Sanzu Haruchiyo


Capítulo no corregido. SON MÁS DE 9K de palabras así que DEJEN SU ESTRELLA 👀📸

Contiene Lemon y bastante drama.



—Eh... Muto...— tiraste la orilla de su chaqueta hacia abajo, se giró y bajó un poco su rostro para verte — ¿Quien es el chico con mascarilla?— apuntaste a un costado.

Ambos se giraron a ver al peliblanco. Se veía irritado a simple vista.

—Es Sanzu. Hace poco Mikey me dijo que debía integrarlo en la división e intentar que no haga idioteces, ya sabes —. Le restó importancia —. ¿Por qué?

—Por nada —. Seguiste viéndole otro poco, Muto en cambio le dio su total atención al líder de la ToMan —. ¿Por qué usa mascarilla?

El silencio de él pidió que no preguntes más así que dejaste de hablar. Pronto, te codeó.

—Si quieres hablar con él, mejor no le preguntes porqué la utiliza — Te aconsejó, viéndote de reojo.

—¿Es muy agresivo o como? — Tras ver nuevamente a Sanzu te diste cuenta que te observaba, a ti y a Mucho.

—No, míralo —. El tipo junto a ti soltó una carcajada al ver el comportamiento nervioso de Sanzu —. Es bastante tímido con las chicas.

—Ah —. Murmuraste, observando curiosa como el peliblanco acomodaba la mascarilla y se giraba, dándole la espalda a ti y a tu mirada tan fija.

Mientras seguía la reunión y escuchabas atenta a las palabras de Manjiro, pensaste en conocer más a aquel peliblanco. Básicamente llamó tu atención al instante, eso fue una señal según tu punto de vista. Tras cesar los gritos de Draken, anunciando que terminaba la reunión, te acercaste con cuidado hasta el chico misterioso.

—Hola —. Intentaste ponerte frente a él y no ver solo su espalda —. ¿Sanzu?

—¿Qué? — al ver tu rostro sonriente desvió la mirada de inmediato. Era primera vez que una chica se acercaba por voluntad propia a él.

—¿Como estás? Soy _________ —. Estiraste la mano mientras le sonreías. Sanzu observó detalladamente cada acción, fijándose de más en tu mano. La estrechó al poco tiempo después.

—La segunda al mando de la quinta división... si te conozco —. Sanzu en su mente se felicitó por hablar sin sonar nervioso.

—Exacto... te integrarás a la división, ¿no? —. Intentaste sonar amigable, básicamente para que se sienta cómodo en medio de tantos tipos rudos. No conocías a Sanzu lo suficiente. El asintió —. ¡Que bien! Espero que aportes bastante, Sanzu.

¿En serio una chica acaba de sonreírle?

¿Acaso estaba alucinando?

—Si... — no supo qué más decir. Habías atrapado a Sanzu con la guardia baja, a decir verdad.

Intentaste no agobiarlo tanto y te despediste casi de inmediato. El chico aún no se creía lo que había pasado, nunca pensó que alguien como tú, probablemente una chica fuera de su alcance, siquiera le dirija la palabra.

Digamos que si pensó en ti luego de eso, mientras iba de camino a casa y también cuando tuvo que recostarse en su cama.

Y su inquietud extraña aumentó cuando la próxima reunión volviste a hablarle.

Y... casi se desmaya en el momento que te vio entrar a su escuela.

—¡Hola Sanzu! ¿Almorzamos juntos? —. Dejaste tu bolso sobre la mesa y te sentaste a su lado. El peliblanco tosió y tuvo que golpear su pecho para hablar correctamente.

Uno... dos... tres... cuatro segundos y pudo asentir con la cabeza. Te alegró no ser rechazada, y como de costumbre, comenzaste a preguntar de su día.

Cada día, te acercabas a preguntarle si necesitaba compañía en el almuerzo. Sanzu, a pesar de tener nervios de estar tan junto a ti, aceptaba siempre a tu pregunta.

Ambos luego de estar en el comedor del edificio, salían a su lugar secreto. Básicamente conforme pasaba el tiempo, a Sanzu le incomodaba más que lo demás vean sus cicatrices. Los dos buscaron una solución y ahora almorzaban en el patio trasero de la escuela, bajo un gran árbol que los ocultaba de los demás.

Secretamente, ese lugar era el favorito de Sanzu.

—¿Eso es lo que creo que es? — apuntaste algo sabroso que tenía en su almuerzo. Tus ojos brillaron cuando confirmaste que era un postre. Sanzu al ver tu emoción, agarró un poco del pastel y te lo ofreció.

Fue como si dios te hubiese mirado a los ojos...

—GRACIAS —. Mordiste un bocado y el dulce se deshizo en tu boca, gemiste al comer algo tan rico. Sanzu quedó sonrojado, todo su rostro se tornó enrojecido por completo.

Desvió la mirada de inmediato.

Nunca te diste cuenta de su comportamiento hacia ti, al menos no por tu cuenta. Sonreíste embobada luego de afirmar que ese postre fue el más rico que habías probado en tu vida.

Sanzu tragó saliva, y se acomodó más sobre el césped para luego apoyar su espalda contra el árbol. Siempre viendo de reojo tu alegre sonrisa.

Otro día pasaba, y era otro día el que pasabas con Haruchiyo.

—¡Bu! — apoyaste tus manos sobre los hombros de tu amigo, y acercaste tu rostro a su mejilla. Sanzu se sobresaltó un poco, casi nada.

—________, ¿no deberías estar en clases? — volteó su rostro para verte por completo. Bajo su mascarilla de seguro estaba tironeando con sus dientes su labio inferior en señal de nerviosismo.

—Pedí permiso para ir al baño y pues te vi aquí solo. ¿No te gusta hacer deporte? — te sentaste a su lado mientras hablabas. Frente a ustedes estaba el gimnasio, donde sus compañeros y varios alumnos más iban practicando variados deportes.

Sanzu se encogió de hombros.

—A decir verdad, a mi no me gustan del todo... — intentaste animarle.

Al sentir la mirada del peliblanco, te apresuraste a verle de igual forma. Cuando ambos miraban los ojos del otro, se sentía un ambiente agradable y liviano. Aunque claro, ninguno lo mencionó jamás.

—Sanzu, hay más de treinta grados aquí. Podrías sacarte la mascarilla un momento, ¿no te parece? — enrollaste tu brazo en el suyo, a la altura de su codo —. Debe hacer mal para la salud tenerla tanto tiempo.

—No creo que sea buena idea...

—¿Por qué? Te ves lindo sin ella —. Nuevamente Sanzu se sonrojó y desvió la mirada rápidamente.

—¡_________! ¿¡Que anda haciendo ahí abajo!? ¡Tiene clases a esta hora!

—Ups, creo que me atrapó el profesor —. Te levantaste de un salto, sin ver de donde provenía aquellos gritos —. ¡Nos vemos en el lugar de siempre, Sanzu! —. Dejaste un beso en su mejilla, lo más lejano a su mascarilla que pudieses. Casi besaste su ojo a decir verdad, pero querías alcanzar a tocar su agradable piel.

Solo querías aprovechar.







Sanzu💜 a enviado su ubicación

—Otra vez este loco... — a regañadientes colocaste la primera chaqueta que encontraste tirada en tu sofá.

Viste el reloj de la cocina antes de agarrar tus llaves.

5:30

Tu cabeza iba a lamentar esto... prácticamente no dormirías hoy.

Saliste de casa a paso rápido, pasando a mover una planta que estaba en el pasillo y casi tropezando con un cartel.

—¿Día cuanto? ¿209? —. Susurraste divertida, simplemente hablando contigo misma.

El problema no era ir por tu mejor amigo, con quien tenías años de amistad... no. Lo que te aquejaba internamente era lo que hacía Sanzu en aquellas fiestas.

