Izana Kurokawa +18
Limonada
Contenido spicy
Los repetidos sonidos dentro de la oficina llenó tus oídos. Te extrañaste bastante, no debiese estar nadie a esta hora ya que se suponía Izana, el líder, no estaba.
Al oír algo parecido a gemidos te asustaste. ¿Estaban torturando a alguien o que?
La puerta estaba semi abierta así que simplemente te acercaste un poco en el espacio que dejaba a la vista. Rebuscaste la causa de esos repetidos sonidos apenas audibles.
Tus ojos se abrieron ligeramente más que antes al observar, te diste cuenta del origen del sonido en un instante.
Izana, estaba sobre su sofá, sus pantalones y ropa interior en sus tobillos. Con su mano derecha bombeaba su entrepierna con rapidez, de arriba a abajo, moviendo su mano, acariciando a la vez.
Un rubor te invadió y sin querer emitiste un chillido por la sorpresa. Rápidamente saliste de ahí, huiste mientras en el camino te disculpabas internamente de ver aquello.
Te sentiste bastante culpable de ser tan curiosa. Si el líder de Tenjiku te notó, planeabas disculparte de ser necesario.
Mierda pero...
Un escalofrío agradable te azoto brevemente. A pesar de sentirte culpable se te fue imposible no pensar en el chico semidesnudo, fue simplemente inevitable que la imagen se repita en tu cabeza de manera automática.
Pero de verdad se veía tan bien.
Deseaste que no te haya notado. Simplemente sería una coincidencia que justamente cuando pasases el pasillo, sin poder evitarlo escuchaste un leve pero seguido escándalo de sonidos indescifrables. Le asegurarías que no fue a propósito.
Con todo ese remolino de sensaciones, decidiste buscar a los demás, así tal vez quitarías tus nervios.
—¿Por qué estás tan tensa?— Ran te observó curiosamente sentado frente a ti. El sofá en el que estaba era bastante extenso, a su lado estaba Rindo, también una expresión curiosa en su rostro.
—Por nada, así es mi cara.— respondiste ante su acusación sutil. Ran sonrió.
—No habló de tu rostro, _______, te noto tensa.— Su hermano se puso de pie para colocarse a tu lado. Miraste a Rindo de reojo.— Esta tensa, ¿cierto Rindo?
—Si, tienes esa vibra inquieta... ¿Te sucede algo?— Rindo chocó su brazo contra el tuyo. Sonreíste levemente, ambos sospechaban de manera correcta.
—Nada importante, dejen de preguntar.— antes de darles la razón evitaste el tema. Sacaste tu móvil y respondiste un par de mensajes que te habían enviado. Rindo se apegó a ti para observar.— Eres un completo chismoso.
—¿Quien es el?— su dedo apuntó a un chat en específico.
—Un chico.— Rindo carcajeó. Ran al instante llego a tu otro costado, también observando a quien te referías.
—¿Es tu novio?— El de trenzas sonrió ampliamente. Abriste el chat para responder a su mensaje.
—No, solo pasamos el rato.— a veces. Ambos hermanos te miraron a la vez, querían que les cuentes más detalles. Al ver su foto de perfil más de cerca, al parecer se les resultaba conocido.
—________.— tu y los hermanos Haitani levantaron sus cabezas, ahora observando a Izana. Oh, ya tenia sus pantalones puestos correctamente.
—¿Si?— dejaste el móvil sobre la mesa frente a ti, apagándolo.
Izana te observo brevemente, sus manos escondidas en sus bolsillos. Ran y Rindo le observaron de igual manera, atentos a lo que diría. La mirada lasciva de Izana te recorrió por completo, en ese instante te diste cuenta de que posiblemente sabía de ti viéndolo en su oficina.
Te pusiste nerviosa.
—Ven, necesito practicar de algo.—Izana se giró y comenzó a caminar fuera de la habitación.
Te quedaste por unos segundos viéndolo irse. No fuiste capaz de moverte.
—Mejor anda, después se va a enojar.—Rindo te hizo entrar en razón y te levantaste, siguiéndole.
Izana dobló el pasillo y apuraste tus pisadas. Te imaginabas lo peor, Izana nunca te hizo nada malo pero eso no podría significar algo, a fin de cuentas por algo era líder de una pandilla tan importante.
Cuando entró a la oficina, esa oficina, te entraron unos nervios incontrolables.
