— Ya puedes abrir los ojos — le indicó Horacio al ruso.

Ambos se encontraban parados en el marco de la entrada de su antigua mansión, solo que el menor le había pedido a V que mantuviese sus ojos cerrados hasta que este le dijera para no arruinar la sorpresa.

— Horacio... — llamó este sorprendido — estamos en....

— Si, estamos en casa V — le afirmó — mi hermana logró comprarla antes de que la vendieran y la puso a mi nombre hace unas semanas — explicó — solo que estaba esperando a que la decoraran para poder decirte.

— Sigo sin poder creerlo — respondió Volkov mientras se adentraba y comenzaba a recorrer el lugar.

— Y eso no es lo mejor — se acercó a este y lo tomó de la mano — tienes que ver la mejor habitación de toda la casa.

— Asumo que por tu entusiasmo debe ser la tuya — dijo este a la vez que subían las escaleras para luego detenerse al ver la decoración de la nueva habitación de Horacio y quedar sin palabras.

— ¿Te ha molao' verdad? — dijo el menor mientras le daba un codazo al ver que este seguía mirando toda la decoración exótica de su habitación.

— Es... — comenzó a decir V mientras miraba la enorme X de madera — es muy... única.

— Ya verás... — se acercó a este — tal vez un día te anime y te muestre para que sirve cada cosa — propuso de manera pícara.

— Me parece... buena idea — respondió dejando sorprendido a Horacio.

— ¿Que... que dijiste? — le preguntó nervioso, definitivamente no esperaba una contestación, mucho menos una como esa.

— Dije que me parece buena idea Horacio — repitió con simpleza.

Horacio no lo sabía, pero ambos pasarían muchísimo tiempo en esa habitación... y no precisamente durmiendo.

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