Kazutora Hanemiya +18
Advertencia de Lemon
No se pero juraba que había hecho un capítulo de Kazu y nunca fue así jaja, haré más así que lo sé preocupen.
—Cumpliré la promesa que te hice.— le mostraste a Kazutora lo que traías a cada mano. El chico dio un silbido al fijarse en los frascos de aceites.
—¿ESA promesa?.— Kazutora sonrió de costado, viéndote fijamente a los ojos. Asentiste con la cabeza y el chico no pudo más de la emoción, entre risas saco todas las cosas de tu cama y se saco la camiseta.— ¿Los pantalones también?
—Si quieres.—te burlaste sin disimulo. Kazutora se desabrochó sus pantalones y los bajo, dejando a la vista sus bóxers.— lo había dicho en broma pero bueno.
—Las bromas no van conmigo.— se carcajeó deshaciéndose de los pantalones y se recostó en el colchón boca abajo.—Necesito el masaje, estoy tenso.
—Si si si, como sea.—te subiste y sentaste sobre su trasero. Abriste los aceites y tras colocar un poco en tu mano dejaste la botella a tu costado.
Comenzaste a masajear la espalda de Kazutora. Era verdad que estaba tenso, presionaste las yemas de tus dedos en sus hombros, moviste tus manos de arriba hacia abajo. Kazutora casi ronroneaba de lo bien que se sentía.
—Un poquito más a la izquierda.— apuntó con su mano donde quería que masajees.
Fuiste hasta ese lugar y masajeaste con fuerza, su piel ya estaba algo enrojecida por las presiones y movimientos que hacías contra su piel.
Subiste tus dedos hasta su cuello, masajeando sus costados y el inicio de este. Kazutora movió su cabeza de un lado a otro.
—Tus manos son maravillosas.— halagó en medio de suspiro aliviado.
—Gracias.— masajeaste más su cuello.— Mejor hazte una coleta o te mancharé.
—Ten.— te dio un lazo.— házmela tu.
—Tengo las manos con aceite no seas idiota.— Kazutora murmuró algo que no escuchaste y se hizo una coleta el mismo.
Tocaste el músculo de sus hombros, sus bíceps y tus pulgares presionaron con fuerza sus tríceps. Terminando de masajear sus brazos subiste nuevamente a sus omóplatos y bajaste hasta su espalda baja. Por tus manos contra su espalda Kazutora se removió un poco.
Al llegar a la zona lumbar te sorprendiste un poco al no encontrar ropa interior chillona o similar, la verdad la personalidad de Kazutora daba a entender eso. Te sentaste un poco más abajo de su trasero y para molestarle dejaste de masajearlo para darle una palmada en su culo. El chico chilló.
—¿Que te pasa?, bruta.— lanzo un manotazo hacia atrás, no dándote ya que no alcanzaba hasta donde estabas.— además de bruta, pervertida.
—Si soy.— afirmaste nuevamente inclinándote a seguir con el masaje.
Por un momento pensaste que se colocó a dormir ya que su respiración se volvió tranquila y pausada.
—Oye... ¿Te dormiste?— te inclinaste hasta su oído. Te moviste lo suficiente para mirar como sus ojos yacían cerrados, sus pestañas extensas juntas, chocándose entre sí. Cuando le tocaste el hombro Kazutora abrió un ojo, viéndote observarle.
—Mhm.— El chico se volteó completamente, ahora boca arriba y tu sobre el.— Eres una bruja, déjame dormir aunque sea un poco.— negaste con la cabeza y masajeaste sus pectorales con el aceite.
—No te quedes dormido, no me gusta estar en silencio.— Kazutora te sonrió y llevo sus manos a tus brazos, simplemente sosteniéndolos al mismo tiempo que masajeabas su torso.
—¿Puedo luego tener mi turno?— le miraste con sospecha, no entendiendo a qué se refería.
