Infidelidad. ¿Distracción? (Parte 2)

Estoy enamorada de esa imagen.
Aqui va la segunda (y larga) parte :)

NARRA FEDE

Despierto de repente gracias a un ruidoso y molesto pitido que suena a todo volumen. ¿Qué mierda es eso? Con algo de esfuerzo consigo abrir los ojos, pero ese pitido continúa. ¡Que alguien lo pare! Cuando me despejo un poco, me doy cuenta de que estoy en mi habitación, concretamente en mi cama. No puedo pensar más porque el puto sonido me está taladrando la cabeza. Busco lo que sea que lo produce y en mi visión aparece el despertador. Lo golpeo y el ruido cesa, pero ahora el dolor de cabeza aumenta y me siento como si me hubieran dado un martillazo tras otro durante toda la noche. Vuelvo a tumbarme en la cama y cierro los ojos. ¿Por qué me encuentro tan mal? Tengo la garganta demasiado seca, necesito beber algo... ¡Eso es! Ayer estuve bebiendo, y mucho. No es la primera vez que lo hago pero ninguna de las otras veces me había sentido tan agotado y dolorido. ¿Qué coño hice ayer?

Abro de nuevo los ojos al notar movimiento en mi cuarto. Mi madre aparece demasiado cerca y habla demasiado alto.

- A ver, Federico. Si eres tan machote como para irte de fiesta y emborracharte cuando al día siguiente tienes clase, también lo eres para ir a la escuela con resaca, ¿no? Te vas a levantar ahora mismo, te tomas una pastilla y te das prisa que si no perderás el autobús. Por cierto, buenos días.

No suena enfadada, más bien su tono es el típico de "ahora cargas con las consecuencias de tus actos". Y obvio tiene razón, pero con este cansancio por todo el cuerpo solo quiero quedarme en mi cama y dormir hasta que se me pase la puta resaca. Y obvio que no está en los planes de mi madre tener clemencia con un pobre muchacho dolorido como yo. Por mucho que cierre los ojos, la luz del sol que entra por la persiana que acaba de abrir me provoca una tortura aun peor que el dolor de cabeza.

- Aquí tienes la pastilla y un poco de agua. Y deberías darle las gracias a tu amigo Marcos, él fue quien te trajo ayer.

Eso tiene sentido, solemos salir de fiesta juntos y él tiene más aguante que yo con el alcohol. Seguramente él sepa lo que paso ayer. Suelo ser algo insoportable cuando me emborracho, pero él está bastante acostumbrado a ello. Una vez tuvo que subirse a un tejado para agarrarme antes de que me tirara creyendo que había una piscina en lugar del suelo. Obvio yo no recuerdo eso, el me lo dijo al día siguiente y si le creí fue porque estaba muy cabreado, y es la única vez que le he visto enfadado de verdad. No sé si fue por hacerle subir a un tejado aun con su miedo a las alturas o por estar a punto de matarme, pero estuvo toda una semana sin hablarme. Luego todo volvió a la normalidad, pero en esa semana me di cuenta de que Marcos es realmente importante para mí. Es mi mejor amigo y que estuviera una semana evitándome me afecto más de lo que imagine. No sé que haría si alguna vez dejamos de ser amigos...

Y es por eso que estoy tan inquieto ahora mismo. Normalmente Marcos y yo vamos juntos al instituto, nuestras casas están muy cerca y él siempre me espera en la esquina de mi calle con su abrigo negro gigante que daría calor hasta en el polo norte.

Y hoy, que le necesito más que nunca para que con su presencia y sus chistes malos me haga olvidar este terrible dolor de cabeza, resulta que no está. ¿Estará enfermo? No creo, es poco probable porque al parecer ayer estaba estupendamente. Quizá llega tarde, o quizá sus padres son más agradables y empáticos que los míos y le han dejado quedarse en casa para recuperarse de lo de ayer.

Tras esperarle durante unos minutos más, decido marcharme ya que ya voy demasiado lento gracias a la resaca como para sumar minutos esperando y acabar llegando tarde a clase. Decido no inquietarme, seguramente no es nada importante.

