Andamos algo hormonales... Otra vez

POV Natasha

El teléfono comenzó a sonar cerca, en la mesilla de al lado de mi cama, y el tono se escuchaba demasiado fuerte para haberme despertado por él.

Estiré mi diminuto cuerpo para agarrar el dichoso aparato mientras el frío del invierno me recorría entera al salir de aquella cálida fortaleza que había creado con el edredón. 

Pestañeé un par de veces para lograr ver de quién se trataba y... ¡Oh, sorpresa! Llamada entrante de Kate.

No quería levantarme, por lo que atendí el teléfono aún tumbada sobre la cama y con los ojos entrecerrados. Al inicio mantuve el móvil pegado a mi oreja, hasta que, al descolgar, un gran grito me dejó prácticamente sorda.

- ¡Romanoff! - despegué el aparato de mi oído con un gruñido - ¿Se puede saber dónde andas? 

- ¿Q-qué? - pregunté con la voz patosa, desconcertada.

- Pero, ¿Cómo que qué? Habíamos quedado en la cafetería, ¿Recuerdas? Con Yelena; ella está aquí también. Saluda, Yel.

- ¡Hooola, sestra! - se escuchó animadamente a mi hermana. 

- Hola, enana - saludé de vuelta.

Probablemente Yelena me habría replicado que ella no era una enana a pesar de medir lo mismo que un minion, pero se ve que Kate tomó el teléfono otra vez.

- Bueno, ¿Vienes o qué? Que llevamos esperándote ya quince minutos - me reprochó Kate - ¡No me digas que se te había olvidado! - volvió a chillarme, a lo que yo cerré los ojos con fuerza.  

- ¿Qué? Pff, ¡No! - mentí - ¿Cómo puedes siquiera pensar que-?

- Se quedó dormida - escuché decir a mi hermana al otro lado de la línea.

- ¿Qué? Eso no es cierto - traté de defenderme, aun sabiendo que había dado en el clavo.

- Tu voz está ronca, sestra, sé que te acabas de despertar.

Miré la hora brevemente. Pues qué pronto habíamos quedado para ser un sábado...

- Lena... - me quejé - A penas son las ocho...

- ¡La hora perfecta para tomar un café! - exclamó Kate con su alegría de siempre.

- Ya pero... - me detuve al sentir un brazo envolver mi cintura.

Volteé suave para encontrarme a una Wanda sonriéndome traviesa.

- Buenos días - leí en sus labios, aunque no pronunció palabra.

- Buenos días - respondí de vuelta, tampoco utilizando mi voz.

Ni mi hermana ni Kate sabían que Wanda y yo estábamos juntas y, por tanto, no sabían que estaba en mi casa... Y en mi cama. Tampoco tenían ni idea de que habíamos estado teniendo sexo por prácticamente toda la jodida noche... 

Pero, al parecer, con ese "hasta que salga el sol" a Wanda no le había parecido suficiente, porque sentí cómo su mano se deslizaba más abajo, hasta acomodarse entre mis piernas. Ella acunó mi sexo, y aquello me hizo dar un pequeño salto en mi lugar.

Conociendo sus intenciones y mi situación actual, quise frenarla, ya que nos podrían escuchar.

- No, no - le pedí sin hablar realmente, pero ella me contradijo asintiendo repetidas veces con la cabeza y, al mismo tiempo, jugando con mis labios de abajo.

- Nat, ¿Sigues ahí? - preguntó Kate y volví a la llamada.

- Seguro que se ha vuelto a dormir... - comentó la rusa.

Pero yo ignoré completamente sus comentarios, pues la humedad entre mis piernas crecía considerablemente a medida que su perfecta (y, por otra parte, perversa) mano me acariciaba.

Tras un rato deleitándose con aquella imagen que tenía de mí, con la boca abierta pero obligándome a mí misma a no gemir por la llamada, fue descendiendo su cuerpo por la cama y se ocultó bajo el edredón, hasta colocarse entre mis piernas con una mirada perversa, aún con su mano trabajando en mi interior.

- No, no, ¡Sal de ahí! - susurré pero, por supuesto, no prestó la más mínima atención a mis palabras.

Mi novia comenzó a abrir mis piernas lentamente y la sentí respirar considerablemente cerca de mi centro, haciendo que un escalofrío recorriera toda mi columna.

- Nat, ¿A quién le hablas? - preguntó Kate riendo al otro lado de la línea telefónica.

- A-a nadie, Kate, yo... 

Suspiré, intentando no gemir. Wanda ya había comenzado su juego; le había parecido muy divertido trazar con su lengua una línea recta por toda mi feminidad de manera lenta y tortuosa. 

- ¿Tú qué, Nat? ¿Estás en casa?

- No nos preocupes, sestra.

Mordí mi labio antes de responder, sintiendo cómo mi novia seguía divirtiéndose entre mis piernas.

- Sí, sí, estoy en casa, es solo... - Natasha, piensa una excusa, ¡rápido! - El perro.

