| ESCENARIO |

La ToMan cuidando a sus hij@s


Thanks a la personita que me hizo varios separadores tkm (si comentas sería mejor así recuerdo tu user xd)

Algunos bebés los hice más pequeños y otros tienen más edad, van a saber de inmediato ya que unos pueden hablar y así. <3








Baji

Del sofá observaba a la criaturita como gateaba de una esquina a otra. Sus ojos atentos a cada cosa que hacia, vigilando que no muerda algún cable o beba detergente como vio en los Simpsons.

Podría pasar según Baji.

No sabía si ir hasta el para cargarlo o dejarlo ser libre gateando por donde quiera. ¿Tu que dirías?, se preguntaba observando al bebé.

—Oye... pequeñito.— llamó moviendo su mano. El bebé le miró y comenzó a gatear hasta el.

Pensó mientras se acercaba que era muy bonito, sonrió para sí mismo ya que recordó cómo alardeaba de su hijo con los demás, burlándose que los suyos saldrán más feos que el de él. Si, era cruel a veces.

—Tu mami dijo que te cuidara.— canturreo agachándose para tomar al bebé y alzarlo frente a su rostro acomodándose nuevamente en el sofá.— ¿sabes como debo cuidarte?

El bebé le vio fijamente mientras hablaba. Baji le observó por un rato mientras lo cargaba del torso, aún era pequeño, ¿que se supone que haría ahora?

Comenzó a pensar que cosas te veía hacer para cuidarlo. El siempre que estaba en casa simplemente se entretenía viéndoles por horas y horas, prefería tus cuidados claramente, el solía ser algo bruto.

Y ahora que le dejaste totalmente a cargo al bebé, como que le asusto un poco en hacer algo mal como que se le caiga de los brazos.

Por ese fugaz pensamiento de inmediato dejó al bebé sobre sus piernas, sosteniéndolo de igual forma para que no se caiga.

—¿Cuando vas a hablar?— acercó su nariz a su hijo.— créeme que si hablaras esto sería más fácil.— rozo su nariz con la pequeña de él bebé, Baji sonrió.— Mentira, no te presiono, tranquilo.

El bebé balbuceó divertido, movió sus manitas en dirección a su padre y Baji se derritió completamente.

—Que tierno... cosita.— lo movió de un lado a otro, jugando con el bebé.— hasta me entiendes, no eres idiota como tu padre.— el pequeño pareció entenderle porque rió.

Baji agarro sus pequeñas manos con dos de sus dedos y los movió de un lado a otro, el le vio bailar y se echó a reír.

En el momento en el que se fijo en la hora se puso rápidamente de pie cargando al bebé contra su pecho. El pequeño se quejó de tal movimiento repentino y le entró terror momentáneo a Baji.

—Comida comida.— repitió yendo hasta la cocina. Rebusco en cada cajón existente, dejó todo desordenado sobre los mesones y sacó más alimentos no apto para bebés.

Al final se rehusó y dejó al bebé sobre su sillita, entre insultos leves hacia su persona por ser un inútil comenzó a cortar una sandía. Tras tener una rodaja probó con acercarla a la boca de su hijo y el bebé comenzó a tomar del jugo de la fruta.

Baji bien atentó por las pocas semillas que tenía, en caso de que algo le suceda a su hijo se mataba el mismo por descuidado.

—¿Sigues con hambre?— separó la sandía de su boca, el bebé le miró.— Y sigo hablándote como si pudieras responderme...

—Mamá.— balbuceó al fin.

—Eso ya lo has dicho, mejor di papá.— Baji le dio un toque con la sandía en la boca, el bebé levantó su mano para pegarle un manotazo.— que digas papá.— Baji le dio otro toque con la sandía.

—Mamá.— repitió su hijo.

—"Mimi".— se burló.— Tu mamá no está así que di papá.— dejó sucia la cara del bebé cuando nuevamente dio un toque con la sandía.— así Pa-Pá.

—Mamá.— Baji se quejó en voz alta y se dejó caer contra la mesa.

—Ni mi hijo me quiere llamar.— se lamentó en silencio con su rostro pegado contra la mesa.






Mikey

—Abra boquita.— Mikey llevó la pequeña cuchara hasta la boca de la bebé.— abra la boquita.

