Esa maldita sonrisa (Poseidón x Sasaki Kojiro)
Este pedido ha sido realizado por mi amiga @SxphieTxxp
Atención: este capítulo contiene yaoi ligero no ofensivo para nadie (y a quien le ofenda, tiene un problema de tolerancia, debo decir. No leyendo no te molestará pues)
Así que disfrutad de esta historia con estos dos personajes tan diferentes!
--------------------------------------------------------------
La sangre se escurría a través de la enorme herida en forma de cruz que tenía en su pecho, la cuál fue el detonante para que cayera de rodillas al suelo, apoyándose con las manos delante para no caer de bruces. Su mirada nublada veía sus manos temblar, haciendo todo lo posible por mantenerse y no caer, mientras su mente, cerrada e imperturbable, intentaba procesar que un viejo humano... le había derrotado.
Su tridente, antes majestuoso, se encontraba hecho pedazos a un lado de él, y en la palma de su mano derecha había un corte hecho por la katana del japonés del que salía una espesa sangre, y tenía que esforzarse para que su mano no se escurriese por ella y caer de bruces. No, no delante de un humano. El sonido de los gritos de los espectadores, asustados por una parte, y la otra que deseaba la muerte del tirano parecía muy lejano.
- A qué esperas... - murmuró Poseidón sin levantar la cabeza - Termina, y habrás ganado... por primera vez en tu asquerosa y maldita vida... insignificante pedazo de mierda.
Sasaki le miró delante de él, con sus armas bajadas. A un lado, Heimdal esperaba para anunciar la primera victoria de los humanos con mucha sorpresa. Sasaki le observó con serenidad, y luego alzó la mirada hacia el podio donde los dioses observaban. Veía a ese dios de la corona y el extraño flequillo estar impactado y a Zeus serio esperando el final de su hermano mayor. Luego miró hacia el lugar donde Brunhilde esperaba ansiosa la primera victoria de su bando, y la vio llevarse las manos a la cabeza cuando supo las intenciones del japonés. Ni siquiera el público humano, juntando sus voces en una a coro pidiendo su muerte, consiguieron que Sasaki cambiara sus pensamientos.
Él tenía pensado dejar delicadamente sus dos armas en el suelo, pero antes de ello, Hrist abandonó su forma de arma, apareciendo a su lado con una sonrisa comprensiva.
- Tu corazón es muy sincero - dijo ella con una tímida expresión - Pero en tus manos está el destino... del Tirano de los Mares.
- Gracias, has sido una aliada muy valiosa... - agradeció él, volviendo a mirar al dios en su delantera - Poseidón... no voy a matarte.
Las voces se convirtieron en un sonido de sorpresa llegado de todos a la vez, y luego el silencio. Heimdal no podía cerrar la boca de la expresión que se le había quedado.
- Que mierda dices... - Poseidón elevó la mirada, pero no la cabeza, y su expresión se volvió amenazante.
- Por muy egoísta y arrogante que seas, o por todo lo que me has insultado, no pienso darte muerte. Nadie se merece morir, y nadie se merece ser matado - contestó el japonés.
- ¿¡No irás a dejarme con vida, maldito bastardo?! - Poseidón levantó la voz, y tras eso escupió una considerable cantidad de sangre sobre el suelo de la arena.
Sasaki le observaba en silencio. Puede que fuese sólo un instante, pero vio miedo en sus ojos fieros. Miedo de enfrentarse a seguir viviendo después de esta humillación. Él cerró sus puños, sintiendo más dolor, mientras el agua que había alrededor de la arena se alteraba, formando una ola con la fuerza que le quedaba al dios. Hrist la miró con las manos en el pecho, y cambiando rápidamente a su alter ego, alzó las manos contra la ola partiéndola y rompiéndola, protegiendo así a su humano. Sasaki ni siquiera se inmutó.
- He ganado, pero te dejaré vivir. No eres capaz de luchar, y no voy a matar a nadie que no sea capaz de defenderse.
Cada palabra que decía el humano hería más y más el orgullo de Poseidón, haciéndole sentir la mayor humillación de toda su larga vida como dios. ¿Cómo cargaría con esto el resto de su vida? ¿Cómo se vive siendo el objeto de burla de los demás dioses? Mejor morir con honor que vivir para ser humillado.
