Eso es injusto.

Personas: Tom Holland y ___.

Edad: Ambos tienen 24 años.

Advertencia: No.

-*-

Voy en el coche privado que me pone la productora y que ahora mismo me lleva hacia mi casa. La cual compré un año después de grabar Civil War, cuando me di cuenta de que iba a pasar mucho tiempo por Atlanta.

Hoy más que nunca estoy deseando llegar a mi casa y es que tengo a alguien especial esperándome. Mi novia, ___, me avisó hace un par de días que estaba en el aeropuerto de camino a Atlanta para estar conmigo nada más y nada menos que un mes.

Durante estos dos días, los cuales me encontraba en España grabando, no he parado de pensar en verla de nuevo. Hace más de tres meses que no la veo y la extraño muchísimo. Yo tengo una semana "libre", que voy a invertir en ella además de en leerme y aprenderme el guion.

Es por su presencia por lo que le he dado esta semana libre a Harry, quien ha decidido ir a Londres a visitar al resto de nuestra familia antes de tener que volver conmigo. Lo bueno es que el resto del mes libre que tiene ___, en el que yo me encontraré trabajando, no estará sola, ya que Harry también estará.

El coche se frena en frente de mi casa y al observarla sonrío de lado. Abro la puerta para salir y dirigirme al maletero de donde el chofer saca mi maleta y me la tiende.

-Gracias- agradezco antes de despedirme.

Veo desaparecer el coche justo antes de caminar hacia la entrada de la casa. Saco la llave del bolsillo trasero de mis vaqueros y la encajo en la cerradura. Al abrir la puerta y adentrarme junto con la maleta observo el lugar. Todo se encuentra apagado, con el sol entrando por los ventanales como única luz, y en silencio.

Me imaginaba algo de ruido y una vez ___ escuchara que había llegado viniera corriendo y saltara a mis brazos, como siempre suele hacer en nuestros reencuentros. Pero en vez de eso no hay ni un solo murmuro.

Cierro la puerta detrás de mí y, arrastrando la maleta, me encamino a la saca la cual está conectada con el comedor y este con la cocina. Las tres estancias se encuentran tranquilas.

-¿___?- pregunto haciendo que mi voz suene por todo el lugar. No recibo respuesta.- ¿Habrá salido?

Con confusión me dirijo a las escaleras y cargo la maleta para empezar a subirla. Una vez arriba la dejo en el suelo y observo el resto de las estancias desde ahí. Todas las puertas están abiertas, menos la mía.

De entre todo el silencio se alza una tos seca y firme que me asusta al haber sonado repentinamente. Esta proviene de mi habitación, bueno nuestras cuando ella se encuentra aquí.

Arrastro la maleta hasta la puerta de mi habitación y la abro. Lo que me encuentro me sorprende. ___ vuelve a toser y posa su mano en su pecho hasta que esta cesa. Una vez eso ocurre se acurruca de nuevo entre las sábanas, mantas y el edredón que la tapan.

No ha sido consciente de mi presencia, ya que se encuentra en el lado derecho de la cama, el suyo habitualmente, mientras le da la espalda a la puerta. Dejo la maleta al lado de esta y rodeo la cama hasta llegar a su lado.

Me acerco en silencio y me agacho, poniéndome de cuclillas, en frente de ella. Está hecha un ovillo mientras mechones le caen sobre el rostro. Me encargo de apartar estos y al hacerlo tengo ante mí su rostro pálido con los ojos cerrados.

Con mis nudillos acaricio su mejilla. ___ abre los ojos con lentitud y una vez los conecta con los míos una leve sonrisa se le forma. Pero es una sin nada de energía. Le devuelvo el acto.

-Hola- susurro.

-Hola- dice y su voz suena rasposa.

-¿Qué te pasa, cielo?- le pregunto sin dejar de acariciarle el rostro.

-Cogí un resfriado antes de viajar.

-¿Entonces para qué has venido? Deberías haberte quedado en Canadá descansando.

-Quería verte- confiesa. Se me llena el corazón de ternura.

-Tenías que haber esperado a que te pusieras mejor.

-No quería estar más tiempo sin verte en persona.

Sonrío de lado y me acerco hasta posar mis labios en su frente, dejando un beso en ella. Al hacerlo siento el gran calor que emana esta. Con el ceño fruncido me separo y poso mi mano en su frente. Está ardiendo.

-___, estás ardiendo- anuncio a lo que ella me responde tosiendo de nuevo.- ¿Te has tomado algo?

-Un ibuprofeno, hace una hora pero no me hace efecto.

-¿Qué te duele?

-La garganta me escuece y quema, la cabeza me duele tanto como martillazos, me dan mareos y cuando toso me duele muchísimo el pecho- responde con dolor.

