Culpa.

Personas: Tom Holland y ___.

Edad: ambos 18.

Advertencia: Sad. Al menos yo me metí tanto en el personaje al escribirlo que lloré al final.

-*-

Me encuentro tumbado en mi cama boca arriba mientras observo la pantalla de mi teléfono. Mi dedo se desliza por la pantalla enseñándome cada uno de los recuerdos que se encuentran guardados en mi móvil.

Un nudo se implanta en mi garganta, uno tan grande que duele al tragar. Respiro hondo intentando deshacerlo pero me es imposible. Justo un minuto después unos golpes en la puerta me hacen maldecir.

-¡¿Qué?!- pregunto molesto.

-¿Puedo pasar?- habla mi madre desde el otro lado.

-¡¿No puedo estar tranquilo ni en mi habitación?!

-Thomas, por favor- suelto un bufido.

-¡Pasa!

La puerta se abre levemente y el rostro de mi madre se asoma. Me mira unos segundos comprobando que estoy bien y termina de abrir la puerta. Siempre hace lo mismo.

-¿Cómo estás?- me pregunta con una sonrisa pequeña. Ruedo los ojos antes de posarlos de nuevos en el teléfono.

-¿Cómo crees que estoy?

-Ya- murmura.- Yo... solo quería saber qué estabas bien.

-Bien físicamente, dirás, porque es obvio que emocionalmente estoy de todo menos bien- contesté con frialdad.

-Lo sé, cariño.

Clic.

-No me llames así- la miro firme.- No lo hagas nunca más.

Veo como ese comentario le afecta y traga con dificultad a la vez que aparta la mirada hacia el suelo. Un segundo después la alza de nuevo y me mira como todo el mundo lo ha estado haciendo este último mes, con pena.

-Ya has visto que estoy bien, ya puedes salir de mi habitación- se mantiene estática por lo que insisto.- Vete, largo.

-Tom...

-¡Déjame en paz!- grito exasperado. Suelta un suspiro antes de asentir.

-Dejo la puerta abierta por si...

-Ciérrala- demando pero esta vez recibo una negación.

-No, Thomas. Esta vez no- sentencia dedicando una última mirada triste antes de darse la vuelta y alejarse.

Suelto un gruñido y poso la mirada de nuevo en mi móvil. Pero eso solo provoca más ira en mí y termino estampándolo contra la pared que hay enfrente de mi cama.

-Solo se preocupa por ti.

Giro la cabeza con rapidez al escuchar su voz. Ahí está de nuevo, apoyada en el umbral de la puerta con los brazos cruzados pero con una leve sonrisa triste. Ahí está, llegando en el momento más inoportuno.

-Lárgate- le dije firme.

-Tom, no puedes seguir así debes...- la interrumpo.

-No eres la más indicada para decirme que debo hacer y que no, así que deja de repetírmelo.

-Solo quiero ayudarte, al igual que tu madre.

-¡Pero es que yo no quiero vuestra ayuda!- grito poniéndome de pie y acercándome a ella.- ¡No os la he pedido!

-Aun así la necesitas- suelto una risa cínica.

-Lárgate- murmuro volviendo a mi cama.

-Tom...

-¡QUE TE LARGUES!- espete harto. Me mira con tristeza y pena antes de dejar de apoyarse en la puerta.

-Ella no tiene la culpa de lo que ocurrió- sentencia mirándome fijamente.

-Nunca he dicho que la tuviera- murmuro en respuesta.

Niega levemente y se da la vuelta. Cierro los ojos con fuerza, manteniéndolos así unos segundos, cuando los vuelvo a abrir ya se ha ido. Me vuelvo a tirar sobre mi cama.

-Vamos Tom- insistía Harry mientras me seguían por los pasillos del instituto.

-He dicho que no- contesta firme sin dejar de caminar.

-Te pilla de camino- repite Sam por cuarta vez desde que ha comenzado esta absurda conversación.

-Me la suda.

-Vamos Tom, no seas egoísta.

-Eso, solo es un favor- añade Harry mientras que abro las puertas que dan a la salida.

Durante el camino hacia mi coche, que se encuentra al final del parking, no dejan de insistir e insistir para que los deje en los recreativos, donde han quedado con su grupo de amigos.

-Tío, va, que somos tus hermanos- habla Harry una vez hemos llegado a mi coche.- Puede unirte así dejas de estar tan amargando.

