3
• Cambio de edades • Smut •
•
Esto de entrenar a los futuros pilares resultó ser más entretenido de lo que esperaba, le traía recuerdos de los viejos tiempos, cuando también aspiraba a subir de rango. Los chicos eran excelentes y disciplinados, al menos lo respetaban. Eso lo aliviaba, aunque eran muy jóvenes. Sacudió los cabellos azabaches del chico que pidió ser su Tsuguko y lo halagó. — ¡Eso estuvo genial, Kaigaku! Sigue así — apoyó al ver cómo avanzaba su aprendizaje con las posturas de su técnica.
El chico frunció el ceño y miró al frente, era un poco serio y reservado. Le agradaba, se concentraba mucho en los entrenamientos. Siguió recorriendo, observando a los demás, corrigiéndoles y dándoles más consejos. Esperaba seguir el ejemplo de la persona que lo acompañó y de quién aprendió a crecer como persona, su abuelo.
Sonrió divertido y conversó con algunos cuantos hasta que sintió un gran peso sobre sus espaldas. Resopló e hizo una mueca abatida, reconoció la sensación, el sonido que generaba en el ambiente con su sola presencia. La intensa mirada de su chico se sentía muy pesada. Se giró sobre sus hombros y lo encontró, estaba con la espalda recargada sobre la pared de la muralla, observándolo fijamente. — ¡Uzui san! ¿Por qué no vienes y entrenas un poco? De esa forma no podrás convertirte en un pilar — decidió hablar, llamándolo para que se una al equipo.
El chico solo entrecerró los ojos y se cruzó de brazos, lo ignoró y le dio la espalda para marcharse de allí, dejándolo descolocado. Soltó un largo suspiro. Uzui era su chico problemático. El único que rechazaba entrenar en su equipo, aunque a veces lo hacía, pero solo unos momentos para mostrar sus habilidades y ganarse autoridad por sobre los otros.
No podía decirle nada, al fin de cuentas, lo conocía y era SU chico. También aspiraba a ser su Tsuguko al igual que Kaigaku, pero Uzui tenía otros estilos. Entrenaba duro cuando no lo veía y, cuando entrenaban en privado, podía ver el avance que iba teniendo, sorprendiéndose con lo rápido que aprendía las cosas. Su chico solo quería entrenar con él, sin nadie más, únicamente con él. Le preocupaba en cierta manera, quería que fuese más sociable, lo necesitaba, no podía pasarse toda la vida en solitario, creyendo que él estaría a su lado para siempre.
Lo comprendía, Uzui no tuvo un buen pasado. Se lo encontró en unas de sus misiones. El pobre niño de ochos años estaba shockeado, con evidentes heridas y sangre seca en la ropa, dándole a entender que ya hacía días de aquella masacre que le ocurrió a su familia. En el mismo instante en que lo vio, sintió el impulso de protegerlo, de llevárselo consigo. No fue tan fácil, el niño, como era de esperarse, estaba aún en alerta y, creyendo que él era un enemigo, quiso atacarlo.
Se había arrepentido de noquearlo poco tiempo después, pero era la única forma de que pudiera llevarlo.
Curaron sus heridas, limpiaron toda la sangre y lo dejaron reposar por unos cuantos días en la finca mariposa. No dejaba de ir a visitarlo, con unas cuantas informaciones que recolectaron los médicos y otros cazadores, pudo conocerlo mejor. El niño provenía de un clan de ninjas, shinobis que se formaban allí, en su familia. La ropa que llevaba era inusual, además de sus armas, así que debió de suponerlo.
Quiso acercarse a él, conocerlo a más profundidad y cuidarlo, creyó que con rescatarlo y hacer que curaran sus heridas había derrumbado la barrera que había entre ellos, pero cuando intentó tocarlo, el niño volvió a gruñir con evidente molestia.
No dejó de intentar, el pequeño albino de ojos violetas rojizos lo había cautivado, además, estaba solo, necesitaba de su ayuda.
Fue gracias a Chuntaro que logró acercarse finalmente a él. El chico se vio impresionado al ver a la pequeña y redondita ave posarse frente a él, se encariñó rápidamente con el mensajero del rubio, quien de esa forma, aprovechó para hablar con él. Congeniaron y desde ese entonces, el albino lo empezó a seguir a todas partes, sin despegarse de él.
Uzui Tengen, era el nombre del chico que quedó huérfano y que resultó ser cariñoso y divertido. Sabía que se había convertido en la única persona de confianza para el pequeño albino, entrenaban juntos y vivían juntos. Ahora era todo un adolescente, con la llegada de Kaigaku, su comportamiento cambió. El azabache que tenía su misma edad también solicitó ser su tsuguko, provocando el rechazo y el desprecio por parte de Uzui.
Se había generado una 'rivalidad' silenciosa entre ambos, cada vez que Zenitsu entrenaba con Kaigaku, el albino se presentaba a querer llamar su atención de cualquier forma. Se lucía con sus espadas y armas, y presumía ser el favorito del rubio. Otras veces solo se marchaba refunfuñando, lo mismo sucedía con el azabache.
Zenitsu solo quería que los dos se llevaran bien.
Uzui empezaba a reclamarle cosas, exigiendo atención o simplemente se enojaba por cualquier cosa. Otras veces no se apartaba de él, lo abrazaba con insistencia y agarraba su mano cada vez que se encontraba hablando con otros cazadores, incluso cuando conversaba con sus amigos.
— Tu discípulo es raro, sé que antes no se comportaba así, pero la vez pasada me amenazó por hacerte una simple broma — comentó Inosuke aprovechando que el chico pesado no estaba allí. No podía creer que un niño lo desafiara por algo tan ridículo.
Estaban almorzando, era su hora libre. Sus amigos, Tanjirou e Inosuke también entrenaban a los cazadores, este último no tanto, se la pasaba en las montañas y pocas veces venía, pero de todas formas, enseñaba nuevo algo a los chicos.
