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Título: Harrison James Osterfield.
Harrison Osterfield y lectora.
Advertencia: Largo. Tiene elementos de un fanfic que leí hace un tiempo y se me perdió. (Si lo reconoces, te pido mencionar el nombre de la autora y de la obra). Contiene más drama que una novela mexicana (no se me ofenda la Mexican People de aquí, por favor).

¹*Yo pongo acá Venezuela, ustedes pongan su país si quieren.

2* Me baso sólo en los personajes de la historia, la cual es una de Tom x Rayita. Pero acá le coloco nombre a esa rayita para evitar confusiones.

³* Alexander, el niño, es de mi invención. Sin ninguna aparición en la obra mencionada.

Ahora sí, comencemos...

Iba algo apresurada por la avenida, tenía que ir por mi hermano pequeño dentro de unos quince minutos más y ya iba retrasada.

Llegué sudando a la escuela, bajo la mirada reprobatoria de la profesora del pequeño.

-Lamento la tardanza, hubo un asunto bastante grave en mi trabajo y no pude salir hasta ahora.-Me disculpe con Alex, que me veía con un poco de reproche.

-Llegué a pensar que se había olvidado del pequeño, señorita Vargas. -Anunció la molesta profesora. Una señora de unos 55 años de edad, amargada a morir.

-Lo lamento mucho, profesora. No volverá a pasar.-Dicho esto, ambos nos largamos casi corriendo del lugar.

Alexander era la luz de mis ojos, y mi consentido como el se auto denominaba. Y yo tenía la obligación legal y moral de mantenerlo.

No hace más de un año que nos mudamos a Los Angeles, fue un viaje largo y cansado. Pero valió la pena. Todo sea por mi familia...

Alex, con sus ojitos azules y cabello rubio llamaba la atención a donde quiera que fuera. Era un niño extremadamente dulce y cariñoso, así como travieso y mandón.

A mis 22 años me tocó mudarme sola, y con mamá hasta el cuello en deudas, decidí traerme a mi hermanito menor a Estados Unidos conmigo. Ambos nos las arreglamos para hacer de la convivencia algo ameno, y nos iba muy bien. Al menos no tenía problemas para mantenerlo.

Caminábamos por las soleadas calles, como solíamos hacerlo todos los días luego de que él salía de clases. Íbamos por un helado o alguna chuchería y luego a la casa.

Ese día, a pesar de que yo no me sentía del todo bien, cumplí mi recorrido habitual. Íbamos pasando por la entrada de un lujoso hotel, creo que el Millennium Biltmore Hotel o el The Standard, ambos igual de costosos.

Sentía mi corazón latir con fuerza. Algo que no era habitual.

-Alex, para un momento por favor.-Le pedí al ver que se adelantó de más.-Necesito descansar.-

Mi hermano se acercó preocupado, al verme recostada en la pared con una de las manos en mi pecho. La opresión que sentía era enorme, y sentía que me fallaba la respiración.

-Estas poniéndote azul, ____.-Advirtió mi hermano con miedo. Si algo me pasaba a mí, lo que fuera, a él se lo llevarían a Servicio Social o lo deportarian al no ser nacional.

-Mierda.-

Trate de calmarme, sentandome con él en una de las banquillas de la entrada del hotel, dudando que alguien nos corriera solo por sentarnos.

-¿Qu-Quieres que haga algo? ¿Llamo una ambulancia o algo?-Preguntó nervioso en español. Yo negué con la cabeza, pasando una de mis manos por sus hombros para calmarlo.

-Tranquilo... Seguro solo es una de mis tantas crisis.-

Claro que no era otra de mis crisis, eso lo sabía muy bien. Pero no le alarmaría de ese modo, a penas tiene 10 años. No necesitaba ver a su hermana mayor así.

La presión en mi pecho fue creciendo cada vez más, era como si algo me aplastara en las costillas, me costaba respirar y mis manos se estaban tornando azules. Sentí mis manos entumeserse, lo cual no era nada bueno. Y mi lengua dormirse, lo que era peor.

