ESCENARIO +18


"Les atrapan a los personajes (casi) haciendo el ñiqui ñiqui"

O algo así

Procedo a colocarme orejas de gato.
MENTIRA.
Intenté hacerlo no tan explicito.
Tiene más de 9k de palabras, me duele la mano.

Cuidado que tiene ciertos errores ortográficos, no está corregido.




Manjiro Sano

—Hey, Mikey.— mantuviste tu mentón y antebrazos sobre el manubrio de su motocicleta. Tu novio al oír tu voz se inclinó hacia ti y te abrazó con ambos de sus brazos. Recargó su pecho en tu espalda.

—¿Mhm?— sentiste su nariz en tu cuello y parte del cabello, te removiste un poco.

—¿Que te parece si...?— te giraste estando aún sentada sobre la moto. Ahora frente a frente con Mikey le sonreíste de oreja a oreja. Él te vio confundido.

—¿Si...? ¿Qué pasa?— su ceño se frunció un poco y sus manos se estiraron hasta quedar puestas a cada lado de tu cintura.

—Este...— no sabías como decirlo, pero la curiosidad te mataba desde hace bastante con tan solo pensarlo. Acaba de terminar su reunión con la ToMan y ahora quedaron solos en aquel bosque cerca del Santuario Musashi.

Creo que ya sabes lo que querías.

Tras no querer decirlo simplemente decidiste actuar. Te acercaste lo suficiente para abrazar del cuello a Manjiro y te sentaste casi a horcajadas sobre el. Tu novio aún no entendía nada, pero aún así sus manos fueron instintivamente hasta tu trasero, por sobre tu falda.

Estaban sobre su moto, lo sabías perfectamente. Pero mierda, querías hacer algo nuevo.

Por eso, luego de estar lo más cómoda posible, con tus piernas colgando a cada lado de él mientras Mikey seguía sentado y aferrándose a tu trasero, decidiste besar a tu querido novio.

En general, cuando tienes ganas de este tipo de momentos, Mikey no habla mucho a menos que esté realmente de buen humor. Cuando sintió que tus besos extensos y húmedos no paraban fue cuando sus manos sostuvieron tus muslos y los agarró con fuerza.

La presión de sus dedos te hizo cortar el beso en un audible gemido.

—¿Quieres hacerlo aquí?— al notar su respiración acelerada sonreíste con mayor ganas. Asentiste a su pregunta, colocando la expresión más inocente posible.— ¿En serio? ¿No te da vergüenza?

—¿A ti si?

—No.— soltó rápido antes de sonreír y volver a atacar tu boca.

Manjiro nunca jamás se negaría a algo como esto. Si por él fuera, te follaría cuando sea y donde sea.

Sujetó tus muslos guiándote hacia arriba, sus manos delgadas tocaron el material de tus bragas y fueron directamente hasta el centro de ellas. Mientras tanto, sujetaste su cuello y moviste tus caderas sobre su entrepierna, aquella fricción hizo gruñir a Manjiro.

Sus manos volvieron a tu trasero, cada una en una mejilla de este, y te empujó nuevamente hacia el. Dejaste su boca para dejar caer tu rostro a su cuello descubierto, callaste tus gemidos aplastando su piel con tus labios.

El rubio siguió moviéndote a su antojo, sus caderas acercándose a las tuyas y encontrándose a medio camino para un exquisito contacto entre ambos sexos.

Pensó en quitar tu falda pero lo descartó de inmediato, no sería impedimento para él follarte como quiere.

Luego de unos cuantos roces más, Manjiro llevó sus manos a sus pantalones para liberar aquella erección que ya estaba siendo demasiado molesta para el. Estaban tan juntos que tú falda cubría su entrepierna perfectamente.

—Hey, Mikey. Emma me dijo que contestes el móvil.— chillaste al oír la voz de Draken tan cerca. El amigo de tu novio apareció por entre los árboles y se les quedó viendo como si nada ocurriese.

—Kenchin, estoy ocupado ahora.— Mikey gruñó en su dirección. Mientras te mantenía cerca de él con una de sus mano en tu espalda, la otra fue a su miembro para volver a introducirlo bajo sus pantalones.— Jodido idiota.

—Contéstale a tu hermana, Mikey.— negó con la cabeza luego de poner por unos segundos sus ojos en blanco de la pura irritación. Se giró y caminó por donde vino.— Y hagan sus cochinadas en casa. Que incomodo.

—Aparece cuando menos debe... le rayaré su moto mañana.— Mikey siguió quejándose en base al enojo de haber interrumpido su momento.

Todo había sucedido tan rápido que apenas y pudiste conectar lo que había pasado con tu cabeza. Cuando dejaste de abrazar el cuello de Mikey para así alejarte, él rápidamente lo impidió y llevo tus brazos a su cuello nuevamente. Refunfuño cerca de tu rostro y volvió a dejar un casto beso en tu boca.

—Oh no, que se joda Kenchin y lo que diga.— mandó, volviendo a acercar tu cuerpo al suyo.— Sigamos.




Rindo Haitani

Se me fue inevitable no colocar esta imagen.



—Pero... ¿Tu hermano está en casa?— te sostuviste de sus hombros cuando se agachó para bajar tus bragas.

—No, relájate.

Bajó tu ropa interior exitosamente, ya te encontrabas sin nada en la parte superior así que al fin quedaste desnuda ante tu novio. Dios, él soñaba siempre con la imagen que tenía en frente. Se le eras irresistible.

—Muévete más al respaldo y déjame verte, ¿puedes?— pidió finalizando con una ligera mordida en su labio inferior.

Te volteaste a él y gateaste hasta la orilla de la cama. Rindo siguió tus movimientos y descansó sus manos en tus caderas mientras te movías a una posición más cómoda. Indicó que tus manos se sujeten del respaldo y tus rodillas se separen entre sí un poco.

En medio de una risa traviesa, obedeciste.

Dejó unos besos cortos en tu espalda, en línea recta subiendo hasta tu nuca. El agarre que tenía en tus caderas nunca disminuyó.

—Que bonita chica tengo aquí, ¿no?— susurró contra tu oído derecho, su nariz rozando tu cabello. Sus manos dejaron tus caderas, ubicó una en tu abdomen bajo y la otra se coló más allá, buscando tu clítoris.— Apenas te he tocado y ya estás así... ________, no lo pensaba de ti.

Dejaste caer una floja risa fuera de tus labios. Rindo acarició tu punto de nervios con las yemas de sus dedos, movimientos circulares que te hicieron gemir.

—Hazlo de nuevo.— pidió, ahora acelerando sus movimientos y estirando su dedo anular para tocar tu cavidad, embistiendo poco a poco. Volviste a gemir esta vez más alto.— Si... mmh, cariño, si lo haces un poco más alto no hay problema.

Volviste a emitir un leve gemido producto de una dura embestida que azotó tu interior. Te estaba preparando antes de arremeter en ti, antes de llenarte con su potente miembro.

La acción volvió a repetirla durante bastante, simplemente acariciándote y embistiendo en tu interior. Sudor corría por ti frente por el placer que estabas sintiendo, todo se te fue tan caluroso. Tus manos cada vez se apretaban más contra el respaldo de la cama, tu frente apoyándose en la madera mientras gemías.

Rindo no tiene bastante paciencia para muchas cosas. La verdad, de los hermanos Haitani, él era el más impaciente. Por lo qué a los minutos no pudo más y bajó su ropa interior hasta más allá de sus muslos. Su espalda se enderezó para masturbar su miembro un par de veces y ya luego se inclinó cerca de tu espalda.