— Oh, sí. También siento que mira mal... ¿Me odiará? — habló Tanjirou, quedando pensativo. — Sí, en verdad creo que no le agradamos — afirmó asintiendo con la cabeza.
Zenitsu los miró sorprendido, parpadeó y soltó unas risitas. — Hay que comprenderlo, está entrando en una etapa caótica en cuanto a sus emociones... Uzui san es así, es tímido — contestó, defendiendo a su chico, restándole importancia al asunto. Sus amigos hicieron una mueca.
— No comprendes, Monitsu. ¿Sabes lo que me dijo la vez pasada? 'Te vuelves a acercar a él y te mato'. Que quede claro que no es que le tenga miedo ¡Es un niño, maldición! ¿Quién se cree? — Inosuke manifestó su indignación, rodó los ojos y siguió comiendo.
— ¡A mí también me amenazó! Sé que no le gusta verme contigo... OH, la vez pasada también vinimos a buscarte, pero él dijo que no estabas, cuando claramente sí estabas — señaló el de cabellos burdeos, sonriendo abatido. — Creo que es un poco posesivo... —
— No creo que lo suyo sea algo 'normal'. Pasa que es celoso, bastante de hecho. Tu chico es posesivo, tóxico y no parece tenerte el típico afecto fraternal — objetó con seguridad, asombrando al rubio.
— Uzui san te mira distinto... Busca tener tu atención todo el tiempo y también pude ver su gran sonrisa cuando está contigo. Es adorable en ese sentido, pero lo encuentro un poco peligroso con los demás. — comentó Tanjirou, haciendo unos ademanes para que su amigo entienda mejor.
Zenitsu los miró con el ceño fruncido y sonrió de lado. — Es solo un chico, en verdad pienso que es normal... Aún le cuesta socializar un poco, solo es eso. Es tímido con los demás — siguió firme con su postura. No podía creer que su chico amenazara a sus amigos, Uzui san era muy agradable y cariñoso, sí, sabía que sentía celos a veces, pero no era insano.
Sus amigos se encogieron de hombros y soltaron un suspiro, sería complicado convencer al rubio de que algo más estaba surgiendo. Siguieron comiendo por un tiempo más y se despidieron para volver a sus respectivas cabañas. La noche había llegado muy pronto, era momento de descansar.
Entró al dormitorio con pasos silenciosos, miró con cuidado a su alrededor y se frenó al encontrarse con la penetrante mirada violeta. — Oh..., creí que ya estabas dormido. No era necesario que me esperaras, Uzui san — habló, caminando con normalidad. El chico lo miró molesto.
— Llegas tarde, ¿estuviste de nuevo con tus 'amigos'? — contestó rodando los ojos, Zenitsu soltó un suspiro, no comprendía por qué su chico tenía la manía de actuar como adulto, además, creyendo tener la autoridad para reclamarle las cosas. — Es una pérdida de tiempo... — murmuró desviando la mirada.
— Sí, de hecho sí, estuve con ellos. — respondió, dejando su katana a un lado y quitándose el haori. — No es una pérdida de tiempo, Uzui san. Son agradables, deberías ser más amable con ellos. Sé que nunca te trataron mal — añadió, desprendiéndose la camisa y despojándose de sus otras prendas.
El albino abrió los ojos con asombro, se ruborizó y entreabrió los labios viendo cómo el cuerpo de su mentor iba quedando al descubierto, mostrando mucha piel. Sus mejillas se encendieron aún más cuando sintió algo palpitante en su zona baja. Se aclaró la garganta y se cubrió con una almohada. — P-pero con ese tiempo que gastas en ellos, nosotros podríamos entrenar más... Necesito mejorar mis habilidades, Zenitsu san — contestó nervioso, sin apartar los ojos del cuerpo del rubio.
Zenitsu se colocó su bata y se soltó el cabello, se acostó en su futón y miró el techo. — Podrías unirte al grupo de entrenamiento. Es más, deberías hacerlo. No podré alejarte más de las personas, Uzui san. Es necesario que empieces a trabajar en equipo. — respondió haciendo una mueca.
Uzui no podía pensar con claridad, tenía una evidente erección que suplicaba atención. No quería tocarse al lado de su mentor, sería demasiado vergonzoso, pero no pudo evitar bajar la mano para meterla dentro de su pantalón. Chasqueó la lengua y se mordió el labio, decidió relajarse. Esperaba que el rubio no se diera cuenta, iba a girarse para darle la espalda, pero se quedó a mitad de camino cuando se encontró con los ojos dorados viéndolo con curiosidad. Quiso parar, pero ya no podía.
Zenitsu se sorprendió al oír los jadeos de su chico, observó su rostro, sus mejillas sonrosadas y los ojos más oscuros, se asombró al ver la expresión que reflejaba excitación y su respiración se escuchaba agitada. Los latidos de su corazón evidenciaban el deseo que estaba sintiendo en ese momento. Algo se movía debajo de esa manta, por lo que un impulso lo hizo bajar la mirada para confirmar sus sospechas. Uzui se estaba tocando.
Enmudeció, no podía articular palabra alguna. Tragó saliva e intentó hablar. — ¿Estás bien...? — tanteó con una pregunta estúpida, pero es que aún no asimilaba lo que estaba sucediendo, ¿qué se supone que debería hacer? ¿Ignorarlo? Se sobresaltó al ver cómo su chico, en un rápido movimiento, se acercó a él. Sintió el agarre en sus muñecas y su espalda de nuevo sobre el futón. — ¡Uzui san! ¡¿Qué haces?! — se alteró, el albino se había ubicado sobre él y no tenía intenciones de soltarlo.
Se movió debajo de su cuerpo, tratando de apartarlo y de soltarse, pero el chico reforzaba su agarre. Cerró los ojos con fuerza cuando lo vio demasiado cerca de su rostro y su piel se erizó cuando sintió la respiración de su chico sobre sus labios. El contacto finalmente se dio, provocándole un respingo. Uzui mordisqueó para que los abriera e introdujo su lengua al instante en que lo hizo.
