¡Humanos, os necesito de niñeros!
Continuación de ¡Valkirias, os necesito de niñeras! 2ª Parte
Espero que os guste ^^
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Brunhilde miraba el panorama delante de ella con los ojos abiertos e incrédulos. A su lado, Geir miraba también, sin poder creerse lo que veían sus ojos. Ambas valkirias se frotaron los ojos a la vez y volvieron a mirar, para ver si era un espejismo o una alucinación, pero todo seguí igual que estaba.
- Geir... - la llamó la mayor - ¿Es una pesadilla?
- Entonces estamos teniendo al misma, hermana... - contestó ella.
Delante de ellas, sentadas en el suelo e intentando levantarse, cinco niñas pequeñas de escasos tres años estaban distraídas. Una intentaba dar unos pasos sin caerse, otra seguía gateando por el suelo, etc. Y lo más curioso es que una de ellas era un linda pelirroja de ojos tiernos; otra, para ser tan pequeña, ya usaba gafas; otra pequeña niña rubia con una pequeña trenza parecía tener cambios de personalidad; otra niña rubia como la anterior pero con dos coletas disfrutaba de flotar en el aire aparentando que hubiera ausencia de gravedad; y la última niña, por muy increíble que fuera, estaba de pie perfectamente, haciendo pequeñas sentadillas y moviendo los brazos al ritmo.
Aquellas hermanas suyas que serían dentro de una maldita hora las Volund de sus participantes... eran ahora unas niñas de tres años. Sin poder controlar sus poderes, sin ser capaces de hacer mucho más de lo que haría un simple humano, pero con sus cualidades divinas.
- Primero los fallos del panel con las edades equivocadas y ahora esto... - Geir se deprimió, bajando los hombros - El destino no quiere que participemos en esto...
- El destino no existe - sentenció la mayor cruzando los brazos - Son los dioses. En ese caso, un maldito dios nórdico que no puede estarse quieto ni un maldito segundo.
- ¿Hablas de Loki-sama? - preguntó ella - ¿Crees que es el culpable?
- Sin ninguna duda - contestó Brunhilde con seriedad - Debo ir rápidamente a hablarle de esto a Zeus-sama y a Odín-sama. Puede que consiga más tiempo o mejor aún, que hagan que ellas vuelvan a la normalidad.
- ¡Pero hermana! - le llamó Geir - ¡Si haces eso... se darán cuenta de nuestro plan de las Volund!
- ¿Crees que no lo saben o que no sospechan algo ya? - contestó ella caminando - Si no, no habría otro motivo por el que Loki-sama ha hecho esto para inutilizarlas, con perdón de la expresión - dijo bajando la mirada - Además, te recuerdo que un dios ya está de nuestra parte.
- ¿Entonces te vas? - preguntó alarmada - ¿Y qué hago yo mientras? - ella le siguió.
- Cuidarlas - sentenció - O mejor aún - Brunhilde se giró hacia ella con una sonrisa ladina - Que los humanos les devuelvan el favor. Diles que sólo será por poco tiempo y que tú les vas a ayudar. ¡Deséame suerte!
Dicho esto, Brunhilde se marchó corriendo, dejando a Geir totalmente aturdida. Sólo de pensar en que tenía que decirle a Adán, Jack, Raiden, Sasaki, y sobre todo a Lu Bu que tenían que cuidar de una niña... hacía que las piernas le temblaran enormemente. Y además, estaba al cargo de todo.
Un par de minutos después, los cinco hombres fueron llamados y se encontraban en la sala principal, de pie y en fila. Jack estaba callado y golpeaba ligeramente el mango de su bastón mirando al frente; Raiden se masajeaba el cuero cabelludo con una expresión despreocupada; Sasaki esperaba paciente, al igual que el primero, pero con una tranquila sonrisa; Lu Bu bostezaba aburrido, esperando tu turno para luchar; y finalmente Adán, que para no perder la costumbre, estaba comiendo una manzana con los carrillos llenos.
Y finalmente, delante de ellos, una pequeña valkiria temblorosa ante los hombres, con las piernas juntas y queriendo poner su mejor sonrisa pese a la inseguridad.
- Bien... esto... - ella estaba muy nerviosa.
