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Título: Menos mal que me ves como tu hermana... (Ojos Bonitos parte 2)
Peter Parker y lectora
Advertencia: Pues, creo que no.
-Estúpida, estúpida, estúpida... Ahora sí que le dices adiós al postgrado en genética.-Farfullaba entre inaudibles sollozos, queriendo que el mundo me tragara viva. Oficialmente estaba acabada. Completamente hundida en mi miseria.-Maldito decano Louisberg, maldito racista hijueputa, maldito país y malditas leyes... -Continuaba yo con mis lamentos, con unas tremendas ganas de partirle la cara al doctor regordete que ejercía como decano de la Facultad de Medicina. Atravesando las calles de Nueva York con el dolor carcomiendome el alma. Iría a saber yo la reacción de mis padres al enterarse de expulsión. Pero seguramente me matarían. Uff, eso seguro.
-¡Quien te oyese!-Escandaliza alguien a mi lado, haciéndome pegar un salto en mi lugar, con una mano en mi pecho.- ¿Qué le pasó a la chica dulce que ni una palabrota decía?- Bromea el enmascarado héroe, quien me tomó de la cintura, alejándome del piso y llevándome por los aires hasta alguna azotea.
-¡Araña estúpida- exclamé yo, pegándole en el pecho con fuerza, a lo que él se carcajeaba- casi me matas del susto!-
Spiderman atajó mis muñecas, impidiendo que le siguiera golpeando. Mientras me observaba con esos grandes y blanquecinos ojos de la máscara.
-Ya mujer, tranquila. No me mates que soy la única araña sexy que conoces.-Bromea él, a lo que yo le lanzó una patada en los bajos.- Desgraciada psicópata...-Murmura él en el suelo, arrodillándose por el dolor. Sacándome una risita.
-Te lo merecías, por secuestrador.- Le regaño yo, con una sonrisa. A lo que me responde con un gruñido.- ¿Quieres otra?- Alegué con una ceja en alto. Él niega rápidamente, con los ojos abiertos en desmedida, lo cual sé porque el blanco de su máscara se expande aún más.
-No, gracias. Deseo tener hijos, o funcionalidad eréctil a lo menos.-Dice una vez se logra recomponer. Yo lo miró con los ojos entrecerrados, y él alza ambas manos en son de paz.- Ya, mal chiste. Perdóname.-Hago la que me lo pienso unos segundos.-____...-Llama él como cachorro, haciéndome reír ligeramente.
-Está bien, está bien.-Cedo, acercándome al borde del techo, observando el atardecer en la ciudad. Dejando a la araña a mis espaldas.
-¿Tan grave es que quieres lanzarte?-Inquiere preocupado, haciendo referencia a los lagrimones que se habían vuelto a formar en mis ojos. No le respondí.
Spidey se acercó a mi, girándome para hacerme verlo a la cara... O bueno, a la máscara. Ustedes entienden.
-¿Que pasó, bonita?-Pregunta nuevamente, secando mis mejillas con su pulgar, haciéndome un poco de cosquillas con las costuras del traje. Y me volví a largar a llorar, abrazándome a mi enmascarado y anónimo amigo con fuerza.
-Me expulsaron...-A penas y logré pronunciar aquellas palabras, chillando contra el pecho de mi acompañante, quien me abrazaba por la cintura.- Oficialmente me echaron de la universidad, ¡y lo más injusto de todo es que lo hicieron sin una razón válida! Hubiera sido entendible si me echaran porque le prendí fuego a un laboratorio, o porque me caí a golpes en la cafetería. ¡Pero no! Lo hizo con el estúpido pretexto que me encontró con unos chicos mojados jugando con pistolas de agua.- Mis quejidos eran acallados por el pecho del héroe, quien se tensó ligeramente ante ellos. - ¡Y peor aún, en la carta de administración me tildan de “insubordinada y rebelde” porque dos chicos me defendieron, arriesgando su estúpido pellejo en el camino!-Gritaba contra la tela del traje, chillando como nunca, mientras que él me apretaba un poco más contra suya, acariciando con suavidad mi espalda, dejando que me desahogara.