Mi confusión crece hasta límites insospechados cuando le veo en la puerta del instituto tan tranquilo y hablando con Raquel, una compañera de nuestra clase. Antes de sacar conclusiones precipitadas me paro a pensar, y caigo en la cuenta de que quizá Marcos pensaba que hoy no vendría a clase para recuperarme de la borrachera de ayer y por eso no me había esperado. Me convenzo a mi mismo de que esa es la respuesta más obvia y la real y me encamino en su dirección. Sin embargo, hay algo en el fondo de mi mente que me impide creerme del todo eso, que me obliga a estar inquieto y que hace que mi corazón comience a latir demasiado deprisa mientras me acerco hacia mi amigo. Pero como no sé lo que es, decido ignorarlo. Comienza a preocuparme un poco más cuando estoy lo suficientemente cerca como para que Marcos me vea, y en efecto lo hace, pero su expresión no es la misma de siempre. Hay algo de miedo y vergüenza mezclados con la alegría que suelo ver en sus ojos. Ahora ya sí que tengo claro que algo va mal. Algo debió de pasar ayer, quizá hice algo malo o algo que le molestara y no lo recuerdo. Pero si está enfadado, ¿a qué viene esa expresión de miedo? ¿Y la vergüenza? Definitivamente, tengo que hablar con él y preguntarle los detalles de la última noche, hacer conjeturas no me servirá de nada. Y si hice algo que le molesto, me disculpare aunque deba hacerlo mil veces, porque no voy a permitir que una borrachera por despecho arruine lo que tanto me costó conseguir.

CINCO AÑOS ANTES

Un joven muchacho de aproximadamente doce años jugaba distraído con su pelota de tenis. La tiraba lo más fuerte que podía a la pared que tenía en frente y después la recogía. Era pequeño y no tenía demasiada fuerza, así que no había peligro de que rebotara y causara demasiados daños. En aquel pasillo no debería haber nadie más; era la hora del recreo y el día estaba bastante soleado, todos los niños estarían fuera jugando, hablando, riendo, y algunos quizá peleando por esas tonterías por las que pelean los niños. Pero él no; él prefería el silencio y la calma del pasillo, donde nadie lo molestaba o se reía de él por su timidez. Lo que no sabía es que no estaba solo. Otro pequeño de su misma edad lo observaba desde la esquina de ese mismo pasillo, con la mirada curiosa y una sonrisa pícara, cosa rara con lo pequeño que era. Tener un hermano mayor es genial ya que te puede enseñar muchas cosas, pero si tu hermano es un homosexual salido cuyo único propósito en la vida es tirarse a todo lo que tenga cola y sepa gemir, esas cosas que te enseña pueden no ser muy apropiadas para niños de doce años.

Su hermano mayor siempre le dijo que el sexo con hombres era el más placentero del mundo, sobre todo si son guapos. Tan pequeño y manejable, Marcos había creído todas y cada una de las palabras de su hermano, y deseaba el momento de ponerlas en práctica. Pero tenía sentido común, sabía que no todos los niños eran como él y planeaba esperar. Mientras tanto, se contentaba con los videos que su hermano le pasaba y mantenía en secreto su obsesión por las relaciones homosexuales.

Pero no se esperaba encontrar semejante bombón al salir de uno de los estúpidos castigos que su profesora de mates le imponía. Apenas acababa de llegar a esa ciudad y ya tenía un montón de deberes que no pensaba hacer.

Ese niño que se apoyaba en la pared era más bajito que él, con el pelo color café y los ojos verdes llenos de inocencia, un cuerpo menudo y los rasgos más bonitos que vio nunca. La mente perturbada de Marcos le obligo a bajar la mirada hasta los pantalones vaqueros del pequeño, y su otra mente, la que tenía el sentido común, le obligo a volver a levantarla antes de empezar a imaginar cosas inapropiadas.

