Taiyaki (Poseidón x Sasaki Kojiro)

Este pedido es de @SayaArtist :3

Voy a usar un mito en esta historia que tiene dos versiones: la más antigua dice que Poseidón regaló a los atenienses un río de agua salada para que le eligiesen como su dios, pero otra más reciente dice que sacó a los caballos del mar para regalarlos a los humanos. Yo voy a usar la versión más antigua, y pronto sabréis por qué :3
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 - ¡Sasaki Kojiro! ¡Te amo pero te odio!

La valkiria mayor entró a la enfermería acompañada por Geir, encontrando al japonés postrado en una camilla, mientras un médico terminaba de vendarle el vientre.

 - Oh, es lo más bonito que una mujer me ha dicho nunca - contestó el anciano con una sonrisa.

 - ¡Es que es increíble! - se quejó ella, un poco molesta - ¡Aquí o se gana o se pierde, no se anula un combate! ¡No sirve, no has ganado ni perdido! ¡Ahora me obligas a buscar a otro humano para la batalla!

 - Vaya... empatar es mucho mejor que perder... 400 años de entrenamiento me han hecho mejorar, sin duda.

Sasaki se llevó las manos a la nuca, mirando al techo con una sonrisa. Geir le miraba impresionada. 400 años de entrenamiento... y era feliz habiendo empatado... cuando nunca había probado la victoria. Otro se habría frustrado y enojado enormemente, pero Sasaki estaba tan tranquilo.

 - No comprendo que no estés... enfadado - Brunhilde se cruzó de brazos.

 - Lo importante es mejorar, ¿no? No importa cuánto tardes en hacerlo, siempre y cuando lo hagas.

 - Ya, pero... - Geir puso una mueca apenada - 400 años entrenando es mucho para no haber conseguido la satisfacción de la victoria.

 - Ah, pequeña... cuando has mordido el polvo tantas veces, el no hacerlo una vez sabe dulce como la miel - contestó Sasaki.

Ellas acabaron por marcharse, teniendo cosas que hacer como seguir con el Ragnarok. Hrist, que no se había movido del lado de Sasaki, en su forma de la que tiembla, había permanecido callada enfrente de la camilla. Ella dejó a su lado un paquete envuelto, que soltaba un delicioso olor que Kojiro reconoció al instante, haciéndole brillar los ojos.

 - Sasaki...

 - Lo entiendo... ve con ellas - él sonrió - Ya has hecho mucho por mí...

 - Pero...

 - Yo ya estoy bien, sólo debo descansar un poco. Luego iré a disfrutar del resto de los combates. Ve con tus hermanas...

Hrist le miró un momento preocupada, acercándose a él. Cuando agarró el cuello de su ropa levantándolo con algo de brusquedad, Sasaki se dio cuenta que ahora era la que ruge.

 - Sasaki Kojiro... - le llamó mirándole enfadada, haciendo tragar saliva al hombre - Como se te ocurra levantarte de la cama y hacer alguna estupidez...

Sasaki negó rápidamente mirándola, indicándole que no iba a hacer nada raro y que se iba a portar bien. Cuando la valkiria se marchó, suspiró aliviado, escuchando unos minutos después unas voces en japonés, llamándole la atención. Se levantó de la camilla y se acercó a la puerta, abriéndola. Fuera había dos japoneses, uno de pequeño tamaño y otro más alto y maduro.

 - Oh, Sasaki Kojiro... - comentó el menor - Buen combate ahí fuera, aunque gana la próxima vez.

 - Eso haré - contestó él con una sonrisa.

 - Vamos a ir a la zona de los dioses a dar... un paseo... - él dio una rara sonrisa, una que indicaba que no iba precisamente a dar un paseo - ¿Te apuntas? No estás tan herido como para negarte.

 - Ni me voy a negar - contestó - Sólo... debo esquivar a una valkiria alta, con una trenza negra.

Ellos hicieron un gesto con la cabeza, esperando a que él terminara de vestirse y que guardase en su ropa la comida que le había traído su valkiria, saliendo con ellos caminando. No había tardado ni un minuto en desobedecer a Hrist.