Su hija abrió la boca y él sonrió para meter la comida dentro, el puré de fruta le encantaba a la bebé.

—¿Está rico?— le preguntó el rubio acercándose para escuchar cualquier sonido en respuesta. Al no decirle nada, Mikey se separó con el ceño fruncido y probó un poco del frasco.— Mhm, yo lo encuentro rico.

Dio otra probada.

—Perdón, ya te doy a ti.— dejó de comer la comida de su hija y siguió alimentándola.—Abre la boquita.

La niña la abrió y él le dio de probar. Así siguió por bastante rato, incluso abrió otro frasco únicamente para comérselo el.

—¿Quieres ver Barnie?— mantenía contra su pecho a su hija, ella sostenía su camiseta contra su pequeña mano.— Yo si quiero ver barnie.

Mikey se sentó contra el sofá y dejó a la niña junto a el, la abrazó del todo y prendió la televisión.

—Antes me daba miedo el dinosaurio.— admitió Mikey inflando sus mejillas, miró atento la televisión.— Ahora ya no...

Se vio atento todo el episodio de la serie animada, no quitó sus ojos de la televisión hasta que dio por terminado el capítulo.

—Ese estuvo bueno, ¿no?— miro a un costado y la vio durmiendo profundamente. La tomó entre sus manos y la cargó contra su pecho.— pero hija, te dormiste.

Mikey vio hacia abajo como su pequeña mejilla se acurrucaba contra el. Dejó de lado el que haya estado durmiendo mientras él le hablaba y se esmeró en intentar dormir junto a ella.

A ambos se les daba bien el comer y dar una larga siesta.







Chifuyu

—¡WAAAA!— Chifuyu descubrió sus ojos y se acercó a la bebé. Su hija comenzó a reír nuevamente. El rubio volvió a tapar sus ojos y repitió lo de antes, la pequeña volvió a reírse.

Siguió arrodillado contra el sofá mientras jugaba con su hija. Ella se entretenía por ver como su papá se esmeraba en divertirla para que no haga berrinche.

—Tonto.— balbuceó la pequeña.

—Ay, no digas eso, rayito.— Chifuyu esbozó un puchero y dejó de tapar sus ojos.

—Chifu.— lo decía mal pero aún así se entendía. Esas palabras era algunas que había aprendido con el tiempo. A Chifuyu no le gustaba.

—No soy Chifu, dime papá.— su hija movió su cabeza, se negaba totalmente.

—Chifu.— volvió a pronunciar mal.

—Le diré a peke j 2 que no se acerque a ti si no me dices papá.— Chifuyu trato de no lloriquear y hablo de manera más dura.

—Pa...— emitió la pequeña. Chifuyu acercó su rostro hasta ella, atento.— gato.

—Pero rayito.— Chifuyu se alejó de sopetón y comenzó a lloriquear.— ¿Por que esto es tan difícil?

La bebe comenzó a reírse de como su papá estaba lamentándose y golpeando su frente.

—Al menos dijo "gato", es un avance.— le volvió a mirar. La cargó y se puso de pie para alzarla.— Esta hermosura dijo "gato", que logro más genial.— cargó con ella y comenzó a correr de un lado a otro por la casa, como si fuese un avión.





Kazutora

—Eres una cosa del mal.— Kazutora se cubrió el rostro con los brazos cuando su hijo tomó su peluche favorito y comenzó a pegarle.

—Papá malo, papá malo.— repetía repetidas veces, tal como le enseñaste.

—Pero si no he hecho nada.— Kazutora trato de quitarle el peluche pero su hijo era más astuto de lo que parecía.— ¡mi ojo!

—Papá malo.— repitió golpeándolo otra vez.

—¡Te acusaré con tu mamá!— chilló desesperado. Por unos segundos dejó de golpearle.

—Mami también de golpara.— balbuceó volviendo a pegarle con el peluche. Kazutora dio un chillido cansado y volvió a intentar quitárselo.

—¡Te haré algo rico de comer!— chilló otra vez. Su hijo paró de pegarle, pensando.

—Cocinas mal.— Kazutora al confiarse dejó de tapar su rostro por lo que llegó el peluche directo a su cara.

