Ken Ryuguji
Capítulo no corregido
—Hola, Ken.
El rubio dio un salto al oír tu voz. Quedo a medio abrir la puerta de su habitación y se giró a ti. Le sonreíste.
—Hola, _________.
Te hubiese gustado que sonría más mientras te saludaba, pero estabas satisfecha. Dejaste salir unas pequeñas risas antes de agitar tu mano y entrar a tu habitación. Desde que habías llegado a trabajar aquí, agradecías que tu puerta esté unas habitaciones frente a Draken. Podías verle casi todos los días y eso era un privilegio para ti.
Los intercambios de palabras eran breves, solo se saludaban y despedían. Incluso, cuando te deseaba buenas noches era algo magnífico para ti.
Te conformabas con admirarlo de lejos; pensar en él a diario también se te era suficiente. Lo que sentías por Ken Ryuguji era un intenso enamoramiento, que por cosas de ciertas circunstancias sabías que no podría ir más allá.
Eso cambió un poco el día en que enfermaste. Aquel día no podías trabajar, habías avisado lo mal que te sentías y por ello no tendrías clientes hoy. Tu jefe entendió al instante, por suerte.
—Lo siento, no es mi día de trabajo —tomaste la mano del tipo que había sujetado tu codo. Esbozaste una sonrisa, esperando que entendiera.
—Te vi paseando por los pasillos. Te pago el doble si aceptas —se movió más cerca de ti, empujándote hasta la puerta de tu habitación.
—L-lo siento, y-yo me encuentro enferma y no creo que sea correcto —te removiste de su agarre, empujando su mano que te sostenía cerca. Te encogiste en el lugar cuando él agarró confiadamente tus hombros.
—Ya suéltala —la voz de Draken se escabulló por tus oídos. En un rápido movimiento ya se había acercado a ustedes, y de un empujón alejó al molesto cliente. Dejaste que toque tu espalda y te acerque a él antes de abrir la puerta de tu habitación —. No está trabajando. Anda a la recepción y busca a otra chica.
Los empujó dentro de la habitación, él entrando para luego cerrar la puerta a sus espaldas en un fuerte golpe. Un instante alivio se hizo presente en ti, a pesar que te alejaste rápidamente y te volteaste a verle a una distancia prudente desde tu cama. Draken se apoyó en la pared a un costado de la puerta.
—Esperaré unos minutos hasta que se vaya —avisó, cruzando sus brazos y descansando su espalda en la pared. Asentiste viéndole, detallando con tu mirada toda su presencia.
Ese día notaste como luego Ken Ryuguji te veía a diario. Cada mañana, cada tarde y cada noche ambos coincidían en sus caminos. Solo por esos pequeños momentos fue que decidiste hablarle, una sutil conversación sobre cosas triviales como por ejemplo el clima, o si llevará ese día a su amigo rubio tan ruidoso.
Y su amistad comenzó a crecer rápidamente.
—El jefe me pidió que compre un par de cosas para el negocio, pero te aseguro que no fue necesario hacerle caso el que me acompañaras, Ken —tu voz sonó demasiado gentil para su gusto. Como podía decirte que no si prácticamente le pediste amablemente que él siga sus deberes.
El rubio siguió andando junto a ti, acompañándote en las compras.
—Me preguntó si podía ir, así que no te preocupes. Además, no tengo nada que hacer ahora, __________ —afirmó, dejando que veas una sonrisa en su rostro. Tu corazón se apretó al notar como te sonreía en serio, no estaba fingiendo.
—Muchas gracias, entonces —desvaneciste tu sonrisa un poco, evitando que te veas tan feliz por algo tan simple.
Luego de los recados, Ken debió ir al baño del centro comercial así que le esperaste fuera. Después de un minuto o incluso menos, tu curiosidad salió a flote y entraste a la tienda que estaba frente a los baños.
En ese momento Draken te vio entrar y no pudo detenerte, quedó esperando afuera, a la entrada de la tienda mientras desde las vitrinas miraba tu expresión curiosa. Había ropa interior como la que a veces te regalaba Remi, tu única amiga dentro del establecimiento. En la tienda estaban a la venta tantos conjuntos bonitos, y lo mejor era que ese día podías costear uno.
El rubio golpeó con sus nudillos la vitrina, llamando tu atención en un instante.
Apuntó dentro y luego a sí mismo, tu ceño se frunció y dejaste la ropa sobre un mesón al azar. Draken volvió a repetir la acción y movió su boca, por desgracia no escuchaste nada. El chico rodó los ojos, y escondiendo una sonrisa divertida decidió entrar a la tienda y acercarse a ti.
—Te decía si quieres que entre y te ayude a elegir.
Te sorprendiste por lo normal que sonó. Fue gentil, pero el tema del que trataban era nada más que ropa interior femenina, lencería a decir verdad.
Ya luego recordaste lo que tu amiga te había dicho hace un tiempo atrás; Draken vivió ahí toda su vida, él estaba acostumbrado a todo esto. No tenía problema en decir su opinión sobre simple ropa.
—¿Rojo o rosa? —Le mostraste los dos conjuntos que más te llamaron la atención. Él se tomó su tiempo antes de responder.
—Depende para qué —Soltaste una carcajada, él simplemente apuntó a uno—. Personalmente me gusta más el rojo.
—Entonces será ese —susurraste en voz baja, dejando en su lugar el conjunto rosa y sosteniendo el otro conjunto frente a tu rostro —. Las demás también deben pedir tu opinión con la ropa, ¿cierto?
