Mi corazón se destripa.
Personas: Tom Holland y ___.
Edad: Él 23 y ella 22.
Advertencia: No. ¿Sad?
-*-
Estoy sentada en el taburete de la barra de un pub, uno de los tantos a los que me suelo dejar arrastrar por mis compañeros de casa. No me puedo creer que sean mis mejores amigos, la mayoría del tiempo son desquiciantes. Pero los conozco desde que llevábamos pañales y como nos quisimos independizar a la vez decidimos irnos a vivir juntos.
Al final ha terminado siendo una casa para mí sola la mayor parte de tiempo. Tom ha logrado su sueño de ser actor y ha triunfado en Marvel por lo que tiene que viajar a grabar muchas veces. Y Hazza, como buen mejor amigo y asistente, lo acompaña siempre. Siempre me invitan a ir con ellos y depende de en que fecha es voy. Desgraciadamente la mayoría son cuando yo tengo clase en la uni, por lo que se van ambos y me quedo en casa sola.
Hoy han vuelto de Los Ángeles, ¿o era New York? Ya ni me acuerdo, se han ido a tantos sitios que una termina confundiendo los lugares y las fechas en las que se encuentran ahí. La cuestión es que me han arrastrado a un pub para celebrar su llegada y nuestro reencuentro.
Nada más nos habíamos adentrado al pub pedimos una cerveza para cada uno. Ahora hablamos un rato en el que ellos me explican todas las cosas increíbles que les han ocurrido durante el viaje. Yo escucho atenta y celosa, desearía haber estado ahí con ellos. Una vez se acaban las primeras cervezas y llegan las segundas Tom se adentra a la pista de baile, ya que, según él, algo le llama la atención.
-¿Cómo te ha ido a ti?- me pregunta Hazza.
-Como siempre- me encojo de hombros.- Vida aburrida y más si la comparamos con las vuestras.
-No diga eso, tú vida no es aburrida. Vale que a lo mejor no te lo pasas tan bien como nosotros pero eso es porque aún estás estudiando y no haciendo lo que realmente te gusta. Una vez lo hagas te lo pasarás en grande.
-Eso espero.
-Y sobre comparar tu vida con la nuestra, ya te hemos dicho que te vengas con nosotros.
-Y yo te he dicho que tengo clases.
-No va a pasar nada si desapareces un par de semanas. Pides los apuntes y ya está, al fin y al cabo estás en tu último año y a penas tienes tres o cuatro asignaturas.
-¿Podemos cambiar de tema?- pregunto. Tiene razón pero no se la voy a dar, mi orgullo es superior.
-¿Sigues colada por Tom?
-Puede que me plantee eso de coger un par de semanas. Tienes razón, podría...- a la mierda el orgullo. Me interrumpe.
-___- me mira con una mirada de advertencia. Suelto un suspiro antes de llevarme la cerveza a la boca y bebo un trago largo.- ¿Cuánto hace ya? ¿Dos? ¿Cuatro?
-No te pases- ruedo los ojos.
-¿Entonces?
-Año y medio- respondo a lo que él me mira con una ceja alzada.
-Tampoco me había pasado tanto, solo medio año en la primera opción.
-Ya.
-¿Piensas decírselo alguna vez?
-No, no, no- digo apresuradamente.
-¿Por qué?
-Porque él no siente lo mismo- rueda los ojos.
-Eso no es verdad- hace una pausa para beber un trago de cerveza.- Mira ___, Tom y tú sois pareja sin serlo- lo miro confundida.- Vale que nos os habéis besado y mucho menos habéis hecho algo más, pero os tratáis con tanto cariño que parecéis pareja desde hace años. No me sorprendería que alguien que os observe sin conoceros pensara que sois novios. Cuando estamos en casa y no de viaje os pasáis todo el rato juntos. Siempre estáis abrazados; le besas la mejilla y él a ti la frente cada dos por tres; os ponéis apodos, como esos dos tan cursis que no pienso pronunciar.
-Tomsito bebé y princesita dulce- murmuro por lo bajo pero lo logra escuchar.
-Ves, tan cursi que dan ganas de vomitar- ruedo los ojos.- Y no es solo eso. También cuando estáis juntos no paras de acariciarle el pelo y él te hace cosquillas, de las bonitas, por la espalda; te sientas o te hace sentar en su regazo aunque esté el resto del sofá libre y por último pero no menos importante, dormís muchas noches juntos y abrazados.
No digo nada, simplemente desvío la mirada a mi botella y a los dos segundos me la llevo a la boca y me la termino de un trago. Hay que aclarar que solo me quedaba un cuarto. Noto su mirada penetrante que me incomoda.
-Deja de mirarme así- le pido mirándolo.
