Llévame Contigo

POV Natasha

Despierto con el cuerpo boca abajo en la cama de la habitación que compartimos Wanda y yo. Intento incorporarme en el colchón y ponerme boca arriba para alcanzar el móvil y ver la hora, hasta que siento uno de los brazos de Wanda rodeando mi baja espalda, y es entonces que me percato de que debo levantarme con mucho cuidado.

Aunque me encanta que me abrace, aparto su brazo cuidadosa y sobre todo MUY lentamente de mi cintura y lo poso delicadamente sobre el colchón mientras me levanto de éste. Tomo el móvil y observo la hora con los ojos entrecerrados, cegándome por unos segundos; las dos y doce minutos, exactamente, de la madrugada. ¿Qué hago yo despierta a esta hora?

Volteo y echo un vistazo a mi esposa; está tendida sobre el colchón boca abajo, como yo estaba antes. Sus brazos y piernas estiradas, su respiración y su cuerpo relajado en ese pijama de Pikachu de dos piezas, shorts y camiseta corta, y ambos le quedan grandes. Las castañas cortinas de cabello tapan su bello rostro y no me permiten admirarlo, pero aún así sé que está preciosa. Se ve hermosa, no lo voy a negar, pero, ¿Cuándo no está hermosa? Es Wanda Maximoff, por favor...

No sé por qué, solo tengo hambre, así que este no es mi lugar; mi lugar ahora mismo está en la cocina, junto a esos donuts tan ricos que compró Wanda esta mañana... Sé que probablemente me matará mañana por la mañana si ve que no están, pero, ¿Quién dijo que tiene que verlos? ¿Quién dice que tiene que enterarse? Y, lo más importante, ¿Quién dice que haya sido yo quien se los haya comido? Exacto, yo no... Nadie tiene por qué saberlo.

Con muchísima delicadeza y extremado cuidado abro, paso por la puerta de la habitación y la cierro, comprobando en todo momento que mi mujer sigue descansando sus ojos, hasta que salgo de la habitación por completo y la pierdo de vista. Entonces me permito soltar todo ese aire que he estado guardando en mis pulmones de un largo suspiro mientras bajo los escalones hacia la cocina, intentando que mis pasos hagan el menor ruido posible.

Pero me da que no soy la única que tiene hambre a las dos de la mañana. Y, comprado con lo que lleva ella en mano, una botella de Coca Cola de litro y medio, tres bolsas de patatas fritas y un pack de seis latas de cerveza (ni idea de dónde ha sacado todo eso), lo mío no es hambre, es un caprichito... ¡¿Qué hace Lena poniendo todo eso en  una bolsa a las dos de la mañana?! ¡¿Y qué hace vestida con un top rojo y una falda negra?!

Parece no darse cuenta de mi presencia, por lo que sigue guardando las cosas en la bolsa. Me acerco sigilosamente y, totalmente por sorpresa, a la vez, rodeo su cintura y la inmovilizo con un brazo y tapo su boca con la otra. Como todo lo que hago, esto va a ser a mi manera.

Se tensa rápido, intenta gritar y salirse de mi agarre moviéndose entre mis brazos; eso al principio. Después comprende que de esa manera no va a conseguir nada y cambia de estrategia; trata de morder mi mano en lugar de ahogar gritos en ella inútilmente, me da un pisotón que hace que disminuya la fuerza con que la acorralo y esto, sumado a cómo intenta arañarme la cara y tirar de mi cabello con una fuerza increíble constantemente, hace que la suelte.

Voltea y se pone en guardia. Cuando quedamos frente a frente, mientras yo me quejo de los tirones de pelo y los arañazos de la cara, ella parece relajarse al encontrarse conmigo. Baja la guardia.

Qué orgullosa estoy de mi pequeña... Aunque ya no es tan pequeña; tiene dieciséis. Ha utilizado las técnicas que yo le enseñé hace tiempo, eso me hace sentir muy orgullosa, de ella y de mí misma, por supuesto... También me ha hecho darme cuenta de que ya no soy tan joven, ni tan fuerte... Pero sigo siendo yo, Natasha Romanoff. Desde luego, algo tan absurdo como la edad no va a frenarme.

- ¡Mamá, Dios! ¡Qué susto! - dice llevándose una mano al pecho. 

- ¿Qué susto? ¡Qué susto el mío! - replico susurrando alto, quizás demasiado alto - ¡Por un momento pensaba que nos estaban robando! Veo que... Tampoco estaba tan equivocada - señalo con la cabeza la bolsa que se ha quedado en la encimera con todo lo que quiere llevar quién sabe dónde. Ella mira hacia allí y creo que, ahora que se ha recuperado del susto, se da cuenta de la situación en la que se encuentra. Cambia drásticamente su expresión, yo me cruzo de brazos ante ella y frunzo el ceño -. ¿Me vas a decir a dónde vas con todo eso?

Suelta un largo suspiro y gira los ojos antes de responder.

