Nahoya Kawata


Intenten no enojarse tanto con la rayis o Nahoya JAJAJAJAJJA


No podías estar con una expresión tan cansada como la que traías ahora. Seguiste fulminando con la mirada a Nahoya, viéndole extremadamente mal por su comportamiento.

Desde ya bastante que era todo un caso el convivir con ese chico. Que estén en el mismo salón también era casi un infierno.

—Eres muy bonita, ¿sabías?— volvió a repetir, esta vez agachándose a tu mesa e instalando sus codos sobre esta. Su sonrisa se hizo más visible.— Me gustas, ________.

Claro, cualquiera diría que sería un sueño hecho realidad.

Pero esto era diferente.

Recapitulando, hace tiempo atrás él ingreso a tu instituto, a tu mismo salón de clases. Era simplemente una bomba nuclear de bromas y burlas. Su actitud despreocupada y el ser sociable le hizo tener una "buena" reputación bastante rápido. En poco tiempo todos conocían a Nahoya.

Y no solo por ser partícipe de una pandilla como la Tokyo Manji, no.

Simplemente su actitud destacaba.

Eso era todo lo contrario a ti.

Eras bastante tranquila, notas buenas, pero a veces más bajas que el promedio. Tu círculo social era bastante estrecho, solo hablabas con gente de tu salón. No destacabas mucho, o al menos eso creías.

Cada año te sentabas en la fila que estaba más cercana a la pared, tu mejor amiga en ese entonces estaba a tu lado, y tu otra amiga se sentaba en frente. Hasta ese momento tu año escolar iba bien.

Pero Nahoya apareció.

Eras tranquila y muy inexperta en el amor, ¿sabes?. Entonces, cuando Nahoya a los días de llegar al salón comenzó a hablarte y a bromear contigo, no supiste qué mierda hacer. Nunca antes habías estado tan "cercana" a un chico, nunca. Por lo qué sucedió lo terrible; te sonrojaste.

¿Sabes que significó eso para Nahoya?

Un chico así de bromista y sonriente, viendo que una de sus bromas afectó a tal punto a una chica de su misma clase... fue tan caótico que lo repitió una y otra vez.

Hacía qué te sonrojes siempre. Y no molestándote de mala forma, no. El sabía que diciendo ciertas cosas lindas, te sonrojarías de inmediato.

Se te era imposible no hacerlo.

Y claro, eran bromas ¿no?, lo normal entre adolescentes. Pero hubo un día en que él sí habló en serio, a unos de sus compañeros. Escuchaste claramente la conversación, tan claro que no pudiste hacer nada más que seguir escribiendo en tu cuaderno. Ignoraste como los demás decían que hablaban de ti, tus compañeras susurrando en plena clase que hicieras algo.

¿Es algo vergonzoso, no?

—Nahoya, tú qué llegaste hace poco.— un compañero del salón susurró, estaban ellos unas mesas más alejadas, pero se oyó de igual manera.— ¿quien es la más linda del salón?

—_________.

Ciertamente pudo haberlo oído hasta el profesor de matemáticas que estaba escribiendo en la pizarra.

Quisiste desaparecer. Pero claro, ________ no podía hacer notar sus nervios, no en clases. Solo seguiste escribiendo.

—Psss, ________, escuché tu nombre.

Una compañera que se sentaba a un costado llamó tu atención. Solo moviste tu hombro, restándole importancia.

—________, están hablando de ti.

Otra voz.

—________, Nahoya dijo tu nombre.

Mierda, déjenme en paz.

Que vergüenza.

—________, creo que le gustas a Nahoya.

Dejen que me haga la sorda.


Ahí fue todo más intenso. Nahoya en clases veía en tu dirección, siempre buscando que le notes y tus mejillas se tiñen de carmesí. Primero si que caías, le mirabas y quedabas sonrojada antes de desviar la mirada. Así pasó durante el primer año.

El segundo año, lo odiaste. Detestabas tanto a Nahoya por hacer que pases variadas vergüenzas en plena clase, en serio que cada vez que se acercaba solo pensabas en qué hacer para echarlo de ahí.

Hablaba con su hermano de ti, hablaba de ti con sus amigos de incluso otros salones, se te era irritante hasta cierto punto. Ese año pudiste quejarte abiertamente de él.

—Déjame, en serio que ahora no estoy de humor.

—Solo dije que te veías linda hoy.

—Deja tus bromas para otro momento, Nahoya.

Lo que hizo fue sentarse a tu lado. Antes tu mejor amiga había ido a preguntar algo al profesor por lo que el asiento quedó libre para él. Aprovechó la oportunidad, sin dudas.

—Mi amor... pss...

Puta madre

—¿Cuanto vas a aceptar ser mi novia?— su brazo paso por sobre tus hombros y te abrazó contra si. A pesar de sentir calor en tu rostro, le viste irritada. Él no disminuyó su sonrisa.

