Soulmate - Sanayeon
Habían pasado ya cinco meses de la culminación de "Soulmates" donde Sana y Nayeon se conocieron y decidieron darse una oportunidad. Después de que las cámaras se apagaran, Sana llevó a Nayeon con padre, pues quería presentar a la mayor cuanto antes.
Evidentemente la pelinegra no dejó pasar la oportunidad de ofrecer sus servicios de seguros médicos, alegando que sus pólizas eran la mejor opción y que haría un descuento especial por ser su "casi suegro", quien gustoso aceptó a petición de su querida hija.
Ambas mujeres aún mantenían contacto con algunas de las participantes, sobre todo con la recién debutada y Tzuyu. Poco sabían de Mina y Chaeyoung, lo único de lo que se enteraron fue sobre su separación a tan solo 2 meses de haber empezado.
Ahora la pareja disfrutaba de un brunch elaborado en el balcón del departamento de Sana, no se habían mudado juntas, pues a pesar de que todo iba bien, querían esperar un poco más tiempo antes de dar el siguiente paso en su relación.
—Sinceramente era algo de esperar, cariño. Son no sabe mantener su palabra, a mi me engaño y caí redonda en sus redes. -- decía Sana mientras llevaba un trozo de jamón serrano a su boca.
—Lo sé, Sana banana. Mina tampoco era de fiar, jugaron con casi todas las participantes. La buena noticia es que gracias a lo tonta que fue Chaeyoung, tome valentía para acercarme a ti.— Nayeon afirmó guiñando un ojo, pues algo que nadie sabía es que después de compartir unos minutos en aquella sala, la mayor le robo un pequeño beso en los labios a Sana. Solo para asegurar que caería en sus brazos.
—Me tomaste por sorpresa, sinceramente pensé que nuestro primer beso sería muy diferente.
—Es que te veías muy bonita, y después de tomar tus manos supe que tenía que hacer algo para asegurar el anzuelo— Sana al escuchar eso soltó una risa nasal.
—Ni que fuera pescado para qué me andes pescado, pero es cierto. Ese beso fue la confirmación de que te quería seguir conociendo, sin cámaras y sin nadie más.
Después de conocer al padre de Sana, ambas emprendieron un viaje a la playa. No fue problema planearlo con tan poca anticipación, pues la fortuna de Sana pagó un helicóptero para el traslado y un alquiler en las mejores casas de vacaciones en la Isla Jejú. Nayeon creyó que todo era un gasto innecesario y que podrían conocerse en citas más tranquilas y menos costosas pero Sana se negaba repitiendo "quiero tiempo de calidad contigo, unos cuantos dólares no son nada para mi".
Aunque al principio a Nayeon no le parecía para nada la manera en la que Sana gastaba en ella, aprendió a acostumbrarse, la rubia era tremendamente atenta. Una vez en casa de Nayeon pidió prestada una blusa pues por su torpeza regó un poco de salsa de kimchi en su propia blusa. Al buscar en el closet de su novia y visualizar solo una prenda de Louis Vuitton y preguntar si la marca era del agrado de su Unnie y recibir una respuesta positiva, Sana no demoró más de un día en llevar a Nayeon a una tienda de la reconocida marca de ropa y regalarle miles de dólares en ropa.
Con el tiempo, la mayor supo que en realidad así era Sana, que le encantaba derrochar dinero en compras, que para ella el límite no existía y aunque Nayeon vivía bien, su estilo de vida cambió completamente gracias a los constantes regalos de su pequeña pero millonaria novia.
—El cumpleaños de papá es el viernes entrante y hará una fiesta en la mansión ¿te gustaría ir conmigo, conejita?— Sana preguntaba mientras se levantaba de su asiento e iba a las piernas de Nayeon, quien gustosa la aceptó rodeando la pequeña cintura de la menor con sus manos.