- Óscar y Miguel dan una fiesta en su casa - dice con simpleza, eso lo ha aprendido de mí -, y estoy invitada - sigo de brazos cruzados y mirándola como antes, así que añade -. Van a estar todos, ya les dije que iría. A demás, tengo que darles las cervezas, me dijeron que se las guardara; no las he comprado yo - no parece convencerme -. Va, mamá, porfaaa.

Malditos sean los ojos de cachorrito de Wanda, ahora nuestra hija también los tiene. Y son incluso peores que los de ella, podría jurarlo... De todas formas no puedo detenerla; tiene dieciséis, está en edad de salir. Desde luego no puedo controlarla, yo también era así, y lo seguiría siendo de no ser porque me han echado de las dos discotecas de por aquí cerca... Ella también merece pasarlo bien. Wanda se cree que esa Lena sigue siendo su pequeña que la llama "Mami" y le pide permiso para comprar chocolate... Pero olvida que creció también conmigo.

Mi rostro se relaja y esbozo una sonrisa, por lo tanto, Lena se contenta; piensa que eso es buena señal. Aunque no está tan equivocada, no sé si le va a agradar lo que le voy a decir, pero, en fin. Como dice mi hermana Yelena: quien tenga miedo a morir, ¡Que no nazca!

- ¿Entonces? - comienza Lena aún con la sonrisa en su rostro - ¿Me vas a dejar ir?

 Se la ve muy ilusionada, y la verdad es que tampoco creo que me vuelva a dormir rápido si no la dejo ir; se enfadaría conmigo, y yo me sentiría mal por ello. A demás, hace tiempo que no salgo y me gustaría mucho... Por una noche no pasa nada, ¿Por qué no? 

- Sí, irás a la fiesta - se contenta -. Pero - alzo un dedo y ella frunce el ceño -, voy contigo.

Se queda unos segundos en silencio.

- Pero, mamá...

- Pero mamá nada, no vas a ir sola - abre la boca para replicar, me apresuro -. O me llevas contigo o no vas. Decide - resopla -.

- Mamá, ¿Cómo vas a ir? ¿En pijama? - dice mirando de arriba a abajo mi atuendo. Yo también bajo la vista.

- Hija, ¿No sabes que tu madre tiene más ropa en el armario?

- Ya, ¿Y cómo vas a entrar en la habitación sin despertar a tu esposa, lista? - dice cruzándose de brazos. Río irónicamente.

- Me parece que has olvidado que esta menda - digo señalándome a mí misma con los pulgares - ha sido espía durante mucho tiempo. Y ya llevo bastante con tu madre. Creo que sabré ser sigilosa.

- Mamá, ya nadie dice "esta menda" - me replica mirándome con los ojos entrecerrados.

- ¿Qué más da? - suspira - Mira, hacemos esto: yo subo a la habitación, cojo la ropa y me visto, y tú me esperas aquí hasta que llegue. Luego cojo el coche y nos vamos.

- Pero, mamá, me están esperando para llevarme...

- Pues les escribes y les dices que al final no vas con ellos - parece molestarse, porque de nuevo rueda los ojos -. Si vamos te voy a llevar yo, así que deja deja de poner pegas y escríbeles a tus colegas o al final no vamos - responde con un "Sí" alargado -.

Me dispongo a darme la vuelta y dirigirme a la habitación (con mucho miedo, debo decir: si Wanda se despierta...), pero después me acuerdo de algo. Volteo hacia Lena, que está tirada en el sofá con el móvil, escribiendo a alguien, supongo que a esos amigos suyos que tenían que llevarla. Se da cuenta que la miro y repara en mí, desviando su mirada del móvil y alzando una ceja en mi dirección.

- ¿Qué?

- Ni se te ocurra dejarme tirada - la apunto con el dedo índice -. Si vuelvo y no estás, te juro que despierto a tu madre, y ya sabes qué mal despertar tiene.

- Que vaaaleee. Venga, vete que se hace tarde - resopla, pero sé que la he asustado con ese comentario; Wanda y su mal despertar me dan miedo hasta a mí, seguramente más incluso que a ella - .

(...)

- Te pones celoso, si me ves con otro. Yo hago lo que quiero, ¡yo solo me la gozo! - canta o más bien grita Lena a mi lado en el asiento del copiloto mientras yo conduzco. Celoso, de Lele Pons, es la última canción que ha sonado en la fiesta en casa de Miguel y Óscar (que resulta que son hermanos) antes de irnos y a Lena se le ha quedado en la cabeza. Ahora no hay quien la saque de este trance.

 Sonrío; ésta es mi hija. Ella sí sabe pasarlo bien, es una de las grandes almas de la fiesta. La verdad, todos sus amigos lo son. Si tengo que ser sincera, ha ido todo genial esta noche; lo he pasado muy bien en la fiesta y Lena también. No hemos tomado mucho alcohol (o por lo menos eso creo), sus amigos han sido muy majos conmigo y, aunque piensen que soy una prima de Lena, no me ha molestado en absoluto; yo habría hecho lo mismo. Me he enterado de anécdotas y chisme del que no tenía ni idea, ha habido karaoke, por lo que hemos cantado bastante y también bailado... Y, que yo sepa, mi hija no ha fumado porros ni tomado ninguna sustancia rara; lo sé bien porque la he vigilado, y en eso soy muy buena.

