Ángeles Guardianes

El alfa Viktor Volkov y su Omega Horacio Pérez habían tenido una semana muy ajetreada, desde que sus mellizos nacieron hace 6 años, no habían pasado una tarde tan agotadora como esa. Por eso cuando escucharon a sus cachorros discutir entre ellos mientras que la pareja veía un programa en la tele y estos dibujaban en el suelo no muy lejos de ellos, se llevaron una sorpresa que nunca jamás habían considerado posible.

— ¿Que sucede aquí? — preguntó Horacio acercándose a estos y agachándose para estar a la altura de ambos.

— Pamela tiene mis colores — exclamó Aleksander mientras que señalaba a su hermana gemela.

— No es cierto — se defendió la pequeña rubia de ojos bicolores — ¡El tío Gus dijo que podía usarlos!

— ¡Pues la tía Aleksandra dijo que los usarás cuando yo terminase! — le contestó el pequeño moreno de ojos grises dejando a sus padres petrificados.

— ¿Com..como... dices Alek? — le preguntó ahora Volkov acercándose a su familia mientras que intercambiaba mirada entre sus hijos y su Omega — ¿puedes... repetir eso que acabas de... decir?

— Espera que la tía Alek me está hablando — dijo cómo si nada el pequeño mientras que el ruso volvía a buscar a Horacio con la mirada pero antes de poder hablar la risa de su pequeña lo interrumpió.

— El tío Gus dice que parecen haberlo visto — dijo entre risas refiriéndose a lo pálido que estaban ambos.

— Princesa... — comenzó a decirle Horacio mientras se acomodaba en el suelo — ven aquí... — la llamó y está sin dudarlo fue hacia los brazos de su padre para tomar asiento en las piernas de este — ¿Como es el tío Gus?

— Horacio... — le llamó Volkov pero este solo lo ignoro.

— Tiene el pelito rubio como Alek y yo pero más oscurito — respondió mientras miraba atrás de su padre donde se encontraba Gustabo observando la escena — y tiene ropa fea...

— Si — la interrumpió Aleksander — la tía Alek por lo menos se viste mejor — dijo con simpleza mientras que ahora era Volkov quien tomaba asiento frente a Horacio para tomar en sus brazos a su hijo.

— ¿La tía... Aleksandra... esta aquí? — preguntó dudoso mientras le temblaba la voz y contenía sus lágrimas. Al igual que Horacio, había notado como sus cachorros aveces reían o hablaban entre ellos o solos. Habían escuchado esa suposición de que los niños pueden ver a sus ángeles guardianes por un periodo de tiempo, pero jamás pensaron que fuese real.

Mucho menos que los ángeles guardianes de sus pequeños fueses sus hermano y hermana fallecidos hace tantos años atrás.

— Sí — respondió a la pregunta Aleksander — la tía Alek siempre está con nosotros — dijo sin darle mucha importancia mientras jugaba con la camisa de su padre y desviaba aveces su mirada para atrás de este donde Aleksandra se encontraba con una sonrisa observando la escena.

— Y... y ellos... — comenzó a decir Horacio pero no sabía cómo dirigir la conversación — ellos...

— Ellos están bien papi — le interrumpió su pequeña — ellos están aquí para cuidarnos a Alek y a mi.

— Si — continúa su gemelo — la tía Alek dice que igual que los han cuidado a ustedes, nos llevan cuidado a nosotros también...

— Pero... — comenzó ahora Viktor de la misma manera que el Omega sin saber cómo proceder.

— La tía Alek se alegra de que seas feliz papá — dijo Aleksander luego de sonreír — le alegra que hayas conocido a papi y que se quieran tanto.

— Si, el tío Gus dice que pensaba que nunca estarían juntos — siguió diciendo Pamela — ¿porque no iban a estar juntos? — preguntó esto último confundida, pues desde que tenia uso de razón había ido testigo junto con su hermano de cómo sus padres se amaban y respetaban cada día.

— A la tía no le gusto que el tío Gus dijera eso — dijo entre risas Aleksander.

— ¿Tú también lo vez? — le preguntó Horacio a su hijo mientras se secaba una lágrima rebelde que había salido sin su permiso.

— Clarooooo — alargó la última letra mientras reía como si fuese una respuesta obvia — el tío Gus es muy divertido... aunque aveces dice cosas que no entiendo mucho.

— Y la tía Aleksandra es preciosa — dijo Pamela — es igual de hermosa que una princesa.

En este punto la pareja había dejado de contener sus lágrimas. El tema de sus hermanos siempre había sido uno muy sensible para ambos y cuando sus cachorros llegaron a sus vidas, les dolió el hecho de que no podrían conocer a sus tíos. Sin embargo la vida les había regalado es oportunidad a sus pequeños.

— La tía Alek dice que no lloren... — dijo Pamela tratando de limpiar las lágrimas de su padre con sus pequeñas manitas haciendo reír un poco a Horacio.

— El tío Gus dice que se ven horribles cuando lloran — dijo Aleksander haciendo reír ahora a la pareja.

— Cariño... — llamó ahora Horacio a su hija puesto que era la que Yeni en brazos — ¿tú tío Gus y tú tía Alek siguen aquí? — le preguntó y esta miró nuevamente tras de él y detrás de su padre y hermano para luego asentir.

— Gracia por todo Gustabo... — comenzó a decir este — me hubiera encantado poder seguir compartiendo momentos como este contigo en vida... — tomó aire para luego suspirar — y Aleksandra... se que nunca nos conocimos... pero daría lo que fuese por haberlo hecho, sin duda eres un ser de luz.

— Yo... — comenzó a decir Volkov pero a este le costaba más formular sus palabras que a su Omega, por lo que Horacio se acercó un poco más a este y con su pequeña aún en brazos, le tendió su mano al alfa — gracias... — por fin dijo Volkov — gracias por nunca dejarnos... y... ojalá las cosas hubiesen sido diferente... — finalizó y extendió su brazo para recibir a su Omega en un abrazo junto a su pequeña lo que con su hijo se volvería en un hermoso abrazo familiar.

Mientras tanto, Gustabo García y Aleksandra Volkova... sonreían felices por sus hermanos. Felices de que estos hubieran podido seguir con sus vidas y haber podido cuidarlos de cerca en cada proceso... porque las personas que amamos realmente nunca se van del todo.

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