Verseau de Lettres

El concierto había iniciado. La multitud enloquecía con cada canción del famoso grupo francés Verseau de Lettres, la voz del vocalista era simplemente hermosa, en especial para el mánager, Kardia.

Pero aunque le encantaba escuchar las melodiosas notas que escapaban de la boca de Dégel, debía trabajar, organizar la agenda, ya saben, el trabajo de un mánager.

Después un tiempo, el concierto finalizó, y los integrantes de la banda debían regresar a sus camerinos. Así que Kardia decidió esperar al vocalista en su cuarto. Sacó su libreta para hacer anotaciones, pero olvidó su bolígrafo, así que colocó su agenda sobre un mueble y salió en busca de lo olvidado.

Afortunadamente lo encontró en uno de los pasillos. Se apresuró a volver. Al regresar al camerino de Dégel se encontró al vocalista sentado en su silla con las piernas cruzadas y la libreta de Kardia en mano.

–Dégel, qué bueno que llegas, necesito hablarte acerca de...

–Yo debo hablarte acerca de algo, mi estimado Kardia. –Retiró sus lentes.

–¿Sobre qué?

–Sobre ésto. –Mostró la última hoja de la agenda. Estaba llena de mensajes y garabatos dirigidos al joven de cabellos verdes.

–Ah... D-Dame mi agenda, Dégel.

–No. –Sonrió, algo que no era tan común en él– Quiero que me expliques ésto.

–Bueno... yo...

Dégel fué acorralando a Kardia hasta la pared, tomó sus muñecas y lo besó.

–Yo también te amo, Kardia.

El cantante volvió a unir sus labios con el de cabellos azules, dejando la agenda a un lado, desabotonado poco a poco la camisa que traía puesta su mánager.

Pasaron unos minutos para que Kardia cayera en la cuenta de que Dégel hablaba en serio. Así que levantó al galo para llevarlo a la silla en la que antes él se encontraba sentado, el cantante enredó sus piernas en las caderas del mayor sin detener el beso, despojando desesperadamente a su amante de las prendas que traía puestas.

El mánager se sentó aún con Dégel encima, notando la evidente erección con la que éste contaba.

–Dégel... C-Canta para mí...

El de ojos amatista miró con extrañeza a Kardia, pero a fin de cuentas se acercó al oído del mayor y comenzó a cantar con voz baja al igual que entrecortada una de sus muchas canciones, al tiempo que su amante quitaba todas las exuberantes ropas que traía puestas.

Después, el francés detuvo sus cantos, pues el dolor en la entrepierna lo estaba matando, e inmediatamente lo comentó a Kardia. Ambos se levantaron de la silla, parándose frente al gran espejo que había en el camerino, el mánager se deshizo de los pantalones de Dégel, besando su espalda, mordiendo sus hombros, acariciando con suma delicadeza la piel blanca del chico de cabellos verdes. 

Kardia pidió al galo que se sostuviera de la silla, y así lo hizo. Dejando su trasero ligeramente en alto, el mánager abrió los glúteos de su amante e introdujo su lengua en aquel rosado orificio, causando espasmos en el cuerpo de Dégel. El cantante sentía como poco a poco perdía la fuerza de sus piernas, pero al igual disfrutaba de la sensación provocada por la lengua del mayor.

El de cabellos azules comenzó a masajear el miembro del galo, mientras introducía uno de sus dedos dentro de Dégel al mismo tiempo que su lengua. Después se convirtieron en dos dígitos los que penetraban al francés, Kardia metió el sexo del menor en su boca, chupando y lamiendo con destreza, debilitando más las piernas del cantante que finalmente se desplomó cayendo de rodillas sobre el suelo. Pero ese no fué el fin.

Kardia levantó el trasero de Dégel para luego bajar su pantalón, dejando al descubierto su miembro. Con un leve masajeo, se dispuso a introducir su hombría en el cantante, pero el rostro que este reflejaba en el espejo le hizo detenerse.

–¿Por qué tienes esa cara, Dégel? –Lo miró con preocupación– Si no quieres hacerlo pues entonces...

–No, no, si quiero sólo que... –Un sonrojo se apoderó de sus mejillas. No quería decir la razón por la que...

–¿Sólo que...?