Giró lentamente la cabeza hacia su lado izquierdo, viendo la triple punta de su tridente tirada en el suelo. Un último esfuerzo y podría agarrarla para acabar con la vida que le esperaba. Sin embargo, el humano recogió del suelo el arma antes de que Poseidón se moviese.
- Si estás pensando en hacer un Harakiri improvisado, no te lo voy a permitir - él sonrió de su manea compasiva, una sonrisa que odiaba Poseidón, carente de esa emoción.
Sí, esa maldita sonrisa.
- ¡Los dioses han aceptado la derrota del dios Poseidón! - declaró Heimdal con el megáfono en la mano - ¡La victoria es para el bando de los humanos!
Los gritos de alegría de los espectadores hicieron volver a bajar la cabeza de Poseidón, derrotado y consumido por la humillación y la vergüenza. Mientras que Hrist se acercaba a darle un abrazo al japonés, la marea se acercaba a Poseidón, envolviendo su cuerpo en un pequeño torbellino hasta su cintura, para que el agua salada no se mezclase con su sangre. El agua controlada ayudó al dios a levantarse, que miró Sasaki mientras varias gotas de sangre caían desde su posición.
- Ten por seguro que vas a pagar caro todo esto - amenazó con unos ojos helados - Es inevitable que llegue vuestra maldita extinción, y cuando así sea, yo seré el encargado de hundir tu país de nuevo en el agua y de matar a los descendientes de todos aquellos que te importaron alguna vez. Acabas de cometer el mayor error de tu vida.
Y tomando impulso y potencia, la ola que portaba a Poseidón salió veloz como un rayo por el lugar donde había entrado, deseando ir todo lo lejos que pudiese y esconderse de todas las miradas y abucheos que llegarían en su nombre, dejándole de cobarde.
Sasaki le miró marcharse, llevándose consigo todo el agua que traje, y sin cambiar su rostro, se retiró junto con Hrist.
*
Siete días después, tras la victoria de los humanos en el Ragnarok.
*
Tras la victoria de los humanos, las valkirias habían concedido a los humanos vencedores el regalo de pasar una temporada vivos en el mundo real. Sasaki era uno de ellos, claro, pero le pidió a la valkiria Brunhilde si podía hacerle el favor de traerlo de vuelta en sus tiempos mozos, como él los llamaba, cuando tenía entre veinte y treinta años, justificándose con que no había disfrutado de su juventud como debería. Así, su deseo fue concedido.
Sasaki había marchado hacia el país donde se le veneraba al dios Poseidón, pues tras esta semana, el dios no había dado señales de vida. Los últimos que le vieron aseguraban que se hundió en el mar, y que no volvió a salir. Sasaki miraba la playa, con las manos en sus caderas.
- Pues si se hundió hace una semana... - pensó en voz baja - Sí que es capaz de aguantar la respiración bastante tiempo... pero yo no.
Mirando por la orilla buscando una barca o algo para adentrarse en el océano, se sorprendió al ver a un delfín varado en la arena a varios metros. El animal, secándose al sol, no tenía fuerzas para intentar volver al mar. Sasaki se acercó, viendo de lejos al animal, pensando en la enorme cena que se iba a dar esta noche.
Al llegar a su lado, el delfín giró su ojo hacia él, derrotado y cansado. En esa mirada, Sasaki recordó a Poseidón, alguien derrotado y cansado, muy cerca de su libertad, pero incapaz de llegar a ella.
- Ah, maldición... no es justo... - dijo rascándose la nuca - No puedo hacerlo...
Y colocándose detrás del animal, lo arrastró por la cola hasta que el animal notó la marea envolverle, y frotó su lomo para que volviese a ser húmedo. En cuestión de segundos, el delfín recuperó vitalidad, moviéndose por su cuenta en el agua, adentrándose en ella. Sasaki le miró con el agua hasta has rodillas, viendo la aleta superior del animal marcharse, y se despidió con la mano. Durante su despedida, el animal dio la vuelta, volviendo hacia él, y sacando la cabeza del agua.
- Has actuado con bondad, humano.
Sasaki abrió los ojos como platos con un gesto de absoluta sorpresa. ¿El delfín hablaba?
- Debo... haberlo imaginado...