Alex lo notó, pues me comencé a doblar como si me recogiera en una bolita. Ahí si ya no pude mentirle mas.

-Mierda, Ax. No puedo respirar.-Comence a desesperarme al notar la falta de aire. Era como si me ahogara.

Alexander me vio asustado. Tratando de buscar mi telefono y llamar a emergencias.

Yo no podía moverme para ese entonces. Cuando del hotel salió un grupo de personas, hacía el cual mi hermanito salió corriendo en búsqueda de ayuda.

Traté de decirle que no lo hiciera, pero solo salió un murmullo inintengible.

-¿Por favor, alguno de ustedes puede ayudarme? Mi hermana no se siente bien. Por favor...-Suplicó el niño. Me dolía en el alma verlo así. Pero no podía hacer más.

Vi como alguien se le acercaba. Un chico como de mi edad. Con gafas de sol y vestido con ropas caras. Seguramente algún niño rico. Acompañado de alguna especie de guardaespaldas.

No pude escuchar mucho de lo que hablaron, pero sí note el acento británico en la voz del chico que me hablaba a mí hermano.

-¡No estoy mintiendole señor!-Chilló mi hermano en español, desesperado, hacia uno de los señores entrajeados que acompañaba al grupito.-¡Mi hermana está muy mal, solo le pido que llame a emergencias porque yo no encuentro su teléfono!-Para ese momento, Alex ya estaba llorando.

-Ax...-Balbucee sin muchas fuerzas.

En el grupo de personas frente a mi hermano, había una chica bajita y de pelo largo con rasgos latinos. La chica se acercó a Alex, y se arrodilló ante él.

-¿Dónde está tu hermana?-Ese acento no era parecido en nada al otro, este era más nos sé como si la chica hablara español desde que nació.

Alex no le entendió la pregunta, pues a pesar de que el acento la delataba, le habló en inglés demasiado rápido.

-¿Dónde está tu hermana?-Repitió entonces en español. ¡Bingo! Esa chica era de Venezuela*-Tranquilo, soy enfermera.-

Alex tomó a la chica del brazo y la arrastró hasta mi, mi hermano se notaba nervioso y no era para menos.

-Hola...-Dijo ella con algo desconfianza hacia mi persona, yo no pude responder hasta unos largos segundos después.

-S-so-sol-solo a-a-ayud-ame a s-s-salir d-de a-a-a-aqu-i p-po-por fa-fav-or.-Era denigrante para mi estar en esas condiciones. Ni siquiera podía formular una oración completa de forma correcta. La voz me salía en un hilo, y sabía que si le hablaba en inglés no me entendería ni yo. Así que hable en español, rogando porque ella me comprendiera.

La chica se acercó a mí con rapidez, palpó a penas un poco mi cuello en busca de la arteria que le facilitara tomarme el pulso. Pero hasta eso se le dificultó.

Mi hermano observaba tenso toda la situación, y es que los segundos se hacían lentos y tortuosos. Uno de los chicos que estaba junto a la presunta enfermera se le acercó, hasta arrodillarse a su altura.

-¡Spiderman!-Chillo entonces el pequeño, lo que me hizo girar mi cabeza con un esfuerzo descomunal hacia él.

La enfermera frente a mi me sonrió con ligereza, tomando una de mis manos antes de darle un ligero apretón.

-Tranquila, no le vamos a hacer daño.-Murmuró antes de girarse de nuevo hacía su grupo.-Tom, ella en serio no está nada bien. No puedo siquiera encontrar su pulso y está tan débil que a penas puede hablar. Una ambulancia va a tardar demasiado y no sé qué es lo que pueda tener o si va a aguantar la espera. Debemos moverla ya.-La determinación y la confianza en la que decía aquello, hasta a mi me hicieron temblar.

El chico frente a mi hermano, el tal Tom alias Spiderman, asintió rápidamente. Viendo a mi hermano y a mi simultáneamente, antes de sacar las llaves de lo que supuse era un auto.

