Una simple historia antigua
Advertencia: Historia lenta
Hace muchos años atrás, cuando el periodo Azuchimomoyama terminaba y empezaba el periodo Edo; la contribución y ofrendas a los espíritus, dioses o yokai era muy común en cada pueblo y cuidad de Japón.
Las personas se reunían para alabarlos, creando festivales o entregando esposas o alimento; dependiendo del espíritu que protegía el lugar. Y así mismo era en la aldea Migakarasu, quienes una vez al año hacían una festival con música, bailes, juegos y linternas de papel, para agradecer al los Tengu que vivían en las montañas, protegiéndolos y cuidando sus cultivos.
Las fiestas eran organizadas por la familia Tanaka, debido a que era la mas longeva en la zona y quienes habían creado esa unión con los Tengu de la montaña; por ello eran los dueños de los escritos a cumplir y debían encargarse de nada faltase.
Un ejemplo era que las mujeres casadas debían llevar una flor roja en el cabello, no era necesario que fuese natural, pero debía estar allí para que si un Tengu se fijara en ella comprendiera que la mujer ya tenia una pareja y no podría pedirla como esposa.
Aun así, cada 70 años, si o si una joven mujer debía ser ofrecida para el matrimonio. Tenia que ser la mas bella o lo suficiente para brillar a los ojos de aquellas criaturas aladas.
Una vez no se cumplió aquello, y se vivió la peor época del pueblo. Los cultivos se secaron, no llovía, los ladrones llegaban y arrasaban con todo, los niños enfermaban e incluso se permitió que nekomatas y bakenekos llegaran a tomar lo que quisieran de los pobladores. La única forma de calmarlos fue ofrecer una bella esposa, junto a canastas de peses y telas recién hechas.
Desde entonces no se ha fallado y el anciano de los Tanaka era el encargado de buscar una esposa para que esta completara con el ritual antes de la boda.
Ritual que deseaba destruir el joven Tanaka Ryunosuke.
Después de todo su amada era quien había sido elegida para ser la nueva esposa de los Tengu.
—Tanaka-san...por favor, si sigue caminando de un lado a otro hará un agujero en la madera.- Comento un joven de cabellos castaños mientras intentaba calmar a su amigo, aunque realmente no podía hacer mucho, ya que estaba inmerso en el dolor de su amigo.-Quizás...podemos pedir que otra mujer se case y...—
—Lo intente Tadashi, pero mi abuelo no se doblega. Se que Kiyoko es la mujer mas hermosa del pueblo, no del mundo entero...hasta es aun mas bella que las diosas mismas..— El joven de ojos rasgados choco su frente con la pared de su casa en un golpe suave.— Incluso Saeko...se ofreció.—
—¿Su hermana?.—
—Así es...pero el abuelo se negó. Dijo que la decisión ya estaba tomada y no la cambiaría.—
El joven de hebras castañas, apretó su pequeño bolso cruzado. Disculpándose por no ser mujer, aunque si lo fuese tampoco llegaría a brillar lo suficiente para que los cuervos lo escogieran, el solo era una piedra mas.
Pero lo que mas lamentaba era no poder ser útil para su amigo. Ryunosuke lo había salvado años atrás, cuando el apenas era un niño que escapaba de unos ladrones que habían destruido su aldea, le dio una casa en donde vivir, comida, un trabajo y mas importante una familia; por eso, el quería hacer algo, lo que sea para agradecerle todo lo que había hecho.
—Deberías ir a ver a Kiyoko, aunque es una joven muy fuerte y decidida, de seguro tiene miedo por dentro y lamenta no poder cumplir con vuestra promesa. Yo terminare los preparativos para el festival.— Le sonrió, buscando al menos calmar aquel dolor en el corazón del joven Tanaka. Quien al escucharlo y verlo, sonrió suavemente, palmando el hombro contrario antes de caminar a la casa del amor de su vida.
Tadashi lo vio desaparecer por el pasillo y al perderle de vista deicidio cumplir con lo que había prometido.
Fue a buscar a otros jóvenes del pueblo, para revisar los objetos y las canastas de alimentos. También reviso los pasteles de arroz, teñidos de un tenue naranja, esperando a estar terminados para ser perfectamente ordenados en las bandejas de hojas. Reviso que las linternas estuvieran terminadas, que las mujeres casadas tuvieran sus flores rojas listas para el gran día y que los hombres sus cuerdas con plumas. Se encargo de arreglar las campanillas de los niños y reviso sus estatuas de madera, para que estuvieran en perfectas condiciones en la nueva luna.
—Jovencito...¿Podrías ayudarme con el vestido de la novia?.—
—Ah si..enseguida Sra. Shirato.— Siguió a la mujer y entro a su casa, notando como en un pedestal de madera se encontraba el vestido de la novia, de un bello color blanco, con aquella capa que taparía el rostro de la dama, los zapatos de madera negro, con adornos de flores anaranjadas y el abanico de madera oscura con una tela tan suave como la seda. Pero lo que mas le llamo la atención fue aquel broche de cabello, era como una escalada de plumas, decoradas de plata uniéndose a través de un hilo rojo que terminaba con una figura de la luna.
