Nuestro último viaje (Lu Bu Housen X Randgriz)

La sangre goteaba del filo de su lanza, más corta que las demás debido al menor tamaño del usuario a comparación de los demás portadores. Observando con ojos desinteresados los dos cuerpos de un matrimonio que yacían muertos en un cuarto, el niño Lu Bu Housen dio un bostezo y luego les dio la espalda a los cadáveres.

¿Qué tenían ellos de especial para merecer a un hijo adoptivo como él? Esa era la pregunta. Su padre adoptivo, un poderoso general chino, se había interesado tanto en esa joven promesa del arte bélico que le había nombrado su hijo prometiéndole un brillante futuro a su lado, enseñándole todo lo que debería saber para cuando fuera adulto. Pero todo lo que quería enseñarle a Lu Bu... era insuficiente.

La muerte de sus padres adoptivos, con los que apenas estuvo unas semanas, era la única manera de hacer ver a todo el mundo que él era el más fuerte, y nadie lo retendría a su lado impidiéndole avanzar por el camino de encontrar a alguien más fuerte que él.

Cuando se dirigía hacia la puerta dejando pequeñas gotas de sangre que caían de su lanza hacia el suelo, una pequeña luz con una débil presencia hizo al niño ponerse alerta y volverse sobre sus espaldas apuntando con su lanza hacia donde estaban los cadáveres.

Como si fuera un espejismo visto entre el agua congelada, Lu Bu pudo ver sentada entre los dos cuerpo del suelo a una hermosa mujer de larga cabellera roja como la sangre, en una postura cómoda, mientras tocaba con sus manos a los dos cuerpos que tenía al lado. Luego, levantó despacio la mirada hacia él, haciendo que sus ojos destacaran sobre su piel blanca, y dedicándole una pequeña sonrisa. Tras un pequeño destello, desapareció, junto con las almas de los dos cadáveres.

El niño se había quedado helado mirado esa imagen, y lentamente apartó su lanza de esa posición ofensiva y la bajó, sin dejar de mirar el lugar, ahora un poco aturdido.

 - ¿Meng... Po?* - preguntó en voz baja.

(* - Meng Po es la diosa china que se encarga de llevar almas a la nueva vida y borrar su memoria para que estén listas para volver a reencarnarse)

Después de eso, Lu Bu salió del lugar, y se subió de un salto a un caballo sin riendas, listo para marcharse de allí. En su larga trayectoria de muerte y destrucción por aburrimiento, no se olvidaba de mirar atrás, hacia el mar de cadáveres que dejaba a su paso, buscando con la mirada a la mujer que creía que era una de sus deidades y poder volver a verla.

*

1ª Batalla del Ragnarok: Thor VS Lu Bu Housen

*

La repentina aparición del general volador, seguido de todos sus guerreros, hicieron que todos mirasen con admiración al bando de los humanos. Lu Bu, grande e imponente, miraba a todas partes sin saber cómo había acabado ahí, pero no hablaba ni gesticulaba. No necesitaba ser muy listo para saber que era una arena de combate, y sonrió ampliamente al escuchar su nombre, mientras se fijaba en el enorme hombre pelirrojo que le esperaba en medio de la arena con el arma más grande jamás vista por los ojos del chino.

Ante la mirada de todo su ejército, Lu Bu se bajó de los lomos de Red Hare, y avanzó subiendo a la arena sin apartar la mirada del hombre que le esperaba.

 - ¡Mucha suerte, mi señor! - declaró su estratega Cheng Gong - ¡Usted volverá a demostrar ser el más fuerte!

Lu Bu no contestó, pues a los ánimos del joven se sumaron los de todo su ejército. Mientras, las valkirias estaban pendientes del comienzo de la pelea, viendo como ambos se acercaban caminando lentamente, observándose, como si fueran dos fieras encarceladas. Los pasos de Thor hacían un ligero sonido metálico por sus botas al chocar contra el suelo, al contrario que los silenciosos pasos descalzos de Lu Bu, que en este caso, era el chirrido de la punta de su lanza siendo afilada contra el suelo mientras caminaba.