Encontrabas cajas, pastillas solas nadando en los bolsillos de sus pantalones, esos pantalones que debías lavar. También en más de una ocasión podías ver algunos polvos de extraña procedencia sobre la mesa de tu comedor.

Pero después de todo... era Sanzu. Y tú digamos que no eras el perfecto ejemplo para prohibirle que se drogue nuevamente. Ya habías conversado con él, pero simplemente su adicción iba más allá de lo que podías hacer.

Ahora, en lo que podías ayudar era yendo por él y cuidarlo. No es que lo necesite, pero uno nunca sabe ¿no? Además, varias veces a querido conducir estando drogado y te preocupaba que algo le ocurra.

—¿Donde está Sanzu? — te inclinaste hasta el barman. Marcel. Él apuntó a una esquina, donde en un largo sofá de cuero estaba tu amigo extendido, casi durmiendo —. Gracias, socio.

Al menos el Barman era tu amigo

no tan así, pero te ayudaba cuando ibas.

—Oh, pero miren quien llegó —. Él casi de inmediato notó tu presencia —. Mi heroína...

—Anda Sanzu, levántate y vámonos a casa —. Estiraste tu mano, acercándote bastante al sofá.

—¿A casa dices? Que aburrido —. Se giró y te dio la espalda. Bajaste las cejas cuando le viste acurrucarse en el sofá —. Mejor durmamos aquí...

—Sanzu... levántate —. Agarraste su brazo y lo tiraste hacia arriba. El pelirosa solo se dejaba mover, fingía ser una pluma.

—No tienes tanta fuerza para levantarme, ¿o si? —. Aquella burla fue directamente a tu poca paciencia.

Agarraste ambos de sus brazos y con todas tus fuerzas lo acercaste a ti. Sanzu comenzó a reír al confirmarlo, sin duda seguías siendo tan fuerte como cuando estabas en la ToMan. Se dejó caer en tu dirección y casi impactaste con la mesa de atrás. Sanzu siguió riendo, dejando que su mejilla se apoye sobre tu hombro.

—Que fuerte eres... no has cambiado nada, "______" —. Dijo el diminutivo de tu nombre. Sonreíste ligeramente a su tono de voz, te estaba elogiando básicamente.

—Sujétate de mi y vámonos.

Con él abrazando tus hombros y tú enrollando tu brazo en su cintura, caminaron fuera del bar. Esta era tu rutina diaria.

—Sanzu... ¿por qué esta vez bebiste? —. Soltaste ya sobre tu motocicleta. El pelirosa no supo que responder. Al fin habías decidido preguntar, a pesar de su estado. Ahora con las pastillas y el alcohol en su organismo, no tenías idea de cómo se comportaría.

—Una cosa llevó a la otra...

—No jodas así —. Le reclamaste empujándolo hacia atrás —. Esta vez iremos a mi casa, ¿está bien? No sabría cómo estás si te llevo a la tuya.

—Está bien, señorita —. Se carcajeó luego de hablar.

Te sentaste correctamente y encendiste tu moto, de inmediato los brazos de Sanzu se envolvieron en ti y su frente quedó pegada cerca de tu nuca. Sin más rodeos, emprendiste camino a tu casa.









— Ponte cómodo.

Sanzu te siguió hasta la habitación, no dijo absolutamente nada mientras medía sus pasos para que no le atrapes.

Sanzu debería dormir en el sofá.

Entonces, ¿por qué tuvo la necesidad de entrar a tu habitación y ahora observar tu cama con curiosidad?

Sin prestar atención a tus espaldas, te quitaste la chaqueta para lanzarla por ahí y moviste las mantas de la cama. Te agachaste para agarrar una almohada que no necesitarías y en ese lapso unos brazos se apoyaron en el colchón, a cada lado de tu cuerpo.

— Te atrapé... — susurró Sanzu cerca de tu oído. Por instinto, te quedaste quieta sin emitir ningún movimiento.

— ¿Que se supone qué haces? — preguntaste en un leve murmullo. Sentiste la sonrisa de Sanzu tocar tu oído, la sensación de sus dientes contra tu piel provocó un pequeño escalofrío.

— Nada —. Él estaba a tu lado, pero su pecho estaba sobre tu espalda. Tú al agacharte para agarrar la almohada, te encontrabas con las palmas sobre el colchón, simplemente esa postura hizo a Sanzu hacer locuras —. nada de nada, solo estoy aquí, contigo.

— No es gracioso, aléjate un poco ¿quieres? — acercaste la almohada e intentaste levantarte, chocaste con Sanzu nuevamente.

— A decir verdad... no quiero —. Su nariz rozó tu cuello y su posterior risa hizo que voltearas el rostro para verlo. Sanzu observó fijamente a tus ojos, nunca quitó la sonrisa juguetona de su rostro.

—¿Desde cuando eres así de atrevido?

—Hoy ando más feliz de lo normal, eso es todo —. Su mano izquierda acarició tu espalda y enrolló un mechón de tu cabello en su dedo índice. Frunciste tus cejas a su acción tan repentina.

—Sabes que no me gusta que te metas esas cosas, Sanzu. Me da igual que te hagan más feliz... yo... — te calló presionando su índice en tus labios. Volviste a mostrarle una mueca confundida, él seguía sonriendo.

Shhh... shhh... callada —. Observó tus labios mientras hablaba, mirando detalladamente como tu carnosa boca yacía aplastada por su dedo.

—Te voy a morder si no te alejas, Sanzu.

Veámoslo. Hazlo —. Cada palabra que salía de su boca era tan magnética. Te llamaba, te gustaba el tono áspero y bajo en el que hablaba.

Él te estaba coqueteando.

Tal vez le animaron las drogas, o tal vez fue la combinación extraña de alcohol, nadie lo sabría. El cuerpo de Sanzu respondía diferente a cada adicción, si otra persona a estas alturas podría estar casi muriendo, él estaría así como lo está ahora; jugueteando contigo.

Un intenso sonrojo se apoderó de tu rostro, tus nervios comenzaron a desparramarse cuando notaste cómo se quedó viendo tus labios durante bastante rato. Casi quedando hipnotizado por ellos.

Te sentías tímida, siendo que antes nunca lo eras.

Luego, de un momento a otro, Sanzu se dejó caer a la cama y su palma izquierda ahuecó tu cuello para tirarte hacia él. Fueron segundos. Tu boca se acopló con la suya y quedaste sobre su pecho, ahora mismo la almohada había quedado olvidada junto a Sanzu.

Sus dientes rasparon cuando el pelirosa sintió la necesidad de ser más brusco, de obtener aún más de tu boca. Te dejaste llevar... simplemente cediste.

Estuvo exaltado, estaba tan drogado que su raciocinio estaba ausente. Por ello, sus manos actuaron por cuenta propia y comenzaron a tocar más allá. Sus palmas ahuecaron bajo tu trasero, detrás de tus muslos, y te empujaron hacia arriba, moviendo tu entrepierna contra la suya.

Algo impactada, apoyaste tus codos a cada lado de su rostro y te separaste del beso. Tu pecho agitado iba de arriba a abajo, Sanzu estaba igual que tú, incluso peor. Aún así levantó su rostro para volver a besarte, apretando tus muslos en el acto.

Fue intenso

Dejó su mano derecha afirmando fuertemente tu muslo y la otra la fue moviendo hacia arriba, fregando tu trasero para luego adentrarse bajo tu camiseta. El frío te azotó, su mano helada hizo contraste con tu piel cálida y emitiste un quejido, Sanzu mordisqueó tu labio inferior y volviste a repetir aquel sonido.

Él sonreía en cada beso, en medio de cada uno de ellos esbozaba una sonrisa de auténtico orgullo.

Tú en cada beso eras más consciente de lo que hacían sus manos. Suspiraste en su boca cuando desabrochó tu brasier en unos cuantos segundos, su palma abierta recorriendo la longitud de tu espalda, cada centímetro de esta.