—Eres un diablillo, aléjate satanas.— tomó el peluche y lo tiro lejos de él.— Ahora si, hablemos como personas, ¿que te hice, hijo?

—Do que pada es que quero a mami.— explicó más civilizadamente, sin golpear a Kazutora. El chico asintió con la cabeza, entendió perfectamente lo que dijo.

—¿Quieres a mami?— repitió. El niño asintió.— yo también quiero a mami pero ella salió.

—¿donde?— el pequeño ladeó su cabecita, no entendiendo nada.

—Puf, no se.— Kazutora agarro las manos de su hijo y comenzó a moverlas de un lado a otro.—Oye si... ¿donde fue?

—Mmhmm.— El niño se quejó, ambos pusieron una mueca confundida en sus rostros.

Los dos son así, siempre quieren saber de ti. Son mamones.

Tu lo hacías a propósito a veces, simplemente decías que ibas a salir y te escapabas con Hinata a algún lado, ya sea al centro comercial o simplemente pasear para hablar de sus vidas.

—Cuando llegue a casa le preguntas.— Kazutora le habló a lo que él niño asintió de inmediato.— ¡eso!, dame los cinco.

Extendió su palma y el niño la chocó con la suya.





Angry

—Shhh, dormidita te vez más bonita.—Angry tenía en brazos a la bebe mientras la mecía con delicadeza.

Su hija es súper tranquila, pero cuando lloraba, lloraba.

Angry estaba tan desesperado por callarla que no pudo hacer más que hacerla dormir. La pequeña al despertar no te había visto y eso desató que comenzara a hacer berrinche de inmediato.

A Angry le entró nuevamente pánico cuando la bebé comenzó a despertarse y le observó fijamente.

—No llores, bebita... Hazlo por papi.—la meció nuevamente en sus brazos, tarareó una canción de cuna que había escuchado se la cantabas a la pequeña antes de dormir.

Su hija alzó sus manitas y las movió de un lado a otro. Souya acercó su rostro y ella pudo apretar sus mejillas en sus pequeñas manos. Angry parpadeó un par de veces completamente confundido.

—¿Ya no extrañas a mamá?— susurró dejando que la bebé agarre su nariz ahora.

Al verla tan feliz y comenzando a reír se tranquilizó un poco. Angry se levantó del sofá y se encaminó hasta su cuarto, varios juguetes estaban regados en el suelo y eso le pareció una buena idea. Se sentó en el piso y dejó a la niña junto a él.

—Mira, este es un cubo.— la niña estando sentada observó las figuras frente a ella.— es cuadrado, ¿ves?

Se lo dió.

La niña le miro y lo dejo nuevamente contra el suelo, luego agarro otra misma figura de otro color y la puso encima.

—¿Vas a hacer una torre?— Angry observó con atención como la bebé rebuscaba en los juguetes y formaba una torre de cubos. Luego busco otro juego e improviso de igual forma.— Que inteligente...

La pequeña le ofreció un cubo con una letra escrita en ella, Angry la recibió.

—Una "A"— el chico la dejó contra el suelo, la pequeña buscó más letras y las fue juntando como pudo.— Mi hija es uno de esos niños prodigios...

Hasta la niña le miro con duda a lo que dijo. Siguió de todas formas juntando letras al azar.

—¿Sabes?—Angry la cargó con sus manos y le miro de frente.— Creo que yo a tu edad solo lloriqueaba, eres asombrosa.— dejó un beso en su nariz, la pequeña comenzó a reír.— Muy bien, debes reírte y no llorar, aprende de tu tío.




Smiley

—¡Cuidado!— Smiley gritó, corriendo en dirección a su hija que iba a ser golpeada en plena cabeza por una pelota de fútbol.

—SMILEY NO TE PUEDO DEJAR NI DIEZ MINUTOS SOLO CON LOS NIÑOS.— chillaste en un grito.

Smiley se tiró sobre su hija y rodó para que ella caiga sobre el. Su hijo mayor se acercó al borde de la risa.

La pelota por suerte no alcanzó a golpearle.

—Jajajaja, ¿estás bien, hijita?— Smiley la abrazó con total ternura y acarició detrás de su cabeza. La niña asintió y se separó casi al instante.— Fue sin querer.