Se quedo observándole un rato, mientras el pequeño cuyo nombre aun desconocía seguía lanzando y recogiendo su pelota, totalmente ajeno a la mirada lasciva del otro. La pelota cayo algo más lejos, y el niño se agacho para cogerla, dejando su pequeño trasero en una posición perfecta ante los ojos de Marcos, que no pudo evitar hiperventilar al imaginar todo lo que podría hacer con eso; como tampoco pudo evitar el suspiro audible que se le escapó.

El ojiverde que tanto llamo su atención se giró, asustado por el ruido pero ignorando totalmente lo que lo había provocado. Se relajó al ver que era otro niño de su edad y no un profesor, no estaba del todo seguro de que estar a esa hora en los pasillos estuviera permitido. Pero su timidez le obligó a volver a asustarse.

Marcos, al verse descubierto, decidió acercarse y presentarse ante el pequeño. Pero vio su expresión de terror y dejó de caminar, sorprendido por causar ese sentimiento en el niño.

- ¿Qué te ocurre?- Le preguntó muy confundido. Miró hacia atrás para asegurarse de que no había profesores ni monstruos que pudieran causarle miedo y vio el pasillo totalmente despejado. Se volvió a girar para mirar al castaño, que tenía pinta que querer salir corriendo en ese mismo instante.

El ojiverde no contestó, no le salían las palabras. ¿Por qué estaba ese niño ahí? ¿Qué hacia observándole? ¿Por qué no se burlaba de él? Eso era lo que hacían todos... Bajo la vista, incapaz de aguantar la mirada penetrante de aquel chico.

Marcos se acercó más al ver que no respondía. Le levantó la cabeza cogiéndole de la barbilla y al ver que el chaval cerraba los ojos con fuerza tuvo que contenerse para no probar allí mismo todo lo que sabía sobre el sexo. ¿Se podía ser más mono? Pero al fijarse bien se dio cuenta de que el niño cerraba los ojos porque estaba asustado. ¿Acaso creía que le iba a pegar?

- No te asustes, no voy a hacerte nada.- Se alejó un poco para dar veracidad a sus palabras y le ofreció la mano como había visto hacer a los mayores.- Hola, me llamo Marcos y acabo de llegar a esta ciudad. Soy nuevo en el colegio. ¿Cuál es tu nombre?

El pequeño miró la mano de Marcos con desconfianza, pero al mirarle a los ojos solo vio simpatía en ellos, así que decidió estrechársela.

- Federico.- Dijo muy bajito y sonrojado.

- Eres muy tímido, Federico.- Rio el otro amigablemente. Pero al parecer eso puso triste al castaño, que bajo la mirada de nuevo casi con lágrimas en los ojos.- Eso no es malo, Fede, la gente tímida es muy tierna y saben distinguir a las personas que de verdad merecen la pena, porque son las únicas con las que son ellos mismos.

Federico levantó la vista, impresionado. Nadie en toda su vida le había dicho que la timidez era una buena cualidad, que servía para algo. Sin darse cuenta, sonrió al chaval.