Ese combate sería... realmente emocionante, y recordado en la vida del vencedor y de todos los espectadores.

*

El golpe que detuvo Thor con su martillo mientras que Lu Bu y su lanza caían del cielo sonó fuertemente, mientras que ambos rivales se miraban a los ojos con una sonrisa de satisfacción. En ese combate, ambos enseñaban su mejor sonrisa, pues de verdad estaban disfrutando del combate.

El ejército de Lu Bu se sobresaltó al ver a Cheng Gong llorar como un bebé.

 - ¡Oh, mi señor luce tan emocionado! - lloriqueó - ¡Me siento tan feliz de que él lo esté disfrutando! ¡Nos está enseñando la mejor de sus sonrisas!

No muy lejos de Cheng Gong, un pequeño dios animaba con todas sus ganas al dios Thor.

 - ¡Ánimo, Thor-sama! - gritaba Forseti secando sus lágrimas de emoción - ¡Demuestre que no hay dios más poderoso que usted!

Ambos fanáticos de ambos guerreros cruzaron su mirada por un momento, lo justo para cambiar el gesto de su rostro a uno desafiante y amenazador, enfrentados por el cariño y devoción hacia el enemigo que apoyaban.

Mientras, Thor empujó con su martillo a Lu Bu, que salió volando por el aire dando una voltereta calculada, cayendo de pie y en posición de combate, con su lanza preparada. Brunhilde sonrió, mientras detrás de ella aparecían varias siluetas. Geir se percató y miró impresionada.

 - ¡Hermanas! - dijo con felicidad - ¡Es la primera vez que nos reunimos las 13!

 - Sí, hermana Geir - una preciosa valkiria se acercó, resaltando su vestido blanco y su largo pelo de las demás - Todas hemos acudido a la llamada de nuestra hermana mayor.

 - Randgriz, acércate - mencionó Brunhilde girándose hacia ella.

La valkiria llamada de esa manera se acercó, bajando la cabeza y arrodillándose delante de su hermana mayor.

 - Entrégame tu cuerpo - pidió - Haz que sea posible la victoria de los humanos.

Randgriz giró la cabeza, mirando hacia la arena, en especial, hacia Lu Bu. Luego cerró los ojos sonriendo.

 - Será un placer, hermana Brunhilde.

Y con un bonito brillo convirtiéndose en estela de luz, la valkiria voló desde su posición hasta acabar encima de la lanza de Lu Bu, donde hizo que todos se detuviesen un instante para comprobar qué ocurría. El chino abrió los ojos al encontrar la figura entre el brillo de luz de la mujer que un día vio de pequeño, esta vez dándole la espalda, mientras su lanza comenzaba a brillar y ella se materializaba poco a poco.

Randgriz se giró un momento a ver el rostro de Lu Bu, solo para comprobar que la había reconocido después de tantos años. Ella le sonrió al ver que él también sonreía, y cerrando los ojos, se materializó en una lanza, igual a la vista de la anterior... pero Lu Bu sabía que no era así. Esa lanza tenía la largura, el peso, el agarre y el filo perfecto. Además, su nueva arma era una poderosa entidad. La sonrisa de tiburón del general chino se amplió.

 - Ahora tengo un arma poderosa e irrompible - declaró contra Thor - Ideal para un dios inmortal.

 - Estoy deseando que te tragues tus palabras - Thor contestó con una sonrisa, colocando su martillo en su hombro.

*

Todos los espectadores se taparon los ojos al ver que el ataque más poderoso de Thor impactaba de llevo en Lu Bu, creando una gran nube de polvo alrededor. Entre el silencio de la multitud y la calma tras el tremendo ruido, el relincho de un caballo encabritado se escuchó entre el ejército de chinos, que al no tener riendas ni silla, no pudieron agarrarle para apaciguarle y calmarle. Este caballo era el propio Red Hare, que daba saltos y coces como si sus propias patas le doliesen.

Cuando el polvo se disipó, todos vieron como el chino había detenido el golpe de Thor con su lanza y su cuerpo, pero también vieron con sumo horror como sus piernas quebraban antes la presión y la fuerza que aguantaban. Sus huesos quebraron y cortaron su piel y músculos, apareciendo ensangrentados a la vista de todos.