—Déjate de bromas.— te removiste y seguiste escribiendo en tu cuaderno. Lo que más te molestaba no era su toque, sino que te diga tantas... cosas.— Creí que te cansarías de hablarme de esa manera. ¿Un año no lo ves suficiente?

—Sinceramente no.— escuchaste una risita poco audible cerca de tu oído.— Quiero verte sonrojada otra vez. Te ves linda.

Moviste tu cuerpo junto a la silla hacia atrás y te paraste. Nahoya frunció sus cejas un poco cuando agarraste tu cuaderno y te alejaste de ahí, dejándolo solo.

Decidiste preguntarle una tontería al profesor y luego volviste a tu asiento. En el momento en que te sentaste, Nahoya volvió a ir hacia ti. Antes había ido a su lugar, pero nuevamente tenía ganas de molestar un poco más.

—Ya déjala en paz, vete de aquí.— en aquel momento tu mejor amiga había ido a tu rescate. Ella se sentó junto a ti rápidamente, esto provocó una queja en Nahoya.— Al menos cánsate por este día y no molestes.

A mitad de ese segundo año en el que convivías con Nahoya, él se hizo amigo de una de tus amigas. No la chica que era más cercana a ti, y de vez en cuando le regañaba para que no te diga tantas cosas inapropiadas.

Esa amistad no sabías si fue para peor o mejor.

El tercer año fue más tranquilo.

O no...

Nahoya se adentró aún más a tu círculo cercano, pero esta vez tú no le tolerabas tantas cosas. Ahora tú le irritabas a él.

No te sonrojaste ningún día.

—Me gustas.— habló estando con su mejilla apoyada a la mesa, viendo en tu dirección mientras tu escribías tranquilamente.

—Ajá.— seguiste escribiendo, estabas totalmente concentrada en un ejercicio de matemáticas. Nahoya frunció sus cejas y dejó de estar recostado en tu mesa.

—Dije que me gustas, ________.

Te volteaste a verlo.

—¿Y qué?

Eso fue sorpresivo para un chico como él. ¿Donde estaba ese sonrojo?

—¿No estas nerviosa?— acercó su rostro al tuyo, tal como hacía desde siempre. Mantuviste tu seria expresión y le miraste fijamente.

—No, deja de joder.— te volteaste hacia tu cuaderno y seguiste intentando encontrar un resultado.

Nahoya quedó perplejo durante unos segundos, unos cuantos que terminaron cuando él volvió a acercar su rostro mucho más cerca que antes. Su mejilla se apoyó en tu hombro y su nariz rozó tu cuello. Se estaba apoyando en ti, literalmente respirando en tu piel.

A pesar del leve escalofrío que mandó a tu cuerpo, te mantuviste firme y seguiste en lo tuyo. Ya había pasado tiempo y no eras tímida como antes.

Te habías acostumbrado a Nahoya perfectamente.

Aún así, él seguía diciéndote ciertas cosas.

Y también las publicaba con los profesores. Los putos profesores.

Nuevamente te alcanzó para abrazar tus hombros y recargarse en ti. Luego de un largo suspiro, seguiste viendo de frente los exámenes que la profesora de ciencias estaba revisando.

Tus compañeros de salón ya estaban hasta acostumbrados a esto, a sus muestras de afecto.

—Nahoya.— miraste a la profesora en ese momento, ella les miraba a ambos con los ojos bien abiertos.

—________ es mi novia.— explicó de inmediato al saber lo que la profesora iba a preguntar. Su sonrisa aumentó, en cambio tu expresión siguió seria.

—Es mentira, profesora.

Ella abrió la boca, intentando decir otra cosa, pero simplemente calló y sonrió.

Oh mierda, también pasó con el profesor de deportes. Nahoya hasta en esos pequeños tiempos al aire libre buscaba momentos para bromear.

Como por ejemplo cuando debían saltar la cuerda. Era una actividad frecuente, algo simple que el profesor hacía buscando que todos se "diviertan" en conjunto.

Pero mientras estabas saltando la cuerda, Nahoya se adentró y comenzó a saltar junto a ti.

Pensaste que el mundo te odiaba. Simplemente no era el momento.

—No juegues ahora, idiota.— golpeaste tu frente y seguiste saltando. No podías perder ahora, pensarían que es por estar cerca de Nahoya y no podías permitírtelo.

—¿Que sucede?— sonrió. Mordió sutilmente su labio inferior mientras saltaba en dirección hacia ti, más cerca. El profesor no entendía nada, solo siguió moviendo a larga y pesada cuerda.

Le diste un empujón que no le movió ni un centímetro y simplemente seguiste saltando viendo hacia en frente, el en cambio veía en tu dirección, saltando de igual forma. Incluso, antes de el perder por un descuido, besó tu mejilla.

El profesor en esa instancia estaba riéndose por tal escenita.

Otro momento incómodo de recuerdo, genial.