Se sentó en su silla, la que estaba frente a una mesa tipo escritorio. La verdad no era una oficina como tal, Izana la había dejado para él simplemente con el objetivo de venir y alejarse de los demás. No tenía nada en su lugar en aquel momento. Hojas regadas por el escritorio, lápices, carpetas con fotos, etc.
Aún así, en la mesa estaba una computadora, ahí yacía bastante rato casi todos los días.
En los costados de la habitación estaban sofás de gran tamaño, ahí fue donde le viste en aquel acto.
—¿Que sucede, presidente?— esbozaste tras quedar frente a él, su escritorio interfiriendo en ambos.
No podías ignorarlo, después de todo eras una de sus subordinadas. La única chica en Tenjiku.
Habías llegado ahí casi de sorpresa. Tu buen manejo de información le era útil a Izana y a los ejecutivos de la pandilla. Eres muy importante para fortalecer Tenjiku.
—Creo haberte visto, hace un momento atrás.— pánico. Izana dio toques a la madera del escritorio. Te observo con fijeza, sin demostrar aún sus verdaderas intenciones.
—¿Si?, si se refiere a que pase por el pasillo de afuera me disculpo enormemente.— era más fácil así. Fue un descuido y decidiste admitirlo.— La verdad no fue mi intención. Espero no esté enfadado o...
—No me enoja.—te interrumpió al instante. Tu respiración se congeló.— La verdad me provoca curiosidad, ¿te quedaste viendo por unos... dos segundos, no?
—Y-o...— balbuceaste completamente nerviosa. Era probable que tenga alguna cámara enfocando a la puerta, era muy probable.— fue sin querer, escuche ruidos y observé, fui estupida. No quise molestar así que me fui al instante.
Izana estiró las comisuras de su boca, sonrió sin poder evitarlo. Comenzó a teclear en su computadora, siendo inesperado para ti.
—Está bien, _______.— dejó de observarte y se concentró en la pantalla frente a él. Soltaste todo el aire que inconscientemente habías retenido en tus pulmones, lo había dejado pasar.— Siéntate en aquel sofá, por favor.
Tu ceño se frunció poco a poco. Una mueca de confusión total apareció en tu rostro.
Izana movió sus ojos hacia arriba y observo a los tuyos, estaba hablando en serio.
—En el sofá de antes.— echó un vistazo al lugar en el que él se había masturbado antes. Luego siguió viendo la computadora, una sonrisa algo macabra en su cara.
Sin decir nada te aproximaste al sofá. Te sentaste sobre el suave terciopelo, en el mismo lugar en el que Izana había estado. Observaste atenta a lo próximo que diría el moreno.
—Si repites lo que antes hacía, haré como si nunca me hubieses espiado.— masculló sin mirarte aún. Tus piernas se juntaron inconscientemente, tal petición salió de manera extremadamente sensual de su boca.
—¿Como dices?— preguntaste casi sin poder creerlo. Izana aumentó su sonrisa, sus dientes blancos se asomaron levemente. Viéndolo casi de perfil te pareció aún más atractivo que antes, su nariz respingada y sus aretes daban una vibra especial.
—Tócate, _______.— tragaste saliva.— dejare pasar tal momento vergonzoso si también te observo hacerlo. Es una por otra.— una vergüenza por otra, así estarían a mano.
La verdad no eras muy directa en las cosas que hacías. Si te daba algo de pena, a pesar de que la idea no te desagrade. Izana notó tu debate interno y te ayudo un poco a decidir.
—¿Te apena?, o tal vez...— soltó una breve carcajada que calló al instante.— ¿Necesitas inspiración?, me puedo sacar la ropa si gustas.— negaste con la cabeza de inmediato, eso lo haría más difícil aún. Izana se acomodó en el asiento con su codo apoyándose en el mesón frente a él y su mano libre tecleaba aún la computadora.
Tal vez si le seguías tal provocación podrían llegar a más. Sin tanta seriedad obviamente, tu curiosidad fue directamente a dejarse llevar por la propuesta. Debías aprovechar la oportunidad, sabías que si te negabas el no insistiría o te expulsaría de la pandilla cosa que te daba igual.
Aún así quisiste intentar para ver qué pasaría después.
Todavía con el rubor instalado en tus mejillas dejaste caer tu espalda contra el respaldo del sofá. Izana dejó que lo hagas con paciencia y no te observo aún.
Miraba su computadora con total diversión, con ansias, anhelaba verte cuanto antes. El tiempo que trabajaste junto a él le hizo demostrar que pocas cosas no te atrevías a hacer. Esta era una de ellas.
