Respeto.

Personas: Tom Holland y StephanyOlmos17 .

Edad: Él 34 y ella 18. (He tenido que cambiar la edad y ampliarla dos años para que no me pongan problemas)

Advertencia: Sí, smut (he intentando que fuera lo mejor posible dentro de lo que me has pedido😅)

-*-

Era lunes a primera hora y como era habitual llegaba tarde. Las clases comenzaban a las ocho de la mañana y aunque el resto de los días llegaba puntal, el lunes nunca llegaba a tiempo. Pero es que los lunes da el doble de pereza salir de la cama.

En mi caso, tenía un punto a mi favor, que era una suerte. Los lunes a primera hora me tocaba clase de teatro y el profesor, el señor Deshk, era un hombre superamable y comprensivo. Ya estaba acostumbrado a mi ausencia durante los primeros diez minutos, no me reñía pero me aconsejaba que me levantara antes para llegar a tiempo.

-Lo siento, profe. La cama siempre gana al despertador- le respondí la semana pasada.- Lo intentaré.

Pero nunca lo hacía. Obviamente prefería dormir unos minutos más a tener que despertarme antes para llegar a tiempo a clase. Gracias al profe que me había tocado me permitía tomarme un poco de libertades los lunes a primera.

Este día aún sabiendo que el señor Deshk nos tenía una sorpresa, o eso nos dijo en la última clase, y que por ello debíamos ser muy puntuales, llegaba tarde de nuevo. No cambié, no cambio, ni cambiaré nunca. Es mi naturaleza.

Piqué al timbre de la puerta principal y esperé unos segundos hasta que un sonido indicó que ya podía empujar la puerta para entrar. Al llegar a la entrada del edificio donde se encontraba la conserjería, me recibió el conserje. Al verme me saludó diciéndome: "se te han vuelto a pegar las sábanas". Le dediqué una sonrisa en respuesta y me adentré entre los pasillos.

Recorrí los de la planta baja hasta llegar a la zona de teatro. La clase de los lunes era teórica por lo que tocaba en la puerta contigua a las grandes puertas que daban al teatro. Ahí hacíamos las clases prácticas, las cuales eran los martes y viernes. Un motivo más para odiar los lunes. Me gusta actuar, no copiar apuntes.

Al llegar abrí la puerta con cuidado pero sin picar. No hacía falta, ya que el señor Deshk sabía que era yo y no hacía falta que dijera nada, con tal de que entrara sin molestar no me diría nada. Al alzar la vista hacia la pizarra me quedé parada al ver al hombre, o mejor dicho chico, que se encontraba de pie delante del resto de la clase. La puerta, la cual se me escurrió entre mis dedos, se cerró dando un portazo que captó la mirada de todos, entre ellos el hombre demasiado joven.

-Buenos días, señorita- me dijo este neutral.- ¿Desea algo? ¿Le mandan para algún recado?

-Em... yo...- estaba demasiado confusa como para responder. ¿Dónde estaba el profesor Deshk?

-Es Nicole, profe- le informó Garret antes de girar la cabeza en mi dirección y me sonrió con suficiencia.- Siempre llega tarde.

Ignoré su comportamiento infantil y me centré únicamente en una de las cosas que había salido por su estúpida boca. ¿Profe? ¿Como que profe?

-Ya veo- habló el chico, ¿o debería decir profesor?- Puede que el profesor Deshk...- comentó en mi dirección pero lo interrumpí.

-¿Dónde está?

-Se encuentra indispuesto- me respondió antes de continuar.- Como le iba diciendo, puede que el profesor le permitiera que...

-¿Cuándo volverá?- volví a interrumpirlo por lo que soltó un bufido. Oficialmente no me cayó bien.

-Baja indefinida. Bien, ahora si me deja terminar de...

-¿Qué le ha ocurrido?

-Basta- sentenció firme, a lo que lo miré un tanto sorprendida.- Mucha paciencia debe de tener el profesor Deshk con usted- murmuró.

-¿Perdona?

-Siéntese- me ordenó.- Y que sepa que yo no soy tan flexible como su anterior profesor. A partir de ahora a mis clases debe llegar puntual o no la dejaré entrar- escuché lo que me decía mientras me encaminaba a mi lugar, en la tercera de las cuatro filas.

-Como usted diga, profesor- solté indiferente.