Pero al menos en ese tercer año de conocerse, digamos que soportabas mejor su presencia. Maduró aunque sea un 1% y eso era algo. Nahoya no esperaba un sonrojo de ti, pero seguía diciéndote halagos y propuestas que te dejaban perpleja.

—¿Como estás?— la clase había terminado, pero dejaron la sala abierta en el receso. Ahora Nahoya se encontraba frente a ti, sus manos acorralándote contra la pared.

Volviste a verle con irritación.

—Bien, ¿y tú?— te cruzaste de brazos y le viste fijamente. Nahoya hace bastante sabía que no te intimidaba ni un poco.

—Igual de bien.— bajó uno de sus brazos y dejó su mano descansando en la mesa junto a ustedes. Siguió ahí, ahora un paso más cerca, sus torsos literal tocándose entre sí.

¿Ya dije que Nahoya era un pervertido de primera?, pues lo es.

Y claro que si te esta viendo, no tiene los ojos cerrados en su totalidad. Ni que fuese Gojo Satoru.

Sus ojos estaban lo suficiente entrecerrados para que no veas sus pupilas, pero él incluso podía mirar tus labios perfectamente. Lo estaba haciendo ahora.

—Tu perfume huele bien.

—Gracias.— sonreíste casi con burla.— se lo robé a mi hermano.

Nahoya rió ligeramente, no fue exagerado como en otras ocasiones. Nuevamente se fijó en tu boca, aquella que se paseaba en su mente todos los días. Aunque sea directo y bromista contigo, nunca se ha atrevido a darte un beso. Lo ha pensado, pero simplemente lo descarta rápidamente.

Para otros, no era novedad que a él le gustes. A pesar de bromear con ello durante años. Por cada broma constante hacia ti, y por aquellos momentos vergonzosos, ahora cada cosa que el decía se te parecía una broma de mal gusto. No le tomabas en serio.

E incluso, producto a tu rechazo, varias veces le dijiste cosas que le dañaron un poco. Sin querer despreciaste a Nahoya un par de veces.

Y claro, tomando en cuenta lo tan diferentes que eran, él no se atrevió a besarte y tú nunca notaste que si te gustaba.

Porque si te gustaba Nahoya.

No por nada dejabas que te abrace en clases, que acaricie tu cabello, que toque sutilmente tu cuello o el cuello del uniforme que traías a diario. No dejarías que Nahoya toque el borde de tu falda si no te gustase.

Pero te negabas. Cada vez que te preguntaban sobre él incluso decías que no te parecía lindo.

Carajo... no te diste cuenta a pesar de dejar que te abrace por la espalda, a pesar de los juegos locos que hacían de vez en cuando.

Como la vez que estabas recostada en el piso a un lado de tu bolso con tu mejor amiga, simplemente hablando, y Nahoya llegó de la nada para sentarse sobre tu trasero. Esa vez si que te enojaste, y tras intentar ponerte de pie durante bastante rato, cuando lo lograste le diste un golpe que le hizo halagar tu fuerza. Nahoya era así de especial.

El cuarto año en el que conviviste con él, las cosas otra vez cambiaron.

Nahoya llegó a clases más atractivo de lo normal. ¿O sólo tú lo pensabas?

Estabas segura que habías tenido un glow up durante las vacaciones. Además... estaba más alto.

Nuevamente el foco de su atención estaba en ti.

Pero ese año fue diferente. Ese año fue cuando él se convirtió en un "amigo". Hacían trabajos del instituto juntos, tus amigos eran sus amigos, se sentaba detrás de tu lugar, podían hablar como personas normales. Ese año notaste que de cierta forma no te desagradaba tanto.

—¿Ya te dije que estás muy linda hoy?— soltó apenas se sentó a tu lado, su silla chocando con la tuya.

—No. Al parecer lo bromista que eres se va desgastando poco a poco.— como siempre, tu atención estaba solamente en tu cuaderno.— Al fin.

Nahoya comenzó a reír, estiró su mano para alcanzar tu lápiz y simplemente te lo quitó para observarlo. Sacaste otro de tu estuche y seguiste escribiendo.

—Todo lo que he dicho no ha sido broma.

—No me digas eso ahora. Todo el mundo sabe que es mentira y siempre lo será. Incluso ahora hablas como si fuese una jodida broma.— soltaste, aún escribiendo.

Nahoya observó tu lápiz de cerca antes de comenzar a escribir en el cuaderno que estaba frente a él. El de una de tus amigas. Mientras escribía quien sabe qué, su mano libre fue a tu rodilla y comenzó a acariciarla un poco. Simplemente negaste con la cabeza y seguiste escribiendo, ignorándolo.

Aunque los días no se basaban sólo en aquellos momentos. Varias veces hablaban de su vida fuera del aula. Nahoya te contaba cosas de él, así como tú le mencionabas un par de datos tuyos. Él comenzó a hacerte reír como nadie, bueno, siempre te hizo reír, pero te negabas a mostrarlo.