—¿Puedes tomarme, bebé?— susurró coqueto cerca de tu oído. La punta de su miembro ya cepillando tus pliegues, separándolos en busca de tu clítoris sensible.— ¿Estás lista?

Empujaste tu trasero hacia atrás, antes de que embista en tu interior producto de ese leve movimiento, Rindo sujetó tu trasero en su lugar. Chasqueó su lengua, aún cerca de tu oído. No le viste, pero estaba negando con la cabeza con una sonrisa bastante traviesa.

—¿Entonces si?— canturreó acariciando tu trasero, su mano libre seguía sosteniendo su miembro y moviéndolo cautelosamente por tu intimidad.— Solo necesito un "si", anda, dímelo. Me gusta escuchar tu bonita voz.

Lo dijiste, si que lo dijiste.

—¡Hey Rindo!, adivina qué cosa abrió sus puertas hoy por la tarde.— Ran abrió la puerta, tan imprudente como siempre. Oíste a Rindo gruñir cerca de tu oído, en cambio, tu rostro se enrojeció.— ¡El parque de diversiones está funcionando!

No era primera vez que sucedía pero... joder, que desastre.

—Hermano, deja follar con mi novia en paz.— Rindo agarró una de las mantas que estaba a un costado y se separó para taparte con ella. Te recostaste en un segundo. Viste como se giró y se le quedó viendo enojado, sus brazos cruzados contra su pecho.— TOCA LA PUTA PUERTA, RAN.

—¿Ah?, eres un exagerado.— El de trenzas puso sus ojos en blanco durante un segundo. Al verte, sonrojada y con solo tus ojos a la vista, levanto su mano y la agitó en el aire.— ¡Hola, _______!

—¡VETE, RAN!— Rindo alcanzó una almohada y la revoloteó en su dirección.

El mayor simplemente comenzó a reír y se escondió detrás de la puerta para que no le llegue el almohadazo.

—Solo venía a contar la noticia. Que malagradecido...— Rindo soltó otro grito de pura irritación.— Ya, bien, me voy... pásenla bien.

Esta vez Rindo se agachó para agarrar una zapatilla y se la tiró con fuerza. Lastima que Ran ya había cerrado la puerta y huido.



Takemichi Hanagaki

—¿Por qué...— Takemichi besó tu boca.— tan...— tu novio nuevamente chocó sus bocas entre sí.— contento...?

Takemichi se separó de ti con un leve sonrojo en sus mejillas, sus ojos contentos parpadean antes de sonreír. Se sentó sobre tus piernas por sobre las rodillas y sus manos se quedaron quietas en tu abdomen.

Desde hace bastante rato que no se despegaba de ti, y a pesar de que suene molesto, en verdad te gustaba su atención.

—Pasa que simplemente hoy fue un buen día.— se sinceró aún manteniendo aquella sonrisita.

Llevaste tus manos a sus muñecas y le acercaste nuevamente. Takemichi se dejó caer y le abrazaste del cuello, dejaste que su mejilla descanse cerca de tu mandíbula mientras le abrazabas bastante fuerte.

Te alegraba que estuviese feliz.

Mientras te abrazaba de vuelta, alcanzaste una manta para cubrirlos a ambos. Acariciaste el cabello de Takemichi, él se mantuvo acurrucado sobre ti, acariciando tu cintura por debajo de tu camiseta. Sus labios tibios presionando tu clavícula y su nariz enviando aire caliente directo a tu cuello.

Cuando movió su cara para dar con tu boca, le besaste. Volviendo a su cabello, lo atrajiste hacia ti para profundizar el beso, tiraste de sus mechones más cerca provocando un intenso y audible gemido en él.

Comenzaste a reír contra su boca cuando levantó tu camiseta para sacarla de su lugar. La prenda fue dejada a un lado de ustedes y siguió besando tu boca. Un intenso beso que terminaba con varios cortos besitos en tus comisuras.

Los labios de Takemichi recorrieron de tu mejilla hasta tu cuello, donde siguió repartiendo besos cortos por doquier. Tus manos fueron dejadas en sus caderas, hiciste espacio para adentrarlas bajo su camiseta y tocaste su suave abdomen mientras él besaba tu cuello. Rasguñaste su piel cuando su boca hizo contacto con el borde del brasier.

—Quítate la camiseta, Take.— susurraste, sintiendo como el calor comenzaba a iniciar desde lo más hondo de ti. El rubio asintió en un leve sonido y se sentó nuevamente apoyando sus rodillas a cada lado de tus caderas, sus manos fueron al dobladillo de su camiseta y tiró hacia arriba.

En medio de eso y del como quedaba su cara atrapada entre la tela, abrieron la puerta de la habitación sin siquiera tocar.

—Hey, Takemic...

Apenas oíste voces y la puerta queriendo abrirse, tomaste una manta y tapaste tu pecho. Takemichi al oír a sus amigos se desequilibró y aún con la camiseta a medio sacar se movió bruscamente cayendo al suelo.

El golpe resonó en la habitación por lo que cerraste tus ojos.

—¡AAAAAAAAAH!— Akkun rápidamente cerró la puerta y empujó a los demás lejos.

—¿Que pasó?— Takuya murmuró en ese instante. Oíste a Akkun balbucear tras la puerta y como impedía que los demás entren a ver qué ocurría.

Takemichi se quejó estando en el suelo, pero se levantó apenas se dio cuenta de la situación. Al ponerse de pie observó tu vergüenza por lo que hizo lo primero que se le ocurrió; agarrar todas las mantas de su cama y taparte con ellas.

Ya luego al estar tranquilo de que nadie pudiese verte se colocó su camiseta y salió de la habitación entre gritos avergonzados.

—NO LES CUESTA NADA AVISAR QUE ENTRARÁN, IDIOTAS.— Comenzó a regañar a sus amigos luego de cerrar la puerta de la habitación. Oíste la risa de Makoto y Yamagishi.

—Iré a disculparme con ________.— al oír a Akkun rápidamente colocaste tu camiseta en su lugar.

—¡No! Yo le diré luego que te disculpas, váyanse de aquí.— aquel tono tan firme de Takemichi te hizo sonreír un poco. A pesar de por dentro estar avergonzado, sin duda el sentimiento de que los demás sepan que él tiene novia era mayor.

Se sentía un poco... ¿orgulloso? tal vez. Al menos no le atraparon haciendo una estupidez sino que contigo, alguien que para él era sin duda una chica demasiado perfecta.




Shinichiro Sano

—Apaga la luz principal.— le hiciste caso a Shinichiro y la bodega quedó solo con una pequeña lámpara encendida. Luego de una sonrisa bastante coqueta, tu novio hizo que des un salto para así enrollar tus piernas en sus caderas.— Así está mejor...

—¿Y si entra alguien?— se te escapó un gemido leve tras él comenzar a besar tu cuello con ferocidad. De inmediato sus manos se instalaron en tu trasero, manoseándolo con bastantes ganas.

—Ya cerré el local, nadie entrará.— afirmó sin separar su rostro de tu cuello. Procedió a lamer aquella zona, su lengua acarició tu piel en círculos antes de raspar con sus dientes y succionar.

Lo acercaste más a tu pelvis y su erección chocó con tu entrepierna provocando un ávido jadeo en ambos. Tu espalda chocó con la pared y sólo hasta ese entonces llevaste tus manos a su rostro para que se acerque a ti. Sus bocas se encontraron en un segundo y comenzaron a besarse ansiosamente.

La verdad no bastó mucho para que Shinichiro se anime más de la cuenta... se deshizo de tu camiseta y de la propia en apenas unos segundos.