Llegando a la zona de los dioses, iban comentando y mirando por el lugar, pasando por pasillos anchos y elegantes, abiertos y limpios. Al pasar por un cruce, Kojiro se detuvo, retrocediendo por sus pasos mirando a un lado. Al final de ese pequeño pasillo, había un balcón donde había un hombre rubio asomado, de espaldas, y Kojiro, a partir de ahora, lo reconocería en cualquier lugar. Okita y Kondo se detuvieron más adelante, mirando a Kojiro atrás.

 - Seguid vosotros, os alcanzo enseguida - pidió con una sonrisa.

Ellos se miraron levantando los hombros, marchándose, mientras Kojiro caminaba hacia el balcón. Poseidón estaba ahí, de espaldas, observando le próximo combate en la ciudad de Londres, viendo que Zeus había mandado a Hércules para vengarse de la "no victoria" del panteón griego. Que maldita vergüenza le hacía sentir.

 - ¿Y es ese el que me va a vengar? - se preguntó en voz baja, bufando al ver a Hércules - Que humillación... - comentó llevando una mano a sus ojos y bajando la cabeza.

 - ¿Qué tiene de malo? - preguntó Sasaki llegando a su lado a asomarse, haciendo que Poseidón abriera los ojos muy alerta ante esa maldita voz - El chaval se ve muy fuerte y convencido.

Poseidón apretó la barandilla de mármol en su mano con enfado, mientras no se quitaba la mano de los ojos, con seriedad. ¿¡Pero este que hacía aquí?! ¿¡Es que no había tenido bastante?!

 - Oh, el representante de la humanidad es... no se yo si eso lo llamaría una venganza para mí, pero... no necesito que nadie me vengue, estoy satisfecho - Sasaki sonrió, mirando a Jack desde allí.

 - Ni yo tampoco - comentó quitándose las manos de la cara, mirándole con seriedad y enfado - Puedo hacer las cosas por mí mismo.

 - Eso también está bien... aunque la venganza no siempre es necesaria - comentó sin mirarle, observando el inicio de la pelea desde lo alto - Y dime, tú que eres un dios, desde tu punto de vista, ¿por qué te has apuntado a este torneo para la extinción humana?

Poseidón le miró de reojo, seriamente, sin mirarlo directamente a los ojos. Por debajo de su nueva ropa elegante asomaban algunas vendas. Pff, como si tuviera que responderle a sus preguntas.

 - Cuando era pequeño y entrenaba en un Dojo... mis maestros me decían que debíamos estar en armonía con el entorno, aceptando que no éramos más ni menos que otro ser, pues hay plantas y animales que no hubieran aparecido nunca si no es por nosotros, al igual que nosotros no existiríamos si a los dioses no se les hubiese ocurrido crearnos... pero también hay dioses que hemos creado nosotros.

 - Créete lo que quieras - comentó con una sonrisa sarcástica - Humanos y dioses no son recíprocos, no son iguales ni mucho menos. Los dioses no necesitan a los humanos, por eso ahora serán extintos. Se crearan otros nuevos, otros más sumisos ante los dioses. Como debe ser.

 - Poseidón... - Sasaki le miró con una sonrisa tranquila - Es el culto de los humanos el que te ha llevado a tu posición. Además de tu nacimiento como uno de los más importantes, claro y todo eso, pero si ellos no te dan culto, no hubieses sido quien eres. Entonces, si eso es así... ¿Qué te han hecho los humanos para que no quieras que vivan?

Poseidón dio una risa sarcástica, echándose el cabello hacia atrás acariciándolo, salvo que esta vez, los mechones volvieron a caer sobre su cara.

 - Insignificante humano... tú que has vivido en la otra punta del mundo donde estaba mi dominio... no entiendes nada de nada. Los humanos que he conocido son egoístas, orgullosos, fríos, creídos y sólo saben mirar por sí mismos. 

 - Como tú...

Sasaki respondió automáticamente, sin pararse mucho a pensarlo. Realmente era verdad, aunque no sabía si se había condenado a muerte él solito diciéndole eso a Poseidón.

 - Cierto - verificó Poseidón, con tranquilidad, para el asombro de Sasaki - pero yo tengo motivos para ser así. Tengo poder, fuerza, soy un ser perfecto. Ellos nunca serán seres perfectos, no se merecen ni creerse algo. Ni siquiera son dueños de su propio destino.

A Sasaki no le parecía perfecto a sus ojos ese dios, sinceramente. Tenía muchas de las características que hacen a alguien muy... repelente.