-Ni tan estúpidos entonces, porque de serlo, Harry no te hubiese defendido.- Murmura él por lo bajo.
Por segunda vez en el día, mis pulmones se vacían, y con toda la fuerza que tengo, lo empujo lejos, aún hipando por el llanto. Él se sorprende por mi reacción, hasta que parece darse cuenta de lo que había dicho.
Lo observo dolida, sin poder creer lo que salió de su boca.
Mi cabeza ata los cabos sueltos con rapidez, haciéndome comprender porqué la voz de el castaño de Biofísica se me hacía conocida. Aún así, quise engañarme a mí misma, creyendo que era una casualidad. Nada más.
Sin embargo, mi boca pudo más que mi lógica y mi engaño.
-Por favor, por favor... Dime que tú no eres quien creo que eres.-Suplico.-Por favor, dí que escuche mal. Que tú no me mentiste todo este tiempo, dime que no usaste esta identidad sólo para sacar provecho de mi, para acercarte a mi...-El nudo ya se había instalado en mi garanta, y las lágrimas atacaron con más fuerza ante el silencio que él provoco.
Lo escuche suspirar entrecortadamente antes de hablar, antes de sacarse la máscara y dejando ver al castaño de bonitos ojos bajo ella, ojos que ahora se veían tristes y apagados, y que a mi ya no me parecían tan bonitos.
-No es lo que piensas, lo juro...-Se apresura en decir al ver que retrocedo cuando él intenta acercarse.
-¿Cuando ibas a decirme?- Cuestiono, interrumpiéndolo. Sin ocultar el quiebre que mi voz produce en esa pregunta.
-¿Decirte qué? ¿que era yo?- Pregunta ahora él, dolido.- Sabes que no puedo ir por ahí diciéndole a todo el mundo quien s...-Nuevamente, lo interrumpo.
-No, eso no. Eso lo entiendo.-Corto rápido.-Lo que quiero saber es cuando ibas a decirme que yo era con quien ibas a reemplazarla.- Su rostro se desfigura ante aquello.
-No lo eres.-Dice él, intentando mantener la poca calma que yo sé que le queda..
-¡Oh, genial! ¿Entonces soy tu juguete para superar su muerte?-
-________, por Dios. ¡¿En serio tan mal concepto de mí tienes?! ¡Sería incapaz de hacerte eso, y tú lo sabes!-Alega él, exasperado. Con los ojos vidriosos y el dolor en su voz.- Escúchame, si no te dije quién era desde un principio fue porque no quería ponerte en la misma situación que a... que a Gwen,- Aún después de tres años, a él le costaba mencionarla. Y sin embargo, esa tarde, en la azotea, lo hizo de golpe. Siempre, por respeto a su dolor, nos habíamos referido a ella de forma implícita, tácita incluso.- NO podría soportar otra muerte así. Con dos ya estoy al borde de la locura, ahora imagínate si le agregamos una más.-Fue él quien se quebró a medio discurso.
-¡¿Entonces por qué mierda no te acercaste como Peter y dejaste a Spiderman fuera?! ¡Esto es ilógico hasta para ti!- Lamentablemente, yo ya había dejado el respeto, la calma y la cordura de lado.
-¡NO. LO. SÉ!- Grita, remarcando cada palabra en el camino y moviendo los brazos, denotando que él tampoco estaba en sus cabales para ese entonces.- ¡TAL VEZ PORQUE CADA VEZ QUE INTENTABA HACERLO... yo... tenía miedo.-Acepta, evitando mi mirada, y bajando la cabeza. A lo que mi enojo se convierte en desconcierto.