Aunque a veces si que te sacaba de tus casillas otra vez.

Soltaste un grito de pura frustración cuando tu móvil fue arrebatado de tus manos. Estabas hablando con tú madre.

—¡Hola, mamá de _________!— tapaste tu rostro con ambas manos al escucharle.— Le habla su yerno.

Dios, ese día si que Nahoya no te molestó en todo el día restante. Eso te había enojado más de la cuenta.

A pesar que tú madre ya le conocía, ya que a veces iba a buscarte a la salida de clases. Solo era de vista, nunca hablaron. Pero claro, ese audio que envío estuvo de más.

—No entiendo como tienes tantas cosquillas.— te reíste viendo a tu amiga sentada a un lado. Tocaste el costado de su abdomen y se retorció en risas.— Yo no tengo nada de cosquillas, me siento inmune.

—¿No?— tu amiga comenzó a mover sus dedos contra tu abdomen, te estaba haciendo cosquillas, pero nada. Ni una risa salió de ti.— debe haber un lado donde tengas, _______. A ver tu cuello.

Fue a hacer cosquillas a tu cuello y nada aún.

—¿Y aquí?— Nahoya, quien estaba sentado al otro lado, su silla tocando la tuya, estiró su mano y la dejó sobre tu rodilla. Solo miraste a tu amiga y del cómo intentaba buscar un lugar donde te haga reír.

—________ en serio no tienes nada de cosquillas, ¿pero como?— tu amiga te veía anonadada. Ahora tocando en la zona de tus costillas para ver si ahí si tenías.

Giraste tu torso hacia ella y volviste a negar.

—Ahí no tengo, te dije.

—¿Y aquí?— Nahoya volvió a decir, solo tu pudiendo escucharlo. Esta vez su mano subió unos centímetros más, tocó tu muslo y movió sus dedos.— ¿Acá si?— subió otro poco. Al ver que ni atención le dabas, se rehusó y dejó de tocarte.

Decidiste no mirarlo, y tu amiga simplemente nunca le escuchó ni vio.

Nahoya quería tu atención.

Su relación era tan... rara. Sin duda no eran amigos, pero tampoco enemigos. Eran muy cercanos pero aún así nada.

—Uff, estoy muy cansado, ________.— Nahoya se recostó sobre la mesa, sobre tú mesa.

Esta era lo suficiente larga para que se sienten dos personas en ella. Y por esto mismo era que Nahoya aveces la utilizaba de cama.

—Estas aplastando mi cuaderno.— le avisaste, separándote junto a tu silla de aquella mesa. Él volteó su rostro en tu dirección.

—Déjame dormir un poco antes de que el viejo venga.— o sea, el profesor.

Estiró sus manos a los lados, estos colgaban bajo la mesa mientras él estaba aún recostado boca arriba. Varias veces hacía esto. Mientras se mantenía con sus ojos cerrados, una expresión bastante relajada en su cara se hacía notar. No sonreía como de costumbre sino que estaba mucho más tranquilo.

También hiciste lo que casi siempre hacías en esta situación. Acercaste tu mano a su brazo, él estaba con una camiseta manga corta por lo que tocaste su piel. Tu índice recorrió las venas visibles de su brazo, desde el dorso de su mano hasta arriba de su codo. Nahoya se relajó bajo tu toque.

Estabas cerca de él, y ahora acariciando su brazo. Apoyaste tu mejilla a un costado de su abdomen y seguiste tocando su piel.

Tus amigas no estaban ahí, menos los amigos de él. Simplemente fue un momento de ustedes dos.

Y otros días, habían otro tipo de momentos.

Te enderezaste de inmediato por su presencia. Estabas de pie a un costado de tu mesa, tus manos sobre esta mientras leías algo que tú misma habías escrito y no entendías. Y ahora, Nahoya estaba de pie justo detrás de ti. Sus manos apoyadas de igual forma en la mesa, pero bajo las tuyas, sus brazos tocando tus costados y ahora su mejilla casi rozando la tuya.

—¿Que estamos viendo?— murmuró cerca de tu oído.

Hubieses respondido rápidamente si no fuese por su cercanía. Estaba realmente muy cerca, tu falda estaba tocando tu piel a causa de él, su pelvis literalmente tocando tu trasero. Momentos como este eran los que más te daban indicios de que si te gustaba, y mucho.

Puede que estuvieras jodida de la cabeza, si, pero a pesar de no aceptar eso que sentías, dejaste que lo hiciera.

Disfrutabas su cercanía, eso era un hecho.

Esos momentos cuando te acorralaba sutilmente contra una pared se volvieron frecuentes.

—Tus labios están rotos.— enderezaste tu espalda contra la pared y miraste como sus dedos tocaban tu labio.

Simplemente reíste y lo moviste a un lado, saliendo de ahí.