 - Eres todo eso gracias a ellos. E incluso tenéis algo para permitir que un humano tenga el derecho de ser dios, ¿no es así? - comentó indicando con el pulgar a Heracles combatiendo - Eso demuestra que no todos los humanos son iguales. Poseidón... ¿quién te ha traicionado?

 - Quiénes, querrás decir.

Poseidón le dio la espalda paseando por el balcón, llevando las manos a la espalda, con una postura elegante y con la barbilla alta, con la mirada perdida y la mente en antiguos sucesos.

 - Entonces cuéntame algo, que lo pueda entender. Ya que como dices que no podría entenderlo por venir desde tan lejos...

Poseidón giró los ojos, pero pensaba, como siempre, en una de las mayores traiciones que habían tenido los humanos hacia él: la pérdida de su posición de dios políade de Atenas.

 - Bien conocida es una de ellas - comentó refiriéndose a sus "traiciones" - Como sabrás, las dos polis más importantes de la edad dorada de Grecia eran Esparta y Atenas. Esparta eligió a Zeus como su dios políade y en Atenas aún no se decidían si elegir a su hija o elegirme a mí.

 - ¿Las dos que? ¿Su dios que y de que sitios has dicho? - Sasaki se rascó el oído interno suavemente con el meñique, sin entender muy bien a que se refería.

Poseidón bufó molesto. Era imposible que hubiese alguien en el mundo que no conociese eso.

 - Esparta y Atenas eran polis griegas.

 - ¿Ciudades? - preguntó.

 - No es lo mismo, pero puedes considerarlo así si tu cerebro de simio no entiende la diferencia. Un dios políade es un dios protector de la polis, para que lo entiendas, el dios "favorito" de sus habitantes, a quien rendirán culto más que a otros para que ese dios proteja su hogar.  El caso es que la ciudad de Atenas, cuando aún no tenía nombre, esperaba ver que dios ofrecía un mejor regalo a sus habitantes para que le eligiesen.

 - Básicamente que aceptaban sobornos, ¿no es así? - preguntó Kojiro con una sonrisa.

Poseidón giró los ojos resoplando, aunque bien visto, era un claro soborno.

 - Golpeé el suelo con mi tridente, haciendo que brotase de la tierra un borbotón de agua salada que partiría la tierra y crearía un río enorme, llegando hasta el mar... o eso dedujeron los humanos...

Dijo la última parte mascullando, volviendo a bajar la cabeza en forma de desafío con la mirada perdida.

 - Un río de agua salada no es útil... es raro, pero... - Sasaki hizo una mueca moviendo la cabeza con tono desaprobador.

 - Y Atenea entregó el olivo... el árbol resistente, que da leña, fruto y aceite, trabajo para los campesinos, virtudes en perfumes para la aristocracia... un árbol resistente al mal tiempo, un árbol que nunca pierde la hoja... un árbol que puede llegar a vivir cientos de años...

Su voz bajó de tono, como si estuviese repitiendo las palabras de la diosa en aquella ocasión.

 - ¿Y bien? ¿Quién ganó? - preguntó Sasaki.

Poseidón se giró hacia él, molesto, como si pensase que no le estaban escuchando.

 - La polis pasó a llamarse "Atenas". ¿Es que eres idiota o no me has escuchado?

 - Atenas... Ate... nea, ¡Oh! - él le alegró, como si acabase de resolver un enigma bastante complicado - ¡Lo acabo de pillar!

 - No me lo jures, te creo.

Oh, demonios... ¿cómo podía este hombre ser tan... inocente, en ese sentido? Ya era un anciano, pero algunas cosas suyas parecían de un niño pequeño.

 - Así que perdiste... ¿no es así? ¿Y por eso haces un berrinche y los odias? ¿Por hacer un río de agua salada?

Poseidón apretó los puños, frunciendo el ceño, pero no dijo nada. No, todavía no era el momento... pero se daría cuenta.

 - Atenea se quedó con la ciudad, haciéndole sentir orgulloso a su padre. A mí, finalmente, me adoraron en otro lugar no muy lejano donde sí supieron apreciarme... Corinto. El caso es... que los atenienses acabaron echándome de menos... y suplicando mi ayuda.

En sus labios se formó una pequeña sonrisa, una que no era de muy buen agrado al formarse recordando la desgracia de otros.