Esa es la gota que colma mi vaso y con él mi paciencia. Desbloqueo el coche antes de girarme con brusquedad y encarar a mi hermano, bueno a ambos pero más a Harry por ese comentario.

-¡Como volváis a decir una palabra más no solo os dejo aquí hoy, que por cierto dar eso por hecho, sino que no os vuelvo a dirigir la palabra en mi vida!

-Tom...- murmuro Sam.

-¡Ni Tom, ni leche!- exclamo en su dirección.- ¡Hoy os largáis andando o sino que os lleve alguno de vuestros amigos!

-Pero no puedes hacer eso.

-¡Soy el mayor y hago lo que me dé la gana!- a estas alturas ya la mitad del instituto que se encuentra fuera nos observa.- ¡Ahora andando, no os quiero ver la cara!

Ambos intercambiaron una mirada antes de dedicarme a mí una con el mismo sentimiento de siempre. No dicen nada más, simplemente se dan la vuelta y se alejan hablando entre ellos.

Suelto un bufido antes de darme la vuelta y entrar en mi coche. Meto la llave en el contacto pero no lo enciendo. Grito a la vez que golpeó el volante. Me deshago y una vez hecho aprieto el volante con fuerza mientras mantengo los ojos cerrados.

Unos golpes me hace abrirlos de nuevo para centrarlos en la ventanilla de copiloto. Ruedo los ojos mientras ella se adentra. Noto su mirada clavada en mí pero la mía está fija en frente.

-¿Tanto te cuesta dejarlos en los recreativos? Te queda de paso.

-¿Tanto te cuesta a ti dejarme en paz?

-Tom, tus hermanos solo te estaban pidiendo un favor- suelta con suavidad.

-Y yo solo te pido que me dejes y aun así aquí estas- respondo al fin mirándola.

-Sé que estás mal pero no tienes por qué pagarlo con los demás.

-Tú no sabes nada, no puedes sentir lo que yo estoy sintiendo- la miro con furia.- Así que no tienes derecho a decirme que decirme nada.

-No ves que...

-¡No! ¡No veo nada! ¡Y tampoco te quiero ver a ti!- grito a pocos centímetros de su rostro.

-Harry y Sam no tienen la culpa de lo que ocurrió- sentencia mirándome con tristeza.

-Nunca he dicho que la tuvieran.

Vuelvo a acomodarme en mi asiento mientras ella sale del coche y desaparece de mi vista. Suelto un suspiro pesado antes de poner el coche en marcha y dirigirme a mi casa para, como siempre, encerrarme en mi habitación.

La puerta de mi habitación se abre sin ni siquiera pedir permiso. Mi padre me mira con seriedad antes de acercarse y jalarme hasta levantarme. Lo miro con furia pero antes de poder decir algo ya me está arrastrando fuera de mi habitación.

-Te has dejado la luz del coche encendida y ahora no tiene batería- me riñe una vez hemos llegado a donde se encuentra el vehículo.- Tu madre se ha llevado el otro coche y yo necesitaba este.

-Pues llama a una grúa a lo que mierdas se llame cuando algo así ocurra.

-¡¿Perdón?! ¡Aquí el que debe hacer eso eres tú, que ha sido culpa tuya!- grita furioso.

-Yo no soy quien lo necesita- respondo encogiéndome de hombros.

-Thomas Stanley Holland- me señala con el dedo.- Más te vale que te ocupes de esto o...

-¡¿O qué?!- cuestiono enfrentándolo.

-No me tientes Tom.

Me lanza una mirada gélida, que obviamente le devuelvo, antes de volverse hacia el interior de la casa. Saco el teléfono de mis pantalones y a regañadientes llamo a asistencia en carretera.

Me siento en el bordillo de la acera a esperar que lleguen a arreglar lo de la batería del coche. Pero no pienso pagar, llamaré a mi padre cuando me pidan el dinero.

-No me sorprende verte solo- su voz, otra vez ella.

-¿Estas en todos lado o que?- cuestiono si mirarla pero siento como se sitúa a mi lado.

-Algo así, estoy destinada a verte en tu peor momento.

-Ya podría ser al revés.

-Lo sería si tuvieras momentos buenos- se gana una mala mirada de mi parte.- Puedes intentar volver a tener uno.

-No me lo merezco.

