Adolescentes
POV Natasha
Alargo una mano para acariciar su sedoso cabello. Wanda sonríe encima mío; le sonríe al libro entre sus manos, pero sé perfectamente que ha sido por mí.
Sonreír por alguien es bonito, sí, pero, ¿Hacer sonreír a alguien? Es otro nivel, uno por encima de todas las estrellas; se siente el cielo.
Ambas hemos tenido un día duro en la escuela; clases horriblemente aburridas y completamente desconcertantes, materias tan complicadas con contenidos tan confusos que tan solo deseábamos salir de allí y... Desconectar. Y eso hacemos, por supuesto.
Estamos en temporada de exámenes, y toda esta situación puede resultar un poco estresante... Para mí. Para Wanda, es el infierno que ha traído un demonio, que trae todos los trimestres, que dura mucho y pasa excesivamente lento.
Wanda es demasiado estricta consigo misma, mientras que yo perfectamente puedo llegar a clase y enterarme de que había examen justo un día antes. Pero no me preocupa, porque siempre apruebo. Como cualquiera, Dios también tiene a sus favoritos.
Sin embargo, mi castaña en serio se estresa muchísimo; no le vale con matarse en las seis o siete horas de escuela, sino que pasa toda la tarde, enterita, estudiando, y no exagero. Al parecer su único descanso de todo el día es ese intervalo en el que volvemos a casa del instituto en el autobús (siempre escuchando música, por supuesto).
Al llegar a casa come, sí. Pero, ¿adivinen qué? Exacto: estudiando. Sí, dije eso; ¡Come estudiando! De ahí al escritorio de la habitación, o al sofá a veces... Donde sea, pero siempre hace lo mismo. Saca sus apuntes y repasa, o en voz baja o incluso gritando ella sola para sí misma cuando se estresa; no es broma, ya he visto alguna de esas escenas.
Mi novia básicamente vive estudiando, y si yo no se lo prohibiera, tal vez incluso dormiría estudiando; la veo capaz de conseguirlo.
El tema es que por estas fechas siempre se mantiene como aislada, callada, con la cabeza gacha y la expresión del rostro neutra. Es por eso que me he alegrado tanto por una simple sonrisa; no es fácil hacerla sonreír en esta situación.
Y en fin pues, para desconectar y relajarnos y eso, pues solo... Estamos haciendo un poco el vago. Parece una tontería, pero en serio se siente genial. Y la idea ha sido mía, que conste, porque cierta sokoviana a la que me ha costado horrores convencer de este plan quería repasar Literatura.
Así que nos hemos tirado aquí, encima de la cama, con alguna que otra queja de la castaña y, tras escuchar música un buen rato, Wanda ha tomado su libro y hemos cambiado de posición para acomodarnos; ahora su espalda está sobre mi pecho y todo su cuerpo abrazado entre mis piernas.
- ¿Te gusta así?
- Hmm...
Continuo acariciando su cabello por un rato. Hasta que ella decide hablar de repente, volviendo su rostro hacia mí y así haciéndome detener mis movimientos.
- ¿Qué hora es?
Lo pregunta con el semblante y la voz seria, pero sus gafas de lectura la convierten en una chica adorable. Me es imposible reprimir una sonrisa, pero ella no copia mi gesto esta vez, lo cual me resulta extraño.
- Ummm... - alargo mi brazo para tomar el celular - Casi las seis. ¿Por qué?
Wanda deja escapar un sonido de sorpresa y entorna sus ojos como platos. En un rápido movimiento marca el libro con su marcapáginas personal y lo deja sobre el escritorio. Se incorpora tan rápido de la cama que no tengo tiempo ni de preguntarle qué ocurre cuando ya no se encuentra encima de mi cuerpo.
- Pero, ¿Cómo es que no me lo has dicho antes? - se pone a gritarme alteradísima, y yo ni sé qué es lo que ocurre - ¡Se me ha hecho súper tarde! ¡No voy a tener suficiente tiempo!
- ¿Tiempo para qué? - le insisto de vuelta, levantándome frente a ella.
- ¡Pues para estudiar! - contesta como si fuera lo más obvio del mundo - ¡Que dentro de nada tenemos el examen de Literatura en el que entran tres temas!