- Vaya, tú eres la otra niña valkiria, ¿no es así? - Sasaki se agachó a verla de cerca - La hermana pequeña de Hrist, si no me equivoco.
- Así es, señor Kojiro - ella asintió, notando más tranquilidad al ver a ese hombre de sincera sonrisa que no mostraba signos de malicia alguna - Les he llamado porque... ha surgido un imprevisto más antes del Ragnarok...
- ¿No podremos pelear? - preguntó Raiden mirándola - Entonces esperaré en mi habitación.
- ¡N-No es eso! - pidió ella mirándole - ¡Es que... Loki-sama ha hecho una de sus jugarretas y...!
Los cinco hombres miraron detrás de ella, para ver a las cinco niñas que estaban sobre una manta tendida en el suelo, entretenidas. Luego miraron a la valkiria menor a la vez, que se sentía cada vez más intimidada.
- El caso es que... mientras mi hermana mayor soluciona esto, quiere... - ella desvió la mirada temblando - Que les devolváis el favor anterior... cuando ellas os cuidaron la vez que llegasteis siendo niños.
El silencioso ambiente comenzó a mezclarse con la tensión que emanaba de esos hombres, el cuál ninguno se movía, manteniendo esos cinco pares de ojos clavados en Geir, haciendo que la menor quisiera derrumbarse en el suelo.
Raiden se miró junto con Sasaki a su lado, Adán lanzó los restos de la manzana hacia un contenedor sin mirar a nadie, Lu Bu levantó una ceja junto con la comisura del labio, enseñando un colmillo molesto, y Jack se acarició la punta del bigote. Cuando Geir pensaba que se iba a ahogar de la presión en su garganta, el inglés habló.
- Muy bien, acepto.
Todos le miraron en silencio. Jack se mantenía mirando al frente, sin inmutarse.
- ¿S-Sí, señor Jack? - Geir le miró esperanzada.
- La joven Hlökk no parecía feliz de tener que hacerse cargo de mí hace años... o para ustedes, escasas horas. Sin embargo, lo hizo.
Tras unos segundos de silencio, Jack alzó un poco el mentón y dio una ligera sonrisa.
- Devolver favores... también es la esencia de un caballero.
Él comenzó a caminar hacia las niñas, que jugaban tranquilas en un lado.
- Además, ¿es sólo un rato, cierto? - preguntó alejándose, aunque en realidad no esperaba respuesta, sino era para animar un poco al resto.
- Yo no tengo ningún problema - Adán confirmó poniéndose las manos detrás de la cabeza - Sé tratar con niños... aunque no con niñas... Supongo que será igual.
Y dicho esto, caminó detrás del inglés. Geir miró esperanzada a los tres hombres que le quedaban.
- Ahh... esto es raro... - Sasaki dio una sonrisa de circunstancia rascándose la nuca - Yo nunca he tratado con niños... siempre he estado solo o con mis maestros...
- Yo tampoco - le contestó Raiden - Era demasiado grande ya desde niño, y los demás no se acercaban a mí por miedo a que les hiciera daño. Sólo luchadores.
Luego miraron a Lu Bu, que no dijo una palabra desde que apareció, ni tenía intención de decirla.
- Este hombre tampoco tiene pinta de haber tratado nunca con niños... - dijo Sasaki a su lado - Es más... tiene pinta de ser el monstruo de las historias de terror de los niños...
- Sí... parece un yokai... - confirmó Raiden.
- En fin, muchachos - Sasaki comenzó a caminar - Si algo he aprendido en mi vida, es que si no sabes hacer algo, fíjate de cómo lo hace alguien que sí sabe. Voy a aprender de este muchacho rubio para cuidar de mi pequeña Hrist.
Raiden parpadeó viéndolo marchar, y dio un pequeño suspiro. Desganado, comenzó a caminar también, y Lu Bu, tras girar los ojos y dar un gruñido, los siguió.
Las niñas estaban tranquilas, jugando entre ellas sobre aquella mullida sábana sobre el suelo para que no se enfriasen. Adán estaba sentado en el suelo, observándolas, y Jack se había sentado en una mesa cercana.