—Te queda estupenda esa falda, _________.— Nahoya detuvo tus pasos cuando su mano agarró la orilla de tu falda. Miraste su coqueta sonrisa y volviste a reír con complicidad antes de darle un golpe a su mano para que te suelte. Nahoya dio un leve silbido mientras te alejabas.

Ya hasta los profesores se acostumbraron el verlos juntos.

—No entiendo como aún sigue Nahoya molestándote así.— tu mejor amiga comenzó a chupar su pequeña paleta. Ambas habían comprado la misma.— estoy segura que le gustas, aunque no lo diga como corresponde.

—Nah, no lo creo.— te deshiciste del envoltorio del dulce.

—Si él se te confesara en serio, ¿que le dirías?— la pregunta que hizo tu amiga provocó que la veas de inmediato.

—A mi no me gusta Nahoya.— diste una lamida a la pequeña paleta y sonreíste al sabor.— ya te lo he dicho varias veces. Nosotros solo...

Antes de meter el dulce a tu boca, apareció el susodicho. Cuando pasó frente a ti fue cuando se acercó y con su boca te robó el dulce. Quedaste con la mano en el aire, sosteniendo algo que no estaba allí.

—NAHOYA, ESE ES MÍO.— gritaste apenas saliste de tu shock. Rápidamente comenzaste a acercarte a él, pero Nahoya huyó, comenzó a correr en dirección al baño de hombres.— AAAAG, IDIOTA.

—________, discúlpalo... Si quieres yo puedo comprar otro para ti.— viste a Souya aparecer a un costado. Al ver la acción de su hermano solo pensó en acercarse y disculparse por él.

Siempre ha sido así de atento contigo. Incluso te cuenta cosas vergonzosas de su hermano para que así lo molestes tal como él hace contigo.

—Da igual, no te preocupes Souya.— viste en dirección a donde se fue Nahoya y nuevamente suspiraste.— Gracias.

A Nahoya no le daba problema robar tus golosinas. A Nahoya no le avergonzaba voltear su rostro en tu dirección, simplemente deleitándose con verte caminar frente a él.

Nahoya era sociable, pero con las otras chicas no tenía la confianza que tenía contigo. A pesar de ser bastante simpático con todos, al menos todos tus compañeros de salón sabían que eras especial para él.

—¿Cuando me vas a dar un beso?

Nuevamente estabas contra Nahoya y una pared. Estupendo.

—Nunca.

Nahoya rió mientras acercaba su rostro al tuyo. Luego de decir aquello con total seriedad, poco a poco comenzaste a sonreír.

Llevó una de sus manos cerca de tu mejilla, movió unos pocos cabellos que accidentalmente tenías dentro de la boca y los dejó detrás de tu oído. Luego solo llevó su mano a la altura de tu cuello, envolviéndola por un costado. Su pulgar acarició la piel que dejaba visible los botones desabrochados de tu uniforme.

Nuevamente esa tensión estaba presente.

Pero todo era un juego, ¿no?

—Eres muy guapa, aunque eso ya lo sabías, ¿no?

—Deja de molestarme. No me pondré roja como hace años atrás, ¿bien?— llevaste tus manos a su pecho y creaste una distancia prudente entre ustedes. Nahoya sonrió otro poco, le agradaba cuando le tocabas.

—¿Ni un poco?— ladeó su rostro y siguió manteniéndote cerca. Negaste.— ¿Nada de nada?

—Para.— le viste seria, en verdad que seguiste manteniendo esa faceta de chica dura. Pero al poco rato nuevamente comenzaste a reír.— Joder, esto ya se te hizo un hábito.

—Contigo, puede ser.— sonrió mostrando sus relucientes dientes.

Luego de aquello, él quedó en silencio admirándote.

Ya con tal confianza creada entre ustedes, tú también comenzabas a molestarlo a veces. Una de tus manos dejó su pecho y la subiste hasta su cuello, la yema de tus dedos acariciaron aquella zona y luego fuiste por su cabello.

Menos mal en ese momento nadie estaba en el salón.

—¿Ahora andas así de callado?— te burlaste al ver como su sonrisa flaqueaba un poco. Enredaste tu índice en uno de sus mechones y le regalaste una sonrisa algo insinuante.

Nahoya movió más hacia abajo el pulgar que mantenía en tu piel, entre tus clavículas, y su mano sorprendentemente se afirmó más en tu cuello. Alzaste las cejas al notar su reacción.

Mientras una de tus manos seguía jugando con su cabello, la otra acarició su pecho por sobre su camiseta, bajando hasta su abdomen y luego volviendo a subir. Nahoya volvió a sonreír como de costumbre.

—Te gusto, ¿cierto?— y listo, solo esa pregunta bastó para que le empujes lejos y te alejes de él. Nahoya se giró para verte caminar y tú simplemente al notar su mirada le mostraste tu dedo medio.

—Y es por eso que me caes mal.— le dijiste antes de abrir la puerta de la sala y salir de ahí dando un fuerte portazo.

