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• Angst • AU • Smut •
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Preparó el desayuno y el almuerzo como de costumbre, su esposo despertó y, en silencio, comió lo que le sirvió. Levantó la mirada para verlo y la volvió a bajar. — ... ¿En verdad te gusta lo que preparo para tu almuerzo? Podrías decirme exactamente qué es lo que quieres comer, para cocinarlo — rompió el silencio, aún sin obtener la mirada del contrario.
— No, así está bien — respondió, levantándose para dejar sus platos en la regadera. Lo siguió con la mirada y sonrió levemente cuando regresó junto a él, mirándolo expectante. — Ya me voy, nos vemos más tarde — dijo, levantando una mano para despedirse. Asintió con la cabeza y lo vio marcharse.
Bajó la mirada y recargó su rostro sobre la palma de su mano. Miró el anillo que brillaba en su dedo anular. Sonrió reflejando amargura. Era lo único que brillaba en ese lugar. Respiró profundo y se levantó para mirar la ventana.
Vio a su esposo saliendo del estacionamiento para ir rumbo a su trabajo, quedó pensativo y resopló.
Hacía tiempo que sentía ese vacío en el departamento en el que vivía con él. Las cosas habían cambiado bastante luego de cumplirse un año y medio de casados. Sabía lo que estaba sucediendo y presentía lo que podría ocurrir después.
Había visto cómo la mirada violeta iba apagándose al igual que su expresión, cuando antes su rostro se iluminaba con solo verlo y deslumbraba un tierno brillo en sus ojos. Había escuchado suspiros que se hacían cada vez más frecuentes. Lo escuchaba resoplar cada cinco segundos, como si estuviera cansado de algo.
El trabajo lo agotaba, pero sabía que él intentaba no llegar temprano al departamento y, cuando lo hacía, solo podía arrastrar los pies y mirarlo taciturno e indiferente para luego tumbarse en la cama y 'dormir'. Comía la cena en silencio, aunque a veces comentaba cosas triviales con el solo propósito de no ser tan obvio. Estaba seguro de lo que estaba sucediendo, solo que no quería aceptarlo.
Era terrible la sensación que se hacía lugar en su interior. Se sentía inútil al saber que ya no lograba provocarle ni el más mínimo sentimiento a su esposo, su compañero de vida. Reconocía que existía un vacío y estaba consciente del gran espacio que había entre los dos. Se preguntaba constantemente qué fue lo que hizo mal, ¿habrá fallado en algo? No quería discutir con él, no quería escuchar las palabras que podría decir su pareja.
Cada día más lejos, cada segundo era un paso atrás.
Lo peor de todo era que los latidos de su corazón retumbaban en su cabeza. Podía escucharlo y eso bastaba para comprender que Uzui Tengen ya no sentía nada por él.
Un día más, una noche más.
Cerró los ojos cuando sintió su presencia en la habitación, fingir que estaba dormido le generaba más alivio al albino, lo sabía. La cama se hundió a sus espaldas, su esposo estaba acomodándose también para dormir, escuchó de nuevo un suspiro y todo quedó en silencio. Ningún movimiento más. Era como si la cama estuviera partida a la mitad.
Unas lágrimas bajaron sobre sus mejillas, arrugó la tela que cubría su almohada, hundiendo sus dedos en ella. Suponía que se había acabado. No había nada más que decir. ¿Por qué no solo quedarse con lo mejor? Se secó las lágrimas y se giró para verlo, su esposo estaba con los ojos cerrados, pero sabía que no estaba durmiendo. Extendió su mano para tocar su mejilla, y se inclinó hacia su rostro para depositar un beso en esa zona, logrando que abra los ojos.
Observó esa mirada apagada y apretó los labios, intentando reprimir su llanto. Se reincorporó para ubicarse sobre él, sentándose a horcajadas y volvió a inclinarse para juntar su frente con la suya. Tengen se acomodó en la cama y sujetó sus caderas, comprendiendo el silencioso pedido de su esposo. Zenitsu unió sus labios con los suyos, siendo correspondido, empezó a moverlos y a fundirse en un beso necesitado.
Ladeó la cabeza para besar su cuello, dejando marcas a su paso, bajó sus manos para acariciar el torso del albino y rozó su nariz sobre su mejilla. Sintió el fuerte agarre de Uzui en su cintura que lo hizo recostarse sobre las sábanas, cambiando de posición. Recorrió su rostro con la mirada y extendió su mano para acunar su rostro, mirándolo con súplica. Tengen dejó besos cortos sobre sus labios para luego bajar sin dejar de probar su piel, humedeciendo con su lengua cada parte de su torso que la tela de su camiseta dejaba al descubierto.
Lo despojó de su prenda superior y bajó la mano para acariciar sus muslos, subiendo y bajando por debajo de la tela de su short. Se lo quitó con paciencia, sintiendo aún la mirada fija de su esposo. Se hizo espacio entre sus piernas y humedeció dos dedos para introducirlos en el interior del rubio sin perder tiempo.
Zenitsu jadeó y enredó los cabellos plateados entre sus dedos, ladeando la cabeza, sintiendo cómo su entrada se dilataba. Era muy poco lo que estaba recibiendo, pero suponía que era suficiente. Tengen se acomodó y, cuando vio que ya estaba preparado, cambió sus dedos por su miembro, metiéndolo lentamente dentro de su esposo.