NARRADOR OMNISCIENTE

Y desde entonces no se habían separado. Y la atracción sexual que Marcos sentía hacia su amigo no había hecho más que aumentar. A pesar no estar enamorado de él ni verle más que como un amigo, quería tocarlo y acariciar y lamer cada parte de su cuerpo, siempre quiso. Y por eso no pudo evitar dejarse llevar esa noche en la que Fede necesitaba distraerse y a él se le presentó la oportunidad de cumplir su deseo más secreto. ¿Cómo resistirse a algo que llevas años deseando con todas tus fuerzas? No fue capaz, aun sabiendo que si Fede llegaba a acordarse, no se lo perdonaría jamás o dejaría de hablarle. Marcos no quería perder a su mejor amigo, por nada del mundo, y por eso se arrepentía de haberle dejado llegar tan lejos más que de cualquier otra cosa en su vida. Tenía la esperanza de que no recordara nada, pero si era capaz de mirarse al espejo se daría cuenta de todas las marcas y chupetones que el mismo Marcos le había hecho. La emoción del momento le hizo olvidar quien era y las circunstancias, y no pudo evitar morderle y marcarle como había querido hacer desde que lo conoció. Ahora que era más mayor, aborrecía al imbécil de su hermano por haberle convertido en un maldito depredador sexual que cuando se encaprichaba con alguno se lo follaba y ya. A lo largo de los años le cogió cariño a Fede y por eso se contuvo tanto con él, hasta el punto de que siempre le ocultó sus pensamientos pervertidos. Pero acababa de mandar tantos años de autocontrol a la mierda. Y muy en el fondo no le importaba, es más, estaba contento. Había sido el mejor polvo de su vida. Tenía razón en una cosa: Fede estaba buenísimo y era una maquina en el sexo. Lo que no sabía era la manera que tenía de dominar en la cama. Marcos siempre había sido el activo en todas sus relaciones, pero con Fede eso había cambiado. Él había sido el pasivo, y se había sentido inesperadamente bien con el miembro de su amigo en su interior. Se moría de ganas por repetir, pero con que Fede no le odiara le bastaba.

Tenía tanto miedo de la reacción de su amigo que no fue capaz de esperarle donde siempre y se dirigió al instituto directamente. Allí se quedó en la puerta, hablando con una compañera de clase sobre un examen que en realidad no le importaba. Sin escucharla realmente, miraba hacia el camino por el que solía venir con su mejor amigo, deseando y a la vez temiendo su llegada.

Cuando apareció por allí, lo primero que Marcos pensó es que sin ropa ganaba aun más que con ella. Se golpeó mentalmente por ese pensamiento y se obligó a actuar normal. No tenía cara de enfadado, ni de asqueado, ni de nada que no fuera su expresión habitual. Marcos se sintió algo aliviado cuando vio que Fede se dirigía hacia él como siempre; al parecer no recordaba nada. Sin embargo, no pudo evitar recordar lo que ocurrió y avergonzarse un poco. ¿Lo habría disfrutado tanto como él? El día anterior Fede se quedó dormido inmediatamente después de que terminaran. Marcos dedujo que tantas emociones y el cansancio que se provocaron mutuamente hizo que cayera rendido tan rápido. Lo vistió y lo llevó a su casa como solía hacer cuando se emborrachaba, y después se fue él a la suya. Así que no tuvo tiempo de preguntarle lo que opinaba. Y como al parecer no se acordaba, no podría preguntárselo nunca.

Cuando Fede llegó hasta ellos, saludó a Raquel dándole dos besos en las mejillas y se acercó a Marcos para darle un abrazo, como solía hacer. Le sorprendió notar el cuerpo de su amigo reconfortante y a la vez tembloroso, pero no comentó nada.

Por su parte Marcos seguía sin poder creerse la suerte que había tenido. Había cumplido su fantasía y además conservado a su mejor amigo. Se sentía egoísta pero prefería esto a su desprecio. Estaba dando saltos mentales de alegría cuando la voz de Raquel lo saco de sus pensamientos.

- Vaya, Fede. Alguien ha pasado una noche algo movidita, ¿eh?

La cara de desconcierto de Federico se podría ver a kilómetros de distancia, al igual que la aterrorizada de Marcos.

- ¿A qué te refieres?

Marcos empezó a temblar y trató de cambiar de tema y volver al examen que de pronto le interesaba un montón, pero Raquel no se lo permitió.

- Pues a los chupetones que tienes por todo el cuello, tonto. ¿Quién fue la afortunada?

Si las miradas matasen, Raquel ya estaría muerta y enterrada y Marcos en la cárcel acusado de asesinato. La cara de Fede era de sorpresa total. Se llevó la mano al cuello como si así pudiera notar las marcas y al darse cuenta de que no podría, corrió dentro del instituto en dirección al baño.

En cuanto pudo reaccionar, Marcos salió corriendo detrás de él dejando a la pobre Raquel muy confundida.

