No se pelea con señoras mayores
POV Natasha
- A ver, Lena, coge... - quedo pensativa unos segundos, analizando cada uno de los tomates de la caja - Este - señalo -, me parece que está bien.
- ¡Vale! - exclama ella ilusionada y lo toma con su diminuta mano. Me lo entrega antes de que caiga al suelo, y yo lo atrapo en mi mano rápidamente.
- Perdón - se disculpa con la cabeza gacha.
- No pasa nada, cariño - meto el tomate en la bolsa junto a los otros -. Es solo que no tienes tanta fuerza, no es tu culpa.
- ¡Sí tengo fuerza! - replica con un pequeño puchero.
- Pero no mucha - debato.
- ¡Sí tengo! ¡Y mucha!
- No digo que no tengas, Lena, pero - continúo en un tono algo más bajo para no llamar la atención en mitad de la frutería, y ahora mismo hay mucha gente - no tienes tanta como para... Levantar un melón, por ejemplo.
Distingo cómo la expresión de su rostro cambia por completo... Oh, Dios. ¿Para qué habré hablado?
- ¡Claro que puedo! ¿Quieres ver cómo levanto un melón yo sola? ¡Pues lo vas a ver! - es lo último que me rechista y se va corriendo, supongo que hacia la sección de los melones.
- ¡No, Lena, espera!
Dejo la bolsa de los tomates en el carro y corro tras ella, aún con los guantes de plástico, pero dejando allí mi futura compra. Usualmente no me gusta dejar la compra sola, ya sea que esté pagada o no, pero Lena es mi prioridad.
La sigo por gran parte de la frutería, pero pronto quedo atrás ya que ella es de menor tamaño y se escabulle rápido entre la gente, llamando la atención pero sin perjudicar a nadie, realmente.
Dios, ¡Cómo corre esta niña! ¿Cómo puede ir tan rápido con la edad que tiene y esas piernecitas tan cortas?
Pensé que Lena ya habría tomado un melón y lo habría levantado, pero se le habría caído en el intento haciendo un desastre en el suelo de la frutería, y yo tendría que pagar el melón...
Sin embargo, cuando llego Lena está quieta, mirando algo frente a ella. Y cuando presto atención, veo la escena que la mantiene tan distraída; resulta que está observando cómo una señora mayor le intenta quitar a Wanda un melón que mantiene entre sus brazos como un bebé.
Toda la frutería se encuentra mirando la escena, por una parte seguramente pensando cómo pueden montar tal espectáculo en mitad de una frutería, y por otra parte riéndose, algunos más disimuladamente, otros menos. Pero creo que a todos les hace gracia esta escena. Y no les culpo, la verdad; es graciosa.
Yo río por lo bajo. Lena se acerca a Wanda y tira de su chaqueta (chaqueta que, por otra parte, era mía; ella me la robó), llamando su atención.
- Un segundo, amor - dice con voz dulce y se vuelve a dirigir hacia la mujer que aparenta unos ochenta años, y se ve bastante mayor en cuanto al físico -. ¡Que lo suelte!
- ¡Yo llegué primera! - debate con voz un tanto chillona la mujer, aún forcejando -¡ YO debería quedármelo!
- Mire, señora - habla mi esposa, alejando el melón completamente del alcance de la anciana -; tengo una hija y una esposa que AMAN los melones - efectivamente, me encantan, sobre todo los suyos -, y no pienso renunciar a esta maravilla por-
- ¿Tiene mujer? - la corta sorprendida la mujer, abandonando el forcejeo, a lo que Wanda no responde y se limita a reaccionar alzando una ceja (Dios, amo cuando hace eso) - ¡Es usted una deshonra para este país! ¡A las personas como ustedes no deberían dejarlas estar en espacios públicos, ni comprar como la gente normal! - exclama enfurecida.
Quizás parezca que no, pero su diálogo, por extremadamente estúpido que fuera, me hace detenerme por unos segundos (y parece que también al resto de la frutería), y siento mis ojos y mi garganta arder.
Si bien es cierto que la homosexualidad está más aceptada en estos tiempos, siempre quedarán algunas personas que nos despreciarán y nos tratarán como personas sin derechos humanos, si por algún casual consiguiésemos ser consideradas personas.
Pero, hay algo que no entiendo realmente, y es que... Si es amor, ¿Qué más da nuestro sexo, y nuestro género, y nuestra orientación sexual? ¿Qué más da que ambas seamos mujeres, si nos amamos con locura? ¿Cuál es el maldito problema con eso? ¿Es que a las personas con orientaciones sexuales diferentes a la heterosexualidad ya no tienen derecho a amar y a ser amadas? Sinceramente, no lo comprendo...