—Si, pero a decir verdad no les hago mucho caso —hasta Draken se sorprendió de aquella confesión. Sin embargo, no se justificó al notar tu amplia sonrisa; te agradaba que sea sincero contigo, se te fue una buena señal.
—Espero que esta vez sí hayas sido sincero con tu decisión —bromeaste caminando a la caja para pagar el conjunto.
Draken te siguió desde atrás, sus manos en los bolsillos de su pantalón y sus ojos viendo directamente sus pies, sin querer ver de más a las clientes o la ropa en exposición.
—Te aseguro que si te di mi total atención, ________.
Mierda, tu corazón dio un pequeño vuelco ante sus palabras. Nunca nadie te había notado tanto.
Luego desechaste aquel pensamiento y agitaste la cabeza, se te era tan patético como te emocionabas por algo tan simple. Pensabas que de seguro Draken sólo era gentil, tú no serías especial para él ni mucho menos.
Te dispusiste a pagar el conjunto, con tu nuevo amigo a tus espaldas. Él esperó pacientemente hasta que ambos estuvieran listos para volver.
—¡Hey, Draken! —A tu lado, Ken fue empujado y dio unos torpes pasos hacia delante. Rápidamente te volteaste a ver al causante, un chico pelinegro de largo cabello estaba riéndose a todo pulmón de tu rubio amigo.
—¿Que te pasa, Baji? —Ken se acercó a darle un empujón, te mantuviste tranquila al notar que se conocían. Más atrás de Baji venía Mikey, quien si habías visto en algunas ocasiones.
—Volaste unos dos metros, ¿no, Draken? —Habló un chico de cabello bicolor, sonriendo ampliamente mientras veía a Baji reír cada vez más ruidoso.
—Que gracioso, Kazutora idiota —Draken se cruzó de brazos y le miró serio, quedó callado mientras desviaba su mirada hasta Mikey, quien venía comiendo un helado.
—¿Qué? —Mikey frunció sus cejas, dejando una lamida al helado. De inmediato soltaste una mínima risa, algo divertida por como su mentón tenía un rastro de helado derretido. De un momento a otro, todos te miraron.
Kazutora frunció sus cejas antes de ver nuevamente a Draken, casi dejó que una sonrisa traviesa se asome por su rostro. Baji, por otro lado, no fue sutil cuando se acercó a Draken, del lado opuesto al que estabas, y su brazo pasó por sobre sus hombros. Le miraste curiosa, él tenía toda intención de susurrarle algo bastante interesante a tu amigo.
—¿Es tu novia? —Fue lo que dijo. Le miró de reojo antes de fijar su mirada en ti, viendo tu persona por completo.
—Ella es ________. Como son tan maleducados entonces yo les presentaré —Draken dejó su mano contra el pecho de Baji y lo tiró hacia atrás. Él nuevo conocido se alejó carcajeándose levemente —. El idiota este se llama Keisuke, aunque su nombre es tan feo que le decimos Baji, su apellido.
—Un gusto, Keisuke —Extendiste tu mano en su dirección, sorprendiendo al pelinegro. Baji miró a Draken y luego volvió a verte a ti, estuvo siguiendo ese patrón durante unos cuantos segundos.
—Lo mismo digo... —Sin duda nunca se imaginó decir eso. Si su madre lo hubiese escuchado, le diría lo orgullosa que está de sus modales.
Estrechó tu mano, manteniéndola quieta mientras tu la agitabas levemente en un gesto amistoso.
—Ya conoces a Mikey, ¿cierto? —Él apuntó a el nombrado, asentiste.
—Si, ¡hola, Mikey!
Te sonrió a lo que cerraba sus ojos, te parecía más bonito cuando sonreía que cuando hacía berrinche. Incluso agitó su mano para corresponder el saludo.
—Y él es Kazutora —Draken apuntó al nombrado.
Antes de que levantes tu mano para extenderla en su dirección, él ya se había acercado lo suficiente para estirar la suya. En medio de una sonrisa, estrechaste su mano de igual forma como con Baji.
—No sabía que Draken tenía amigas, además de Emma —Soltó sorprendido Kazutora, mirando de más tus facciones.
Decidiste soltar su mano y sujetaste la bolsa de tus compras con ambas de ellas, evitando hablar para no llamar la atención de aquellos chicos. Ken se mantuvo callado por unos segundos al oír el nombre de Emma.
—Si, bueno, _________ es algo así como mi vecina —Murmuró a duras penas, desviando su mirada hasta un punto lejos de ti.
—¿Algo así? —preguntó Kazutora, juntando sus cejas en una mueca confundida.
¿Tal vez no sabían dónde vivía Draken?
Pero no, no era eso. Claramente tú no sabías mucho de ellos, si estuvieras en medio de esos chicos a los quince años, entonces si que se notaría que ellos no sabían la residencia de Draken. Ahora tenían diecisiete años, y justamente a Baji y a Kazutora fue que por una loca salida se dieron cuenta de donde vivía Draken.
Resumiéndolo; se pasearon por la ciudad junto a Mikey, y de imprevisto se encontraron con un Draken que cargaba bolsas y bolsas de cosas. ¿Donde entraba? Donde ya todos sabemos. Mikey abrió su bocota y dijo que ahí vivía Kenchin, y a Kazutora junto al pelinegro le entró el interés.
Tras no entender a qué se referían los letreros que estaban fuera del establecimiento, decidieron preguntarle a un cliente.
Error, evidentemente.
Por eso ahora Kazutora recalcó el "vecina".
¿En serio trabajas ahí? No lo dijo, pero él y Baji de seguro lo pensaron luego de procesar cierta información.