- No. Te estoy hablando - la voz salía del animal, indiscutiblemente - Podrías haber aprovechado y devorarme, pero fuiste humilde de corazón.
- Ah, estoy es incómodo... - él puso una sonrisa nerviosa - Estoy hablando con un animal... a saber cuántos más podrían haberme hablado si no me los hubiera comido...
- No todos pueden comunicarse como yo, desde luego. No soy un animal cualquiera. Soy Delphinus, un vasallo del dios Poseidón.
- Pues si que he tenido suerte, es a tu amo a quien ando buscando - Sasaki sonrió - ¿Dónde puedo encontrarle?
- ¿Tú que eres el causante de su estado quieres verle? - el delfín puso una expresión rara - Tu noble corazón ha herido más a mi amo que cualquier arma que llevases.
- No quiero burlarme, ni restregar mi victoria - confirmó - Es la primera vez que he ganado algo en toda mi vida, pero no luzco de ello. Me siento culpable de su estado.
- Porque lo eres - el delfín le miraba serio.
- Que pase lo que tenga que pasar, sólo sería disculparme en todo caso - él juntó las manos - Por favor, dígame, buen delfín parlante... ¿dónde se encuentra?
- Es obvio que mi amo se esconde en su palacio en el fondo del mar, donde vive solo salvo algunos vasallos como yo, que vamos y venimos de acuerdo a sus deseos.
- ¿Y tú me podrías llevar? Es imposible para mí llegar a nado hasta el fondo del mar.
- En realidad no suelo hacer nada sin que me lo ordene mi amo... ni mucho menos algo como esto... pero teniendo en cuenta que me has salvado la vida...
El delfín pareció meditar, y Sasaki volvió a juntar sus manos con esa sonrisa simpática suya.
- Está bien, agárrate a mi lomo...
Sasaki sonrió corriendo hacia él, y cuando dejó de hacer pie en el agua, se agarró a la aleta del animal, que empezó a nadar sin mucha prisa mar adentro durante un largo rato. Cuando Sasaki miró hacia atrás, ya ni siquiera se veía la tierra, ni las altas colinas del lugar.
- Se acabó el paseo - comentó el delfín - Es momento de la inmersión. Toma todo el aire que puedas, no te sueltes de mi lomo y yo nadaré lo más rápido posible. En cuanto nos estemos acercando al palacio, te darás cuenta que puedes volver a respirar aunque estemos en el fondo del mar.
- Eh... suena bastante increíble, pero lo haré...
Tras unos segundos de preparación, Delphinus se hundió a gran velocidad, moviendo su cola frenéticamente mientras Sasaki se aferraba a su aleta, hundiéndose en la oscuridad del mar. Su aleta era algo resbaladiza, y la oscuridad y el ardor de sus pulmones hacía que Sasaki cerrara los ojos fuertemente, esperando aguantar y no acabar ahogado, mientras unas pequeñas burbujas salían de su nariz.
El delfín dio un último y acelerado coleteo, intentando llegar al fondo donde se veía una luz dorada, y un segundo después de que las manos de Sasaki se debilitaran y abriese la boca sin poder resistir más, sintió que la gravedad había cambiado y estaba cayendo hacia abajo. Cayó de bruces contra el suelo de espaldas, dando un gemido de molestia. Al abrir los ojos y ver que había luz, vio al delfín sobre él, a varios metros, como si estuviese nadando en el cielo.
- Felicidades, has sobrevivido al viaje, humano - dijo del delfín desde lo alto - Bienvenido al palacio del dios Poseidón.
Sasaki se levantó, sacudiendo su ropa, que no estaba para nada empapada y miró alrededor. Estaba dentro de algo parecido a una cúpula invisible en el fondo marino que mantenía aire como si tuviese atmósfera propia, y al girarse, dio delante de él un espectacular palacio blanco y dorado, con varias estatuas de elementos marinos que hacían asegurarle que había llegado al lugar correcto.
- ¡Gracias, pescadito! - agradeció - Luego te necesitaré para volver.
- ¡No soy un pescadito!
El delfín se marchó ofendido y molesto, pero a Sasaki no pareció importarle. Él caminó hacia el interior del palacio subiendo las escaleras, estando asombrado por las vistas. Acostumbrado a palacios y templos japoneses, todo era nuevo para él. A lo lejos, fuera de la cúpula, se podían ver algunos peces y la fauna marina por el brillo que desprendía el lugar.