Ambos callaban sus gemidos con sus bocas, se besaban como si no hubiera mañana. Desabrochaste sus pantalones a la vez que él los tuyos y sin hacer ningún movimiento más, se miraron cómplices de lo que ocurriría ahora.

Todo hasta que se escuchó un golpe cerca de la entrada del garage. Frunciste el ceño y Shinichiro por su parte le quiso restar importancia, simplemente besó tu boca nuevamente.

—Espera... escuché algo.— tus manos fueron a sus mejillas y lo alejaste de tu rostro unos centímetros. El pelinegro observó tus ojos con cierta duda plasmada en ellos.

Se abrió la puerta y rápidamente viste en aquella dirección a la vez de Shinichiro. Eran chicos vestidos de negro, dos.

De la sorpresa tu novio te soltó y caíste de lleno al suelo. Tal como la puerta fue abierta, también fue cerrada a los segundos.

—¿Iban a...?— le golpeaste la pierna y Shinichiro se quejó acariciando aquella zona. Al notarte en el suelo, rápidamente se agachó a ayudar a que te levantes.— Lo lamento, amor.






Takeomi Akashi (Bonten)



Te empotró sobre la mesa frente a ti y tus palmas se instalaron en esta. Dejaste salir un adolorido gemido al sentir sus manos acomodándote, dedos sujetando tus caderas desnudas con firmeza.

—¿Y si alguien viene?— alcanzaste a preguntar antes de dejar caer tu mejilla a la mesa producto de sus leves toqueteos. Takeomi rió suavemente.

—Que no te importe, linda.— observó frente a él la puerta de entrada a la habitación. Luego de unos segundos sus manos bajaron tus bragas y subió un poco tu larga camiseta para presenciar mejor tu trasero.— De todas formas no verán nada.

Luego de dejar unas notables manoseadas en tu trasero, soltó un pequeño alarido de satisfacción al observar tu cuerpo temblando de anticipación. Tus piernas se separaron un poco y te removiste en tu sitio al ser acercada nuevamente al escritorio.

Takeomi llevó una de sus manos a los pantalones costosos que llevaba ese día, y dejó salir su erección, su miembro chocando con tu trasero al estar tan cerca.

Jugó contigo un poco, y bueno, también consigo mismo. El rozar su pene contra tu entrepierna tan resbaladiza se le era tentarse a si mismo.

Viste hacia en frente, a la puerta de entrada entreabierta.

—¿Que haces?— la voz firme de Takeomi te hizo dejar de ver la puerta y volteaste tu rostro hasta el. Le viste de reojo.— Estamos en algo ahora, ponme atención.

Lo siguiente qué pasó fue el sentir su manos atrapando tus muñecas y guiándolas detrás de tu espalda, sujetó ambas con una mano y la otra la llevó a su miembro.

Tu pecho se separó ligeramente del escritorio, pero eso no fue lo que más llamó tu atención.

La puerta iba a ser abierta por Rindo, miraste con los ojos casi cerrados como este convertía su rostro en una mueca de sorpresa mientras veía el escenario. Quedó sin hacer ni decir nada hasta que viste asomar a Ran a su lado. En ese instante, Takeomi se adentró en tu cálido interior de una sola estocada. Tus ojos se cerraron de inmediato y emitiste un insulto apenas audible.

A causa de eso, de un golpe Ran alejó a Rindo de la puerta y se obligó a sí mismo a alejarse también. En vez de molestar a Takeomi, o interrumpir su momento, quedaron tan pensativos e incluso sorprendidos por aquello, que solo pensaron en alejarse en ese mismo segundo.




Keisuke Baji

—Debo bajar a cocinar algo.— le volviste a repetir por quinta vez consecutiva. Tu novio seguía intentando besar tu boca a pesar de mover el rostro para evitarle.

Su madre iba a llegar en unas horas y querías hacer la cena. La relación con tu suegra era bastante buena, pero siempre querías hacer algún detalle el cual ella note. Decidiste preparar algo
delicioso para que tal vez te halague un poco, y por otro lado, le diga a su hijo lo afortunado que era al tenerte.

Te sentías bien oyendo sus bonitas palabras.

—Keisuke, te voy a golpear.

—¿Mi novia piensa golpearme?— Baji enarcó una de sus cejas. Al ver su sonrisa socarrona relajaste tu rostro. Negaste a su pregunta.— Ya te dije que tenemos tiempo, quiero intentar algo ahora.

—Pero Keisuke...

Callaste tus palabras al ser empujada hasta la pared, el pelinegro te arrinconó contra esta y dejó tus manos en tu pecho, entrelazándolas entre sí, sujetando ambas con una de las suyas. Le miraste con menos duda que antes, otra vez ya te estaba convenciendo.

—¿Que se supone qué haces?— le regañaste viéndole de frente, observando sus bonitos ojos. Baji rozó su nariz con la tuya antes de dejar un corto beso en tu boca.

—Nada malo.— sonrió ampliamente antes de volver a besar tu boca, esta vez pinchando tus labios con la punta de su lengua, para que así, le des acceso a tu boca. Le correspondiste de inmediato.

Su pelvis chocó con la tuya, sus lenguas se entrelazaron y comenzaron una pequeña pelea. Movió su mano que sujetaba las tuyas en dirección a la pared. Tus manos quedaron por sobre tu cabeza, casi mordiste su lengua por tal acción repentina.

La otra traviesa mano de Baji decidió ir subiendo tu ajustada falda, te quejaste contra sus labios cuando de camino dejó un fuerte apretón a uno de tus muslos.

El rió y mordisqueó tu labio cuando le reclamaste. En un rápido y audaz movimiento, su rodilla se coló por entre las tuyas y presionó tu entrepierna suavemente. Un tacto gentil, pero sin duda firme.

Su palma se instaló en tu espalda baja, rozando tu trasero, y comenzó a moverte sobre su pierna. El tacto era menos incómodo ya que él llevaba buzo, unos pantalones delgados y holgados. Volvió a atacar tu boca mientras te mecía, su codo presionando la pared y su mano sujetando las tuyas.

Su mano ahuecó parte de tu trasero, las yemas de sus dedos tocaron incluso un poco la parte interna de tu muslo y te acercó más a él. Te moviste inconscientemente, buscaste más tacto y te dejaste llevar.

Cuando escucharon pasos aproximándose a la habitación, paraste de respirar, a pesar de Baji seguir moviendo tu cuerpo.

—Keisuke, hijo...

Le diste un rodillazo a Baji y lo separaste de ti justo en el momento en que se abrió la puerta después de ser tocada. La madre de Keisuke al no recibir respuesta, la abrió. Lo primero que vio fue a su hijo revolcándose en el suelo, emitiendo gemidos de puro dolor.

—Hola, tía Baji...— te acercaste a ma puerta y me saludaste con una sonrisa radiante.— Su hijo me estaba molestando así que... bueno...

—Oh, no te preocupes, cielo.— la señora te sonrió de igual forma y besó tu mejilla.— Keisuke a veces suele ser bastante tonto... sin ofender, hijo.

Tu novio solo te vió mal desde el suelo, en serio su mirada demostraba enojo puro. Le sonreíste, disculpándote por reaccionar de esa forma.



Shuji Hanma

—Hanma no seas tan agresivo, mierda.— empujaste su rostro hacia atrás, sin querer su cabeza impactó contra la pared del baño.

En vez de enojarse, Hanma comenzó a reír.

—La agresiva aquí eres tú, preciosa.— se burló, bastante sonriente dejando sus colmillos visibles ante tus ojos. Enrollaste tus brazos por detrás de su cuello y lo acercaste a ti nuevamente, Hanma disminuyó su sonrisa un poco y se enfocó seriamente en tus labios.