- ¿Es que para ti los estudios son lo más importante? - debato con el tono algo más alto de lo que me gustaría - No te importa que quiera pasar un rato contigo, no te importa lo que te diga, porque, por supuesto, los estudios siempre serán más importantes que yo.
- Claro, si eso lo dice la que se conforma con aprobados raspados, yo soy la mala, la paranoica, la obsesionada...
- ¡Es que estás obsesionada, Wanda!
- ¡Tú no lo entiendes! - contesta de vuelta, con sus ojos ya vidriosos y la voz ya rota - ¡Tú nunca entiendes nada!
- ¡Pues no, no te entiendo! ¡No entiendo cómo es que no podemos pasar una jodida hora juntas sin que me saques que tienes que estudiar! ¡No entiendo por qué siempre tiene que ser eso lo que nos separe! ¡No entiendo cómo has conseguido que llevemos un jodido mes sin follar porque siempre tienes que estudiar no sé qué mierda! ¡No lo entiendo!
Había gritado todo aquello con tanto énfasis y tan cerca de su rostro que me arrepentí de inmediato al ver cómo aquellos lindos ojos usualmente llenos de alegría y energía, que siempre me miraban con tanta ilusión que me derretían, ahora me estaban mirando como si fuera un verdadero monstruo. Y es que tal vez... Me había pasado.
- Espera, amor, lo siento... - trato de acercarme a ella.
- No te preocupes - suelta con un hilo de voz mientras se aleja de mí, gesto que verdaderamente me duele, pero no es como que no me lo merezca habiéndole gritado todo aquello -, te dejo sola para que puedas atender tus propios asuntos.
Por supuesto que estaría dolida, pero no esperaba que me apartara bruscamente de su camino y tomara sus cosas con tanta furia. En serio pensaba irse, pero la detuve tomando su brazo.
Pensé que se resistiría y me mandaría a la mierda, yéndose por la puerta como había planeado, pero frenó de golpe y se quedó estática, con el rostro cubierto por las castañas cortinas de pelo que caían a los costados de su rostro.
Tomé su cintura y la volteé para quedar cara a cara. Ella no se resistió ante este movimiento, pero continuó con su cabeza agachada.
- Amor, escúchame - insistí con voz suave apartando un mechón de cabello castaño tras su oreja -. No todo son las notas, hay más cosas...
- Repítemelo hasta que me lo crea... - su voz salió gastada y sus palabras, tan sinceras que se ahogó en un llanto con ellas.
Acerqué su cuerpo al mío y, en cuanto la rodeé con mis brazos, no dudó un segundo en romper en sollozos contra mi cuello. Mientras yo la abrazaba más fuerte y la mantenía más cerca, comencé a acariciar su espalda de una manera gentil.
Permití que llorara encima mía un rato y, cuando ya se había calmado un poco, decidí preguntarle:
- Wanda, ¿Quieres que hablemos?
Y ella asintió frenéticamente con la cabeza. Por lo que volvimos a la cama de nuevo y nos tumbamos en nuestra posición estrella; ambas de lado a escasos centímetros de distancia, enfrentándonos cara a cara.
Wanda al principio ni siquiera se animó a hacer contacto visual conmigo y solo se quedó jugando nerviosa con un hilo suelto de la sábana con los dedos (que, por cierto, qué bonitos dedos), evitando a toda costa mi mirada. Esto hasta que tomé su mentón entre mis dedos y la hice mirarme a los ojos. Le sonreí cálidamente y, para mi sorpresa, ella sí me devolvió el gesto esta vez.
- Sabes que puedes contarme lo que sea, ¿Sí? - asintió con la cabeza - No me voy a reír, ni te voy a gritar por ello, ni le voy a quitar importancia a nada de lo que sea que me cuentes. Conmigo estás segura.
Aquello pareció calmarla. Suspiró una vez antes de hablar.
- En realidad es una tontería...
- No, no lo es - la contradije -. Tú no te pones así por tonterías, te conozco.
Asintió levemente con la cabeza, volviendo a jugar con aquel hilo de la sábana.
- Es solo que... No sé por qué me esfuerzo tanto en todo, si siempre hay algo que va mal y nunca llega a ser todo lo que yo quiero. Aunque me tire día y noche estudiando, mis calificaciones ni siquiera son tan buenas.
- Wanda, tu boletín está repleto de notas superiores a ocho sobre diez. ¿No es eso para estar orgullosa?