—Papá me retó a hacerlo.—Le acusó su hijo apuntándole. Smiley se levantó a la par de la niña y giró su rostro hacia el chico.— Tu lo hiciste, Papá.

—Corrección, yo dije que la golpees muy fuerte, más que yo.— Smiley se cruzó de brazos.— pero no dije que en dirección a tu hermana.

Les observaste de lejos, no entrometiéndote en la situación para saber cómo Smiley se excusaba ante sus hijos.

—Pero papá, no es como si el jardín sea tan grande.— la niña se quejó ya aumentando su molestia. Smiley quedó procesando.— Siempre haces lo mismo, deja de retarlo a que haga tonterías.

—Si papá, deja de incitarme a hacer esas cosas.— el niño le vio negando con la cabeza, ahora Smiley se sintió atacado.

—¿Están teniendo un complot contra mi?— Smiley se apuntó a sí mismo.— Son unos... ¡Pitufos!

Comenzaste a reír de inmediato, siempre que sus hijos le echaban la culpa de algo él se frustraba por no tener el papel de papá serio.

A veces si le salía, cuando la situación lo ameritaba.

—________, dile a nuestros diablillos que no tengo la culpa.— Smiley te llamó cuando se sintió acorralado. Te quedaste quieta en tu lugar.— ________...

Te encogiste de hombros y no te acercaste. Smiley esbozó un puchero y se giró hasta ellos.

—¿Vamos al mcdonalds?— sonrió tenso. Su hijo e hija se miraron entre sí, casi como si lo hubiesen planeado todo.




Draken

—Mikey, aléjate de la comida de mi hija.— le fulmino con la mirada, entrecerrando sus ojos hasta su amigo que se acercaba cautelosamente donde la pequeña.

—No estoy haciendo nada.— de inmediato se giró y huyó hasta la cocina.

—Mamá dijo que debía compartir.— la pequeña le dijo a su padre, buscó con la mirada a su tío.

—A Mikey no le compartas, pequeña.— Draken, que estaba sentado en el sofá junto a su hija, le abrazó envolviéndola con su brazo.— El no merece tu comida.

—Bueno, papá.— la niña siguió comiendo su bolsa de golosinas. Draken sonrió ante el apodo, le encantaba que le llamase de esa forma, se sentía muy bien.

—Kenchin, tu hija me cae mejor que tu.— Mikey asomó su cabeza mirándoles, aún se escondía en la cocina. Draken alzó su mano libre y sin que vea la niña le sacó el dedo de en medio. Ambos siguieron viendo televisión.— maldito...

—¿Mamá a donde fue?— la niña estiró un dulce hasta la cara de su papá, Draken abrió la boca y la recibió gustoso.

—Tenía cosas que hacer con Yuzuha, ni idea qué.— Draken observó por el rabillo del ojo como Mikey se iba a tirar al sofá así que cargó a su hija de inmediato y ella se abrazó a él.— Mikey, idiota.

—Tío, casi me aplasta.— la niña comenzó a reírse del revoltoso. Mikey estiró su mano y le quitó unos dulces que traía la pequeña en sus manos.

—Deja a mi hija, idiota.— Draken abrazó a la niña y le dio una palmada a la mano de Mikey.

—Tu linda mariposita me quiere más a mi.— Contesto Mikey echándose un par de dulces dentro de su boca.— ¿cierto, pequeña?

La niña vió a su padre y se giró a ver al rubio. La verdad su tío era quien más la consentía en todo, lo que Draken y tu no le hacían el gusto se lo daba Mikey de una u otra forma. Aunque sea a escondidas.

—¡Pero hija!— se quejó el de trenza al no escuchar respuesta de la niña.

—JAAAA, en tu cara Kenchin calvo.— Mikey se burló haciendo muecas extrañas. La niña le miro y comenzó a reírse al verle.— ¡Que linda!, menos mal eres idéntica a _______.

—Si...— Draken observó a la niña que seguía abrazada a su cuello.— Igual de preciosa que su mamá.— acarició la espalda de la pequeña y la abrazó aún más.

