Un te quiero que llega tarde (Parte 2)

Ese mismo muchacho, empañado por sus lágrimas y con el cuerpo de Sam en sus brazos, vio el trozo de papel que lo había provocado todo arrugado en el suelo. Lo cogió, lo leyó y volvió a gritar. Esta vez de pura rabia, tristeza e impotencia. Se guardó la carta y miro la cara sin vida del pobre chico que solo había tenido la mala suerte de encontrarse con unos monstruos en su camino hacia el amor.

Le abrazó, aunque estuviera lleno de sangre, le daba igual. Le acarició la cara, le besó, y sonrió entre lágrimas. Esa sonrisa, tan rota y triste, que solo expresaba el dolor de quién ha perdido a un ser amado.

- Siento haberte dado ese beso tan tarde, Sam. Me hubiera gustado ver tu cara enfurruñada y sonrojada cuando te robara nuestro primer beso. Lo siento tanto...- Y rompió a llorar de nuevo. Y no paró en toda la noche.

Al día siguiente una pareja que pasaba por allí encontró a un muchacho roto sujetando entre sus brazos a uno que ya no volvería a sentir. Cuando intentaron separarlos, aquel que tenía toda su cara bañada en lágrimas, con ojeras y sin ningún tipo de brillo en su mirada, se negó tanto a que le separaran de su pequeño que tuvieron que sedarle.

Conmocionados como estaban ante semejante escena, los policías se llevaron el cadáver y los médicos se llevaron al que ya se sentía muerto en vida.

Tres días estuvo durmiendo en el hospital. Los forenses analizaron el cuerpo de Sam, y concluyeron en que fue la última patada la que lo mató, provocándole una hemorragia interna que unida a todas las demás que tenía le impidieron seguir respirando. No sabían quién había sido, y aunque el pequeño lo tenía muy claro, no dijo nada.

Iban a pagar lo que habían hecho. Cada uno de ellos, y no pretendía que la policía le fastidiara su venganza.

Porque había perdido a Sam, el chico por el que sentía cosas que jamás debió sentir. El chico por el que deseó mil veces tener una familia diferente. El que le quitaba noches de sueño imaginando vidas junto a él. El que le robaba los suspiros con esa sonrisa tan sincera...

Y eso no iba a perdonarlo jamás. Habían matado a Sam. Le borraron la sonrisa para siempre y convirtieron al que lo encontró en un muchacho tan destrozado que ese monstruo que poco a poco habían estado creando, sufrió una transformación, se desarrolló por completo y mató cualquier rastro de bondad o de niñería que quedaba en su cuerpo. Ya no volvería a sonreír, ni permitiría que la gente que había matado a lo único bonito que tenía en su vida volvieran a hacerlo jamás.

Cuando despertó, no quiso ver a nadie, mucho menos a su familia. Esa gente que compartía su misma sangre y que le habían convertido en lo que era, en lo que ahora iba a ser.

Ellos querían que no sintiera, ¿no? ¿Que no fuera débil? ¿Que fuera como ellos? Pues ahora iban a ver cuanto les gustaba siendo así.

Le pidió un papel a la enfermera y le dijo que nadie debía entrar en la habitación hasta que él no dijera lo contrario. La mujer accedió, pensando que necesitaba estar solo para superar la muerte de su amigo.

***
Tenías razón, Sam. En todo. Siempre la tuviste.

Soy un idiota.

Un imbécil.

Un puto cobarde.

Y no, no la quería. Nunca la quise.

¿Sabes? Creo que teníamos el mismo problema.

Yo también te quiero.

Y sé que ya es demasiado tarde. Sé que tú ya no estás, y que es por mi culpa.

Tampoco quería ser tu amigo, nunca lo quise. Yo solo quería acariciar tu pelo rubio, ser la causa del brillo de tus ojos verdes, besar tus pecas, charlar contigo y reírnos mientras vemos una peli mala de amor y tú me das besos para distraerme mientras me robas palomitas. Que manera tan bonita de robar, ¿verdad?

Pero ya no podrá ser. Y es todo culpa mía. Dijiste que todo sería mejor si me odiabas, pero no te preocupes, porque el odio que siento yo hacia mí mismo vale por dos. Creo que incluso más.

Me costó darme cuenta de que te veía de manera diferente. Me costó darme cuenta de que me importabas más de lo normal. Me costó, Sam, mucho... Pero lo hice, y cuando lo hice no pude estar más aterrorizado.

Tenías razón también en eso, siempre me dijeron que estaba mal. No me sirve como escusa, porque no hay escusa posible para lo que yo he provocado, pero convertirme en lo que mi familia más odiaba tampoco fue fácil.

Y no, no sabía que te tenía. Pero si lo hubiera sabido, te hubiera disfrutado. Si hubiera sabido lo que iba a pasar, te habría guardado mejor, te habría protegido, te habría custodiado como a un tesoro. Porque para mí lo ere... lo eras.

Solo te equivocabas en una cosa, mi amor.

Sí que sé lo que es estar enamorado.

Sí que sé lo que es estar continuamente pensando en esa persona.

Sí sé lo que duele no poder estar junto a ti.

Ojalá no hubieras enviado nunca esa carta.

Ojalá me hubiera llegado a mí.

Ojalá nunca me hubieras conocido.

Ojalá pudiera besarte, o volver a tenerte entre mis brazos.

Ojalá desde el principio te hubiera dicho lo que sentía.

Ojalá me hubieras odiado, tenías razón, todo habría sido más fácil.

Ojalá hubiera llegado a tiempo para salvarte.

Mi mente ahora está llena de un ojalá imposible...

Como ves, ahora eres tú el que me ha cambiado a mí, el que me ha hecho ver que el mundo en el que vivo es un puto infierno. Él que me ha hecho arder. Pero, ¿sabes qué? Ahora cualquiera que me toque, arderá conmigo.

Siempre tuyo, Sam.

Un te quiero que llega tarde.

E.
***
Diré de nuevo que lo siento por si acaso xD
No me acostumbro a escribir cosas tan tristes y espero no acostumbrarme.
#porlavueltadelaternura
Gracias por votar, leer y comentar <3
He terminado los exámenes asíque si la inspiración se pone de mi parte, VOLVERÉ.
BESITOOOOOSSSS

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top