—Hey, espera... — el susurro calló en su boca. Su lengua volvió a adentrarse entre tus labios y ladeó su rostro para intensificar el beso.

Espera.

Estaba haciendo mal.

Sanzu de inmediato rompe el beso y observa atento a tu reacción. Su boca se mantuvo entreabierta mientras sus ojos miraban a los tuyos, viendo si hizo mal o si estabas enfadada.

No dijiste nada. Apenas y respirabas correctamente, apoyando tus codos en el colchón y creando distancia entre ustedes.

El chico golpeó su frente y refregó su cabello, separó del todo sus manos de ti y quedó tendido sobre la cama. Cerró sus ojos mientras respiraba más lentamente, tranquilizándose.

Te separaste luego de tomarle peso a la situación. Luego de eso Sanzu se levantó de la cama y salió de la habitación rápidamente, murmurando un "buenas noches".

La otra noche nuevamente fue al bar, había una fiesta la cual debía asistir. Volviste a ir, esta vez tomando asiento en un sofá lejano a él. Te había comentado que iría con algunos amigos así que solo fuiste para ver que alguien lo llevase a casa. No planeabas arruinar su noche.

Llegaste tipo 6, una hora frecuente al momento de él irse a casa.

Tenías tanto sueño

Viste como ya casi a las seis de la mañana decidió irse junto a una chica. Ella le ayudó a levantarse y de seguro pidió un taxi para ambos. Estuviste satisfecha por eso, al menos no estaría solo o no conduciría en ese estado.

Luego de verle salir del bar, decidiste ir a casa.

Siempre dando total atención a tu móvil, pendiente por si mandaba algún mensaje.


Si no saben como imaginar a la rayis, yo siempre la veo cómo esta chica de aquí arriba:)


Otra noche, luego de un par de días de ese incidente, fuiste al bar para ver una gran pelea callejera.

Claramente Sanzu era un participante.

—Eres un idiota, ¿lo sabías? —. Hiciste que enrolle su brazo sobre tus hombros y él apoyó el costado de su cabeza en ti.

—Si, si lo sabía —. Aceptó como si nada.

—En el camino mejor no hables o te golpearé. Mira el estado en el que lo dejaste, Haru —. Le regañaste. Él o mejor dicho los hombres que estaban en el suelo, habían sido brutalmente golpeados por tu amigo.

Sanzu solo se limitó a asentir y no dijo ninguna palabra de camino a su casa.

—Levanta tu pie —. Con la rodilla en el piso, ayudaste a sacarle los zapatos a Sanzu. El reía a todo pulmón al verte ayudándole como si fuese un niño pequeño —. ¿por qué te ríes? Tú mismo dijiste que no podías quitártelos.

—Solo lo dije para verte desde esa altura, ________ —. Siguió riéndose, ahora acariciando la cima de tu cabeza. El semblante serio e irritado se adueñó de tu rostro mientras te levantabas.

—Aún no entiendo como sigo siendo tu amiga —. Antes de pararte por completo, Sanzu agarró tu cintura e hizo que te pegues a él. Sus piernas se habían separado lo suficiente para que estes entre ellas, y ahora su mentón esté tocando tu abdomen.

—Sigues siendo tan inocente, ________ —. Canturreó seriamente. Tu mirada bajó hasta él, dejaste tus manos sobre sus hombros sin saber qué más hacer.

Se miraron por unos segundos. Un calor extraño se apoderó de tu cuerpo al ver como poco a poco la comisura de su boca se estiraba, una sonrisa coqueta apareciendo en su rostro.

Él se levantó de la cama y agarró tu nuca para inmovilizarte, hasta ese entonces si fuiste consciente de querer que te besara. Sanzu impactó su boca con la tuya, fue necesitado, ansiaba volver a besarte.

¿Otra vez? Pensaste

Creías que al estar tan drogado la vez pasada no habría recordado lo que sucedió en tu cama. La verdad, creíste o rogaste más bien que no lo hiciera.

Pero al parecer sí que se acordó y ahora lo quiso repetir.

Las manos de Sanzu te hicieron girar y dio unos pasos más cerca de la cama, tus piernas chocaron con esta y quedarse sentada. Un segundo y tu amigo te empujó para que te recuestes mientras los movía más al centro del colchón, moviendo bruscamente las mantas a un lado.

Nuevamente sus manos intentaron tocar tu piel, estas picaban por acariciar y apretar hasta que des un gemido por lo fuerte que lo hacía. Besó a boca abierta tus labios, tus manos se instalaron detrás de su cuello y lo acercaste lo más posible a ti, buscando la humedad de su boca.

En cada beso lujurioso y caliente, sus caderas se mecían hasta las tuyas, logrando encajarlas perfectamente para que sientas su erección crecer. Su mano ahuecó tu trasero y separó tu espalda baja de la cama, provocando que así sea más cómoda la fricción.

Nuevamente estaban yendo lejos, muy, muy lejos.

Se movieron hasta que tu cabeza quedó contra la almohada, sus manos tiraron de su camiseta fuera de su cuerpo y siguieron besándose.

Al apretar su mano izquierda en tu garganta emitiste un gemido bastante audible, un gemido que encendió al pelirosa de sobremanera. Su mano derecha la llevó hasta debajo de tu camiseta y se atrevió a colarla bajo la copa del brasier, ahuecó tu pecho y suspiraste por la boca. Sanzu sonrió al oírlo, sus ojos aún cerrados por el anterior beso.

Cuando sacó tu camiseta te decidiste a continuar. Pensabas en llegar hasta donde sea, solo necesitabas saber a donde terminaría esto. A donde iría a parar su relación.

Su miembro quería salir de sus pantalones. Tenía a estas alturas una gran tienda de campaña entre sus piernas. Pero algo le detuvo.

No supo cómo, pero rechazó la lujuria. Retiró su mano de tu piel, sacándola de debajo de tu ropa interior, y se recostó en tu pecho. Dejó su mejilla en medio de tus senos y quedó ahí con sus manos a cada costado.

Estabas confundida.

Y estuviste aún más confusa cuando le oíste respirar tranquilamente. Se había dormido a los pocos minutos.


Al otro día, ambos seguían en la misma posición.

Sanzu se había movido más a la derecha; ahora su pierna estaba entre las tuyas y su brazo envolviendo tu torso. Su rostro daba con tu cuello y hombro, el aire caliente que salía de su nariz provocaba una calidez tremenda a tu piel.

Parecía un ángel. O al menos eso pensaste cuando le viste de reojo.

Se sentía bien... te sentías bien estando así con él.

Tus ojos se abrieron aún más al ver como parpadeaba y te observaba. Sanzu, somnoliento y con los ojos achinados, te miró confuso.

Se veía lúcido al menos. Esbozaste una mínima sonrisa en remplazo a saludarle o decirle un simple "buenos días". Se quedaron mirando sin desviarse de los ojos del otro, simplemente admirando los sentimientos que reflejaban.

Sanzu al minuto después volvió a cerrar sus ojos y enterró su nariz en tu cuello, inhalando pesadamente. Le abrazaste y ambos decidieron volver a dormir.

Su relación no cambió hasta unas noches después.

Mensaje de Sanzu💜💜
________ dlnde estqs?

Mensaje de Sanzu💜💜
Te necesito

________
Voy. No te muevas de donde estás

Rápidamente agarraste tus llaves y saliste de casa. Nuevamente sería el mismo bar, dudabas que sea algún otro que se encontrara en la zona.

La rutina fue la misma. Le ayudaste a ir a su casa, guardaste su chaqueta en el armario e intentaste acomodar su cama desordenada.

—Sanzu, ¿del 1 al 10 qué tan drogado estás?

—Mhm 11 — Rió.