—Hermoso ¿Verdad?.—La anciana se acerco al joven y tomo el broche con cuidado colocandolo en las manos del joven.-Mi hermana fue la novia hace 70 años... y ella también tuvo un broche, pero el suyo era muy diferente, dos plumas cruzadas con una joya en el centro, como indicando fuerza y valor. Se veía tan hermosa, con aquel vestido blanco...recuerdo verla esperar a los pies de la montaña con una sonrisa, como si no tuviera miedo, incluso estiro su brazo hacia mi y beso mi mejilla con amor...Ah, sus ojos brillaban y aquella peca debajo de su ojo parecía brillar....Oh, de nuevo hable sin parar, ven debes ayudarme a limpiar los accesorios y decorar el abanico.—
—Pero...el abanico ya esta listo.—
—No, querido, ese es la copia del abanico de mi hermana.— Tomo el abanico y lo voltio, dejando ver unas marcas anaranjadas en la madera.— Envían un abanico exactamente igual, pero hecho por el Tengu que pidió la mano, significa que aceptaron a la novia...vamos ayúdame que tu eres muy bueno en eso.—
Tadashi asintió, yendo rápidamente junto a ella para escoger la madera, el hilo, la tela y las pinturas. Amaba hacer eso, la capacidad de hacer algo con sus propias manos le llenaba de una sensacion tan deslumbrante que no podía detenerse.
Por eso, cuando toco la madera no pudo detenerse. Dejo que sus manos diseñaran la forma de las piezas, para luego cortarlas con sumo cuidado para formar aquellos palillos del komori*. No lo hacia con prisa, ya que cada pieza interna debía ser del mismo grosor y largo; ademas cuando terminara debía crear las dos piezas que actuarían de extremos y protegerían el papel y las demás varillas. Por eso al terminar busco otro trozo de madera mas grueso y se encargo de suavizar la madera, quería que fuese suave al tacto y ligero sin perder aquella protección.
Cuando termino decidió continuar con el arte en el papel, pero la luna había robado el lugar del sol y debía volver a la casa de su amigo. Aun así, decidió caminar lento apreciando la belleza de aquella luz en el cielo; belleza que al día siguiente trazo con pinceles y tintas sobre el lienzo, pidiéndole al sol que la secase con ternura para mantener el color blanco que había conseguido.
Luego le pidió ayuda a Kiyoko; o mas bien ella se ofreció, ya que quería calmar sus angustias. La joven de piel blanca tenso sus manos para que Tadashi trenzara entre ellas una cuerda que serviría como agarre del abanico, limpio, fuerte y bien cuidado.
—No deberías hacer todo solo.—Comento la joven al ver el esfuerzo de su amigo y hermanito, porque así veía al joven que llego sin nada mas que la ropa que llevaba puesta y un pincel viejo, al pueblo.—Yo seré quien se case...debería ser mi obligación.—
—Pero no deseas hacerlo.—El pecoso miro a la joven notando aquellos ojos cristalizados.—Yo realmente....digo..me gustaría ayudarlos.—
—Con que cuides a Tanaka y le ayudes a conseguir una buena esposa me basta.—
Tadashi quiso llorar al escucharla. Su hermana, como la veía, sufría en silencio bajo su bella sonrisa y ni las estrellas de madera que había unido a la trenza lograban reemplazar aquel sentimiento.
—Lo prometo.— Dijo en voz alta, dando el ultimo nudo y decidido a terminar aquel abanico.
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El día al fin había llegado.
Todos en la aldea, vestían perfectamente, los caminos decorados por completo y la gente jugaba, danzaba y reía; todos esperando a la hora para festejar hacia los pies de la montaña y dejar a la novia.
Por eso, muchos querían hablar con la joven de ojos de mar, nunca mas la verían y querían tener un bello recuerdo de ella. Las mujeres mayores le hablaban de lo que debía hacer como esposa, los hombres de como les gustaba la carne preparada, otros hablando de su valiosa suerte, de su belleza, de su amabilidad, de su nueva vida. Todos le hablaban como si ignoraran los sentimientos de ella, pero realmente lo único que querían era mantener su mente ocupada, porque todo el pueblo sabia del amor que había entre ella y el heredero de las tierras, un amor triste.
—Kiyoko-san.—La Sra. Shirato se acerco a la joven, quien disfrutaba sus últimos momentos con Tanaka. —Ya es hora de vestirte...Tadashi. ¿Nos ayudas?.—
—Pe...pero yo no...—
—El vestido es pesado y debe ser colocado sobre una tarima, porque es algo largo, solo necesito que me ayudes a bajarla y después llevarás su abanico. Además no me gustaría provocar aquel dolor a Tanaka-sama. —
Tadashi observo a su amigo y al recibir el asentimiento de este decidió acompañar a ambas mujeres, pensando en lo que ocurriría en breves.