Alzaste tus caderas para bajar tus calzas ya que a causa del calor de ese día optaste por una falda en conjunto con estás mallas. Dudaste un poco pero al final te atreviste, una locura impulsiva más en tu vida era poco.
Por tu mente pasó lo que viste antes, Izana semidesnudo se instaló en tu mente. Tu rubor se intensificó pero un calor intenso también en tú interior apareció poco a poco.
Sin quitar tu ropa interior llevaste tu mano derecha hasta entre tus piernas, simplemente tonteando con las yemas de tus dedos un poco. Cerraste tus ojos, relajándote bajo tu propio toque.
De reojo Izana miraba tus leves movimientos de mano, no presto total atención hasta que dejaste salir un gemido poco audible.
Dejó de mirar y escribir en la computadora para girar su rostro hasta ti. Su mentón lo apoyó contra su mano, su índice sosteniendo su mejilla derecha. Estabas muy lejos para verte claramente, maldijo a sí mismo ya que te había dicho sentarte en aquel lugar, muy distanciada de él.
Te mantuviste acariciandote con suavidad, simplemente teniendo una expresión relajada en tu cara, por suerte sabías controlarte perfectamente. Izana se levantó al verte tan tranquila y camino hasta quedar frente a su escritorio, se apoyó en él y te observo con mayor detención.
Podías sentir su intensa mirada pero no abriste los ojos. Si quería tanto verte, le ibas a dejar hacerlo.
A Izana no le agrado tanto el no escucharte. Eras menos ruidosa que él, eso sin duda alguna. Siguió ahí, mirándote con sus brazos contra su pecho, tratando de observar más de tu piel y no solo tus piernas.
Soltaste un suspiro ruidoso, Izana se inquietó un poco. Aunque estés pensando en Izana y lo que viste tras la puerta no te pareció suficiente, faltaba algo para llegar al máximo punto.
Al abrir tus ojos un poco miraste en dirección al de cabello blanco, tu labio inferior se separó del superior levemente y tras ese breve vistazo dejaste caer tu cabeza hacia atrás, siguiendo tus caricias.
Tras acomodar un poco sus pantalones por la presión en medio de estos, Izana se acercó a ti, cada zancada que daba sus ojos observaban más y más. Dio un gruñido insatisfecho al ver que traías aún bragas.
—No es justo.— entreabriste los ojos y observaste su figura. Su camiseta color negro y sus pantalones rojos hicieron una maravillosa combinación frente a ti.—¿Se te olvidó que no estaba con nada debajo?, debes estar en las mismas condiciones que yo, _______.
Sus ojos observaron los tuyos, queriendo indagar más allá. Era una mirada tan intensa la que tenía, que pensabas hasta vio tus mayores pensamientos inoportunos.
Tras finalizar un leve recorrido desde su cuello hasta sus pies, tus pulgares buscaron la orilla de tu ropa interior y despegando tu trasero del sofá te las quitaste, dejándolas caer al piso.
Izana sonrió con total satisfacción. Se agachó, manteniendo su mirada fija en la tuya, y agarró la ropa interior para meterla en uno de los bolsillos de su pantalón. Una extraña y nueva sensación recorrió la extensión de tu cuerpo, de pies a cabeza.
—Puedes seguir.— susurró apoyándose en uno de sus pies. Sus manos a cada lado de sus caderas, moviendo la chaqueta hacia atrás lo suficiente. Con sólo esa imagen de él, tan arrogante, volviste a acariciar entre tus piernas.
Cualquiera diría que es totalmente extraño que te excite el que te observen así, haciendo tal acción privada. Pero no, en el momento todas las dudas se esfuman, ahora seguiste con total tranquilidad, tu vergüenza desapareció de inmediato.
Al verle como te observo quito todas tus dudas. Te sentiste muy poderosa, Izana te apreciaba con tal deseo que subió tu autoestima por las nubes.
Dejaste salir un leve jadeo al pensarlo, tus dedos aumentaron un poco su ritmo y tus piernas se abrieron un poco más. La planta de tus pies trataban de afirmarse al suelo pero tal movimientos en tu intimidad hacían que estos se muevan un poco, que tiemblen.
Izana en cambio, aprovechó cada segundo en mirarte, espiarte. Nunca había visto algo tan excitante en su vida. Y eso que él no era el que te acariciaba.
Sentiste un remolino en tu centro, el grado de placer aumentó a la par de los sonidos provenientes de tu boca. Hiciste ademán de cerrar tus piernas pero unas manos te sujetaron en el lugar, presionándolas hacia abajo, separándolas ligeramente.