Chúpalo entonces — simplemente no pudiste evitarlo. Comenzaste a reír de tu propio chiste hasta que Sanzu decidió responder.

—Bueno.

Su seriedad te descolocó.

—Gracioso — respondiste.

Luego de ver más decente su cama, te volteaste para ver lo que hacía tu especial amigo. Lo que no te esperabas era que te bese de imprevisto.

Sus manos sostuvieron cada lado de tu rostro y su boca entreabrió la tuya, comenzando a besar con intensidad. Su lengua tocaba la tuya, moviéndose habilidosa dentro de tu boca. 

Sus lenguas chocaban mientras la mano de Sanzu se colaba entre sus cuerpos y enganchaba su índice en la tela de tu falda, tirándola un poco hacia abajo.

Sus caderas se movieron en tu dirección y te empujaron hasta la cama. Aquel movimiento hacia atrás hizo que su dedo baje tu falda hasta tus rodillas. Tu espalda impactó con el colchón, y de inmediato, casi por si solos, tus codos presionaron la cama. Miraste a Sanzu desde abajo.

Él sonrió, sus rodillas empujaron las tuyas para que le hagas espacio entre tus piernas. Te sorprendió la mueca provocativa que se instaló en su cara; su lengua iba remojando la comisura de sus labios mientras bajaba la mirada hasta su cinturón.

Tragaste saliva al notar que efectivamente lo estaba desabrochando.

Ay, diosito...

Se veía tan sexy así, concentrado en desabrochar el cinturón correctamente, agarrando la correa y tirándola fuera de su pantalón.

—Sanzu... — intentaste hablar pero solo balbuceos salían de tu boca. Presionaste tus puños en las mantas y simplemente viste como dejaba caer el cinturón y luego su mano iba a la cremallera para bajar el cierre.

Actuaba más lento que de costumbre. Tal vez se esforzaba en no parecer tan drogado, quien sabe.

— Acuéstate —. Sus manos pasaron debajo de tus rodillas y te empujó más al centro de la cama. Gateaste hacia atrás y le hiciste caso.

Espera...

—Estas drogado, Sanzu... no podemos... — antes de terminar aquella frase, él ya había bajado sus pantalones.

Tu mente se nubló al ver el nivel de excitación que traía dentro de sus bóxers. Su ropa interior era oscura, pero ni así pudo disimular como su miembro se marcaba casi perfectamente detrás de esa tela. Tuviste que parpadear un par de veces antes de volver a mirar el rostro de Sanzu.

—Estás drogado aún, Sanzu —. Afirmaste, incapaz de creer que tu amigo de años estuviera así frente a ti.

—No lo suficiente —. Sanzu sonrió casi sádicamente, dejando ver sus blancos y perfectos dientes —. Sé lo que hago.

En ese mismo instante, sus manos sujetaron el filo de la camiseta y se deshizo de ella. Haruchiyo se había quedado semidesnudo frente a ti.

Tu rostro enrojeció, volviste a balbucear cuando comenzó a gatear hasta ti, pasando por sobre tus piernas y viendo directamente lo que tu falda dejó al descubierto. La prenda yacía sobre tus rodillas, prácticamente arrugada por completo.

Miraste las pupilas dilatas de Sanzu, el azul de sus ojos estaba más bonito que nunca. Tardaste en cerrar tus ojos cuando su boca volvió a encontrarse con la tuya, presionando su codo derecho a un costado de tu cabeza mientras el otro brazo lo envolvía en tu cintura.

Parte de tu abdomen chocó con el suyo al descubierto, tus manos se movieron hasta su cintura y las dejaste ahí mientras le dabas acceso al interior de tu boca.

Haruchiyo gimoteó al volver a probarte. Presionó su boca en un beso corto y se separó lentamente. Sonrió cuando acercaste tu rostro, ansiosa de volver a besarlo.

Su lado burlón hizo flote y tonteó un poco contigo, acercándose y fingiendo que volvería a besarte, para luego separarse con una amplia sonrisa.

Tal vez sólo quería que perdieras la cordura...

—Mi bonita _________ —. Susurró acomodando bien sus rodillas a los costados de tus piernas. Rozó su nariz con la tuya y luego volvió a dejar un beso corto en tus labios —. ¿Podría...?

Volvió a lamer sus labios. Algo ansioso, dejó de sujetar tu cintura y fue por tu falda para bajarla por completo. Moviste tus piernas para sacarla en su totalidad, igual de ansiosa por lo que ocurriría unos segundos después.

Su mano acarició entre tus piernas, subió su palma y desvió su recorrido para tocar tu abdomen, llevándola más y más arriba. Tu corazón se agitaba cada vez más, cada toque y cada movimiento de Sanzu hacía que tu cuerpo reaccione de inmediato. Y cuando movió la copa de tu brasier hacia abajo, aquellas sensaciones aumentaron.

No... mejor no —. Susurró para sí mismo. Su ceño se frunció ligeramente, y sin emitir ninguna palabra más, su mano pasó por debajo de tu espalda y desabrochó la prenda.

—S-sanzu, ¿estás...? — te interrumpió un gemido propio que salió de imprevisto. No prestaste atención cuando se escabulló entre tus piernas y tu rodilla quedó apuntada hacia arriba, levemente flexionada.

La vergüenza apareció en tu ser y observaste con los ojos bien abiertos cuando él dejó un beso a boca abierta en el interior de tu muslo. Un cosquilleo bajó hasta tu abdomen y presionaste tu pie sobre el colchón. Tus manos cubrieron tu rostro inútilmente.

—¿Puedes quitarte la camiseta? — preguntó entonando los ojos, volviendo a dejar un beso en tu muslo, ahora más arriba.

Mejor dejémosla d-donde está —. Maldeciste el momento y a tus nervios, se te era irritante como estabas tan... débil.

¿Desde cuando cambiaron los papeles? Nunca habías actuado así frente a Sanzu.

La mirada del ojiazul se fijó en la tuya, su rostro bajó poco a poco, casi presionando el mentón contra la tela de tus bragas. Presionaste tus dientes y mantuviste aquella mirada tan fija. Sanzu subió tu camiseta un poco y vió dentro, aún tu brasier estaba en medio de su esperada vista.

—Entonces saquemos esto — metió la mano dentro de la prenda e intentó sacar tu ropa interior —. Carajo, no sale —. Se incorporó y se te quedó viendo pensativo. Soltaste una carcajada en medio de la vergüenza, y te quitaste la prenda tu misma, sacándola por una de las mangas de la camiseta.

—Era fác... — no alcanzaste a terminar la oración, nuevamente Sanzu fue rápido e impulsivo. Te dieron cosquillas cuando metió su rostro bajo tu ropa y su lengua hizo un corto recorrido en tu abdomen.

Cerraste los ojos cuando llegó a tu zona descubierta y recién desnudada. Sus manos se forzaron en mantener todo su peso, y su boca jugó como quiso con tus senos. Lengüeteó la piel sensible, tus pezones erizándose al máximo cuando su boca se cernió sobre ellos y dejó leves raspadas con sus dientes. Tus manos fueron a su espalda y lo presionaste más a ti, apretando las uñas en su pálida piel.

Quería follarte

Iba a hacerlo ahora

Luego de lamerte, iba a follarte en serio.

Pero quería ser tan considerado contigo. Él necesitaba ser suave con la chica que lo traía enamorado desde la escuela.

Pero tal vez no... joder, Sanzu no estaba pensando correctamente. Nunca sabía cuantas pastillas consumía diariamente, no podría llevar la cuenta, a veces solo las metía a su boca sin siquiera pensar. Y por ello, en ese momento no actuó luego de pensar.

Simplemente se movió conforme a sus deseos.

Todo sucedió rápido de ahí en adelante.