Habían momentos así de idiotas, si.

Y otros no tanto.

—Debo ir en metro hasta allá.— te quejaste, enterrando tu cara en la mesa. Nahoya estaba frente a ti junto a uno de tus amigos. Ambos veían como en cualquier momento comenzabas a lanzar insultos al aire.

—Yo vivo cerca de ahí, ________, podría

Le interrumpiste

—¿Podrías acompañarme?, es que esos lugares no los conozco para nada.— dejaste de tocar la mesa con tu cara y le viste de frente, le miraste atenta a su respuesta.

—Claro, al salir nos vamos juntos.

—Genial, gracias.

Al salir de clases, Nahoya ya te estaba esperando fuera del edificio. Rápidamente te pusiste a su lado y ambos caminaron rumbo al metro. En ese transcurso se comportó como un compañero de clase más, algo bastante agradable para ti.

Aquel pequeño viaje de tan solo veinte minutos se les hizo costumbre a ambos. Nahoya te acompañaba porque debía y quería hacerlo, aquel pequeño favor tuyo se convirtió en una acción frecuente y automática. Ninguno le preguntaba al otro si deseaba compañía, simplemente ambos caminaban juntos y se despedían al tener que separarse.

Nahoya no notó que esa acción no era común en el.

—Hermano, ¿hoy irás a la reunión?— Souya se sentó junto a Nahoya, ambos en el receso antes de las últimas clases.— Mikey ayer por la noche dijo que debíamos asistir de inmediato, al término de clases.

—No creo que vaya hoy.— le quitó a su hermano un par de papas, Souya de inmediato movió su bolsa de papas fritas para que no le robe más.— Debo acompañar a ________.

—Oh, yo pensé que solo te había pedido un favor el otro día. No sabía que seguías acompañándola.— Souya se le quedó viendo con sorpresa.

¿por qué debería Nahoya hacerlo?

O peor, ¿por qué quería hacerlo?, sentía una leve necesidad o impulso de querer caminar a tu lado todos los días que pudiese.

—Bueno, me agrada acompañarla.

Ciertos momentos que salían de la rutina eran realmente agradables. Fuera de clases también hablaban y podían convivir con el otro, establecieron una relación aún más sólida.

—No entiendo esto de disfrazarse... No me gustan los eventos que hace la escuela, lo juro.— con pesadez subiste el lindo tutú por tus piernas. Agarraste la máscara que estaba a tú lado y saliste del cubículo.— Además con máscaras y un tonto tutú corto... Tengo frío.

—Siempre te quejas por todo, ________. Ve el lado bueno de esto, los chicos de un grado más que nosotras van a hacer un espectáculo luego.— te animó tu mejor amiga, arreglando su disfraz frente al espejo del baño.

—Vine disfrazada solo porque no quería ser la única con uniforme.— admitiste, arrastrando tus pasos cerca del lavabo.

—Ánimo.— Tu otra amiga dejó una palmadita en tu espalda.

Comenzaste a lavar tus manos en el momento que varias otras chicas entraban al baño, estabas sin prestar atención hasta que oíste la voz de Nahoya.

—Te queda mejor el azul.

Seguiste viendo tus manos, no haciendo ningún movimiento extra.

—Si ese, te ves más linda así.

Una de tus amigas, que estaba junto a ti, te vió de reojo. No dijiste nada, sabías que no debías decir ni hacer nada. Solo estaba aconsejando a una posible amiga, es lo normal.

—A ver, acércate.

Dejaste de lavar tus manos y luego de moverlas en el aire para intentar secarlas, subiste tu máscara hasta la cima de tu cabeza.

—¿No crees que tú falda está muy larga?

Mojaste tu cara y luego simplemente giraste el lavabo para que deje de correr agua. Un simple vistazo bastó para que tus amigas y tú salieran del baño, Nahoya saludándote apenas se dio cuenta de tu presencia.

Pero bueno, ese año hubieron altos y bajos.

Uno de aquellos fue cuando quedaron ambos sin palabras frente al otro. Nuevamente Nahoya, esta vez te había detenido cuando ibas subiendo la escalera para asistir a clases. Fue raro, sujetó tu mano, no como antes sino que más diferente, las entrelazó.

Estuviste confundida pero le dejaste hacerlo. Tu confusión aumentó cuando se inclinó y dejó un beso en tu mejilla, muy cerca de tu boca. Fue totalmente raro. Luego de eso solo te soltó y subió el primero, tú le seguiste después de salir de aquel trance.

Otro instante que fue un tanto extraño, fue cuando viste a Nahoya de la mano con otra chica. Una chica mayor que ustedes.

En el momento en que entraron a clases y se enteraron que el profesor no había asistido, él aprovechó cierta oportunidad y movió una silla para colocarla a tu lado. En ese entonces estabas dibujando flores y corazones a un lado de la hoja, donde debería ir la materia de química.