Al entrar el vestido era tan magnifico como lo recordaba, el abanico que el mismo había creado estaba en su soporte y las sandalias seguían en su lugar. Pero como antes, el broche nuevo era lo que mas le llamaba la atención, perdiéndose en su forma y brillos durante un largo tiempo. Es que había algo en aquel accesorio que le gritaba por atención.
—Tadashi, ¿Me ayudas con el obi?—
—Enseguida.— El castaño dejo de apreciar el broche y fue a ayudar a su amiga, notando como esta había perdido su brillo.—¿Me pregunto si la hermana de la Sra. Shirato realmente sonrió en su boda?.—
—¿Su hermana? ¿De que hablas Tadashi?.— Kiyoko se dio vuelta y observo al joven ante el.—Mi abuela solo tuvo hermanos.—
Y aquel pequeño dato ilumino la mente del menor.—Kiyoko, tu te casaras, pero con Tanaka lo juro.—
*Un hora después*
Al llegarla tarde todo estaba listo.
La gente usaba sus accesorios correspondientes, los ancianos llevaban en sus manos las figuras de cuervos, las familias sus linternas , los hombres adultos los obsequios junto a sus mujeres y los mas fuertes y jóvenes se mantenían al lado de una silla de madera negra, adornada por telas y piedras; lugar en donde la novia se sentaría y esperaría hasta que los tengu fueran por ella.
-La novia esta lista.— La anciana hablo fuerte y claro, mientras caminaba al frente de una figura blanca que caminaba con gracia. Detrás de la novia un joven tapado, escogido para resguardar a la novia hasta los pies de la montaña y ser el sirviente que llevara en su mano el abanico hasta que ella lo requiera.—Bien, ahora debes sentarte en la silla y esperar con calma. Al llegar tomaras tu abanico y lo usaras para cubrir tu rostro, no permitas que otros espíritus te vean hasta que llegue tu esposo a buscarte.—
La novia asintió con calma y se sentó con firmeza y gracia en la silla.
Al hacerlo toda la gente aplaudió e hizo una reverencia, sin mirarla directamente e iniciaron la celebración. La música era formada por cuerdas, vientos y percusiones, entre cánticos y bailes al mismo compás; la gente reía y conversaba. Los niños jugaban con sus linternas, los jóvenes hablaban entre ellos y mientras mas era la alegría, mas brillante era el paisaje, los pastos brillaban de un verde esmeralda, las aves volaban y cantaban alrededor de todos y el cielo despejado, mostraba a la luna; quien salio antes para ver a la novia.
Sin duda alguna era una marcha nupcial llena de vida y colores.
Cuando llegara la piel de la montaña, cerca de un monumento de piedra con unas puertas pequeñas de madera, las personas empezaron a preparar la tela, los alimentos, estatuas y otros objetos de agradecimiento. Cuando todo estaba listo la Sra.Shirato, se acerco al monumento y encendió una llama en el interior de este, señalando a los jóvenes que debían bajar a la novia.
—Ahora querida estrella.— Hablo la mujer con voz solemne.—Enseña vuestro komori* ante todos.—
El joven, que ocultaba su rostro como decía la tradición se acerco a la novia y entrego perfectamente el abanico cerrado. La novia lo tomo y enlazo la cuerda a su muñeca antes de mostrar su accesorio. Todos en la caravana quedaron sorprendidos por el buen trabajo y aquella imagen nocturna en la hoja de papel, que parecía cobrar vida por cada dobles.
—Esa forma de pintar...—Susurro Tanaka al ver el abanico, podría distinguirlo en cualquier parte. Ese trazo tan suave y tímido, solo una persona lo lograba en ese pueblo.
Mientras el joven quedaba anonadado por las ideas en su mente, la novia camino hacia el monumento, hincándose frente al el, justo en el centro de todos los regalos. En ningún momento bajo su abanico y tampoco miro mas allá de este.
—Usaras tu komori como escudo de los espíritus traviesos, en espera del tengu que te ha pedido. Usaras el broche de cabello que tu esposo a creado, dejando que tus hebras cubran mas allá de tu espalda, las sandalias te permitirán caminar por tierra sagrada y vestirás de blanco hasta que el tengu escoja tu vestuario. Finalmente tu komori sera reflejado y mañana todos apreciaran vuestra boda conclusa —La anciana se acerco a la novia y acaricio su mano.—Gracias por todo, noble estrella. Te deseo una vida longeva, llena de alegrías, dichas, esperanza y quien sabe, pequeños herederos de tu dulce corazón....y....abraza a mi hermano por mi.—
Lo ultimo fue un susurro tan bajo que solo los espíritus podrían haberlo escuchado y aunque la novia quisiera preguntar, no podría. Ya que al recibir las instrucciones y ultima bendición de la líder de las mujeres solo podría esperar.