—Pero si este es tu turno.— Kazutora sonrió ante tu duda. Aún sonriendo mordió la punta de su lengua entre sus filosos dientes y negó con la cabeza.
—Yo quiero hacerte un masaje.— ofreció como si fuese una estupenda idea. Sonreíste callándote lo que querías decir, seguiste masajeando esta vez su abdomen firme.— ¿y?
—No sabes hacer masajes.— confirmaste sin mirarle fijo. Kazutora hizo un sonido de reproche, le estabas subestimando.
—Contigo aprenderé.— dictaminó por último.
Movió su cuerpo hacia abajo y sus manos se posicionaron en tus caderas. Por el movimiento, ahora quedaste sobre su pelvis sin vergüenza alguna.
Ahí sus dedos acariciaron tus caderas vestidas y luego se guiaron hasta el centro de tu cuerpo, antes que nada prefirió subir hasta el inicio de tu camisa y procedió a deshacer los botones.
—Estas demente.— sonreíste al verlo tan emocionado. Comenzó a desabrochar toda la prenda y tras tenerla desabotonada la hizo a los lados.
—Deja quitártela.— demandó subiendo los ojos hacia ti. Te quisiste hacer la indignada por la orden así que la tiraste fuera de tu cuerpo por ti misma.— yo quería hacerlo.
—Pues lo hice yo.— sonreíste ante su expresión. Masajeaste más hasta su abdomen bajo pero sin llegar a la zona peligrosa, moviendo tus dedos con firmeza.
—¿El masaje es ahí también?— formuló la pregunta en doble sentido sin duda alguna. En cambio tu subiste tus manos hacia sus hombros nuevamente.— tsk.— tiro de tus caderas hacia el, rozandote contra el bulto entre sus piernas.
Kazutora esbozó una sonrisa traviesa y tiro otra vez de tus caderas pero hacia atrás. Le diste un golpe en su hombro por interrumpir tu anhelado masaje y él se quejó, dándole un manotazo a tu mano.
—Te puedes comunicar con palabras, ¿sabias?— sus ojos se entrecerraron hacia ti, no le habías golpeado fuerte pero quería exagerar.— Me aburriste.— los giró a ambos sobre la cama y te dejo bajo él aún semidesnudo.
Comenzaste a reír cuando picó tu estómago e hizo cosquillas, una de sus manos desabrocho tus pantalones y los comenzó a bajar a la vez que te deshacías en risas sin poder evitarlo.
—Quédate quieta.— habló sonriendo ampliamente. Tu seguiste riéndote y retorciendo tus caderas por las cosquillas. Su mano sujetó tus muñecas por encima de tu cabeza y se deshizo de tus pantalones hasta tus tobillos, empujándolo con su pie para terminar de sacarlos.— Ahora esta cosa.— movió su cabeza en dirección a tu camiseta de tirantes.
—¿Planeas hacerme un masaje?— te moviste cuando su mano libre agarró la orilla de la prenda.— Siento que eres pésimo en eso, mejor no lo intentes.
—Eso me enojó.— su expresión se relajó por un instante y dejo de reír. Tragaste saliva de manera resonante.— Estoy bromeando, _______.
Kazutora ante tu expresión plasmada aprovecho de subir tu camiseta y dejarla a un costado. Ahora ambos se encontraban solo en ropa interior.
—Ahora si, acuéstate boca abajo.— Kazutora se acomodó mejor sentado sobre tus caderas y se estiró un poco para alcanzar el aceite. Accediste ya que de todas formas si lo hacía mal podrías burlarte de él un poco.
Levantó su trasero y pudiste girarte boca abajo. Kazutora volvió a sentarse esta vez bajo tu trasero y se mantuvo por un breve instante sin decir ni hacer nada.
—Este será un masaje cuerpo completo.— advirtió a lo que sentías aceite derramándose por tu espalda. Debiese poner el aceite en sus manos pero era Kazutora, no se podía pedir mucho.