Mientras seguía con su cara entre tus pechos, bajó su ropa interior y movió la tuya, ni se tomó el tiempo de quitar tus bragas por completo. Tu espalda se separó ligeramente de la cama en el momento en que tu pelvis encajó con la suya y su miembro se abría paso a tu intimidad.

Fue él quien soltó el gemido más alto, llegando su voz directamente a tu pecho. Te removiste cuando tocó fondo, ahí en aquel lugar en tu interior. Tu voz sonó quebradiza cuando separó sus caderas y luego volvió a arremeter en tu entrepierna.

Sacó su cara de debajo de tu ropa y su rostro quedó en tu cuello, presionando su frente al colchón. Sus brazos temblaron por estar tanto tiempo sujetado a ellos, soportando su peso para no aplastarte.

Mierda, lo siento, lo siento, perdón —. Murmuró repetidas veces. Su voz sonaba agobiada de muchas formas. Su puño derecho apretó unas mantas cercanas, su codo apoyándose con fuerza mientras su mano izquierda bajaba tu camiseta con delicadeza —. Perdona, lo siento, estoy siendo un idiota.

No se disculpaba por la situación. Se había dado cuenta que posiblemente querías que pregunte antes de simplemente hacerlo. Además, había sido brusco, tal vez demasiado para ti.

Uno de los síntomas de las drogas que él consume, era el nivel de agresividad. Sanzu estaba en este momento con una elevación de euforia y era obvio para ti que no podía medir sus actos. Aún así, no emitiste ninguna queja, te estaba agradando como iban las cosas.

— No pasa nada... — acariciaste su nuca, tus dedos rozando su suave cabello. Haruchiyo movió la cabeza, asintió tras comprender que, si te hubiese molestado algo, sin dudas le hubieses dicho.

Otro efecto de aquellas pastillas locas que consume; Existe un aumento en su resistencia y un mejor rendimiento físico en general.

Solo fue un dato que apareció en tu cabeza en ese momento, justo en el momento en que Sanzu volvió a mecer sus caderas y embistió por completo tu interior.

El calor se te fue cada vez más intenso. Una agradable sensación recorrió tu cuerpo conforme pasaban los minutos. Abrazaste a Haruchiyo por el cuello y él inició un fogoso beso que perduró hasta que ambos no pudieron más.

Cada vez su piel se mantenía más tiempo cerca de ti, sus piernas tocando tus muslos, su abdomen rozando con el tuyo, sus narices tocándose en cada embestida. No podías estar más satisfecha.

Él tampoco pudo pedir más. En ese minuto Sanzu se centró en lo que tenía debajo suyo. Deleitó su mirada en cómo arrugabas el ceño, como tu boca se abría y cerraba, como suspirabas e incluso se fijaba en las pequeñas lágrimas que dejaban tus ojos producto del placer inmenso.

Tus brazos se apretaron en sus hombros, le abrazaste fuertemente a causa del clímax que comenzó a invadir tu cuerpo, tu espalda arqueándose y el sudor recorriendo de tu frente hasta tu cuello. Sanzu siguió chocando sus pieles, con la humedad que salía de ti se le hizo más fácil embestir de manera rápida.

Hizo que una de tus piernas envuelva su cadera y aumentó el ritmo. A esas alturas solo podías gemir con cada penetración, susurrando palabras sin sentido y a medio terminar.

Solo un poco más, ________ — tu nombre salió de su boca en un gemido —. Joder... no me aprietes así, princesa.

Sin duda no lo hacías a propósito. Estabas en pleno orgasmo, era evidente que sentiría a mayor detalle como te apretabas en su longitud, su pene siendo estrujado indiscutiblemente.

Los gemidos ya exhaustos que salían de ti eran una estimulación auditiva para Sanzu. E incluso luego de él también llegar a su límite, estuvo ansioso por tomar mucho más.

¿Recuerdan el dato sobre uno de los efectos de estas drogas? Bien, tu amigo demostró que son reales. Su resistencia le hizo hacer muchas más cosas.






Abriste tus ojos más temprano de lo esperado. Básicamente despertaste por el dolor que tenías en tu cuello, y... digamos que en otras partes del cuerpo.

Aún así, la sonrisa boba que tenías era imborrable.

Te giraste y bostezaste a la vez, extendiste tus brazos hacia arriba sin darle atención a tu alrededor aún. Solo cuando ya estabas despertando definitivamente, notaste que Sanzu no estaba.

Y no hablamos de no estar acostado junto a ti.

Sanzu esa mañana no estaba en casa.

—Tal vez le avergonzó y decidió irse... aunque me haya tocado el útero anoche, aún debe ser algo tímido.

Esa fue tu excusa.

No le diste mayor importancia. Aún estabas un tanto emocionada con la noche anterior y solo tenías en mente cada minuto que pasaste con Sanzu.

En fin, decidiste ir a casa luego de ordenar un poco sus cosas. Después tal vez decidas enviarle un mensaje de texto para hablar del tema.

...

Su relación no cambió tanto.

O bueno, si, si cambió.

Antes de que vayas al bar a buscarle, Sanzu se aparecía por tu casa, un tanto ido, y volvían a follar. Solo pasaba. Y al amanecer, él volvía a irse a su casa.

Siempre "huía" antes de que despiertes.

Esa nueva rutina, poco a poco te fue molestando.

Te encantaba tener esos momentos con él, pero luego del sexo no hablaba nada. Y cuando le intentabas decir sobre su relación, él prácticamente caía rendido y se dormía como por arte de magia.

Y durante el día, sus mensajes de texto no eran los mejores.

_________
¿Ya podemos hablar?

Sanzu
Estoy ocupado ahora

_________
Deja de evitarme o ser así de cortante. Necesito hablar contigo.

Sanzu
Luego, ________

Claro que tu linda paciencia tenía un límite.

Por ello, Sanzu no te vio llegar esa noche al bar. Habías decidido pasar en ir a buscarle, sentías que te estabas rebajando a ti misma, solo por una noche decidiste no estar al pendiente de tu amigo y hacer cosas que en serio te hagan sentir bien, no solo momentáneamente.

Esa misma noche, Sanzu se pasó con lo que hacía a diario.

Esa misma noche, no supo cómo, pero llegó a tu casa de todas formas.

Eran ya las 7 de la mañana.

Aún estando frente a tu puerta, no se preguntó cómo llegó ahí en ese estado.

—No te vi en el bar ¿por qué no fuiste? — eso fue lo primero que dijo cuando abriste la puerta.

Estaba hecho un desastre.

Olía a alcohol más que nunca, y eso, aunque no lo hayas querido del todo, te preocupó demasiado.

Sanzu intentaba mantenerse en pie. Debió apoyar su codo en el marco de la puerta, y se apoyó más en su pie derecho, en serio intentaba no caerse y partirse el cráneo.

—Hoy estaba muy cansada para salir de casa. Además, no es una rutina muy bonita, Sanzu — tu tono no salió como esperabas. Él te había ablandado lo suficiente para no lucir enfadada.

—Podrías hab...

—No quisiste hablar conmigo ninguno de estos días ¿y ahora me preguntas porque no fui a buscarte al bar? —. Abriste un poco más la puerta. Sanzu no disminuyó su expresión confusa al notar que solo dejabas ver la mitad de tu cuerpo, no abriste la puerta por completo para verle.

—Estuve ocupado.

—Ve a casa, Sanzu.

—No sé como llegar —. Bajó su mirada hasta el suelo y esbozó una tosca sonrisa.

—Viniste a mi casa, así que creo que puedes llegar a la tuya perfectamente — comenzaste a cerrar la puerta, pero él se interpuso; su mano agarró la madera y tuviste que mantener la puerta entreabierta.

—No es lo mismo —. Se quejó somnoliento.

—Si que lo es, si sabes tu dirección.

—La ruta a tu casa me la sé de memoria, me es fácil llegar —. Confesó firme. Nunca dejó de mirar a tus ojos.