En ese instante, te sentiste incómoda por la leve sospecha de ser atacada en preguntas sobre tu trabajo. Giraste el rostro para ver a Ken con cierto temor, rogándole indirectamente que cambie el tema o simplemente no diga algo más insinuante.
—Que si, si es mi novia, ahora dejen de preguntar —Se escucharon varios jadeos ahogados, los tres chicos siendo golpeados en plena cara con aquella confesión.
Que por cierto, era mentira.
—¿En serio? —Keisuke se acercó a él, inclusive podías notar que sonó algo enojado por la noticia —. ¿Y cuando carajos pensabas decirlo? ¿en pleno casamiento?
Mikey comenzó a reír, golpeando con su palma su propio muslo mientras se encorvaba.
—Pero Kenchin —Mikey rió aún más, a boca abierta —. ¿Quien te va a querer a ti si eres tan feo?
Pensaste que fue cruel...
Pero a decir verdad, ambos se molestaban bastante entre sí. Era normal.
—Debe ser una broma —Kazutora te miró asombrado —. ¿Es cierto, _________? Ya dime que le encontraste a Draken, amiga mía —Dramatizó graciosamente.
—Eh...— miraste fugaz a Kazutora y luego viste de reojo a Draken, él guiñó uno de sus ojos para que le sigas el juego —. S-i, nosotros estamos saliendo...
—WOAAAH — Baji gritó, girándose hacia Mikey —. ¡TU HERMANA CAGÓ, MIKEY!
—Con ________ tenemos cosas que hacer, ya nos vamos —. Draken huyó antes de oír otras bromas por parte de sus amigos. Rápidamente agarró tu mano y se dispuso a caminar más rápido que de costumbre.
—¡Pero Kenchin, no huyas!
—El escándalo de la semana —oíste murmurar a Kazutora, quien aún yacía viéndoles a ambos mientras se alejaban.
—Emma se va a querer matar, Mikey.
Y así, ambos fueron por primera vez caminando de la mano.
No se soltaron hasta que llegaron a tu habitación y notaste las curiosas miradas que les daban tus compañeras de trabajo. Ahí Draken pudo disculparse por lo sucedido y huir también hasta su habitación, esperando que no hayas visto el nerviosismo que tenía luego de soltar tu mano.
Un bullicio en el pasillo hicieron que tus ojos se abran repentinamente. Oíste un golpe en la pared, luego unas fuertes pisadas y posterior a eso unas llaves cayéndose al suelo. Dejando de lado el sueño, te levantaste y abriste la puerta de tu habitación.
—Carajo... —Draken se agachó, apoyando una mano en su abdomen, y agarró las llaves con su mano libre. Al notar un leve goteo de sangre escurrir por su camiseta, te acercaste rápidamente a sujetar su brazo—. ¿________?
—¡¿Que te pasó?! ¿Ken? —Ayudaste a que se ponga de pie, afirmando firmemente su brazo con ambas manos, tirándolo hacia arriba. Draken siguió apretando su abdomen, dejó salir otro susurró adolorido cuando pudo ponerse de pie nuevamente.
—Solo es un rasguño —Afirmó, dejando que su mano se apoye sobre tu hombro, aceptando tu ayuda. Le miraste preocupada antes de bajar tu rostro hacia la herida poco visible.
Te diste el atrevimiento de levantar su camiseta y observaste la larga, pero no tan profunda herida que tenía junto a una cicatriz. Nunca habías pensado que Ken tendría una cicatriz con aspecto tan doloroso. Rozaste con la yema de tus dedos alrededor de la herida que brotaba gotas de sangre, y él dejó salir un gruñido molesto, apretando sus dientes fuertemente.
—Voy a ayudarte con eso...—Enrollaste uno de tus brazos detrás de su espalda y le insinuaste que vayan a tu habitación, donde tenías un botiquín. Draken negó casi de inmediato—. Tengo el botiquín allí, Ken.
—Preferiría mi cama, solo... ayúdame a abrir esta puerta —quisiste hacer que cambie de opinión, pero su rostro se contrajo en dolor. Le quitaste las llaves y abriste la puerta antes de ayudarle para que vaya a la cama.
Otro punto importante para su relación fue este. No fue grosero respecto a rechazar tu ofrecimiento, pero se notó su tono despectivo. De seguro por eso no le gustaba entrar a tu habitación cuando le pedían que vaya a buscarte, porque no le gustaba estar ahí, siquiera pensaba en sentarse sobre tu cama.
Y no era algo negativo en sí, pero él había vivido años dentro de esas paredes, y eso no puede no atormentarle aunque sea un poco. Te aprecia bastante, en ese tiempo ya le gustabas como persona, pero tenía un rechazo interno con los pensamientos inoportunos que invadían su mente al observar un lugar que tenía contacto con tu trabajo.
No le agradaba la sensación.
—No es una herida profunda, así que puedo desinfectarla —entraste a la habitación nuevamente, habías ido por el botiquín y te encontraste devuelta frente a un Draken serio recostado en su cama —. ¿Te duele demasiado?
—No es nada, solo me arde como la reverenda m— dejó de hablar cuando comenzaste a limpiar la herida. Cerró los ojos por unos segundos y suspiró hondo por la nariz.
Te concentraste únicamente en tu labor, dejando de lado lo incómoda que estabas ahora arrodillada junto a la cama. Draken se entretuvo mirando el techo, descansando su antebrazo sobre su frente.
—Veo que estuviste involucrado en una pelea, Ken — él asintió —. ¿Te duele en algún otro lugar? Puede que tengas alguna otra herida que deba desinfectar.