La llamada quedó en completo silencio por un rato, un rato que se me hizo especialmente eterno pensando en la posibilidad de que notaran cómo me revolvía sobre la cama o en que escucharan el obsceno sonido que hacía Wanda al lamer mi sexo.

- Pero, Natasha... Tú no tienes perro.

Oh, mierda, es cierto... No tengo perro, nunca he tenido perro... ¡Ves lo que haces, Wanda!

- N-no es mío - mi voz tembló -, es el de la vecina que... Se ha ido de v-vacaciones, y me ha pedido que s-se lo cuide - me costaba mucho entablar algo coherente, ya que la señorita Maximoff había decidido meter su lengua en mi entrada y saborearme bien a fondo.

- Es decir, a la vecina sí, pero a nuestro perro no puedes cuidarle - replicó mi hermana, haciendo referencia a aquella vez que me pidieron que cuidara a su perro, pero yo tenía una reunión importante del trabajo -. De verdad, parece que no nos quieras; ni a nosotras, ni a Lucky.

- No digas tonterías, Yel, claro que oooos quiero. Ah... 

Tapé el móvil con la almohada con el fin de que no se me escuchara gemir; sentí los labios de mi novia rodeando mi sensible clítoris. 

Me permití a mí misma disfrutar de la estimulación por un tiempo, haciendo el menor ruido posible aunque, por supuesto, mis jadeos entrecortados y suaves gemidos no pasaban desapercibido para mi novia.

Al volver a atender la llamada, mordí mi labio y me di cuenta del tiempo que llevaba sin responder.

- Nat, ¿Estás ahí? ¿Te encuentras bien? - cuestionó Kate desde el otro lado.

Oh, sí... Esta era mi gran oportunidad; no iba a desaprovecharla.

- L-lo cierto es que no... - mentí; aunque me encontraría mejor si pudiera disfrutar del oral de mi novia sin tener que callarme - Me encuentro un poco... Enferma. Debo haber pillado algo a-ayer... - mordí mi labio inferior, notando su dedo índice acariciando mi entrada, claro indicio de que iba a utilizarlo.

- Oh... - se preocupó Kate - Entonces ¿No vas a venir?

- Será mejor que no, podría... - suspiré; mi clítoris estaba en ese preciso instante siendo estimulado por los dedos de Wanda - Contagiaros.

- Está bien, llámanos si necesitas algo - habló la rubia.

- Sí, luego te subimos una sopa - anunció Kate -. ¡Mejórate!

- Vale... Gracias.

Por fin colgué, dejé el móvil a un lado y me permití soltar ese potente gemido que dejó ardiendo mi garganta. Wanda rio desde su posición.

- Eres mala - le repliqué apartando el edredón de encima de nosotras, revelando a aquella Wanda con sonrisa de pervertida y ojos de ángel que solo yo conocía.

- Lo sé - comentó y continuó lamiéndome por un rato -. Sabes deliciosa... 

- ¿No tuviste suficiente con lo de anoche? - vacilé riendo entre jadeos.

- Nunca será suficiente...

Bajé mi mano dominante y agarré su cabello firmemente para guiarla hacia donde más la necesitaba, así comenzando un vaivén que me condujo hasta mi deseado y, por otra parte, completamente merecido orgasmo.

Wanda limpió su mentón de mi excitación y se dejó caer a mi lado sobre el colchón, observándome mientras yo jadeaba. Se dio la vuelta hasta quedar de frente a mí, mirándome satisfecha y riendo por un rato, y después dejó un tierno beso sobre mi cabeza y otro corto sobre mis labios.

- ¿Sabes? Me gusta esta manera de despertarme - comenté -, deberías usarla más a menudo.

Wanda se carcajeó a mi  lado, revolviéndose la alborotada melena castaña.

- ¿Qué? - reí nerviosa.

- Hace nada me estabas diciendo que era mala, ¿Recuerdas? Y ahora básicamente me estás diciendo que te gusta mi maldad...

Me encogí de hombros.

- Bueno, nunca he sido una buena chica - mordí mi labio mientras la miraba.

- Cierto.

- Bueno, ahora... - llevé una mano entre sus piernas, observando su cuerpo reaccionar - Creo que es mi turno de hacer los honores, ¿No?

- Oh, ¿Por fin vas a ser la activa? - bromeó tragando saliva mientras esta vez yo me acomodaba entre sus piernas - Hacía mucho que no te veía en ese plan...

- Eso está a punto de cambiar... - murmuré acariciando sus muslos antes de perderme en el dulce universo entre sus piernas.

(...)

Buenasss, espero les haya gustado esta parte; yo al menos me he divertido bastante escribiéndola.

Bueno, como ven, esta no es la segunda parte de "Andamos algo hormonales" porque nadie dijo que quería que continuara, así que tal vez la escriba, pero no la subiré si no me lo hacen saber.

Por cierto; Kate y Yelena después de darse cuenta de lo que pasaba durante la llamada: "¡Fuimos engañadas! :0" Jsjsj.

Gracias por pasarse a leer, no olviden dejar su estrellita.

~ Ani

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top