—Las fiestas de ricachones siempre son aburridas, amor. Pero aceptaré porque la fiesta es de mi querido suegro— Sana elevó una de sus cejas y rió mientras colocaba sus antebrazos en los hombros de Nayeon pegándose a ella y haciendo que su cabeza quedara sobre la de su novia.
—¿Ahora me dices ricachona, eh? No recuerdo haberte escuchado decir eso mientras te follaba en la avioneta cuando regresamos de París.
A Nayeon se le erizó la piel al recordar como su traviesa Sana banana se había colado en su asiento tocando sus pechos sobre la tela de la delgada blusa. Cerró los ojos mientras tomaba una respiración profunda, no quería tener pensamientos como esos ahora, estaba casi de salida a una junta en la compañía de seguros y sus bragas mojadas no serían una buena compañía.
—En mi defensa, tener un avión privado a nuestra disposición facilitó tus asquerosas intenciones, amor— Nayeon sintió una risita por parte de la rubia y sólo le quedó rodar los ojos y dejar un pequeño beso en el cuello de la contraria.
—Te recuerdo que la que me rogaba por más eras tú, pasivita— Nayeon odiaba ese apodo, así que sin mucho esfuerzo se levantó con Sana entre sus brazos y la giró dejándola en la silla, dejándola sorprendida por su fuerza bruta.
—Tu pasivita se retira, pues no soporta esas faltas de respeto y menos viniendo de una ricachona como tú— Nayeon se apresuró a dejar un corto beso en el puchero que su Sana formó con los labios— Me tengo que ir, pero nos veremos el viernes para la fiesta de tu papá. Por favor me mandas el código de vestimenta y toda la información del evento. Te quiero Sana..
Nayeon se apresuró, pues tenía que ser puntual con la junta de hoy, estando a punto de salir escucha como su novia gritaba sin un poco de vergüenza "Yo también te quiero pasivita" y aquellas carcajadas que tanto amaba. La mayor rodó los ojos y dejó pasar aquel apodo solo porque tenía cosas más importantes que hacer como para pelear con una testaruda niña rica.
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El viernes por la noche, Sana esperaba ansiosa a su novia. La rubia vestía un hermoso vestido color vino, con un escote muy apetecible pero sin llegar a lo vulgar, no llevaba tirantes y toda su espalda estaba descubierta, y el toque final era una apertura en su muslo derecho que dejaba ver sus trabajadas piernas y unos tacones negros que la hacían ver mucho más alta de lo que ya era.
Sana se encontraba de pie en medio del salón donde se estaba llevando a cabo la fiesta, si bien era cierto que amaba los lujos, su novia tenía razón en lo aburrida que era la fiesta de su padre. Probablemente solo duraría pocas horas y no habría nada de diversión. Su vista se dirigió por casualidad a la entrada de aquel espacio y justo en ese momento, una Nayeon con un precioso vestido negro aparecia robando todo su aliento.
El vestido era tan negro como el mismo universo, a diferencia del de Sana, el de Nayeon contaba con un escote mucho más pronunciado en forma de V, dejando ver parte de su abdomen, claro que puede parecer exagerado, pero para gente tan rica como la familia de Sana, cualquier oportunidad era buena para presumir las mejores prendas.
—Se te cae la baba, cariño— Sana no se había dado cuenta cuando Nayeon ya estaba frente a ella. Llevó su mano a la comisura de sus labios y limpio en respuesta al comentario de la mayor— Te ves preciosa, Sana.
—Tu te ves exquisita, te queda excelente este vestido.
Después de una ronda de halagos y besos cortos (para no regar sus labiales) se integraron a algunas conversaciones con los invitados. Todos en el lugar estaban familiarizados con la relación de ambas mujeres, incluso Nayeon estaba aprendiendo Japones para poder hablar con los familiares de Sana que no dominaban el coreano.
Ya habían pasado unas horas, la pareja se encontraba descansando sobre un extenso sillón, casi todos los invitados desaparecieron, dejando a la familia Minatozaki con los más allegados.