—¿Quieres besarme?— preguntaste frunciendo tus cejas, viendo fijamente sus ojos. Hanma asintió con la cabeza, despacio.

—La verdad, quiero hacer varias cosas ahora mismo.

Ambos se miraron con bastante intensidad luego de aquello. Hanma no dejó de verte cuando tus manos desabrocharon sus pantalones y estos bajaron hasta el piso. Alzó una de sus cejas, la picardía tiñó su rostro.

No hizo más que sujetar tus muslos y hacer que tus piernas envuelvan sus caderas, tu espalda ahora contra la pared del cubículo. Hanma gruñó cuando te sujetaste de su cabello y le diste un tirón para nada suave.

Por consiguiente, decidió explorar tu cuello, dejar extensas lamidas y besos por toda su longitud, hasta llegar a tu mandíbula y mejilla. Tras besar tu boca, dejó que una de sus manos vaya a tu centro y realice una exquisita fricción por sobre tus bragas. Sus largos y veloces dedos se alinearon entre tus pliegues y movieron de arriba a abajo, bastante lento para tu gusto.

Meciste tus caderas contra su mano, tal era tu excitación que Hanma decidió mover tus bragas y encontrarte piel con piel. Introdujo dos de sus dedos en tu interior, moviéndolos lo suficiente para que estrelles tu cabeza contra la pared. Miraste el techo y cerraste los ojos con fuerza.

Siguió bombeando, dentro y fuera. Estando en tu cálido interior, movió ambos dedos en cierta dirección que te llevaba a jadear. Tu vestido estaba por sobre tus caderas, enrollado totalmente. Hanma siguió embistiendo y moviendo tu escote con su mano libre. Cuando consiguió ver más de tu piel, su lengua acarició con deleite.

Sujetó tu cintura, enrollándola con uno de su brazos mientras el otro atendía tu intimidad. Tú, en consecuencia, debías tapar tu boca para no emitir ruido alguno.

Cada vez humedecías más la mano de Shuji. Él debía detener las pequeñas gotas de tu excitación que escurrían por tus muslos, limpiándolos con el dorso de su mano. Cuando no pudo más con el dolor de no poder embestir tu entrepierna, agarró su erección y comenzó a presionar tu cavidad, sus caderas preparándose para mecerlas más cerca tuyo.

—El imbécil de Hanma... hijo de puta, ¿donde estás?

¿Acaso crees que le importaría que le necesiten en un momento como este?

No.

Hanma sujetó tus caderas con ambas manos y te embistió con solo un movimiento. Mordiste tu mano para callar un grito.

—Carajo...— aquel desconocido se acercó más al cubículo y al parecer notó lo que sucedía.

Digamos que vió los pantalones de Hanma en sus tobillos.

—Maldito necesitado de mierda.— oh, esa voz la conocías.

Hanma volvió a embestir, sujetó tu trasero y golpeó repetidas veces tu interior. A pesar que tu espalda chocaba con la pared y a veces podía resultar incómodo, en ese momento solo pensaste en seguir con esa bonita sensación que recorría tu centro.


Ken Ryuguji

—Hey... Dra-Draken.— sujetaste en un puño su chaqueta y lo acercaste más a ti mientras él seguía besando tu cuello.— Podríamos... mhm...

—¿Vamos a tu casa?— susurró en tu cuello, dejando de besarlo y observándote.

Ambos estaban fuera de donde él vivía, en la parte trasera del local. Ya era de noche, pero iban a tener una cita de no ser porque a Draken se le olvidó algo en su casa. Pasaron a recogerlo hasta que a tu novio se le ocurrió dar un lote de besos en pleno pasillo oscuro.

—No, podemos entrar a tu habitación.— aclaraste. La verdad sentías tanto calor ahora mismo, simplemente no querías esperar a ir a tu casa para saciar esa sensación.

—¿Estás segura?— sus palabras decían que él podía esperar, a pesar de ahora tener sus manos bajo tu trasero en un agarrón firme. Asentiste y buscaste sus mejillas para acercarlo a tu rostro y besarle. Draken correspondió el beso realmente gustoso.

Mientras lamía tu boca, su lengua se entrelazaba con la tuya y sus dientes mordían ligeramente tus labios, todo se te fue difícil de parar. Tu novio, con toda la fuerza de voluntad del mundo, se separó y agarró tu mano para guiarte con él. Ahora adentrándose ambos dentro del local donde vivía.

Casi reíste cuando una chica saludó a Draken y este simplemente se apuró en caminar. Le saludaste agitando tu mano antes de ambos perderse por el pasillo.

—Creo que te iba a pedir un favor, Draken.— soltaste un chillido cuando se detuvo y te lanzó sobre su hombro. Dejó una leve palmada en tu trasero antes de dejar su mano ahí.— Draken...

—Luego le digo qué quería.— rió levemente antes de abrir la puerta de su habitación.

Cuando cerró la puerta y te dejó caer en su cama, de inmediato comenzó a sacar su camiseta. Después de todo tenían una cita a la cual asistir. Debía ser rápido.

Draken dejó la camiseta a un lado de ti y apoyó sus manos a cada lado de tu cuerpo, subió una de sus rodillas al colchón y comenzó a acercarse. Por ti misma sacaste tu blusa y la tiraste a un lado al azar. Tu novio besó parte de tu abdomen mientras iba subiendo en dirección a tu rostro, besó delicadamente entre tus senos y luego tu cuello.

—La reservación en el restaurante es en...— Draken llegó a tu boca y comenzó a besarte, acariciando tus labios con su húmeda lengua.— treinta minutos.— aprovechó tu boca entreabierta e introdujo su lengua, tras sujetarlo del cuello lo acercaste aún más y correspondiste su beso.

Los movió a ambos al centro de la cama, sus manos recorrieron tu torso antes de bajar a tus pantalones y comenzar a desabrocharlos. Draken siguió besando tu boca, parando en breves pausas para suspirar contra tu cuello. Logro bajar tus pantalones lo suficiente, sonreíste sin abrir los ojos.

—Llegaremos a tiempo, no te preocupes.— dejó un beso a boca abierta en tu cuello y subió hasta tu oido.—Estamos a quince minutos del local.— rozó con sus labios el lóbulo de tu oído, dejó otro húmedo beso ahí.— en los otros quince minutos puedo hacer varias cosas.

Mierda...— te removiste lo suficiente para guiar tus manos a su cinturón, comenzaste a desabrocharlo mientras él seguía susurrando pequeñas frases pervertidas en tu oído.

Te apresuraste en bajar sus pantalones y ropa interior, Draken se estiró para buscar un preservativo en su mesita de noche, y tras encontrarlo volvió a besarte. Tus manos pararon por sus abdominales, sus músculos definidos en dirección hacia abajo. Tus uñas rasparon la piel de su pelvis.

Alcanzaste su erección y la agarraste con tu mano, de inmediato tu novio dejó salir un gruñido ronco que calló en tu boca. Draken dejó de besarte cuando le empujaste a un lado y te sentaste en su pelvis. Solo traías bragas a estas alturas, por lo que aquella delgada tela de encaje era el único impedimento de tocar piel con piel.

Te inclinaste, tus senos chocando con su pecho, y volviste a su boca. Tus caderas se mecieron sobre su miembro, aquellos roces dejaron que ambos paren sus lenguas para emitir un gemido, se cortó el beso por apenas unos segundos. Las manos de Draken agarraban tu trasero mientras te movías. Ambos sabían que debían ser rápidos, pero era difícil, querían disfrutar cada segundo tocando al otro.

En el instante en que los dedos de Draken se colaron por entre tus piernas y buscaron mover tus bragas, se oyeron golpes en la puerta.