En tu mesa solo estaba tu silla, tu amiga había faltado y su asiento simplemente fue pedido por otra persona. Nahoya había llevado su propia silla y la había puesto a tu lado solo porque se le antojó.

—¿Que se supone que haces?— viste de reojo como su mano tocaba la tuya. Le viste enfadada, ¿nuevamente iba a comenzar con sus bromas?

—Nada, solo estoy tocando tu mano. ¿Está mal?

—Si. Tu novia podría mal pensarlo, no seas idiota.— bajaste tu brazo de la mesa y lo dejaste en tu regazo. Nahoya siguió apoyando su mejilla contra su otra mano, su codo presionando la mesa. Vio en tu dirección con algo más de seriedad que antes o sea que no sonrió tan ampliamente.— Hablo en serio, esta vez no te comportes así.

En ese momento aquella chica se asomó por la ventana del salón. A quien viste de la mano con Nahoya estaba viendo dentro de la sala, solo pudiste verla de reojo y seguiste con lo tuyo.

En cambio Nahoya levantó su mano y la agitó en el aire, saludándola. Luego se levantó de ahí y fue donde ella, abriendo la ventana para conversarle. Esto se repitió varias veces, el ver que ella iba a su salón para mirar a Nahoya.

Aquello no duró tanto. Según los rumores, incluso nadie les vio besarse al menos dentro de la institución. A ti no te importó, la verdad te daba igual.

Luego de aquello, se comportó igual que siempre.

—¿Ese es el chico del que me hablabas ayer?— tu amiga acercó más su rostro a la pantalla de tu móvil. Luego de sonreír asentiste.— Carajo, ________, es lindo.

—Te lo dije.— buscaste más en tu móvil y le mostraste un par de mensajes que ambos habían estado enviándose durante ya un tiempo.— Mira.

—¡Es tan tierno!— le llevaste la razón de inmediato.— Lo puso textualmente, dijo que le gustabas en serio, _______.

No dijiste nada, preferiste omitir detalles. En ese instante, Nahoya había notado algo que tú no. Te habías sonrojado.

—Vamos a hablar llegando a la casa, _______.— le viste con tus cejas totalmente fruncidas y tu nariz arrugada. Nahoya dijo aquello con una sonrisa en su rostro por lo que significaba otra broma más. Simplemente le ignoraste.

Actuaste normal durante todo el resto del año, a excepción de Nahoya que cada vez pensaba más en sus acciones. Y en ti.

En serio a veces imaginaba en confesarse seriamente, sin risas ni bromas de por medio, pero no podía. Él pensaba que era poca cosa para ti, tal vez. O simplemente no quería algo serio.

Pero en aquellas ocasiones, cuando te preguntaban frente a demás personas sobre el atractivo de tus compañeros, nunca elegías a Nahoya. Eso a él lo dejaba pensativo, mucho más de la cuenta. Tú lo decías sin pensar lo suficiente, solo no querías que alguien te relacione con él de forma amorosa. No después de todas sus bromas hacia ti, bromas las cuales a veces eran dichas en momentos inadecuados.

Como dije, llegaste a detestarlo en su momento.

Cuando te imaginabas de una forma más cercana con Nahoya, no de besos o roces provocados por las hormonas alocadas de ambos, sino de una relación seria, rechazabas ese pensamiento automáticamente.

No querías algo serio con él porque tenías la certeza de que no funcionaría. No eran compatibles y a decir verdad, con lo que tenían hasta el momento, era suficiente para ti. Una intensa emoción, y a veces adrenalina, que te hacía sentir bien estando junto a él.

Al término del cuarto año de su relación, Nahoya decidió hablar en serio. Lo decidió así porque por alguna razón la ToMan se enteró de su lío y le obligaron a que afronte sus sentimientos.

Por eso ahora mismo estabas nuevamente contra una puta pared y Nahoya.

—¿Sabes?, esto de los clichés me tienen enferma, Nahoya.— cruzaste tus brazos contra tu pecho y miraste su rostro.

—Debo decirte algo.—bajó sus manos que estaban a cada lado de tu rostro.— muy, muy en serio.

Soltaste una ligera carcajada. ¿Nahoya hablando en serio?

—Claro, ¿que me dirás ahora?

La situación de ambos no podía ser más rara. Era imposible.

—Estoy hablando en serio... las veces anteriores pues...— emitió una mueca.— eran entre broma y realidad, siempre me has gustado ________.

—Ajá.

—En serio, siempre me has gustado. Creo que fue una mala decisión comenzar a bromear contigo... ahora que lo pienso.

—Malísima decisión.

—¿Puedes ser mi novia?

—No.

Mierda, ________, estoy hablando en serio.— llevó la mano a su cabello y bajó su rostro un poco.— En serio me gustas, quisiera intentar que seamos algo más. Sé que puede funcionar y también sé que te gusto también, ________.

—¿No crees que me has jodido tanto con ese tema que ahora como que no te creo nada?

