Mamá.
Personas: Peter Parker y ___.
Edad: Él 28 y ella 😶.
Advertencia: No ha ocurrido ni Infinity War ni EndGame. / Los hechos suceden en 2029. / Inspirado en un TikTok. / Triste, confirmado por: _claudiialuzon .
-*-
La alarma me taladra el cerebro intensamente por lo que suelto un quejido a la vez que estiro mi brazo para darle un golpe y callarlo. Odio esos trastos.
Doy la vuelta entre las sábanas y observo el hueco vacío a mi lado. Hago una mueca antes de sacar las sábanas de mi cuerpo e incorporarme. Observo la hora. Voy bien.
Estiro todos los músculos causando que también cruja alguna articulación. Suelto un suspiro pesado y me pongo en marcha para vivir otro día más.
Una vez salgo de mi habitación bajo las escaleras con rapidez para preparar el desayuno. Leche con cereales, no es lo más sano pero si lo más sencillo. Y para compensar eso una pieza de fruta, concretamente manzana.
En cuanto está preparado coloco todo en su lugar, sobre la mesa. Observo el resultado un segundo antes de volver a salir de la cocina y encaminarme escaleras arriba. Analizo las fotos que hay en la pared de las escaleras y es inevitable que se me escape más de una sonrisa.
Abro la puerta con delicadeza para no causar mucho ruido y una vez abierta del todo la observo. Dormida, entre las sábanas y con el pelito castaño revuelto sobre su rostro. Una imagen adorable.
Me acerco a ella y me pongo de cuclillas para quedar a su altura. Aparto con delicadeza los finos mechones para dejar ante mí un lindo rostro. Esos ojitos cerrados, esa naricita, esos finos labios y esas leves pequitas.
-Cariño- acaricio su rostro.- Mi amor, hora de levantarse.
Suelta un pequeño quejido antes de frotarse los ojos con ambas manos. Espero pacientemente a que suelte un bostezo y al fin clave sus ojos en mí. Estos se iluminan mientras me dedica una sonrisa.
-Buenos días, princesa.
-Buenos días- repite.
-¿Quieres desayunar?- esta asiente.- Bien, pues arriba.
Me pongo en pie y aprovecha para alzar sus bracitos pidiéndome que la cargue. No lo dudo ni un segundo y la cargo en brazos. Pasa sus bracitos por mi cuello y posa su cabecita en mi hombro, aún cansada.
Bajo de nuevo a la cocina y una vez delante de la mesa la dejo en su trona. Posiciono su bol de leche con cereales delante y le doy una cuchara con la que al instante comienza a desayunar. Me siento a su lado y me como mis cereales mientras la observo.
Una vez hemos desayunado, fruta incluida, la saco de la trona y la poso en la isla mientras yo me encargo de limpiar los platos. Lo hago entre risas y juegos, donde ella no esconde ni una carcajada.
-Es hora de vestirse, Leah- le comento a la pequeña.
-¿Vamos a casa de los yayos?- me pregunta con una sonrisa esperanzadora.
-Hoy es sábado, claro que vamos a casa de los yayos.
-¡Weeeee!- grita mientras levanta sus bracitos en alto.
La vuelvo a cargar en brazos y, mientras escucho como me cuenta todo lo que pasa por su cabecita, subo hasta su habitación y me encargo de vestirla con un conjunto que esté a prueba de todos los juegos que va a realizar.
Termino poniéndole unos leggings negros con un mono de color rojo que tiene un copo de nieve en la parte de delante. Por último, sus zapatillas favoritas del mismo color que los leggings.
-Pues ya estás lista- digo observándola con una sonrisa.- ¿Me acompañas a vestirme?
Leah asiente enérgicamente antes de salir corriendo de su habitación en dirección a la mía. En mi caso no me esfuerzo mucho, unos pantalones tejanos, una camiseta blanca y una camisa a cuadros gris abierta.
Al salir de casa, con Leah en brazos, agradezco que sea principios de junio, ya que el tiempo trae un calor agradable y no sofocante.