- Vamos niña, no se tiene que ser muy inteligente para darse cuenta de que me ponía nervioso como Peter, porque en algún punto dejé de verte como mi hermana y comencé a sentir otra cosa por ti.-Agrega, llamándome como hacía años no hacía.- Cada maldita vez que quería acercarme siendo el chico de veinticuatro años y universitario, volvía a comportarme como si fuese el quinceañero de Midtown, tropezando con mis palabras y balbuceando ocsas inaudibles.-Mi mandíbula pasó de estar tensa por la rabia, a dejar mi boca abierta por el asombro.- Y seamos sinceros, a los quince eso es tierno, lindo incluso, para una mujer. A los veinte, tal vez sea aceptable. Pero ya a partir de los veinticuatro, ahí sí es patético.-Bufa él, ya con el tono de voz más calmado.
-Por otro lado, como Spiderman te conozco desde que tú tenias trece y yo diecisiete a penas cumplidos. Cuando recién graduado de Midtown y recién ingresado a la universidad, te salvé de Lizzard. Tú estabas aterrada, no veíamos a tus padres por ningún lado y yo te traje justamente a esta azotea e intente calmarte.-Recordaba ese día, habíamos venido de vacaciones a visitar a mis tíos, cuando el coche volcó y Lizzard me tomó de rehén. Spiderman llegó a tiempo para salvarme, y en plena crisis de pánico, ambos terminamos en una azotea.-Ahí te prometí ser tu guardaespaldas oficial, o según tú...-
-Mi araña superpoderosa personal...-Murmuré en un hilito con una pequeña sonrisita y un sonrojo fuerte. Siendo yo quien evitase su mirada ahora. Él se carcajeó, y yo me le uní.- Para tener trece, era algo infantil todavía.-Añadí.
-Eras tierna, ni siquiera a mí se me hubiera ocurrido ese apodo.-Concede con humor.-Desde ese día me las ingenié para seguirte a todas partes y a seguir salvando la ciudad, y a ti como Peter o como mi alter ego. A las pijamadas en casa de Lucy, a las fiestas en casa de Aiden, a los partidos de tu hermano... incluso llegué a seguirte con Gwen de chaperona en algunas de tus citas.-Admite de pronto. Haciéndome verlo con la cara teñida de rojo. Sin creer que, por segunda vez consecutiva, dijera su nombre en voz alta, y mucho menos que hiciera a la chica hacer eso, por cumplir una estúpida promesa.
-Peter...-Susurre totalmente sorprendida. Pero no dije nada más, no tenía nada que decir realmente.
-Eso no es nada, debiste verme escondiéndome entre los arboles tratando de no hacer ruido alguno. Mientras que tú, pervertida del demonio, te ibas a follar con Aiden en el parque.-El rubor desapareció tan rápido como vino, y creí que mis ojos se saldrían de su lugar de tanto que los abrí.- No me veas así, tampoco es que sea tan masoquista como para escucharte... en eso. Agradéceme más bien los condones que les lanzaba de vez en cuando él no traía y pretendía embarazarte.- Y sentí que me iba desmayar. Mientras que a él parecía entre molestarle y hacerle gracia el recuerdo.
-PETER- Grité apenada. Él volvió a reír, disfrutando de verme como un tomate andante.- ¿p-por qué demonios tú...?- La voz no me salía, definitivamente no era capaz de emitir sonido alguno, más allá de un chillido agudo, que denotaba tanto sorpresa como molestia.
-El punto, mi niña. Es que sabiendo todos esos aspectos de ti como Spiderman, no podía pretender no conocerte siendo Peter.-Explica, esta vez volviendo a acercarse unos pasos a mi, con cuidado, casi como si temiera que volviera a alejarme.- Hubiese sido lo más incomodo del mundo, y conociéndome en algún punto te hubiese dicho: “Oye, ¿recuerdas esa vez en la que te quedaste atrapada en la montaña rusa y yo aparecí para sacarte?” o algo por el estilo. Entonces tú me tomarías por loco, te alejarías de mi y yo terminaría encerrado en el loquero por tu culpa.-Se rió por lo bajo, negando divertido ante aquel escenario. Hasta que pasó su vista del suelo a mi, ahora con una sonrisa triste, esta vez sin los ojos vidriosos, en su lugar tenían un brillo apagado.
