3.Conexiones

En la prestigiosa Academia Tortillaland, dos figuras destacaban sobre el resto: Iván, conocido como Spreen, y Sebastián. Ambos eran los chicos más populares de la escuela, pero por razones completamente diferentes. Iván, un híbrido de oso, con su imponente estatura y su actitud despreocupada, era el As del equipo de voleibol. Con su cabello negro desordenado, su piel blanca y esos misteriosos ojos morados que siempre escondía tras sus gafas oscuras, tenía a todos los estudiantes hablando de él. Ser el hijo del director solo añadía más misterio a su figura.

Por otro lado, Sebastián, con su impecable apariencia y comportamiento, se había ganado la admiración de todos como el mejor estudiante de la academia. Su cabello castaño, siempre perfectamente peinado, y su piel semi morena resaltaban sus ojos color miel, que irradiaban una serenidad y confianza que lo hacían destacar en cualquier lugar. Era parte del consejo estudiantil y, además de sobresalir en los estudios, era el hijo del profesor de religión y entrenador del equipo de voleibol.

A pesar de sus diferencias, los caminos de Iván y Sebastián estaban destinados a cruzarse. La rivalidad entre ellos era conocida por todos. Sebastián, con su impecable expediente académico, siempre había considerado a Iván un irresponsable, alguien que vivía a la sombra de su padre, sin tomarse las cosas en serio. Mientras que Iván veía a Sebastián como un chico engreído, que creía saberlo todo solo por tener buenas calificaciones.

El conflicto entre ambos se intensificó cuando el equipo de voleibol, del cual Iván era la estrella, tuvo que depender del consejo estudiantil para aprobar su presupuesto para un torneo importante. Sebastián, siendo uno de los líderes del consejo, no estaba dispuesto a ceder fácilmente. La tensión entre ellos era palpable en cada reunión.

Un día, después de una práctica de voleibol, Iván se quedó solo en el gimnasio, practicando algunos saques. Su mente estaba ocupada con la última reunión del consejo, donde Sebastián había cuestionado cada una de sus peticiones. La frustración se acumulaba en su interior, y golpeaba la pelota con una fuerza que dejaba en claro su enojo.

-¿Sigues enojado por lo de la reunión? -dijo una voz detrás de él.

Iván se giró, y allí estaba Sebastián, con su uniforme escolar impecable y su expresión calmada. Iván resopló, dejando caer la pelota.

-¿Qué haces aquí? ¿Venir a recordarme lo perfecto que eres?

Sebastián arqueó una ceja, pero no respondió de inmediato. En lugar de eso, se acercó a Iván, sus pasos resonando en el silencioso gimnasio.

-No vine a discutir, Iván. Solo quería hablar. -Sus ojos color miel se clavaron en los de Iván, aunque las gafas de este último ocultaban su verdadera reacción.

Iván levantó una ceja, sorprendido por el cambio de tono en Sebastián. No era común que el "chico perfecto" se tomara el tiempo de tener una conversación tranquila con él.

-¿Hablar? -repitió Iván, algo desconfiado-. ¿De qué?

Sebastián suspiró, cruzando los brazos.

-Sé que no me tienes en buena estima, y probablemente piensas que disfruto fastidiándote. Pero la verdad es que... admiro tu dedicación al voleibol. Eres increíble en la cancha, y no puedo negar eso. -Sus palabras eran sinceras, y eso desarmó a Iván más de lo que hubiera querido admitir.

-¿Admirarme? -Iván soltó una risa seca-. No sabía que el gran Sebastián podía admirar a alguien más.

Sebastián esbozó una pequeña sonrisa, acercándose aún más a Iván. Ahora, solo los separaban unos pocos centímetros.

-No somos tan diferentes como crees. Ambos estamos bajo la sombra de nuestros padres, intentando demostrar que somos más que eso. -Sebastián hizo una pausa, observando a Iván, esperando alguna reacción.

Iván lo miró fijamente, sus ojos morados brillando tras las gafas. Por primera vez, bajó un poco la guardia.

-Tal vez... tal vez tengas razón -murmuró, apenas audible-. Pero eso no cambia el hecho de que eres un fastidio.

Sebastián soltó una risa ligera, pero no retrocedió. En lugar de eso, inclinó ligeramente la cabeza, acercándose aún más. Iván sintió su corazón acelerarse, algo que no había experimentado en mucho tiempo.

-Quizás lo sea -respondió Sebastián suavemente-. Pero tal vez eso es lo que necesitas.

Antes de que Iván pudiera procesar lo que estaba ocurriendo, Sebastián se inclinó un poco más, hasta que sus labios rozaron los de Iván. Fue un beso corto, suave, pero lleno de una intensidad que ninguno de los dos esperaba. Cuando se separaron, ambos se quedaron en silencio, procesando lo que acababa de suceder.

-Esto no cambia nada -murmuró Iván, aunque su tono carecía de la convicción de antes.

Sebastián sonrió levemente, dándose la vuelta para irse.

-Tal vez no. Pero es un comienzo.

Y con esas palabras, Sebastián salió del gimnasio, dejando a Iván con una mezcla de emociones que nunca había experimentado. ¿Era posible que, después de todo, el chico perfecto tuviera más en común con él de lo que pensaba?

Lo que ambos no sabían era que este era solo el primer capítulo de una historia mucho más complicada y profunda, donde las rivalidades se transformarían en algo completamente inesperado.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top