Me acerco al coche, que siempre aparco enfrente de casa, y lo desbloqueo. Posiciono a Leah en su sillita, en la parte de atrás, y después de comprobar mínimo tres veces que está bien sujeta, me pongo en mi lugar para así arrancar.
Durante todo el camino escucho la música a un volumen bajo mientras que Leah habla con el peluche de Iron-Man que ha agarrado antes de salir de casa. Estos ratos son los que más calma me dan.
Son veinte minutos después cuando ya me encuentro frenando en frente de la casa Stark, donde todos los sábados desde hace, aproximadamente, cuatro años nos reunimos. Aparco en mi lugar y saco a Leah de su asiento.
La dejo en el suelo y me agarra de la mano con la suya tan pequeñita. Caminamos, bueno ella da saltitos, hasta llegar a la puerta principal donde la alzo un poco para que pueda darle al timbre.
Su manita rodea mi dedo índice en lo que la puerta tarda en abrirse. Una vez lo hace la imagen del Sr. Stark aparece en frente de nosotros.
-¡Yayo!- grita Leah soltando nuestro agarre para lazarse en su dirección.
-Pequeñaja- habla el adulto mientras la alza en sus brazos.- ¿Cómo está la niña más mona del mundo?
-¡Oye!- se queja la pequeña Morgan apareciendo al lado de su padre.
-Vale, vale. ¿Quién es la niña más mona del mundo de cuatro años?- corrige. Observa a su hija de nueve años.- ¿Así mejor?- esta asiente.
-Bien- asegura mi pequeña con una sonrisa.
-Pues entonces a jugar.
El Sr. Stark deja a Leah en el suelo quien abraza a su tía (sigue sonándome extraño) antes de salir corriendo a algún lugar de la casa a jugar. El mayor me mira y me dedica una sonrisa.
-Buenos días, Sr. Stark- hablo por primera vez desde que llegamos.
-Deja de llamarme Sr. Stark- ordena agarrándome del hombro para introducirme en el interior de la casa.- Somos familia Peter.
-Lo siento, aún se me hace extraño.
-Pues llevamos casi seis años siendo familia, ya es hora de que te acostumbres.
Caminamos por la casa hasta llegar a la sala, que está conectada con el comedor, donde ya se encuentran todos los miembros de los vengadores y amigos.
Clint conversa con Natasha en la barra que separa el comedor de la cocina; Thor y Steve se encuentran en el porche exterior; y por último Ned y MJ, los únicos que no son vengadores, se dan cuenta de mi presencia por lo que vienen a mi encuentro.
-Hola, amigo- me saluda Ned mientras realizamos nuestro mítico saludo.
-Hola, chicos- hablo a la vez que saludo a MJ.
-Hola- responde ella.
Realizo un saludo general antes de dirigirme a la cocina junto con Tony. En esta se encuentran Pepper y Happy a los que saludo con una sonrisa.
-¿Cómo estáis?- me pregunta Pepper.
-Bien, es duro cuidar a una niña de cuatro años pero estamos bien.
-Me alegro.
-¿Una cerveza?- comenta Happy.
-Sí, gracias- respondo con una sonrisa.
Cerveza en mano nos encaminamos los cuatro a la sala donde se encuentran todos sumidos en una conversación a la cual no tardamos en unirnos. Me siento en el brazo del sofá mientras pego un trago a mi cerveza.
-Pero a ver eso es imposible- comenta Thor.- Un asgardiano siempre va a ser superior a un terrestre.
-Te recuerdo que Steve es de la tierra- le recuerda Clint.
-Eso no es justo, le inyectaron cosas- se excusa él.
-¡Papi!- giro la cabeza a la dirección de donde proviene la voz. Leah llega corriendo a mi lado.
-Dime, cariño- respondo con la mirada del resto puesta en nosotros.
-¿Puedo hacerte una pregunta?
-Claro.
-Tú eres mi papá, ¿verdad?- pregunta provocándome una sonrisa.
-Sí, es cierto- aseguro.
-Entonces... ¿dónde está mi mamá?
Mi sonrisa se esfuma en una milésima de segundo y el ambiente se torna triste y aún más silencioso. Alzo la mirada a Tony, quien se encuentra a un metro detrás de Leah, y este tiene la mirada perdida.