—DRAKEN, LO SIENTO PERO ES URGENTE.

La puerta fue abierta antes de que uno de ustedes reaccionara. Los brazos de tu novio envolvieron tu cuerpo y te acercó, tu cuerpo semidesnudo quedó pegado sobre él y uno de sus brazos cubrió tu trasero.

No te avergonzó tanto, después de todo quien estaba ahí era una chica. Y bueno, tomando en cuenta el lugar, no serías la primera persona semidesnuda ahí.

—¡Se está quemando parte del local!

—¿Ah?— Draken se sentó. Al estar aún abrazándote, quedaste sentada sobre sus muslos con las piernas a cada lado de él. Viste como la chica asentía, estaba realmente asustada.

—¡Si!, me enviaron a buscarte.

Alcanzaste tu blusa y te la pusiste en un segundo. La chica salió de la habitación para que ustedes se vistan y puedan ir a ver qué sucedía.



Hakkai Shiba

—Amor... pss.— le llamaste asomando parte de tu rostro dentro del baño. Abriste un poco más la puerta para entrar otro poco. Hakkai se encontraba bañando por lo que no te oía bien.

Tocaste la puerta nuevamente, ahora más fuerte que antes.

Y nada.

—Hakkai...— volviste a llamarle. Tras nuevamente no escuchar respuesta ni notar que él te haya escuchado, te decidiste por hablar en mayor volumen.— ¡HAKKAI!

—Ah... ¡Ah!, ¿_______?— Hakkai de inmediato asomó su rostro, moviendo la cortina de baño. Al ver únicamente tu torso dentro del baño, frunció sus cejas.— ¿Sucede algo?

—No, nada.— le sonreíste, su mueca confundida se te hizo tierna.— Ya fui a comprar las cosas que pidió Yuzuha, solo quería avisarte que ya estoy aquí.

Hakkai relamió sus labios antes de hablar.

—Esta bien, muchas gracias, linda.— sonreíste a su apodo, bastaron un par de meses de relación para que Hakkai sea más cursi y menos desvergonzado contigo.— ¿Puedes hacerme compañía?

En ese momento, Hakkai se insultó a sí mismo por haberlo preguntado.

"¿Por qué mierda dije eso?" "Se puede enojar, ¿pareceré un pervertido?" "Soy su novio, pero no sé... que vergüenza"

La petición se te hizo extraña pero tú eras... tú.

—¡Si! — de un segundo a otro ya habías cerrado la puerta detrás de ti y ahora te encontrabas quitando tu blusa.

Hakkai se sonrojó al ver tu ropa interior, ahora con la fuerte y clara luz del baño, más con él estando completamente desnudo desde mucho antes, no pudo evitar que el calor inundara sus mejillas. Aún así, no dejó de verte ni por un segundo.

Le encantaba mirarte, ya sea estando vestida o no. A veces le avergonzaba que lo notes, pero claro, cuando lo notabas viéndote simplemente le coqueteabas o sonreías así que él igual terminaba disfrutándolo.

Diste unos pasos más cerca de la ducha, Hakkai movió la cortina para abrirla un poco más y dejó un espacio para que entres. Quitaste tu ropa interior en un pestañear, dejándolas junto a las prendas de tu novio, y entraste a la esperada ducha.

—No es primera vez que estamos en una situación similar, bebé.—cerraste la cortina de baño y miraste en frente, en dirección a tu guapo novio. Hakkai dejó de ver tus senos y subió su mirada hasta tu rostro.— ¿Recuerdas cuando Kazutora me retó a eso y tuviste que ducharme?, por intentar ganarle quede casi inconsciente.

—Si, si lo recuerdo.— elevó su amplia mano derecha y movió tu cabello hasta detrás de tus hombros. Despejó tu cuello antes de ahuecarlo con su propia palma. Hakkai sonrió ligeramente mientras acariciaba tu piel con su pulgar.

—¿Ya lavaste tu cabello?— te estiraste hasta estar de puntillas y acariciaste su cabello. De estar rapado, ahora lo tenía bastante largo.

Mientras tú observabas su cabello, Hakkai siguió atento a tu rostro, a tus ojos curiosos, tu boca, y posterior a eso, te acercó a él, aún con su agarre detrás de tu cuello. Se encorvó para juntar sus labios con los tuyos, fue un beso bastante lento y apasionado, bastante fogoso.

No esperaste respuesta a la pregunta y simplemente correspondiste su beso. Hakkai dio un paso más cerca de ti haciendo que retrocedas. Te sujetaste de sus brazos desnudos y mojados cuando tu espalda tocó el azulejo del baño. El agua caía por sus cuerpos, mojando tu cabello y esparciéndose por tu piel.

Las manos de Hakkai sujetaron tus mejillas, despejó tu rostro y se agachó más para profundizar el beso. En tu estómago ya sentías la presencia de su erección, su miembro húmedo punzando tu piel. Dejaste salir un leve gemido al sentirlo piel con piel. Hakkai juntó sus cuerpos sin dejar distancia entre ustedes.

Se le fue difícil no gruñir cuando tu mano sostuvo su longitud, comenzaste a bombear con lentitud para escuchar sus bonitos jadeos o mínimos gemidos salir de su boca. Tu novio succionó tu labio para evitar gemir.

Abrazó tu cintura con uno de sus brazos y dejó caer su rostro a tu cuello, se removió inconscientemente cuando la velocidad de tu mano aumentó.

Te sentías tan acalorada ahora mismo, tan necesitada de él.

Mientras tú le masturbabas, Hakkai dejó que su mano libre divague por tus senos. Sujetó tu pecho con total cuidado y mientras lo sostenía entre sus dedos, su pulgar acariciaba en pequeños círculos tu pezón. Gemías junto a él, ambos casi en un ritmo coordinado.

En el momento en que guiaste la punta de su miembro a tu entrada, ambos se callaron. Besó tu cuello y se empujó más adelante.

En el momento en que soltabas su miembro y extendías tu mano para sujetar su cadera, para justamente acercarlo a que entre en tu interior, se abrió la puerta del baño.

—Hermano, ¿_________ vino tambien o no?

Ustedes abrieron sus ojos de par en par, a ambos se les corto la respiración al oír a Yuzuha.

No había tocado la puerta

Apenas oyeron a la chica caminar dentro del baño, Hakkai se movió junto a ti y ambos se alejaron de la cortina, su espalda cubriéndote por completo. Sus ojos se fijaron en los tuyos y te pidió ayuda, no sabia que decir o qué hacer.

—Hakkai, te estoy hablando. Responde ya.

Le miraste con igual de miedo, la voz no te salía.

—Hakkai, voy a...— hubo un intenso silencio. Hakkai pensó lo peor. Luego de unos segundos, Yuzuha comenzó a reír a carcajadas, incluso aplaudió de la risa,— Ya vi, ya vi, aquí no pasó nada.

¿Habrá visto mi ropa?

Oyeron la puerta cerrarse y ambos suspiraron aliviados. Por la ausencia de vergüenza por parte de Hakkai, alcanzó a abrazar tu cuerpo y te alzó sin pensar en más. Ni en la situación actual.

Sus cuerpos chocaron cuando tus piernas instintivamente envolvieron sus caderas y ambos dejaron salir un ruidoso gemido, al instante cada uno cubrió sus bocas con su palma.




Takashi Mitsuya

—No te muevas un momento...— Mitsuya se encorvó lo suficiente para ver la cinta de medir, la envolvió en tus caderas con cuidado. El dorso de sus dedos tocó sutilmente tu piel mientras medía el contorno.— Sube un poco tu camiseta, por favor.