Sentada utilizando su abanico para no mirar a nadie mas que su propio dibujo, sintiendo como dos personas le miraban con tristeza y melancolía, agradeciendo con su vida el atrevimiento.
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Sintió una brisa fresca acariciar su cuerpo, la noche había llegado y el sonido de la naturaleza inundaba sus oídos. Podía sentir como su cuerpo, rígido por el tiempo, temblaba levemente y su ojos querían cerrarse por el sueño, pero aun no debía hacerlo, debía esperar y ver a los ojos a su pareja.
Solo esperaba que no se enojaran por lo que había hecho; que comprendiera su decisión.
—¿Es el novio de Kei?—
—Shh, no debe oirte.—
—Pero quiero verlo...por favor, Asahi-niisan.—
¿Quienes eran los que hablaban?Ademas lo llamaron novio, no novia. ¿Como sabían que era hombre?
—Asahi tiene razón, el primer en verlo debe ser Kei.—Escucho una tercera voz acompañada con varios pasos atrás.—Shoyo ven aquí, aun eres muy pequeño para estar volando así.—
—Tranquilos todos, que al fin llego el novio.—
Tadashi tembló al escucharlo. La curiosidad y el miedo eran palpables en su alma, peor el ya había decidió hacer esto, no había vuelta atrás.
Unos segundos después sintió como alguien se sentaba frente a el, junto al sonido de un abanico abrirse y la exclamación alegre de todos.
—¡Es el mismo dibujo!.—
—Así es Shoyo. Nuestras parejas desde que nacen están unidas a nosotros y cuando llega el día de buscarlas, estas crean con sus propias manos el Komori que usaran como escudo.—
EL joven escucho atento, percantandose que la anciana le había pedido exclusivamente a el hacer el abanico de la boda. ¿Ella sabia de esto?
Y aunque quiso preguntar en voz alta, la sensacion de una manos frías lo silencio. Tenían los dedos largos y las uñas mas largas y afiladas que las de un humano. También sintió como le despojaban de la capa que cubría su cabeza, y acariciaban su cabello con delicadeza, misma forma en que las manos tocaron su cuello y hombro.
—Dime tu nombre—La voz era profunda, pero no lo suficiente para ser intimidante.
—Yamaguchi... Tadashi—Respondió, sintiendo como su Komori era quitado.
—Te observare. Si lo deseas puedes abrir los ojos.—
Y aunque sentía algo de miedo lo hizo, quedándose impresionado por la belleza del hombre ante el. Poseía un cabello rubio atado en una coleta pequeña, sus ojos eran de un color ámbar o quizás avellana, no sabría detectarlos bien por la oscuridad; vestía un kimono grande color negro con lunas en las mangas, un cinto de color plateado en su cintura y de su cuello colgaba un dije en forma de luna menguante con unas estrellas decorando los hilos que caían de esta.
Las alas de aquel hombre eran grandes, de un bello tono negro y en la punta de algunas plumas un ligero color gris contrarrestaba con la imagen nocturna que formaban aquellas extremidades emplumadas.
Quería tocarlas, pero no sabia si era posible.
Por eso observo mas allá del tengu, notando varias figuras a su alrededor, quienes tomaban las ofrendan. Todos poseían alas enormes y vestuarios similares, con pequeños detalles que los diferenciaban; incluso había un pequeño niño de cabellos como el fuego, quien daba suave saltitos altos al verlos a ambos. Hasta que el rubio le entrego su propio Komori y le indico donde dejarlo, en la puerta de madera de aquel monumento de piedra.
Luego de eso, el tengu ante el, acerco sus manos, acariciando su rostro con cuidado. Contorneando sus cejas, haciendo cosquillas cuando llego a las pestañas; curioso al sentir la forma de la nariz, para luego ir a las orejas y acariciarlas. Sonrió al notar lo pequeñas que eran y continuo con sus caricias hacia el mentón, donde bajo una mano hacia el cuello, sintiendo el ritmo acelerado del corazón del humano y con la otra mano acariciando aquellos labios agrietados, entre abriéndolos lentamente.
—Él...¿Tienes estrellas en su rostro?.—
—Si, muchas estrellas pequeñas.—Contesto emocionado el menor de los tengu.
Al escuchar la respuesta, Kei se acerco al humano, inhalando su aroma natural y sintiendo mas cerca el calor contrario. Al fin su pareja estaba aquí, para acompañarlo.
—Entonces, esta decidido.— Kei volvió a acariciar los labios contrarios.—Yo, Tsukkiyama Kei, heredero del clan de los tengu de la noche, tomo a Yamaguchi Tadashi como mi pareja y compañero, hasta que su alma respire por ultima vez y regrese con los espíritus.—
Y tras esas palabras, sello el juramento con un beso.
Un beso suave y tímido por el humano, quien por las nuevas sensaciones no sabia que hacer mas que intentar igualar el ritmo del beso. Un beso de con un sabor peculiar, unido junto a un tacto efímero y sutil.