—Haz lo que quieras.— Kazutora comenzó a masajear tus hombros.— bueno no todo lo que quieras, si haces una idiotez te golpearé.
—Entendido, reina.— expreso burlón. Sonreíste y te relajaste contra el colchón con tus brazos a los costados, simplemente recostada.
Sus manos casi cubrían el ancho de tu espalda, su piel áspera se movía contra la tuya de manera firme. Fuertes apretones a tus hombros y costados a la altura de tus costillas. Al llegar hasta tu trasero también acaricio aquella zona, al empezar a agarrarlo con fuerza le diste un manotazo a su brazo.
—Sin idioteces, entendido.— dejó de sostener las mejillas de tu trasero y masajeo un poco tus piernas, los muslos más que nada. Al subir nuevamente dejó una rápida nalgada para luego sostener tus manos contra el colchón para que no le pegues.— ¡Solo te la devolví!
—Kazutora...— te quejaste tratando de soltar tus manos de las suyas.— Esto se supone es un masaje, no es una escena para cincuenta sombras o una mierda así.
—¿Por qué no es como Anastasia?— se quejó para sí mismo.
—¿Qué?, ¿acaso se te da eso de pegarle a las chicas con las que te acuestas?— Reíste a su silencio. Un tema de conversación muy inusual estando como lo están ahora, en medio de un masaje.
—Mhm noooooupuede.— la palabra extraña que se inventó te hizo reírte con mayor fuerza. Ahora ambos reían casi sin sentido a su respuesta.
Kazutora siguió masajeando tu espalda a pesar de su broma. Ahora todo su cuerpo se encontraba resbaloso, desde sus piernas hasta sus manos. Cuando finalizó en tu espalda dejó otro sonoro palmetazo en tu trasero, esta vez solo te quejaste pero no le golpeaste.
— Vuelta.— mandó tras levantarse de tu trasero un poco. Te giraste nuevamente y quedaste boca arriba.— Hola de nuevo.
—Deja de joder.— sonreíste. Kazutora puso un poco más de aceite sobre tu pecho y lo esparció hasta tus hombros.
Masajeo tu cuello un poco, presionando los costados totalmente concentrado. Viste como su ceño se fruncía al tratar de no ejercer tanta fuerza de lo necesario en tu delicada garganta.
—¿No eres de las que les gusta eso de ahorcar, cierto?— casi te atoraste con saliva a su pregunta. ¿Este chico pasaba mucho en su celular o qué?
—Deja de preguntar idioteces.— hiciste tu rostro hacia atrás, relajándote contra el colchón. Kazutora hizo un poco de presión en tu cuello hacia abajo, presionándote contra la cama. Abriste los ojos exageradamente y le miraste.
—Quería intentarlo, perdón.— comenzó a reírse y alejó sus manos rápidamente de ahí. De los nervios las dejo sobre cada uno de tus pechos.— Mierda, perdón, son los nervios.— sacó sus manos de ahí y se sentó más hacia atrás para masajear tu abdomen.
—Carajo.— te removiste en tu lugar.— Toca cualquier cosa, ya haz lo que quieras.— Kazutora inclinó su rostro al tuyo, o específicamente su oído a tu boca.
—¿Que dijiste?— te incitó a repetirlo.
—Si lo escuchaste.— le respondiste simplemente. Kazutora casi soltó un gemido ante tu decisión. Tras frotar sus manos contra si, de manera entusiasmada volvió a seguir con el masaje.
Fue al grano directamente. Su codo se apoyó a un lado de tu rostro contigo aún con los ojos cerrados, y su mano masajeo tu abdomen bajo hasta tu entrepierna por sobre la ropa interior.
—¿Esto cuenta como masaje?— susurro a un costado de tu rostro. Negaste con la cabeza pero siguió dando leves caricias en círculos con sus dedos al mismo tiempo.— Bueno, entonces... ¿me dejas acariciarte así?