-Eso no es verdad. Tom, eres un chico increíble y te mereces vivir momentos felices.

-No puedo y lo sabes, no después de eso- susurro conectando nuestras miradas.

-¿Y los demás tampoco se lo merecen?- apartó la vista, tensándome.- He visto como has tratado a tu padre.

-Deja de reprenderme ya, por favor- contesto firme.

-Tu padre no tiene culpa de lo que ocurrió.

-Nunca he dicho que la tuviera.

Una vez dicho eso, con la vista aún en la carretera, nos mantenemos en completo silencio. No vuelve a hablar hasta que una pequeña grúa se estaciona delante de nosotros, lo cual agradezco.

-¡Pelea, pelea, pelea!- grita la gente mientras que yo me concentro en intentar esquivar los golpes y propinar los míos en él.

-¡Alto!- grito una voz adulta pero no le doy importancia.

Propino un puñetazo en la mejilla derecha de Harrison como último movimiento antes de que me aparten de él. Veo al profesor de Mates levantarlo del suelo mientras que, al girar el rostro veo que, el de Lengua me mantiene firme a mí.

-¡Todo el mundo a sus clases!- grito el profe de Mates.

-¡YA!- me deja sordo el de Lengua, ya que nadie se había movido.

Una vez las personas desalojan un poco el lugar, Harrison y yo somos arrastrados hasta dirección. No opongo resistencia, tampoco ganaría nada a cambio. Al llegar a la puerta el de Mates nos agarra a cada uno de un brazo mientras que él de Lengua habla con el director des de la puerta.

-Que pasen- escucho que dice el director Jackson.

Giro mi rostro a la izquierda justo antes de entrar, es solo un segundo pero la veo ahí parada, en la lejanía, con los brazos cruzados.

La charla, o mejor dicho chapa, que nos da el director dura por lo menos media hora pero a penas prestó atención a la mitad de las palabras que dice. No me interesan en lo más mínimo.

Cuando termina con su discurso nos manda sentar en las sillas de fuera mientras se comunica con nuestros padres para que esté al tanto de nuestro castigo y vengan a recogernos.

Me dejo caer en la silla más lejana de la puerta y Harrison se sienta a dos de mí. Al solo haber tres sillas queda la distancia de una entre nosotras. Abro y cierro mis puños en un intento de controlarme pero las ganas de largarme me consumen.

Al alzar la vista no puedo evitar soltar un suspiro pesado. La veo caminar con firmeza, haciendo ruido a cada paso marcando así su enfado, hasta que se sitúa justo al frente mío.

-¡¿Una pelea, Holland?! ¡¿En serio?!- no contesto, simplemente la observo con el rostro neutral.- ¡Te has peleado con tu mejor amigo, Tom!

-Has cruzado un límite, Tom- murmura mi mejor amigo haciendo que pose la mirada en él. La suya está fija en el suelo.

-¡Tiene razón, esto ya es cruzar límites!- continúa gritando pero mi mirada no se apartará de Hazza.

-No puedes continuar así- añade Hazza mirando, al fin, mirándome.- Debes seguir adelante.

Esas tres últimas palabras terminan de colisionar con la bomba que estaba a punto de estallar en mi interior y provoca mi explosión.

-¡Estoy hasta los cojones de todos!- digo intercalando la mirada en ambos.- ¡Que tengo que pensar, que tengo que decir, que tengo que hacer... así todos todo el puto día! ¡No tenéis ningún derecho, no sabéis lo que se siente! ¡Yo se lo que pienso, digo y hago porque soy yo el único que sabe como me siento! ¡Así que dejad de mandarme y dejadme vivir como me salga De los Santos cojones!

Dicho eso miro por última vez a ambos con odio en la mirada y me di la vuelta para salir de ahí con paso apresurado.

-¡Tom! ¡¿A dónde vas?!- me pregunta su dulce voz.

-¡Tom, no te puedes ir!- grito Hazza. Los ignoro a ambos.

Una vez llegó a mi coche me adentro y pongo los seguros de las puertas por si acaso. Enciendo el motor y antes de arrancar escucho su voz llamando. Sin prestarle la más mínima atención salgo de ahí con rapidez.

Conduzco con las manos blancas de tanto apretar el volante. La presión en mi mandíbula es tanta que podría llegar a romperme un diente. Pero todo me da completamente igual.