Tengen besó con intensidad a su mentor, ladeando la cabeza para mover sus labios sobre los del contrario. Con su lengua recorrió a fondo y probó lo que quiso y deseó por tanto tiempo, sintiendo cómo su corazón empezaba a latir con más fuerza. Zenitsu entreabrió los ojos, el calor lo sofocaba, encendiendo así sus mejillas. Su boca se sentía muy húmeda y ese beso le estaba provocando demasiadas sensaciones.
Uzui estaba satisfecho al saber que pudo excitar también a su maestro, dejó besó cortos sobre sus labios y le dio una lamida para luego ladear la cabeza y así probar su exquisita piel del cuello, dejando claras mordidas y chupetones en él. Bajó una mano con la intención de llevarla hacia la entrepierna del rubio.
Zenitsu chasqueó la lengua, sentía la dureza de su miembro palpitante y la de su pupilo restregándose sobre su vientre. Abrió los ojos de golpe y frenó la mano que estaba apunto de llegar allí, sobresaltando al albino.
— ¡Uzui, no! ¡Basta, esto no es correcto! — exclamó, intentando apartarlo de nuevo. Había aprovechado el momento en que su chico aflojó el agarre, pero debía admitir que se sentía tan bien. — ¡Tengen! — su voz firme logró separar al albino de su cuerpo. Su chico desvió la mirada, con evidente enfado, pero con las mejillas sonrosadas, se soltó del agarre del rubio y le dio la espalda para acostarse en su futón. Zenitsu respiró profundo para calmar su respiración, apretó los labios, también tenía un problema entre sus piernas. Esto era demasiado estresante. Miró a su chico y resopló.
— Olvídalo — habló el albino, cubriéndose completamente con su manta. Ese rechazo lo hacía sentir avergonzado. Le surgieron ideas para abandonar la finca, pero no quería dejar a su Zenitsu. Dolía, pero había estado guardando la esperanza de que podía sumir a su maestro bajo sus encantos.
— Tengen... ¿Qué es lo que te sucede? Sabes que eso no es correcto, no está bien. Sé que es frustrante, pero deberías conocer gente nueva. Comprendo que estés en esta etapa deseando experimentar, pero... —
— ¿Es que no comprendes? ¿Es en serio? — preguntó fastidiado, girándose a verlo. Zenitsu se sorprendió. — No quiero a nadie más. Yo quiero estar contigo. Quiero hacerlo contigo y te quiero — confesó bajando la voz y apenándose. — Zenitsu, por favor, sé mi esposa — pidió, haciendo una reverencia.
Al rubio no le cabían expresiones, estaba boquiabierto. Frunció el ceño y quedó pensativo, intentando comprender las palabras y el reciente comportamiento de su chico. — ¿Qué? Espera..., ¿estás consciente de lo que dices? ¡Tengen, eres un niño! — exclamó confundido. Uzui chasqueó la lengua y apretó los labios.
— ¡Ya no soy un niño! — respondió molesto. — Puedo casarme a esta edad y yo te elegí a ti como mi esposa. Yo sé que tú sientes lo mismo por mí, estás excitado igual que yo —dijo, señalando la zona baja del rubio, alarmándolo. Zenitsu se apresuró en tapárselo con la manta y se ruborizó. — Hagámoslo y consolidemos nuestra unión, por favor. Yo te quiero solo a ti — volvió a inclinarse en una reverencia, esperando a que el rubio pudiera aceptar su propuesta.
Zenitsu estaba descolocado, no se esperaba esas palabras de su chico. Lo miró preocupado y acercó la mano a su cabeza para acariciar su cabello. — Cariño, eres muy joven aún... También te quiero, pero es muy temprano. No es tiempo, ¿sí? — quiso animar, pero se sintió peor al escuchar su sollozo. Lo quería tanto y no aguantaba verlo de ese modo por su causa.
Era solo un berrinche de adolescente.
Lo atrajo a su cuerpo para abrazarlo. — Te prometo que cuando cumplas la mayoría de edad, me casaré contigo... — murmuró, asustándose poco tiempo después de lo que acabó de decir. ¡Estaba prometiendo algo que ni siquiera sabía si podía cumplir!
Uzui se separó de él y lo miró a los ojos. — ¿Hablas en serio? ¿Te casarás conmigo? ¿En verdad me quieres? — llenó de preguntas, colocando ambas manos sobre las mejillas del rubio. Zenitsu sonrió abatido y asintió inseguro, sorprendiendo al albino.
— Te quiero, Uzui san... — contestó bajando la voz y sujetando la espalda del chico con una mano. El albino sonrió contento, se acercó más a su cuerpo y bajó la mano. Zenitsu se sobresaltó y se ruborizó intensamente al sentir un apretón en su entrepierna — ¡NO HAGAS ESO! — ordenó, intentando apartar esa mano traviesa.
— Pero lo necesito — respondió mirándolo con ojos tristes. — No sé cómo bajarlo y ya me molesta lo duro que está — confesó, acariciando los muslos del rubio con ambas manos. Zenitsu apretó los dientes y apartó sus manos.
— Uzui, no voy a masturbarte. Ya duérmete — exigió, acostándose y dándole la espalda para dormir. Tengen lo miró molesto, destapó un poco la sábana que cubría las piernas del rubio y las miró, llevó su mano dentro de su pantalón para poder tocarse una vez más y calmar él solo su erección.
Zenitsu entrecerró los ojos, se escandalizó al recordar que su chico le había dicho que quería hacerlo con él. ¿Le tenía ganas? ¿A él? ¿a su 'sensei', su mentor, su aniki? ¿Acaso estaba siendo objeto de deseo por su chico? No quería ni imaginar qué tipos de fantasias sexuales estaba teniendo Uzui con solo verlo — Estás provocando que tenga ganas de golpearte — murmuró ruborizado, sabía que Uzui estaba tocándose de nuevo.