—No, no lo creo —Sus ojos bajaron hasta tus manos y del como ahora desenvolvías un par de vendas—. A excepción de esta herida, estoy como nuevo, _________.
—Bien —luego de terminar cada paso hecho correctamente, te levantaste y decidiste sentarte junto a Draken, básicamente en la orilla del colchón —. Acércame tus nudillos ahora, Ken.
Una de sus cejas se alzó levemente, miró tus manos extendidas frente a él. Volviste a pedir que acerque sus manos, y obedeció. Le agradeciste y comenzaste a curar sus nudillos dañados por la anterior pelea.
Intentaste hacerlo con cuidado. Sujetaste primero su mano derecha, con cuidado pasando el algodón sobre sus manos y cada rastro de raspadura. Draken se sintió realmente extraño, nunca antes alguien le había cuidado con tanta delicadeza.
Y, de forma inesperada, sus mejillas adquirieron un ligero sonrojo cuando al finalizar dejaste un leve beso en uno de sus nudillos, uno que no tenía daño alguno. Miraste a tu amigo esbozando una amplia sonrisa.
—Ya está... —Bajaste su mano con cuidado, dejándola sobre su abdomen. Dejaste una leve y sutil caricia sobre el dorso de su mano, y volviste a hablar —. Falta que te cure la mano izquierda.
Sin poder decir ninguna palabra, alzó su otra mano y la sujetaste frente a tu rostro, inspeccionando qué tan dañada estaba.
Fue más rápido, terminaste en tan solo un par de minutos. Luego de dejar su otra mano sobre su abdomen, miraste un tanto confundida como Ken se sentaba, él mientras miraba fijamente sus manos.
—Gracias, ________ —luego de su agradecimiento bajo y algo avergonzado, inclinó su rostro y dejó un beso bastante cerca de la comisura de tu boca. Tus ojos se abrieron de más y tus labios se separaron ligeramente, no podías estar más confundida como ahora.
Pero luego, gracias a la cercanía, pudiste notar como su labio estaba roto y su ceja tenía un pequeño corte. Draken se asustó al ver tu cambio de expresión a una más dura y seria, no había notado para nada que su rostro estaba dañado.
—No te muevas, debo curar tu labio y ceja, Ken —Diste un suspiro y volviste a recoger aquel frasco para desinfectar. De reojo notaste como el rubio alzaba una de sus manos y tocaba su labio roto, sorprendiéndose al notar sangre en este —. ¿En serio no lo habías sentido?
—Estaba pendiente de otra cosa, así que no, no lo sentí —Se sinceró, bajando su mano para que vuelvas a acercarte a su rostro. Un poco más nerviosa que antes, ahuecaste una de sus mejillas con tu mano y te moviste más cerca, también acercando el algodón a su labio roto.
—De seguro te va a arder un poco —Hablaste en susurros. Moviste su rostro ligeramente hacia un lado, y tocaste delicadamente su herida, limpiándola —. ¿Arde?
—No —se mantuvo quieto, con el rostro ligeramente ladeado, pero con su mirada puesta en ti. Observó como tus cejas intentaban juntarse entre sí, tu concentración siendo demostrada con cada mueca o por como arrugabas los labios.
Notó que, si te concentrabas muchísimo, inconscientemente tu respiración se calmaba. Le pareció tan adorable cada acción que hacías.
—Ahora, tu ceja, Ken —canturreaste más tranquila, incluso en ese entonces no pensabas en lo cerca que estarías del chico que te gustaba, sino más bien en que estabas haciendo el papel de una enfermera.
Inclinó el rostro hacia abajo, y sacaste ligeramente la punta de la lengua para presionarla en tu labio, concentrándote al máximo antes de limpiar un camino de sangre que escurría de la herida. Draken cerró uno de sus ojos cuando presionaste de más y le ardió horriblemente.
—Lo lamento.
Terminaste apresuradamente, volviendo a guardar las cosas en el botiquín y la basura en una de las bolsas que habías traído con anterioridad.
—¿Te podrías quedar? —su pregunta te hizo congelar de lleno. Cerraste la tapa del botiquín lentamente, como si tus manos no estuvieran funcionando correctamente —. Me muevo bastante al dormir y puede que mi herida se abra.
—¿Eres inquieto cuando duermes?
—Si, eso dije. ¿Te importaría quedarte o no...? — evidentemente no se movía mientras dormía. Al menos no como para que se abra la herida de su abdomen.
—Claro, está bien —te levantaste de la cama, dejaste el botiquín sobre su mesa de noche y la basura fue a parar en aquel pequeño basurero que tenía a una esquina de su habitación —. No habría problema. Eso hacen los amigos, cuidarse el uno al otro, ¿no?
—Claro.
—Seré una buena amiga entonces —Draken no pudo evitar esbozar una sonrisa minúscula, ahora moviéndose más a la esquina de la cama para dejar espacio suficiente —. Si te mueves bastante mi deber será despertarte. ¿Tienes el sueño pesado o no? para saber si tendré que golpearte o no despertarás.
—Tengo el sueño liviano, así que no me golpees, gracias —Respondió al instante.
Te colaste bajo sus sábanas, acomodando una almohada que tenía de sobra por debajo de tu cabeza. Ken tuvo dificultades para cubrirse con las mantas así que le debiste ayudar a acomodar sobre la cama.