Soltó otro bufido pero ni siquiera me molesté en girar a verlo, simplemente dejé caer la mochila a los pies de la mesa y me senté al lado de mi amiga Cris. Esta me miraba con una sonrisa burlona por lo cual rodé los ojos.

-Enfadando al nuevo profesor ya desde el primer día- volví a rodar los ojos.- Molesto se le ve aún más sexy- la miré con el ceño fruncido.

-Tampoco es para tanto- me miró sorprendida, como si hubiese dicho una burrada.- Además tengo un don para sacar rápidamente de quicio a alguien.

-Lo sé, tengo experiencia- ambas soltamos una risa.

-¿Qué les hace tanta gracia?- la voz del profesor retumbó por todo el aula haciendo que ambas girásemos la cabeza para verlo.

-Nada que vaya a entender- le respondí ganándome varias miradas sorprendidas, incluida la suya. La intentó disimular pero yo la capté con más rapidez.- Son cosas de chicas, usted ya me entiende- le guiñé el ojo a lo que él frunció el ceño.

-Bueno, pues puede compartirlas con el resto de la clase y nos lo explicas a los hombres- se cruzó de brazos haciendo que sus bíceps se marcaran. Nada de otro mundo.

-Es demasiado complejo, las cosas femeninas lo son- me excusé.

-Pues si tan complejas son hable de ellas en otro momento, cuando pueda dedicarle el tiempo necesario. Ahora es la hora de teatro y si no quiere estar aquí lárguese pero no moleste.

-Aha, claro- le dediqué una sonrisa falsa.

-Después de la intromisión de la tardona, continuemos.

-¿Perdona?- dije ofendida mientras me ponía en pie.- ¿Cómo me ha llamado?

-Tardona- volvió a mirarme.- ¿A caso he dicho algo que no es cierto?

-Mire señor... ni siquiera sé cómo se apellida- comenté molesta.

-Holland- me interrumpió.

-No me interesa.

-Pues debería, voy a ser su profesor durante varios meses y merezco el respeto de ser llamado como corresponde- sentenció serio.

-El mismo respeto que usted no me ha dado, ¿no?

Se escuchó un leve "uuuh" de fondo que provocó que el señor Holland apretara la mandíbula y clavara su intensa mirada aún más en mí.

-Yo doy el respeto que me dan a mí y llegando tarde a mi clase no me ha tenido respeto, así que yo con usted tampoco lo tendré.

-¿Exige un respeto que usted no da porque yo no se lo he dado, pero no es capaz de darme el respeto que yo merezco para entonces yo respetarle porque usted me ha respetado?

-Exijo el respeto que merezco como profesor y si usted me lo da yo le daré el respeto que se merece por respetar el respeto que yo merezco- nuestras miradas estaban cargadas de superioridad y molestia.

-Profesor- habló una chica al otro lado de la clase haciendo que el señor Holland rompiera el contacto visual conmigo.

-Dígame.

-Me he perdido, demasiado respeto y no respeto que ha sonado como un acertijo- dijo con coquetería. La clase rio por la estúpida tontería que acababa de decir Jen. Yo simplemente rodé los ojos.

-Deja de coquetear que das pena- le dije haciendo que toda la clase soltara un "wooo".- Además, te debería dar pena, tienes novio y está sentado a dos mesas de ti.

Jake se encontraba mirando a su novia con rabia mientras el resto de la clase cuchicheaba sin parar. Sentía la mirada del profesor Holland encima de mí, pero yo solo le mantenía la mirada a Jen, quien me mataba con la suya.

-Señorita Nicole, fue suficiente- sentenció Holland captando mi mirada.- Que sepa usted que tiene una amonestación- solté un bufido mientras rodaba los ojos.- Siéntese.

Puso orden en la clase y continuó con ella por donde se había parado. No le presté atención, había conseguido que el interés que le tenía a la materia se esfumara solo porque él la daba. Por ello cuando pidió que tomáramos apuntes de lo siguiente que iba a decir yo no moví ni un músculo.

-¿No piensa copiar lo que estoy diciendo, señorita Nicole?- preguntó una vez se posicionó delante de mi mesa.

-No, la verdad es que no- me crucé de brazos.

-Niñata- murmuró mientras se daba la vuelta y volvía a su puesto.