— Ya comprendí que no me quieres, Zenitsu. Está bien, quédate con tus otros 'chicos' — respondió molesto. El rubio resopló y se giró para verlo, él también pasó por eso cuando tenía su edad. Rodó los ojos y extendió su mano para tocar su mejilla.
— Ya deja de ser celoso, duermo contigo, ¿no? — contestó, apartando su mano y cerrando los ojos para intentar dormir, dejó sus piernas al descubierto, estaba apenado por eso, pero Uzui no dejaría de fastidiar.
Tengen ladeó la cabeza, quiso levantar la tela de su bata para ver más allá, pero Zenitsu lo agarró de la muñeca. — Con esto es suficiente — murmuró chasqueando la lengua. El albino resopló, siguió tocándose por un tiempo más sin apartar la mirada del rubio, se mordió el labio inferior, sentía tanto deseo de tocarlo, pero sabía que su rubio no dejaría que lo tocara, al menos no por ahora. Echó la cabeza hacia atrás y soltó un gemido cuando se vino.
Lo peor para Zenitsu era que podía escuchar absolutamente todo como si tuviese un enorme parlante al lado de su cabeza. Los latidos alterados del corazón de su chico, su respiración agitada, los jadeos y gemidos leves y el sonido que provocaba ese movimiento del sube y baja de su mano sobre su miembro eran tentadores para él. Lo incomodaba porque sabía que no era correcto, pero no podía negar que lo acaloraban.
No, ya nada sería igual luego de saber que su chico se masturbaba teniendo su imagen en mente, además de hacerlo en su presencia, escuchando esos sonidos obscenos. Gruñó cuando Uzui se acostó a su lado y se acurrucó en su pecho. — Te quiero — susurró el albino sonriente, flechando el corazón frágil que tenía Zenitsu. Decidió abrazarlo y seguir intentando conciliar el sueño.
Los días posteriores a ese evento que aún no lograba comprender, fueron iguales o incluso peores. Uzui se volvía más atrevido, podía sentir su mirada recorriendo su cuerpo sin descaro alguno, aunque era un amor cuando estaba con él, pero luego su aura se oscurecía cuando aparecía Kaigaku.
Zenitsu seguía entrenando a los futuros pilares, eran horas agradables, pero agotadoras. Debía ser más discreto cuando entrenaba a su Tsuguko con técnicas más especiales, costaba un poco, por eso a cada uno les asignaba distintas prácticas. Tengen lo miraba de lejos, con los brazos cruzados y con los ojos entrecerrados, aburrido al ver a los chicos tan atrasados en comparación a él.
— Entonces ponte en esta posición y concéntrate en tu respiración — habló el rubio, ayudando a Kaigaku a posicionarse correctamente para realizar los ataques. Uzui tuvo un tic en el ojo, su futura esposa estaba muy cerca de ese imbécil, lo tomaba de la mano como si nada y no se daba cuenta del leve rubor en las mejillas del azabache. Chasqueó la lengua y se marchó de allí.
Cuando volvió, se descolocó aún más. Los dos estaban sentados bajo el techo de la finca, comiendo gustosamente. Apretó los labios y frunció el ceño, Zenitsu parecía disfrutar de la compañía del idiota de Kaigaku. ¡Inaceptable! Esto era imperdonable. Caminó con pasos retumbantes hasta acercarse a ellos y se cruzó de brazos cuando quedó frente al rubio.
— ¡Oh! ¡Uzui san! ¿Dónde estabas? — preguntó Zenitsu mirando atento a su chico, sin dejar de comer sus fideos. El albino gruñó y levantó el mentón.
— ¿No pensabas invitarme? — tanteó, forzando una sonrisa. El rubio entreabrió los labios y asintió.
— Claro que sí, pero no te vi cerca. Teníamos hambre y como creíamos que ya te habías ido a comer, decidimos almorzar de una vez — contestó con una sonrisa amable.
— No necesitas darle explicaciones, Zenitsu san — habló el azabache, sin apartar la mirada de su comida. — Uzui san es muy temperamental, además, no debería estar reclamando nada — añadió, descolocando al albino.
— ¡¿Ha?! ¡¿Y tú quién te crees para hablar de mí de ese modo, idiota?! — exclamó molesto, inclinándose hacia él para verlo desafiante. Kaigaku lo miró y luego volvió a bajar la mirada para seguir comiendo.
— Pregunto lo mismo, Uzui san. ¿Quién te piensas que eres para dirigirte a mí de esa forma? Se nota lo agresivo y violento que eres, no puedes controlar tu enojo... Eso te hace una persona desagradable. — contestó, ofendiendo a Tengen. Zenitsu lo miró sorprendido, iba a hablar, pero no pudo.
— ¡¿Y tú qué, maldito?! Solo finges ser 'tranquilo' para agradar a los demás y querer llamar la atención de todos, ¿pero sabes qué? No eres más que un chico comportándose como idiota. ¡¿Acaso te crees mejor?! — respondió inclinándose cada vez más hacia él. El azabache lo miró molesto.
— ¡Tú no tienes por qué estar aquí! ¡¿Acaso no te das cuenta que solo eres un estorbo para Zenitsu san?! ¡¿Cuántas veces te suplicó para que te unas al maldito entrenamiento grupal?! Lo único que haces es agotarlo más con entrenamientos extras por puro capricho tuyo — señaló, juzgándolo con el dedo.
Uzui lo miró sorprendido, miró al rubio y se sintió mal. No quería decepcionar más a su maestro. Enfurecido y apenado, decidió marcharse de allí, alarmando a Zenitsu. — ¡Uzui san, ven aquí! — exigió, levantándose para seguirlo. Kaigaku rodó los ojos, ya se le había quitado el hambre.