- Muy bien, muchacho - Sasaki se sentó al lado de Adán - Enséñanos a cuidar de nuestras Volund. ¿Qué hay que hacer?
- Nada - contestó Adán desganado.
- ¿Nada? - repitió Sasaki impresionado.
- Nada. Ellas están tranquilas ahora. Sólo necesitan supervisión.
- Vaya... - Sasaki las miró - Parece sencillo entonces.
- De momento... espera a que se aburran de jugar entre ellas y quieran acercarse a nosotros - Adán dio un bostezo - Es importante ser tolerante y hacerlas sentir seguras...
En ese momento, una niña pelirroja se levantó del suelo con torpeza, manteniendo el equilibrio, y se acercó hacia el general chino tendiéndole las manos con una sonrisa. Él, con los brazos cruzados, la siguió con la mirada hasta sus piernas mientras alzaba una ceja interrogante.
- Aunque siempre hay excepciones, como esta niña... - Adán la seguía con la mirada, viendo como ella no temía del chino.
La niña le miraba con una sonrisa. Tenía el mismo peinado que el que llevaba de mayor, salvo que su melena era más corta, y se ponía de puntillas mirando a Lu Bu.
- ¡Upa! - exclamó la pequeña.
- ¿Uu... pPaah? - repitió Lu Bu despacio con la voz ronca mirándola.
- Upa - repitió Adán - Arriba. Quiere que la tomes.
Lu Bu le miró de reojo, no muy convencido. Luego descruzó los brazos y se agachó hacia ella, agarrándola de la parte del cuello del vestido por detrás del cuello, levantándola así del suelo, como si fuera un perro al que levantas del pellejo del lomo.
- Eres bruto hasta para eso... - susurró Sasaki mirándolo.
- De debajo de los brazos - indicó Adán, sosteniendo a la niña con lentes de esa manera mientras se levantaba - Y luego metes un brazo por debajo de sus piernas para sentarla.
Lu Bu miró a la niña, y la sentó sobre su brazo de esa manera. Ella sonrió apegándose al hombro del chino, quedándose quieta, metiendo su pulgar en la boca.
Mientras, sentado en la silla con las piernas cruzadas, Jack veía a la pequeña Hlökk acercarse flotando hacia él con curiosidad. Ella tenía ese poder desde el nacimiento, pero no lo controlaba bien, y muchas veces parecía que había gravedad 0 a su alrededor.
- Pequeña Hlökk... - le llamó él - ¿Quieres sentarte y descansar un poco?
Ella miró la mesa, teniendo espacio para cinco sillas más. Luego sonrió ampliamente, teniendo una idea para entretenerse. Dando palmadas al aire con suaves risas, empezaron a aparecer cosas en la mesa, sorprendiendo al inglés. Primero un mantel bordado, luego pequeños platos, una tetera, tazas, un jarrón con flores, una bandeja vacía, y finalmente, cinco enormes peluches de animales que ocupaban los asientos vacíos.
- Oh, estos son los juguetes favoritos que tenía la hermana Hlökk cuando era niña... - comentó Geir acercándose - Parece que quiere jugar a tomar el té con usted.
- Está bien - Jack aceptó - Puede que sea el único juego de niños... al que sepa jugar.
La niña sonrió más cerrando los ojos, siendo adorable con sus dos coletas muy pequeñas a los lados y su vestido rosa, que se entretuvo sirviendo té, que en realidad era agua, y pastelitos invisibles como buena anfitriona a sus peluches y al caballero, mientras balbuceaba con ellos como si hablase de verdad.
Unos metros más alejados, Raiden se había sentado en el suelo con las piernas cruzadas, mostrando hacia delante las palmas de sus manos mientras la pequeña Thrud se encontraba, naturalmente, en una adorable posición de combate.
- Oh, ¿quieres pelea, pequeña? - Raiden sonrió - Eres muy valiente al meterte con alguien de mi tamaño.
La pequeña dio unos saltitos animándose. Su manera de jugar era mucho más deportiva que la de sus hermanas, y las enormes manos de Raiden delante de ella la animaban a golpearlas. Ella abrió también sus manos flexionando las piernas, y acercándose a él comenzó a dar palmadas contra sus manos, avanzando. Raiden se impresionó de la fuerza de la pequeña y tuvo que levantarse y empezar a retroceder, tensando sus manos.