Yo lo observaba desde mi puesto, con los brazos cruzados solo por tener algo que me diera seguridad en mi pecho. Porque a esas alturas ya ni sabia si estaba molesta, dolida, herida, enternecida, sorprendida o feliz por saber quién estaba debajo del traje.
Las lágrimas habían cesado hace ya un rato, por lo que ahora solo tenían las mejillas húmedas y los ojos rojos. Además del masacote emocional que era en ese momento.
-Entiendo si tú ya no quieres hablarme, o siquiera verme. Fui un idiota y lo sé. Además, es mejor para ti estar lejos de mi.-Dice él después de un rato de silencio, en el que no hicimos más que mirarnos el uno al otro. Suspirando resignado. Yo no podía decir nada. Estaba muda, y eso él lo tomo como una afirmación a lo que parecía su sentencia de muerte.-Te llevo a casa....
A pesar de que quería decirle que no era así, que después de seis años bajo su cuidado tanto heroico como el no tan heroico, no iba a poder vivir sin él. Sin las charlas estúpidas a medianoche, los consejos amorosos que a nosotros parecían no funcionarnos, los cuentos de secundaria y los tips de supervivencia contra matones, o los chistes malos en medio del balanceo por la ciudad. Poco me importaba ya quién era. Pero no me salía nada de la garganta. Ni un quejido, ni un chillido, ni un solo sonido. Era como si me hubieran comido la lengua.
Peter me miró dolido antes de colocarse la máscara una vez más. Terminando de acortar la distancia entre nosotros, tomarme de la cintura y lanzarse conmigo en brazos de aquella azotea. Cruzamos relativamente más rápido de lo normal el camino hasta mi departamento, tal vez él estaba apurado, o el tiempo se me hizo más corto por la desesperación latente en mi pecho, tenía miedo.
Aterrizó con gracia en el pequeño murito que hacía de balcón en la sala, justo por entre las pequeñas macetas que lo decoraban. Y aún sabiendo que ya estábamos en el suelo, yo me negué a soltarlo, con mi cara enterrada en su cuello y los ojos cerrados. Sin ser capaz de decir nada. Él se sacó mis brazos con delicadeza, obligándome a separarme muy a regañadientes. Antes de volver a retirarse la máscara.
Quedamos cara a cara nuevamente, con una de sus manos en mi mejilla. Sin moverla en absoluto. Solo estaba ahí.
-No te vayas...-Logré suplicar finalmente, con la voz ronca en un murmullo bajito, el cual él tuvo que haber escuchado, porque su cara estaba a menos de dos centímetros de la mía.-Por favor, no te vayas.-
La araña frente a mí pegó su frente con la mía, cerrando los ojos. Estando ahí. Quieto. Tan quieto que temí que se hubiese dormido estado de pie, después mis neuronas rechazarían esa idea, pues él no era un caballo.
-Es lo mejor...-Replica él de la misma forma que yo hice hace rato.-No voy a poder estar siempre ahí, y si algo te llega a pasar por mi culpa...-Conocía ese discurso de memoria. Siempre que discutíamos él me lo sacaba en cara para tratar de alejarme.
-Deja de querer sacarme de tu vida.-Susurre yo. Apoyando mis manos en sus hombros, a lo que él se tensa ligeramente. Aún con los ojos cerrados y su nariz rozando la mía.- No porque sepa quién eres ahora, significa que alguien vaya a matarme. No porque alguien me haya visto en brazos del Hombre Araña significa necesariamente que me vayan a secuestrar. Y no porque tú quieras mantenerme a la raya del peligro, significa que debas seguirme día y noche, hasta el punto de escucharme cogiendo a mitad del parque...-La frase final hizo que sonriera sin mostrar los dientes. Riendo por lo bajo, como si fuera el ronroneo de un gato.