- Así que aquí vives... ya decía yo que no podías aguantar la respiración bajo el mar por muy dios que fueras - él dio una pequeña risa feliz.
Él entró, viendo el enorme recibidor con un trono al final de este, vacío. El palacio estaba en silencio completo. Un silencio bastante sospechoso.
- El delfín me dijo que vivía solo... - comentó mientras caminaba - Pero, ¿cómo puede vivir solo en un sitio tan grande? A mi me sobra por todas partes... y o lo encuentro pronto o me voy a perder por aquí.
Tras llegar al siguiente lugar que era una gran sala circular con dos escaleras ascendentes hacia la segunda planta, Sasaki sintió un escalofrío. No sabía describirlo de otra manera que no fuera la de dos ojos fríos como el hielo observándole. Levantó la mirada para ver el piso superior donde terminaban las escaleras, donde el dios estaba parado mirándole de muy mala forma. Sasaki dio una sonrisa incómoda acariciándose la cabeza.
- ¡Hey, dios del mar! ¡Que bueno verte!
Poseidón endureció aún más su mirada. Al principio no le había reconocido, pero la forma en que peinaba su cabello, el tono de su voz, sus gestos, y sobre todo, esa maldita sonrisa, delataban que se encontraba del hombre que más odiaba en el mundo.
- ¿Qué tal te encuentras? La verdad es que cuesta un poco llegar a tu morada, por pocas me ahogo. ¿No has pensado en la idea de una casita en la playa? - preguntó intentando romper el hielo torpemente.
El dios se mantenía en silencio, y parecía que hacía lo posible por no alterarse demasiado. Estaba desnudo de cintura para arriba, donde llevaba varios vendajes cubriendo sus heridas, que tardarían en sanar por haber sido ocasionadas por un arma divina. Su flequillo cortado delante de sus ojos le recordaba en todo momento lo que le ocurrió aquel día, por si no tuviera suficiente con sus pensamientos propios. Él finalmente, cerró los ojos abriendo la boca.
- Tantas muestras de humanidad, de bondad, empatía... - comentó el dios comenzando a bajar las escaleras muy despacio, con una mano en la barandilla - Tenías bien engañado al público, pues viniendo hasta aquí con tu asqueroso sarcasmo y tus estúpidas preguntas estás demostrando que eres una persona dañina, ególatra... disfrutas tanto de la situación que has venido en persona habiendo podido morir para volver a burlarte en mí en mi propio reino.
- Oye, oye - dijo levantando las manos con inocencia - Yo no he dicho nada para burlarme de ti...
- ¿Sugerirme cambiar mi palacio por una mugrienta "casita en la playa" no es rebajarme de mi título de dios? - él le volvió a clavar la mirada con su voz dura.
- Era una broma... el ambiente está muy tenso... - él no podía quitar esa sonrisa nerviosa suya.
- Una broma. Si, por supuesto que es una broma. Ya veo como te estás riendo con esa maldita sonrisa.
La voz del dios era profunda y dura, queriendo herir y defenderse a la vez mientras seguía bajando despacio. Sasaki giró los ojos, queriendo cambiar la expresión de su boca.
- Soy alegre por naturaleza y tu mal genio no me va a quitar la sonrisa, desde luego - contestó convencido el joven Sasaki - No he venido a burlarme de ti, ni a reírme, ni a subestimarte ni nada de eso.
- ¿A pedirme perdón? - esta vez fue Poseidón el que dio una sonrisa, arrogante en este caso - Ni aunque me supliques de rodillas vendiéndome tu vida retiraré mi amenaza, aunque hayáis ganado este torneo, pienso vengarme.
- Sólo quiero hablar - él se cruzó de brazos - He tenido tiempo para pensar en lo ocurrido, y puede que sí, que estuviera mal por mi parte no haberte matado. Pero va de acorde a mis principios, y ninguna norma debería condenar a nadie. Hay castigos peores que la muerte, y tú estás viviendo uno de ellos.
- ¿No me digas? - preguntó Poseidón, dejando de bajar - Es tan patético que alguien como tú me diga que sabe por lo que estoy pasando... Dímelo ya... ¿Has venido porque sientes pena de mí...?