Cuando Thor retiró su arma, las piernas de Lu Bu no pudieron soportarlo más, e hicieron al general caer de rodillas frente al dios Thor, apoyándose en su lanza para no mostrarse rendido. Lu Bu miró de reojo sus piernas, encontrándolas dobladas y completamente inservibles, y apretó los dientes. Thor le miraba seriamente, esperando una respuesta del chino, rendirse y morir, o continuar peleando. 

El mismo relincho de antes volvió a escucharse, esta vez haciendo eco y de una forma mas desesperada. El caballo pardo de Lu Bu, Red Hare, cabalgaba velozmente por el corredor hacia la arena, saltando hacia ella y cambiando su galope al trote a medida que se acercaba a su dueño.

 - Oh, vaya... - Thor le miró - Tenemos a un intruso aquí...

Lu Bu levantó la mirada al escuchar los cascos del caballo a su lado, encontrándose con los ojos fieros del animal con el que tantas invasiones había llevado a cabo montado en su lomo, siendo muchas veces más fiable y confiable que cualquier humano.

 - Red Hare... - le llamó en voz baja mirándolo.

El caballo dio un suave relincho a su lado, haciendo vibrar sus labios y agitando su crin, pidiendo que la agarrase y se subiese a su grupa. Ni en su última batalla, Red Hare estaba dispuesto a dejar pelear solo a su dueño.

Los gritos ensordecedores de Cheng Gong se escucharon de lejos, animando de nuevo a su lord y dando grandes saltos emocionado, siendo seguidos por el resto. Thor, mientras, seguía observando en silencio, esperando pacientemente.

Lu Bu apretó el mango de su lanza entre sus manos, notando que sus piernas no respondían a sus órdenes, y frustrándose cada vez más por querer continuar la batalla. Fue entonces cuando notó un brazo rodear su costado, a la vez que uno de sus brazos se colocaba sobre unos pequeños hombros. Lu Bu vio que a su lado, envuelta en un pequeño espejismo de luz, la valkiria que se había convertido en su arma, le sujetaba por un lado.

 - Haremos esto juntos si lo deseas - le dijo ella con su suave voz - Estoy segura de que podemos seguir. Tu fin no es acabar arrodillado ante un dios, pues incluso a él lo decepcionarás si no te levantas. Estoy contigo en lo que decidas hacer.

Lu Bu la miró en silencio un momento, entendiendo que ella tal vez no era la diosa china que creía durante todo el tiempo. Luego dio una sonrisa ladina, dejándose sujetar por ella, mientras que agarraba también la lanza rompiendo el suelo, mientras que se levantaba despacio, haciendo que los ojos y la boca de todos los espectadores se abriesen de par en par. Al estar completamente de pie, vociferó un enorme grito al cielo, indicando que no estaba acabado.

Thor sonrió también de una manera bastante horrorosa con una extraña y grave risa de satisfacción, al ver cómo Lu Bu agarraba la crin de su caballo, y en un ultimo salto en el que sus huesos terminaron de asomar y desgarrar la carne, se subió a lomos de su amigo.

Agarrando por el final del mango su lanza y cruzando la mirada con la de su caballo, Lu Bu sintió que estaba preparado para ejecutar el golpe, que sin ninguna alguna, sería el más fuerte que dio en toda su vida. Mientras que el caballo comenzaba a galopar hacia el dios, Thor sonreía preparando su golpe, que impactó con la fuerza sobrenatural de su martillo desatado contra la mejor técnica de Lu Bu con un arma divina.

El sonido del golpe y la luz hicieron que muchos cubrieran su rostro de expectación ante tal emocionante batalla, para finalmente revelar a la lanza de Lu Bu siendo quebrada por el golpe directo, además de que él había perdido su brazo izquierdo y su pierna derecha, siendo desgarradas.

Su lanza se desvaneció, volviendo a aparecer a la derecha de Lu Bu la valkiria Randgriz con un gemido de dolor, mientras caía al suelo, derrotada. Lu Bu tuvo el impulso de extender su brazo hacia ella al verla caer, y al moverlo se dio cuenta, de que ese brazo pendía de un hilo de piel, literalmente, y no pudo impedir que ella cayera al suelo.