–E-Es que es muy g-grande y...

Kardia no tuvo más que carcajearse para sus adentros, de vergüenza y por el rostro del galo al decir eso. Antes de conocer a Dégel, muchos le dijeron que tenía un miembro grande, pero al venir de aquel al que amaba, le pareció vergonzoso. El mánager también se sonrojó un poco.

–Ay, Dégel –Sonrió y rascó su nuca–, ya te dije, si no estás listo, entonces aún no.

–No, s-si quiero... hazlo... hazlo por favor. –Dégel sí quería hacerlo con Kardia pero... Temía que le doliera.

–¿Estás seguro?

–Si...

Inmediatamente, Kardia sintió ternura, a pesar de lo inexpresivo que solía ser Dégel, al momento de decir "eso" su rostro se llenó de vergüenza, haciéndolo ver lindo, aún más de lo que era, según el mánager.

El mayor volvió a dar un leve masajeo a su sexo para después penetrar lentamente el delicado cuerpo del galo. Las lágrimas comenzaron a escapar de sus ojos, y una mueca de dolor se plasmó en su rostro, que no pasó desapercibida por Kardia. Cuando el mánager hubo introducido por completo su hombría, se mantuvo quieto, esperando una señal del menor para comenzar a moverse.

–¿Te duele?

–N-No... –Si dolía.

–Voy a comenzar a moverme.

–H-Hazlo... –Espera un poco más.

Los movimientos empezaron leves, Kardia sostenía con sus manos las caderas de Dégel. El cantante sentía una mezcla de dolor y de placer, sentía que su espalda se partiría en cualquier momento, gemía el nombre de su mánager mientras se lastimaba las uñas intentando incrustarlas en el suelo.

Poco a poco, el dolor que sentía fué desapareciendo, aunque no por completo, comenzó a disfrutar lo que estaba pasando. Las embestidas tomaron una velocidad neutra, y el orgasmo de Dégel llegó, corriéndose en el suelo. Más tarde, el galo sintió cómo todo su interior era llenado con un líquido caliente, perdió la fuerza en sus brazos y dejó que su pecho tocara el suelo, dejando aún su trasero en alto. Kardia salió lentamente del cuerpo del francés, para luego voltearlo y meter nuevamente su sexo.

–Vamos... Dejaré que me marques mi espalda...

Dégel colocó sus manos sobre el dorso de Kardia. Las embestidas comenzaron nuevamente, las uñas del cantante arañaban y marcaban la espalda del mayor; una vez más enredó su piernas en las caderas de su mánager y se corrió por segunda vez.

Kardia aumentó la velocidad de las estocadas hasta que finalmente llegó al clímax, eyaculado nuevamente dentro de Dégel. El de cabellos verdes quedó rendido y se durmió en el suelo. Kardia lo cargó y lo recostó en el sillón que había en el camerino.

------------

Al día siguiente, Kardia se levantó muy temprano para empezar a organizar la agenda. Después de vestirse y arreglar su rebelde cabello, Dégel despertó.

–Buenos días, joven Dégel, ¿Cómo amaneció al día de hoy? –Sonrió.

–Mal... –Miró a su mánager con ojos asesinos.

–Perdóname, yo... creo que fuí muy rudo contigo y...

–No te preocupes... –Sonrió– Después de todo, estuve contigo...

¿De qué se trataba? ¿Un ataque de bipolaridad?

–¿Crees que puedas trabajar hoy?

–No... me duele mi cadera y creo que tengo fiebre. A menos que tengas una silla de ruedas podré ir a cantar...

–Será mejor que descanses, por lo menos hoy, yo arreglaré todos tus pendientes.

–Si, gracias, Kardia.

El mánager salió con una enorme sonrisa. Había estado con el amor de su vida, aunque era su culpa que no pudiera caminar. Se excedió... Un poco.

Sacó su celular y marcó un número.

Con el director por favor –Esperó–, ¿Dita? ¿Hay mucho problema si posponemos la entrevista de hoy? Dégel no se siente muy bien...






















N/a

¿Siguiente pareja?

Posdata: He estado pensando en separar las historias aquí escritas, y publicarlas por separado, o dejarlas en ésta compilación, ¿Qué opinan?






Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top