Cuando llegó al baño, vio a Fede totalmente anonadado mirándose en el espejo un chupetón que tenía en el lado izquierdo del cuello. Marcos se puso nervioso, y el color de sus mejillas pasó al rojo cuando su amigo giró su vista hacia él, seguramente en busca de una explicación. Ambos permanecieron callados varios minutos, hasta que Fede no pudo aguantarlo más.

- ¿Me puedes explicar qué coño es esto y qué pasó ayer?

Marcos reaccionó con un tono defensivo que sorprendió aun más a Fede.

- Eso obviamente es un chupetón, ¿y cómo pretendes que yo sepa lo que hiciste? No soy tu niñera.- Estaba muy asustado, sabía que debía decírselo pero no sabía cómo hacerlo sin enfadarle.

- Yo... No decía eso, solo que como estuvimos juntos ayer y me llevaste a mi casa, a lo mejor sabías lo que había pasado.- Fede no tenía ni idea de por qué su amigo se comportaba así de raro.

Marcos supuso que su madre le había comentado que fue él quien le llevó a casa y aunque sabía que la pobre mujer no tenia culpa de nada no pudo evitar maldecirla.

- Esto... Si bueno pero yo te encontré en una habitación dormido y te lleve a tu casa porque ya era tarde.- Tenia que confesar, ¿por qué le había dicho otra mentira?

- Ah... Bueno obviamente no es tu culpa. Debí de liarme con alguien en la discoteca. Solo espero que no fuera una chica. Qué pena que no pueda distinguir los chupetones masculinos de los femeninos.- Se rio un poco, pero Marcos se sentía tan culpable que no pudo ni sonreír. Debía decírselo, no podría aguantar más sin hacerlo y cuanto más tiempo pasara peor se lo tomaría.

- Verás, Fede...- Sonó el timbre que indica el comienzo de las clases y Marcos maldijo al mundo entero por hacerle sufrir así. Fede se colocó mejor la bufanda que llevaba para disimular un poco sus marcas y salió, confiando en que Marcos lo seguiría.

- Ya me lo dirás después, que si llegamos tarde a Sociales el profesor César nos matará.- Marcos suspiró y le siguió, sabiendo que tenía razón.

Tres interminables horas después estaban en el recreo. Fede había ido a la cafetería a por un sándwich dejando a Marcos en el pasillo. No pretendía tardar mucho, así que simplemente se alejó de él sin decirle nada. Por lo que Marcos, que no aguantaba más la presión de su pecho por mentirle a su mejor amigo, lo buscó por todos los pasillos. Y por desgracia el último lugar que se le ocurrió fue la cafetería.

Llegó justo a tiempo para ver a Fede y Dani, su ex, enzarzados en el suelo dándose puñetazos y gritándose el uno al otro cosas que Marcos no entendía desde donde estaba. Se acercó para separarles y agarró a Fede por la camiseta para tirar de él. Pero Fede hizo algo que Marcos no se esperaba: en cuanto sintió su contacto se dio la vuelta, le miró a los ojos y le pegó una bofetada tan fuerte y sonora, que todos los que estaban viendo la pelea lanzaron una exclamación. Marcos cayó al suelo dolorido, con la mano en la mejilla totalmente roja y sorprendido por ese golpe. Pero más que el golpe, lo que le había sorprendido de su amigo era la expresión con la que lo miraba a los ojos. Una de profunda decepción, dolor y rabia.

10 MINUTOS ANTES

Fede lo olió antes de verlo. Ese perfume caro con aroma a azahar al que se había acostumbrado durante los dos años que estuvieron juntos.

Dani apareció justo delante de él. Fue tan repentino que no supo cómo reaccionar, así que se quedó mirándole como un tonto sin decir nada. Hasta que él habló.

- ¿Cómo eres capaz de ir dando lecciones por ahí cuando la noche de nuestra ruptura te lías con tu mejor amigo? ¿Cómo sé yo que no llevabas desde el principio engañándome con él? Vas de buenecito, Fede, pero eres más puta que yo.

