Manjiro Sano *
Época Bonten
⚠️
¿Que le pasó?
Su sonrisa ya desapareció al igual que su cabello largo y sedoso, perdió también el color.
Mikey ahora observa al piso mientras camina. Sus propios pies.
Sus ojos al verte no se volvieron alegres. No pasó lo de antes.
A pesar de no estar solo se notaba ausente. Mikey no quería estar ahí.
¿Que le pasó?
Observaste con atención a tu amigo de la infancia caminar por entre la gente. Al sentir tu mirada sobre el si te observo pero por solo un segundo. Un vistazo rápido hacia tus ojos directamente.
Su melancolía se notaba a metros. Se veía tan quebrado. No conocías a la persona que caminaba al otro lado de la vereda.
Le seguiste
Necesitabas saber más de él.
Necesitabas la razón de su aura oscura y triste. Con cada pisada que daba creías que caería de la nada, se estrellaría en el piso por falta de fuerzas.
Te sentiste tan triste al verlo que quisiste llorar. Debiste gritarle para que parase su andar y te mire más de un segundo. Querías que te viera.
Su tatuaje también provocó una curiosidad inmensa en ti. El nunca deseo tatuarse.
Bonten.
La peligrosa asociación reunida frente a ti.
Tú solo querías ver a Mikey.
Te escabulliste completamente, tus ansias de conversar con él no te detuvieron ni mucho menos las armas que observaste de lejos.
Necesitabas saber si Manjiro te hablaría.
Si no te despreciaría.
Estuviste buscándolo por tantos lados que se te era imposible ahora dejarlo. Todos lo habían hecho.
Ansiabas que se quedará a tu lado con tal de todo. Necesitabas a Manjiro Sano de vuelta.
¿por qué no sonreía?
¿por qué estaba tan delgado?
¿Por qué está tan solo?
No quería vivir.
Con su aspecto se notaba bastante.
Mikey en todo el tiempo que le miraste, te envío señal que esa vida no la quería por nada del mundo. Él no era feliz.
En otra ocasión, también te había observado mirarle mientras caminaba pero solo se fijo en ti dos segundos. Antes era uno, ahora dos. No podía darte más.
Si te mirase más de la cuenta correrías peligro.
No debían notar que te conocía.
Aunque debió protegerte de él mismo también. Lo sabia. Se dijo a sí mismo que no existías, que eras producto de su imaginación.
Por favor que ________ no esté aquí, no me puede ver así. Repetía en su cabeza a la par que caminaba.
Te vio después de años. Eras su mejor amiga.
A él le encantabas. A él le gustas.
Siempre pensó en ti aún cuando debiste mudarte. Su tema de conversación favorito eras tú.
Por eso ahora le seguiste nuevamente.
Corriste hasta el. Sin miedo.
Un arma te apunto sin rodeos. Aún así, te aferraste a su torso.
Tus manos tocaron los notorios huesos de su espalda y su camiseta delgada, agarraste su prenda con firmeza. Tu mejilla se pegó directamente a su corazón apagado. Este Mikey no era cálido.
Te entró el llanto nuevamente. Por él y solo por el.
Estaba destrozado por dentro y se notaba desde fuera. La contextura de Manjiro no era así antes. Su tez no estaba tan pálida.
—Mikey...— susurraste aguantando las lágrimas. Un leve temblor en el se hizo presente, le notaste de inmediato al estar abrazada a Manjiro. Líder de Bonten.
Manjiro no quería creerlo.
¿Así se sentía un abrazo?
Había olvidado completamente como se sentía ser abrazado. Esa estrechez envolvente en su torso.
¿Por qué nadie le abrazaba hasta ahora?
Cierto... Lo recordó de inmediato él porque no era abrazado de esa forma. El no lo merecía.
Un par de manos te empujaron desde los hombros.
No bastaron palabras. Una simple acción dada fue suficiente para que le entiendas su decisión.
Los demás presentes se acercaron a Mikey cuando él se giró y volvió a caminar. Necesitó huir de ahí.
Manjiro no quería tu influencia en el. Él debía estar solo.
Odiaría dañarte.
Debiese odiarte.
Le dejaste ir.
Aún así te sentiste aliviada de volver a abrazarlo nuevamente. La sensación para ti seguía siendo la misma.
Amabas abrazarlo. Tu necesidad de hacerlo nuevamente volvió con intensidad, eras adicta a sus abrazos.
No fue necesario para ti que sus brazos te envuelvan, correspondiendo. Podías estar perfectamente abrazada a Mikey y él haciendo nada.
Sólo querías estar a su lado.