Sentía como si su alma se enlazara a la contraria y el aire le faltaba. Por eso no pudo evitarlo, perderse en la nueva sensacion y cerrar los ojos, perdiéndose en el tiempo y espacio.
Cuando volvió a abrir los ojos ya no se encontraba a los pies de la montaña, sino en una gran cama matrimonial con telas suaves y decoradas en hilo de plata. El cuarto era amplio y tenia un balcón hacia el jardín, había pocos muebles y grandes espacios para caminar; junto a bellos cuadros de tinta, cuadros que le eran conocidos de alguna forma para el joven castaño que quedo observándolos fijamente, perdiéndose en el trazo.
—Ya despertaste.—Tadashi dio un leve brinco, buscando de donde venia la voz, notando que en el balcón una figura descansaba, con sus alas bajas y mirada perdida en algún punto del cielo.
—¿Q-que paso?.—
—Solo desmayaste por el intercambio de energías.— El tengu se levanto y camino hacia el, con tal gracia que parecía haber memorizado la ruta.—Te cambie a ropas mas cómodas, pero tu nueva ropa esta al lado de ti, debería estar tu broche y tu komori, siempre debes llevar ambos.—
—M-Me viste desnudo...—
—Tranquilo, aunque quisiera hacerlo no puedo. Mis ojos están nublados por las sombras—
Aquel comentario sorprendió al menor, este pensaba que el tengu lo observaba y analizaba; pero realmente las caricias eran su forma de verlo. Sintió algo de pesar, no por no ser visto, sino por la cantidad de bellos paisajes que este se habría perdido durante su larga vida.—¿No hay una forma de que puedas ver?—
—Tranquilo.—EL tengu camino hacia la cama, tocándola antes de sentarse al lado del humano y buscando su manos; la cual fue entregada sin dudar.—Una vez cada diez años, los dioses me dan la oportunidad de ver durante unos días, así que puedo vivir con esto. Pero, no es la única pregunta que tienes.—
—Si, realmente tengo varias, pero no se por donde empezar.—
—Tienes tiempo.—El rubio elevo su mano y movio levemente sus alas, para que con la brisa que provocaban poder saber donde esta la figura del joven, al encontrarlo acaricio su mejilla con ternura y busco los labios nuevamente, aunque se detuvo al sentir como el contrario se tensaba.—¿Pasa algo?.—
—N-No.., dijo si, dijo no....no se.— Tan lindo, pensó el tengu.—Recién me conoces y me tratas tan...dulce. Mi corazón no puede dejar de latir cuando lo haces y..no se que hacer.—
—Los humanos siempre buscando una explicación a las cosas, incluso cuando son capaces de verlas, sentirlas y escucharlas.—
—¡Hey! Solo somos...humanos.—Yamaguchi quiso reclamar, pero realmente no sabia el motivo exacto.
—Me encantaría tenerte solo para mi cada segundo, pero debes ser presentado a la familia y comer con nosotros.—
—¿A t-toda la familia?.—
—Así es, ahora vistete y no olvides llevar nuestros emblemas. Son importantes.— Y tras decir eso se levanto para caminar al centro del cuarto y esperar de pie a que su pareja terminase.
Aquello sorprendió a Tadashi, quien a pesar de saber que no seria visto, estaba avergonzado de desvestirse ante el hombre y mas al percatarse mejor de su belleza gracias a los rayos de luz que atravesaban la estancia. Su brazos con la anchura perfecta, sus ojos claros y deslumbrantes, aquella piel blanca y esas alas tan grandes y fuertes.
Y con aquella imagen ante sus ojos empezó a vestirse, complicándose un poco con el obi, pero logrando amarrarlo adecuadamente, engancho el komori a su cinto y se peino con las manos para agregar su broche. Y antes de caminar hacia su nuevo esposo, miro lo que estaba usando, un kimono de un verde jade con decoraciones en negro y blanco; estrellas en la parte baja junto a un cinto negro con hilos en plata y lunas colgantes.
—¿Te gusto?. No pude ver como era, pero le pedí a una de las esposas de mi hermano que me ayudara a escoger.—
—Me encanta, gracias.—Sonrió dulcemente, al pensar que aquel hombre busco y pidió ayuda para recibirlo. Pero pensar que Kiyoko podría haber vivido todo eso, si no se hubieran intercambiado, opacaba aquella sonrisa.
—Vamos.—El rubio le estiro el brazo, esperando que su pareja lo tomara y así ocurrió. Kei sintió aquel calor emanar de su humano favorito, su temblor al caminar y aquellos juguetones dedos que no paraban de agarrar y acariciar la tela de su kimono. Todo eso podía sentirlo por los cambios en la brisa que sus alas hacían al caminar, gesto que agradecía haber aprendido, para poder sentir mas aquellos gestos en el contrario.