Gemiste sin poder evitarlo, el agarre se sintió posesivo, sus dedos presionando tus rodillas con una fuerza inesperada. Abriste con pesar tus ojos al mismo tiempo en que Izana se arrodilló frente a ti, observando ahora tus ojos.
—No las juntes.— la mano que tenías en tu intimidad tembló. Era tan intenso todo que el calor en ti se intensificó. Izana bajo su mirada hasta tu mano y luego volvió a mirar tu ojos, dando pase a que sigas con lo que estabas haciendo.— ¿necesitas ayuda?
La seguridad en su voz te hizo casi gemir. Aún estaba arrodillado ante ti y un sentimiento de euforia te azoto, se veía bien en el lugar en donde estaba.
Sujeto la parte trasera de tus rodillas y te empujo más a la orilla del sofá, te moviste tal como él quiso. Tus ojos se abrieron de par en par al ver como llevo su mano a la tuya y la quito de tu intimidad para acercar su boca. Al parecer estabas tardando mucho y él quería ayudar a aproximarte a tu orgasmo.
Tu cuerpo tembló cuando el chico frente a ti pasó su lengua en una lamida extensa contra tu intimidad. Saboreo hasta llegar a aquel punto sensible, donde rozó también con su boca, chupando ruidosamente.
Te moviste contra el sofá sin poder controlarlo, Izana hizo que no cerraras las piernas, sosteniéndote en tu lugar. Comenzó a dar lamidas feroces, su lengua se movía en toda las direcciones posibles contra tu centro. Se te fue imposible callarte, gemiste involuntariamente varias veces.
El de tez morena se deleitó completamente, sonrió contra tu sexo y succiono tu clítoris con firmeza, solo le soltó cuando escucho un grito venir de ti. Tus manos intentaron sacarlo de ahí, estabas perdiendo la cordura que te quedaba y se iría por completo si lograbas llegar al límite.
Su cabeza se sacudió de izquierda a derecha mientras empujaba más hondo contra tu intimidad, llegando incluso a penetrar un poco con su húmeda lengua. Izana tomó cada una de tus manos y las dejó presionando tus piernas, prácticamente estabas sin poder tocarle y dándole acceso a cualquier lugar.
Un violento movimiento repentino de tu cuerpo avisó de tu clímax próximo. Luego de unas cuantas lamidas más cerraste tus ojos con fuerza y te liberaste contra la boca del presidente de Tenjiku.
Izana rió despacio, no de burla, no podía creer lo duro que estaba bajo sus pantalones por lo que acababa de hacer. Ni siquiera le tocaste y estaba así, eso le hizo gracia. Después de tu liberación Izana siguió paseando su lengua, limpiando cada rastro de esta.
—Ya estamos a mano.— limpio su boca con el dorso de su mano, manteniendo el contacto visual contigo. Al verte aún algo agitada aprovecho el momento y subió tus bragas hasta tus muslos, luego se puso de pie y se esmeró en regresar a su escritorio.
Acomodaste tu ropa como pudiste, subiendo tu ropa interior y las calzas cortas. No quisiste decirle nada, no era como si fuesen amantes o algo así por lo que no se te ocurrió nada para decir. Simplemente fuiste directamente a la puerta.
—¿A donde vas?— Pregunto Izana, girando levemente en su silla. Te quedaste plasmada tocando la manilla de la puerta, no te esperabas que te hablara.— ¿a donde vas, _______?
—Debo irme a casa.— era tarde, pero Izana sabía que a esta hora aún estabas rondando por el lugar.
Tal vez para ti el ambiente se haya tornado algo incómodo, pero para Izana fue todo lo contrario. El ansiaba tu presencia dentro de la habitación.
—¿No te puedes quedar un rato más?— el tono pícaro de su voz no se te paso por desapercibido, para nada. Mordiste tu lengua sin saber qué decir. Izana espero pacientemente, observaba tus espaldas con atención.
Decidiste soltar la manilla de la puerta. En cambio, pusiste seguro.
Lo siguiente que sentiste fue como Izana se paro de su asiento y se aproximó hasta ti nuevamente.
AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA
FIN
No se porque pero hacer este tipo de capítulos con Izana... Se siente INTENSO.
Será porque es mayor(?, no se la verdad, simplemente no es como un lemon con otro personaje. (O será que este tipo tiene las vibras de ser re hot? No c)
Zona de humor
Este pocxs lo entenderán
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top