—¿Es primera vez que te deja solo con ella?— Mikey se acercó interesado y agarró una trenza de la niña. Draken la había peinado como siempre.

—Si, ya hice todo lo que debía hacer.— Draken acurrucó su mejilla contra la de su hija.— ¿Te cuide bien, cierto pequeña?— ella asintió entusiasmada.— Aquí el único que molesta es Mikey, tío Mikey no debiese molestar y venir a verte tan seguido, ¿cierto?

Mikey le pegó una patada a Draken, de inmediato obtuvo un grito.

—¿Que mier...

Mikey negó con la cabeza y le apuntó a la niña.

—Miércoles...— terminó por decir Draken acariciando su pierna adolorida. La niña les observó con diversión, siempre ocurría lo mismo.




Hakkai

—Agugu agugu bebé.— Hakai cargó a su bebé y comenzó a hablarle chillón desde muy cerca.— ¿agugu?

—Hakkai, háblale bien.— Le respondiste viéndole con cierta diversión. La verdad te gustaba verle tan amoroso con su hijo.

—No hagas caso a mamá mala.— le susurró rozando su nariz con el bebé.— Mi bebeshito es muy muy bonicho.

—Hakkai...

—Y pequeñito, una hermosura en miniatura.— lo cargó con total cuidado, pegándolo a su pecho.

Se movió llevándolo con el, meciéndolo de un lado a otro lentamente. Casi podías ver corazones reflejados en sus ojos.

—Shhh, shhh.— acarició su cabecita y su espalda.

—Hakkai, saldré por un rato, ¿podrías...?— observaste como Hakkai comenzaba a tararear una canción de cuna mientras se encaminaba hasta su habitación.— cuidar al bebé...

Ni te hizo caso.

Lo hará bien.

Al principio a pesar de estar horrorizado, adora tanto a su hijo que está al pendiente siempre y su miedo se desvaneció casi de inmediato. Amaba cuidar al pequeño.

Claro que cuando comienza a llorar evita molestarte pero si acude a todos para saber qué hacer, en especial a Yuzuha. Por suerte ya estaba acostumbrado y con los meses sabía que debía hacer el ridículo para hacerle reír o por otro lado cantarle para que duerma.


Takemichi

—Veamos... doblar hacia la izquierda... derecha...— Takemichi mantuvo a la bebé en medio de una manta y tras ver un tutorial de YouTube está tratando de enrollarla correctamente.

Estaba temblando de los nervios. Aún su hija era muy pequeña, pensaba que sucedería lo peor si no sabía cómo enrollarla en una manta.

Veinte minutos y ya tenia cargada a la bebé contra su pecho, sujetándola con firmeza.

—Ahora, ¿qué hago?— Se preguntó a sí mismo. Movió al bebé como le habías enseñado ya que ella estaba despertando poco a poco.— ¡No!, sigue durmiendo bebita.

Siguió meciéndola, entre susurros le suplicaba que no despierte o él no sabría qué hacer.

Al ver como comenzaba a arrugar su nariz, señal de que lloraría en cualquier momento, Takemichi comenzó a repartir besitos por su cara.

—No llores bebé... Me harás llorar también.— suplico dándole mimos a su hija.

No sabía si mecerla más rápido o que hacer.

Lo único que alcanzó a pensar es en ir al comedor y poner monitos animados por la televisión. Acercó a la bebé y al enderezo para que viera la serie de dibujos animados. Ella aún estaba durmiendo pero por si acaso.

Se quedó sentado en el piso con la bebé en sus brazos, al final se entusiasmó tanto con el capítulo que estaba en emisión que tuvo un maratón de aquella serie. La pequeña durmió durante todo el día.


Mitsuya

Mitsuya era el niñero perfecto para sus hijas. Era un hecho.

—Papá... papá.— la menor le llamó reiteradas veces.

Mitsuya levantó su mano para que le espere un segundo. Termino una terminación con su máquina de coser y se giró hasta ellas. Sus dos hijas le miraban atentas a cada cosa que hacía.

—¿Que haces?— Pregunto la mayor. Mitsuya mostró el trozo de tela.

—Le estoy haciendo un regalo a su mamá.— ambas niñas dieron gritos de alegría.— No se acerquen pequeñas, o si lo hacen miren al suelo.— las dos niñas se acercaron hasta el, a Mitsuya le aterraba que alguna aguja sea peligrosa para ellas.