-Martín, tú y Zendeya traigan la camioneta. Harrison ayúdame a cargarla. Andrea ayudame con el niño, ¿sí?-Tom lanzó las llaves a una chica de piel morena, y ella junto a otro chico alto y rubio cenizo se largo hacia quien sabe donde. Mientras que él y alguien a quien no pude distinguir se acercaban a mi.-Mierda, en serio parece muerta...-Murmuró antes de estirarse y tomarme de los hombros.-Hazza, ¿y si me ayudas?-Gruñó por el esfuerzo.

Esperen, ¿Hazza?....

Sentí las manos de alguien más en mi cadera, haciéndome soltar un quejido al ser levantada con algo de brusquedad.

-Cuidado con ella por favor.-Chilló Alexander de nuevo, tratando de acercarse. La voz le tembló hasta el punto de parecer un ligero llanto.

-T-tran-tranquilo, Ax...-Murmure jadeante. Estirando una de mis manos como pude para tomar la suya.

El chiquillo se sorbió la nariz mientras asentia, acercándose a mi a penas lo suficiente para tomar mis lentes, sacarlos de mi rostro y guardarlos en su mochila.

La enfermera, que presumo era la tal Andrea, fue con Alex hasta una camioneta negra Ford Runner último modelo. En donde, con ayuda de los chicos que me traían como podían, me dejaron recostada.

Andrea se sentó a mi lado derecho, y trato de tranquilizarnos tanto a mi hermano como a mi. Ya sea preguntándole cosas sobre nuestra vida aquí o allá en Venezuela, o cosas más triviales sobre su obsesión con Spiderman, la cual compartimos. Mientras me trataba de mantener estable como podía.

A mi lado izquierdo iba Alex, que me sostenía con fuerza la mano mientras respondía las preguntas de la enfermera, sin lograr relajarse del todo.

Frente a mi, iban la chica morena (Zendaya), el chico rubio de lentes que parecía su novio (Martín según recuerdo) y el otro chico rubio de ojos azules del que alguna vez me vi enamorada, los tres venían con su vista fija o en la ventana de al lado, o en mi. Sobretodo la del rubio de ojos azules.

-How do you feel?-Me preguntó. Mis ojos vagaron por entre los presentes, hasta chocar con los de él.-How do you feel?-Preguntó de nuevo con calma, al ver que no fue hasta ese momento que logré identificarlo como el dueño de la pregunta.

-Just that bad as i look like. Combined with a bunch of cold.-Respondí despacio pronunciando cada palabra con lentitud.

-No hables.-Regañó entonces mi hermanito.-Gastas energía que no tienes.-Añadió con preocupación en español, dandome un apretón en la mano.

Harrison asintió tanto a mi respuesta, como al regaño de mi hermano. Antes de sacarse la chaqueta marrón que cargaba y entregársela a la enfermera, quien lo miró con la duda marcada en el rostro.

-Cover her up with it, maybe it'll help.-Explicó en tono neutro.

Andrea, encogiendose de hombros, le hizo caso y me coloco la chaqueta como si fuera una manta. Inundando mis fosas nasales con el olor de la colonia que quedó impregnada en la tela.

Me quede en silencio el resto del camino, hasta que llegamos al hospital más cercano (y con cercano me refiero a unos 45 minutos del hotel en el que me encontraron).

Andrea, con ayuda de Martín, fueron en busca del equipo de emergencias, y poco después yo ya me encontraba rodeada de paramedicos y enfermeras mientras me trasladaban a la sala de cardiologia.

-Escucha, te agradezco mucho por haberme ayudado. Pero necesito que hagas una última cosa por mi, -Le dije en español a Andrea antes de que me llevarán, con el temblor del miedo en mi voz.-cuida de Alexander. Miente y di que eres mi prima. No lo van a dejar ingresar conmigo, y al no estar en condiciones óptimas para ejercer su cuidado se lo van a dar al Servicio Social. Por favor...-Mi hermano y yo la veíamos con todo el miedo del mundo. Ni siquiera la conocía, pero tenía que confiar, de lo contrario mi hermano la pasaría mal.

La chica se vio unos segundos con el castaño a su lado, y luego de intercambiar a penas una oración. Ella regresó su mirada a mi.