Fede siguió mirándole sin decir nada, con asco en su expresión y sin creer ni una sola palabra de las que salían por esa boca que antes adoraba. ¿Cómo puede ser alguien tan rastrero como para inventarse algo así?

Dani vio su expresión, y supo que no le creía. Se rio.

- Déjame adivinar, estabas tan borracho que ni te acuerdas. ¿Quién crees que te hizo esos chupetones? ¿Uno cualquiera con el que te encontraste?- Fede comenzaba a dudar, recordando el extraño comportamiento de Marcos esa mañana. Dani aprovechó.- No me puedo creer que seas tan patético ni que tu amiguito te use de esa forma. Seguro que todo este tiempo se quedó contigo únicamente para aprovecharse de tu cuerpo en cuanto le llegara la oportunidad.- Fede recibió eso como un puñetazo en el corazón. Marcos no sería capaz de eso, ¿verdad?- Veo que sigues sin creerme... Bien, no quería llegar a esto, pero no me dejas otra opción.- Sacó su móvil, lo desbloqueó y entró en la galería. Pulsó en una foto algo oscura y se la mostró a Fede, quien tuvo la tentación de pasar de él y no mirar, pero las ganas de defender a su amigo y demostrar que eso que contaba ese imbécil no era verdad lo dominaban.

Sin embargo lo que vio en esa foto no era lo que esperaba. Al principio no distinguió mucho, estaba bastante oscura. Se fijó bien, y pudo ver la discoteca a la que recordaba vagamente haber ido ayer. En el centro de la imagen salían dos personas, dos chicos concretamente. Muy pegados, con las bocas totalmente juntas y la mano de uno en el trasero del otro. Se notaba que se estaban liando. Se fijó mejor en sus caras. Eran Marcos y él.

Su mundo entero se vino abajo. Él no, pensó, cualquiera menos él. Sintió ganas de llorar. No quería creer que solo se había juntado con él para follar. No podía creer eso. Quizá fuera la impotencia que sentía, o quizá la sonrisa de idiota que se le quedó a Dani, quizá la rabia acumulada por los cuernos que aun no había soltado, o puede que la decepción hacia su amigo por no decirle la verdad. No estaba seguro de si fue una de esas cosas o todas a la vez lo que le hicieron impulsarse hacia Dani para pegarle un puñetazo. No fue consciente de lo que pasó después. Apenas sentía los golpes que su exnovio le devolvía, no se dio cuenta de cuando cayeron al suelo, no escuchaba los gritos de la gente. Su mente se había quedado en una especie de hipnosis de la que solo despertó al sentir los fuertes brazos de Marcos. Y al girarse hacia él y ver su cara de desconcierto y sorpresa, no pudo evitar darle una bofetada. Una cosa es que no quisiera creerlo, y otra que no dudara del que decía ser su mejor amigo. No podía ignorar los hechos por mucho que deseara hacerlo.

Los profesores llegaron avisados por los alumnos. Sus caras mostraron horror al ver a dos chicos en el suelo, uno de ellos sangrando por la nariz y el otro con la mejilla roja; y se transformaron en enfado al levantar la vista y ver al causante, con una brecha en la ceja y el ojo morado. Cogieron a los tres y se los llevaron a la enfermería para que les vieran las heridas. Ninguno hablaba, perdidos en sus propios pensamientos. Fede estaba dolido con el mundo y enfadado consigo mismo por haber pegado a su amigo. Debía darle al menos la oportunidad de explicarse, ¿no?

Por otro lado, Marcos estaba confundido. ¿Qué había pasado ahí? Vale que Fede quisiera pegar a Dani, eso lo entendía. ¿Pero por qué a él? Si se supone que no sabía... Un momento... ¿Acaso Dani le había dicho algo sobre él? Maldito hijo de puta... Se iba a enterar si le había dado a Fede ideas falsas.

Y finalmente, Dani estaba satisfecho. Ahora Fede no perdonaría a Marcos y se vería tan solo que no le importaría arrastrarse para volver con él. Había cometido un terrible error al liarse con esa chica; para nada se comparaba a lo que sentía cuando lo hacía con Fede. Y necesitaba recuperar esa sensación. No estaba enamorado de él, muchas veces se preguntaba si alguna vez lo estuvo de verdad. Dani estaba enamorado del placer que el cuerpo de su exnovio le otorgaba. Y necesitaba recuperarlo.