- ¡Que fuerza tienes! - exclamó entusiasmado - ¡Y esos son movimientos de sumo! ¡Me encantas, pequeña!
La niña seguía atacando, acompañando cada golpe de un grito pequeño de ánimo, y Raiden retrocedía despacio a cada paso que ella daba, entrenándola despacio.
Mientras, Sasaki tenía tomada a Hrist de debajo de los brazos, mientras la pequeña, con un ojo tapado por su cabello, le miraba curiosa.
- De verdad no cambias nada cuando creces, pequeña. Tienes el mismo rostro - indicó el japonés, sentado aún al lado de Adán y su Volund.
La pequeña parpadeó tranquila, y luego frunció el ceño cambiando repentinamente el gesto de su cara, enfadándose y cerrando los puños.
- Oh, pero ni en eso has cambiado de verdad... - admitió con sinceridad.
Hrist dio un chillido agarrándole la nariz fuertemente y tirando de ella enfadada, a la vez que Sasaki intentaba despegar a la niña de él para que le soltara, y cuando quería agarrar su mano, ella le pegaba en la frente con la que le quedaba libre.
- ¿Una rabieta? - preguntó Adán a su lado.
- ¡No, Hrist es así! ¡Tiene doble personalidad! Tal vez dije algo que no le gustó... - él hablaba distinto con la nariz tapada, aguantando los golpes de la niña.
- Nunca he tratado con niños así... - Adán miró al techo pensando, teniendo a Reginleif sentada en su rodilla - Intenta hacerla reír y que relaje.
- ¡No puedo así! - Sasaki se quejó, incapaz de evitar que la niña le golpeara el rostro.
- Hrist, mira aquí - pidió Adán acercándose un poco.
La niña le miró con un gesto de enfado. Adán usó sus dedos para poner sus orejas de soplillo y sacó la lengua, poniéndose bizco a la vez. Hrist le miró callada un instante, hasta que estiró una mano para agarrar su lengua y tirar de ella sacándosela todavía más, mientras Adán intentaba soltarla sorprendido.
- Te lo dije - Sasaki habló con la voz nasal por tenerla agarrada aún.
- ¡Caia! - gritó la niña.
Hrist soltó la lengua de Adán y con la manita abierta le dio un guantazo a Sasaki en la mejilla, dejándole la pequeña marca de su mano grabada.
- Que carácter... - Adán dijo eso con la lengua fuera, adolorida.
Tras eso, Reginleif se puso a sollozar, queriendo llorar. Adán guardó su lengua y la miró.
- Oh, creo que tú tienes hambre... bien, creo que puedo hacerte una papilla.
Él se levantó, yendo hacia el cesto de manzanas que se había dejado, tomando una de ellas y volviendo con Reginleif. Luego, comió la manzana como si fuera una mazorca y tirando el corazón, masticándolo todo. Luego, echó la papilla de manzana sobre su mano.
- Aquí tienes. Come - indicó él.
La niña miró la papilla, y rompió a llorar. Adán la miraba sin entender.
- ¿No quieres? Así lo hace Eva, Caín y Abel siempre comían así. Es la forma tradicional...
Al llanto de Reginleif se sumó el de Randgriz en los brazos de Lu Bu, y el chino puso una mueca de incomprensión.
- Ella estaba muy tranquila - le dijo Adán meciendo a Reginleif, que no dejaba de llorar - ¿Que has hecho?
- Uhh... - gruñó Lu Bu - UnAa... hiSstoRia... - dijo con la voz quebrada.
- ¿Le estabas contando un cuento y llora? ¿Qué le has contado?
Lu Bu sonrió enseñando todos sus dientes.
- LaAH mUErtee de DonG ZhHuOo - contestó con satisfacción.
- Eso no es una historia para una niña pequeña... - Adán suspiró, comprendiendo los llantos de Randgriz.
- ¡Oe, oe, oe!
Los gritos de Raiden hicieron mirar a los hombres. Thrud había agarrado una mano de Raiden sentándose sobre su muñeca, y estaba tirando fuertemente de un dedo suyo hacia atrás. El luchador intentaba hacer todo lo posible para impedirlo mientras evitaba dañar a la niña.