- ¿Las personas como nosotras? - ríe irónicamente mi esposa - ¿Qué clase de personas? ¿Las enfermas mentales? ¿Las locas? ¿Aquellas que están mal de la cabeza y que, según personas como usted, deberían estar encerradas y no tener derechos? - espeta con furia, acercándose a la mujer con aire debatiente - No tener derecho a nada; ni a caminar por la calle agarradas de la mano, ni a besarse libremente, ni mostrar su amor en público de ninguna manera... Amarse siquiera, ¿Es de enfermas, por el simple hecho de ser del mismo sexo? Pues déjeme que le diga - la apunta con el dedo índice, bastante cerca del rostro, lo que la intimida - que el amor no entiende de sexos, ni de orientaciones sexuales. Tampoco de géneros, ni de edades. El amor es amor, y punto. Y quizás no elija de quien me enamore, pero sí con quien me quedo. Y, sin duda, casarme con la mujer que más amo y formar una familia con ella ha sido la mejor elección de toda mi vida. Y si a usted no le gusta, puede mirar hacia otro lado, pero NADIE me va a impedir amar.
Toda la clientela de la frutería escuchó su diálogo con atención, yo incluida. Y, la verdad... Siento que no podría estar más orgullosa de mi esposa...
Ella lo dijo... En serio lo dijo...
Esa es una de las cosas que amo de Wanda, que expone sus ideas sin temer ser juzgada, que dice lo que piensa de manera completamente segura, firme y sin un ligero temblor en su voz que denote su miedo... Creo que ella no tiene miedo de decir lo que piensa, entonces, ¿Por qué yo sí?
Wanda, aprovechando el silencio, se acerca a la caja y deja sobre el mostrador el melón, furiosa, dirigiéndose hacia el cajero para que la atienda.
- ¿Puedes ir a por el resto de la compra, amor? - me pregunta resaltando la última palabra. Yo asiento y, antes de dar media vuelta, veo cómo mi esposa se encuentra fulminando con la mirada a la señora mayor.
Mientras me dirijo hacia el lugar donde dejé la compra, y Wanda y Lena están ocupadas en la caja, siento mis ojos arder y algunas lágrimas resbalando por mis mejillas... Sin embargo, en mis labios hay una sonrisa, por lo que... No sé qué es lo que siento; si es solo que me ha afectado el comentario de la anciana, o si todo se debe a lo orgullosa que me siento de mi mujer... No sé; supongo que una extraña combinación de ambas.
Tras pagar, mientras la gente sigue con sus asuntos, nos dirigimos al coche con la compra. Nos acomodamos y, en cuanto Wanda arranca el vehículo, la radio emite una de las muchas canciones favoritas de Lena. Por lo que aquel silencio incómodo se destruye al instante, ya que Lena se contenta.
Ambas esbozamos sonrisas durante el viaje hasta casa, por escuchar a nuestra hija cantar, muy feliz.
Sé que, aunque ahora mismo hagamos como que no ocurrió nada en la frutería, más tarde lo comentaremos. Wanda sabe que me ha afectado de alguna manera aquella situación.
Ella, por lo general, siempre lo sabe todo, en todo momento. Resulta extraño... Es como si me leyera la mente...
(...)
Tras llegar a casa, Lena se ofreció a hacer la cena con Wanda; ellas aman cocinar juntas. Lo pasan realmente bien; es agradable cómo siempre hay risas y sonrisas, y a la vez la imagen de Lena manchada con cualquier ingrediente, lo hace mucho mejor. Y no hablemos del resultado reflejado en los platos... Wanda en serio cocina muy bien.
y yo, por mi parte... La verdad, no hago nada útil. A veces intento ayudar con algo pero, teniendo en cuenta que lo máximo que he aprendido a cocinar son unos huevos fritos, con los que siempre me paso con la sal, y una pasta sin salsa siquiera pues... No sirvo de mucho.
Sin embargo, aunque solo estorbe y a veces Wanda se queje de que estoy en medio y que no cabemos en la cocina, merece la pena. Solo de ver sus sonrisas, la ilusión, aquella manera en que les brillan los ojos... Hace que yo tenga un motivo por el que estar allí.
También, aunque lo cierto es que nunca lo pongo en práctica, aprendo algunas cosas, solo mirando, o por las explicaciones que mi esposa le da a Lena... Y yo, como siempre, de acoplada; ellas tienen una fuerte relación.