Esta vez no dije nada, solo disfruté de sacarle de quicio de nuevo. Debo admitir que es mi pasatiempo favorito. Ver como la gente a la mínima que les digo algo o les llevo la contraria se mosquean me hace sentir bien.

Me entretuve mirando mis uñas, molestando a Cris, a veces al profesor Holland, y hasta conté las luces que había y me puse a pensar en quien moriría si una de ellas se llegara a caer en ese preciso momento. Desgraciadamente, yo me encontraba debajo de una, si se cayera sería una de las muertas.

Así se pasó todo mi primera hora, una de las más largas de mi vida. Esta asignatura me gustaba y, aunque llegaba tarde, siempre prestaba atención a todo lo que decía el profesor Deshk, pero es que después de como me había tratado el señor Holland no pensaba darle el gusto de mi atención. Ya le pediría los apuntes a Cris.

Cuando la campana de cambio de clase sonó esperé a que Cris recogiera todo, ya que yo, al no ver sacado nada, no tenía que hacerlo. Una vez estaba lista cogí mi mochila del suelo y me la colgué solo de un asa. Junto con ella nos encaminamos a la puerta. Pero una voz me frenó antes de traspasarla.

-Señorita Nicole, usted no salga- dijo el profesor. No lo miré a él sino a mi amiga quien me miraba con los ojos bien abiertos.

-Suerte- murmuró esta antes de salir del aula.

Tiré la cabeza hacia atrás mientras soltaba un bufido y volvía a adentrarme a la clase. Cuando la bajé, mi mirada se conectó con la del profesor. No habló hasta que todos abandonaron el aula.

-¿Se pensaba que si se iba rápidamente se libraría de la amonestación?- preguntó mientras se sentaba en su silla y sacaba el típico papel de una amonestación.

-Si le soy sincera ni me acordaba- le dije mientras me acercaba a su escritorio.

-Pues esto se lo recordara- me tendió el papel.

-Pues vale- agarré el papel y lo metí en mi mochila sin importarme si se arrugaba.- ¿Algo más?- pregunté con una sonrisa de niña buena.

-Sí, la verdad es que sí- respondió poniéndose en pie. Rodeó el escritorio haciendo que yo diera un paso hacia atrás mientras que él apoyó su cadera en la mesa.

-Usted dirá- le dije al ver que no decía nada.

-Que sea la última vez que se presenta en mi clase hablándome mal y sin hacer nada. Aquí se viene a aprender, no a molestar.

-Ha comenzado usted.

-¿Perdona? ¿Quién ha llegado tarde?

-En mi defensa, el señor Deshk me deja llegar tarde y como no sabía que no estaría él, si no usted, pues he venido a la misma hora de siempre- me excusé con indiferencia.

-Muy bien- se enderezó.- Pues a partir de ahora debe llegar a tiempo.

¿Y si lo molesto un poquito?- pensé.

-¿Y si no es así?- pregunté retándolo con la mirada mientras me acerqué un par de pasos.

-No la dejaré entrar- respondió imitando mi acción.

-¿Sería capaz de dejar a su alumna favorita fuera?- me acerqué otro paso.

-¿Qué le hace pensar que es usted mi alumna favorita?- volvió a imitar mi acto. Estábamos muy cerca, tanto que yo tenía que alzar la cabeza para verlo y él agacharla.

-Su mirada, le gusta que le moleste. Hace que su clase sea menos aburrida.

-No me gusta que me moleste- dijo pero tenía una leve sonrisa ladeada.

-Oh, ya entiendo. No le gusta, sino que lo excita- jugué con él.

Apretó la mandíbula con la mirada clavada en la mía y se tomó dos segundos para pensar antes de responder.

-Eres solo una cría, te saco 16 años- lo miré sorprendida pero con una sonrisa.

-Eso no es una negación- remarqué mientras perfilaba su mandíbula con mi dedo.

-Me enseñaron que no debía mentir- murmuró. Me puse de puntillas para provocar que nuestros labios se rozaran. Agarró mi cintura para estabilizarme.

-¿Está afirmando que le excito cuando le molesto?- susurré sobre sus labios.

Como respuesta me llevé un leve gruñido antes de que sus labios atacaran los míos con fiereza. Estuve aturdida unos segundos pero una vez recuperada lo seguí al instante. Sus manos en mi cintura me apegaron a él, mientras que las mías se hundían en los mechones de su pelo castaño.