Dani pasó primero pues su nariz parecía tener más gravedad que las heridas de los otros. Tanto Fede como Marcos se morían de ganas por hablar el uno con el otro, pero los profesores no les dejaron solos ni un segundo. Marcos tenía miedo de mirar a su amigo, no quería volver a ver la decepción en su expresión, ni la tristeza, ni la rabia. Eran emociones que no quería hacer sentir a Fede, pues le dolían a él mismo.

¿Se puede querer tanto a una persona sin ser más que amigos? ¿O es que en realidad estaba enamorado y tras tantos años confundió sus sentimientos con simple atracción? Esta última opción le asustó demasiado. Enamorarse no estaba en sus planes, él quería disfrutar de la vida sin ataduras. Obvio que no le importaría disfrutar del cuerpo de Fede durante toda su vida, y tampoco se molestaría con su compañía y su manera de reír y hacer bromas. ¿Era eso amor? ¿Llevaba realmente todo este tiempo confundiendo ese cariño con amistad? Era probable, ya que nunca antes lo había sentido. ¿Y cómo distinguir algo que no sabes cómo es?

El movimiento en la sala lo sacó de sus pensamientos. Fede fue el siguiente en entrar ya que su brecha empezaba a tener mala pinta. Al mismo tiempo salió Dani, y Marcos sonrió sin querer al ver que Fede ni le miraba. Dani también notó eso y vio la sonrisa. Le dieron ganas de golpear al moreno de nuevo.

Pasaron los minutos y Fede no salía. Marcos se empezó a preocupar, una brecha en la ceja no podía ser tan grave, ¿no? Poco después le mandaron entrar, y casi derriba a la enfermera de lo rápido que cruzó la puerta. Le vio tumbado en una camilla con los ojos cerrados. El corazón se le aceleró, sus ojos empezaron a llenarse de lágrimas y cuando vio su pecho moverse en señal de respiración le dieron ganas de chillar de alegría. Sabía que se había asustado por nada, pero no pudo evitarlo. Se acercó a su camilla y recordó la noche pasada con él. Le dieron ganas de volver a besarlo, de repetir la noche entera, esta vez con Fede totalmente sobrio. Le dieron ganas de pasar noches como esa durante el resto de su vida, de despertar todas las mañanas con él. Y un tonto pensamiento le vino a la mente: a lo mejor sí que estoy enamorado.

La enfermera habló:

- Tranquilo, tu amigo está bien. Solo se desmayó, creo que la pérdida de sangre y las emociones del día, además de que no había desayunado ni comido nada le pasaron factura. Despertará en un rato, ahora debo ponerte hielo en esa mejilla.

Marcos le preguntó si podía quedarse con él hasta que despertara y ella le dijo que sí con la condición de que no se quitara el hielo durante una hora. Se sentó en la silla al lado de la camilla y esperó. Una media hora después, Fede abrió los ojos.

Se quedaron quietos, mirándose el uno al otro como si alguien hubiera parado el tiempo. Entonces los dos hablaron a la vez.

- Lo siento.

Y volvieron a callar, ambos con una sonrisa en el rostro. Marcos fue el siguiente en tratar de hablar.

- De verdad lo siento. No sé qué te ha contado ese tío pero te aseguro que yo jamás haría nada para perjudicarte, Fede.

Fede sonrió, miró a Marcos a los ojos y dijo:

- Me gustaría recordar la noche de ayer. Una simple foto no es lo mismo.

La cara de Marcos era todo un poema.

- ¿Una foto? ¿Nos hizo una foto?- Fede asintió.- Dios, lo siento de verdad. No debí dejarme llevar, estabas borracho y no sabías lo que hacías. Y encima no logré decírtelo esta mañana. Soy el peor amigo del mundo.