Asentiste con la cabeza, al no abrir tus ojos no pudiste apreciar la sonrisa lasciva de Kazutora. Se esmeró desde ese momento a tocar aquel punto, rozando la tela contra tu intimidad y presionándola cada vez más.
Te removiste un poco incómoda ante la posición. Kazutora lo notó así que una de tus piernas la sacó de abajo suyo y la alejó un poco, con la rodilla inclinada hacia arriba. Ahí siguió acariciando, separando tus pliegues y presionando tú clítoris. Tras tu soltar un gruñido ronco Kazutora soltó un insulto al escucharte.
—Mejor date la vuelta...— abriste los ojos para mirarle.— No me sé controlar si te veo el rostro, la verdad apenas te escucho me dan ganas de follarte pero aún no puedo.— su ceño fruncido al igual que ligeramente su boca te dio una sensación cálida en tu abdomen bajo.— Anda, gírate.
Él se incorporó un poco y tras juntar nuevamente tus piernas y girarte quedando boca abajo nuevamente, dio un largo suspiro.
—Que jodida situación.— contra tu muslo sentiste a lo que se refería; su erección punzando cada vez más y más.— puta madre.— sus dedos engancharon los costados de tus bragas y las bajo hasta sobre tus rodillas.
—¿Que haces ahora?— inquiriste viendo hacia atrás, girando tu cabeza hasta el que se encontraba bien entretenido observando tu piel ahora descubierta.
—Nada.— se separó otro poco de ti y sus manos fueron a tus caderas para elevarlas.— solo quiero hacer algo...— con total extrañeza le hiciste caso a sus movimientos y dejaste tu trasero y caderas separados del colchón. Tus rodillas presionando la cama. Kazutora llevo su mano hecha un puño hasta su boca.— Joder, que vista.
Manera de subir el autoestima que tiene.
—Hey, _______.—te llamo aún tapando su boca, sorprendido.— ¿Quieres de casualidad... no se.— se hizo el desentendido ante su propia pregunta.— tener sexo conmigo?.— comenzaste a toser.
—¿Que mierda te enseñaron en prision?— respondiste para joderle el tema luego de recostarte nuevamente contra la cama. Al parecer a ser más directo.
—Oh vamos, apenas salgo y me recibes con un masaje cinco estrellas.— se excusó de su comportamiento tan atrevido.— y luego, para colmo, me dejas hacer lo que sea con tu lindo cuerpecito. Es muy difícil no pedirte algo así.— tras pensarlo un poco le respondiste.
—Bien, quítate las ganas entonces.— total, ni te quejabas. A Kazutora le había venido bien su tiempo en prision, sorprendentemente. Además ambos eran adultos así que no habría problema al menos por tu parte.
Kazutora se levantó casi tropezándose contra el suelo. Luego de bajar a toda velocidad hasta de seguro sus pertenencias regresó hasta ti y se colocó en la misma posición detrás de ti. Mentalmente ibas pensado si era buena idea, tu amigo a veces era algo intenso.
—Que buen regalo de bienvenida la verdad.— sonreíste sin que te notase. Escuchaste el látex y sentiste como Kazutora te alzaba nuevamente de las caderas, despegándolas del colchón. — No prometo no enamorarme de ti luego de que tengamos se
—Cállate de una vez, Kazu.— preferiste interrumpirlo antes de que la cague.
—Perdón ya, modo serio.—Kazutora obedeció tu petición y ajustó su posición detrás de ti, tus piernas estaban solo ligeramente separadas al aún traer tus bragas sobre tus rodillas, tocando el colchón.
Kazutora acaricio su entrepierna con su mano, masturbandose a sí mismo un poco antes de comenzar a introducirlo en tu intimidad. Apoyo uno de sus pies contra el colchón para tener mayor sustento e inclinó un poco su abdomen a tu espalda luego de meter su longitud a profundidad, penetrandote poco a poco.
Ambos gimieron a la vez, embobados por la sensación tan placentera. Enterraste tu cara contra el colchón, tratando de no ser tan ruidosa.