 - Fue con las invasiones del imperio aqueménida llegadas desde el este... el país no estaba preparado para la invasión de un imperio que era 10 veces más grande que el propio país. Los reyes persas consiguieron un gran territorio, riqueza y poder, y creían ser capaces de conquistar todo el Mediterráneo. Ni teniendo de su parte a la diosa de la sabiduría, mejor en el arte de la guerra que el propio Ares, la ciudad pudo ser salvada de la destrucción por parte de los invasores.

 - ¿El imperio.. aqueménide? - preguntó - Aún así... Es una pena... seguramente murió mucha gente inocente... - Sasaki apoyó su barbilla en el mentón.

 - Si quieres saber algo más sobre los persas, deberías preguntarle a alguien que está en tu bando de peleadores de la humanidad. Alguien que peleó contra ellos directamente. Respecto a la gente fallecida... No murió tanta como debería - contestó con frialdad - Se dieron cuenta que mi regalo seguía ahí... un río ancho de corriente rápida... de agua salada...

Sasaki le miró, escaneando su rostro. Le estaba tirando una pista, se había dado cuenta de eso, y ahora esperaba que adivinase lo que quería. Frunció el ceño suavemente, cerrando los ojos, pensando e imaginándose la situación.

 - Atenas... ¿está muy cerca del mar? - preguntó.

 - Al lado - contestó sin mirarle.

 - Entonces no tendría ningún sentido que hicieras un río ahí... a no ser que...

Sasaki meditó, lo que hizo que Poseidón le mirase de reojo, esperando que se diera cuenta de ello.

 - No creaste un río... creaste... una bahía...

Poseidón cerró los ojos dejando salir el aire, tranquilamente.

 - Era una bahía larga que hacía que el agua del mar se metiese en la tierra hasta la misma ciudad, como si fuera un golfo, para que tuvieran sus barcos ahí, protegidos por el mar. Es absurdo crear un río de agua salada cuando el mar está a unos pasos.

Sasaki guardó silencio, mirando al dios, que ahora tenía la mirada perdida en la pelea de la arena. Para ellos dos no existían los gritos, abucheos o indicaciones del árbitro, sólo su propio mundo dentro de ese balcón, como si fueran envueltos por una cúpula dejándoles un espacio íntimo.

 - Se dieron cuenta tarde... ¿cierto?

 - Se dieron cuenta cuando sus habitantes quisieron huir al mar evitando morir. Si sus barcos hubiesen estado en mi bahía, no hubieran fallecido tantos, y estarían arropados bajo mi protección cuando saliesen al mar. Pero no quisieron eso. Prefirieron un maldito árbol del que hasta muchos, muchos años después no se dieron cuenta del verdadero uso de su fruto.

Parecía que estaba a punto de dar un golpe contra la barandilla con el puño, pues su voz, aún tantos años después, seguía cargada de frustración.

 - Luego llegaron los lamentos, los lloros, las peticiones de compasión sacrificando animales... pidiéndome que el mar fuera un hogar seguro para ellos... que sacara islas del mar para poder atracar... que no mandase tormentas... pero mi carácter es tan cambiante como el propio mar.

 - ¿No les ayudaste aún así? - preguntó Sasaki mirándole, serio.

 - Ellos eran muy felices con Atenea, que les ayudase ella - Poseidón le dio la espalda con un gesto despectivo. Incluso años antes, cuando Atenas era infinitamente rica por todos los tributos que recibía, prefirieron restaurar la acrópolis para adorar a su diosa favorita... con toda esa riqueza podrían haber construido cientos de barcos trirremos por si algún día necesitaban barcos de guerra o huir al mar. Pero no, era más importante hacer los templos... y recordar a las futuras generaciones que fui derrotado porque ellos no supieron darse cuenta de nada. 

Poseidón se giró hacia él, con semblante orgulloso y decidido, mirándole directamente con las manos en la espalda.

 - Los humanos son estúpidos por naturaleza. Si querías saber el por qué los odio y deseo su extinción... es por eso. ¿Lo has entendido ya?

Sasaki hizo una pausa, con su característica pequeña sonrisa en los labios, mientras se frotaba la nuca despacio, con los ojos cerrados y relajado. Poseidón le miró sospechando, pues no podía ser que estuviese tan tranquilo ahí, a su lado, cuando hace un rato se habían estado matando en la arena.