Caminaron por largos pasillos, hasta llegar a una recamara enorme, en donde todos los tengu estaban sentados en una gran mesa. Habia hombres de edad muy avanzada hasta niños pequeños que miraban con asombro al joven. También había otros humanos, todos jóvenes y con distintos kimonos y accesorios; al parecer aquello era una forma de decir con quien estaba casado el humano; así que curioso por eso, observo cada uno de ellos, quienes le sonrieron amablemente y se presentaron en orden, pero quien le llamo mas la atención era un joven de cabellos grises y una peca bajo uno de sus ojos, poseía en sus cabellos un broche de alas cruzadas y joya central y un komori idéntico al que había visto en la casa de la Sra.Shirato.
¿Era posible?
—Al fin llegan, pensé que no querías que viéramos a tu esposa Kei.—Comento un chico de alas pequeñas y delgadas, se veían rápidas y dinámicas.
—Entiendo a Tsukishima, yo tampoco querían que vieran a mi lindo Akaashi.—Comento otro de cabellos blancos y negros, bastante alocados. Tenia las alas diferentes, mas bien parecían de búho y a su lado un joven de ojos misteriosos sonreía con calma, mientras era abrazado.
—Tsukishima es mas tranquilo que usted, Bokuto-dono.—Comento con timidez un hombre grande de cabellos largos y castaños, mientras intentaba calmar a quien hablo primero.
—¡Ah! Mentira, nuestro Tsukishima es como yo, ¿Verdad amor?.—
—Bokuto-san, Tsukishima no es nuestro hijo.—
Y tras eso el joven de alas de búho empezó a lloriquear, diciendo que no era gusto ya que el había criado al joven de cabellos rubios hasta regresarlo con su familia. Otros reían ante ese gesto y empezaban a preguntar al unisono, perdiendo completamente el control y moviendo sus alas animados por el nuevo miembro familiar.
Kei suspiro agotado, odiando a su familia tan bulliciosa, pero ocultando una sonrisa sincera por la felicidad que sentía, al saber que su familia aceptaba a su pareja humana.
—Cálmense....chicos...Hey, respeten a su patriarca...—Un hombre de cabellos extraños y una pipa en la boca suspiraba frustrado, moviendo sus alas en un tic nervioso al no ser escuchado por su clan.
—¡Chicos, silencio!—Grito el hombre a su lado, con alas muy pequeñas, al golpear estas tras su espalda. Inmediatamente todos siguieron la orden y se posicionaron en sus puestos.—Mucho mejor. Bueno ahora, por favor siéntense en la mesa, comeremos todos juntos.—
Tras eso, Tadashi quiso ayudar a Kei a seguir el camino y aunque el tengu de la noche podría seguirlo gracias a los diferentes movimientos del viento, se dejo llevar, agradeciendo aquel pequeño corazón humano. Quizás por eso actuó sin pensarlo mucho, apoyándose en el y pidiéndole que le diera de comer como si de un polluelo se tratase, aquello hizo reír a algunos en la mesa, pero se acallaron rápidamente al sentir aquella aura oscura salir del joven, aura que Yamaguchi no apreciaba y solo cumplía con lo pedido.
Y varios minutos después Tadashi se atrevió a preguntar en voz alta, una duda que se mantenía desde que escucho novio y no novia, la noche anterior.—Disculpen...me gustaría preguntar algo.—
—Claro pequeño, todas tus dudas serán respondidas.—
—Es que yo me intercambie con la novia original..y aun así...ustedes...Tsukki, dijo Tsukishima me tratan tan bien.—
—Tu siempre fuiste la novia original Tadashi.—
—¡¿Y-Yo?! P-Pero soy un chico...y..y..no soy ...muy bello...no se hacer mucho..y ....soy hombre no puedo...tener bebes.—
—Yo creo que eres muy lindo, tienes estrellitas en la cara.—Un pequeño chico con alas enormes se acero a Yamaguchi, tocando sus mejillas en un apretón. A simple vista aquel chico de cabellos naranjas parecía rondar por los 10 años, pero al ser un Tengu, aquello era algo banal.
—Idiota, Hinata, Idiota no debes tocar a la esposa de otros.—
—Pero yo quiero jugar con el.—
—Tranquilo rey, tu futura reina es apenas un niño aun.—Comento al aire Tsukishima con una sonrisa socarrona que encanto igualmente a Tadashi.— Puedes jugar solo cuando tenga libre...¿Bien?.—
—Esta bien.—
—Y respondiendo a lo otro, desde el inicio Tsukishima pidió tu mano.—Comento aquel hombre que encabezaba la mesa.—Así que tu decisión de reemplazar a la novia que había escogido el pueblo fue la mas acertada, no solo para la chica que ayudaste, sino también para que cierto cuervo gruñón no enviara a las sombras a tu antiguo hogar.—
—Y sobre lo ultimo.— El joven de cabellos grises le sonrió, mientras ayudaba a un joven a acomodar su coleta.—No debes preocuparte, los que ya hemos sido padres podemos ayudarte...por ejemplo el es mi hijo menor. Los mayores ya fueron a otros clanes a formar familias.—
—Y-Ya veo.—Se sonrojo al escuchar la respuesta y no por la sencillez de esta sino por el acto necesario para tener bebes, aunque no sabia si era la misma forma que los humanos.
