Banda Sunato

Hola a todos!

Distraigo su atención antes de leer el siguiente OS para avisar dos cosas; la primera es pedir una disculpa por la tardanza en la publicación de los OS, el semestre en verdad dijo "somehow I'll make a man out of you" y me tiene drenada, pero aunque tarde seguiré publicando.

La segunda es un spam: allanggels organizó un concurso por votaciones para premios sobre fanfics. Es la primera vez en la que entro a una por votación de usuarios, y quizá este en un momento esquizofrénico también pero justo ahora me hace ilusión jajaja, así que si pueden entrar y nominar a este libro de One Shots, o incluso a Queen of Hearts en las categorías de One Shots y mejor fanfic de Alice in Borderland les estaría eternamente agradecida. El libro está en su perfil, aunque en realidad yo ya les agradezco el tomarse el tiempo de leer mis ideas de esta manera y el solo hecho de que una persona me haya nominado ya me alaga de sobremanera.

Muchísimas gracias por estar, les quiero <3

Sin más interrupciones, les dejo leer:



[Pedido anónimo ]

[Advertencia: +18]

Lo había conocido cuando éramos niños, jugábamos saltando entre los charcos de agua, sonriéndonos mientras nos tomábamos de las manos. Cubría mis mejillas sonrojadas con sus manos cuando crecimos y nuestra relación eventualmente floreció; me ayudaba a hacer muñecos de nieve, y ángeles con las hojas que caían de los árboles en otoño. Bailábamos con la luz del refrigerador del departamento que compartía con un compañero.

Aquel chico del que me separé cuando entré a la universidad no podría ser un asesino, simplemente no cabía en mi mente.

¿Entonces por qué tenía tanto miedo mientras le evitaba la mirada?

Me rasqué la mano nerviosamente paseando la vista entre los pies de las personas, aún así, sentía su taladrante mirada en mí. Era obvio que me había reconocido. Pensé que se acercaría a mi cuando el juego comenzó, pero no lo hizo.

—La tienes difícil—escuché la voz burlona de Chishiya, uno de los ejecutivos de la extinta playa hablar a mi costado, probablemente buscando aliados en el momento—, mira que el asesino te tiene fijada, eh.

—Cállate—le dije, pero su sonrisa solo se engrandeció.

—A mí no me mires—espetó levantando ambas manos—. Si el juego no me mata, no deseo que él lo haga.

Me llevé una mano a la boca mordiendo la uña del dedo pulgar casi inconscientemente.

—¿Por qué pensamos que entrar a corazones era una buena idea? —pregunté al aire, Chishiya rio por lo bajo.

—Porque no tenemos nada que perder y no hay suficientes armas como para ir a picas—razonó—. Este juego durará una eternidad mientras todos se matan entre todos, ¿quieres hacer una tregua? Juro que no soy el Jack y no creo que lo seas tú tampoco.

—Trébol—susurré mirando su cuello.

—Corazón—respondió él cerrando el trato dándonos un apretón de manos—. Ten cuidado cuando vagues por ahí. Si mueres habré perdido también mi pasaporte de salida.

Giré los ojos y caminé al lado contrario a donde él se dirigía. Admiré la gran alacena, pero la realidad era que no tenía nada de hambre. La hora pasaba completamente lenta, los grupos rápidamente comenzaron a formarse y era fácil distinguir quién estaba con quien, y quien había comenzado a mostrar su verdadera cara.

Caminé al baño y me lavé la cara con el agua que se encontraba saliendo de los lavados. Me asusté cuando a través del sucio espejo divisé una figura detrás, girando rápidamente para esperar lo peor.

Banda me observó casi de forma inexpresiva, miré a todos lados tratando de encontrar un arma por si era necesaria, pero él se acercó tres pasos más rápido de lo que yo pude pensar.

—Corazón—dijo rápidamente. Lo miré confundida—. La carta dibujada en tu collar es un corazón, Alex.

—Lo sé—murmuré de forma nerviosa—. Ya me lo han dicho.

—No confíes del todo en él—el ruido de la gotera del baño apenas podía acallar el sonido de mi corazón latiendo fuertemente. Sentía mis ojos picar al verlo nuevamente parado justo frente a mí, la diferencia de altura lo hacía incluso más mágico—. ¿Qué pasa, Alex?

No respondí.