-Pues deja de ser una estúpida y confiésate. Tom está colado, pillado, enamorado, enganchado...- mi mirada se desvía un poco de su rostro.- Llámalo como te dé la gana, pero Tom está enamorado de ti como tú de él.
-No lo parece- le señalo detrás de él con la barbilla por lo que gira la cabeza.
-Mierda- susurra observando lo mismo que yo.
Tom está pegado a una chica con la que se está besando como si la vida les fuera en ello. Las manos de la pelo azabache acarician el pecho de Tom por debajo de la camiseta y las manos de él acarician sus caderas y cintura sin descaro.
-Me voy- sentencio poniéndome de pie.
-¿Qué?- Hazza vuelve a mirarme.- No, ___. No puedes irte.
-Me sabe mal dejarte solo, pero no pienso quedarme a presenciar eso- observo a Tom.- Lo siento, pero me voy- me dirijo a la puerta, pero Hazza me frena agarrándome del brazo.
-Voy contigo.
-No, no. Se nota que Tom ha bebido más mientras estaba con esa chica y no quiero que conduzca o que haga una estupidez aún peor. Quédate y vigílalo.
-Pero...- lo interrumpo.
-Cuídalo, por favor- le pido acompañado de una mirada de súplica. Termina asintiendo.- Nos vemos en casa.
No dejo que diga nada más y salgo del local. Me sitúo en la acera y levanto la mano en cuanto un taxi pasa, me alegro de conseguir uno a la primera. Es muy difícil que eso pasé por lo que me siento con suerte, pero después recuerdo a Tom con esa chica y ese sentimiento se esfuma al instante.
Al llegar a casa le envío un mensaje a Hazza para que sepa que he llegado sana y salva. Me adentro a la casa y solo enciendo la luz de las escaleras para poder subirlas. En cuando estoy en mi habitación me saco los botines y los tiro por el suelo. Me desvisto para ponerme el pijama. Solo tengo ganas de dormir.
Me meto entre las sábanas una vez pongo a cargar el móvil. Apago la luz con el interruptor de la mesita de noche. Me quedo varios minutos observando el techo, el cual se ve gracias a la claridad que entra por la ventana. No me doy cuenta cuando me quedo dormida.
Me remuevo entre las sábanas y suelto varios quejidos debido a los ruidos que no paran. Abro los ojos frustrada y me doy cuenta de que aún es de noche. Miro la hora en mi móvil, son las cuatro de la mañana. Suelto un bufido resignada.
Paro unos segundos a escuchar con atención los ruidos que son los culpables de haberme despertado. Provienen de la habitación de al lado, la de Tom. Niego con la cabeza repetidas veces. Son gemidos.
Junto a los gemidos se empieza a escuchar el ruido de la cama moviéndose. Un dolor se implanta en mi pecho y hace más presión cada vez que escucho un gemido, ya sea de él o de la chica desconocida pero que supongo que es con la que se estaba besando.
-¡Oh, Dios! ¡Sí!- aprieto los ojos al escuchar los gruñidos de Tom.
Un sollozo se escapa de mis labios y es cuando me doy cuenta de que estoy llorando. Me tumbo boca arriba y observo el techo sin dejar de escuchar todos los ruidos que provocan al follar. Sí, follar. No hacer el amor, eso no lo puede ser. Dolería más si lo fuera.
-¡Tom... más rápido!- le pide la chica de voz aguda.
Tapo mi cara con las manos y me permito soltar sollozo tras sollozo. Cada vez me cuesta más respirar debido a las lágrimas.
-¡TOM!
-¡BEA!
Mi corazón se destripa.
Mis lágrimas siguen cayendo unos minutos después de que el ruido se disipe. Unos golpes suenan en mi puerta por lo que me seco rápidamente las lágrimas mientras me giro para dar la espalda a la puerta. Esta se abre con lentitud.
-Soy Hazza- susurra.
Me doy la vuelta y él enciende la luz. Observa mi rostro cubierto por más lágrimas y en menos de dos segundos ya se encuentra a mi lado. Se tumba y me rodea con sus brazos mientras yo apoyo la cabeza en su pecho. Apaga la luz y deja que me desahogue.
-Lo siento, ___. De veras que lo siento.
No es culpa suya. Es culpa mía por haberme enamorado de Tom, cuando es remotamente imposible que algo suceda entre nosotros. Él me ve únicamente como una hermana. Y lo sucedido hace unos minutos es la prueba.
Suelto más lágrimas mientras Hazza sigue abrazándome. Acaricia mi pelo intentando relajarme. Y después de minutos, que se me pasan con lentitud, consigo calmarme. Con dificultad, con mucha dificultad, me duermo.
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