Sasaki frunció los labios intentando no sonreír. Efectivamente, sentía pena por ello. No sabía hasta qué punto le afectaba, porque a diferencia de él, a Sasaki no le importaba nada lo que los demás pensaran de él.
- No... No siento pena... - contestó mirando a otro lado - Bueno... Un poco sí, no se me da nada bien mentir...
Él miró de reojo la respuesta del dios, que se mantuvo impasible mirándole. También pudo ver que el color apagado de debajo de sus ojos no era una sombra del cabello, sino las ojeras del dios.
- Si siente pena de mí una pobre rata de alcantarilla como tú... - murmuró - ¿Que sentirán los dioses...?
- Oye, ¿Por qué te importa tanto lo que opinen los demás de ti? - Sasaki se rascó la cabeza - Eso es una preocupación innecesaria...
- Porque a diferencia de ti, tengo una reputación que mantener - contestó tajantemente - Ahora, largo de aquí.
Mucho estaba tardando Poseidón en echarle, sinceramente. Tras esas palabras, el dios de dio la vuelta, volviendo a subir las escaleras hacia el piso superior.
Sasaki lo sabía. El dios no tenía ni fuerzas para echarle de su palacio. Realmente le había afectado su derrotada, incluso pensó que muerto estaría mejor.
- Intenta dormir o algo. Estaré por aquí si me necesitas.
Como respuesta recibió un fuerte portazo de una de las habitaciones. Sasaki dio una pequeña risa, saliendo hacia el exterior.
- Es un hueso duro de roer, pero yo no tengo prisa.
Poseidón se había encerrado en su cuarto, totalmente a oscuras. Descansar.. ojalá. Siempre que cerraba los ojos lo recordaba todo con pelos y señales: los abucheos, sus palabras, su sangre, su maldita sonrisa...y sus dolorosos sentimientos volvían.
Se acostó en su cama despacio, sin arroparse, y dio un profundo suspiro. De repente, le había dado sueño. Ojalá pudiese descansar un rato...
*
Al cabo de un rato, Poseidón abrió los ojos al escuchar un ruido. Estaban llamando a la puerta, y maldecía para sí, pues había logrado dormir hasta que le molestaron.
- Soy yo, Sasaki - se escuchó al otro lado de la puerta.
- Vete al infierno, humano - Poseidón se puso un cojín en la cara - Te dije que te fueras de aquí.
- Si, lo recuerdo. Verás, el caso es que he estado fuera y he atrapado unos peces y un poco de marisco, creo que necesitas comer. Pero claro, he pensado que si eres el dios del mar y todo esto... A lo mejor no comes pescado, los consideras tus súbditos o algo, no lo tengo claro. Bueno, vamos a suponer que sí comes pescado, pero ya no sé si lo comes crudo como las focas o cocinado. Si es crudo no hay ningún problema, pero si es cocinado necesitaría encender una hoguera. Y claro, estoy en el fondo del mar, así que no sabía si lo podría hacer, es completamente irracional.
- Tu pesadez si que es irracional... - murmuró el otro con el cojín en la cara.
- He dado muchas vueltas al palacio y no he encontrado la cocina, me oriento muy mal, ¿Sabes? Si me pierdo, te llamaré a voces. Bueno, a lo que iba. Tengo unas almejas, un congrio, algas, una langosta y una morena. ¿Qué quieres?
- ¡Qué te largues de una vez! - gritó lanzando el cojín hacia la puerta.
- Bueno vale, vuelvo abajo. Te dejo aquí de todo. Ya te sirves tú luego sí finalmente comes pescado.
Tras unos segundos de silencio en los que parecía que se había ido, volvió a hablar.
- Llámame si necesitas algo, ¿Eh?
Poseidón se puso la mano en la cara, arrastrándola por ella y tirando de su piel hacia abajo. Qué molestia de hombre...
*
Algunos días habían pasado, y Sasaki no se había marchado de allí. Poseidón ya no se molestaba en echarle, pues el joven japonés era aún más cabezota. Sasaki no era una molestia, en realidad; no era ruidoso, no tocaba nada que no debiera o pedía permiso para hacerlo, y sobre todo, respetaba la privacidad del dios. Gracias a esto, los niveles de tensión de Poseidón disminuyeron, haciendo que ya poco le importara la presencia de ese humano cerca.