—No puedo creer que apenas es medianoche ¡y la fiesta haya terminado!— decía con fastidio la rubia. Sintió que arreglarse tanto no había válido la pena. Nayeon apretó la mano de Sana, una idea fugaz pasando por su mente, recordando sus días en la universidad y una discoteca barata pero con una energía rejuvenecedora.
—Pide un chofer, te voy a llevar a un lugar— Sana la miró extrañada, pero de todas maneras asintió, confiando plenamente en Nayeon. —Probablemente necesitemos algunos de tus guaruras.
—Vamos a cambiarnos entonces— sugirió la rubia ya estando de pie, pero su novia negó, alegando que se veía "hermosamente deslumbrante" con aquel vestido. Toda la situación era bastante extraña, pero Sana solo se encogió de hombros y mando unos cuantos mensajes, teniendo a su chofer y 3 hombres listos para escoltarlas a la dirección que Nayeon no quiso compartir con ella.
Rápidamente se despidieron del Señor Minatozaki, quien se encontraba un poco ebrio debido a los constantes tragos que el mesero le había proporcionado. Ambas chicas entraron a una camioneta e iniciaron el viaje a aquel misterioso lugar.
Media hora después llegaron a un establecimiento, a las afueras había una larga fila para entrar y las luces neón se reflejaban en la acera de la calle. No se veía de mala muerte, pero tampoco era a lo que Sana estaba acostumbrada.
—Aquí vamos a tener diversión de verdad, cariño— Nayeon susurró al oído de Sana, quien solo asintió y fue tras su novia que ya le estaba dando unos cuantos billetes al gran hombre que custodiaba la entrada.
Su vestimenta no era para nada acorde al lugar en el que estaban, pero sin duda Sana se sentía poderosa al recibir miradas de casi todas las personas ahí. Nayeon se apresuró y llegó a la barra donde pidió una ronda de seis shots de tequila, tres para cada una. Emborracharse no era preocupación de ninguna, pues había tres hombres que las cuidaban de cerca.
Sana sintió los efectos del tequila demasiado rápido, por eso rara era la vez que tomaba alcohol, no eran una buena combinación. Nayeon, sin embargo, disfrutaba de los tragos uno tras otro, sin sentir nada en el momento.
Fueron a la pista de baile, donde solo sonaban canciones movidas y con ritmos para bailar o muy sensuales. Se dedicaron a bailar hasta que sus pies no daban más, a rozar sus cuerpos hasta que las ganas de desnudarse ganaron.
—Vamos a mi departamento, ya te quiero arrancar ese vestido— Sana le decía con la voz ronca a Nayeon, quien estaba de espaldas a ella restregando el trasero en su pelvis.
Sin decir nada, la mayor la guío a la salida, no tardaron mucho en encontrar la camioneta y a su chofer. Ambas eran muy discretas a la hora de estar en público, aunque no lo crean, pero el alcohol les daba cierta valentía para ser muy picaras. Sana no podía despegar su boca del cuello de su unnie, y la contraria se dedicaba a reprimir esos vergonzosos gemidos, no quería que el chofer se diera cuenta de cosas que no debía.
Al llegar al departamento, ambas fueron a tientas a la recamara de Sana, estar borrachas y demasiado excitadas no era buena combinación, y menos cuando ambas eran algo torpes en la vida diaria.
Contra todo pronóstico, azotaron en la cama pues Sana se tropezó, poco les importó y mantuvieron sus labios pegados, luchando por llevar el control. Lenguas aterciopeladas y húmedas moviéndose en sincronía haciendo que ambas se mojaran.
—Te ves deliciosa, desde que vi este escote quise quitárselo y meterme tus pechos a la boca— Sana decía mientras se alejaba de la pelinegra, quien no tuvo oportunidad de contestar, pues su novia ya había desgarrado el vestido liberando sus pequeños pero apetecibles pechos— Te dije que te lo iba a arrancar.