—¿Me tienes miedo? —preguntó alzando levemente una ceja. Tomé el valor que necesitaba, ahogando quizá de más los sentimientos.

—No—respondí con seguridad, aunque mis piernas temblaban demasiado cuando colocó su mano en mi mejilla derecha y con su pulgar acarició mi pómulo.

—Sigues igual de hermosa—dijo mirando directamente a mis ojos, y como el primer día no pude evitar que el color carmesí se apoderara de mis mejillas. Banda sonrió levemente como solo él sabía hacerlo—. No tienes qué temer, Alex, estoy aquí contigo.

Quizá estaba demasiado hipnotizada por sus ojos, quizá porque los recuerdos de todo lo que vivimos se apoderaron de mi mente,

Pero en aquel momento le creí de verdad.

—Jamás te haría daño—podía sentir su respiración tan cerca de la mía, tan conectados cuando tomó su mano y la guio directamente a su corazón, donde pude sentir sus latidos—. Jamás te traicionaría, Alex. ¿Puedes sentirlo?

Y quizá fue mi instinto de supervivencia, pero quien unió sus labios con un asesino a sabiendas de lo que hacía fui yo.

[...]

—Me sorprende que sigas viva—Chishiya me pasó un paquete de papas fritas abierto de camino a la celda—. Es decir, lo vi entrar a los baños justo detrás de ti. Pensé en lo lamentable que era que mi compañera muriera en la primera ronda.

—Trágico—dije entrando a mi propia celda—. Nos vemos del otro lado.

Dije en voz alta la figura al igual que el resto de los pobres desgraciados que habían entrado a aquel juego. El sonido de algunos disparos resonó en el aire, después las celdas se abrieron y todos nos miramos los unos a los otros. Banda salió de igual forma, así que suspiré pesadamente de tranquilidad mientras caminaba de nuevo hacia la sala en común.

—No te pierdas mucho por ahí—dijo Chishiya, luego pateó una pequeña pelota hasta mi costado—. Puedes entretenerte con eso, iré a investigar por mientras.

—Picas—le dije.

—Trébol.

Ni siquiera le asentí porque aquello no era necesario, sabía que tenía un pasaporte de salida de igual forma. La posibilidad de que Banda fuera el Jack también atravesó mi mente, pero al verlo pasado observándome a la distancia hacía que mis pensamientos se distorsionaran de sobremanera.

Llevó su dedo índice justo en medio de sus labios, miró a ambos lados y después me sonrió. Tenía un compañero justo en ese momento, uno que lucía algo nervioso. Los equipos pequeños que se habían logrado llevar a cabo comenzaban a discutir, podía percatarme de igual forma que las pequeñas mentiras estabas saliendo a la luz.

—Tienes un corazón—dijo una chica con un lindo vestido mientras me sonreía, su séquito asintió casi frenéticamente.

—No te lo he preguntado—respondí cruzada de brazos.

Banda sonrió desde detrás, luego sus ojos señalaron los baños y se llevó dos dedos a los labios.

—No tienes por qué ser tan mala—hizo un puchero aquella chica—, solo intentamos salvarnos todos.

—Lo dudo bastante—me encogí de hombros—, solo no te cruces en mi camino, yo no lo haré en el tuyo.

Y por sus micro expresiones pude sentir que aquella respuesta no le había gustado del todo, pero no podía hacer nada. La multitud pronto comenzó a caminar y a perderse, y cuando observé nuevamente a donde antes se encontraba Banda, este ya no estaba.

No sería algo sensato, nada razonable a decir verdad, pero mis pies se dirigieron a los baños antes de que el sentido común tocara a mi subconsciente.

Entré pero nadie se encontraba ahí, lo cual era bastante extraño. Creí que me había equivocado, quizá la señal se refería a alguna de las celdas, pero pronto sentí unas grandes manos rodear mi cintura por la parte trasera, y luego la barbilla de Banda se encontraba descansando en mi hombro.

—¿Me buscabas? —preguntó contra mi oído, erizando cada parte de mi piel—. No tienes que hacerlo más, aquí estoy.

Luego tomó mi cabello con una mano y lo hizo a un costado, una corriente eléctrica me recorrió la espina dorsal cuando sentí su aliento chocar contra mi cuello.

—Trébol—murmuró, y dejó un beso justo encima del collar.

—Déjame ver—contesté girando sobre mis talones para verlo. Su sonrisa de medio lado se intensificó—. Diamante.