Lo bueno era que seguías con sueño al ser antes despertada tan apresuradamente, así que te quedaste dormida junto a él casi de inmediato. Dejaste que tu mano se envuelva en uno de sus brazos para que así, cuando Draken se mueva, lo puedas sentir. El rubio volteó a verte con una nueva y extraña mueca en su cara, se sentía sorprendentemente muy cómodo.
A pesar que a los pocos segundos abrazaste más su brazo y te acurrucaste contra él, plasmando tu mejilla cerca de su hombro.
Notó tus ojos cerrados, bajó hasta tu boca ligeramente abierta, y por primera vez en la noche se atrevió a notar tu pijama.
Se removió inquieto al ser consciente del camisón semi transparente que traías. Antes mientras curabas sus heridas, solo podía fijarse en tu bonito rostro teñido en preocupación por él, solo eso tenía en mente. Ahora que su dolor había disminuido considerablemente, pensó en lo afortunado que era por tener a una chica tan linda en su cama.
Dejó de vagar su mirada por tu cuerpo, arrepintiéndose de tal acto indecente viniendo de su parte, y observó el techo otra vez. Maldijo en voz baja tras notar que aunque cuente ovejas, no dormiría tan fácilmente esa noche.
—Creo que ese viejo quiere insinuar algo con todo esto —confesó el chico, viendo hacia el cielo. A ti no te parecía raro que tu jefe le pida que te ayude con las compras, tal vez era simple caballerosidad.
—Te prometo que yo no tengo nada que ver —Admitiste entre pequeñas risas, no queriendo lucir tan escandalosa frente a las personas que recorrían el centro de la ciudad.
—Sé que no —Draken bajó su rostro para darte un vistazo —. Hey, antes no te había visto ese abrigo, ________. Te queda bien.
Observaste tu atuendo antes de agradecerle.
—Gracias por notarlo... me lo compré la semana pasada —Admitiste, evitando verle directamente para ocultar el leve sonrojo en tus mejillas. Tragaste saliva de golpe, sintiendo la garganta seca.
—Te ves bonita.
—¡MIREN, ES KENCHIN!
Mierda... justamente un puto sábado se le ocurre a toda la ToMan salir de paseo a esa parte de la ciudad.
Draken quería desaparecer.
—Puta madre —te empujó en otra dirección y caminó contigo delante mientras los conducía a ambos a un callejón desconocido. A tropezones, gracias a las bolsas que ambos traían en sus dos manos, comenzaron a alejarse de sus amigos.
Sin entender nada, de todas formas seguiste su plan y dejaste que te guiara.
De vez en cuando veía hacia atrás, evitando que los otros lo noten. Ambos se metieron en otro callejón que atravesaba ese en el que iban y rápidamente corrieron hasta ocultarse junto a una fila de cajas.
—No dudo que nos quieran seguir... —apoyó por completo su espalda a la pared —. Son unos chismosos de primera.
—¿Y qué pasa si nos ven? —dejaste las bolsas en el suelo e imitaste su postura; apoyaste tu espalda en la pared, justo a un lado de él. Draken te miró a los ojos —. ¿Sería... malo?
—No, digo... tal vez si —agitó su cabeza y lamió sus labios antes de voltear completamente a verte, dejó que su brazo se apoye en la pared y agachó su torso levemente para que le mires de más cerca —. La vez pasada les dije que eras mi novia, ¿lo recuerdas? De seguro si me ven contigo entonces harán preguntas incómodas.
—Pero... —Poco a poco la irritación de Draken se fue desvaneciendo. Probablemente notó lo triste que sonó tu voz —. son tus amigos, ¿no es así? no me molesta si les dices la verdad... no me siento cómoda cuando te noto tan molesto o irritado por algo, y prefiero que le digas qué hago en realidad antes de que les tengas que mentir para... para que no me pregunten ciertas cosas...
Draken escuchó cada palabra atentamente. Tal vez estaba algo alterado ahora, pero era únicamente porque sabía que sus amigos a veces eran un tanto... mierda, no sabia cómo describir lo idiotas que eran a veces. Pensaba que podrían herirte con ciertas bromas pesadas, y por ello fue que decidió huir de ahí rápidamente.
—Lo s
—KENCHIN, ¿DONDE ESTÁS?
—Déjalo, Mikey. El cobarde salió corriendo.
—Lo siento —Soltó Draken antes de moverse frente a ti y sostener tus mejillas con ambas de sus amplias manos. Chocaste con la pared de atrás, y el ladeó su rostro, acercándose hasta que solo quedó un centímetro de distancia entre sus bocas —. Fingiremos que nos estamos besando, si tenemos suerte entonces se emocionarán tanto que solo se irán corriendo como locos.
¿Acaso eso podía funcionar o Ken estaba loco?
Asentiste moviendo la cabeza, y llevaste tus manos hasta sus hombros, un tanto tímida, solo las dejaste descansando ahí. Draken exhaló por la nariz y bajó su mirada.
—Y si no pasa eso, Mitsuya les dirá que es mejor que se vayan —volvió a observar tus ojos, la cercanía se te resultó tan agobiante y no en el mal sentido —. O la última opción... —movió su rostro un centímetro más, su nariz tocó la tuya, su respiración directamente chocando con tu piel —. Puede que no nos encuentren gracias a las cajas que están aquí, y... puede que haya hecho esto solo para tener una excusa.
¿Una excusa?
—¿A que te refieres, Ken? —tu voz salió débil, fue apenas un susurro que cayó dentro de sus labios entreabiertos. Tu corazón latía cada vez más rápido y tus manos sujetaron su chaqueta fuertemente, cada vez tu nuca estaba más pegada a la pared. Draken solo pudo bajar su mirada hasta tus labios y se atrevió a besarte.