- ¡Que me quiere partir un dedo, que tiene mucha fuerza! ¡La he empujado al suelo sin querer y ahora se está vengando! - gritó él.
- ¡No se pega a las nenas! - le gritó la pequeña Thrud tirando del dedo todavía más.
Adán lo miró con un gesto entre seriedad y aburrimiento, y buscó con la mirada a Jack y a Hlökk, esperando que ellos estuviesen bien. Sin embargo, la pequeña estaba flotando en el aire con una pataleta, mientras balbuceaba gritando, como si le recriminase algo a Jack. El inglés movía una pierna inquieto, mientras daba golpecitos con un dedo en la mesa, también molesto. Luego giró la mirada al encontrarse a Adán mirándolo.
- Llevo tomadas 12 tazas de té de agua - dijo - Pero a la señorita no le parecen suficientes. Me ha pillado intercambiado mi taza con la del Señor Conejo, que estaba vacía - dijo señalando con el pulgar al peluche a su lado - Y me está regañando. Ni siquiera me deja levantarme y necesito con urgencia ir al lavabo.
Tras la pataleta en el aire, Hlökk comenzó a llorar, flotando en el aire sin dirección marcada, demasiado alta como para que cualquiera de ellos pudiese llegar hasta ella. Todas las niñas se encontraban llorando o enfadadas, y no había manera de calmarlas.
Geir miraba a todos lados, sin saber a quién podría ayudar y cómo.
- Oh, esto es terrible... y mi hermana mayor aún no regresa... - dijo mirando la puerta de la entrada - Debo hacer algo... debo hacer algo, yo estoy al mando... piensa, Geir, piensa... - dijo agarrándose la cabeza y cerrando los ojos - ¡Ah, maldición, necesito ayuda!
Y dicho esto, huyó corriendo de la sala, dejando a los hombres solos a merced de las niñas. Al verla marcharse, Adán se levantó, dejando a Reginleif llorando en los brazos de Jack, que le miró interrogantemente.
- Me voy yo también un momento - dijo avanzando y sin mirar atrás.
Jack alzó las cejas mirándole marchar. Luego dio un suspiro.
- Que caballero tan extraño... - dijo para sí - Es imposible saber qué piensa...
Tras un insufrible minuto por parte de los cinco hombres, intentando entre los cuatro que Lu Bu no perdiese los nervios por tantos llantos a su alrededor, Geir volvió.
- ¡Traje ayuda! - gritó con una sonrisa.
Esas dos palabras sirvieron de alivio a los oídos de los hombres, quienes miraron a la puerta para ver a un gran hombre pelirrojo, de bonita sonrisa, que miró alrededor algo impresionado también. Luego volvió a sonreír.
- ¿Qué les pasa a mis pequeñas hermanas? - preguntó - ¿Estáis tristes?
Las niñas le miraron rápidamente al reconocer su voz, y se libraron de los brazos de los hombres para hacer todo lo posible por correr hacia él.
- ¡Hemano Hécule! - gritaron todas.
El dios las vio llegar a sus piernas, donde ellas se sentían seguras, y ayudó a Hlökk, que iba flotando hacia él, a atraerla y subirla a su hombro. Luego tomó a Reginleif y la subió al otro.
- No pasa nada, todo está bien. Vuestro hermano está aquí...
Lentamente, las niñas dejaron de llorar y se calmaron, al tener la bonita presencia de su hermano Hércules alrededor. Sasaki se tumbó en el suelo, masajeando su nariz y descansando, al igual que Raiden masajeaba su dedo sentado en el suelo. Lu Bu metía su meñique en sus oídos, cansados de sus llantos, y Jack aprovechó para ausentarse un momento e ir a expulsar las 12 tazas de té de agua. Tras eso, Adán volvió.
- Oh, parece que todo está mejor... - dijo mirando.
- ¡Adán! - le mencionó Geir con un poco de enfado - ¿Dónde estabas?
- También fui a por un poco de ayuda... - dijo mirando a su lado.
Acompañando a Adán, venía una linda mujer rubia, un poco más alta que él, que se asomó a la puerta a mirar a su interior.
