Sorpresa, ¡primera vez!

¿Por qué estudiar tiene que ser tan aburrido? Y encima en verano... ¿Puedo tener más mala suerte?
Vale, no es mala suerte, lo sé. Es culpa mía por no estudiar cuando debería haber estudiado, es decir, durante el curso. Pero, ¿cómo concentrarte en estudiar cuando estás tratando de aclarar tus sentimientos? ¿Cómo dedicar tiempo a pensar en algo que no te importa cuando quizá no te conozcas tanto como creías? Porque yo aseguro que en mis 17 años de vida, jamás me había atraído un chico. Y ahora miradme, enamorado hasta las trancas de uno. La vida da muchas vueltas...
¿Pero cómo no enamorarme de él? Si es que es tan perfecto... Es guapo, listo, cariñoso, divertido, buena persona... Es el chico perfecto. ¿Cómo no iba a caer yo también con sus encantos? Y nunca me he alegrado tanto de ser un chico y tener pene. Porque mi principe azul es gay, y lo mejor de todo: siente lo mismo por mí. Y descubrir todo eso en el tercer trimestre hizo que mis notas bajaran tan rápido como yo el año pasado por las escaleras cuando me rompí la pierna.
Pero pensar en eso no me va a ayudar a estudiar más, o a concentrarme en aprobar esos tres exámenes en septiembre. Mi madre no entendió lo que me había pasado, pero eso no le impidió castigarme sin el viaje de verano con el equipo. Ahora estamos en julio, y cada mañana debo dedicar tres horas a Lengua, Mates y Física. ¡Horrible!
Pero he de decir que no me arrepiento de nada. Tengo al mejor novio del mundo y unas horitas de estudio por la mañana no me van a quitar eso. Y además, por la tarde puedo quedar con él y no ir al viaje me permite verle más todavía.
Y como cada vez que pienso en él, una sonrisa tonta se me dibuja en la boca. Que bonito es estar enamorado y ser correspondido... Quién me iba a decir a mi que él sentiría lo mismo por mí y no por las decenas de chicas que van detrás de él. Me siento muy afortunado de tenerle a mi lado.
Pero ahora debo estudiar y concentrarme. Vamos, puedo hacerlo...
Y suena el timbre. ¿Quién será? Mis padres trabajan toda la mañana y no espero a nadie más. Extrañado, me levantó y voy hacia la puerta. Mi sonrisa y felicidad se multiplican al ver por la mirilla a mi querido novio en el umbral de la puerta. Luego me preocupo. ¿Qué estará haciendo aquí? ¿Pasa algo? Llevamos tres meses y han sido los más felices de mi vida. No se qué haría sin él. Bueno, no debo ponerme en el peor de los casos. Me miro al espejo y me doy cuenta de que estoy en pijama; concretamente llevo un pantalón de ositos azul. Tenía calor y me he quitado la camiseta. ¿Abro así? Estoy algo ridículo.

- Oye, pequeño. ¿Me vas a abrir o prefieres que tire la puerta abajo?

Mierda, me he distraído sin darme cuenta. Decido abrir y ya, que sea lo que tenga que ser.

- Dan, que sorpresa. ¿Qué haces aquí? Pasa. - Me intento echar a un lado para que tenga espacio para entrar, pero él parece tener otros planes. Me agarra de la cintura y me acerca a su cuerpo despacio. Me sonríe y después invade mis labios con un tierno beso. Me relajo al instante; no me besaría así si ocurriera algo malo. Le rodeo el cuello con mis manos y pongo todo lo que siento por él en ese beso, como en cada uno que nos damos. Quiero que sepa que le quiero con locura. Cuando nos separamos le sonrío con dulzura y cierro la puerta, que seguía abierta. Cualquiera ha podido vernos, pero me da totalmente igual. Le cojo la mano y le guío hacia mi cuarto. Ya sabe dónde está; ha estado aquí varias veces. Pero él me deja hacerlo, porque sabe que agarrar su mano me da la seguridad de que esto es real y no lo estoy soñando.

- No me has respondido, ¿qué haces aquí?

- ¿Uno ya no puede venir a ver a su novio porque sí? Imaginé que estarías estudiando y super aburrido, así que decidí venir a... entretenerte. - Justo mientras dice la última palabra con un tono que ha hecho que me vibre todo el cuerpo, me agarra de la cintura por detrás y me acerca a él. Luego pasa sus manos por mi abdomen mientras me besa el cuello y yo muero del placer que su tacto y sus labios me producen.