Tus manos sostuvieron la orilla de tu prenda y tiraron hacia arriba. Mitsuya alzó su mirada por unos segundos, viendo a tu rostro antes de sonreír y volver a enfocarse en tomar tus medidas.

Midió tu cintura también, enderezándose un poco más para así estar casi frente a tu rostro.

Estiraste una de tus manos y pinchaste con tu índice su pecho, Mitsuya sonrió y luego soltó una breve carcajada a tal toque. Separó la cinta de tu cintura y luego la estiró desde tu cuello hacia abajo, midiendo la longitud de tu torso. Esta vez, llevaste la mano a la manga de su camisa, subiéndola un poco. Acariciaste su piel lentamente en dirección hacia arriba, la piel de Takashi se erizó.

—Te voy a quitar la ropa si sigues tocándome así.— te advirtió, aún con una sonrisa ladina en su rostro. A lo que había dicho, abriste la boca ligeramente, te esperabas de todo menos eso.

—¿Estás hablando en serio?— le viste sonriente mientras colabas tus manos dentro de su camisa. Mitsuya dejó caer sus manos hasta tus caderas y se acercó un poco a ti.

—Si, estoy hablando en serio.

Dejaste que tus manos se cuelen por dentro de las mangas y en cambio, las subiste hasta su cuello. Desabrochaste un botón de su camisa con lentitud, te tomaste el tiempo de desabrochar dos y de tocar su piel con tus dedos. Mitsuya bajó su mirada y observó tus manos curioseando en su piel.

—Veo que no te importa en lo más mínimo, amor.— soltó una risita en bajo volumen y abrazó tu cintura, se acercó aún más y su boca chocó con la tuya. Un corto beso que fue terminado por el mismo.— ¿Nos vamos a casa?

En medio de una intensa sonrisa, llevaste su manos a su nuca y lo acercaste nuevamente a ti. Buscaste su boca y comenzaste a besarle en mayor intensidad, tu lengua tocando sus labios para adentrarse a su boca. Takashi se quejó mientras te besaba, no hizo más que hacer que retrocedas en dirección a un par de grandes muebles que estaban alejados a la puerta.

Cuando ocultó sus cuerpos de alguna vista ajena y se haya desecho de la cinta para medir, chocó tu espalda con la pared y abrió su boca para compartir un beso mucho más apasionado. Sus manos se colaron bajo tu camiseta y las subió hasta tus costillas; sujetó tu torso por debajo de tus pechos y movió sus caderas hacia delante.

Un leve jadeo dejó tu boca, un creciente bulto se hacía presente en tu estómago bajo, presionando lo suficiente para notarlo. Te alzaste un poco para sentirlo ahí en ese lugar. Mitsuya bajó una de sus manos hasta tu trasero y lo apretó fuertemente.

—Alguien podría venir y vernos.— canturreo cerca de tu boca, sus ojos llameantes en excitación viendo tus labios enrojecidos.— ¿Quieres que nos vean en esta situación? ¿Que vean cómo te toco?

Contigo le digo si a todo, Mitsuya

Separó su rostro del tuyo y miró tu expresión. Te encontrabas entusiasmada, con las mejillas sonrojadas, pero él sabía que te gustaba besarle y sobre todo tener este tipo de momentos. Tu respiración agitada, tu cabello alborotado y desalineado, toda hizo a Mitsuya salirse de sus casillas.

—Hay unos probadores aquí, ven.— alcanzó tu mano y te guió hasta ellos.

¿Alguna excusa? Pues... Mitsuya solo quería que te pruebes alguna prenda que confeccionó, ¿no?

Fácil

Cerró la puerta de ese pequeño espacio oculto, apenas caían ambos al ser tan reducido. Soltaste una risilla cuando sentiste como sus manos sujetaban la orilla de tu camiseta y la tiraban hacia arriba, sacándola por completo. No perdió el tiempo, para nada. Volvió a besar tus labios, su lengua hizo contacto con la tuya y barrió en ella, mientras se besaban tú ibas desabrochando los botones de su camisa.

—Lo que si, amor...— cortó su frase tras soltar un leve gemido satisfactorio ante tus caricias.— vas a tener que mantenerte callada.

—Tu también.

Rió y volvió a besarte luego de asentir, moviendo la cabeza.

Su tacto, sus manos acariciaron tus muslos en dirección hacia arriba, subiendo tu falda. Esta quedó más arriba de lo normal. El gruñó y luego movió sus manos hacia abajo, ahora guiando tus bragas en esa dirección. Sonreíste por su entusiasmo, de una patada tiraste la ropa interior a un lado y saltaste para enrollar sus caderas con tus piernas.

—Muy bonita.— halagó en tu oído, bajando ahora a tu cuello para dejar breves besos húmedos. Tus manos movieron su camisa y tocaste parte de sus abdominales definidos, le arañaste ligeramente tras él mover su pelvis hasta la tuya.

Su boca bajó hasta tu brasier y besó la piel que quedaba descubierta, el inicio de tus pechos fueron teñidos en pequeños besos tiernos.

Mitsuya guió una de sus manos a tu intimidad y su pulgar hizo contacto con tu clítoris, lo toqueteó un poco en círculos, acariciando gentilmente. En ese instante, alcanzaste su cinturón y lo desabrochaste.

Se oyó un portazo y posterior grito.

Había llegado Peyan.

—¡Mitsuya!, ¿donde estás?

Mitsuya y tú quedaron quietos, ahora viéndose frente a frente con los ojos abiertos más de la cuenta. Peyan comenzó a caminar dentro de la sala.

—Puta madre...— Mitsuya dejó caer su frente a tu hombro, suspiró con total frustración y se separó del todo.— Perdona, espérame aquí.

Te bajó de él, desde la cintura, y se agachó para alcanzar tu ropa interior y ayudar a colocarla en su lugar. Le empujaste fuera y le agradeciste, aún así pidiéndole que tú te encargarías de vestirte. Mitsuya abotonó rápidamente un par de botones de su camisa y salió del probador.

—Peyan...— su voz sonó grave, algo enfadada.— ¿que sucede?

—Mitsuya te buscaba por...

Acercaste tu oído a la puerta del probador, intentando escuchar.

Solo se oyó una risa, una escandalosa y fuerte risa.

—Amigo, abrocha tu cinturón.

Enrojeciste de inmediato.

Chifuyu Matsuno

—Espera, ¡Chifuyu!— soltaste un gritó bastante agudo al sentir sus manos frías recorriendo tus caderas.— Puede venir alguien...

—Mi madre no está en casa, tranquila.— rió melodiosamente mientras se esmeraba en bajar un poco tus shorts. Quien diría que con tal cara de inocente ahora anda queriendo sacar las prendas de tu cuerpo.

—Me engañaste para que me recueste contigo y ahora esto.— fingiste ofenderte por su plan tan estructurado. Te cruzaste de brazos viendo hacia el techo, Chifuyu besó uno de tus brazos y bajó aquella prenda con éxito.

—Mis planes siempre funcionan, gracias.— te regaló una sonrisa radiante antes de llevar sus manos a sus pantalones. Le viste de reojo como intentaba desabrocharlos aún estando acostado junto a ti. Tras soltar una carcajada acercaste tus manos para ayudarle.

Pateo sus pantalones lejos de sus pálidas piernas y los cubrió a ambos con las mantas antes de subir sobre tu cuerpo, sus codos a cada lado de tu cabeza y sus piernas entre las tuyas. Abrazaste su cuello para guiarlo hacia abajo y comenzaste a dejar pequeños y tiernos besos en sus labios. Oíste como Chifuyu soltó un sonido similar a un ronroneo antes de entreabrir su boca para cubrir la tuya y besar con mayor intensidad.