Esa mañana, Poseidón había entrado a su gran biblioteca por el gusto de leer un poco. No había visto a Sasaki en toda la mañana, así que supuso que entrenaba, por lo que podía estar tranquilo. Al pasar por una fila de estantes, se detuvo tenso al ver que el japonés estaba inclinado ahí intentando leer unos títulos. Al verle, sonrió.
- ¡Buenos días, Poseidón! Qué te quería decir... ¿puedo tomar un libro de estos? - preguntó con una sonrisa.
- ¿Incluso un mono salvaje como tú sabe leer? - preguntó el dios pasando por su lado sin mirarle.
- No tengo mucha práctica, a decir verdad - confesó - Pero no estaría mal aprender un poco de la mitología del lugar.
- Elige uno - contestó el dios yéndose - Pero no te atrevas a estropearlo.
El dios se fue a un gran sillón semejante a un trono a un lado, donde había un libro en uno de los reposabrazos. Se sentó cruzando las piernas, apoyando un puño en su mentón, y prosiguió la lectura que había dejado abandonada días atrás. No pasó mucho tiempo hasta que Sasaki se acercó a él.
- Esto... - dijo con una sonrisa nerviosa - La sección infantil, ¿por favor?
Poseidón giró los ojos. Sasaki no sabía leer los libros complejos de la gran biblioteca de Poseidón, por lo que este se levantó bufando yendo hacia una esquina. Tras unos segundos, un libro voló giratoriamente hacia su cabeza, que el joven atrapó al vuelo antes de que le diera en la frente.
- Hay que ver... que tenga cuidado con estropear los libros y él los lanza como si fueran surikens... - murmuró Sasaki.
Poseidón volvió a su lugar y Sasaki se sentó en el suelo mirando el libro. Realmente parecía un cuento para niños, uno en el que los niños griegos aprendían las cosas básicas de su religión y mitología. Tenía dibujos y esquemas, y eso a Sasaki le gustaba más que leer largos párrafos.
Tirándose en el suelo a leer con el libro delante y los pies levantados, como si fuera un niño, Sasaki iba viendo los dibujos y leyendo los dioses y los mitos. Poseidón le miró de reojo, viendo su actitud algo infantil. Tras un largo y cómodo silencio, Sasaki habló.
- Así que... tienes cinco hermanos y hermanas...
Poseidón le miró sin moverse, tardando un rato en hablar.
- En realidad eran seis - contestó - Pero maté a un hermano mayor y su memoria está casi borrada.
- Oh... - Sasaki no dijo nada más sobre eso - Yo... no he tenido ni hermanos ni hermanas...
- Pues no sabes la suerte que tienes - Poseidón contestó pasando una página de su libro.
- Oye, oye, espera, espera, alto - Sasaki agarró el libro levantándose - Aquí dice que todos fuisteis devorados por vuestro padre, menos el último en nacer que fue Zeus... ¿acaso tú eres aún más mayor que ese viejo decrépito? ¡Pensaba que él era mucho mayor!
Poseidón no contestó. El mito estaba bien, él era mayor que Zeus y no necesitaba explicarle nada. La forma física de cada uno... ya dependía de otros factores.
- Algún día tendrás que darme tus trucos de belleza para conservarte tan bien - Sasaki se volvió a tumbar en el suelo, a seguir leyendo.
Poseidón le miró, alzando suavemente las cejas ante ese comentario fuera de lugar. No lo entendía en absoluto. Tampoco le preguntaría el significado ahora que parecía callado y tranquilo, no vaya a ser que siguiese molestando.
*
Los días se convirtieron en semanas, y aquellos dos enemigos se convirtieron en compañeros. Por raro que pareciese, ambos hacían vida normal, y todas las tensiones habían desaparecido... excepto las malas respuestas de Poseidón, que formaban parte de él en cualquiera de sus facetas, y eso Sasaki lo sabía, hasta muchas de ellas las consideraba adorables, pues sólo eran una forma de defensa del dios ante ciertos comentarios del japonés.
Por cierto, esos comentarios iban en aumento, y a veces iban acompañados de una muestra de afecto que descolocaba al dios, como por ejemplo...