-Quiero que puedas salir a la calle sin tener que preocuparte de si alguno de mis enemigos se va a antojar de secuestarte en plena fiesta, quiero que puedas tener una vida normal, que no tengas que aprender a lidiar con psicópatas como Goblin o Venom sólo porque yo estoy contigo, sólo porque me conoces...-Intenta convencerme él, y yo, como buena terca que soy, le rebato el argumento.
-Arañita, tengo seis años yendo de arriba a abajo en tus redes. Seis malditos años contigo viniendo a mi casa a mitad de la noche, incluso durmiendo a escondidas en mi cuarto cuando vivía con mis padres. ¿No crees que si algo debía pasarme, debería de haber pasado hace ya mucho?- El castaño de cabellos alborotados abrió la boca para discutir.-Peter, si tanto te preocupa que algo me pase, el error fue acercarte a mi como Spiderman y no como tú mismo. Sí, lo admito, mis padres te hubiesen denunciado por pedófilo si te veían conmigo, siendo tú un universitario y yo recién ingresada a bachillerato. ¡Pero según tú eso es mejor, así que te las hubieras ingeniado para agradarles!- Nuestra discusión era de a susurros, no había nadie en mi casa, pero la cercanía entre nosotros nos obligaba a hablar así. Y tampoco es que a mi me molestara.
-Te quiero en mi vida, te quiero en cada estúpido capítulo de ella.- Admitió con una diminuta sonrisa, abriendo sus ojos, encontrándome con sus orbes avellanados viéndome intranquilos y la respiración acelerada.
-¡¿Quién te entiende?! Si tú eres el que insiste en alejarme, entonces...-Me vi interrumpida por él. Pero esta vez no de forma verbal.
Ese parecía el día nacional de “denle un infarto a _____ Rodriguez”, pues mi corazón volvió a dar un vuelco cuando sentí a mi acompañante estampar sus labios contra los mios.
¿En qué momento dejé de verlo como mi hermano? La respuesta a eso nunca la van a encontrar, porque nunca lo llegue a ver como tal. Desde ese día en el puente había quedado prendada en más de un sentido a él. Pero tenía trece años, así que me obligue a creer que ese sentimiento no era más que admiración hacia él por salvarme. Después, a los diecisiete, cuando él por fin me dijo su edad (resultando ser cuatro años mayor que yo), volvió ese cosquilleo estúpido; nuevamente, le atribuí esto a mis hormonas adolescentes. Reprendiéndome a los veinte por sentir aquello con más fuerza, cuando era claro que a sus ojos yo seguía siendo esa niña asustada en manos de Lizzard. O eso es lo que creí hasta esa tarde...
Ese no era un beso para nada inocente, mucho menos lento o romántico. Era uno demandante, desesperado y hasta pasional. El castaño de cabellos alborotados parecía incluso necesitado. Por fortuna para él, yo no estaba lejos de su estado, respondiendo de la misma forma, sino peor.
Mis manos se aferraron a sus hombros, mientras que las suyas a mi cintura, pegando mis caderas a su pelvis en el proceso. Me estremecí ligeramente al sentir su lengua en mi boca, cosa que a él le hizo gracia.
Definitivamente no podíamos estar mas pegados el uno al otro. Y la sensación de tenerlo así era el cielo. Lástima que mis pulmones no aguantan la falta de oxígeno y me debo separar de sus labios, con la respiración agitada.
-Menos mal que me ves como tu hermana.-Murmuré con diversión entrecortadamente, recuperando el aire.
Peter rodó los ojos, negando divertido. A veces me preguntaba si era bipolar, o si ambos lo eramos, porque hace nada estábamos al borde de las lágrimas. Y hace menos que nada estábamos despidiéndonos.
-Agradezcamos entonces que no eres familiar mio ni consanguíneo ni emocional.- No entendí el chiste, hasta que volvió a pegar su boca a la mía, esta vez menos desesperado que la primera vez. Pero obligándome a empujarlo lejos de mí cuando la risa atacó. A lo que él gruño.