- ¡Que hermosas niñas! - exclamó sonriente - ¿Las habéis estado cuidando todos juntos? ¡Seguro que lo habéis hecho genial!
- Oh... usted es... - Geir la miró.
- Me llamo Eva - se presentó acercándose con Adán - Soy la esposa de Adán. Él me dijo que necesitaba ayuda con unas niñas pequeñas.
- No se ha querido comer la manzana masticada - le dijo Adán a Geir - Eva es mejor en esto que yo.
Geir puso una mueca, comprendiendo que no haya querido comer una manzana masticada, pero entendía que era su forma primitiva de hacer las cosas.
- Entonces, seguro que con la ayuda del hermano Hércules y de la señorita Eva podremos aguantar hasta que la hermana Brunhilde solucione todo esto - se animó Geir.
*
Unos minutos después, habían conseguido unos biberones y unos cuencos con cubiertos. Las valkirias que tomaban leche lo hacían tranquilas, mientras que Eva y Hércules daban con los cubiertos a las que querían tomar papilla. Raiden observaba a la pequeña Thurd tomar su biberón ella sola, sosteniéndolo y mirándole.
- Y pensar que esta niña tan linda e inocente ha estado a punto de romperme un dedo... - dijo con un suspiro.
- Y esta de arrancarme la nariz... - dijo Sasaki sentado al lado de Hrist, que ya calmada y feliz, comía la papilla que le daba Eva.
Mientras que todos estaban tranquilos, Brunhuilde volvió, y se detuvo al ver la escena. Todo parecía ir estupendamente, incluso Hércules y Eva estaban bien. Aunque habían necesitado algo de ayuda, parecía que todo iba muy bien.
- Vaya, no esperaba encontraros así, sinceramente - dijo avanzando.
- ¡Hermana Brunhilde, por fin! - Geir se alegró mirándola - ¿Qué tal ha ido todo?
- Bien. Los dioses lo han comprendido, y para sorpresa nuestra, ha sido Thor-sama el primero en ponerse de mi lado. Dice que no quiere injusticias ni trampas en los combates, que quiere luchar contra el humano más fuerte.
Lu Bu dio una gran sonrisa mostrando sus dientes. Por fin algo que le gustaba oír.
- Pero parece que os lo habéis pasado muy bien - dijo mirando a Sasaki y a Raiden en el suelo, además de los peluches de Hlökk.
- Sí, nos lo hemos pasado muy bien... - Sasaki giró los ojos - Siendo golpeados por estas pequeñas fieras.
- Pronto vendrán Thor-sama y Loki-sama - dijo Brunhilde con más seriedad - Os pido que os marchéis a vuestros aposentos. Os prometo que vuestras Volund estarán listas dentro de poco para que os unáis a ellas.
Levantándose del suelo y yendo hacia la puerta, las niñas les miraron, dejando de comer.
- ¡Aió! - gritó Hlökk levantando una mano.
- ¡Aió, aió! - siguieron las demás, moviendo las manos para despedirse.
Los hombres se detuvieron, mirando a las niñas, y algunos no pudieron evitar sonreír al verlas ahora siendo tan buenas y tiernas. Brunhilde, cerca de ellos, les miró con seriedad.
- Levantad las malditas manos y decidle adiós a las niñas también - ordenó.
Un escalofrío misterioso les llegó por la espalda a los hombres. Sasaki miró a su Volund, imitando su forma de decir adiós moviendo las dos manos; Raiden levantó una mano tan alta como pudo con una gran sonrisa; Adán se despidió moviendo las dos manos de un lado a otro a la altura de su pecho, a la vez que hacía una burla sacando la lengua para despedirse de Reginleif; Jack hizo una suave reverencia y Lu Bu levantó una mano con simpleza.
Tras su marcha, Hércules y Eva se marcharon también, él con el resto de dioses, ella a las gradas, junto a sus hijos. Pronto las valkyrias volverían a ser adultas, y estarían listas para ayudar a los humanos a plantarle cara a los dioses.
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Y con esto sí que terminan estos tres One-Shots :3
Espero que se lo hayan pasado tan bien leyendo como yo escribiéndolo!
Nos leemos en otros One-Shots! ^^
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