Hasta el final (Parte 1)

- No puedo hacerlo. No delante de él.

- Eh. Tienes que hacerlo, y te va a salir genial. Vas a brillar como una estrella y él va a golpearse contra la silla al darse cuenta de que ha perdido al chico más maravilloso del mundo.

Respiré hondo y traté de tranquilizarme.

- Tienes razón. Debo hacerlo. Prometí no cambiar mi vida por él.

- Exacto, bien dicho. Además, verás como va a flipar cuando te oiga cantar. Tu voz enamora.

Le sonreí a mi mejor amiga y le di un abrazo como agradecimiento. Siempre está conmigo, siempre me apoya, me hace reír... Es la mejor chica que he conocido nunca.

- Te quiero, Laurita.

- Y yo a ti, bobo. - Me sonrió.- Y ahora sube al escenario y demuestra quién eres.

Le di un último abrazo mientras los presentadores anunciaban el turno de nuestro instituto. Nos tocaba actuar, y aunque no fuera un concurso ni una competición, sino solamente un encuentro, yo estaba nervioso. Era la primera vez que cantaba delante de tanta gente, y además tenía que bailar.

Llevábamos solo tres semanas preparando esto y nos faltaban ensayos. Pero todos teníamos ganas de enseñar al resto de lo que éramos capaces.

Yo era el único que cantaba. El resto bailaban a mi alrededor en la primera canción, luego yo y los chicos que mejor bailaban hacíamos una coreografía y finalmente todos juntos hacíamos otra.

Había alumnos de todos los cursos de mi instituto, y nos habíamos pasado los recreos de las últimas semanas ensayando y preparando esta actuación.

Me eligieron como cantante casi sin querer: la única manera que tengo de relajarme antes de un examen es cantar, así que ese día canté delante de todos porque el examen de Física me tenía fatal, y al parecer les gustó tanto que quisieron meter una canción cantada por mí en la actuación. A mí me dio un poco de miedo, pero no me importó. Mi mejor amiga Laura me apoyó, me dijo que ella siempre había sabido de mi talento como cantante y que estaba orgullosa de mí, entre un montón de tonterías más. Yo nunca había considerado mi voz como algo bonito, solo disfrutaba cantando mis canciones favoritas a todo volumen en la ducha, en el coche o cuando me quedaba solo en casa.

Era la primera vez que cantaba ante un público tan grande, aquí en el escenario de esa universidad en la que se juntaron alumnos de institutos de toda la ciudad para presentar su número y divertirse conociendo gente. ¿Quién me iba a decir a mí que él iba a estar aquí? ¿Cómo puedo tener esta mala suerte? Ya estaba demasiado nervioso antes de descubrir que me iba a ver.

Solo Laura y Carlos, mi mejor amigo, sabían que en realidad yo era de la otra acera: me gustaban los chicos. No era algo que tuviera importancia, al menos no para mí, así que tampoco le daba muchas vueltas.

Hace un año conocí a un chico en una excursión. Su clase se mezcló con la mía, en una visita que hacían varios institutos. Me cayó muy bien, y yo a él también. Poco después me lo encontré de camino a mi casa, y descubrí que él se iba por el mismo camino a la suya. A partir de ahí, volvíamos juntos todos los días y le fui conociendo.

No supe lo que sentía por él hasta que pasó de curso y dejó de salir a la misma hora que yo, y dejé de verlo. Le echaba demasiado de menos, y supe que me había enamorado de él. No me importó; me trataba como ningun otro chico me había tratado jamás, se preocupaba por mí, me enviaba todos los días un mensaje de buenas noches y estábamos muy unidos, porque hablábamos sobre cualquier cosa.

Pasaron los meses y le veía muy poco. Hablábamos a veces por internet, pero a mí cada vez me resultaba más difícil ocultar lo que sentía, ya que nunca le había ocultado nada. Y entonces un día exploté, y me arrepentí muchísimo de haberlo hecho.

Mientras subía al escenario le miré; su pelo negro y rizado, su delgadez, sus ojos marrones... Yo era lo contrario totalmente: pelo rubio y largo, no era delgado, el baile callejero que practicaba desde pequeño se hacía notar, y mis ojos eran verdes claritos. No me consideraba feo, pero tampoco guapo. Era un término medio que me solía gustar, y que solo había odiado el día en que me rechazó.

Yo seguía mirándole, pero él no apartaba sus ojos del chico que tenía al lado, un muchacho castaño por lo que vi y con un buen cuerpo. Se reían de algo, probablemente del chaval que se había caído en la actuación anterior.

Mientras me colocaba en el centro del escenario, recordé ese día.

Recordé como le envié un mensaje diciéndole lo mucho que me gustaba, diciéndole que creía haberme enamorado de él y que lo sentía. Pidiendo perdón por algo que de ninguna manera fue culpa mía. Ahora veo lo estúpido que fui
al sentirme mal por él.

El caso es que su mensaje llegó poco después, y parecía confundido. Me dijo que no sabía como responder, y yo le pedí que me dijera si sentía lo mismo. Me hice ilusiones al recordar la manera en la que me trataba cuando íbamos por ese camino; sus abrazos inesperados y las risas por cualquier cosa. Y me caí de la nube cuando me respondió que solo me veía como un amigo. Directo a la Friendzone. Yo estaba decepcionado y triste, obviamente.

Pero me dijo que no quería perderme, que no quería que esto afectara a nuestra amistad y un montón de cosas así. Me alegré, eso significaba que me apreciaba y al menos no estaba enfadado conmigo, ni asqueado. Al menos podría seguir formando parte de su vida.

¿Ah sí?

Pues todo mentira.

Dejó de hablarme, de mandarme mensajes, de saludarme cuando me veía por la calle. En otras palabras, empezó a ignorarme. Su indiferencia me dolía, muchísimo. Aún más que su rechazo. Y su engaño, el haberme dicho que no quería perderme cuando después me demostró que le daba igual, me hizo comprender que me había enamorado de una ilusión. De quien yo creía que era, del chico que me dejó ver. El que conocí después de confesar mis sentimientos, el que ignora a los que dice que son sus amigos, no me gustaba nada. Y eso me dolía, y me prometí a mí mismo que le olvidaría, que alguien así no se merecía mi cariño.

Hacía casi dos meses desde que me había hecho esa promesa, y seguía igual. Seguía soñando con que las cosas cambiaran, seguía pensando en él y mi corazón seguía explotando cada vez que le veía y me ignoraba.

Por ello cuando le vi en la tercera fila de la sala donde hacíamos las actuaciones, me quedé sin respiración. No tenía ni idea de que él iba a venir, que yo sepa ni baila ni canta, y a nosotros no nos dejaron traer público. Pero estaba ahí, sentado, y por fin me miraba directamente.

Las luces estaban a punto de apagarse, nuestra actuación estaba a punto de comenzar, y solo en ese momento me miró. Yo estaba en el centro del escenario, mi canción era la primera, y cuando levantó la vista para fijarse en quién actuaba, me vio. Por primera vez en meses, no apartó su mirada a los dos segundos de verme. Estaba evidentemente sorprendido, y eso me dio fuerzas.

Me hizo pensar que ese solo iba a ser el principio de su sorpresa, y me pasó lo que solo me pasaba cantando: me olvidé de todo, me crecí y me sentí fuerte y poderoso.
Y la canción empezó, sonó la melodía, y me dejé invadir por ella.

***
Recomiendo escuchar la canción, es demasiado hermosa ♡
En unos minutos subiré la segunda parte ;)

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top