A Lena, por otra parte, también le hemos enseñado a respetar, por supuesto, y a comprender que el amor no sucede siempre entre personas del sexo contrario. Que cada cual tiene sus gustos y no hay que juzgarlos, que una persona no tiene por qué tener una mamá y un papá como referentes (como le ocurre a ella), a que no necesariamente un niño debe tener pene y una niña debe tener vagina, ya que existen personas con genitales diferentes a su sexo... Cosas así.
En todos estos temas personalmente creo que está más avanzada y más abierta de mente, por lo que le hemos inculcado, y porque personalmente pienso que es una niña bastante inteligente y respetuosa, para los seis años que tiene.
Oh... Seis años... ¿Cómo han pasado tan rápido?
En cuanto a lo de la frutería... Simplemente no es justo...
- Nat - el susurro de Wanda en mi oído esfuma mis pensamientos -.
- ¿Hmm?
- ¿En qué piensas?
Suspiro mientras continúo disfrutando de sus caricias en mi espalda.
- Pues, nada... Nada, en-
- En lo que ocurrió en la frutería - termina mi frase, a lo que yo respondo con un suspiro y vuelvo a acomodar la cabeza en su pecho -. ¿Por qué no solo lo dejas estar?
- Porque... Mucho se habla de toda la diversidad sexual, de la aceptación de las orientaciones sexuales... Pero siento que siempre habrá gente que nos desprecie, que piense que somos unas enfermas. Como aquella mujer.
- Y a ti, ¿Qué más te da lo que piense la gente? ¿Qué importa que nos vean como enfermas y sin derechos, si-?
- ¿Si qué? - espeto incorporándome de sopetón, sorprendiendo a Wanda, y quedando frente a ella - Ahora mismo lo que nosotras tenemos es legal aquí, y sí es cierto que está más aceptado. Pero, imagina que alguien con mucho poder se impone, pongamos... Un político, por ejemplo, que gobierne y toda esa mierda, y que esté completamente en contra de la comunidad LGBT+ y que impone sus leyes para que este tipo de amor o cualquiera que sea diferente del heterosexual esté completamente prohibido. ¿Entonces qué?
- ¿Tipo Hitler?
- Tipo Hitler.
Wanda al principio se estaba como medio riendo, pero después cambia a una expresión más seria, supongo que al ver mi rostro.
- No sé, supongo que... Simplemente haríamos lo que podamos para que no nos descubran, mantenernos en secreto.
- ¿Se nos prohibiría amar por el simple hecho de ser del mismo sexo? No es justo... - Wanda solo se me queda mirando callada - No lo entiendo, deberían respetarnos; igual que nosotras aceptamos y respetamos que en su época se tratase por lo general en inferioridad a las mujeres, por ejemplo, también ellas deberían respetarnos a nosotras, ¿No?
- ¿Te estás refiriendo a las mujeres de avanzada edad o..?
- A cualquier persona - hablo a punto de entrecortarse mi voz -. No es justo...
Agacho la cabeza y poco después me encuentro envuelta entre los brazos de Wanda, que después seca brevemente aquellas lágrimas que no me he dado cuenta que han caído.
- Nos vendría bien dormir un poco, ¿No crees? - pregunta dulcemente ofreciéndome una cálida sonrisa, a lo que yo asiento y me vuelvo a acurrucar encima suyo.
Wanda estira su brazo y un poco su cuerpo con el fin de alcanzar el interruptor de la luz del mueblecillo a su lado. Todo queda de repente oscuro, yo me aferro más a su cuerpo, a lo que ella responde acercándome más envolviéndome con sus brazos.
Comienzo a relajarme con sus caricias, con su calor y... Simplemente por su cercanía.
No sé cómo lo hace, pero siempre logra calmarme, con tales simples gestos.
Wanda me susurra algo, pero ni me molesto en entenderlo. Suficiente por hoy.
Ahora, es hora de descansar.
(...)
¡Holiiis!
Bueno, no hay mucho que comentar; ya he metido bastante crítica durante el relato.
Bueno, solo una cosa; lo del "mueblecito" con la lamparita es el mueble que comúnmente conocemos como mesilla de noche. Le puse "mueblecito" porque no le veo en realidad un sentido a llamarlo mesita de noche. Porque, por la noche está bien, pero, ¿Y a las ocho de la mañana? ¿Qué es, una mesita de mañana? NO.
En fin, espero lo hayan disfrutado. Nos leeremos lo más pronto posible.
~Ani
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