Emitiendo un gemido de pura sorpresa miraste desconcertada sus ojos cerrados, inclusive pudiste ver de reojo como su pulgar acariciaba cuidadosamente parte de tu mejilla. Tus ojos poco a poco fueron cerrándose, y decidiste abrazar su cuello para acercarlo más.
La ToMan no pudo encontrarlos. Ellos habían girado por la otra dirección del segundo callejón, así que no supieron de su beso. Y Draken, bueno, le encantó haber tenido la idea de fingir besarse, solo eso podía hacer para acercarse tanto a tus labios.
Su relación fue progresando exitosamente. Draken nunca pensó que luego de aquel beso se le resultase tan fácil demostrar sus verdaderos sentimientos.
Aunque tal como él lo ha dicho en varias ocasiones, le cuesta quedarse callado cuando se trata de alguien tan dulce como tú. Solo frente a ti no podía ocultar cada pensamiento que rondaba su cabeza.
Su declaración y posterior propuesta de noviazgo, fue simplemente magnífica. No quiso esperar en preguntar si podías ser oficialmente "su chica"... él ya quería llamarte como su novia cuanto antes.
Y mientras iban acercándose el uno al otro, descubriéndose entre ambos, también más complejos fueron saliendo a la luz.
—Detesto cuando veo a otros tipos entrar a tu habitación, ________, lo odio —se sinceró. Te quedaste perpleja, mirando de más tiempo como su ceño se fruncía con ira, y la vena de su frente se hacía notar —. Estaba pensando en hablar con mi padre de esto. No quiero que trabajes más aquí, ________.
—Draken... te entiendo, pero no puedo dejar el trabajo —negó a cada palabra que te oía decir —. No tengo donde más ir, y el jefe no me puede tener aquí porque si.
—Le diré que te quedarás conmigo —su mano acunó tu mejilla izquierda, su rostro se acercó poco a poco al tuyo —. Puedes estar aquí conmigo. No habría diferencia, solo necesito que dejes el trabajo, por favor.
—Por ello también tengo dinero, Ken. Sabes que mi situación es complicada, siempre lo ha sido. Debo trabajar, no terminé mis estudios y esto es lo único que me queda —decidiste decir. Ambos yacías recostados sobre su cama, los dos junto a el otro lo suficientemente cerca.
—Lo puedo solucionar —te vio fijamente a los ojos, su frente descansó en la tuya mientras hablaba apresurado y con cierta frustración —. Buscaré un trabajo a medio tiempo, o haré cualquier cosa para tener dinero, y así incluso puedes ir a mi escuela. Estarías aquí en mi habitación, no te faltaría nada, __________.
—No puedes hacer eso —abrazaste su torso con uno de tus brazos y alzaste el mentón para verle mejor —. Estás esforzándote mucho por mi... no es justo.
—Quiero hacerlo. Lo que más quiero es estar contigo, _________ —dejó un leve beso sobre tus labios y volvió a separarse ligeramente —. Por favor al menos piénsalo, necesito que digas que lo pensarás.
—Está bien, lo pensaré —susurraste derrotada. Draken asintió y volvió a besar tus labios, esta vez presionando por unos segundos más.
—Sé que estoy siendo egoísta —pasó su brazo por debajo de tu cabeza, te acurrucaste en tu nueva almohada —. Lamento tener que pedirte esto, pero siento que me volveré loco si sigo siendo solo un estúpido espectador. Quiero tenerte para mi solo... y perdona si suena mal, solo necesito decirlo de una vez.
—Está bien, lo entiendo —viste por última vez sus ojos antes de abrazarle fuertemente y esconder tu rostro en su pecho. Draken te abrazó aún más a él y dejó un par de besos sobre tu cabello.
Y tal como vino esa charla, también habían momentos que eran tensos, pero especiales a su manera.
—Hey, cariño —Ken tocó la puerta con sus nudillos. Se entretuvo observando sus pies mientras esperaba a que abras.
Oyó unos ruidos dentro, incluso podía apostar que te habías tropezado y caído al suelo. Esbozó una sonrisa tras pensar en ti y tu torpeza.
—Traje algo para que cenemos juntos —murmuró cerca de la puerta, esperando que escuches.
—¡Ya voy! —te apresuraste a acomodar tu cabello y abriste la puerta —. Hola, Ken.
—¿Tienes hambre? —subiendo una de sus comisuras, dio una media sonrisa tras subir su mano y mostrar la bolsa de comida. De inmediato asentiste y le dejaste pasar.
—A decir verdad si, bastante —Oíste su ronca risa antes de cerrar la puerta.
Hoy tenías un conjunto de Remi, una de tus amigas dentro del establecimiento, por lo que te abrazaste a ti misma intentando ocultar un poco del atuendo. Que cualquier persona te vea con ese conjunto era totalmente diferente a qué estés así vestida tan cerca de Draken. Estabas muy nerviosa.
Ya luego recordaste que de seguro él ya había visto a Remi con esto, así que tú vergüenza se esfumó lentamente.
—¿Como estuvo tu día? —dejaste un beso en su mejilla y te sentaste junto a él, abrazando tus piernas contra tu pecho. Draken se inclinó para sostener tu barbilla y dejó un corto beso en tus labios, te sonrojaste sin pensar. Tras alejarse comenzó a sacar la comida y te dió un refresco.
—Aburrido —dejó los ojos en blanco durante un segundo —. A Mikey se le ocurrió participar en un festival infantil.