Sinceramente, siempre te hablaba viéndote a los ojos.

—Sanzu...

—¿No puedes acompañarme?

—Entra y te pido un taxi —. Abriste más la puerta, Sanzu de inmediato se precipitó y su otra mano también agarró el borde de esta, deteniendote.

—Acompáñame, vamos juntos.

Su boca se sentía cada vez más seca.

—Tengo cosas que hacer, no puedo ir contigo ahora.

Sanzu se quedó observando, descifrándote, y poco a poco el enfado va apareciendo en su rostro. Te mostraste confundida a la vez que veías como dejaba de parecer arrepentido.

Soltó la puerta y, en cambio, da un paso dentro de la casa. De inmediato pusiste una mano sobre su pecho para detenerlo.

—¿Estás con alguien?

Quedaste callada. El pecho de Sanzu fue agitándose cada vez más. Si antes su ritmo cardiaco era alto, ahora se sobrepasó de su límite. 

—_______ ¿tienes a alguien dentro de tu casa? —. Se inclina para hablar aún más firme y bajo, sonó más intimidante que nunca.

—Sanzu, no te comportes así ¿quieres?

—¿Está en tu habitación? ¿Tienes a un hijo de puta en tu jodida habitación, _________? —. Extendió su brazo izquierdo para empujarte y que le dejes pasar.

Pero estuviste en la ToMan, no olvidemos ese detalle.

Por eso, agarraste su brazo antes de que entre a la vivienda y lo doblaste hasta detrás de su espalda, tu mano libre llevándola a la parte trasera de su cuello y con bastante fuerza lo empujaste a la pared. Por las drogas y el leve aturdimiento de Sanzu, su mejilla queda pegada al muro y no reaccionó hasta tiempo después.

—¿Que mierda crees qué haces, _________? ¡Suéltame! — Se movió bruscamente, su voz aumentando en volumen.

—Tranquilízate.

Se removió, tras separarse levemente de la pared volviste a empujarlo con todas tus fuerzas, incluso dejaste que tu rodilla presione detrás de una de sus piernas para inmovilizarlo.

—Puta madre ya suéltame, _________. No quiero empujarte, aléjate.

—Baja la voz, Sanzu. Ya debes saber la hora que es, no es momento.

—¿Por qué no es momento? ¿Por qué tienes a un idiota en tu cama o algo así? ¿Por eso no fuiste por mi? Nunca creí que fueses capaz de ser una maldita perra... ¡Pero mira! no tuve que esforzarme mucho para saber lo que pasó aquí —. Cada palabra la soltaba con veneno. Tu labio tembló al ser consciente de cada cosa que decía —. Dilo, ________. No fuiste por tu mejor amigo por andar follando.

—Cállate.

Eres una maldita, joder, que desperdicio de tiempo tuve contigo — apretaste su muñeca, no pudiendo contener tu ira.

—Cierra la boca, Sanzu. Pude haber ido por ti, pero no quise... yo no quise — aclaraste.

—No me jodas que estás haciendo esto porque no contesté bien a tus mensajitos de mierda...

—No... no es así.

—¿Es porque ahora follamos y si no te respondo lo tomas como infidelidad o como? Oh no, déjame adivinar, te enamoraste de mi ¿no?

Ese fue un golpe bajo

Fue aún más bajo porque entre ambos, él era el más enamorado.

Pero no estaba pensando. Sanzu no era él.

—Cállate, Sanzu. ¿Ahora en vez de drogas también bebes alcohol como loco? ¿Por qué te estás comportando así?

Mientras hablaban, nunca dejó de querer alejarte y correr hasta el segundo piso.

—Porque me cambiaste por una maldita cogida, idiota.

—No eres mi puta responsabilidad, Haruchiyo. Estoy harta de ir a ese jodido bar al que vas. Está a kilómetros de mi casa y me demoro horas en volver. No es mi culpa que te droges hasta no saber dónde está tu maldita casa, ni tampoco es mi culpa que todos tus putos problemas los desquites de esa forma para luego follarme como si fuese una distracción.

—¿Por eso ahora follas con otros? ¿para no sentirte usada? —. Mordiste tu labio con fuerza, pinchaste tan fuerte que este comenzó a sangrar.

—Eres un...

—Ya suéltame. No sé para que vine aquí, no me importa si vas o no a verme. Me da igual.

Eso era mentira... una vil mentira.

—Sanzu...

—Ya suelta mi brazo. Aléjate ________ — te separaste y dejaste de arrinconarlo contra la pared —. Suéltame.

Tras soltarlo, tras confiar en que se iría, lo que hizo Sanzu fue adentrarse a la casa y subir a tu habitación rápidamente.

Tuviste que apresurar tus pasos para seguirlo, intentaste detenerlo, pero él era mucho más rápido que tú.

Siempre te ganaba cuando hacían carreras entre ambos.

Eso nunca había cambiado.

—¡Sanzu, espera! —. Alcanzaste a agarrar su camiseta, pero bruscamente se movió para que deshagas el agarre. Abrió la puerta de tu habitación y con las manos en puño se acercó a la cama —. ¡¿Que carajos estás haciendo?!

Golpe

Otro golpe

Ahora en el suelo estaba golpeando al chico, un puñetazo tras otro. Estaba cabreado, incluso enrojecido por la ira. No solo por la sangre que saltaba a su cara.

Te acercaste y detuviste sus puñetazos, lo retuviste empujándolo al suelo, utilizando tu peso para mantenerlo quieto. Por suerte actuaste rápido y el otro chico salió despavorido de la casa apenas tuvo oportunidad.

—Muévete _________ —. Se giró en una rápida maniobra y se sentó en el suelo, lo seguiste reteniendo ahora sentada sobre sus piernas —. Maldita sea...—. Observó por un microsegundo sus nudillos los cuales brotaba sangre —. Muévete de una vez, _______.

—No —. Subió su mirada hasta ti, tus manos sujetaron sus hombros e intentaste que no se moviera. Cuando Sanzu intentó pararse, enrollaste tus piernas en sus caderas —. Basta. Estás haciendo una idiotez, Sanzu.

Él pensaba en solo ir a buscar a aquel tipo y golpearlo, molerlo a golpes. ¿Por qué? Ni Sanzu sabía la razón, solo sentía la necesidad de hacerlo.

—Déjame ir... necesito —. Sanzu bajó la cabeza, su puño a un costado apretándose contra el suelo —. Se merece que lo muela a golpes, sal de encima mío ________.

—¿Por qué dices que lo merece? Deja de decir estupideces, Sanzu. No vas a golpear a nadie.

—¿Que "por qué" dices? — habló con furia, sus dientes llegaban a chocar en un fuerte sonido tras cerrar la mandíbula tan bruscamente —. No me mientas... —. Dejó salir aire desde su nariz, estaba enfurecido y sorprendentemente aguantando el no ser agresivo —. Te tocó, solo con eso ya es motivo para desquitarme con ese bastardo.

—Basta...

—Nadie se debe meter con lo que es mío, jodidamente nadie, mierda —. Maldijo en un gruñido áspero.

—DIOS, ME DAS TANTA RABIA, SANZU —. Tu grito hizo que el pelirosa salte del susto —. NO SOMOS NOVIOS, NO TIENES MOTIVOS PARA HACER UNA ESCENA DE CELOS. ¿POR QUÉ TE COMPORTAS ASÍ SI SOLO SOMOS AMIGOS?

El que tú grites hizo quedar a Sanzu completamente congelado en su lugar. Sus puños siguieron apoyados a cada lado suyo, y mientras tú gritabas, aún seguías sentada sobre él.

—YO NO TE DIGO NADA CUANDO SALES CON OTRAS CHICAS Y NO RESPONDES MIS PUTOS MENSAJES, SANZU.

"Yo..." No oíste del todo su voz, ni mucho menos le dejaste terminar.