-Tranquila, va a estar bien. Yo voy a estar con él en la sala de espera.-Aseguró removiendo ligeramente mi cabello con la mano.

-Quiero ir contigo.-Chilló el pequeño al ver que la camilla en la que estaba comenzaba a andar lejos. Peleando con la chica que lo sostenía en brazos.

Cerré los ojos con fuerza, sintiendo las lágrimas salir rápidamente. Me dolía escucharlo así.

-Tom, hold him back.-Se escuchó la voz apurada del chico de la chaqueta. Pero para ese momento yo ya no podía hacer más que escuchar.

*
*
*

-Tom, sujetalo.-Pidió Harrison apurado al ver que el niño se le iba a Andrea de las manos y trataba de correr tras su hermana. Y como él era quien más cerca estaba del pequeño.

Holland, en un movimiento rápido, tomó a Alexander de la camisa, impidiéndole correr más. En eso, el niño comenzó a sollozar nuevamente, abrazándose a sí mismo.

Andrea, al notarlo, se acercó lentamente al pequeño, hasta tenerlo nuevamente en brazos.

-Hey...-Mumuro sobre el cabello del pequeño.-Ella va a estar bien, ¿sí? Se va a poner bien y tú vas a volver a verla, ¿entendido?-Trató de tranquilizarlo.

Alexander se sorbio la nariz, negando con su cabecita rubia.

-Es que tú no lo entiendes. Ninguno de ustedes lo hace.-Gruñó con la voz rota, limpiandose las lágrimas como podía.

Harrison, Martin, Zendeya, Tom y Andrea se vieron entre sí y luego al pequeño frente a ellos.

El grupo se fue con el pequeño a la sala de espera que había por ahí. Luego de que Holland tuviera que pedirle a varias enfermeras que no dijeran nada sobre haberlo visto.

El actor fue quien habló en primera instancia, acercándose al pequeño que su novia traía en brazos.

-Explícanos entonces.-Pidió con calma.

El pequeño hizo ademán de bajarse de la chica, pero ella se lo impidió temiendo que se escapara una vez más.

-No voy a huir. Solo quiero sentarme.-Alegó ante la reticencia de la mayor, quien lo dejó en el piso para que pudiera ir a una de las sillas de la sala.

Una vez en su puesto. Procedió a explicarles.

-______ tiene una malformación ventricular. Su corazón no se formó bien cuando ella era aún un feto, y cuando nació quedó esa consecuencia.-Inició su relato. Tratando de ver a los cuatro jóvenes frente a él a la par que lo hacía.-Mi hermana siempre me dijo que ella ya no tenía nada, que se había curado después de la primera cirugía que se hizo hace no mucho más de un año acá en Los Ángeles.-Andrea fue quien se sentó al lado del pequeño para ese momento, sonriendole con calma al hacerlo.

-Ella tenía que tomar unos medicamentos extraños que le recetó el doctor. Pero entre la presión que le genera cuidarme, tener que mantener a nuestra familia allá en Venezuela y además continuar sus estudios, dejó hace unas semanas de tomarla porque se le acabaron. Desde ese momento ella se ha ido en pique. No come mucho, le cuesta hacer cosas tan simples como caminar y de vez en cuando, cada que se estresa, tiene pequeñas crisis no tan grandes como la de hoy.-Harrison y Martin se vieron entre sí. Sabiendo que hacía no mucho tiempo, la enfermera que era su amiga también había tenida una crisis semejante a esa.

-Pero eso no nos explica por qué le tiene pavor a Servicio Social.-Indica Tom con la ceja en alto. A lo que el pequeño se ríe como si fuera lo más obvio del mundo.

-Simple: ella tiene una crisis. No puede mantenerme. Y el gobierno le quita mi custodia y me deporta. -Responde Alexander, viendo al actor que hace de su superheroe favorito.-Para ser Peter Parker eres un poco tonto...-Mumura más para sí que para el británico. A lo que la novia y el mejor amigo de este se ríen.

Andrea aún tenía una duda en la cabeza, y casi como si le leyera la mente, el niño le dijo:

-Ella tiene nacionalidad americana, yo igual. Pero al no ser nacido aquí me tratan de inmigrante.-Explica con rapidez, girandose a la de ojos cafés.