—Oye papá.— la menor sostuvo la chaqueta de Mitsuya. El chico hizo al silla hacia atrás y guardó algunas cosas dentro de los cajones del escritorio. Cargó a ambas.— ¿Mamá donde fue?

—Creo que debió haber salido a comprar algunas cosas, volverá pronto.— las calmó acariciando sus espaldas. Ambas niñas iban a iniciar a hacer un berrinche.— ¡esperen!, mami vendrá pronto, aún así yo estoy aquí así que podemos hacer algo divertido.

—¿Jugarías a las muñecas con nosotras?— la menor le vio con los ojos llorosos. Mitsuya asintió de inmediato.

—¿Podrías ponerte el vestido que creaste? — se refería al de princesa, Mitsuya se lamentó por un segundo en consentirle todo a sus hijas. Asintió.— ¡Yei!

—¿Quieren que combinemos vestidos?— ambas asintieron. Mitsuya cargo a cada una a cada lado suyo, se le era fácil. Las niñas rieron y se afirmaron del cuello de su papá.— Bien, lo haré si me prometen no llorar.

—Está bien.— la menor era la más entusiasmada. Mitsuya les sonrió y se levantó con cuidado para ir al armario y conseguir los vestidos.





—¡Vamos al parque!— chilló la pequeña. Mitsuya iba agarrando a cada una de la mano. Si estaba avergonzado, él y sus hijas tenían el mismo vestido rosa de princesa.

Pero las amaba, así que se tragó toda vergüenza alguna.

—Vayan a jugar, no se alejen tanto.— el chico se sentó en una banca y las pequeñas corrieron a los columpios.— ¡Las estaré vigilando!

—¡Si!— gritaron ambas.

Desde ese momento comenzó a lamentarse. Tú le habías dicho que no sea tan blando con ellas, le hacía caso en cada cosa que se les ocurría a pesar de que no debería. Ya luego dejaría que le regañes un poco.

—No puede ser.— aquella voz congeló a Mitsuya.

—Oh, por Dios.— levantó el rostro para fijarse en Chifuyu. Lo peor es que no venia solo.

—JAAAAAA MITSUYA, siempre supe que eras una princesita.— Baji comenzó a carcajearse a todo pulmón. Mikey le siguió, abrió la boca exageradamente mientras reía.

—No me jodan ahora.— tapó su rostro con total frustración. Claro, siempre dejando un espacio entre sus dedos para observar a sus hijas.

—Se nota que tus hijas te mandan.— se burló Draken. Mitsuya destapó su rostro y le mostró su dedo medio.— Uy, relájate.

—¿Donde están las pequeñas?— le preguntó Chifuyu. El chico observó a su alrededor hasta que las encontró en los columpios.— AAAH AHÍ ESTÁN.

—¡Cuidado con botarlas!, te mato si pasa.— Mitsuya de inmediato le amenazo al verle correr hacia ellas.

Chifuyu ni se inmutó, les ayudó a columpiarse empujándolas.

—Yo que tu iría a que no las empuje con tanta fuerza.— recomendó Baji. Mitsuya le miró atento.— En serio, anda.

Draken y Mikey rieron al ver como Mitsuya se levantaba y corría a duras penas con el vestido rosa y largo.


Wakasa

Había total paz en la casa.

Wakasa estaba sentado junto a su hijo, su brazo sobre el respaldo del sofá de manera cómoda. A ambos le encantaba ver la televisión, no quitaban su vista de encima.

—Mira, lo que hizo ese tipo tu no debes hacerlo, ¿bien?— el pequeño asintió.— Debes pegarle en el rostro, es más efectivo.

Siguieron viendo la película de acción.

El niño observó a su padre y Wakasa acercó su mano libre que sostenía la botellita con jugo. El pequeño tomó mientras observaba la televisión.

—No seas flojo, responde.— Wakasa sonrió a lo callado que era su hijo. Eso lo había sacado a él de seguro, tú hablabas hasta por los codos.

—Si entiendo.— respondió el niño. Wakasa acarició su cabello.