Nayeon solo pudo gemir, tomando un puñado del cabello de Sana entre sus dedos y guiandola a sus pechos. Sin dudarlo mucho, se llevó su pezón derecho a la boca y con la mano contraria ya se encontraba bajando el resto del vestido dejando a Nayeon solo en bragas.
—Sana, por favor, más fuerte— Nayeon gemía, pues le encantaba lo brusca que podía ser su novia, a pesar de esa personalidad dulce y cariñosa que tenía. Fuera de la cama, Sana era atenta, bondadosa y muy amorosa, pero cuando tomaba el control en el sexo se volvía salvaje y a Nayeon le encantaba.
Sana no dudo en cumplir sus peticiones y jalo el pezón mientras con sus dientes aplicaba más presión. Nayeon mientras tanto era un desastre de gemidos y jadeos, movía sus caderas contra el muslo descubierto de Sana.
—Quítate el vestido también, cariño. Quiero verte desnuda— Nayeon le pidió y mientras veía como se desnudaba, ella misma se encargó de quitarse la última prenda. Desde la cama, Nayeon pudo ver la mancha de humedad que Sana tenía en las bragas, y sin esperar se puso de rodillas frente a ella bajando su tanga hasta los tobillos y levantando una de sus piernas para ponerla sobre su hombro. Sana echó la cabeza hacía atrás cuando sintió la lengua de su mayor pasando por toda la extensión de su vulva. Gimió mientras sentía su clítoris ser succionado fuertemente y lo único que pudo hacer fue tomar a Nayeon del cabello y embestir su cara a la par de sus succiones.
—Si me la sigues chupando así de bien, puede que te folle como quieres, Nabongs— Sin duda era la motivación que Nayeon necesitaba, pues al oír tan oferta empezó a chupar más duro sintiendo como Sana aplicaba más presión en su cabello.
Los fluidos de su novia le llegaban a la barbilla y disfrutaba del sabor de esa, tenía un sabor un tanto ácido que la volvía loca. Supo que Sana estaba a punto de correrse cuando la escuchó casi gritar. Sin perder más tiempo, le metió dos de sus largos dedos solo para llevarla al tan deseado orgasmo.
—Ahí, Nayeon...mierda— Sana ya no podía controlar su boca, se sentía mareada por el alcohol y por todas las sensaciones que le causaban la lengua y los dedos de su novia.— ¡Me vengo, Nayeon, me vengo!— la mencionada ni siquiera se despegó y se dedicó a sacudir su cabeza mientras aprisionaba el clítoris de su amada con los labios, sintió como sus dedos se apretaron y un chorro de fluidos llenaba su cara. Nayeon llevó su vista hacía arriba y se encontró con la mirada de Sana, y manteniendo el contacto visual, sacó los dedos del interior de la rubia para llevarlos a su boca y limpiar todo rastro del orgasmo tan devastador que azotó a su pareja.
—No me dejaste ni quitarme los tacones, Nabongs— dijo Sana mientras recuperar el aliento y tomaba del brazo a la pelinegra, llevándola a la cama—Te voy a recompensar por lo que me acabas de dar, usaremos lo que tanto me has pedido.
Hace un mes Nayeon había llegado a casa con un bonito strap on de color rosa, Sana se nego a usarlo incluso cuando Nayeon le dijo que lo eligió rosa al ser su color favorito. Sana nunca había usado juguetes y le daba miedo lastimar a su pequeña novia.
A Nayeon le brillaron los ojos cuando vio a Sana moverse por el cuarto, ya completamente descalza y satisfecha. Al parecer la borrachera dejo sus cuerpo en cuanto su sesión de sexo comenzó. Nayeon tragó saliva al ver aquel pene rosado colgar entre las piernas de Sana, nadie imaginaba que la chica más pretenciosa y rica del programa fuera en realidad la activa que hacía morder almohadas.