—Es verdad lo que te digo, en serio.— Nahoya abrió los ojos y te observó con total sinceridad, algo nunca antes visto.

—No quiero ser tu novia, Nahoya.— dijiste.— No creo que funcione, sabes que somos muy diferentes y... no sé, me gusta esto que tenemos ahora.

—_________...

—Además, ¿por qué debemos ponerle título a nuestra relación?— rascaste tu nuca y sonreíste ligeramente.— pensé que te agradaba tener esto y ya. Yo me acostumbre a tus molestosas bromas, lo superé, y ahora estamos bien.

—_________...

—Y eso sería to...— miraste a sus ojos.

NAHOYA HABÍA ABIERTO LOS OJOS

—¿Estoy viendo tus ojos?— preguntaste aún confundida, sin poder creerlo. Él yacía incluso casi serio, su sonrisa era mínima. Te diste el tiempo de ver sus cejas fruncidas y su expresión antes de volver a sus ojos.— Son del mismo color que tu cabello...

—¿Si?

—Si.

Llevaste de golpe tus manos a su rostro y lo acercaste a ti, miraste con mayor cercanía sus ojos y el color de estos. Sus pestañas eran espesas y largas, ahora que sus párpados estaban abiertos podías notar la bonita forma de sus ojos.

—Son lindos. ¿Y por qué antes no los abr

Nahoya chocó su boca con la tuya, con su labio inferior entre los tuyos. Comenzó a besarte de una manera bastante lenta. Nunca antes habían tenido su beso, por lo que él se encontraba disfrutando el toque, la textura de tus suaves y fríos labios contra los suyos.

Tu sorpresa fue notoria. Quedaste quieta. Lo que más te preocupaba en ese instante era si alguien entraba al salón y los veía. Miraste detrás de Nahoya a la puerta, mientras que él llevaba sus manos a parte de tus mejillas y mandíbula, acariciando tu piel.

—¿Que estás haciendo?— murmuraste cerca de sus labios, pegaste tu nuca a la pared y volviste a mirar a Nahoya. Él se mantuvo viendo como tus labios estaban más enrojecidos que de costumbre, pensó qué tal vez hizo mucha presión en su beso.

—Besándote.

—Si, lo sé.— volviste a dar un vistazo hasta la puerta, esta seguía cerrada.— pero, ¿por qué?

—¿Por qué será?, me gustas, tonta.— le volviste a ver, entonaste tus ojos y le viste de muy mala forma.— ¿Ni con un beso te sonrojas?

—Fue muy rápido y sorpresivo como para sonrojarme.

—¿Que debo hacer para que te pongas nerviosa?

Tras decir eso abrazó tu cintura con ambos brazos, te enrolló en ellos y sus manos sujetaron tus caderas. Le viste aún más confundida.

—Anda, sé mi novia.— esbozó un leve puchero. Tu mueca empezó a flaquear, querías sonreír.

—No entiendo qué cambiará si digo que si.

—Te diré "mi amor".

—Así me dices desde hace años.— le recordaste. Nahoya comenzó a reír.

—Cierto. Entonces te llamaré "bebé". No te he llamado así antes, ¿cierto?— negaste, ese apodo nunca te lo había dicho.— Hecho. Luego me debes presentar a tu familia, tengo entendido que eso hacen los novios.

—Oh no, no jodas con eso.— empujaste uno de sus brazos con los que te tenía abrazada, él no cedió.— mi mamá ya te conoce, eso no hace falta.

—¿Entonces si eres mi novia?— volviste a intentar mover sus brazos.— ________...— asentiste, moviendo la cabeza de arriba a abajo.— ¿si?

—Te digo que si, Nahoya.— te soltó y te encaminaste a la salida. Tu ahora novio te siguió.— pero no me pidas que te presente a mi familia, sería terrible. Además...

Antes de que salieras del salón, Nahoya te detuvo sujetando tu muñeca y dejando un beso duradero en tu mejilla.

—Te quiero.— te dieron unos leves escalofríos ante esas palabras.— no digas que es jodidamente rápido, nos conocemos bastante como para saber que te quiero, ________.

Antes de que respondieras algo, la puerta fue abierta y entró uno de tus compañeros de clase. Te soltaste de Nahoya y saliste por aire fresco, faltarían pocos minutos para entrar a clases así que debías disfrutar un poco al menos. Por otro lado, tu novio no podía más con la felicidad. Digamos que sonrió bastante durante todo el día.

A decir verdad, luego de eso no cambió mucho su relación.

Solo que tuvieron citas...

La primera cita te la propuso Nahoya, enviando un meme mediante instagram. Algo así como un gato de fondo diciendo "Tu+yo+ papas fritas= mañana a las 5".

Fue lindo...

En fin, luego de años, ambos dieron un paso mucho más definitivo y de conocidos se convirtieron en novios.

Ya es una historia diferente saber si su relación funcionó o no.

Zona de humor;

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