Volviste a esperar por el los días que fueran necesarios. Tu paciencia era infinita por el antes rubio.
Una noche él volvió hasta ti.
No te sorprendiste para nada. Manjiro era muy poderoso, tenía bastantes influencias dentro del país. Encontrarte era pan comido.
No como tú. Debiste hacer de todo para dar con Mikey, todo.
Te observo con la misma tristeza con la que iba por las calles. Ojos sin vida alguna.
A estas alturas si lloraste. Su aspecto cada vez se deterioraba más.
¿Había dejado de comer Dorayakis?
¿Recordará su gran obsesión con ellos?
Si, aún se le antoja algunos pero no los disfruta como de costumbre. Tal vez porque Draken no es el que se los consigue.
—¿Que intentas hacer ________?— Mikey habló a pocas ganas. La línea de su boca intacta, no esbozó una sonrisa como de costumbre.
—Nada...— te apresuraste a él. Necesitabas aprovechar este momento, debías abrazarlo nuevamente. Tu necesidad de afecto era demasiada, un abrazo de Mikey era algo glorioso para ti.
Tus brazos esta vez envolvieron su cuello, tu rostro se pegó a su cuello en un intento de sentir su aroma.
No era el Mikey de quince años.
—¿Podrías abrazarme?—murmuraste contra su cuello.
Manjiro lo hizo.
Sus manos tocaron tu espalda. Te abrazo desesperadamente, sus brazos te envolvieron y apegaron a su torso. Busco consuelo a un costado de tu cuello, su nariz se presionó contra tu piel y su boca tembló.
Mikey comenzó a sollozar.
En medio de la noche. Ambos se abrazaron como si tuvieran quince años y aún fuesen mejores amigos. Sus manos se sostuvieron de ti cuando quiso caer. Sus rodillas flaquearon, titubearon con irse al suelo al fin. La emoción que sentía era demasiada, era tan extrema que lo dejo en estado de...
Mikey se sintió vivo.
Mikey había despertado por un momento. Se preguntó si era felicidad la que acechaba su cuerpo finalmente.
Tal vez sólo era un sueño.
—¿Eres real, ________?—Mikey titubeó. Él lloró sin disimulo cuando asentiste. Quiso desmayarse pero se contuvo, si eras real no debería dejarse ir.
—Lo lamento.—sollozaste a la par. Te lamentabas por dejarlo. Aunque no estaría solo en ese entonces, ahora te diste cuenta lo necesitado de compañía que estaba.— Lo lamento mucho.
Mikey negó con la cabeza repetidas veces, sosteniendo su rostro contra tu cuello, apretando aún tu torso contra el suyo.
—Yo lo lamento, _______.— susurró con dolor. Tú le habías dejado tempranamente y ahora veías como el dejo a todos sus amigos.— Lo siento, lo siento tanto.
Si estaba tan mal ¿por qué lo hizo?.
Draken no dejaría que él esté así.
¿Por qué?
No se quisieron separar del otro. Aún abrazados se sentaron en la hierba del patio. Mikey insistió en acariciar tu cabello con suavidad, el toque se te hizo familiar.
Siempre en la preparatoria acariciaba tu cabello. Pasando el pasillo en dirección contraria a ti, cuando almorzaban juntos, al ser hora de él tener su siesta. Siempre buscaba tu cabello para acariciarlo, sentirlo entre sus dedos.
Sonrió internamente al verlo más largo que antes.
Sus lágrimas cayeron a tu piel, humedeciendo la zona. Fueron constantes, no dejó de llorar en ningún momento.
El verte después de casi diez años le emociono bastante.
Tus manos fueron a su cabello. Acariciaste su nuca justo en donde tenía rapado, tus yemas tocaron con delicadeza.
En el momento en que Mikey se separó de tu abrazo le viste su expresión de dolor puro. Montones de lágrimas bajando por sus ojos ojerosos.
¿Hace cuanto no sonríes, Mikey?
—No se que me sucede, ________.—expresó en un murmullo.— hago cosas que no debo, no quiero hacerlas, no quiero dañar a nadie.— con cada palabra su voz temblaba, titubeaba entre sollozos adoloridos.
No sabias que decir para aliviar su dolor.
No entendías a qué se refería ni menos tenías conocimientos para ayudarle.
—Lo siento mucho, Mikey.— esbozaste sin poder evitarlo.— Yo... quiero ayudarte.
—No puedes hacerlo.— trago saliva y su mirada dejó tus ojos.— yo... soy peligroso estando a tu lado, puedo dañarte.
—Eso no me importa.— respondiste sin dudar.