Tiraste de su cabello más cerca, mucho más cerca.

—Hey Chifuyu, Peke J vomitó en mi cama. Debemos llevarlo al veterinario.

De la nada la puerta de la habitación fue abierta y Baji apareció.

Tu novio y tú giraron sus cabezas hacia el, el sonrojo que te azoto fue realmente intenso. Rápidamente cubriste tu rostro con ambas manos al sentir que te colocarías completamente roja por la situación.

—¡BAJI! TOCA ANTES DE PASAR.— Chifuyu te cubrió más con las mantas, aún sabiendo que tu camiseta seguía intacta.

—¿Ah? ¿Pero y eso que tiene?— le restó importancia y recostó el costado de su cuerpo en el marco de la puerta. Dio un resoplido.— Hola ________.

Moviste tu mano frenéticamente en su dirección, saludándolo pero aún cubriendo tu rostro y mirando a otro lado.

Chifuyu igual de avergonzado, pero más que nada enfadado, se levantó de la cama y buscó sus pantalones. En ese entonces el cerebro de Baji hizo click.

—Oooh, estaban a punto de follar, mierda.— comenzó a reír a carcajada limpia, llegó al punto de sostener su abdomen de tal exagerada risa.— Lo siento _________, pensé que solo estaban jugando o algo así.

—No es gracioso, Baji.— masculló Chifuyu saltando en un pie mientras intentaba meter el otro pie dentro de sus pantalones.

—Oh ________, ¿entonces estas desnuda?— Lo que preguntó Baji te hizo estallar en vergüenza y te cubriste totalmente con las mantas.— Perdón, perdón, ya me voy. Soy un maldito idiota...

Aquello último lo susurró para sí mismo.

Como alma que lleva al diablo Baji corrió por el pasillo y les esperó en el comedor junto a Peke j.

—Lo siento.— oíste decir a Chifuyu ya vestido completamente.


Wakasa Imaushi

—Abajo.— te agachaste.— Derecha, izquierda.— golpeaste en esos sentidos.— Derecha, derecha, beso.— golpeaste con tu derecha y luego dejaste un leve beso en la boca de Wakasa.— Muy bien.

—Ya me cansé...

Te tiraste al suelo, quedándose extendida completamente boca arriba. A decir verdad, solo venias al gimnasio de Wakasa porque él estaba aquí. Eras pésima en esto del esfuerzo físico.

—Acabas de llegar, ________.— dejó los accesorios de pelea sobre unas sillas y se paró sobre ti. Wakasa estiró sus manos.— Ya levántate. El suelo debe estar sucio.

—Déjame aquí un momento... me duelen los brazos.— el negó y se agachó para tomar tu mano.— Wakaaa, deja.

—No te daré más besos si no te paras en este mismo instante, ________.

Resucité

Sin decir nada, agarraste sus manos y él te impulsó para que te pongas de pie. Le viste sonreír a lo rápido que le hiciste caso.

—Eres una floja.

—Mish... ¿y tú?— le diste un empujón mientras reías. Wakasa si que era perezoso.— Te pareces a esos de Zootopia, los perezosos.

—No bromees ahora.— a pesar de su tono serio, tuvo que mover su rostro para que no veas su sonrisa.

—Bien, mejor iré por una ducha.— caminaste con Wakasa siguiéndote.— Una tibia y deliciosa ducha... yo solita...— estiraste tus brazos hacia arriba mientras hablabas.— Se me quieren salir los brazos, pero de igual forma podré bañarme, si.

Imaushi no podía no sonreír. Miro como entrabas al baño y luego asonabas tu rostro fuera de este, viéndole directamente.

—Me demoraré poco.— le sonreíste antes entrar por completo al baño y cerrar la puerta.

Empezaste a sacar tu ropa y entraste a un cubículo del baño. Por un momento deseaste que los baños sean mixtos, te hubiese gustado bañarte junto a tu novio. Sin muchos rodeos la ducha empezó.

Agarraste el pequeño shampoo que estaba en lo alto de la pared, y comenzaste a lavar tu cabello. En un momento dado, tu rostro volteó y pudiste visualizar a Wakasa. Estaba de pie a la entrada del cubículo, no habías notado su presencia por nada del mundo.

—Carajo, me asustaste.— casi tu corazón salió de tu pecho. Tu novio sonrió mientras se adentraba y con una de sus manos cerraba la puerta nuevamente.— ¿qué...

—Vine a hacerle compañía a mi chica.— se acercó y dejó un leve beso en tus labios.

Cierto, estaba sin ropa.

Separó su boca de la tuya y su rostro se ladeó, sus bonitos ojos hicieron un recorrido hacia abajo, inspeccionando tu cuerpo. Wakasa simplemente volvió a ver tus ojos antes de dejar un suave beso en uno de tus hombros.

—Date la vuelta. Yo lavaré tu cabello.— rozó su nariz con la tuya de tal cercanía. En medio de una risa, giraste. Las manos de Wakasa se encontraron con tu cabello y comenzó un leve masaje. Lavó tu cabello con éxito.

Cuando terminó dejó sus manos sobre tus brazos, acariciandolos un breve instante. Besó tu nuca, luego se desvió a la parte derecha de tu cuello y volvió a besar. Reíste ligeramente al sentirlo abrazándote desde atrás, una de sus manos enrollada en tu abdomen a la par que dejaba besos en tu cuello.

Gemiste de deleite y te moviste hacia atrás buscando su tacto. Poco bastó para que él vaya por más. Coló su mano libre por entre tus senos y buscó tu entrepierna. Al hacer contacto debiste sujetarte por lo que tus manos fueron a la cima de su brazo. Le dejaste que te toque como desee.

Tu trasero se movió contra su miembro, Wakasa al instante movió sus dedos sobre tu clítoris para que te desconcentres y no lo hagas. A él simplemente le gustaba darte placer, y eso quería hacer ahora.

Una de tus manos buscó detrás de tu espalda y sostuviste su miembro, Wakasa tembló. Al comenzar a masajearlo, tu pulgar pasando constantemente por la punta de su falo, el chico detrás tuyo comenzó a respirar más aceleradamente. Guiaste por ti misma su miembro hasta tu entrada, acomodando tu cuerpo a él.

—Wakasa Imaushi, ¿donde carajos te metiste?— una voz grave se hizo presente en el baño. Dejaste de respirar por unos segundos.— ¡Hey!

Dejaste salir un grito al momento en que tu novio embistió en tu interior, moviendo tus manos de entre sus cuerpos y ahora agarrando tus caderas para empezar a embestir correctamente. Wakasa no estaba preocupado de que Takeomi lo busque en este momento, él quería terminar lo que había comenzado.

Tu cuerpo se inclinó y tus manos fueron a cada lado de la pared para no llegar al suelo por tales embestidas. El abdomen firme de Wakasa se juntó a tu espalda y comenzó a moverse más rápido. Al sentir tu interior algo tenso y apretado, una de sus manos tapó tu boca y la otra fue a tu pequeño nudo de nervios. Tus piernas temblaron por el nivel de éxtasis que recorrió tu cuerpo rápidamente.


Haruchiyo Akashi (Sanzu)

Detuviste su mano, tus dedos se apretaron en su muñeca e intentaste alejarlo de entre tus piernas.

Sanzu se resistió, pero decidió dejarla sobre tu muslo, apretó tu carne con sus dedos lo suficientemente firme como para provocar un leve gemido en ti.

—Basta...— el tono leve con el que salió aquella palabra te sorprendió. Apenas y podías hablar por cada acción de Sanzu.

