ZIAM: No todo es color de rosas


Todos sabemos que la vida no es nada bella como las canciones la pintan, no es todo color de rosas, ni ese azul pálido como el cielo, tampoco de un anaranjado como el atardecer, suele ser oscuro como la noche, pero aun así en esa oscuridad existen cientos de estrellas que la acompañan para hacerla hermosa y majestuosa, la luna no tiene luz propia pero aun así brilla con el reflejo de los rayos solares.

Quisiera ser como las estrellas y acompañar a esa terrible oscuridad para que no se sienta solo, o quisiera ser la luna para alumbrar su vida.

Pero soy Liam Payne y no hago más que cagarle la existencia al chico que me gusta, hago que su soledad crezca en vez de hacerla desaparecer con mi compañía, no hago más que apagarle las luces que un le quedan.

Aun recuerdo la primera vez que lo vi, era un chico con una sonrisa encantadora y grande que dividía su rostro, sus ojos marrones tenían aquel brillo que te hace perder como si tuviera su propia estrella dentro de su ser, sus pestañas largas y erguidas hacia arriba de un color negro que enmarcaban sus rasgados ojos, su cabellera negra como la noche pero peinada con aquel típico copete de chico malo pero que en realidad es más dulce que el pan de Pascua.

Y todo empezó cuando comencé a verlo con los ojos de una gran devoción como si fuera un dios con vida eterna y de gran majestuosidad.

No podía sentir eso hacia él, eso estaba mal, mi padre siempre me lo decía, "amar a alguien de tu mismo sexo es de enfermos y de una aberración que el demonio creo para que los humanos no tengan perdón de dios".

La primera vez que le hice algo, recuerdo su voz, como me pedía que no lo golpee, que no le hiciera daño, pero mis instintos y las palabras de mi padre se habían quedado grabadas en mi cabeza que no podía detenerme.

--por favor no me golpees-decía él-no más, por favor.

Y le di una patada en el rostro dejándolo inconsciente.

Ese día cuando llegue a casa sentía mi cuerpo adolorido y adormecido, caí en la cama y me quede dormido hasta el día siguiente que tuve que despertar temprano para ir al instituto.

Cuando lo vi caminando por los pasillos, no podía creer lo que le había hecho, venia con la cabeza gacha, viendo al suelo, cojeaba de su pierna derecha y tenía un cabestrillo en su brazo izquierdo, cuando levanto la cabeza para observar a su grupo de amigos, note que llevaba gafas oscuras.

Al día siguiente me entere que había estado diciendo que había tenido un accidente en su bicicleta cuando iba en dirección a casa. ¿Por qué no me había delatado? Eso me hizo enfurecer, la posibilidad de que me temiera eran altas, así que aproveche eso y a la hora de la salida se lo pregunte, el solo me contesto:

--se que tú no eres así-suspiro-noto como me miras y sé que no me quieres hacer daño.

Entro una oleada de terror en mí, no quería que nadie sepa eso, y me defendí con lo único que se usar, el golpe, ya no cojeaba pero aun tenía el cabestrillo en su brazo izquierdo, su rostro no había sanado del todo al cien por ciento.

Al día siguiente no fue al instituto, falto el resto de semana y a la siguiente cuando volvió escuche los rumores de que había estado en el hospital con la nariz rota y su brazo dislocado, me sentí mal y me encerré en los baños a llorar como un idiota y un cobarde.

Recuerdo que había salido para finales del día ya que tuve que esperar a que se pasara lo rojo de mis ojos.

Por lo que quedo de año, vi como él se iba apagando, no sonreía mas, socializaba menos con sus amigos y se encerraba en el cubículo de los baños por más de media hora, usaba ropa mas suelta y siempre andaba con chompas sin importar el clima.

Cuando terminaba de pegarle sin razón alguna yo me escondía en los baños a llorar, lloraba como si hubiera perdido algo que jamás había tenido pero que siempre lo quise tener, esa sensación de abandonar algo cuando ni siquiera fue tuyo.

Los días avanzaban, así mismo las semanas y los meses, sentía como yo iba cayendo a un pozo cada vez más profundo, cada llanto después de golpearlo se intensificaban con aquel dolor en mi pecho.

El seguía causando que mi mundo se desboronara, con solo verlo mis piernas flaqueaban cada día más, mi corazón palpitaba y mis brazos se morían por abrazarlo y protegerlo pero en vez de hacer eso, se convertían en aquel calvario que lo atormentaba casi todos los días.

Un día después de la clase de gimnasia fui hacia los baños que están dentro del instituto ya que los del gimnasio estaban demasiado atestados.

Cuando entro al baño escucho un sollozo apagado, como si los trataras de detener mordiéndote los labios.

Comencé a revisar por el espacio que debajo de todas las puertas del baño, hasta que identifico unos deportivos y una mancha roja, hasta que la consigo identificar como sangre, mi corazón palpita contra mi pecho, recuerdo que me levante y con la fuerza de mi cuerpo tumbe la puerta, la escena que vi era peor de lo que me había imaginado, el estaba ahí, tenía una cuchilla en su mano izquierda y varias cortadas en su mano derecha, me entraron ganas de vomitar y unas inmensas ganas de morir en ese instante.