—Si importa.—Tomaste sus manos entre las tuyas.— no debería estar aquí, no sé qué me sucede.—Mikey tapó su rostro con frustración.— ¿que estoy haciendo?.— su primer impulso fue ir a verte pero ahora no recordaba el porqué.
—Hey, ¿que sucede?—acercaste tu rostro al suyo con precaución. Manjiro no te observo.
—No debería estar en esto.— seguía repitiendo.— Soy un idiota por no contenerme y venir a verte.— tu mano acarició su nuca sin poder evitarlo. Su cabello algo corto se movía cuando negaba con la cabeza a la par que hablaba.— debería irme.
—Mikey no te preocupes, no me dañarás.— afirmaste. Tu rostro se acercó un poco más al suyo, Manjiro te observo con atención a cada uno de tus movimientos.— Tranquilo...
El chico trago saliva. Una de tus manos sostuvo su nuca y la otra agarró sus manos, deseabas demostrarle que aún le querías bastante y que no estaba solo.
Cuando te atreviste a acercarte un poco más, chocando tu nariz con la suya, Mikey se movió abruptamente.
Su mano sacó algo de la cinturilla de sus jeans y la presionó contra tu cien.
Un arma.
—No lo hagas.— ordenó Manjiro de manera dura. Su mano tembló, sus ojos pedían auxilio pero su actitud decía todo lo contrario. Él era sin duda totalmente inestable.
—Mikey... Tranquilo.— lentamente apoyaste tu frente a la suya. Sus ojos tan apagados observaron los tuyos con desdén.
Sonreíste al tocar su piel, estabas tan tranquila estando a su lado.
La mano de Mikey temblaba en contacto con tu cabeza, el sonido del arma entraba por tus oídos. Estaba luchando por quitar el seguro.
—Si quieres dispararme hazlo.—soltaste aún sonriendo. Tu mano acaricio su nuca y cabello lacio. Tu felicidad era demasiada ahora mismo, a pesar de estar siendo apuntada por una pistola cargada. Estabas frente a Mikey una vez más, tal vez una última vez.
—No me retes a hacerlo.— murmuro cerca de tu rostro, observando aún tus ojos alegres. El corazón de Manjiro aceleró bruscamente sin encontrar alivio. Pudo aún así controlar el impulso de apretar el gatillo, al menos por ese rato.
Soltaste una risa corta y al termino rozaste tus labios contra los suyos.
Buscando encontrar el toque con el que siempre habías soñado con tener. Un beso de tu flechazo de infancia que perduró durante años. Pensaste que al hacerlo tal vez podrías permanecer a su lado, apoyándole y demostrándole tu más sincero amor.
Mikey dejó de respirar en ese instante.
Tu, ________, le estabas dando un beso a él. Un monstruo como Manjiro. Eso no era verdad.
Mikey debió estar soñando.
Cerró sus ojos sin poder creerlo. Disfrutó del roce de tu boca y comenzó a bajar el arma de tu cabeza. Ahora su mente recorría el escenario de únicamente el beso, concentrándose en tus labios entreabiertos.
Su mano llegó a dar con el suelo. Tu en cambio te aferraste a su cabello, apegándolo a ti, deseando que no se pudiese separar.
El Mikey de quince años se emocionó, y apareció por un segundo en Manjiro. En ese mínimo segundo Mikey vio una luz entrar por sus ojos, una que desapareció al instante.
Al separarte de él te atreviste a abrir los ojos de inmediato, observando su reacción.
La calma que se demostró en su expresión te hizo sentir aliviada. Al momento siguiente esta se transformó en terror, abrió sus ojos y te observo serio. No te importo morir en ese mismo minuto, ya habías logrado lo que anhelabas; un beso de Mikey.
Ambos se miraron fijamente, una guerra de miradas la cual ninguno salió victorioso.
Moviste tus rodillas puestas contra el suelo para acercarte más a él. Mikey quedó completamente helado en su lugar, su mano sujetó un poco de pasto con fuerza, arrancándolo de la tierra.
Un sentimiento inquietante se hizo presente en su cuerpo. Sin poder evitarlo, sin poder controlarlo, inclinó su rostro a un costado y acercó nuevamente su cuerpo a ti.
Sus labios chocaron con los tuyos otra vez, intensamente. Lágrimas que salían de sus ojos se mezclaron con sus bocas, sentiste lo salado sin poder evitarlo.
Mikey sollozó contra tus labios.
Dejó el arma en el suelo y sus brazos se envolvieron abrazando tu torso. Su cuerpo temblaba increíblemente, su pecho vibró seguido de sus sollozos quebradizos. Sonidos de dolor, quejas, salían de su boca sin poder evitarlo.