—¿Un festival infantil? —diste un trago a tu refresco para luego llevar la lata a una de tus mejillas calientes, esperando enfriar tu piel de una forma u otra.
—Si, tal cual eso. Me hizo pasar como su hermano mayor para que le dejen entrar. Fue raro —a su mueca casi asqueada, comenzaste a reír —. Hey, no te rías. Espero que nadie conocido nos haya visto...
—Deben haberse visto bastante tiernos —. no paraste tu risa, la imagen mental era bastante cómica. Draken te miró serio, esperando a que cese tu risa.
—Eres una burlona —estiró su mano para tirar de un mechón de tu cabello. Le miraste indignada —. No te rías de mi, ________ —dijo avergonzado. Draken por un instante se fijó inconscientemente a un costado de tu cuello y su sonrisa comenzó a desvanecerse. Volvió a estirar su mano y la enganchó en la parte posterior de tu garganta, acercándote a él rápidamente —. ¿Que tienes ahí?
Su pulgar tocó aquella mancha azulada, pronto viste como un pequeño agujero se visualizaba en su mejilla. Draken mordió la parte interior de su mejilla mientras sus ojos se entrecerraban viendo a la mancha.
Lo conocías lo suficientemente bien como para saber lo enfadado que estaba.
—Oh, fue un cliente... le dije que no debía hacer marcas, pero creo que —Ken te soltó y agachó la mirada, apretando sus dientes y dejando su puño apretado contra las mantas de tu cama —. no me escuchó.
Un silencio abrumador fue parte del momento. Dejaste de sonreír y acomodaste tu cabello, tapando tu cuello con el.
—Espérame aquí —dejó a un lado la comida, y se levantó de la cama. De inmediato te sentiste inquieta y tu rostro se contrajo en ligero miedo. Pensabas que iba a enfadarse y terminaría contigo, pero como siempre, Draken adivinó tus negativos pensamientos —. Tranquila, iré a pedir un poco de maquillaje para tapar eso. Vuelvo en un segundo.
Aún sintiendo una leve incomodidad, decidiste dejarle ir y que salga de la habitación.
Estando alejado de ti, Draken pudo dejar de ocultar aquella fatiga, no pudo no decir insultos al aire a cada paso que daba por los pasillos. Se sentía tan inútil por no hacer nada; él sabía que no te gustaba hacer este tipo de trabajo, pero no tenía idea de qué hacer para ayudarte.
Se le resultaba difícil, pero se le era más irritante al saber que quien estaba en la peor situación eras tú.
—Ya regresé —te sonrió luego de cerrar la puerta. Se acercó con un pequeño bolso rosa en su mano mientras que en la otra llevaba un espejo de tamaño mediano —. No has tocado tu comida, _________. Come mientras yo me encargo del resto, ¿está bien?
Se sentó sobre la cama y dejó el bolso entre ambos. Miraste su mueca tan concentrada mientras abría el bolso y trataba de descubrir qué polvo utilizar. Por otro lado, le obedeciste y comenzaste a cenar, primero bebiendo un trago de refresco para quitar la sequedad presente en tu garganta.
Su mano fue a tu cabello y descubrió tu cuello por completo, movió los mechones hasta detrás de tu hombro y ladeaste un poco la cara para que tenga mayor comodidad al maquillarte. Draken, con toda la delicadeza del mundo, comenzó a cubrir la mancha, esparciendo la base más cercana a tu color de piel.
—¿Haz pensado en lo que dije antes? —se resistió en preguntar sobre el tema, pero no pudo evitarlo.
—Claro que si —Draken estiró su mano para cubrir la esponja con más base, y se volvió a acercar a tu cuello —. Pero creo que volver a la escuela ya es muy tarde para mi, Ken. Tendría que ya estar en mi ultimo año, no puedo ir a clases a estas alturas —. No quiso negarlo, él sabía que estabas en lo correcto —. Pero podría buscar trabajo en otra cosa...
—¿Te gusta la idea? —pasó su pulgar por la mancha en tu cuello, asegurándose de que no se corra el maquillaje. Asentiste a su pregunta, mirándole fijamente —. ¿Estarás aquí conmigo entonces, ________?
—Si —tu novio intentó disimular su alegría, presionando sus labios forzosamente —. Yo... hace bastante estaba pensando en dejar el trabajo, pero nunca me hubiese atrevido de no ser por ti. ¿Estás seguro que no te molestaré estando en tu habitación? tal vez incluso luego de tener unos ahorros, pueda buscar algún otro sitio donde vivir y...
—Deja de inventar excusas para no dormir conmigo, ¿está bien? —su rostro se separó de tu cuello a lo que fruncía el entrecejo. Parpadeaste un par de veces —. Mira, vamos a ir con calma ¿si? Ya encontré trabajo en un taller cerca de aquí, así que no te preocupes tan pronto de buscar empleo. Te ayudaré a traer tus cosas, hablaré con mi padre, y luego vemos lo de ahorrar para alquilar alguna casa, ¿que te parece?
Fue increíble como siempre sabía qué decir. Sus palabras te calmaron en un instante, fue automático.
—Está bien...
—Genial, cariño —Se acercó para dejar un duradero beso en tu frente, te dejó completamente sorprendida por tal acción incluso luego de separarse de ti —. Ahora cenemos, estoy que muero de hambre.
—¿Podría ocupar una de tus camisetas? —le sonreíste inocentemente, dejando de observar su ropa.
—Por supuesto, cariño —Respondió a tu sonrisa, flexionando su brazos por debajo de su nuca y relajándose bajo las mantas.