Los gemidos hicieron eco en la habitación, el rubio jadeaba y arqueaba la espalda, sujetaba fuertemente los brazos de Uzui, aferrándose a ese último momento que tendría con él. Las lágrimas salieron por sí solas, ya no podía contenerlas. Tengen lo miraba fijamente, con las mejillas algo encendidas y el flequillo sobre el rostro. Zenitsu lo agarró de la nuca y lo atrajo a su rostro para mantenerlo cerca, juntó su frente con la suya y sollozó, sintiendo las embestidas fuertes de su esposo.
Acarició sus mejillas y lo miró con tristeza, sorprendiendo al albino. Gimió una vez más cuando llegó al clímax, viniéndose sobre su vientre y manchando un poco la del albino. Hipó y rodeó el cuello de Uzui para abrazarlo. — Te amo — susurró, regalándole esas palabras una vez más. Aún no podía detener sus lágrimas, ni calmar sus hipidos, no recibió respuesta alguna, solo un beso en su oreja.
Tengen se acostó a un lado, recibiendo el abrazo de Zenitsu que rodeaba su torso con su brazo. — Te dejé el almuerzo para mañana en el refrigerador — comentó, recibiendo solo un 'ok' como respuesta. Ladeó los labios y levantó la mirada para verlo, elevó su mano para tocarle la mejilla, dejando unas caricias. Tengen entreabrió los ojos para mirarlo.
— ¿No vas a dormir? — tanteó frunciendo el ceño. Zenitsu bajó su mano rápidamente y se acomodó de nuevo, mirando al frente. Uzui soltó un suspiro y volvió a cerrar los ojos, quedándose dormido al poco rato. Por su parte, el rubio no logró conciliar el sueño, miró un punto distante, sintiendo la respiración de su esposo. Volvió a separarse de él y lo miró por unos minutos.
Ladeó los labios y se levantó, buscó una ropa decente y se la puso.
Metió algunas cosas dentro de un bolso y salió de la habitación, apenas eran las dos de la mañana, pero si seguía más tiempo allí sólo extendería más su agonía. Agarró una hoja y un lápiz, se sentó en la silla y comenzó a escribir, su corazón latía con fuerza, sintiendo únicamente dolor, se llevó lo poco que tenía y se marchó dejando todo.
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Pasó su día fuera de casa, paseando por las calles. No había planeado lo que haría después de salir del departamento, no tenía idea de lo que pasaría de ahora en adelante. Solo quería estar solo un momento, su corazón no dejaba de doler, sus pensamientos lo abrumaban.
No tardó en recibir las llamadas de su esposo, miró sin ganas la pantalla de su celular que indicaba una llamada entrante del albino y esperó a que dejara de sonar. En la décima llamada, decidió bloquearlo. Ya habrá leído la carta, ¿de qué más querría hablar? No tenía ganas de hacerlo, ya había dejado todo en claro. Caminó con las manos en los bolsillos y esperó la llegada del tren que lo llevaría a la casa de su abuelo, le vendría bien respirar algo de aire fresco, alejado de la ciudad. Tendría tiempo suficiente para descansar de una vez, ¿tendría que volver?
Las cosas no eran tan fáciles.
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Tengen leyó una y otra vez aquella carta. Se restregó las manos sobre su rostro y chasqueó la lengua. Juntó su frente contra la fría pared y cerró los ojos con fuerza, soltando un par de lágrimas. Se reprendió mentalmente sin parar. ¿Cómo no se había dado cuenta? Había lastimado a Zenitsu, su esposo. Se marchó con el corazón roto, sin intenciones de volver, dejando su anillo y terminando con él.
Hacía tiempo que dejó de tocarlo como antes, de mirarlo como antes. ¿En qué momento fue exactamente que sucedió? Su rubio sentía su ausencia a pesar de estar a su lado, buscaba cariño, pero él no se lo daba.
Apretó los dientes y arrugó la hoja, Zenitsu, a pesar de soportar su estúpido comportamiento, siempre intentó estar ahí. No dejaba de prestarle atención, lo observaba a cada instante y era el único que se esforzaba para mantener esa relación que ya llevaba meses estando rota.
Quizás, intentando enmendar algún error, intentando volver a reparar algo que él ni siquiera había roto. Siempre atento, siempre siendo un buen esposo. ¿Cómo agradeció todas esas atenciones? No había actuado correctamente. ¿Era por eso que se sentía tan distinto anoche? Se tapó los labios. ¿Era una despedida? Una despedida vacía... Dejó que la piel de su rubio se enfriara, dejó que sus labios se resecaran, dejó de hacerlo sentir especial. En otras palabras, dejó de ser su esposo y de demostrarle ese amor que le prometió.
Sintió un dolor en su pecho al recordar que anoche le había confesado de nuevo su amor. ¿En cuántas partes lo habría roto? No contestaba a su llamado, Zenitsu ya lo tenía bloqueado. ¿A dónde iría?
Se sentó en el suelo y miró un punto distante. Debió esforzarse también en mantener el amor, o al menos, acabar con su agonía. ¿Por qué esperó tanto? Si bien, sus sentimientos por Zenitsu habían cambiado, no era culpa de su esposo, solo que ni siquiera sabía por qué fue apagándose.
Pero no se esforzó en intentarlo de nuevo, quizás haya sido algo del momento, pero dejó que sucediera. ¿Su rubio habrá pasado por lo mismo?
Leyó de nuevo sus últimas palabras y soltó más lágrimas. 'Gracias por hacerme feliz, supongo que las cosas no son para siempre... O tal vez sí, pero no fue en nuestro caso. No te sientas culpable, por favor, busca de nuevo tu felicidad, yo haré lo mismo. Te ama, Zenitsu' —
Tenía las manos vacías.
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• Estaba escuchando 'Just Give Me A Reason' de Pink y la inspiración llegó eué •
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