El albino apresuró los pasos, no podía dejar de pensar. Ese idiota tenía razón de cierto modo, ¿en verdad fue tan egoista con el rubio? Apretó los labios y se tapó el rostro. ¿Era un estorbo para Zenitsu? Se había comportado como un idiota con su maestro que lo único que quería era convertirlo en un pilar. Se destapó el rostro y se volteó al sentir el agarre en su ropa. — Lo siento tanto, Zenitsu san... Yo no merezco tus atenciones — habló cuando vio al rubio frente a él.
Zenitsu se sentía afligido, no le gustaba la rivalidad que tenían esos dos, era un dolor de cabeza. Esta vez cruzaron la línea. Negó con la cabeza y extendió su mano hacia el rostro de su chico para acariciar su mejilla. — No digas esas cosas, Uzui san. Tampoco te disculpes. Yo estoy para eso, porque quiero darte atención — contestó, intentando que sus palabras calmen al chico.
— Tú te esfuerzas mucho... Zenitsu san. Ahora me di cuenta de que mi comportamiento te cansa. No quiero ser una carga para ti, no era esa mi intención. — murmuró con la mirada baja, sintiendo sus ojos humedecidos. El rubio resopló y siguió negando con la cabeza.
— Eso no es cierto, Uzui san. No podría cansarme de ti, sé que no haces esas cosas con la intención de lastimar. Tampoco me molestas, ¿sí? — contestó, acariciando sus mejillas esta vez con ambas manos. — Tengen, eres importante para mí, siempre tendré tiempo para ti. Pero no puedo dejar de insistir en que te unas a los demás, no es porque me canse de ti, sino porque quiero que tengas amigos y puedas descubrir cosas nuevas — explicó, mirándolo fijamente.
El albino infló las mejillas, ladeó el rostro buscando más de esas caricias y lo miró. — Zenitsu san, quisiera poder cumplir tus expectativas. Quiero ser un buen esposo para ti — habló, apartando una mano del rubio para dejar un beso en la palma. Zenitsu sonrió en una mueca, se ruborizó y cerró los ojos. ¿Seguía firme con esa idea tan descabellada?
Solo asintió con la cabeza y lo estiró para atraerlo en un abrazo. — Por favor, Uzui, no pelees con Kaigaku san... Deberían ser buenos compañeros si ambos desean ser mi Tsuguko — comentó dándole palmaditas a su espalda. El albino frunció el ceño y refunfuñó. — ¿Quieres comer? — tanteó, llamando su atención y cambiando completamente su aura oscura.
Tengen iba acoplándose de a poco a los entrenamientos, sintiéndose contento por recibir atención personalizada por parte de su rubio. Se creía superior sí, más ante ese idiota de Kaigaku. Solo levantaba el mentón y lo ignoraba, una noticia triste para Zenitsu.
Por las noches, la situación de aquella vez se repetía con más frecuencia. Uzui se tomaba más libertades que sorprendían al rubio, ¿es que no tenía un poco de pudor o al menos respeto hacia su persona? Era imposible dormir escuchando la respiración agitada de su chico y más, sintiendo su intensa mirada recorrer todo su cuerpo. Eso lo estremecía.
La luz de la luna iluminaba tímidamente el salón, el silencio de la noche se veía interrumpido por el canto de los grillos y los sonidos que emitía el albino al estar tocándose con insistencia.
Respiró profundo y soltó un largo suspiro, seguía dejando sus piernas fuera de las sábanas, era realmente una mala idea que le pesaba la conciencia. Ni siquiera podía justificar esa acción. Escuchó unos quejidos, al parecer su chico no lograba calmarse, sabía que eso también podía doler de vez en cuando. Se giró para verlo y se ruborizó, los ojos violetas lo miraban suplicante, con extrema necesidad.
Sabía que se arrepentiría de lo que estaba pensando en hacer, pero... decidió relajar a su chico. Se reincorporó sobre su futón y cerró los ojos, asintió con la cabeza, ignorando el gran debate mental que quería crearse en su mente y gateó hasta acercarse al albino. Uzui lo miró sorprendido. Zenitsu quedó frente a frente a su rostro, sin apartar la mirada de la mano que se movía debajo de esa sábana blanca. Levantó la mirada para verlo a los ojos y apartó la manta, reemplazando su mano con la del albino, agarrando firmemente ese duro miembro.
Tengen se sobresaltó y se ruborizó con más intensidad, jadeó al sentir la palma de la mano de su maestro. El rubio empezó con su labor, exploró la longitud con el roce de sus dedos para luego apresarlo con la palma entera, sacando unos gemidos por parte del albino. Inició con el recorrido, de arriba para abajo, primero con delicadeza para ir aumentando al rato. Con su pulgar, pulsó la piel sensible de la punta que tenía un poco de líquido preseminal y con eso, siguió masturbándolo.
Uzui se inclinó y mordió la piel del hombro de su rubio que estaba expuesta. La tela de su bata dejaba al descubierto parte del torso, para deleite del albino. Ladeó la cabeza y dejó unos cuantos besos en su cuello, sin dejar de emitir sonidos placenteros para Zenitsu. Su maestro sabía lo que hacía. Se sentía tan bien. Cerró los ojos con fuerza y gimió, expulsando más de su esencia, viniéndose en la mano del mayor..
El rubio miraba atento las reacciones y expresiones de Tengen, sintiendo también cómo crecía su propia erección. Soltó un suspiro y dio un respingo cuando sus labios se unieron con los del albino. Sus mejillas se encendieron aún más, aún sin apartar su mano del pene de su chico, correspondió a ese beso, contentando a Uzui. Cedió a probar sus labios, compartiendo el mismo ritmo y permitiendo que su lengua se enrede con la suya. Jadeó en el beso y se separó de él, dejando un hilo de saliva en medio. Lo miró con los ojos entreabiertos, recibió otro beso, esta vez uno más corto y reaccionó. — ... Necesito ir a tomar agua... — mintió, apartándose de él para levantarse rápidamente y alejarse de allí.