Sasaki había terminado de atar las nuevas vendas del dios en su nuca, las que cubrían las cicatrices de su pecho. Después de eso, puso su índice y pulgar en el contorno de la oreja del dios, haciéndole tensar al momento.
- Vaya, estas orejas tan puntiagudas... sí, es cierto, sólo las tienen los seres místicos de los que hablan las leyendas - comentó con una sonrisa y un sonrojo algo descuidado.
- ¿Seres místicos? - preguntó Poseidón mirándole de reojo.
- Sí, esos raros de ver... dicen que tienen mucho carácter y son muy hermosos... - murmuró Sasaki.
- No existen - confirmó Poseidón - Nunca he visto alguno.
- Yo sí que he visto uno... - Sasaki sonrió felizmente, algo sonrojado.
- Te repito que no existen - insistió el dios.
- Que si, lo que digas...
Antes del anochecer, Poseidón bajó de su cuarto hacia el recibidor principal. Sasaki solía sentarse en las escaleras de fuera a ver el paisaje de todos esos peces nadando alrededor y de la flora marina agitarse en el agua. Poseidón le vio sentado en su lugar de costumbre y se acercó caminando por detrás, hasta que notó algo en él diferente... algo que no le gustó nada: Sasaki tenía su espada guardada en la funda, al igual que la pequeña bolsa con algunas cosas personajes cerrada y colocada en su hombro. El japonés se giró al notar su presencia.
- Ah, Poseidón, iba a ir a buscarte ahora mismo - dijo levantándose.
- ¿Por qué tienes tu equipaje colocado? - preguntó el dios sin rodeos.
- Oh, verás... - Sasaki se rascó la nuca desviando la mirada - Es... el momento de marcharme.
- Tú no vas a ninguna parte - contestó seguidamente el dios con frialdad.
A eso, Sasaki rio sin mirarle aún a los ojos. ¿A dónde mierda se pensaba ese cabeza hueca que iba?
- El caso es que no es algo que se pueda impedir - continuó - Mi tiempo de estancia en el mundo se acaba en escasos minutos. Ya han pasado 30 días... mi premio por mi victoria.
Poseidón le observaba sin moverse del lugar, ni cambiar su expresión. Eso hacía que Sasaki se pusiera incómodo.
- No se si te acuerdas, pero... - Sasaki le miró a los ojos - Yo no pertenezco a este mundo... mi tiempo ya pasó hace siglos y ya fallecí. Este tiempo aquí ha sido un premio que hemos tenido los ganadores, el poder vagar un mes por ahí y ver el mundo que hemos conseguido salvar.
- ¿Quieres decir que aún teniendo la oportunidad de volver a tu tierra, a tu país, de ver mundo... - Poseidón levantó la barbilla - Te has quedado aquí en mi palacio intentando llevarte bien conmigo perdiendo ese privilegio?
- Yo no diría que he desperdiciado mi premio - Sasaki sonrió - Me lo he pasado bien. He seguido aprendiendo... hasta podría decir que he hecho una amistad especial. Con eso, me voy muy satisfecho.
El japonés dio un pequeño sobresalto, notando algo en su interior. Algo semejante a una alarma, y se llevó una mano al pecho.
- Oye, Poseidón, hazme un favor y cuídate un poco más - dijo con una sonrisa alegre - Vuelve al Olimpo con tus hermanos y deja de encerrarte. Ya verás como ninguno de ellos te decepciona. Nada se puede reprochar eternamente.
Poseidón dio dos pasos rápidos hacia él tendiendo una mano, pero justo antes, el cuerpo se Sasaki se convirtió en miles de fragmentos de blancos cristales, que se marchaban volando hasta desaparecer, haciéndole recordar su maldita sonrisa.
Así quedó el dios, con la mano tendida hacia donde antes el muchacho, sin poder alcanzar nada. Cerró lentamente su mano, bajándola y colocándose recto. En ese momento, su palacio le pareció inmenso, vacío, frío... casi podía pensar que se le iba a caer encima ante la ausencia de Sasaki.