—Debo suponer que vienes de la playa, o tomaría ese vestido como una invitación—levantó levemente su ceja izquierda, y una risa se me escapó de entre los labios.

—La playa cayó, ahora le pertenezco a este Tokio, supongo.

—Tokio es muy grande, puedes perderte, además...—se acercó hasta mí, sus manos nuevamente se encontraban en mi cintura. Por la cercanía las mías estaban contra su pecho—. ¿Por qué pertenecerle a Tokio cuando puedes pertenecerme a mí?

Y aquel besó fue mejor que el primero, y el que le siguió a ese todavía se superó. Aquella sensación de peligro se mezclaba completamente con los sentimientos enclaustrados en mi interior. Le quería, le quería de sobremanera y a la misma vez sentía que no le conocía del todo. Que sus ojos oscuros me ocultaban muchas cosas.

Pero no tenía nada que perder de igual forma, moriría quizá en ese juego, o en el siguiente.

Mi sentido de supervivencia se nubló cuando sus manos viajaron a mi trasero y me subió a uno de los lavabos del baño aún sin despegar nuestros labios, donde ambas bocas peleaban por una dominancia que sabía que él tenía.

Su mano justo en mi muslo, tentado a llevarla por debajo del vestido. Deseaba que lo hiciera más que cualquier otra cosa, la adrenalina recorría mi cuerpo completamente.

Pasos se escucharon en el pasillo, con el mismo desenfreno que tenía lo aventé unos pasos atrás de mi mientras bajaba de un solo salto del lavábamos.

Pensaba en salir, pero una sonrisa de medio lado de Banda me hizo comprender que no esperaba que me marchara tan pronto. Tomó mi mano y entró a uno de los cubículos de las duchas cerrando la puerta tras de sí. Escuché el agua correr del lavabo, pero mis pensamientos volvieron a faltarme cuando su boca buscó la mía con desesperación, abrazándome con una de sus manos en mi cintura para que nuestros cuerpos estuviesen aún más unidos si eso era posible.

—El tiempo—murmuré una vez más que volví en mí observando que faltaban unos quince minutos en el reloj de mi muñeca—. Debemos irnos.

Banda miró el reloj de igual forma, pero no pareció inmutarse.

—Puedo regalarte lo que necesitas en menos de ese tiempo—susurró en mi oído antes de besarme.

Su mano libre acarició mi muslo, pero ahora sí subió. Tocó mi ropa interior por encima sacándome un suspiro de la garganta. La sonrisa de autosuficiencia que tenía cuando se separó de mí fue grande, su mano siguió haciendo movimientos, hasta que con un dedo hizo a un lado mi ropa tocándome directamente. Piel con piel, y aquella sensación hizo que bajase la cabeza.

Banda me tomó del cuello no haciendo presión, pero sí logrando que le mirase.

—Quiero verte—exigió mientras estimulaba mi clítoris de una forma casi magistral—. Déjame verte.

Y continuó de esa forma, su mano sabía exactamente que puntos tocar. Puso su pierna en medio de las mías, obligándome a abrirlas, y entonces metió un dedo en mi interior y con el pulgar de la mano que sostenía mi cuello acarició mi labio inferior.

—Estás tan mojada, tan lista para mí—dijo sin despegar su vista de mis ojos—. ¿Quieres que vaya más rápido, quieres sentirme?

Le asentí, y no necesité pronunciar palabra alguna. Cerré mis ojos casi de inmediato cuando un segundo dedo entró en mí y los movimientos se volvieron más rápidos.

—Vamos, preciosa—con su pulgar estimulaba mi clítoris, sabía que el sonrojo en mi cara era evidente. Él tenía los labios entre abiertos, su cabello caía delicadamente en su frente—. Córrete para mí.

Y lo hice, y aquello fue casi mágico. La sensación fue maravillosa, mi mundo se nubló con el sentimiento abrazador y tuve que sostenerme de su cuerpo para no caer, pero su abrazo no me iba a permitir hacerlo.

Sus labios se unieron a los míos, y sentí que aquello era todo lo que necesitaba.

—Déjame sentirte—le rogué—, déjame devolverte el favor.

Banda sonrió y tomó mi mano alzándola en el aire para que mirara el reloj.

—En la siguiente ronda, Alex—dijo abriendo la puerta—. Ahora debemos correr para alcanzarlos...

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