Recuerdo haberlo sacado de ese cubículo y haberle dado algunas cachetadas para que reaccionara ya que cada vez iba cerrando sus parpados, no sabía que estaba llorando hasta que sentí como mis mejillas se sentían mojadas y frías.

Lo cargue y lo lleve hasta la enfermería, la mujer que lo atendió, al principio me fulmino con la mirada y parecía un poco horrorizada al ver los cortes en los brazos del chico que tenía en mis brazos.

Cuando estuvo curado lo lleve a su casa, recuerdo el dolor caliente en mi mejilla cuando la mano de la madre de él me había dado dos cachetadas y gritarme que yo era la perdición de su hijo, que era un demonio por hacerle daño a alguien que solo se preocupaba por mí, no me sentí humillado, solo sentí que por primera vez una persona me decía la verdad.

Al día siguiente lo pase recogiendo pero su madre me dijo que él no iría con un degenerado como yo, acepte lo que dijo pero antes de irme el salía de su casa diciendo que lo esperara. El camino al instituto fue lleno de un silencio incomodo, pero el venia viendo por la ventanilla y bajando las mangas de su abrigo, tapando aquellas heridas.

Las clases eran interminables o eso significaban para mí en ese momento, a la hora del almuerzo lo vi en la mesa con sus amigos, estaba callado y moviendo su comida de un lado a otro, lo saque de ahí no sin antes ganarme algunas insultadas por parte de sus amigos, pero no me importaban, lo lleve a comer unos sándwiches hechos por mi mismo debajo de un árbol. Al final de clases lo lleve a su casa y ni siquiera nos despedimos.

Eso se convirtió en algo diario que hacíamos, lo recogía en su casa, almorzábamos debajo de la sombra de un árbol y luego lo iba a dejar a su casa, aun recuerdo su primera palabra, cuando agarre su mano para despedirnos.

--gracias-me había dicho.

Mi corazón había palpitado como una estúpido tren a vapor, llegue a casa y llore por horas, no sabía el motivo del por el cual lloraba solo sabía que estaba llorando con una sonrisa de imbécil, boca abajo en mi cama.

Así los días pasaron y llego la graduación, recuerdo que el ya sonreía a todos nuevamente, podía ver su sonrisa y como usaba aquellas camisetas cortas que hacían lucir todo su hermoso cuerpo, ahora ya no solo mis piernas flaqueaban cuando lo veía, sino que mi respiración se alteraba cuando él se despedía de mi con un beso en la mejilla cuando lo dejaba en su casa, sentía que mi rostro se calentaba como un horno y mi cuerpo se acaloraba.

El día de la graduación la recuerdo como si fuera ayer, estábamos todos de pie tirando la muceta hacia arriba y gritando felices por al fin terminar el instituto, sus amigos lo saludaban e incluso sentí por primera vez aquello llamado celos, un chico lo había abrazado demasiado tiempo y le susurraba cosas al oído pero él se había separado y había corrido hacia mi cuando me diviso entre la multitud, recuerdo sus brazos envolviéndome en un cálido abrazo y como yo lo levantaba mientras lo giraba y escuchaba su risa cerca de mi oído, supe que ese era el momento especial para hacer la petición.

Lo aleje con cuidado y me puse de rodillas, el me vio con sus ojos casi desorbitados y en ese momento todo se volvió silencioso.

--Zayn Malik, quiero que desde hoy empecemos desde cero, quiero que desde hoy empecemos como un nosotros-agarre su mano-quiero que desde hoy me concedas ser tu novio ¿aceptas?

Recuerdo verlo llorar y como se lanzaba encima mío para besarme, sus labios eran tal y como los imaginaba, un poco mejor debo aceptarlo pero ese era nuestro momento, escuche los aplausos de todos y como nos felicitaban, diciendo que ya era hora de me le declare.

Desde ese día luchamos contra todo y todas las cosas que se interpusieron en nuestro camino.

El día de hoy cumplimos diez años de casados y tenemos dos hijos hermosos que adoptaos hace seis años, dos cachorros husky siberianos que él deseaba con tanto fervor y que no me queda más remedio que complacerlo en todo lo que me pide, con solo su sonrisa hace que me doblegue ante él y no se puede decir cuando hacemos el amor, porque en ese momento es cuando me puede decir que me tire de un avión y yo lo haría sin dudarlo.

Claro que sé que no me pedirá eso, porque me ama tanto como lo amo yo a él.

Es hora de despedirme porque ya lo estoy escuchando gritar mi nombre para que cene lo que me ha preparado durante todo el día.

Tal vez mañana les cuente algunos detalles de la noche llena de pasión y placer que pasamos después de la cena, eso si es que alcanzamos a comerla toda y no terminamos haciéndolos encima de la mesa.

Me despido.

Con cariño Liam de Malik.

Recuerden que no todo es color de rosas en la vida pero tampoco todo es oscuridad, algunas veces encontramos aquella estrella que nos acompaña en esos momentos o encontramos esa luna que nos guía con su luz. Yo encontré la mía.

Y en estos momentos mi luna esta gritando cada vez más cerca mi nombre, así que me despido.



Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top