—Muy bien.— el pequeño siguió tomando jugo con Wakasa sosteniendo la botella.

—Esa es una Glock, ¿cierto?— le pregunto a su padre. Wakasa alzó sus cejas con asombro, cada vez su hijo le sorprendía más.

—Pero vamos, mi hijo es un genio.— Wakasa se alegro bastante y se inclinó para dejar un beso sobre la cabeza de su hijo. El niño se alejó avergonzado.— Le dire a tu mami que te alejaste.

—Perdón, perdón.— el niño sonrío. Pocas veces su padre era así de cariñoso y a pesar de hacer como si no le agradaba, agradecía tener un papá tan genial.




Hanma


—Pégame más fuerte, hijo.— golpeó su propia palma.— Aquí, dale.

Su meta era hacerlo enojar para que lo golpee con fuerza.

Nunca lo dejabas a solas con el niño a excepción de esta vez. Hanma era propenso a hacer idioteces.

—Ese golpe no dolió nada, pega con fuerza.— el niño le vió con total irritación.— Mi hijo no es débil, anda pégame con todas tus fuerzas.

—Que bocón, con razón mamá a veces te deja de hablar.— Hanma se ofendió. Justo en ese instante el niño empuñó su mano y le pegó fuerte a la palma de su padre.

—Auuuh, esa si fue con rabia.— agitó su mano luego de eso. El niño le vio con una sonrisa.— anda, pégame en el rostro.— Bajó su cara a la altura del niño.

—¿En serio?— el niño no lució sorprendido, le encantó la idea.

—Si, con confianza.— punto su mejilla.— Justo aquí.

—Si insistes.— el chico se preparó y trató de ejercer toda su fuerza en su puño.

Hanma llegó a quejarse por el golpe, no pensó que sería tan fuerte. Lo había pillado desprevenido.

—Te lo advertí, papá.— soltó el niño viendo cómo este sostenía su cara y comenzaba a maldecir.

—Mierda, eso dolió.— Quedó sentado en el suelo acariciando su mejilla. El niño no pudo evitar reírse de su papá.

—A mamá no le gusta que digas groserías, cállate.— Hanma asintió con la cabeza a su hijo, a pesar de ser tan "duro", le hacía caso en todo.

Después de todo el niño era más maduro que el.



Inui

En medio de la noche su pequeño bebé comenzó a llorar descontroladamente. De inmediato te despertaste e intentaste levantarte de la cama.

—Yo iré esta vez así que duerme, cariño.— Inui dejo un beso en tu coronilla y te tapó más con las mantas. Intentaste dormir, le dejaste esta vez a él que lo solucione.

El rubio se levantó y tras ponerse pantuflas se acercó a la cuna de su hija. Se asomó para ver como lágrimas salían de sus ojos y como sus manos se movían de un lado a otro.

—Shhh, shhh, papá ya vino.—Inui acarició su mejilla con su pulgar antes de cargarla envuelta en una manta.— Ya pequeñita, ya estoy aquí.

La meció estando en sus brazos, decidió salir de la habitación para no molestar tu sueño. Cerró la puerta con cuidado y comenzó a pasearse hasta el comedor.

—Vamos no llores, a esta hora deberías estar durmiendo, pequeña.— Inui susurró sin parar de moverla delicadamente. Se sentó en el sofá y observó con mayor atención a su hija.

Pensó en que le podía ocurrir, tal vez debía cambiar sus pañales. Si, era lo más seguro.

Entre un largo bostezo se acercó donde yacían los pañales y como todo un profesional cambió a la bebé en un dos por tres. Se alegró cuando escuchó como disminuía su llanto. Limpio sus manos antes que nada.

—Todo solucionado, solecito.— apodó con cariño. No pudo evitar darle mimos soplando su mejilla, la pequeña comenzó a reír. Repartió besitos por la pequeña cara de la bebé. El moria de ternura cada vez que la veía.

Tras ver como poco a poco se tranquilizaba volvió a cargarla para llevarla a su cuna. Luego de darle las buenas noches la acurruco y se le quedó viendo por otros segundos más.

Le encantaba ser padre. Diría que era su mayor logro y por eso se esforzaba tanto en mantener su rol casi perfecto.




Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top