Tengen quiso seguirlo, pero el rubio era demasiado veloz. Sonrió ampliamente y se acostó en su futón, se mordió el labio inferior, recordando la escena que se llevó a cabo hace sólo unos minutos atrás. Había logrado romper esa barrera, sabía que había una tensión sexual entre ambos, solo era cuestión de tiempo para que Zenitsu aceptara. Y se sintió tan bien. Se sintió correspondido, su corazón estaba acelerado, latiendo por su mentor.
El rubio se ocultó para poder tocarse ahora él, cerró los ojos con fuerza y calló unos sonidos que exigían salir de sus labios. Esto estaba mal, muy mal. Pudo haberse acabado aquella vez en que su chico se había confesado, pero no, él le mostró sus piernas. ¿Qué clase de ejemplo era para él y sus demás discípulos? Soltó un largo suspiro y miró el líquido blanco entre sus dedos, con esa misma mano había tocado recientemente a Tengen.
Volvió a su futón, su chico parecía dormido, así que se acostó en silencio. Iba a cubrirse con la manta, pero el albino se giró y llegó hasta él para abrazarlo. Se asombró con la rapidez en que reaccionó, sonrió levemente y acarició sus cabellos. — Ya duérmete, Uzui san — habló con la voz adormecida.
— La próxima vez déjame tocarte también — pidió, cerrando los ojos. Zenitsu se descolocó, volvió a ruborizarse. Negó con la cabeza. ¿Próxima vez? Oh no, lo sabía. Una vez que iniciaba esto, ya no tendría fin. — Quiero complacerte, Zenitsu — añadió, para luego quedarse profundamente dormido.
Hizo una mueca, ¿qué haría ahora?
Si bien, Uzui se veía más animado, eso era bueno. Hacía unas cuantas burlas hacia Kaigaku, pero solo para fastidiarlo, no tenía la intención de pelear. El azabache respondía del mismo modo, luego volvía a concentrarse en sus técnicas. Zenitsu estaba en un gran debate mental, ¿ceder o no ceder? ¿Podría hablar de esto con sus amigos? No..., tenía que mantenerlo en secreto.
Era Uzui quien se le insinuaba de todas formas, no él. Solo lo estaba ayudando a descubrir su sexualidad. Sí, era eso. Aunque de igual modo, aún no podía aceptar la idea de que su chico tenía fantasías con él. Era perturbador, pero excitante. Oh Dios, eso sonaba terrible. ¿Era ya un criminal?
Tenían una relación extraña sí, se había comprometido con Tengen sin haberlo pensado bien. Las misiones no habían acabado, solo tuvieron un mes para entrenar y lograr que sus discípulos se fortalezcan. Para desgracia de Zenitsu, asignaron a su chico en una misión que sonaba muy arriesgada. No pudo ponerse en contra, no lo haría. Además, Uzui no permitiría que nadie lo frenara. Quería demostrar su valor.
No sabía cuánto tiempo tardaría en volver, se iría a otro distrito, lejos de él y no podría acompañarlo. El rubio sacaba cuentas. Su albino tardaría quizás dos días en llegar hasta allá, luego, sumaba lo que duraría en terminar con la misión, más el viaje de vuelta de nuevo. No eran buenas noticias. Estaba demasiado preocupado, pero no quería demostrarlo, Tengen podría angustiarse. Tenía que confiar en él, su chico era fuerte y saldría de cualquier situación.
Con el corazón en la mano, se despidió de él. — Por favor, cuídate. Vuelve completo. Tú eres más importante — habló agarrando las manos de Uzui para dejar un beso en ellas. El albino sonrió enternecido.
— Claro que volveré, no te dejaría plantado en nuestra boda. Sería imperdonable — respondió sonriente, colocando una mano en la mejilla del rubio. — Tú también eres mucho más importante que cualquier cosa, Zenitsu san — añadió, inclinándose hacia su rostro. Zenitsu recorrió su rostro con la mirada y se ruborizó, acortó la distancia y dejó un corto beso sobre sus labios, alegrando a Uzui.
— No olvides comunicarte conmigo, Tengen — señaló, apartándose de él para dejarlo libre. El albino asintió y acomodó sus espadas que tenía en la espalda. Le guiñó un ojo y retrocedió. El rubio lo siguió con la mirada hasta que lo perdió de vista. Soltó un largo suspiro y ladeó los labios, rezaría por él.
— ¿Y eso qué fue? — Tanjirou rompió con el silencio que se formó. Se había sorprendido al ver esos roces que no parecían forzados.
— Hah... No preguntes... Son cosas de Uzui san — contestó ruborizándose. Inosuke lo miró con recelo para luego reír.
— ¿Te pidió matrimonio? — preguntó directamente, asombrándose al ver el asentimiento del rubio. Tanjirou quedó boquiabierto. — JA. ¿Por qué no me sorprende? —
— ¡¿Es en serio?! Aww, Uzui san es tan adorable. ¿Y aceptaste? ¡Oh por Dios, Zenitsu! — habló el de cabellos burdeos emocionado, aún no creyendo lo que estaba sucediendo.
Zenitsu estaba avergonzado, ¿no estaba mal casarse con su protegido? ¿Con el niño de ocho años que recogió y cuidó por mucho tiempo? — Tan adorable no es... ¿Cómo se habrá corrompido mi chico? ¿Cómo fue qué dejó de ser inocente? — llenó de preguntas, estaba en crisis de nuevo.
— Cálmate, Monitsu. Eres tú quien le generó tantas tentaciones. Bueno, yo me voy para dejar que te sientas culpable el tiempo que quieras. — contestó Inosuke, alejándose allí y despidiéndose con una mano.
— No te preocupes, Zenitsu. Estas cosas pasan..., no eres culpable de nada. Tú no puedes controlar la mente ni el corazón de tu chico. Es bonito que lo hayas enamorado a tal punto de que quiera casarse contigo — habló Tanjirou intentando dar ánimos a su amigo, el rubio desvió la mirada.
Él solo quería que Uzui volviera.
Sentía el vacío que le provocaba la ausencia de su chico. Recibía sus cartas y él las respondía, siempre estaba al pendiente de esas hojas. Solo quería que estuviera a salvo.