El chino apretó los dientes, enseñándolos al ver su brazo, y abriendo la boca, mordió su brazo, sacudiendo la cabeza como un perro rabioso para arrancar definitivamente ese trozo de carne restante, que cayó al lado de la valkiria.

Le dedicó entonces una última sonrisa al dios Thor, con sus dientes y sus labios manchados de su propia sangre y dio una mirada al cielo azul.

 - No me cabe duda... - dijo golpeando con toda la fuerza que le quedaba en su única pierna partida el flanco de su caballo, ordenando que volviese a la carga contra Thor.

Red Hare relinchó con rabia y comenzó de nuevo a galopar contra el dios, que preparaba su martillo con una sonrisa de satisfacción.

 - Aquel día que de niño vi un inmenso rayo caer del cielo y destrozar un árbol centenario... - pensó Lu Bu mientras se aproximaba a Thor con la mejor de sus sonrisas - Pensé que el cielo era un lugar enorme, y que para gobernar un lugar enorme... debía tener un gobernante increíblemente fuerte que expresase su poder de esa forma, para impresionar a los humanos. No me diste miedo, me causaste admiración. Y muy seguramente, este sentimiento que tengo ahora en mi pecho, sea lo más parecido a la felicidad y satisfacción que buscaba en mi monótona y aburrida vida.

Lu Bu recibió la muerte de manos de Thor con una sonrisa y los ojos abiertos, con un golpe lleno de gracia del martillo en su cabeza, quedándose pegada la piel pegada al acero, y mandando volar los huesos destrozados junto con su cabellera.

Un gran grito llegó desde la garganta de Cheng Gong, que gritaba el nombre de su lord intentando saltar la valla que separaba la arena de los espectadores entre lágrimas, pero los demás le agarraban para evitarlo, con todo el dolor de su corazón.

Thor se quitó la sangre que salía de su pecho con los de dos y la arrojó al suelo, mientras daba la espalda a la arena y se marchaba caminando, mientras Heimdal anunciaba orgulloso la primera victoria de los dioses.

 - ¡Alto ahí! - se escuchó gritar.

Thor se detuvo, y se giró lentamente. En medio de la arena, tembloroso y apartando sus lágrimas, Cheng Gong estaba al lado de Red Hare, que resoplaba expulsando sangre de sus narices, mientras que sus patas temblaban de pura impotencia y rabia.

 - ¡No hemos terminado! - Cheng Gong enfrentó al dios.

Thor se terminó de girar con curiosidad, pero cuando Heimdal quiso interponerse para decirle que estaba prohibido, su cuñado le detuvo con una mano.

 - Será sólo un momento... - dijo el dios con una sonrisa - Siempre suelo cumplir los deseos de los mortales.

*

Cuando Lu Bu abrió los ojos lentamente, vio que la arena de batalla, los espectadores, su ejército, y todo lo demás había desaparecido. Se encontraba solo en un lugar abierto, sin suelo ni techo, sin camino ni final. Él frunció el ceño mirando alrededor, tratando de saber dónde se encontraba. Miró sus brazos, completamente unidos y enteros, y movió sus dedos para asegurar su movilidad. Luego se dobló hacia abajo hasta que su cabello arrastró en el suelo para comprobar las heridas de sus piernas, que se encontraban en perfecto estado. Finalmente, tras enderezarse, se llevó las manos a la cabeza, comprobando que estaba entera y en su sitio.

 - Aquí estás - se escuchó a su espalda.

Lu Bu giró la cabeza para ver a la diosa detrás de él, con las manos juntas y una sonrisa, con un gesto relajado. Tras observarla un momento, dijo...

 - Me estabas esperando... - dijo sin cambiar su gesto serio.

 - Por supuesto - ella contestó con una sonrisa - Necesitas que te guíe en mi último viaje. Pensé que tal vez quisieras compañía.