-Perdón, es que...-Decía yo entre risas, abrazándolo por el cuello.- ¿no eras tú el que hace menos de quince minutos estaba enfurruñado intentando alejarme con la excusa de que soy su hermanita?- Chasquea la lengua con fastidio.- Muy maduro tú, ¿no?- Comento con una risita, esta vez viéndolo a los ojos.
Sus orbes avellana estaban ligeramente arrugados a los costados, a causa da la sonrisa que desplegó en su boca, su expresión no podía ser más traviesa. Lo que no indicaba nada bueno.
-Creí haberte dicho que desde hace un rato que eso cambió.-Murmuro con la voz ronca y entrecortada aún por el agite.-¿o no lo hice?- Preguntó cerca de mi oído, sin borrar la sonrisa.
Ahora fue mi turno de gruñir.
-No sé a qué juego tóxico estés jugando, araña. Pero...-Me vi interrumpida por la puerta del departamento siendo abierta. Seguido de la voz de mi madre.- Pero va a tener que ser más tarde, a menos que quieras decirle a mi madre cómo Spiderman estaba a punto de cogerme.-Susurre apresuradamente, él se sonroja fuertemente ante aquello, viéndome con el cejo fruncido.-¿Tan estúpida me crees que no sé diferenciar entre ese tipo de besos, araña?- Pregunté antes de tomar su máscara del suelo (seguramente se había caído durante ese beso que de inocente tenia el nombre nada más), tirarsela al pecho, y empujarlo fuera de la terraza, lanzándolo al al vacío.
Peter debió agradecer en ese momento que viviera en un piso 25, porque yo sí lo hice.
-¡Perdón!- Grité en cuanto vi que no lo había matado, y se comenzaba a columpiar por los edificios cercanos, hasta llegar al techo del que estaba a menos de dos edificios más. En el que se paró a colocarse la máscara nuevamente.
Mi madre apareció en eso, con la duda marcada en su rostro.
-¿A quién le hablas?- Cuestiona ella. Hasta que ve en la misma dirección en la que yo hace unos segundos.- ¿Ese no es tu novio imaginario?- Dice ella medio a los gritos, señalando al arácnido a dos techos de distancia.
A mis oídos llegó la risa escandalosa del señalado después de que ella dijera eso. “Ya lo vi burlándose de mí en cuento lo vuelva a ver. Y si supiera que es en parte su culpa...”
-Creo que no te escuchó ma´, grita más fuerte a ver.-Reproché sonrojada. Mi madre lanzó una carcajada, pues ella también alcanzó a oír la risotada que largó.
-No seas así de amargada.-Reprende, dándome un ligero manotazo divertido. Hoy parecía estar de buen humor, pero como siempre, yo debía cagarla. Ambas nos encaminamos hacia la cocina, ella se sirvió un vaso con agua y comenzó a beberlo.
-Me expulsaron de Empire State.-Solté al mismo tiempo en el que el timbre de mi departamento sonó.
Mi mamá escupió su agua tras que yo dijese aquello. Viéndome con los ojos desorbitados y la cara roja.
“Ya valí verga”
-¡¿QUÉ?!- Exclamó, con esa mirada que me decía que mi vida terminaría en ese preciso instante.
De no ser porque el timbre de mi casa volvió a sonar. Y yo logré escabuillirme hasta llegar a la puerta, con mi progenitora detrás de mí. Con todas las intenciones de acabar con mi vida mediante sus dotes de madre.
Abrí casi con desesperación, intentando zafarme de las garras de mi madre. Pero lo que me encontré fue peor que mi madre molesta. Tal vez, y solo tal vez, hubiese deseado que fuera Venom, o Green Goblin. Y no mi padre, de brazos cruzados y mirada fría, acuchillando psicológicamente a cierto dúo dinámico, defensor de chicas extranjeras a las que el decano odia.
-¿Y ustedes dos cómo carajos descubrieron en dónde vivo?- Aunque con Peter no era necesario preguntarlo, con su amigo el pelinegro, sí que era necesario.