Me pongo en pie haciendo que la pequeña de un paso hacia atrás y aprovecho para agacharme y ponerme de cuclillas delante de ella. Leah me mira curiosa mientras que yo cojo una bocanada de aire preparándome.
-Lo siento, cariño- murmuro con delicadeza. Suelto un suspiro.- Pero tu mamá... murió cuando eras un bebé- confieso sintiendo como el dolor se implanta en mi pecho.
Los recuerdos de mi chica llegan como un tsunami destrozando mi corazón de nuevo. Recuerdo cuando la conocí, hace ya trece años; cuando la bese por primera vez; cuando comenzamos a salir; cuando me contó que estaba embarazada y... y cuando sostuvo a Leah por primera vez.
-Perdón, entonces no te la recuerdo- me dice apenada.
-Nosotros te contaremos lo que quieras saber- le dice Steve acercándose un paso captando la mirada de la pequeña.
Me pongo en pie y observo al resto. Nat intenta reprimir las lágrimas que amenazan con salir mientras Clint le intenta consolar. Thor, junto con Steve y Happy, observan a la pequeña. Y, los que eran más cercanos a ___, Tony, Pepper, Ned y MJ mantienen la mirada perdida.
Me alejo un poco de mi hija, dándole la espalda e intento controlar todos los sentimientos que están a punto de desbordarse en mi interior.
-¿Era linda?- pregunta Leah. La imagen de ___ se implanta en mi retina. "Hermosa".
-Sí, ella era preciosa- responde Nat.
Miro por encima de mi hombro captando como Tony se acerca a ella y se agacha como anteriormente he hecho yo.
-Tu mamá era mi hija- comenta este con dolor. Vuelvo a girar el rostro.- Y tú... tú te pareces mucho a ella.
Aprieto los ojos controlando las lágrimas que quieren salir. Hace casi cuatro años que ocurrió y aún sigue doliendo como ese mismo día.
Siento un tirón en mi camisa por lo que me froto los ojos eliminando el pequeño rastro de agua antes de darme la vuelta y encontrarme con mi hija. Me vuelvo a agachar ante ella.
-Papi, ¿estás bien?- pregunta mirándome con tristeza.
-Estoy muy bien, mi amor- miento.
-¿Mamá me quería?- esa pregunta se clava en mi corazón como si de una espada se tratase.
-Te quería mucho, muchísimo- aseguro con un nudo en la garganta.
-¿Y tú a ella?
-Yo la amaba con mi vida- respondo provocándole una sonrisa. Acuno su mejilla.- Como a ti.
Se lanza a mis brazos pasando los suyos por mi cuello para apoyar su cabecita en mi hombro. La aprieto firme pero sin dañarla contra mí. Cierro los ojos y me centro en la sensación.
En cuanto abro los ojos y alzo levemente la mirada soy consciente de que todos nos miran, algunos con los ojos aguados. Conecto la mirada con la de Tony y le suplico que me ayude a zanjar el tema.
Como si me hubiera leído la mente Morgan aparece en la sala y nos mira con confusión a todos. Tony se acerca a su hija.
-Morgan, cariño, ¿por qué no le enseñas a tu sobrina lo nuevo que hemos construido juntos?- le dice haciendo que Leah se separe para observarla.
-Es verdad- comenta la mayor con una sonrisa.- Ven, te lo enseño.
Ambas niñas, agarradas de las manos, salen corriendo de nuevo escaleras arriba. Suelto un suspiro antes de levantarme y agarrar de nuevo mi botella. El ambiente se queda en silencio, uno doloroso, durante lo que parecen minutos.
Me duele tanto su recuerdo que este silencio termina matándome. Me pongo en pie y me encamino al ventanal que da al porche trasero mientras escucho cómo vuelven a entablar una leve conversación.
Apoyo mis antebrazos en la barandilla del porche y observo el bosque exterior mientras le doy otro trago a mi cerveza. Observo el gran lago donde me declaré a ___.
-¿Estás bien?- pregunta Tony posicionándose a mi lado. Niego.