De inmediato, tras sentir como te relajabas a su alrededor comenzó a salir y entrar de ti a un ritmo activo. Ajustando tus caderas conforme a sus embestidas, sosteniéndolas para que no te derrumbes contra el colchón.
Manteniéndote en tu lugar penetro sin parar, únicamente disminuyendo el ritmo ya que su cabello caía en su visión y necesitaba despejar su rostro. Por la fuerza de estos golpes a tu cuerpo te movías a la par hacia adelante, con cada choque te sentías en un abismo.
Ambos se encontraban aún con aceite en sus cuerpos. No sabías decir si se sentía más placentero el que sus manos se resbalen del agarre en tu piel o si más incómodo ya que no podía sostenerte con su abismal fuerza. Aún así se esforzó mucho por hacer que del placer no te dejes caer.
Al ver que sus manos no te sostenían lo suficiente ya que te hacías ligeramente hacia abajo cada vez más, pasó una de sus manos bajo tu estómago y busco tu clítoris. A lo que te acariciaba esa zona también aprovechaba de sostenerte en alto.
Siguió arremetiendo contra ti. Ambos soltaban ruidos de placer constantemente por la fricción de sus cuerpos. Kazutora se despeinó totalmente y quedó sin la coleta, su cabello cayó sin rumbo alguno contra su rostro, aquello le enojo y gruñó de manera baja.
No escuchaste lo que susurraba, tu mente se nubló totalmente al comenzar a sentir que tu orgasmo se aproximaba terriblemente. Tus oídos se nublaron y simplemente te dejaste llevar, cerrando los ojos con fuerza y callando tus gemidos contra las sabanas.
Kazutora gimió extensamente al sentir como te liberabas contra el. Acaricio tu espalda y te golpeo más rápido, aumentando las caricias de sus dedos contra tu punto dulce. Un suspiro entrecortado salió de su boca, respiró pesadamente por su nariz y también llegó al clímax luego de unas cuantas embestidas más.
—Carajo... Puto cabello de mierda.— se quejó cuando su propio cabello se pegó a su rostro al estar sudado. Al soltarte te dejaste caer contra la cama de golpe, tus músculos aún tensos por la acción de antes.
Kazutora se levantó de la cama y por tu cansancio no le viste que hizo. Ni levantaste tu rostro hasta que luego de unos segundos regreso y se tendió a tu lado mirando hasta el techo. Tu corazón aún latiendo desesperado a cada segundo.
Te quedaste sin habla totalmente, Kazutora esperaba que le dijeras algo al menos. Cuando se giró hacia ti, apoyando su costado contra el colchón, se te quedó mirando a ti y a tu cuerpo.
Su mano tanteó el espacio contra el colchón y despacio fue extendiendo su mano por tu piel, bajando desde la zona de tus costillas hasta tu muslo para luego ir a un costado de tu trasero, todo lentamente para que quizás no te dieras cuenta.
—¿Y ahora qué haces, Kazu?— emitiste en voz baja, sin ganas de hablar mucho.
—Nada, nada.— sacó su mano de ahí y en cambio te abrazo por la espalda. Su mano dio caricias sobre tu hombro simplemente queriendo tener su piel contra la tuya.
Al girar tu rostro y apoyar tu mejilla sobre tu brazo le miraste como había estado mirando fijamente tu cabeza para que te voltees hacia el. Al ver que funcionó acercó lo suficiente su rostro al tuyo, sus narices chocaron.
Kazutora se mantuvo sereno y sin soltar ninguna broma al respecto. Te observo de cerca con total paciencia. Sus grandes ojos parpadearon un par de veces antes de alzar su rostro y dejar un leve beso en la punta de tu nariz para luego volver a la posición inicial, chocando su nariz contra la tuya.
Jajaja explíquenme por que Kazu está sin camiseta y los otros no MSKDKSJSJS incluso van con sudadera:)
SEEEEEEENJU
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top