*
No se sabe medir el tiempo cuando uno muere, pues allá a donde vaya uno al morir, el paso del tiempo es relativo. Sasaki lo sabía bien, pues ya había así más de 400 años, los que había pasado entrenando. Además, el lugar hacia donde van, también es relativo y diferente para cada uno, pues depende de su punto de vista, además que era cambiante y variante. Muchas almas se encontraban y Sasaki podía luchar contra ellas y practicar. Otras eran más pacíficas, y eran perfectas para desahogarse o contar sus aventuras. De esta forma, era difícil aburrirse si eras una persona curiosa como es su caso, y muchas veces pensaba en que tal vez podría participar en el siguiente Ragnarok.
Mientras Sasaki, ahora con la edad de su muerte meditaba sentado en el suelo con las piernas cruzadas, dos personas le observaban.
- ¿Estás seguro que es ese? - preguntó una.
- Absolutamente. Dámelo.
- No me metas en líos... hermano.
Ante Sasaki apareció de la nada la figura de un hombre, haciendo que el japonés se pusiera rápidamente a la defensiva. Era un hombre muy alto, vestido con una larga túnica, y llevaba un casco de guerrero bajo el brazo.
Levantando una de sus manos, el cuerpo de Sasaki brilló un instante. El japonés se tocó el cuerpo, intentando averiguar que ocurría.
- Oye, oye, un poco de respeto con tus mayores... - dijo el japonés, sin saber a quien le hablaba.
- Listo - le dijo el misterioso hombre - Alguien quiere verte.
Sasaki no entendía nada de lo que estaba pasando, pero abrió los ojos todavía más cuando vio a Poseidón acercarse al lado del otro hombre, que parecía un dios. A su vez, el dios del casco se lo colocó en la cabeza, desapareciendo al instante de ahí.
- Por fin te encuentro, Sasaki Kojiro - anunció Poseidón seriamente, con una mano en la cadera.
- Pero... Poseidón... - Sasaki le miraba, sin creerlo, además de que era la única vez que le había llamado por su nombre completo - Maldito... pero... ¿no fastidies que al final te has suicidado? Oh, venga, no me lo puedo creer - él retrocedió, sin creer que él estuviese ahí, en la tierra de los muertos - ¿Te has suicidado por mí o porque los demás...? Oh, joder, sigo sin creerlo...
Poseidón alzó las cejas mirándole con seriedad, como siempre.
- Sigues tan estúpido como recuerdo - dijo él - ¿Ya no te acuerdas del libro que leíste? Esta es la tierra de mi hermano Hades. Puedo entrar si voy acompañado por él.
- Ah, maldito - Sasaki se llevó una mano al pecho con alivio - Que susto... Aunque parezca muy romántico por tu parte suicidarte para estar conmigo, realmente no lo deseo. Te aburrirías aquí.
- ¿Romántico? - él le miraba incrédulo, pero luego giró los ojos - En fin, vámonos de aquí. No es muy recomendable que los vivos estemos mucho aquí.
- ¿Los vivos? ¿Estemos? - preguntó Sasaki abriendo los ojos.
- Si. Ahora ambos estamos vivos. Te he adoptado como el que recoge a un perro de la calle - Poseidón le dio la espalda empezando a caminar.
- Un perro que siempre te será fiel - Sasaki rio, y aceleró el paso yendo detrás de él - A todo esto... ¿a dónde vamos? - preguntó llegando a su lado.
- Al lugar del que nunca te debiste marchar - contestó el dios sin mirarle, y agarró con fuerza la muñeca de Sasaki - Y esta vez no te me escapas.
Sasaki se sorprendió, pues era la primera vez que Poseidón le tocaba directamente. Dio una sonrisa sin poder evitarlo caminando a su lado... hasta que recordó algo.
- Oye... - dijo mirándole a la cara - ¿No te importa que yo ahora sea un viejo decrépito? - preguntó señalándose el rostro con la mano.
Poseidón se detuvo mirándole. Sasaki estaba feliz, eso no lo podía disimular... y el que Poseidón le mirase directamente sólo agravaba su sonrisa. Esa maldita sonrisa.
- No eres tan viejo decrépito como mi hermano Zeus.
Tras eso, Poseidón continuó caminando y tirando de su brazo, en busca de la salida del inframundo. Esos dos permanecerían juntos en su palacio bajo el mar, y a quien no le gustase la idea o le molestara... Poseidón no tenía el título de Tirano de los Mares por nada 😉
--------------------------------------------------------------
Y hasta aquí! Espero que os haya gustado ^^
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top