-No pensé que preguntaría por ella tan pronto.
-Es medio Stark medio Parker, ¿de verdad te sorprende su inteligencia?- cuestiona con una sonrisa ladeada.
-Cierto- afirmo volviendo la mirada al frente.- Solo espero que no pregunte como murió.
-Si lo hace ni se te ocurra decir que fue culpa tuya.
-Pero lo fue- murmuro con dolor.
-No, no lo fue Peter- asegura firme captando mi mirada.- Tú no podías predecir que eso ocurriría.
-Si ese día... si ese maldito día no me hubiese creído la urgencia falsa habría estado con ellas- aprieto la mandíbula unos segundos.- Hubiera impedido que intentarán llevarse a Leah y con ello su muerte. Las hubiera protegido a ambas. Pero las dejé solas.
-Peter- posa una mano en mi hombro y bajo la mirada al césped del patio.- Tú no sabías que esa emergencia era falsa, que estaba hecha a propósito para dejarlas a la merced de esos dos hijos de puta. ___ apenas hacía un mes que había dado a luz, aún no estaba preparada al cien por cien para volver a luchar.
-Intentó defender a su hija.
-Y lo hizo, dio su vida por ella.
-Pero no debería haber sido así, tendría que haberlas protegido a las dos... pero... pero llegué tarde- vuelvo a conectar nuestras miradas.- Cuando me di cuenta ya era demasiado tarde. Llegué a tiempo para salvar a Leah- suelto un suspiro.- Pero no a ___. A ella... ella... murió en mis brazos.
Aprieto los ojos agachando la cabeza mientras siento como la mano de Tony aprieta mi hombro a modo de ánimos.
-No fue tu culpa, no sabías que habían planeado todo eso- habla.- Porque si fuera así también sería culpa mía por no descubrir que iban en contra de mi hija y nieta. Pero no se puede saber todo, no hasta que ocurre.
Tiene razón, sé que la tiene pero me cuesta no echarme la culpa. Nos mantenemos en silencio apoyándonos el uno al otro.
-La echo de menos, mucho- susurro.
-Y yo, pero, aunque seamos hombres de ciencias, podemos pensar que ella nos cuida y nos observa- ambos nos miramos.- Es lo único que tenemos.
-Y tenemos a Leah- asiente de acuerdo.- Es igualita a ella, siempre que la miro me recuerda a ___. Sus ojos, su nariz, su pelo... es casi una copia perfecta de ___.
-Lo sé, yo también veo a ___ cuando la miro a ella.
-Y a veces duele, me duele mirar a mi propia hija- confieso.
-¡Papiiii!- Leah sale de la casa corriendo en nuestra dirección. Una vez en frente mío alza sus manitas en mi dirección por lo que la alzo en brazos.
-¿Qué pasa, preciosa?- le pregunto intentando formar una sonrisa que sea lo más sincera posible.
-¿De qué habláis?
-De ti y lo preciosa e inteligente que eres- responde Tony dándole un toque en la nariz.
-Lo sé- comenta ella con una sonrisa de suficiencia.
-El ego es Stark, eso seguro- comento con una risa.
-Lo he sacado del yayo.
-Y de tu madre- añado captando su mirada.
-¿En serio?
-Tu madre también era muy muy cabezota- asegura Tony, provocando una sonrisa en mí.- Como tú.
-¿Me parezco mucho a ella?- pregunta en mi dirección. Asiento haciendo una mueca.- Lo siento, eso te hace daño.
-Ay, no cariño, no tienes que pedir perdón- dejo un suave beso en su mejilla.- Qué seas igual a ella duele pero eres lo mejor que me ha pasado en la vida, junto a ella.
Imita mi acción y deja un beso en mi mejilla antes de rodear mi cuello con sus brazos y hundir su rostro en este, abrazándome. Le correspondo al abrazo sin dudarlo. Tony nos observa con una sonrisa.
Alzo la mirada al cielo y sonrío en su dirección. Espero que pueda observar lo increíble que es su hija. Aprieto a esta contra mí mientras musito un "te amamos" para ___.
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