—Me gustaría tener muchos polluelos.— Comento tranquilo el rubio mientras bebía algo de sake, envolviendo con una de sus alas el cuerpo de su pareja humana, sintiendo su nerviosismo y su temperatura subir.—Pero debemos esperar un año a que tu cuerpo se estabilice en este espacio espiritual, después planeamos la cantidad exacta..y si, se hacen muy similares ustedes.—
Lo ultimo lo susurro al oído de su esposo, sintiendo como este daba un leve saltito e intentaba esconderse en si mismo. Ojala pudiera verlo y apreciar su rostro en ese momento, por eso, uso su ala para ocultarlo. Si el no podía ver ese lindo rostro, nadie mas lo vería.
—Bueno antes de terminar, debo anúnciarte unas reglas importantes.—El patriarca de la familia hablo, abriendo sus grandes alas para que todos prestarán atención.—Viviras un año dentro de la casa, tu cuerpo aún es 100% humano, por lo que debe prepararse para el mundo espiritual. Si deseas salir, tu esposo debe acompañarte para mantenerte sano y protegido...aunque después del año podrás ir a donde desees sin necesidad de que alguien te acompañe. Vivirás con tu apariencia actual 100 años más, por lo que mostraste ante tus antiguos conocidos está prohibido, pero puedes enviar cartas de manera ilimitada. Podras comer frutos de nuestro mundo sin problemas ya que tu esposo te proporcionará energia. Y finalmente te presentaremos a otros clanes de yokai en la fiesta de año nuevo, tendrás que tener cuidado no todos son amables con los humano.—
—Comprendo. Gracias por informarme.—Hizo una reverencia en modo de respeto y se fijó que había hecho bien, cuando todos sonrieron ante el gesto.
Después de eso, terminaron de cenar y dejaron el tiempo pasar para conversaciones tranquilas, ya que tenían mucho tiempo para conocerse.
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Los meses pasaron y la nueva pareja había sabido aprovecharla. Inmersa durante horas en conversaciones, aprendiendo a conocerse, a saber que le gustaba y disgustan al otro. Aprendiendo de sus temores y sueños.
A Tsukishima le encantaba todo eso. Ser capaz de sentir la voz contraria a su lado, sus manos siempre cálidas y algo magulladas por la elaboración en madera; escuchar su risa, su tartamudeo y sentir como este se acercaba cuando sus labios se tocaban.
Su esposo era siempre lo que había pensado, una criatura llena de bondad, amabilidad y de un corazón dorado.
Lo sabía bien y más al notar aquellos pequeños obsequios que este le hacia.
Como tablas de madera con letras incrustadas para que leyera usando los huecos, las figuras que representaban cosas que el no podía ver o cuadros con paisajes en relieve.
Siempre le decia que estaba haciendo, donde estaba o que veía. Incluso después de saber que gracias al viento entre sus alas podia saber el lugar de las cosas; siguió diciéndole con un tono cautivador.
Kei también amaba como lo alababa ante todos. Avergonzadolo por tantas flores y pidiéndole que se callara, para escuchar un tímido y divertido; "Perdón Tsukki"
Apodo que había empezado a utilizar al llamarlo y que le fascinaba aunque no lo dijera, porque la forma en que lo decía era como si Tadashi le dijera a cada momento, que le gustaba.
—Tsukki empezaron a salir luciérnagas—Escucho derrepente, mientras estaba sentado en el balcón, con la mirada perdida en las sombras, pero hacia aquella dulce voz.—Waa, son muchas...parecen estrellas pequeñas.—
—Juega con cuidado, si te cansas entra de inmediato a casa.—
—Tranquilo estaré bien...me..me has besado ..mucho hoy...tengo mucha..energía espiritual— Ese tono de vergüenza y timidez, era tan precioso.
—Y yo que quería volver a besarte.—Dijo sin pena, sintiendo como aquel humano corría hacia el abrazandolo.—Entonces... ¿Puedo?—
—Si puedes...—Y tras eso, el rubio tomo la mejilla de su esposo para guiarse a los labios contrarios. Acariciandolos con cuidado, como si en cualquier momento pudiera romperlos.
También acaricia con su otra mano el cuerpo contrario, sintiendo como este se estremecía ante sus garras y como sus alas lo envolvían para atraerlo más a él. Siguió besandolo, sintiendo el sabor de las bayas que había consumido momentos antes, sintiendo como entreabeia los labios y dejaba que su lengua entrará con descaro.
El beso se profundizó, causando que Tadashi se sentará sobre el regazo del contrario y envolverá sus brazos alrededor del cuello contrario, acariciando el cabello y el nacimiento de las alas. Escucho un gruñido.