Aquellas mariposas revolotearon en tu estómago al escuchar aquel apodo cariñoso que había encontrado para ti. Nunca te habías imaginado apodar o que te apoden de alguna forma tan linda, o cursi, como prefieras llamarle.
—Genial, gracias —sin esperar más tiempo sacaste tu blusa dejándola en el cesto de ropa sucia, y buscaste una de sus camisetas. Ken desvió la mirada automáticamente, y sacó su móvil para chequearlo superficialmente.
Te encantaba usar la ropa de Draken.
Dejaste puesta tu ropa interior, inconscientemente te habías acostumbrado a dormir con brasier. Era más cómodo. Luego de antes haber lavado tus dientes y estar unos duraderos minutos en la ducha, decidiste ir al fin con tu novio.
Mientras movías las mantas y acomodabas la almohada, Ken te vio de reojo cada una de tus acciones. Tras atrapar su mirada, él solo estiró sus labios, pidiendo, luego de vario rato sin estar contigo, un beso. Te recostaste en la cama y te acercaste a la boca del rubio, cubriendo sus labios levemente humedecidos con los tuyos.
—Me di cuenta de algo... —tu novio bajó aún más, acurrucándose con las sábanas hasta el cuello. Abrazaste su torso y le miraste de cerca —. Soy demasiado meloso cuando estoy contigo, ¿lo habías notado?
Estaba hablando de manera burlona, ya antes había aceptado su actitud enamorada que era bastante cursi.
—La verdad no, yo no te noto tan meloso —respondiste abrazándole con fuerza, tu mejilla presionó su endurecido pecho.
—Si que se me nota. Mírame ahora, cielo —notaste su brazo envolviéndose en tu cintura, su palma acariciando lentamente tu espalda —. Solo pienso en besarte, lo hago todo el día. Llega a ser incluso vergonzoso, y a decir verdad, me regaño a mi mismo por eso.
—No es vergonzoso —afirmaste, alzando el rostro para besar bajo su boca —. Yo también pienso en ti, Ken. Y eso es porque te quiero muchísimo.
Sin poder aguantar más, su brazo ejerció fuerza y movió tu cuerpo hacia abajo. Tu rostro se cubrió con las sábanas y la nariz de Draken chocó con la tuya. Ambos estaban frente a frente por debajo de todos los cobertores. El rubio dejó un intenso beso en tu boca, acercándote a él mientras tocaba tu espalda baja.
—Eres tan linda —murmuró, su voz baja y profunda sonó más ronca que de costumbre.
Abrió su boca contra la tuya y besó tu labio superior lentamente. Un cosquilleo recorrió tu cuello cuando la punta de su lengua tocó entre tus labios, te abrazaste más a él y Ken te movió lo suficiente para que quedes sobre su torso.
Tus palmas fueron dejadas en su pecho y continuaron besándose. Su mano acariciaba tu espalda de arriba a abajo, sus dedos sujetados firmemente en tu costado por sobre tu pijama. Draken también llevaba una camiseta blanca y pantalones como pijama, por un momento pensaste en verlo sin aquella playera. Dejaste de mover tus labios contra los suyos cuando sentiste su palma adentrarse bajo tu camiseta.
—Espera... yo no creo que —comenzaste diciendo, separando tu rostro ligeramente del suyo. Ken seguía con los ojos cerrados, esbozó una sonrisa y dejó un tierno beso en tu frente.
—Tranquila, no haré nada —abrió los ojos y miró a los tuyos, continuó sonriendo antes de dejar un beso en tu mejilla —. Solo quería acariciar tu piel —admitió, aún así alejando su mano y acomodando la camiseta para cubrir tu trasero.
Sujetaste sus mejillas y te inclinaste a dejar un beso en sus labios húmedos, él correspondió al instante, ladeando el rostro y sujetando tu rostro de igual forma. Al término decidió dejar cortos besos en tus labios, ruidosos e infantiles, más que nada tiernos. Luego te diste la vuelta para intentar dormir y tu novio abrazó tu cintura pegándose por completo a tu espalda.
Cada noche dormían así de abrazados, era bonito.
Luego al despertar, ya sus lugares cambiaban considerablemente. Probablemente estés recostada sobre Draken; o él tenga su pierna sobre las tuyas y su brazo enrollando tu cuello calurosamente; algunos días ambos estarían frente a frente; otras mañanas despertabas con la mejilla de Ken en tu pecho mientras se acurrucaba como si fueses su peluche, en fin, son una pareja de ensueño.
Y poco a poco, su relación fue yendo más allá. Ken es lo suficientemente maduro, por lo que aquel plan que te había mencionado en tal ocasión, se cumplió como dijo. Ambos dejaron el establecimiento y comenzaron a vivir juntos.
Sin duda nunca se separaron. Vamos, Draken cuando se enamora lo hace en serio. Y no diré que dejó las pandillas, pero tú eras su novia, tenía a una persona por quien tener cuidado en ciertos conflictos futuros que podría tener en ese ámbito de su vida. Ken se esforzó en darte lo que mereces, te dejó un inmenso espacio en su corazón, y se esmeraría en no poner en peligro su vida solo por ti.
Era el novio perfecto.
No, ES el novio perfecto.
Siempre lo fue.
En mi cabeza Draken sigue vivo.
Te amo, pelao.
Estoy tan desaparecida por estos lados... Lo siento:(
Estuve diciendo qué ocurría por las historias de Instagram, pero por si no me siguen a esa cuenta, básicamente desaparecí por temas de estudios jiji<3
Les debo la escena extra que contiene Lemon, se los recompensaré si o si 🥺💗
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top