No dejó tus labios.
Le traían recuerdos estar así contigo. Al besarte olvido que estaba en esa situación, un lamentable final para su vida. No recordó lo solo y adolorido que estaba.
Te aferraste a su cuello.
—Necesito ayuda.— susurró contra tu boca, separándose levemente.— Ayúdame, _______.— le miraste con atención. Tu corazón nuevamente salto de su lugar violentamente.— Por favor.
Sonó desesperado
—Cuéntame que sucede, Mikey.— respondiste a su súplica.
—A veces me siento otra persona.— sus labios temblaron un poco, cerró su boca para tranquilizarse.— mis impulsos... Yo... Hago cosas que no quiero, ni debo hacer.—sus ojos brillaban levemente por sus lágrimas. De ser así, estarían apagados otra vez.—No puedo evitarlo.
—Debes... Estaré a tu lado, Mikey.— afirmaste primero que nada. Acariciaste la piel de su cuello con suavidad.— Debemos ambos, ser conscientes del problema, buscar ayuda profesional y debes mantenerte en terapia.— Mikey negó con la cabeza, reprimió un sollozo y siguió negándose.— si, necesitas más ayuda que la mía, no te curarás sólo con amor, Mikey.
—No, no, no.— movía la cabeza sin cesar. Agacho su mirada sin querer observarte, quería huir de ahí, no le agradaba tu idea.— Solo necesito que estés conmigo, si no me dejas entonces yo... Mejoraré.
Mikey en serio quería creer que su problema tendría solución. Una simple solución.
Se engañaba a sí mismo.
—Está es la realidad, Mikey.— tu pulgar acaricio su mejilla derecha, húmeda por las lágrimas.— Estaré a tu lado, lo prometo. Pero debemos buscar una vía segura.
Manjiro se negaba a buscar ayuda ajena e ir donde un desconocido a contar sus problemas.
Levantó su mirada del piso hacia tus ojos. Se inquietó al verte tan segura con la idea. Sintió una presión en su pecho, dificultando un poco su respiración.
Sentía un sin fin de cosas y a la vez no identificaba ninguna. Estuvo tan vacío por tanto tiempo que olvidó como se llamaban esos nuevos sentimientos en su interior. Se asustó otra vez.
—Debo irme.— se movió hacia atrás, un espacio prudente alejado de ti. Gateó sin poder evitarlo y te observo de lejos, sentado aún.
—Mikey, no huyas.— estiraste una mano hasta él pero rápidamente te retractaste. El de cabello blanco soltó un quejido adolorido y tapó su rostro en señal de frustración. ¿Que le sucedía?
Estaba peleando internamente.
No sabía qué hacer, deseaba soltarlo todo.
Sus rodillas se apegaron a su pecho. Se encorvó y abrazó sus piernas como si fuese un niño pequeño. Tu boca se abrió ligeramente, sorprendida por su actuar.
Mikey estaba traumatizado por si mismo. Se odiaba a sí mismo.
Odiaba el hecho de abandonar a sus amigos
Odiaba el liderar una pandilla tan cruel
Odio deshacer la ToMan.
Pero todo decía, lo hacia por el bien de los demás.
Pero... Todos estaban felices menos el. Eso también le enojaba. Si, tenía sus momentos egoístas, era humano como todos.
Él deseaba ser feliz.
Pero no pedía ayuda.
—Por favor no me dejes, _______.— susurró entre temblores.— Por favor, no me dejes, pequeña.— suplico más y más.— siento que algo malo va a pasar.— se susurró a sí mismo.
Mikey trató de reprimir aquellos sentimientos malvados que le acechaban. Se balanceó con sus pies contra el suelo, quería estar solo.
No, odiaba estar solo.
—Mikey...— te acercaste lentamente a él. Arrodillada contra el suelo. El chico aún enterrando su rostro en sus piernas, abrazándolas de igual manera.— Deberías...
Deberías dejar Bonten.
Deberías estar conmigo.
No pudiste decírselo. Podía reaccionar mal a tu solicitud.
Manjiro paró de llorar. Su espalda dejó de vibrar por los sollozos, se calmó totalmente. Quedaste frente a él, esperando
—¿Mikey?— llamaste observando cada mínimo movimiento del individuo. Manjiro se levantó.
Al estar de pie le observaste con mayor atención. ¿Que hacía?
—No tiene caso.— sus pies le obligaron a moverse y camino en dirección a ti.— Ya estoy jodido.— pasó por tu lado y recogió la pistola del suelo, moviéndola en su mano.