—TÚ NADA. ME TRATAS COMO UNA CUALQUIERA, ME IGNORAS ¿Y CUANDO NO VOY HASTA TI VIENES Y HACES ESTO? ¿Te das cuenta lo estupida que es la situación? — no tenías tiempo para detallar sus expresiones. No tuviste tiempo más que para soltar todo de una sola vez.

—No te entiendo...

—No, YO no te entiendo a ti. Si te gusto, ¿por qué lo has estado ocultando? — soltaste igual de enfadada. Sanzu se inclinó hacia atrás, su rostro se alejó considerablemente del tuyo y te miró sorprendido —. Desde que estamos en la ToMan que lo sé, Muto me lo dijo. Dudo que sientas lo mismo ahora, pero de todas formas, aunque tengamos una amistad o un poco más que eso, no puedes venir y joder mi noche.

El chico bajo tuyo desvió la mirada apenas terminaste de hablar, por alguna razón se sentía avergonzado.

Si fueses otra chica de seguro no te habría permitido que le grites, pero eras tú. Por un segundo, se sintió un tímido adolescente más que estaba siendo regañado por la chica que le gustaba, eso le frenó a hacer una estupidez impulsiva.

Los volteó a ambos y tu espalda dio de lleno con el suelo. Cuando Sanzu se arrodilló para levantarse, tiraste de él enrollando tus brazos en su cuello. La mirada fría y sobria de tu amigo se topó con tus ojos.

—Me iré a casa. Tu nuevo novio ya debe haberse ido, así que no podré volver a golpearlo —. Sus manos forzaron a que tu agarre desapareciera y se levantó para irse rápidamente. Solo pudiste ver su espalda mientras se alejaba y bajaba las escaleras de la casa.

Iba sin rumbo, no sabría como llegar a su casa luego de esto. Con suerte y sus neuronas servían.

Te pareció extraño su comportamiento. Esperabas que estuviera enojado, pero no pensabas que se iría así sin más. Aunque te alivió, toda la noche pensaste como actuaría al otro día.

Luego de la situación incómoda, donde tuviste que limpiar la habitación y tener una conversación con el chico golpeado, lograste dormir un par de horas. De día, recibiste un mensaje de Rindo, un amigo bastante cercano a Sanzu y que tuviste oportunidad de conocer en más de una ocasión.

Rindo envío una foto
*Sanzu acostado sobre su sofá, sus brazos cayendo al piso y su rostro boca abajo contra una almohada*

Rindo envío un mensaje
Vino y estuvo llorando como un idiota

________
¿Y por qué me dices eso a mi?

Rindo
No sé, ¿por qué será?

________
🤨

Rindo
... A parte de estar loco, esta loquito por ti ________. Anoche llegó para pedirnos consejos (Bueno, Ran fue la "lógica" aquí)

Rindo
Yo le dije que ya deje de joder y sean novios de una vez. Pero nooo, el cabroncito tiene las neuronas cruzadas y hace puras mierdas raras.

________
Entiendo

________
Cuida que no se resfríe. Dudo que venga aquí por un tiempo.

Rindo
Lo llevaremos de una patada a rehabilitación.

________
Espero que acepte

Rindo
De qué va a ir, va a ir.

________
No lo golpeen...

Rindo
No te puedo prometer nada, lindura ☺️

________
Rindo...

Rindo
Está bien

Y así comenzó su breve separación con Sanzu. Cuando disminuyeron los efectos de las drogas en su sangre, toda la situación cayó como un balde de agua fría sobre él. Le avergonzaba volver a verte, se sentía pésimo.

Ran y Rindo ayudaron a que no haga idioteces. Después de todo, por el pasar de los años, le tenían un tanto de aprecio a Haruchiyo. Aunque más que nada les dio lastima lo jodido que estaba.

Ran envío una foto
*Sanzu con el cabello recortado*

Ran envío un mensaje
Me debes una, ________. Al fin logré que decida verse decente.

________
Dile que se ve bien

Ran
¿Quieres que me golpee por saber que hablo contigo?

Probablemente no. Decidiste no enviarle mensajes a Sanzu directamente. Los hermanos Haitani te hablaban de vez en cuando para avisarte de ciertas cosas. Incluso de sus recaídas.

Muchísimas veces pensaban en ir a dejarlo a tu casa y dejarte el "problema". Pero vamos, ¿que ibas a hacer con él en ese estado?

Al menos, las veces que los regañabas cuando te enviaban fotos de un Sanzu mojado, ellos se divertían con tus insultos. En su defensa, dejaba de intentar salir de casa cuando le tiraban un balde de agua.

Nah, cuando peleaban no te avisaban. No querían preocuparte.

Y así seguiste tu movida rutina. Trabajo, casa y mensajes de texto.

Luego de unos meses, donde Sanzu estuvo controlado por ambos de sus amigos, tuvo que ir a una rehabilitación normal. Tuvo la tarea de salir de casa y resistirse de no desviarse del camino e ir a ciertos lugares, o en los peores casos, a tu casa.

Aunque... seguían ciertos problemas.

Rindo
Sanzu se enteró que hablamos contigo

Rindo envío una foto
*una selfie, él haciendo un puchero mientras dejaba en evidencia su labio roto*

Rindo
No querrás ver a Ran.

_________
Te llamaré. Dame con Sanzu.

Rindo
Oh, no. No creo que sea buena idea.

Llamaste de todos modos.

Rindo no supo que hacer. Corrió por toda la casa buscando a Ran, ya cuando lo encontró tuvo que sacar a Sanzu de encima suyo y los separó antes de darle el móvil y que responda por él.

—¿Quién es?

—Ran, dame con Sanzu.

—Eeeh —. Hubieron unos gritos de fondo. El móvil cayó al suelo y tuviste que separar tu oído del aparato —. EL PUTO MÓVIL SE VA A ROMPER.

—¿_______? — la respiración agitada de Sanzu te hizo levantar del sofá.

—¿Sanzu? ¿Que sucede? ¿Estás bien? — oíste otro golpe al otro lado de la línea. Sanzu comenzó a correr y al parecer se encerró en una habitación.

—No... digo si, estoy bien, yo... —. Sentías su enojo, pero aquel sentimiento no llegaba a su voz. Habló suavemente —. Estoy intentando mejorar.

—Me alegra oírte —. Sonreíste al escuchar como rió, más bajo de lo que se escuchaban unos repetidos golpeteos en la puerta.

—A mi también —. ¿Cuanto tiempo había pasado sin oír tu voz? Para él fueron siglos.

—¿Golpeaste a los chicos? —. Él solo chasqueó la lengua. No lo negó —. ¿Como vas con tu rehabilitación, Sanzu?

—Diría que bien —. Te mantuviste atenta a lo que sucedía, oíste cada detalle de sus susurros y las voces de fondo —. Aunque aún quiero partirle la cara a quien sea que haya cruzado palabras contigo, _______. Eso creo que es superior a las malditas drogas.

—Sanzu...

—Dime que no conseguiste un novio...

—SANZU HIJO DE... NO LA CAGUES —. El grito de Ran retumbó en tu oído.

—CIERRA LA BOCA. NECESITO ÁNIMOS AHORA MISMO — le gritó Sanzu en respuesta, alejando el móvil.

—No te preocupes por eso —. Dijiste más calmada que antes. Sanzu suspiró aliviado —. Sanzu, ¿estás intentando mejorar por...?

—Por ti — interrumpió —. Esa noche te pude haber hecho algo, ________...

—Mejora por ti. No pienses en mi esta vez, Haru. Si decides dejar aquel vicio, será tu mérito y tu decisión —. El logro asentir, aún sin estar del todo seguro en hacerlo —. Los chicos me contaron que cortaste tu cabello, ¿es así?

—Si.

—¡JURO QUE LE VI UN PIOJO! POR ESO LO OBLIGUÉ A CORTARSE LA MELENA.