Me cuesta hablar, pero debo intentarlo.

- Muy amable por tu parte, mi amor. Pero debo estudiar. Tengo que aprobar esas recuperaciones.

Él sigue chupando mi cuello y dejándome marcas visibles que luego tendré que buscar la forma de ocultar. Qué más da, voy a perder la cordura. Sus manos bajan ligeramente hasta la cinturilla de mis pantalones de osos, y acarician despacio ese límite entre lo que ya hemos hecho y lo que aún no ha pasado. Nunca me ha tocado mas abajo de eso... ¿Lo hará hoy? La verdad, lo estoy deseando.

- Por descansar un día no vas a suspender, tranquilo. Me voy a encargar de que te relajes. Por cierto, tus pantalones son lo más tierno que he visto en mucho tiempo.- Me sonrojo, y luego ahogo un gemido cuando toca los pantalones, justo el trozo de pantalón encima de mi miembro, que está despertando por sus continuas caricias.

- Tonto.- Pero estoy sonriendo, porque su mano se mueve por encima de mi zona pero sin llegar a rozarla, pidiendo permiso. Y estoy totalmente dispuesto a dárselo. Sonriendo de forma traviesa, muevo mi cintura hacia delante y él, que no se lo esperaba, se sobresalta cuando su mano roza por completo mi miembro. Yo suspiro y apoyo la cabeza en su hombro.

- Cariño, quiero comértela. - Me estremezco de pies a cabeza cuando me llega su susurro, y su aliento me roza la oreja. Suelto un gemido solo de oírle e imaginarlo. Su mano empieza a moverse por encima de mi pantalón y yo levanto la mía para agarrarme a su pelo. Siento que mis piernas caerán en cualquier momento. Su mano me acaricia, juguetea conmigo y me hace morir de deseo. Quiero más. Parece que me escucha, porque su mano se aproxima tímida al interior de los pantalones y calzoncillos. Grito cuando toca directamente mi pene, sin ropa ya de por medio. Me retuerzo, nunca había hecho esto con nadie. Su mano rodea mi sexo y se mueve de arriba a abajo, provocando que me pierda en el paraíso. Giro mi cabeza y le miro. Se está mordiendo el labio inferior mientras mira la zona en la que su mano me toca sin pudor y sus ojos están cargados de deseo. Me acerco y le rodeo sus labios con los míos. Él me sigue el beso sin parar de mover su mano. Cuando nos separamos, me mira a los ojos.

- Quiero comértela. - Repite. Yo me vuelvo a estremecer y suspiro mientras asiento.

- En la cama no, podemos mancharla. Mejor en el suelo.

- ¿No te importa tumbarte en el suelo?

- Me da totalmente igual. Estaré concentrado en otra cosa.

Dicho esto, deja de toquetear mi miembro y me vuelve a agarrar de la cintura. Me gira hasta quedar cara a cara con él, y se acerca para besarme, más salvaje esta vez. Su lengua roza mis dientes pidiendo permiso para entrar y jugar con la mía. Y yo por supuesto no tardo ni dos segundos en abrir mi boca y dejar que haga conmigo lo que quiera. Su mano traviesa vuelve a bajar mientras nos besamos con ferocidad y me aprieta una nalga. Suelto un gemido que rápidamente es ahogado por su boca y él vuelve a apretarme el culo. Me tiemblan las piernas y estoy a punto de caer. Pero sus manos siguen sujetándome firmemente por mi parte trasera. Cuando nos separamos, me empuja suavemente hacia el suelo y me tumbo. Tras bajarme los pantalones y los calzoncillos y dejarme totalmente desnudo y a su merced, él se sube encima de mí y vuelve a besarme. Soy adicto a sus besos, podría tirarme así toda la vida. Deja mi boca para satisfacer mi cuello, y deja alguna marca más que se suma a las que hizo antes. Su boca baja todavía más hasta mi clavícula, y continúa marcándome, chupando y succionando mi piel como si fuera un helado y mi erección ya sobresale totalmente. Deja una marca a cada lado de mi clavícula y sigue bajando. Se detiene en mi pezón izquierdo y lo muerde suavemente. Me está volviendo loco y no paro de soltar gemidos y susurrar su nombre. Después de mimar mis pezones, baja hasta mi estómago y decide que ese es un buen lugar para dejar más chupetones. Cuento cuatro más, en distintos puntos de mi abdomen mientras trato de no pensar en el dolor que me provoca la erección desatendida. Cuando cree que ya ha sido suficiente, deja mi estómago para seguir bajando y llega hasta mi miembro. Esta muy duro y me duele, necesito que haga algo ya.