Estabas sentada en su regazo, pero no necesariamente en su jodida casa ni mucho menos. Agradecías que tu novio te haya envuelto en una manta, producto de tu frío.

—Está mierda no prende.— Rindo golpeó detrás de la televisión.

—Puede que si le golpeas más fuerte funcione.— Sanzu sonrió mientras te abrazaba más a él. Su mano estaba colada bajo la manta, ninguno de los chicos en la sala lo notaron.

O tal vez si, pero solo te estaría abrazando ¿no?

Escondiste tu rostro en su cuello y te acurrucaste en su pecho. Sanzu dejó un beso en tu frente y acarició tu muslo con delicadeza.

—Vamos... déjame tocar al menos un poco.— pidió en un susurro, su mano subiendo por tus muslos.

Miraste sus ojos y bajaste hasta sus cicatrices, llevaste tu mano a su mejilla y tu pulgar acarició cerca de su boca. Sanzu alzó sus cejas y sonrió elevando una de sus comisuras, su rostro se acercó más a tu mano. Le gustaba tus caricias y lo admitía abiertamente cada vez que podía.

—¿Si?— preguntó a lo anterior que había dicho. Pensaste un poco.

—Bien, ya funciona.— Rindo se tiró sobre un asiento del comedor y los demás dejaron de ver su móvil para ver la tv.

Al apagar las luces de la sala, bajaste la mano de su rostro y la dejaste en su pecho. La mirada lujuriosa de Haruchiyo no se hizo esperar. Ahora podía poner en marcha sus sucios planes.

Su mano estaba arrastrándose hacia arriba, subiendo por tu muslo desnudo producto de tu ajustada y corta falda. Desde la altura de su cuello pudiste observar parte de su rostro sonriente, tu novio miraba la tv mientras ahora bajaba tus bragas.

Acaba de rozarte por sobre las bragas y ya sentías un calor en tu zona baja, y cuando tu novio tocó piel con piel tu delicada intimidad, ese calor se extendió por completo. Haruchiyo no era de ir despacio, jodidamente no, con dos de sus dedos separó tu piel e introdujo su dedo medio en tu interior. Mordiste tu labio y cerraste los ojos. Esta vez abrazaste a tu novio mientras yacías escondida en su cuello.

Rodó sus caderas hacia arriba para que presencies que con tan solo tocarte ya le ponías duro. Sus dedos se deslizaron dentro hasta los nudillos, hasta ese punto. Sanzu se sentía estupendo al hacer esto en frente de otras personas, era un raro sentimiento que le incitaba a ir más allá.

El asiento solitario en el que estaban, tú sobre él con las piernas juntas a un lado, ahora abrazándole... cualquiera diría que solo están teniendo un lindo momento de pareja. Sanzu con su mano libre cubrió más tu cuerpo con aquella manta. A pesar de ya no sentir frío sin duda necesitabas esa tela envolviéndote.

Oíste un par de quejas por parte de los demás, todos ellos reclamando sobre una escena de la película.

—Está durmiendo.— la suave voz de Sanzu se hizo presente. Al parecer alguien había preguntado por ti.

Siguió embistiendo con ahora dos de sus dedos, encorvandolos estando en tu interior, provocando que termines por morder levemente su cuello. No debían escucharte, ni podían escucharte siquiera suspirar profundamente. Apretaste tu mano en su espalda, sintiendo su firmeza, sus huesos marcados al ser delgado. Temblaste del placer, del calor que poco a poco iba invadiendo cada célula de ti.

—Bésame.— Sanzu volteó su rostro, ahora su cabeza tapando la visión de ti a los demás.

Al instante en que tocaste sus labios con los tuyos, él expandió tu interior y coló otro dedo dentro. Mordiste su labio dolorosamente, callando tus gemidos e intentando que nadie escuche, te morirías de vergüenza si ocurre. Tus manos se apretaron en su camiseta al momento de sentir el clímax. Tu excitación empapó la mano de tu novio, líneas de tu humedad recorriendo de su dorso hasta muñeca.

—¿Sanzu?

El chico volteó al otro lado, viendo a quien le había llamado.

No podía disimular aquella sonrisa arrogante, incluso ahora mismo la tenía plasmada en su cara.

—¿Qué?— soltó. Te quedaste quieta en su cuello, fingiendo que seguías durmiendo.

Hubo un silencio bastante perturbador. Pero tu novio aún seguía con su mano bajo las mantas, entre tus piernas. Ahora su mano acariciando lentamente la parte interna de tu muslo, intentando calmar tu cuerpo del anterior orgasmo.

—Olvídalo.— Dijo el otro chico.

Sanzu movió la cabeza y nuevamente vio en frente. Observaste su perfil y la mínima sonrisa que tenía ahora mismo.

Lo siguiente que hizo fue llevar su mano a sus pantalones y bajar la cremallera. En ese momento alzaste un poco tu rostro, acercaste tu boca a su oído.

—¿Q-que crees que estás haciendo?— susurraste, acomodándote nuevamente fingiendo que estabas despertando. Sanzu solo soltó un leve shh mientras te veía de reojo.



Izana Kurokawa

—Te ves tan jodidamente bonita a pesar de tener mi pene en tu boca.— Halagó Izana, acariciando tras tu cuello con su firme mano.

Relajaste tu garganta, tu cuerpo dejó de tensarse y simplemente te empujaste más cerca de él, su miembro yendo más allá.

Estaban en la parte trasera de un bar. Con suerte tenías la luna para alumbrar qué sucedía a tu alrededor, o en este caso, para iluminar la bonita cara de Izana. Su faceta estaba tan relajada, sus ojos brillosos de la excitación veían hacia abajo como tu boca acaparaba su miembro y de vez en cuando notabas como tragaba saliva.

Sus caderas meciéndose en círculos, ralentizaba sus movimientos y buscaba atrapar parte de tu cabello para evitar que interfiera en su magnífica vista. Dio un gruñido en voz alta y su cabeza cayó hacia atrás.

Puta madre...— su respiración se aceleró. Mientras le tomabas con la boca, Izana acarició todo el largo de tu mandíbula.— que vaya más hondo, lindura.

Volvió a verte y con su pulgar secó parte de tu saliva que escurría por la comisura de tu boca.

Su mano envolvió la base de su miembro y en la siguiente embestida intentaste meterlo aún más. Tu garganta hacía una presión exquisita en Izana. Tocó aquel límite de tu boca y te ayudó con las embestidas, ahora follando entre tus labios con mayor rapidez.

A los minutos se corrió en tu boca, no tuvo vergüenza en dejar salir un sonoro jadeo acompañado de un insulto al aire. Lo siguiente que ocurrió fue agarró tus manos y te tiró hacia arriba para luego darte media vuelta. Te presionó contra su abdomen, tu espalda baja sintiendo su miembro y humedeciendo levemente tu vestido.

En el momento que iba a subir aquella prenda de ropa, la puerta del bar fue abierta por quien menos esperabas.

—Hey, ustedes...— vieron a Hanma asomarse y verles. A pesar de la oscuridad, si que se notaba que Izana traía los pantalones a la altura de sus rodillas.— Par de sucios... En fin, ya nos vamos, lídercito.— agitó su mano y sonrió burlonamente.— Nos vemos luego. Adiós, ________.






Disculpen la demora en subir capítulos 🥲

Por cierto, ¡Feliz Año Nuevo!
Esperemos que este año sea mucho mejor que el anterior<3

Oh y qué TR termine bien jaja... (rio para no llorar)

En el perfil dejé el instagram que utilizo para hablar de este libro jiji<3 también tengo otras redes sociales en el link que esta en la descripción de ese instagram.

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