Necesito responderte.

Personas: Peter Parker y ___.

Edad: Él 15 y ella 20.

Advertencia: Segunda parte de Nunca le contesté / No.

Nota: He llorado escribiendo el final🥺

-*-

Salgo del edificio de la universidad con la mochila colgada solo de un asa. Hoy solo he tenido dos clases, una por la mañana y otra después de comer. Esta última es de la que salgo ahora.

Me dirijo a mi coche después de despedirme de un par de compañeros, de los pocos que tengo. La mayoría de los que quedaron se han hundido tanto que no han querido seguir con sus estudios. Es por ello que apenas somos 10 en clase.

Una vez en mi coche conecto el teléfono con Bluetooth y me pongo en marcha. Las calles están medio desiertas y así llevan desde hace cinco años. Solo un par de coches pasean por la carretera y la mayoría de calles están vacías.

Las pocas personas que caminan por las aceras mantienen sus semblantes serios y neutrales. La ciudad, por no decir el mundo, ha perdido la escénica y las emociones. El mundo se ha vuelto insípido.

Una llamada entra a mi móvil y desvío un segundo la mirada para ver quien es. Mi madre. Le doy a aceptar antes de volver a mirar a la carretera y dejar que su voz se cuele por los altavoces.

-Hola, cariño- saluda.

-Hola, mamá. ¿Que tal?

-Bien, ¿y tú?

-Bien, acabo de salir de la uni- contesto mientras giro una esquina.

-¿Vas para casa?- pregunta a lo que me quedo callada unos segundos.

-No- murmuro.- Voy a dar una vuelta.

-Está bien- responde. Sabe perfectamente a dónde me dirijo.

-Luego me pasaré un rato a verte, ¿vale?

-Sí y hacemos unas galletas- comenta más alegre.

-Claro- asiento.- Mamá debo colgar.

-Vale, hasta luego. Te quiero.

-Y yo, adiós- cuelgo.

Aparco el coche en uno de los tantos estacionamientos libres que hay. Dejo la mochila en el coche pero de ella saco un par de cosas. Me guardo todo en el bolsillo de la sudadera para después salir y bloquear el coche.

Camino por el parque al que he venido y observo como se encuentra casi completamente desierto. Solo hay unas cuatro personas que caminan solitariamente, al igual que yo. Ellos parecen dejarse guiar por sus pies en cambio yo tengo un destino fijo, al que no tardo en llegar.

Observo ante mí la gran escultura de metal, esa a la que vengo más veces de las que desearía. The Unisphere, la escultura en forma de bola del mundo. Un mundo que no es para nada a cómo lo es ahora. Un mundo que ya no existe. Un mundo que se ha perdido porque los hemos perdidos a ellas, a nuestras personas.

Saco la pequeña caja de mi bolsillo y de esta saco uno de los cigarros y el mechero. Me llevo lo primero a la boca y lo enciendo antes de guardar lo demás de nuevo. Pego una primera calada que dejo salir junto con un suspiro.

Hace dos años, después de esa noche donde reviví ese día, me propuse con aún más ímpetu seguir a delante pero para ello necesitaba ayuda. No podía ser otra personas ya que se encontraban igual o peor que yo, así que necesité un producto. Este fue el tabaco.

No me sentí orgullosa de depender de una droga pero con el paso del tiempo y de intentar encontrar otra cosa, me di cuenta de que eso era lo único que me calmaba y me ayudaba. Así que, dos años después, sigo con ello.

Me mantengo estática y con la mirada fija en el gran mundo mientras pienso en lo mucho que ha cambiado desde hace cinco años. Me termino el cigarrillo y me enciendo otro.

No es hasta que me termino ese cuando mi teléfono suena. Lo saco del bolsillo y observo en la pantalla el nombre de mi madre. No sé cuanto llevo aquí así que supongo que bastante y que me llama para saber si voy a ir o no.

-Mamá, ahora voy- digo al contestar.- Ya estoy...

-Ha vuelto- me interrumpe y me doy cuenta de que está llorando.

-¿Qué?- pregunto confusa.

-Ha vuelto, cariño- repite.

-¿Que o quien a vuelto, mamá?

