canción mientras disparaba a quemarropa—. Me voy a quedar sin balas, debemos movernos.
—Quizá el tipo de aquí tenía algo...
Chishiya comenzó a revisar al hombre, abriendo su chaleco mientras Alex parecía una completa desquiciada tarareando una canción de cuna, con un gran arma larga en su hombro como si fuera un juguete nuevo y disparando tiros certeros.
Un pequeño grito se sorpresa quitó la concentración a Alex quien bajó la guardia, los disparos resonaron y nuevamente tuvieron que agacharse.
—¿Encontraste algo? —preguntó, luego sonrió al ver de qué se trataba—¡Perfecto!
—¡No, no! —gritó tratando de poner las granadas detrás suyo—. ¡Nos rebotarán y moriremos todos! ¡Detente a pensar un poco!
—¡Gallina! —le reclamó quitándole una de la mano. Chishiya miró horrorizado que le quitaba el seguro—. ¡Agáchate, Jakel!
Chishiya tomó a Alex obligándola a cubrirse completamente cuando la explosión tiró completamente la estructura contraria. Los altavoces resonaron cuando recobraron la consciencia después de unos segundos, anunciando que faltaba poco tiempo.
—¿Alguna vez te dije que mi padre fue un marine? —le preguntó—. Estaría mintiendo entonces.
Chishiya temblaba, pensaba que se iba a hacer pis en ese mismo momento.
—¿Puedes cubrirme la espalda? Bajaré la bandera.
Colocó el arma larga en el hombro del chico y luego le sobó la cabeza como si se tratara de un perro.
—Espera—le detuvo—, ¿no sería más fácil si yo voy y tú me cubres?
—Claro—dijo Alex completamente hastiada, aunque con la sonrisa de superioridad aflorando en su rostro—, ¿sabes escalar o algo así?
Chishiya comprendió que no sería de mucha ayuda de cualquier forma, se encogió de hombros y tomó el arma, colocando correctamente su ojo en la mira y observando a todas partes.
—¡Cúbreme Jakel! —gritó una vez que salió, Chishiya dirigía su mirada hacia todas partes, incluso a los escombros, pero nadie parecía haber sobrevivido.
Se relajó un poco y luego escuchó que alguien quitaba el gatillo. Su estómago dio un vuelco cuando escuchó el primer disparo, con rapidez localizó el lugar y vació el cargamento, matando a la mujer del otro lado. Observó que Alex seguía escalando en un zig-zag perfecto que mantenía las miras de otras armas inestables.
Balas resonaron y observó otra baja pero esta vez a manos del compañero militar de la chica, quien bajaba con la bandera en la mano.
—¡Pueden salir, señoritas! —llamó una vez que sus pies tocaron el suelo—. Necesitamos colocarla en el asta contraria y habremos ganado...
Nuevos disparos, esta vez le habían dado en el brazo, fue apenas un rozón pero lo suficientemente fuerte como para que soltara la bandera. Chishiya divisó con rapidez de donde había venido y Jakel también lo hizo, convirtiéndose en otro campo de batalla.
—¡Llévalo al asta! —gritó Chishiya—. ¡Ya!
—Si lo llevo solo ganaré yo—explicó cuando recuperó la bandera y se hizo un torniquete con la misma—. Dios, esto duele de verdad, ¿puedes bajar de ahí? Te cubro.
Tres bajas más, tan solo esas ya habían igualado las bajas de aquella noche a manos de Chishiya. Jakel bajó de un solo salto y juntos avanzaron hasta el otro lado del campo, dando por finalizado el juego.
Chishiya y Jakel celebraban la victoria, eufóricos completamente cuando los láseres atravesaron a los restantes. Alex sonrió, su cabeza comenzó a dar vueltas levemente. Escuchó que llamaban su nombre, luego todo se volvió negro.
Despertó en una habitación que no era la suya, el cuerpo le dolía como los mil demonios además de que no podía mover el brazo. Se imaginó lo peor, pero luego se tranquilizó al ver que estaba inmovilizado.
—No estás en el cielo, o en el infierno, por lo menos no aún—Chishiya había hecho acto de presencia en la habitación. Ella lo miró con confusión—. Un rozón no te perfora el brazo. Increíble que accionaras el arma con el mismo brazo.
—Me duele la cabeza.
—Y con justa razón—murmuró entregándole una serie de pastillas en la mano y un vaso con agua—. Tómalas, te ayudarán a sentirte mejor.
Alex lo hizo sin chistar.
—La adrenalina debió volverte loca, una persona cuerda no hace ese tipo de cosas—Alex no quería escuchar más sermones, así que intentó vagamente levantarse de la cama—. ¡Oye! No puedes salir de aquí, estás confinada a estas cuatro paredes.
—¿Quién va a detenerme? —retó.
—Yo—respondió Chishiya con obviedad—. Tengo una pistola de paintball y no temo usarla.
Ambos se miraron por unos segundos, con confusión en su mirada hasta que el ambiente cortó en una estridente carcajada que fue contagiada rápidamente.
—Dios, en verdad temí que no abrirías los ojos nuevamente—se sinceró el joven médico.
—¿Temías perder tu protección para las picas? —preguntó con una sonrisa de lado.
—Temía perderte— confesó él, y Alex no supo cómo reaccionar ante eso. Su cuerpo habló por sí misma ruborizándose en el proceso—. Debes descansar, tengo que avisar que despertaste y estás bien. Los militares están como unos dementes, así que probablemente vengan a visitarte después.
Habló tan rápido que apenas pudo escucharlo, no volteó para mirarla cuando salió después por la puerta, pero ella no necesitaba que lo hiciera.
La sonrisa tonta en sus labios hablaba por sí misma.
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