 - Lo que he entendido después de todo lo que me has contado... - él abrió los ojos finalmente - Es que vosotros los dioses ni siquiera sabéis lo que queréis.

Poseidón se enderezó mirándole con los ojos más abiertos, chocándole su respuesta. Estaba tenso y rígido, mirando a ese viejo humano que se había sentado en el suelo, en la esquina contra la barandilla. Él seguía tan tranquilo, que no le importaba sentarse arrinconado ahí, como si supiese que no le iba a pasar nada. Mientras tanto, Poseidón si se sentía atacado y herido por sus palabras.

 - ¿Cómo... has dicho? - preguntó finalmente.

 - Los dioses os quejáis de los humanos, y los humanos se quejan de los dioses. Cierto es que los humanos tenemos cientas de malas virtudes como dices... pero los dioses no os quedáis atrás. Os quejáis de que ahora que la humanidad es más escéptica, no recibís el culto que os merecéis, pero tú mismo has dicho que preferías que no crearan templos e hicieran más barcos de guerra. Cierto es también que los humanos nos destruimos entre nosotros, hacemos que se extingan animales, plantas que vosotros habéis creado... pero sois vosotros los que crean los terremotos, huracanes, tsunamis que arrasan con lo que creamos nosotros, civilizaciones y vidas enteras destruidas. Vosotros los dioses... sois exactamente iguales que los humanos, salvo que por vuestra inmortalidad, os creéis todavía más. Este torneo está hecho para que por una vez sintáis el miedo que los propios humanos han tenido a los dioses cuando no eran capaces de defenderse de su ira. Los humanos os han hecho perfectos... y después los abandonáis... así que la valkiria mayor os va a pagar con la misma moneda.

Poseidón le escuchó callado, mientras el viento a su alrededor le hacía mecer su flequillo cortado. Finalmente, tras unos segundos eternos, acabó dando una carcajada sonora con esa sonrisa macabra suya, como esa que dio cuando le insultó tan fuertemente.

 - Estúpido humano del montón... no entiendes nada de nada - acabó por decir.

 - ¿Ah, no? - Sasaki sonrió.

Justo en ese momento, un ruido les sacó del mundo donde estaban sumidos, haciendo que Sasaki hiciese un gesto con la cabeza indicándole a Poseidón que mirase la arena. Ahí, ambos, junto con el resto de espectadores pudieron ver que Heracles había muerto a manos del peleador de la humanidad. Al principio, eso causó un leve shock en Poseidón, pero recobró la compostura rápidamente. Heracles no nació como dios, era humano. Siempre le reconoció como un dios... bastardo. No era un dios puro. No había nada de qué preocuparse.

 - ¿Ese es el que te iba a vengar, eh? - Sasaki le miró de reojo - Eso es sólo el inicio del fin, Poseidón.

Mientras el dios seguía mirando la arena, y además viendo las reacciones del resto de dioses, Sasaki se estiró, notando algo que llevaba entre la ropa ancha.

 - Oh, se me había olvidado por completo que lo había guardado aquí...

Sasaki sacó entre su kimono el paquete envuelto que Hrist le dejó al lado de la cama, empezando a desenvolverlo con un suave tarareo.

 - Hey, ten...

No era por haberlo querido atrapar, pero los reflejos de Poseidón, tan elevados como los de Sasaki, le hicieron atrapar el paquete al vuelo sin llegar a mirarlo, hasta que finalmente lo hizo para saber qué le había lanzado.

 - Me has enseñado algo de tu mundo, ¿no es así? Te voy a enseñar a cambio algo delicioso del mío - Sasaki juntó las palmas de las manos bajando un poco la cabeza, como si fuese un pequeño rezo, sin mirar a Poseidón.

 - No quiero nada ni de ti ni de tu mundo, humano.

Estaba por tirar lo que le dio, pero vio en su regazo, mientras Sasaki "rezaba" antes de la comida, una comida con forma de pez. No iba a negar que le llamó la atención, pero miró su paquete, sacando de él otro dulce con forma de pez, hecho de masa de harina y leche, con un curioso olor interior que no sabía descifrar.

 - ¿Qué es esta cosa? - terminó por preguntar.

 - Taiyaki, un pastel japonés - Sasaki sonrió - Está relleno de pasta de judías dulce, y le gusta mucho a los niños.