Lu Bu se giró por completo hacia ella. Ya no tenía la piel ni el vestido roto y quebrado tras el golpe con el Mjolnir, como si ella fuera de cristal, y se encontraba como él, en perfecto estado.

 - No eres Meng Po - aclaró él - A ella no le interesan las batallas.

 - No, no lo soy - ella sonrió acercándose - Yo soy Randgriz, la cuarta hermana valkiria, una semidiosa. Me encargo de llevar las almas de los guerreros al más allá, y excepcionalmente, he sido hoy tu arma divina.

Lu Bu se rascó la sien mirándola. Ahora todo encajaba en su mente, eso tenía más sentido.

 - Entonces... ¿por qué te pude ver aquella vez? Cuando era un niño... - preguntó en voz baja.

 - Muchas veces las almas de los guerreros se niegan a abandonar el cuerpo, sobre todo cuando son asesinados injustamente o no pueden aceptarlo - comentó ella - Es cuando nos toca acercarnos a ellos y convencerles de que no hay marcha atrás. Tuviste suerte de verme.

Lu Bu la miró con seriedad durante unos segundos, y luego abrió su gran boca llena de dientes afilados en una carcajada bastante horrenda.

 - ¡Últimamente tengo mucha suerte! - rio.

Randgriz se relajó al comprobar la causa de su risa, y luego tendió su mano hacia él.

 - ¿Estás preparado? - preguntó ella - Este será el último viaje que realice, y estoy contenta de que sea así.

Lu Bu miró su mano parando de reír y la agarró entre su gran mano sin pensarlo mucho.

 - Vamos allá - aceptó.

 - Oh, espera un segundo... - pidió ella antes de empezar a caminar - Creo que... en mi último viaje iré muy bien acompañada.

 - ¿Eh? - gruñó él - ¿A que te refieres?

 - ¡¡Mi Lord!! - se escuchó detrás.

Varios soldados agarraron a Cheng Gong para taparle la boca, y Lu Bu descubrió con sorpresa que todo su ejército llegaba detrás de él.

 - ¡Cállate! - riñeron algunos soldados al estratega - ¡El Lord está con una señorita, no molestes!

 - ¡Es que me alegro tanto de verle de nuevo! - lloriqueaba el otro con la boca casi tapada, llenando la mano de un soldado de lágrimas.

Lu Bu le miraba incrédulo, y luego su mirada se dirigió hacia Red Hare, que se acercaba hacia él con la cabeza baja, como si fuera un gran perro sumiso. Lu Bu le miró tendiendo su otra mano hacia él, poniéndola bajo su morro para alzarlo un poco hacia él.

 - Levanta la cabeza, amigo mío - pidió - Tienes tanto derecho como cualquier guerrero a emprender este viaje con nosotros, pues tu nobleza y fidelidad no se podrán volver a encontrar por todas las llanuras chinas ni mongolas.

El caballo resopló agitando su crin, levantando su cabeza bien alta un relincho de felicidad, golpeando el suelo con sus cascos, y apegándose a él para que se subiera a su grupa.

Lu Bu sonrió un poco, y agarró su crin para subirse de un salto sobre su lomo desnudo. Luego, tendió su mano derecha hacia Randgriz.

 - No pude sujetarte cuando caías - dijo mirándola - Me aseguraré que no vuelva a pasar.

Randgriz sonrió ampliamente, tomando la mano que Lu Bu le ofrecía, y él dio un fuerte tirón para subirla a la grupa del caballo, sentada de lado, delante de él y bien sujeta.

 - ¡Muy bien, mis soldados! - gritó con una sonrisa viendo a su ejército formar detrás de él - ¡Sigamos las indicaciones de la señorita hacia el último viaje de nuestra vida!

Los chinos gritaron animándose y acatando la orden, mientras Red Hare se alzaba sobre sus patas traseras con un relincho de felicidad y Lu Bu apretaba las piernas contra sus costados, para evitar que se cayesen la valkiria y él al no tener sillas ni riendas.

Tras eso, el caballo comenzó a dar un ligero trote donde la valkiria le indicó con el dedo, y tras ellos, con una sonrisa encabezados por Cheng Gong, corría todo el ejército del general volador.

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