Sana sonrió al ver la mirada hambrienta de su novia, no tardó mucho en ponerse sobre Nayeon y empezar a masturbar su centro demasiado rápido, sin besos, sin aviso. La mayor disfrutaba de todo con los ojos cerrados, hasta que la profunda voz de su novia la sacó de su trance.
—¿Cómo lo quieres, cariño? ¿rápido o lento?— le preguntaba la rubia a Nayeon mientras pasaba el juguete rosado entre sus labios vaginales, acariciando en el proceso su hinchado y palpitante clítoris— ¿Quieres que sea delicada como lo aparento o desquiciada y ruda como lo que en realidad soy?
Nayeon iba a responder, pero sintió como el grosor del pene falso abría paso entre sus mojados pliegues y solo pudo gemir, claro que Sana no le daría opción. Mientras Nayeon no dijera "conejitos" la rubia podía hacer lo que quisiera con ella. Claro que su relación no se basaba en sumisa y dominante, pero habían acordado tener una palabra de seguridad por cualquier cosa.
Sana gruño al sentir que era difícil moverse dentro de su apretada novia, quien gemía muy alto por la interrupción en su canal vaginal. Perdiendo la paciencia y con las de la mitad del juguete afuera, dio una estocada firme y rápida, estirando a Nayeon como nunca antes. Se quedó quieta.
—Mghhh Sana, por favor muévete ya— el dolor no se había ido, pero Nayeon sintió la necesidad de ser follada muy fuerte en ese momento.
—Toma aire, Nayeon— Fue lo último que dijo Sana antes de ponerse de rodillas entre las piernas de Nayeon y empezar a embestir constante y fuerte a su amada. Los pechos de la mayor no alcanzaban a rebotar cuando otro golpe en su interior hacía revolotear sus pechos de nuevo. La cama crujía y el respaldo chocaba contra la pared haciendo evidente la forma en que Sana se follaba a Nayeon.
—Dios mío, ahí, ahí— Sana veía como su unnie no podía ni hablar bien debido a los gemidos y jadeos que soltaba al intentar decirle donde lo quería, y justo como el día que se conocieron, Sana tomó una de sus manos inclinándose y quedando de frente con Nayeon quien apretaba los ojos fuertemente sintiendo su orgasmo llegar. —Estoy llegando Sana ahhh más.
Nayeon apretaba la mano de Sana mientras sentía ese familiar cosquilleo, y las implacables embestidas de la rubia. Sus cuerpos estaban empapados de sudor y la habitacióm olía fuertemente a sexo, toda la situacion hizo que Nayeon se corriera aparatosamente, mojando los muslos de Sana y en el camino también las sabanas.
La rubia salió de Nayeon lentamente —¿Estás bien?— le preguntaba preocupada pues jamás había sido tan brusca con algo que no fuera sus dedos. Nayeon asintió aún con los ojos cerrados, tratando de bajar de lo más alto— Estuviste excelente, Nayeon— alagó Sana quien ya se había quitado el juguete y conseguido algunas toallitas para limpiar a Nayeon— Aunque mañana tenemos que arreglar el desastre que hiciste.
Nayeon se sonrojo furiosamente y solo se pegó a Sana una vez que se acostó a su lado— Ya basta, Sana banana.— la pelinegra decía mientras inhalaba el delicioso aroma que el cuello de su novia desprendía. — Te amo infinitamente— dijo con las últimas fuerzas de aquella madrugada antes de caer dormida en el pecho de su Sana.
—Te amo también, Nayeonni— Le respondió cerrando los ojos y siendo abrazada por morfeo.
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Bueno este fue mi primer OS. No tengo lectores (esa era pau por allá de 2021 o 2022 con ningun lector jajaja) pero si llegaste hasta aquí, te agradezco tu tiempo y aprovecho para preguntar ¿que otro Shipp de Twice te gustaría leer en un one shot?
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