Ese grito fue de Ran.

—¿Y no te los pegó? —. Aquel murmullo fue Rindo. Sanzu comenzó a reír por su pequeña conversación fuera de la habitación.

—¿Quieres ver como luzco? — la pregunta de Sanzu llamó tu atención de inmediato —. Otro día si. Ahora estoy demacrado y puede que te desagrade...

—De todas formas, Rindo ya me ha enviado fotografías tuyas, Haru.

—Ese grandísimo hijo de...

—Sanzu.

—Lo siento —. Al parecer se levantó de donde estaba y se había acercado a la puerta. Le oíste susurrar bajito;—. Te romperé la cara, Rindo puto.

—¡SANZU!

—¿LO ESCUCHASTE, _________? —. Asentiste al grito de Rindo, él comenzó a reclamarle a Sanzu de lo idiota que es por llamarle así —. ESPERA A QUE CUELGUE ________ Y TE PATEARÉ EL CULO, MALDITO.

—Cambiando de tema, yo si quiero verte ________ —. Sanzu susurró aquello en un tono más bajo. Aún así Ran le escuchó y burlonamente soltó un Awwwww —. Pero no quiero que Rindo tenga en su móvil fotos tuyas. Quizás que cosa hace ese pervertido de...

—TE VOY A ROBAR A ________, CABRÓN —.

—Sanzu, ya cálmate —. El pelirosa tomó peso a tus palabras y decidió quedarse callado durante un momento —. Le diré a Rindo o a Ran que te lleven un móvil. Te compré uno esta mañana.

Que linda... — golpeó su boca al notar que no lo había pensado, simplemente lo soltó sin querer.

—Sigue así cómo estás ahora, Haru. Cuando te sientas listo, ven a verme — no ocultaste la emoción, sin duda extrañabas bastante a aquel chico. Sanzu quedó un breve momento en silencio, apoyando su nuca contra la pared mientras veía el techo.

Se había decidido a cuidarte, que no le veas en un estado fatal, y sobre todo se encontraba seguro que cambiaría para que así ambos pudieran quizás ser algo más. Cosa que, cuando ambos vayan paseando por las calles, la gente no vea raro que estés con alguien como él.

—Si no lo logro... ven y golpéame muy fuerte —. Comenzaste a reír por la seriedad con la que lo dijo. Sanzu sonrió como de costumbre, rascó su nuca con nerviosismo tras esperar tu respuesta.

—Iré y limpiaré el piso con tu cara, Haru — Amenazaste. Sanzu al otro lado de la línea comenzó a reír, incluso escuchaste como los otros dos comenzaban a animarte a hacerlo antes de tiempo.

—Eso estaría bien, gracias —. Dijo Sanzu. Por un momento separó el móvil de su oído y lo miró un poco, dio un suspiro hondo mientras cerraba los ojos por unos segundos —. Creo que ya debo colgar. No debo molestar tanto tiempo, de seguro tienes cosas que hacer.

—¿Los chicos te están apurando?

—NO HEMOS DICHO NADA —. Gritaron a la vez los Haitani.

—No es eso, ¿hablamos mañana? —. Sanzu le gritó que se calle a Rindo cuando este reclamó por el uso desmedido de su pobre celular.

—Está bien... —. Ambos quedaron callados, mordiste tu labio sin saber qué decir —. Cuídate, Haru.

—Nos vemos pronto, ________ —. Cortó la llamada.

Un tanto indecisa, bajaste el móvil y volviste a sentarte en el sofá. Estabas feliz con volver a hablar con él, a pesar de la situación en la que está.

Tus pensamientos se detuvieron cuando oíste una notificación. Agarraste el móvil en un segundo.

Mensaje de Rindo
Hey, __________

Rindo
Sanzu dijo que te quiere mucho.

Rindo
*emojis vomitando*

Rindo
O sea, no lo dijo tan así, lo escuché porque estaba mi oído pegado a la puerta. Fue suerte.

Rindo
Pero eso :D es un cursi, ¿no?

Rindo
En fin, quería que lo supieras. Bye.







—Se que dije que él debe ir a mi casa y todo eso, pero... NO ME PUDE RESISTIR Y VINE A BUSCARLO —. Rindo alejó el móvil de su oreja, tu grito casi pudo dejarlo sordo —. Y ahora estoy fuera de la clínica... espero que me hayas dado la dirección bien, Rindo.

—________, tu voz chillona ya me tiene casi sordo —. Reclamó, de fondo oíste la risa de Ran —. Mejor ponte atenta a la puerta y espera calladita a tu amado. Adiós.

—Rindo, no te atrevas a colgar... — colgó.

Ahora si que estabas nerviosa. Habías llamado a Rindo para hablar y tal vez distraerte, pero tu amigo como que se hartó muy pronto. Ansiosa, te acercaste más a la puerta de aquella clínica y tu pie comenzó a moverse en un tic molesto.

Había pasado bastante tiempo desde esa primera llamada. Hablaban regularmente, pero era primera vez que se verían en persona. Estabas tan emocionada con verlo.

Incluso llegaste dos horas antes de su salida. Rindo ya te dijo que estabas un poco loca, y le diste la razón completamente. ¿Quien esperaría dos horas de pie sin hacer nada? Tú. Aunque si es por él, por Haruchiyo, no te importaba mucho quedar como idiota.

—Bien... cuando salga podría esconderme y luego asustarlo... será una bonita bienvenida —. De inmediato moviste la cabeza —. No, se vería muy infantil... tal vez si le digo un "Hola, tanto tiempo" sería mucho mejor...

—Hola, tanto tiempo ________.

—Si, si, hola... en fin, ¿que le diré cuan...? —. Te giraste y miraste mejor al chico junto a ti. La sangre se te heló.

—Hola, _________ — volvió a repetir. Parpadeaste rápidamente, observaste sus ojos, bajando hasta sus cicatrices que estaban al descubierto, y terminaste por ver su atuendo.

No me jodas...

Si te jodo, entonces —. Dejó sus manos a la altura de sus caderas y esbozó poco a poco una sonrisa. A pesar de lo rápido que andaba su corazón en ese segundo, él disimuló bastante bien sus nervios.

Diste un salto y te abrazaste a él, enrollando tus brazos en su cuello y envolviendo tus piernas en sus caderas. Sus brazos correspondieron al instante, sujetando tu espalda. Te importó una mierda que estén en medio de bastante gente, solo le abrazaste con todas tus fuerzas mientras enterrabas el rostro en su cuello.

Se pareció a una eternidad. Ninguno supo cuánto tiempo se quedaron ahí abrazados. Solo cuando dejaste de apretarle tanto, fue que Sanzu te soltó hasta el suelo. Fue tan tonto como reíste al estar ahora cerca de él, lo suficiente para verlo detalladamente.

No estaba tan delgado como antes, y para comprobarlo volviste a acercarte y enrollaste tus brazos en su torso. Sanzu no disimuló su sorpresa, y por varios segundos no se movió. Tus manos tocaron su espalda, su estructura no tan notoria estaba ahí. Haruchiyo se veía sano incluso de aspecto.

—Hey, me estás apretando muy fuerte —. Su mano derecha tocó tu cabello y comenzó a acariciarlo. Moviste tu rostro y viste sus ojos azules, él te miró complacido. 

—Perdón. Te extrañé mucho —. Seguiste abrazándole, viéndole a los ojos esta vez. Se inclinó hacia abajo, midiendo sus acciones, y dejó un suave beso en tu frente.

A pesar de todo lo que pasaron juntos; Las intimidades, los problemas, los años de conocerse, Sanzu al besar tu frente se sonrojó. E incluso, desvió la mirada luego, tal como hacía cuando eran adolescentes.




Que lindo Sanzu con el cabello corto 😻

Nya

Que lindo Sanzu fumando😻

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top