Ambos sonrieron con inocencia, dándose una mirada rápida a sus ropas. Por lo que imite su acto. Peter traía la camiseta con el estampado de la universidad de Boston, sobre esta una sudadera gris y unos jeans oscuros. Su amigo vestía igual, solo que no llevaba sudadera, sino una chaqueta de mezclilla y unos pantalones negros.
No entendí el gesto, y se los hice saber con la mirada.
-Lenguaje...-Reprendieron mis creadores biológicos. Yo bufé.
-¿Los conoces?-Cuestiona en solitario mi padre, con una seriedad de miedo.
Les dí un vistazo a ambos amigos, dudando en responder. Pero Peter se me adelantó en las presentaciones.
-Peter Parker, un....-Me vio de reojo, con una picardía que me dieron ganas de abofetearlo por el microsegundo que tardó en completar aquella frase- compañero de clases, señor.-Con esa misma sonrisa divertida, le tendió la mano. Su amigo oji verde repitió el gesto.
-Harry Osborn, señor.-Dice él, saliendo del anonimato al fin, suspire aliviada porque se presentara él solo, porque de lo contrario hubiese sido incomodo. Pero no tan incomodo como enterarme que él era hijo del dueño de Oscorp Industries, y el alcalde de la ciudad.
Mi padre no pareció muy convencido aún así, su semblante se oscureció un poco más. Obviamente no se creía que ellos fueran mis compañeros de clases, ambos se veían mayores que yo hasta desde Jupiter. Así que intervine.
-Ellos no estudian conmigo.- Dije de pronto. Ambos chicos palidecieron a penas un poco, pero seguro deseaban matarme, por delatarlos.- Es decir, sí lo hacen. Pero no son de mi programa. Ambos están en Biofísica, y como me inscribí en el proyecto de Ciencias Cooperativas, comencé a ver algunas clases con ellos.- Soberana mentira me inventé, pero lo solté con tanta naturalidad que hasta yo me lo creí.- Les pedí que me ayudaran con mi tesis.-Añadí, para dar una razón de más peso a su presencia.
Con eso, mis progenitores se relajaron un poco. Pero la mirada asesina de mi mamá hacia mi aún persistía.
-¿Gustan pasar?- Inquiere ella, con una cándida sonrisa.
Ellos se dejan hacer e ingresan a MI DEPARTAMENTO. Al igual que mi padre, quien cierra la puerta con algo de más fuerza que la requerida.
-¡¿Puedo saber qué mierda hacen los dos aquí?!-Pregunté entre dientes, mientras los tres íbamos detrás de mi madre, rumbo a la cocina.
-Culpabilidad. Y salvar tu vida universitaria.-Responde Harry, a lo que lo veo sin comprender. -Tú solo agradéceme y ya.-Replica ante el signo de interrogación en mi cara.
Una vez en mi cocina, mi madre nos hace sentarnos en la isla de mármol que también hace de comedor. Yo en medio de ellos dos, dándome cuenta de que, si parada ambos chicos me sacan como mínimo cabeza y media, sentada soy un elfo.
Me sentía como si me fueran a regañar, solo que ahora estaba acompañada por dos amigos, a quienes también regañarían conmigo.
-¿Quieren decir qué hacen aquí?- Cuestiona mi padre, entrando con algunas bolsas de comida china en las manos.
-Disculparnos.- Dicen ellos de inmediato. Con una sincronía que hace que se me pongan de punta los cabellos.
La cara de mis padres es suficiente para que ellos sigan con su relato. Sobretodo al ver que mi papá tensó la mandíbula, con los ojos llenos de algo que reconocí como advertencia.
-Hoy hubo un malentendido en la hora libre, estábamos..-”Jodiendo mi existencia”- jugando con unos amigos, cuando sin querer nos llevamos a _____ por el camino.- Mi progenitor entrecierra los ojos ante aquello, haciendo que Harry tiemble ligeramente en su asiento. Muerdo mi labio para reprimir una risa.