-Papá- abro los ojos sorprendida.- Está aquí, cariño. Está delante de mí ahora mismo.

-Voy para ahí- sin dejar que diga una palabra más cuelgo.

Es entonces cuando me doy cuenta de que las personas están apareciendo a mi alrededor. Esas mismas que cinco años atrás desparecieron es este mismo lugar.

Observo el mundo una última a vez antes de salir corriendo hacia el coche. Conduzco entre las calles viendo como hay muchas más gente y como estas se abrazan, lloran, gritan...

Dejo el coche mal aparcado delante del edificio de mi madre, en el cual no vivo desde hace un año. Abro la puerta del portal y subo por las escaleras a un ritmo apresurado. Saco las llaves del bolsillo y con las manos temblando abro la puerta.

No doy ni dos pasos cuando ya me quedo estática. Una silueta masculina me da la espalda, pero no hace falta que se de la vuelta para saber que es él. Que es mi padre. Este se gira y una sonrisa se le forma al verme.

Corro hacia él quien me recibe al instante. Me aferro mientras la lágrimas salen de mis ojos, pero esta vez no las reprimo, dejo que todas se liberen. Siento como mi padre atrae a mi madre formando una abrazo familiar.

-¿Cómo es posible?- pregunto al separarnos.

-No lo sé, cariño- responde mi madre.- Pero no me importa- abraza a mi padre.- Han vuelto.

Clic.

-Peter- murmuro y conecto la mirada con mi madre.

-¿Tú amigo?- pregunta mi padre a lo que asiento.- ¿También desapareció como me ha explicado tu madre?

-Sí.

-¿Y a que esperas? Ves a buscarlo- me anima.

-¿Y tú?- pregunto insegura.

-Yo estoy bien- observa a mi madre.- Estamos bien. Ves a por él.

-Ves a por tu amor- añade mi madre causándome una leve risa.

Me acerco a ambos y vuelvo a abrazarlos una vez más para después dejarles un beso en la mejilla y salir corriendo. Me adentro de nuevo en mi coche pero me quedo ahi.

Mis padres no saben que Peter es Spider-Man y que él estaba en el espacio cuando despareció por lo que no puedo ir a buscarlo. Pero si puedo llamarlo y eso es lo que hago.

Dentro del coche me dedico a marcar su número pero no contesta. Insisto varias veces pero nada. Suelto un gruñido y tiro el teléfono al asiento de copiloto. Apoyo mi frente en el volante y suelto un suspiro pesado.

Mi móvil suena haciendo que me enderece con rapidez y lo vuelva a agarrar. Al ver la pantalla no es el nombre que esperaba pero aún así me alegra. Contesto al instante.

-___- dice con su dulce voz.

-May.

-___ necesito un favor.

-Claro, dime.

-Estoy en mi apartamento pero ahora vive otra familia. Me han explicado lo ocurrido y estoy en shock. He intentado llamar a Peter pero no me coge. No sabía a quien más llamar- me explica con un deje asustadizo.- ¿Podrías venir a buscarme? No quiero molestar más a estas personas.

-Voy en seguida.

Una vez cuelga me pongo en marcha hacia el apartamento de Peter y May. Hace más de dos años que no me he acercado a esa zona y mucho menos he parado en ese edificio.

Tardo lo menos posible y cuando llego me encamino al piso que es. Me quedo estática en la puerta, observándola. Algo en mi interior desea que Peter este ahí, detrás de esta puerta, pero no es así.

Doy un par de golpes y solo es cuestión de segundos que la puerta sea abierta por ella. Por tia May acompañada de una señora a la cual no conozco. No puedo evitar sonreír ampliamente mientras que me lanzo a abrazarla. May me corresponde al instante.

Por segunda vez en el día dejo que las lágrimas se escapen de mis ojos y siento una presión menos en el pecho. Esto está ocurriendo de verdad, han vuelto. Han vuelto todos.

Después de agradecer a las personas del piso volvemos al coche donde nos dedicamos varios minutos a hablar. Le explico todo lo que ha ocurrido estos cinco años, pero solo por encima, no profundizo.