Sin saber bien en que momento ocurrió ya me encontraba pegada a la pared mientras que mis piernas rodeaban su cintura. ¿Cómo era posible que este hombre tuviera 34 años? Aparentaba diez años menos por dios.

-No, no, no- dijo después de separar sus labios de los míos.

-¿Qué?- pregunté jadeante.

-No podemos- fruncí el ceño. No podía parar esto ahora.- Tengo 34 años y tú solo 18.

-Casi 19- le corregí.

-Da igual- negó levemente con la cabeza.- También está el hecho de que soy tu profesor.

Se apartó de la pared y estuvo a punto de dejarme en el suelo pero aferré mis piernas a sus caderas. No lo iba a dejar escapar tan fácilmente, no después de darme el mejor beso de mi corta vida.

-Ey, mírame- le dije pero él solo intentaba deshacer el agarre de mis piernas. No lo lograría.- Mírame- repetí. Como no hizo caso tuve que acunar su rostro con mis manos y obligarlo a hacerlo.

-Esto no está bien.

-Esto va a estar genial- dije segura a lo que él frunció el ceño.- No es mi primera vez, por si lo pensabas. Y me da igual que tengas bastantes años más o si eres mi profesor. Al contrario, eso me da más morbo.

-Pero...

-Pero nada- lo interrumpí.- Olvídate de la edad que tenemos y de la relación que hay entre nosotros. Tú solo céntrate en el placer.

-Pero...- repitió. Solo había una manera de que no se echara atrás.

-¿O es que acaso no es capaz?- me miró sin entender.- De darme placer. Es eso, ¿verdad? Mucho molestar y excitado cuando le molesto yo, pero después no sabe dar placer.

Su miraba había cambiado. Molestarlo, eso era lo que tenía que hacer para que no me dejara sin ni siquiera la mitad de lo que esperaba que me diera. En menos de dos segundos ya tenía sus labios sobre los míos de nuevo y mi espalda volviendo a sentir la pared.

Sus labios no besaban los míos, los devoraban y yo intentaba seguirle el ritmo. Presionó su cadera con la mía haciéndome nota su gran erección. No voy a negar que se me subió un tanto el ego al ser yo la causante de esta. Mi respuesta fue un gemido entre sus labios.

Repitió la acción repetidamente como si me estuviera penetrando con la ropa puesta. Eso provocó que más gemidos salieran de mi garganta mientras que sentía como iba mojándome cada vez más.

-Señor Holland- gemí en una súplica.

Ese fue el detonante de todo. Con fuerza me llevó hasta su escritorio, donde se deshizo de todo lo que había ahí para colocarme sobre él. Estaba tendida sobre la madera de la mesa y prácticamente a su merced.

-Repítelo- pidió mientras se deshacía de mis shorts.- Pero ahórrate el señor, me haces sentir viejo- solté una leve risa.

-Holland, hágame suya- le dije.

Alzó su mirada, la cual estaba clavada en mi ropa interior. Sus ojos se oscurecieron mientras que presionaba su labio inferior con sus dientes.

-Joder- gruñó antes de subirse sobre mí y volver a besarme con furia.

Su mano acarició mi cintura por encima de mi camiseta y descendió hasta mis caderas. Hizo un recorrido hasta colarse entre los dos y situarse sobre mi ropa interior. Presionó levemente sobre mi clítoris y consiguió sacarme otro gemido. Lo acarició en círculos proporcionándome cada vez más placer.

-Me encanta como gimes- susurró en mi oído mientras apartaba la tela y se adentraba sobre mis pliegues con dos dedos. No pude reprimir un gran gemido.- Estás tan mojada, lista para mí.

-Joder, te ne... necesito dentro- dije mientras me retorcía de placer.

-Todo a su debido tiempo.

Aumentó sus penetraciones antes de adentrar otro dedo más. Estaba extasiada y sentía que podía llegar al orgasmo en cualquier momento. Se deshizo de mi ropa interior y poso su lengua sobre mi clítoris mientras seguía con sus dedos moviéndose dentro de mí. Fue cuestión de segundo que el nudo de mi vientre explotara y con ello alcanzara el orgasmo.

Cerré los ojos mientras sentía como lamía toda mi intimidad. Los abrí cuando sentí como comenzaba a besar mi cuello. Mi respiración aún estaba agitada pero eso no era motivo para no querer volver a sentirlo.