—No deberías rocar alli...no cuando aún tu cuerpo no aguantaría un gasto de energía tan grande.—
—P-Perdon...me deje llevar.—
—Puedes hacerlo siempre, pero esperemos el año para que estés bien del todo.—Volvio a besarlo y luego beso la nariz torpemente.—Juega con las luciérnagas, mi estrella—
Y con un dulce asentimiento y un suave beso se alejó del cuerpo del tengu, para empezar a girar sobre el césped en una danza con aquellas pequeñas luces aladas.
Aquella sutil brisa que causaban sus movimentos, le permitían a Kei darse una imagen de la danza, pero al mismo tiempo le dolía, no poder verlo con sus propios ojos.
Dolor que desaparecía al escuchar la tintineante risa y como Yamaguchi mencionaba lo que estaba haciendo.
—Te mereces el cielo y todos los tesoros de este mundo. Permíteme entregartelos— Susurro para así, el Tengu de la noche mientras se colocaba de pie y caminaba hacia su esposo. Quien al verle se acercó a este, y tomo sus manos, antes de empezar a bailar juntos.
Era una danza sencilla, solo se movían por el césped, con manos entrelazadas y rodeados de centenares de luciérnagas.
La melodía era cantada suavemente por el dueño de las mejillas de estrellas, quien era escuchado atentamente por Kei, quien sin notarlo empezó a entonar aquella sencilla canción con su voz.
Cuando llegaron al final no pudo evitar abrazar a Yamaguchi y alzar vuelo suavemente, solo para danzar con el en aquel cielo. Que tenía a la luna y las estrellas apreciando aquel amor que iba creciendo como un árbol milenario.
—Ahhh...estamos..volando...Tsukki, es..es tan mágico.—
Amaba oir si voz, amaba sentir sus brazos envueltos en el y su pecho ser acariciando por aquellas hebras de cabello.
—La luna esta completa esta noche. Abajo tenemos muchas luciérnagas y arriba muchas estrellas...es como si fuésemos a un mundo diferente.—
Kei acerco su rostro, permitiendo que Yamaguchi siguiera diciendo lo que veía, mientras sus labios rozaban con los del Tengu. Quien sin poder aguantar más, beso esa boca que con tantas bellas palabras llenaba su vida de luz.
—¿Estas cansado?—
Le pregunto, no queriendo arruinar el ambiente, pero si preocupado de la energía de su pareja.—Podemos ir a nuestro modo para descans...—
Sus palabras quedaron en el aire al sentie como le era robado otro beso.—Tranquilo, soy fuerte...podemos volar un poco más. Por favor.—
Y Kei supo que jamas podría negarle nada. Quizás no podía ver su aspecto, el color de su cabello, de sus ojos o de piel; tampoco podría verlo llorar, sonreír o un rostro sonrojado.
Pero todo eso era tan efímero que no importaba.
Podía escuchar su voz al reír, al llorar, cuando tenía vergüenza, cantar o entusiasmado al jugar con los más pequeños.
Podía sentir sus brazos rodeando su cuerpo, sus manos magulladas acariciar su cabello, rostro y cuerpo; sentir como su cabello hacia cosquillas en su piel cuando dormían, entrelazar sus mandos y sentir esoz besos dulces y apreciados.
Podía oler su aroma natural, que le recordaba a un fruto dulce que amaba devorar.
Podía apreciar sus gestos para enseñarle el mundo que desconocía.
Podía aprender de los humanos por su sencillez al hablar.
Y aunque Tadashi no lo supiera, el se había enamorado de aquella pura alma que habia salvado a un pequeño cuervo una década atrás. Sin importarle el miedo a lo desconocido de un bosque, solo con la intención de ayudar ante todo.
El se había enamorado de su canto al acurrucar aquella ave, de su risa al verle volar y de su completo ser, sin la necesidad de verle.
—Yamaguchi.—Lo llamo mientras lo sostenía aún brazos.
—¿Si?.—
—Te amo y quiero conquistarte cada día para que sientas lo mismo algún día. En esta vida y en próximas solo a ti te amaré aunque no sea capaz de verte, oírte, o hasta de hablarte...te amaré y creare una historia contigo.—
—Sera todo un honor Tsukki.—Y lo beso nuevamente, con un sabor salado por aquellas lágrimas de compasión.
Ellos acaban de empezar, habría muchos años para conocerse, muchos conflictos, muchas criaturas. Pero si la luna y las estrellas siguen en el cielo ellos siempre encontrarán la forma de seguir de piezas juntos ante la vida y el tiempo.
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Día 7: Tema libre
Perdonen que sea lenta o que no tenga mucho contenido...pero la mente formó una historia completa que no supe cómo resumir.
Fue más grande de lo planeado. (Este universo)
Pero espero que les guste y si hay un one-shot que les gustaría que siguiera, me avisan :3
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