Aún no estaba cerca de volver, la misión se complicaba y lo atrasaba. Las cartas de Tengen le provocaban un vuelco en su corazón, el chico se expresaba tan bien, flechándolo cada vez más.
Ya habían pasado unos meses, en los cuales, el rubio tuvo que ir a otras misiones también peligrosas. Arriesgó su vida y, en una de ellas, estuvo a punto de no volver a la finca.
Eran lunas superiores, dos malditas lunas superiores que le hirieron de gravedad. Gracias a sus compañeros, él seguía con vida. Había quedado inconsciente por un corto tiempo, por lo que no pudo estar al tanto de los escritos de su chico. Cuando despertó, buscó incesantemente las nuevas cartas que debieron llegar durante su reposo, pero le informaron que no recibieron ninguna. Eso lo angustió aún más.
¿Por qué dejó de recibirlas? Esperó una semana, unos meses, y luego ya había pasado un año. No quería aceptar lo que su mente le decía, lo que sus compañeros le decían. No quería aceptar la idea de que su chico podría haberse ido para siempre.
Sus compañeros intentaron contactarlo, pero no lo lograron. Consolaron a Zenitsu, quien aún estaba negando absolutamente todo. No lo creería hasta que hubiera alguna evidencia. Pero eso no lo tranquilizaba, no podía evitar soltar lágrimas por el dolor que le causaba en el pecho.
Hasta que apareció.
El rubio estaba tumbado en su futón, mirando la luna desde la ventana. Escuchó unos ligeros ruidos y se alarmó. Se puso en alerta y agarró su espada, vio una sombra en la puerta de la entrada a su dormitorio, pero sentía la presencia detrás de él. Se giró con rapidez y apuntó con su espada, distanciando a la persona que se había infiltrado a su dormitorio.
— Hey, tranquilo... Lo siento, pero tenía que hacer una entrada extravagante — se defendió levantando ambas manos para defenderse. Zenitsu entreabrió los labios y miró con más detalle aquella silueta. — Empecemos de nuevo... — dijo, acuclillándose en una pose 'genial'.
Zenitsu dejó que las lágrimas cayeran sobre sus mejillas, se tapó los labios y se apresuró en acercarse a él lanzándose en un abrazo. — ¡Uzui! ¡¿En verdad eres tú?! ¡Oh por Dios! — exclamó, abrazándolo fuertemente, aferrándose a la tela de su vestimenta.
Tengen sonrió ampliamente y correspondió a su abrazo, se acomodó sentándose en el suelo y atrayendo el cuerpo de su mentor al suyo. — ¿Me extrañaste? ¿Para qué pregunto lo obvio, no? Claro que sí, me necesitaste — comentó sujetando su cintura, ladeó la cabeza para juntar su frente con la suya. — No llores ¿sí? Sino también lloraré — susurró.
— ¡Eres un ingrato! ¡Para nada considerado! ¡¿Por qué dejaste de escribir?! ¡¿Qué es lo que te sucede?! ¡Al menos debiste haber dado una señal de vida, idiota! — exclamó reprochándolo, le dio un golpe en el brazo y lo miró molesto. Uzui se sorprendió, lo miró enternecido y no perdió tiempo en unir sus labios con los del rubio, robándole un beso.
— Lo siento, lo siento tanto ¿sí? Se me acabó la tinta y no tenía dinero para comprar hojas... Las personas de allí eran muy egoístas, no querían prestarme nada, intenté robar, pero mis ratitas también desaparecieron. No sé dónde estarán... — respondió desesperado. Zenitsu estaba ruborizado, se tocó los labios y lo miró enternecido.
Le acarició las mejillas y negó con la cabeza. — Está bien, de todas formas eres un ingrato, pero ya pasó. Estás aquí. Y... Lo siento tanto por tus ratitas — murmuró, abrazándolo de nuevo. Uzui correspondió el abrazo y acarició su espalda.
— Te extrañé — murmuró, inhalando el aroma de los cabellos rubios. Zenitsu sonrió y se separó para verlo. — Mucho — añadió besando su mejilla.
— Yo también... ¿No quieres ir junto a las enfermeras? ¿Tienes alguna herida? Déjame revisarte — dijo, buscando con la mirada alguna cosa fuera de lugar en su cuerpo. El albino sonrió y lo miró divertido.
— Está bien, te doy permiso para desvestirme — respondió, acomodándose para que el rubio tuviera espacio. Zenitsu lo miró con recelo y rodó los ojos, llevó sus manos a la camisa negra sin mangas para desabotonarla con cuidado, ruborizándose al ver parte del pecho de su chico. Uzui había crecido bastante en estos últimos años, habían pasado casi dos años desde que se fue, ganó más altura y musculatura. La abrió de par en par y se la quitó.
Tragó saliva y tocó las heridas cicatrizadas que tenía en su torso, frunció el ceño al ver que no eran para nada pequeñas. Los demonios lo habían cortado con sus garras. Lo recorrió con la mirada, observando cada detalle en su piel y tocó una herida que parecía reciente.
— Eso fue ayer... Un maldito árbol mandó sus ramas hacia mí — explicó, mirando atento al rubio. Zenitsu asintió y le quitó los brazaletes.
— Con estas cosas es obvio que atraerás más a los demonios — murmuró en modo de reproche. Sabía que Tengen ya no era un niño, pero seguía siendo su chico, su pequeño tsuguko. Uzui rodó los ojos.
— ¿No me quedan bien? — tanteó preocupado. Sonrió satisfecho al ver el asentimiento de Zenitsu. Se ruborizó y tragó saliva cuando sintió las caricias del rubio sobre su torso, sus manos iban bajando sobre su vientre hasta llegar a su cinturón. Miró atento el rostro de su mentor, pudo ver que también tenía las mejillas encendidas.