Marcos tenía ganas de arrancarse las manos y tirarlas por un acantilado. Se sentía muy culpable y le dolía el pecho. Le sorprendió tanto el tacto de la mano de Fede en su hombro que llegó a asustarse.

- Ya sabes lo que dicen, amigo: dos no follan si uno no quiere.- Tuvo ganas de corregirle pero estaba tan impresionado por sus palabras que no abrió la boca.- Por muy borracho que estuviera dudo mucho que te hubiera dejado tocarme si no quería que lo hicieras.

- ¿Qué coño significa eso?

- ¿Qué sientes por mí?

Se quedaron mirándose, ninguno contestaba. Marcos no sabía si decirle la verdad o no.

- ¿Fue solo por sexo? ¿Por atracción? ¿Te juntaste a mí únicamente porque querías follar?

Marcos se quedo impresionado con esas preguntas. ¿Como podía pensar algo así? Puede que el mismo creyera que así era, pero ya se había dado cuenta de que no. Además, si él no sentía lo mismo, ¿qué más le daba?

- Al principio si.- Decidió ser totalmente sincero.- Pero luego te conocí, Fede, y me encantaste, en todos los sentidos. Siempre he sido un depredador sexual, siempre que me encaprichaba con alguien acababa por follarlo. Pero contigo fue distinto, cuando te conocí me negué a mis propios instintos a pesar de que tu cuerpo me atraía en exceso. En ese momento no me di cuenta pero ahora sí: tu cuerpo me atrae, es cierto, pero lo que yo más deseaba era tu corazón. Por eso fuiste siempre el único que se me resistió sin saberlo, hasta que te insinuaste y no pude más. ¿Quieres saber lo que siento por ti? Pues te lo diré.- respiro hondo antes de soltarlo por fin.- Creo que estoy enamorado de mi mejor amigo.

Contra todo pronóstico, Fede lo atrajo hacia él y lo abrazo con fuerza. Marcos, sorprendido y aliviado, le devolvió el abrazo. Y cuando se separaron, Fede le miro a los ojos y le dijo:

- Fui yo quien te follo a ti, ¿verdad?

Marcos no pudo evitar reírse.

- Si, tu orgullo de macho sigue intacto.

Fede sonrió y agarro la mano de Marcos. Se puso serio y le miró a los ojos.

- A ver... Me gustas. Eres un chico genial, guapísimo y te aprecio mucho. ¿Podría llegar a verte cómo algo más que un amigo? Pues quizá podría, ¿por qué no? Pero te seré sincero, no estoy enamorado de ti, es más, jamás me había planteado que tú lo estuvieras. No recuerdo lo que paso ayer, y no recuerdo si me gustó. No he olvidado al imbécil de mi ex y he dejado de confiar en los hombres. La cuestión es, ¿te ves capaz de cambiar eso? ¿Eres lo suficientemente paciente como para esperarme? ¿Valiente como para intentarlo aun sabiendo que puede no funcionar? Esa es tu decisión.

A Marcos le sorprendió la determinación con la que hablaba su amigo. Muy pocas veces le había visto tan serio. No tuvo que pensárselo mucho para responder.

- Quiero intentarlo. Quiero que confíes, que me quieras y que solo pienses en mí. Y lo voy a conseguir.

Fede sonrió y Marcos también. El segundo tuvo ganas de besarle pero se contuvo, quería devolverle la confianza, ir despacio, enamorarle.
Le sorprendió que fuera Fede quien se acercara para besarle. Aun así no se quitó, y disfruto de nuevo de los labios de su amigo. Y entonces se dio cuenta de que para Fede era la primera vez que se besaban ya que no recordaba las otras.

- Los médicos dicen que cuando alguien no se acuerda de algo, es bueno repetir la escena paso por paso hasta que la recuerden.- Marcos sonrió pícaro y Fede enrojeció; la perspectiva de repetir esa noche le pareció deliciosamente apetitosa.

Asdfghjklñ espero que os haya gustadooooooooooooooooo

Gracias a todos!!!!


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