Como ella ahora no tiene casa decido llevarla a la mía, que está a un par de calles de donde se encuentra la de mis padres. Durante el camino no puedo evitar mirarla mucho de reojo, aún no me lo termino de creer.

May ha sido una mujer muy importante en mi vida. Siempre estaba para mí si lo necesitaba y le cogí mucho cariño después de tantos años de conocerla. Es como una tía para mí.

Una vez llegamos la dejo pasar y observa el lugar con detenimiento. Conversamos un rato más en el que no faltaron los abrazos y las lágrimas, sobre todo por mi parte. También volvimos a llamar a Peter varias veces pero seguía sin contestar.

-Voy a la azotea- le digo poniéndome de pie y sacando la caja de tabaco del bolsillo.

-¿Fumas?- me pregunta sorprendida.

-Fue lo único que me sirvió para sobrellevar lo que pasó- no dice nada, simplemente asiente.- ¿Me acompañas?

-No, no me gustar estar cerca del humo.

-Está bien- observo los móviles boca arriba en la mesita auxiliar.- Cualquier cosa me avisas- asiente con una sonrisa.

Subo por las escaleras de incendios hasta llegar a la azotea. Saco el primer cigarrillo y lo enciendo antes de llevármelo a la boca. Dejo la caja y el mechero apoyado en la cornisa.

Inspiro y expiro el humo. Repito la acción durante mucho tiempo, no se ni cuanto pero son más de dos cigarrillos los que consumo. Mi mente intenta procesar todo lo que ha ocurrido durante las últimas horas.

Mi padre ha vuelto. May ha vuelto. Las personas de la calle han vuelto. Él ha vuelto, pero aún no lo he visto. Alzo la mirada al cielo, como hice aquel día cuando sentí que se había ido. Doy otra calada al cuarto cigarrillo sin apartar la mirada del cielo.

-Nunca pensé que fumarías- mi cabeza baja al instante.

Me quedo un par de segundos mirando al frente antes de darme la vuelta. Y aquí está él, Peter. Peter está delante de mí con una sonrisa que me dedica. A diferencia de él, a mí las emociones me invaden todas de golpe por lo que lo único que puedo hacer es llorar y salir corriendo hacia él.

Estrello mi cuerpo contra el suyo para abrazarlo con fuerza. Han pasado años pero aún así yo no he crecido por lo que sigo siendo más baja que él. Pego un leve salto que él entiende y me agarra de las piernas.

Hundo mi rostro, en lágrimas, en su cuello. Y por tercera vez, la más intensa, del día las lágrimas salen. No puedo dejar de sollozar y de apretarlo más hacia mí, como si pudiera apegarnos más, cosa imposible.

-Peter- susurro en un sollozo.

No sé cuanto tiempo pasa cuando logro calmarme y Peter me deja en el suelo con suavidad. Me aparto de él pero sin quitar mis manos de sus hombros, ni él las suyas de mi cintura.

-¿Cómo has sabido dónde estaba?- le pregunto.

-He llamado a May- asiento.

Tiene los ojos rojos y lo conozco lo suficiente como para saber que algo le ha ocurrido. Pero ahora voy a ser un poco egoísta y me voy a centrar en mí y en que llevo cinco años sin él.

-Siento no haber cumplido mi promesa.

-Me da igual- digo entre lágrimas.- Estás aquí, has vuelto y eso es lo único que me importa.

Apoya su frente en la mía y ambos cerramos los ojos, de los cuales salen lágrimas.

-Necesito responderte- susurro.- Llevo guardando la respuesta cinco años.

-Dila- me pide en el mismo tono.

-Sí. Sí quiero ser tu novia, Peter.

No espero a que él se digne a hacerlo. Los vuelvo a sentir, vuelvo a sentir la suavidad de sus labios moverse sobre los míos. Vuelvo a sentir sus besos tiernos pero profundos dónde nuestras lenguas se acarician con delicadeza.

Lo beso porque al fin es mi novio. Lo beso porque lo he echado de menos. Lo beso porque lo necesito. Lo beso porque después de cinco años lo vuelvo a sentir. Lo beso porque lo amaba, lo amo y lo amaré siempre.

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