— Has crecido mucho... — murmuró Zenitsu, inclinándose hacia él para observar su espalda. Uzui asintió y le sujetó de la cintura, también quería tocarlo, hacía tiempo que no lo veía. El rubio se sobresaltó cuando sintió la mano de su chico metiéndose por debajo de su bata, recorriendo su muslo hasta llegar a su cadera. Apretó los labios y levantó la mirada para verlo.
— No estoy herido, estoy bien... Mis heridas sanaron, lo único que quiero ahora es estar contigo — confesó, inclinándose hacia él para recostarlo sobre el futón. Zenitsu sentía que su corazón saldría de su pecho, lo miró con asombro, estaba nervioso. Tengen lo miró fijamente, ubicándose sobre él. — ¿Me dejas estar contigo? Por favor — pidió, flechando de nuevo el corazón del rubio.
El albino se acercó a su rostro y besó sus labios sin prisa, temiendo ser rechazado por Zenitsu. El rubio cerró los ojos y le correspondió, empezando a moverlos. Uzui se sorprendió, su corazón empezó a acelerarse y a sentirse contento. Esta vez, se sintió más libre para actuar.
Profundizó el beso, acomodándose entre las piernas de su mentor, recorrió todo el interior de su boca con su lengua y jadeó al separarse. Sintió las manos del rubio acariciando su espalda con las uñas, recorriendo con delicadeza su piel. Ladeó la cabeza para probar su cuello con necesidad, bajó sus manos para acariciar sus muslos, metiéndolas debajo de la bata lentamente. Besó sus mejillas y volvió a subirlas para abrir por completo la bata que cubría el cuerpo del rubio. Lo miró embelesado, tanto tiempo deseó tenerlo de ese modo. Besó su pecho, dejando marcas, recorrió todo su torso con la lengua y con una mano, apresó su miembro para empezar a tocarlo mientras besaba sus muslos. Zenitsu echó la cabeza hacia atrás y soltó un gemido, se mordió el labio inferior y sus ojos se humedecieron.
Uzui lo tocó con insistencia y se desabrochó el cinturón con la mano libre. Se despojó de todas sus ropas y se cubrió apenas con una sábana. — Zenitsu... — susurró, mordiéndose el labio. Volvió a besarlo y dejó de masturbarlo para comenzar a prepararlo, probando introducir sus dedos en la entrada del rubio, provocándole un respingo. — Lo haré con cuidado — murmuró, juntando su frente con la suya.
Zenitsu cerró los ojos con fuerza y se dejó dominar por su chico, apretó los labios, las lágrimas seguían cayendo sobre sus mejillas. Tengen reemplazó sus dedos por su miembro, y penetró de a poco al rubio, mirando atento su reacción. Empezó a moverse y se excitó aún más cuando escuchó los sonidos que provenían de los labios de Zenitsu.
Los gemidos que no pudieron callar acabaron con la silenciosa noche. Uzui estaba fascinado, ver todo lo que provocaba en el rubio era impresionante. Sus mejillas estaban encendidas y el sudor recorría todo su cuerpo, unas embestidas más fueron suficientes para venirse dentro de él, provocándole también el orgasmo en Zenitsu. — Te amo — le confesó, recargándose sobre sus codos para no caer sobre el cuerpo del rubio, se encariñó con su rostro y dejó besos en su mejilla.
— ...Yo también — respondió agotado, ladeando la cabeza para corresponder a sus cariños. Tengen sonrió feliz y volvió a besarlo con calma. Zenitsu acarició sus cabellos plateados. — Creció también — dijo una vez que se apartó de él.
— ¿De qué hablas? ¿De mi cabello? ¿De mi cuerpo? ¿O de lo que tengo allí abajo? A todas esas preguntas, la respuesta es sí — respondió divertido. El rubio se ruborizó, chasqueó la lengua y desvió la mirada.
— Sigues siendo un pervertido... Aún no puedo creer que te hayas masturbado en aquellas ocasiones ¡En mi presencia y sin vergüenza alguna! Eres un caso serio, Tengen — murmuró negando con la cabeza. Uzui soltó unas risitas.
— Pero te gusta — respondió, clavando sus dientes en la piel de su cuello. Zenitsu jadeó y lo agarró del rostro para mirarlo.
— ¿Acaso no puedes verme como tu mentor? Algo como tu sensei o tutor... — tanteó intrigado. Uzui se relamió el labio y sonrió divertido, volvió a besar sus labios.
— No, te veo como mi esposa — contestó entre el beso. — ¿Acaso ya olvidaste tu promesa? — preguntó indignado.
El rubio sonrió abatido, al ver la mirada expectante de su chico volvió a confirmarse de que hablaba muy en serio. — No..., no lo olvidé — respondió bajando la mirada.
— Entonces... ¿Cuándo nos casaremos? — tanteó volviendo a sonreír. Zenitsu entreabrió los labios y se ruborizó. — ¡Cierto! ¡Aún no te he dado un anillo! Estoy pobre, por favor, espérame un poco más hasta que pueda conseguir algo digno para ti. No me tardaré nada, mañana mismo iré a cobrar mi paga — añadió con emoción, provocando unas risitas en el rubio.
— Está bien, si te esperé casi dos años, no tendré problemas en esperarte un poco más — respondió, alegrando más al albino.
— ¿En serio solo pensaste en mí? ¿No hubo nadie más? ¡El idiota de Kaigaku se quedó contigo! Yo solo pensé en ti en todo este tiempo, decliné muchas ofertas porque quería guardarme y mantenerme intacto para nuestra noche — habló sin cesar, mareando a Zenitsu.
¿En verdad había planeado todo lo que haría con él apenas llegase? El rubio no dejaba de pensar en esa idea y en la postura tan firme que tenía su chico en cuanto a querer casarse con él. Sonrió enternecido y le acarició las mejillas, callándolo. — Eres un chico caprichoso, Tengen, pero fiel. — comentó, llamando su atención. — Me encantas — confesó, ruborizándolo.
•
• Un One Shot algo extenso por aquí... ¡Gracias por leer! •
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top