-En realidad, fui yo quien la atropelló.-Aclara con una risita nerviosa el castaño.- En medio de todo, el decano apareció diciendo que eramos unos desadaptados sociales, y nos expulsó a los cuatro de la Universidad.- Me costó muchísimo no girarme a verlo con la sorpresa en mi rostro.- Pero _____ intercedió por nosotros, y se llevó toda la culpa, y el castigo también.- Ahora quien tembló en su asiento ante la mirada furibunda de mi padre, fui yo.
-A pesar de que hicimos lo posible por hacerlo recapacitar, él se negó a reintegrarla al sistema. Incluso le pedimos que nos despachara a nosotros en su lugar.- Continúa Osborn, con una seguridad al hablar, que me dió a entender que eso no era parte de la mentira que se estaban inventando para hacerme ver bien frente a mis padres. Sino que, en realidad, ellos lo hicieron.- Sin embargo, hoy al llegar a casa, mi padre me llamó preguntando por la chica con la que estaba haciendo el trabajo de la reconstrucción genética. Y me pidió que le entregara esto.- El pelinegro sacó de su mochila varios sobres blancos, con algún sello postal, y la típica ventanita plastificada que viene en las cartas universitarias, o las facturas de pago, tendiendomelo.
Lo miré sin entender. Él me guiño el ojo, y gesticulo un: “te envidio” con los labios.
Con el cejo arrugado al punto de estar segura de que mis cejas se rosaban entre sí, abrí uno de los tres sobres.
A mi vista lo primero que saltó fue el logo del la Universidad de Boston, seguidos de las palabras “nos confiere el honor de anunciarle que usted ha sido aceptada en el programa de....” Mi pulso tembló. Por lo que repetí el mismo acto con los otros dos sobres restantes. El resultado fue el mismo, pero con la firma del Columbia y del MIT.
-N-no, y-yo no puedo...-El oji-verde me interrumpió.
-Sí, sí puedes, y vas a hacerlo. Es una beca completa, con residencia incluida y la opción abierta a cualquier postgrado y especialidad que quieras, pagos también.- Dice él con una sonrisita divertida y toda la seriedad que le falta a mi hermano mayor. Yo sentí mi cara arder.- Además de esto, mi padre te quiere en su departamento de genética como parte del equipo que esta haciendo un proyecto similar al tuyo.-Y yo juré que me iba a desmayar. Peter pareció darse cuenta de ello y me dio un ligero apretón en los hombros. El cual respondí inconscientemente al tomar una de sus manos entre la mía, olvidándome por cinco segundos que él no tenía el traje y que mis padres estaban enfrente.
-Por cierto, a donde sea que te vayas a transferir, vamos más atrás. Tampoco te creas que vas a deshacerte de nosotros tan fácil, niña.-Susurra Parker bajito, contra mi cabello. Me lo sacudí nerviosa, con el sonrojo más grande mi existencia.
Mi madre nos miraba sin entender. Y ni hablar de mi papá, quien más que sorprendido estaba asesinando al Hombre Araña con la mirada.
-Gracias...-Terminé por decirle al pelinegro.-De corazón, en serio no tienes idea de lo mucho que te agradezco esto. A ti, y a tu padre.- Harry asintió, antes de darme un abrazo corto, el cual bastó para hacer gruñir de nuevo a mi padre.
-Sería bueno si explicas qué causó tanto cariño repentino, _____.-Comenta mi mamá, viendo con algo de diversión a su esposo, quien estaba a nada de tomar un cuchillo del estante.
Me removí nerviosa en mi asiento, con los colores en el rostro a mil por ciento.
-Al parecer tengo una beca completa para estudiar Biomedicina en el MIT, el Columbia y la Boston.- Y así mi mamá termino en el suelo, inconsciente.
Dios mio Santo, es que yo me invento unas cosas...
A veces me pregunto de donde me sale tanto drama, y ni yo se la respuesta.
Seguimos con el mini maratón, el cual espero les esté gustando.
Para el próximo, de nota les voy a dejar un mensajito que me gustaría que leyeran. Pues va de algo que pasó en estos días...
Nos vemos en un rato 😁😉.
-Alex.
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