—¿Mikey?— te giraste en tu lugar, te sentaste del todo en el pasto y le observaste.— No digas eso... Te ayudaré a mejorar.
Una pequeña sonrisa se estiró en sus labios.
Aún de espaldas a ti miro al cielo. Su cabello cayendo y moviéndose bruscamente cuando pasó el viento aterrador de aquella noche. Su espalda se relajó, su postura cedió.
—No se puede.— afirmó.
Volvió a bajar su cabeza, esta vez observando su mano empuñando el arma.
Escuchaste el seguro.
Manjiro se giró hasta ti.
—¿Que pasa?— susurraste en voz baja. Hasta en ese entonces te pareció la mejor persona del mundo, aún estando totalmente corrompido.
Observaste su tez pálida, sus ojeras azuladas, oscuras. Su boca encorvada levemente. Mejillas aún húmedas, labios húmedos por el recorrido de las gotas.
Miraste el arma en su mano con cierta curiosidad. ¿De verdad se atrevería?
Manjiro levantó la mano y te apunto con el arma. Tus cejas se movieron hasta casi juntarse, creíste que estaba bromeando, quería asustarte.
—No hay arreglo, _______.— Manjiro sostuvo con firmeza el arma y disparó.
Una
Dos
Tres gotas
Un dolor se extendió desde bajo tu pecho. No lo sentiste de inmediato sino hasta un minuto después.
Estabas tan perdida en sus apagados ojos
Viste hacia abajo, la mancha rojiza que se iba propagando poco a poco. Tu ropa se manchó, gotas golpearon el pasto a tu alrededor.
Sostuviste la mirada del hombre frente a ti. Manjiro no tenía ninguna expresión en su rostro.
—Ya es tarde.— afirmó volviendo a disparar.
Tu cuerpo se desmoronó a un costado poco a poco, tu vista se volvió borrosa de la nada al igual que sentiste como tu respiración se apagaba.
No pudiste decir nada.
Manjiro agradeció no escucharte
Eso era lo que iba a hacer, lo que debía hacer.
Sangre escurrió de tu boca manchando tu rostro y cuello. El de cabello blanco observo todo con total frialdad, no se inmutó.
Guardo la pistola en la cinturilla de su pantalón y se quedó un rato ahí, viendo como la última gota de vida salía de ti.
Su lado oscuro tomó el mando en ese instante. Le convenció que no serías de ayuda, que él sabía lo que hacía.
Al volver en si, Mikey huyó sin saber qué más hacer.
Un breve instante bastó para asesinarte a sangre fría sin importarle en lo más mínimo.
Y una eternidad no era suficiente para lamentarse cada día de su vida en haberte asesinado. En ese entonces, cada vez que recobraba el conocimiento, a pesar de ser unas muy mínimas, se desahogaba en llanto.
Desde ese momento, Mikey cayó en un profundo abismo que nadie pudo evitar. Se le fue imposible mejorar.
Mikey aún sueña con que vuelvas a él con vida. Por eso, su momento favorito del día es cuando tiene en lo máximo tres horas de sueño profundo. A veces sólo una como mucho.
Se descuidó más que nunca pero siguió pensando en ti cada momento.
Las ganas de no pertenecer a este mundo aumentaron. Quería verte, necesitaba tocarte. Aunque se lamentase que posiblemente ya sin vida el no pudiera verte al menos un segundo, tu eras tan pura frente a sus ojos que estarías en un lugar cálido y bueno. El no. El aún sin vida iría a un lugar tedioso y oscuro, sin amor.
Aún así, se esforzó bastante en pensar que su arrepentimiento fuese suficiente para reencontrarse contigo en la otra vida y hacer las cosas bien.
Tal vez que ambos sean pareja, se casen, vivan juntos sin estar en medio de peleas o pandillas de mala muerte.
Ese era su sueño.
Quería tener otra vida luego de la muerte en la que si termine bien, ambos juntos.
Sin él teniendo sus impulsos oscuros.
Mikey soñó cada segundo con ello.
Para interactuar.
¿Cual es su top 3 de sus personajes fav en Tokyo Revengers?
Yo ni idea, lo único que sé es que TakeGod.
Segundo lugar probablemente Mikey y tercero... entre Yuzuha o Draken.
Y ¿cual es su top 3 de husbandos en Tokyo revengers?
Yo amo a todos pero podría ser
1.Inui||Rindo
2.Wakasa||Takemichi
3.Mitsuya||Akkun
Aunque depende de cada futuro igual jaja <3
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top