- Pareces impaciente. ¿Alguna vez te han hecho esto? - Su mano comienza a acariciar levemente mi zona íntima. Pero eso ya no me vale.

- No... Más, p-por favor... Quiero m-más... - Me cuesta hablar y cuando nota mi situación, decide no esperar más. Grito su nombre cuando su boca atrapa toda mi longitud de una y su lengua me acaricia con fervor. Mis gemidos son lo único que se oye en la habitación mientras mi miembro es dotado de un placer exquisito que me proporciona su boca al subir y bajar, al lamer todo mi tronco y succionar la puntita. Grito su nombre sin parar y el me recompensa aumentando el ritmo hasta que ya no puedo más.

- M-me voy a...- Ni siquiera puedo terminar la frase antes de correrme y llenar el suelo, mi estómago y su cara de semen. Se limpia con el dedo y luego se lo chupa, y mi miembro está a punto de volver a nacer gracias a esa imagen. Pero estoy muy cansado, ha sido el orgasmo más intenso que he tenido en mi vida y necesito recuperarme. Respiro entrecortadamente y él se tumba de nuevo encima de mí. Pone la cabeza en mi pecho y suspira.

- ¿Te ha gustado?

- Mucho, muchisimo, no sabes cuánto. Gracias por regalarme este momento, te amo. - Le doy un pequeño besito y el sonríe.

- Te veo cansado, pequeño. Te voy a hacer un masaje. Date la vuelta.

Me doy la vuelta y me tumbo boca abajo, dándole acceso a mi espalda y mi culo, que no tarda en rodear y acariciar con esas manos que hoy me han vuelto loco. Se mueven despacio, suaves, para relajarme y no para volver a excitarme. De repente siento algo húmedo en una de mis nalgas y sé que me esta mordiendo. Imaginarle haciendo eso me provoca una nueva oleada de placer. Pasa un rato masajeando y mordiendo mis nalgas mientras yo gimo bajito y me relajo. Es lo mejor del mundo estar así con él.

- Sabes delicioso, y me muero por probar esto... - Uno de sus dedos roza la parte exterior de mi entrada sobresaltándome. - Tranquilo, hoy no puede ser. Tus padres llegaran en cualquier momento así que debería irme.
Le da un último apretón a una de mis nalgas y se levanta. Me ayuda a levantarme y me sostiene con sus brazos alrededor de mi cintura. Me lleva a la ducha y me ayuda a quitarme el semen de mi cuerpo mientras reparte besitos por los lugares donde ha dejado marcas.

- ¿Cómo voy a explicar esto mañana cuando vaya a la piscina con mis padres?

- Diles que te ha mordido un mini tiburón.

- Cabrón. - Pero estoy sonriendo.

- Debo irme, mi amor. No quiero que tus padres me pillen aquí mientras se supone que debes estudiar.

- Claro, tu vete y déjame con el marrón de explicar esto. - Digo señalando mi pecho y todas las marcas.

- Siempre puedes decirles la verdad.

- Idiota.

- Te amo.

- Y yo a ti.

Salimos del baño y me siento en mi cama. Un último beso y se marcha. ¿Qué hago yo ahora? A pesar de que puede que mañana tenga una situación de lo más incómoda con mis padres gracias a la gran cantidad de chupetones visibles que tengo, la sonrisa no se me borra de la cara.
***
Una especie de especial de verano por mi inactividad ♡♡ No voy a poner excusas porque mi único problema ha sido Internet y lo lenta que me iba la aplicación.
Esta pequeña historia o lemon mas bien, ha sido escrita casi totalmente en mi viaje en coche de vuelta a mi casa de las vacaciones, de vuelta al Wifi. Espero sacar tiempo para pasarme por aquí.
Se que sois poquitos pero a cada personita que da un voto o que lee y disfruta con esto se lo agradezco en el alma. BESOS ♡♡♡♡

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