Solo conduzco y conduzco hasta que mi pie se posa sobre el freno y aprieta el pedal con fuerza provocando que el coche chirríe sobre el arcén. Cuando al fin se frena suelto todo el aire que no sabía que estaba reteniendo.

Mi mirada se encuentra fija en el volante y con lentitud lo suelto. Cuando mis ojos se posan en lo que se encuentra en frente de mí un dolor se implanta en mi pecho. Siento mis manos temblar cuando saco las llaves del contacto. Y pasa lo mismo con mis piernas cuando salgo del coche.

Camino hacia la entrada y ni siquiera le devuelvo el saludo al hombre que se encuentra cerca de la puerta. Mi mente está en otro lugar y guía mis piernas hasta este, el cual se encuentra a más de diez metros.

Al llegar bajo la mirada y... ahí está.

-Harrison no tiene la culpa de lo que ocurrió- murmura después de varios segundos en silencio. Al alzar la mirada la veo detrás de la piedra.

-Nunca he dicho que la tuviera- respondo en el mismo tono.

-¿Y quién la tiene?- trago saliva antes de responder.

-Yo.

-No, Tom- se sitúa delante de mí para después posar su manso en mi mejilla.- Tú no tienes la culpa de lo que ocurrió.

-Sí, sí que fue culpa mía- giro el rostro cuando siento que comienza a acariciar mi piel. No me merezco su tacto.- Todo lo que pasó ese día es culpa mía, únicamente mía.

-No podías predecir lo que iba a pasar.

-¡PERO PUDE EVITARLO!- grito volviendo a mirar. Mis ojos pican y las lágrimas amenazan con salir. Sus ojos tienen un brillo cristalino.

-Tom...

-¡Si no me hubiese comportado como un completo gilipollas no hubiese discutido, ni hubiésemos tomado caminos separados y...!- suelto una suspiro. Las lágrimas de ambos ya se han derramado.- Y no hubieses muerto.

Dos lágrimas recorren sus mejillas y eso me rompe aún más de lo que ya estoy. Cierro los ojos, apretándolos con fuerza, mientras bajo la cabeza.

-Todo fue mi culpa. Tu muerte fue mi culpa.

-No- dijo firme antes de acunar mi rostro entre sus manos y obligarme a verla.- No fue culpa tuya, no podías saber qué eso ocurriría.

-Pero podía predecirlo. Sabía que tu barrio es uno de los más peligrosos y aún más si es de noche y vas sola. Sabía que había borrachos y vagabundo por esa calle que no dudarían ni un segundo en perseguir a una chica solitaria que correría para huir. Que cruzaría la calle y no se daría cuenta del coche que venía a mucha velocidad. Era consciente de que ese tipo de cosas ocurrían mucho en tu barrio- explico con dolor.- Debí llevarte a casa como siempre lo hacía.

-Escúchame, Holland- aún toma mi rostro entre sus manos.- No tienes la culpa de nada de los que paso. He pasado por mi barrio sola y de noche muchas veces, siendo consciente de que algo malo me podía ocurrir peor nunca me pasó nada hasta ese día. Es imposible que tú lo pudieras predecir porque ni siquiera yo lo supe.

-Lo siento mucho- murmuro en un hilo de voz.

-No tienes que pedirme perdón- suelta en un sollozo.- Solo recuerda que tú no tienes la culpa. No puedes seguir torturándote, debes seguir con tu vida.

-No puedo, no sin ti.

-Y no lo harás sin mí- las lágrimas no dejan de salir. Y el dolor en el pecho aumenta cuando soy consciente de que esto es la despedida.- Siempre voy a estar contigo, en mejores, en las buenas, en las malas y en las peores. Siempre estaré contigo protegiéndote- apoyo mi frente en la suya mientras cierro los ojos.- Pero debes seguir, debes vivir pero vivir siendo tú, Tom. Tu verdadero tú. Hazlo por mí, por favor- no me sale la voz por lo que únicamente asiento con un movimiento leve de cabeza.- Te amo y te estaré amando todo tu vida, Holland.

Deja un casto beso en mis labios que es cortado cuando dejo de sentirla. Al abrir los ojos ella ya no está y solo queda su lápida de piedra. Me agacho, y paso las yemas de mis dedos por la inspiración de su nombre.

___ Wayne Black.

-Te amo y te amaré para siempre- susurro con un fuerte dolor en mi corazón hecho cenizas.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top