Me he sentido joven, recargada, y me ha gustado, mucho. Pero se me olvidaba que Wanda se despierta a las seis y media para salir a trabajar. Ya son y veinticinco pasadas y todavía nos queda un kilómetro; resulta que su casa estaba a nada menos que SEIS kilómetros de aquí. Casi la mato por no habérmelo dicho. Pero claro, ahora Lena volverá a casa y se quedará durmiendo la mona porque es sábado, pero tanto yo como Wanda trabajamos, y ahora a soportar idiotas y a mis compañeras de trabajo cachondeándose de mi estado. Aunque, tampoco estoy tan borracha, ¿no? Han sido tan solo un par de copas... Pero, sea como sea, estoy cansada.

Por fin llegamos, aparco el coche e intento callar a mi hija poniendo un dedo sobre sus labios.

- Shhh. Lena, si tu madre descubre que hemos salido y que volvemos a estas horas, nos MATA - susurro y ella asiente, dejando de reírse -.

Saco las llaves y, con mucho cuidado y sin hacer ruido, la encajo en la cerradura y muy lentamente la giro. Entreabro la puerta un poco, me asomo y, como no oigo nada, le hago un gesto a Lena para que pase. Grave ERROR. 

- ¿Se puede saber de dónde venís? - escucho la voz de Wanda a unos metros. Me estremezco y alzo la cabeza; mi esposa está de pie de brazos cruzados es medio del salón con el ceño fruncido y mi otro hijo a su lado, de la misma manera pero sonriendo. Mierda...

- Estamos jodidas... - me susurra mi hija en el oído.

- Yo más que tú... - le susurro de vuelta.

Natasha, piensa una excusa. RÁPIDO.

- ¡Amor! - pongo mi mejor sonrisa, mi voz más dulce y me dirijo a ella con los brazos extendidos, pero se aparta cuando intento abrazarla - ¡Estás despierta!

- ¡No! - dice con un tono irónico muy propio suyo - Sigo durmiendo en la cama, esto que ves - señala su cuerpo de arriba a abajo - es tan solo un holograma que he enviado para decirte que estás jodida.

Vaya. Está muy enfadada. Su sarcasmo la delata.

- Detka, ¿Por qué voy a estar jodida? - digo con un tono dulce no muy propio de mí, mis hijos ríen - Solo hemos ido a por pan, para el desayuno, pero no quedaba, lo siento.

Me mira de arriba a abajo. Esa mirada me estremece.

- ¿Y has ido así de arreglada para comprar el pan? Bueno, habéis - corrige, mirando a Lena -.

Voy a abrir la boca, pero no sé qué decir, y agradezco infinitamente que Lena intervenga. 

- Sí, mamá - mi esposa alza sus cejas en dirección a su hija y con una mirada asesina, de ésas que te asesinan con solo mirarte -, es que hoy es sábado y los sábados vienen los sobrinos del panadero...  

- Claaro, y por las molestias de no tener pan por ser demasiado pronto os han dado unas copas de alcohol, ¿No?

- ¡Exacto! Muy majos que son, y ya sabes que yo a esas ofertas... - me dispongo a continuar, pero ella me interrumpe.

- ¡NATASKA! ¡QUE PUEDO LEER MENTES! - ah, sí, cierto... ¡Eso no es justo! Estoy en clara desventaja en estos casos, y tampoco puedo hacer nada. Mierda...

El pequeño castaño al lado de Wanda ríe, supongo que por mi expresión y por toda la situación que a él le parece muy graciosa. Su hermana le dirige una mirada asesina, de ésas que sacó de Wanda, pero parece que al pequeño no le afecta negativamente lo más mínimo; es más, se ríe con más intensidad.

- Estás muerta, idiota - le dice el hermano con una sonrisa.

- Tú calla, renacuajo - le dice de vuelta, mientras mi esposa atrapa mis ojos en los suyos, en un duelo de miradas en el que ella gana fácilmente.

Estoy jodida.


Holaaa, volví otra vez, esta vez para demostrar que, aunque Natasha sea una antigua espía rusa que ahora sale a fiestas con su hija adolescente y los amigos de su hija, le sigue estremeciendo la mirada de su esposa... 

Natasha Gobernada Romanoff es su nombre completo, aunque no lo admita del todo...

Ya sé: salto temporal un poco precipitado, pero Lena crece... Y ha salido con la actitud de Natasha, jeje. Pero OJO que igual sigo subiendo de Lena de pequeñita, es solo que esta vez lo he escrito de Lena adolescente... Pues no sé ni yo por qué, solo ha salido así 😂.

Espero les haya gustado este OS, a mí me ha costado un poco escribirlo pero igual lo ha disfrutado mucho y, como diría Yelena, quien algo quiere, algo le cuesta.

Muchas gracias por leer y votar, y gracias también a todo el que comenta. 

~Ani

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