No era de extrañar, Sasaki era un niño grande...

 - ¿Y por qué le ponéis forma de... besugo? - preguntó observando, rompiendo el dulce por la mitad para ver su interior.

 - Dicen que los besugos traen la felicidad... por lo menos en Japón. Así que este pastel se hace en fiestas con forma de besugo para la buena prosperidad y suerte.

Poseidón giró la cabeza lentamente hacia él, con el dulce partido en las manos y un gesto indescifrable.

 - ¿Qué los besugos traen... qué? - preguntó mirándole sin creerlo mucho.

 - La felicidad.

 - Ya lo había oído - contestó ofendido.

 - ¿Entonces para qué preguntas? - Sasaki le miró masticando.

Poseidón hizo un gesto despectivo con la mano, partiendo un pequeño trozo con la mano del dulce, llevándoselo a la boca. No estaba malo ni sabía mal, sólo era un sabor desconocido para él, y era cierto que para muchas personas, el dulce de oriente se hace pesado y muy empalagoso. No estaba mal, pero no comería más de ese besugo.

 - Oh, cuando le conté lo del taiyaki a Hrist, me dijo que soy un besugo diferente. No traigo la felicidad, pero la llevo siempre conmigo. Que para la mierda de vida que he tenido, soy demasiado positivo...

Sasaki se levantó, terminando de comer y lamiendo uno de sus dedos, sacudiendo luego su ropa.

 - En fin, me voy, he dejado a unos compañeros algo colgados, la verdad. A ver si ahora los encuentro.

Poseidón no iba a responder a nada de lo que le había dicho, no tenía por qué hacerlo. Mejor que se fuera ya. Dulces que traen la felicidad con forma de besugo... ¡Sasaki sí que era un besugo! Pero un besugo feliz al fin y al cabo.

Cuando iba a marcharse del balcón al no tener por qué seguir ahí, un grito con el nombre del japonés completo, más bien de advertencia, le llamó la atención, más cuando vio pasar al japonés corriendo perpendicularmente a la trayectoria del dios con una gran velocidad. Detrás suya, su valkiria, la que ruge, corría para alcanzarle.

 - ¡¡Te dije que no te levantases de la camilla ni hicieses ninguna tontería!! - gritaba pasando al lado del dios, que seguro ni se dio cuenta que estaba ahí - ¡¡Que tienes que descansar!! 

 - ¡Sólo me fui a ver el combate y a comer el taiyaki que me diste! - se excusó mientras corría en sandalias, obviamente sin mencionar sus primeras intenciones de darse "un paseo" en la zona de los dioses.

- ¡¡Que te acaban de coser el estómago!! ¿¡Qué no entiendes que no puedes comer sólido o qué?!

 - ¿Entonces para qué me los das? - su voz ya sonaba muy lejana.

 - ¡¡Para luego!!

 - ¿Y si te digo que los he masticado mucho te sientes mejor?

Poseidón dio un largo suspiro, escuchándolos de lejos gritarse. Realmente los humanos eran raros... ese mucho más que el resto. No cabía duda.

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Holi :3

Sólo quería aclarar dos cositas de este One- Shot :3

 - Primero que el mito dice que ciertamente Poseidón creó un río de agua salada para esas personas, pero aquí lo he transformado a que el río fue tan corto y tan ancho que terminó siendo una enorme bahía. En la actualidad, muy cerca de Atenas pasa un pequeño río llamado Céfiso, muy corto de distancia además y de pequeño caudal, pero ¿sabéis dónde desemboca? En el golfo Sarónico :3 ¿Y qué mierda es el golfo Sarónico? Pues es el golfo que engloba toda la parte de Atenas y muchas otras ciudades de la costa importantes, así como un accidente geográfico llamado Istmo de Corinto. ¿Corinto? ¿No era la polis cuyo dios políade era Poseidón? Si Poseidón se hubiese quedado también con Atenas, todo ese golfo hubiese sido un gran lugar para que Poseidón protegiese a sus adoradores. Esa es la pequeña teoría en la que me he basado para esta historia :3

 - Segundo que el taiyaki es posterior a la época de Sasaki, pero lo he añadido aquí como si ya lo hubiese comido de antes porque me ha gustado la idea para este one-shot, siendo un elemento atemporal para su época de vivo :3

¡Espero que os haya gustado, nos leemos pronto! 😘

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