- Supongo...
- Amor, trabajas siempre todo al máximo y tus notas sí que son para alucinar. Eres la chica más inteligente y aplicada que conozco. A demás de que esas gafas te hacen lucir como un genio - sonrió débilmente -. ¿Dónde está el problema?
Suspiró por unos segundos antes de enfrentarme, con una expresión bastante apenada.
- Pues que nada de lo que hago es suficiente, Nat - suspiró acercándose más a mí y, supongo que inconscientemente, sus dedos se enredaron en un mechón de mi cabellera pelirroja -. Aunque me pase todo el jodido día estudiándolo todo a la perfección, nunca es suficiente.
- Un suficiente es un seis, amor, y tú nunca bajas del ocho.
- Pero no llego al diez - confesó dejando los brazos pegados a su pecho -. No tengo todo dieces. Por mucho que me esfuerce, nunca es todo lo que quiero ni todo lo que espero.
- No puedes tener todo dieces, Wanda.
- ¿Por qué no? - hizo un adorable puchero que me enterneció.
- Porque no eres perfecta, por mucho que quieras serlo. No puedes ser absolutamente perfecta, y tienes que aceptarlo ya o te va a seguir destruyendo. Porque es así, cariño, te está destruyendo, y creo que ni te das cuenta - un suspiro abandonó sus labios y, aunque parece que le costó horrores, terminó por asentir -. Tal vez el problema esté en que eres demasiado exigente contigo misma, ¿No crees?
- Tal vez sí... ¿Debería dejar de serlo? - preguntó dudosa.
- Tal vez sí - respondí y reímos por un corto intervalo de tiempo -. Pero no quiero que cambies, solo que no te exijas tanto a ti misma.
- Entonces, ¿Qué hago?
- ¿Qué te parece si empezamos por... Ver una peli, por ejemplo?
- ¿Hoy? ¿Ahora? - se sorprendió mientras yo asentía a cada una de sus preguntas - Pero, ¿Y el..?
Posé mi dedo índice sobre sus labios para evitar que hablara.
- Shh. No quiero volver a escuchar de ese estúpido examen de Literatura hasta que terminemos la peli, ¿Entendido?
Sonrió, dándome su aprobación, y esta sonrisa no estaba forzada y tampoco le había costado demasiado esbozar. Esta era completamente auténtica.
Y eso hicimos y, para mi grata sorpresa, mi novia se quedó dormida encima mía, así que la dejé descansar un rato, ya que no recuerdo si lo comenté anteriormente, pero no duerme muy bien últimamente.
Agradezco que hayamos podido tener esa charla. Sin peleas, sin gritos, sin insultos, sin cosas que no vienen a cuento... Únicamente palabras sinceras en un tono suave. Es lo que tiene ser a la vez su novia y su mejor amiga, que hablamos de todo, de TODO...
(...)
Bueeeno, mucho que comentar aquí, pero resumiendo:
Primero, que todo se soluciona hablando. CO-MU-NI-CA-CIÓN, GENTE. Si Nat no le hubiera dicho de hablar, Wanda se habría ido llorando sintiéndose una mierda y Natasha habría pasado la tarde arrepintiéndose de todo lo que le dijo (créanme, que soy la autora). Y también es importante escuchar, porque con palabras al aire no se sale adelante (me lo acabo de inventar, pero suena bien).
Y segundo, que poco se habla de los enormes niveles de estrés y ansiedad que ocultamos los de notas altas. ¿Qué creen, que uno se sienta a estudiar y le entra todo de golpe sin agobiarse ni estresarse y que todo va bien? ¡JA! ¡Pues NO! Por eso es que nos sentimos tan orgullosos cuando vemos nuestras notas altas y también esa cara de decepción que se nos pone cuando no obtenemos la calificación esperada. Duele mucho saber que te has esforzado al máximo y aún así que tu esfuerzo no sea suficiente.
Ah y, sí, necesito una Natasha, ¿Me oyen? ¡Necesito. Una. Natasha! ¡La necesito! ¡ES UNA NECESIDAD! ¡Natasha, VUELVEEEEE!🥺
Gracias por pasarse a leer. No olviden votar y disculpen si es que soy muy plasta, pero así soy cuando agarro confianza.
Nos vemooooos.
~Ani
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top