-¿Has ido al médico?- pregunto preocupado, volviendo a acariciar su mejilla.

-Me dijo que era un resfriado y que me tomara ibuprofeno- suelto un suspiro.

-¿Has comido?

-No tengo hambre.

-Me tomaré eso como un no- comento antes de ponerme en pie.- Iré a prepararte algo.

Antes de poder dar ni siquiera dos pasos su mano se posa en mi muñeca y me impide seguir caminando. Me giro a verla.

-No- dice.- Tú acabas de volver de un viaje largo, debes descansar- se deshace de las mil capas que tiene encima mientras se incorpora sobre el colchón.

-¿Qué haces?- pregunto un poco alarmado.

-Yo prepararé la comida- dice y al instante se agarra la cabeza con ambas manos sintiendo un mareo.

-Ey, ey, ey- poso mis manos en sus hombros.- Vuelve a tumbarte, cariño.

La recuesto de nuevo en la cama y me encargo de volver a colocarle las sábanas, mantas y el edredón. Ella mantiene los ojos cerrados y apretados hasta que el mareo se le pasa.

-Pero deberías descansar.

-Ahora mismo la que necesita descansar eres tú, así que me ocupo yo- sentencio.- Ahora vuelvo.

Antes de salir por la puerta le echo un último vistazo a ___. Bajo las escaleras con rapidez y me dirijo a la cocina. En esta saco todo lo necesario para preparar una sopa de pollo. No soy un as cocinando pero para hacer un par de cosas sí que sirvo.

Unos minutos después ya me encuentro subiendo de nuevo pero esta vez con un cuenco de sopa caliente, ideal para cuando alguien se encuentra mal. Al entrar ___ se encuentra mirando en dirección a la puerta pero sus ojos están cerrados. Se ha dormido.

Dejo el cuenco en la mesita de noche y me siento en mi lado de la cama. Acaricio su rostro y me dedico unos segundos a observarla antes de tener que despertarla.

-___- murmuro.- ___, cariño, despierta.

Suelta un leve quejido que es cortado por una leve tos. Después de esta abre los ojos con pesadez y clava su mirada en mí. Me duele verla tan pálida y mal.

-Siento despertarte pero tienes que comer algo.

-No tengo hambre.

-Hazme caso, te sentará bien.

Me hace caso y se incorpora hasta quedar sentada con la espalda apoyada en el cabecero. Agarro el cuenco de la mesita y con la cuchara, que está dentro, tomo un poco y se la acerco para que pueda tomar. No opone resistencia.

Ver como acepta que le dé de comer y la carita tan tierna que se le forma al saborear la sopa, me parece simplemente adorable.

Después de medio cuenco ___ aparta el rostro en cuanto intento darle otra cucharada. Refunfuña cuando insisto en volver a dársela.

-No quiero más- dice y se vuelve a hundir entre las sábanas.

Decido no insistir, al menos se ha comido la mitad. Dejo el cuenco en la mesita y vuelvo a mirarla. Una tos se le forma, primero leve pero va en aumento hasta que queda sentada y su mano posada en su pecho. Le acaricio la espalda como única ayuda que puedo ofrecerle.

-Duele- se queja lloriqueando.- Duele mucho, Tom.

-Lo sé, cariño- le dejo un beso en la cabeza.- Ven aquí.

Me tumbo a su lado y la acerco hasta que apoya su cabeza en mi pecho. Suelta varios sollozos y quejidos mientras yo le acaricio el pelo. Se me parte el alma escucharla así de mal.

-Tranquila, yo te cuidaré, te lo prometo- susurro.

-No deberías- frunzo el ceño antes sus palabras. Alza la mirada hacia mí.- Deberías disfrutar de tu única semana libre, no estar cuidándome. Lo siento- hace un puchero que me enamora aún más.

-Ey, no tienes que pedirme perdón. Me da igual si me paso la semana por la ciudad o en la habitación cuidándote, con tal de estar contigo.

-Eso es injusto- sentencia.

-No es injusto, eso es el amor. Estar el uno para el otro en las buenas y en las malas- me mira con una sonrisa que hace brillar sus ojos cansados.

-Gracias- sonrío de vuelta.

-Descansa- se vuelve a acurrucar en mi pecho.

-Te amo, Spidey.

-Y yo a ti, ___

Me inclino hasta pegar mis labios en su coronilla y dejar un tierno beso ahí. Me dedico a acariciar su pelo hasta siento como su respiración se relaja y al fin termina durmiéndose.

Me da mucha pena que esté así de mala, por eso pienso cuidarla todo lo posible para que deje de estarlo lo antes posible. La amo y lo que más deseo es que esté sana y feliz, no sufriendo.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top