-Te quiero dentro- murmuré en su oído provocando que soltara un gruñido sobre la piel de mi cuello.

Se enderezó e hizo que me sentara al borde del escritorio. Llevó sus manos a su pantalón pero las aparté para encargarme yo misma de ello. Me deshice de sus pantalones dejando ver el gran bulto que se marcaba en sus bóxers.

No quería esperar más por lo que no tardé en deshacerme también de su ropa interior, dejando libre su miembro. Iba a proporcionarle todo lo que él me ha dado a mí pero no me dejó, me detuvo antes de poder hacerlo.

-Si lo haces no duraré mucho- susurró con voz grave, lo que provocó que algo se encendiera en mí.

Agarré su nuca y estampé mis labios sobre los suyos. Adentré mis manos por dentro de su camiseta y la alcé hasta quitársela completamente. Dios mío, ¿cómo había podido decirle a Cris que este chico no es para tanto? Era un mismísimo dios griego.

Dejé varios besos por todo su abdomen antes de que hiciera que me separara para deshacerse de mi camiseta y también de mi sujetador. En menos de un segundo ya lo tenía lamiendo y dejando pequeños mordiscos sobre mis pezones causando que me mojara más.

-Ya, te quiero ya- dije mientras lo separaba de mis pechos para mirarlo.

Me alzó de nuevo por lo que tuve que volver a rodear sus caderas con mis piernas. Ambos soltamos un gemido cuando nuestras partes desnudas se rozaron. Estampó mi espalda contra la pizarra y comenzó a hacer un vaivén con sus caderas.

-Pídemelo.

-Hazlo- le dije sin pensar. Se paró ganándose un gruñido de mi parte.

-Tiene que ser explícito y di mi apellido- demandó.

-Fóllame, Holland. Fóllame, por favor- supliqué con la mirada conectada a la suya.

Coló su mano entre los dos para posicionar su punta en mi entrada.

-Así me gusta- volvió a besarme.- Y no dejes de gemir mi apellido, me pone mucho.

Entró en mí de una estocada firme y dura. Ambos soltamos un gran gemido del que deberíamos preocuparnos, ya que cualquiera que pasara por ahí podría haberlo escuchado, pero estábamos tan metidos en nuestra nube que no nos importó.

Sus estocadas eran duras y rápidas, me estaba follando con ganas, de forma salvaje y me encantaba. Me aferré a sus hombros donde clavé mis uñas del placer tan grande que estaba sintiendo. Salió de mí solo para darme la vuelta y hacer que apoyara mi mejilla en la pizarra.

-Abre las piernas- demandó y lo hice sin rechistar.

Volvió a penetrarme en esa posición y agarró mis caderas para marcar un ritmo rápido y duro. Estaba siendo la mejor follada de mi vida, y me la estaba dando nada más y nada menos que mi profesor de teatro.

-Estás tan estrecha- su voz solo hacía que me excitara más.

Bajé mi mano a mi clítoris y lo acaricié en busca de más placer, aunque el que él me estaba dando era de sobras. Fue cuestión de un par de embestidas más cuando alcancé el clímax y me liberé. Y un par después lo hizo él.

Apoyó su frente en mi espalda y nos mantuvimos así, aún unidos, unos minutos. Una vez la respiración estaba calmada salió de mí y me dio la vuelta para volver a besarme. Esta vez un beso lento pero profundo.

-Increíble- sentenció a lo que sonreí.

-No lo niego, profesor- miré la hora en el reloj del fondo.- Pero debo irme, ya llego tarde a la siguiente clase.

Me separé de él y me puse a recoger mi ropa. Él imitó mi acción.

-Espero que haya aprendido la lección- comentó mientras ambos nos vestíamos.

-Que debo molestarlo más- acoté con una sonrisa inocente a lo que Holland soltó una leve risa.

-Debería decirle que no lo vuelva a hacer, pero no creo que vaya a hacerme caso.

Una vez lista volví a agarrar mi mochila la cual había dejado en el suelo antes de acercarme a él. Me encaminé a la puerta y la abrí para después girarme a verlo. Me miraba con una sonrisa y sus brazos cruzados.

-No, no le haría caso- sentencié con una sonrisa.- Hasta la próxima, Holland- le guiñé un ojo antes de darme la vuelta y salir del aula.

Creo que voy a llegar tarde más veces y molestarlo más si este va a ser el castigo- pensé.

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