Tom, sin poder entender nada aún. Decide sentarse al lado del pequeño y ahí hacer un interrogatorio un poco más rudo y bastante ácido.

Alexander respondió todas y cada una de sus preguntas, con la misma paciencia y seriedad del principio. A pesar de tener 8 años, la experiencia de ver a su hermana en el estado de ese día le habían preocupado. Y ni siquiera Thomas Stanley Holland podría sacarle la preocupación sobre su hermana con tal interrogatorio tan hostil.

O eso pensó. Hasta que el actor lo ofendió.

-¿Qué es lo que quieren? ¿Dinero? ¿Un autógrafo? ¿Qué? Porque ese teatro que acaba de hacer tu hermana allá, en serio estuvo de locos.-Farfulló un poco más rudo de lo usual el actor hacía el pequeño. Acto que hizo a Alexander fruncir el ceño y alejarse más de él.-¡Muy buen teatro, en serio! Ya puedes salir, chica. Nos creímos tooodo este show. Ahora deja el drama de la familia rota y ven por el niño.-Exclamó hacia la puerta por la que anteriormente había desaparecido la joven junto al montón de médicos.

Ax, al ver esto se levantó de la silla en la que estaba, y con ojos llorosos se alejó rápidamente del grupo. Siendo seguido por Osterfield, no sin ante ver mal a su mejor amigo.

Harrison corrió por los pasillos de aquel Hospital como si la vida se le fuera en ello. Si de algo se había dado cuenta durante lo poco, mejor dicho nada, que habia hablado con ambos hermanos era de que la mayor no dudaría en partirle la madre a cualquiera del grupo si algo le llegaba a pasar al niño.

Sin embargo no tuvo que buscar mucho para encontrar al infante. El niño se encontraba cerca de la sala de cardiologia en la que anteriormente habían entrado para llevar a ____.

Alexander estaba ahí, parado frente a las dos grandes puertas de entrada. Sin hacer nada en específico. Solo observar.

Osterfield se acercó con cuidado. Temiendo que el niño volviera a arrancar a correr. Sin embargo, se sorprendió cuando este se giro a verlo.

-Por favor no huyas.-Pidió el británico casi en pánico.

El niño negó ante la idea. Acercándose al rubio mayor.

-No te acuerdas de ella ¿o sí?-Le preguntó, dejándolo algo desconcertado.

-¿De quién hablas?-Contrapreguntó confundido. Lo que confirmó la duda del menor.

-Mi hermana.-Respondió sin darle vueltas al asunto.- Tú y ella estudiaron juntos el último año de preparatoria.

Hazza lo miró sin entender mucho. Hasta que algo hizo click en su cabeza.

-Ay mierda...-

*
*
*

Abrí los ojos de golpe. Buscando a Alex con la mirada.

-Estoy aquí, tranquila.-Escuche de pronto la voz de mi hermanito a un lado de la camilla. Lo examine con la mirada. Parecía estar bien, al menos físicamente.-Si me cuidaron.-Añadió para responder mi inexistente pregunta.

Suspiré pesadamente, relajandome un poco. Tratando de alcanzar el botón de la camilla que servía para reclinarla. O en eso estaba hasta que la voz de otra persona interrumpió mis acciones.

-How do you feel?-Preguntó. Me mordí el labio para reprimir una sonrisa. Pero... ¿Por qué seguia aquí?

Mi vista viajo de mi hermano hasta él, y en sus ojos pude distinguir algo que antes no: familiaridad.

Pero eso era imposible. Harrison no me recordaba, no deberia más bien. A penas unos meses fue lo que pudimos haber pasado juntos. Y eso fue hace unos cuantos años.

-Is she ok?-Le preguntó preocupado entonces a mí hermano, al ver que no le respondí.

La voz no me salía. Sentía mi garganta seca de pronto, y la cabeza me dolía a morir. Lo que Alexander notó.

-Creo que no.-Le respondió algo nervioso.

Dicho y hecho, Harrison no tuvo tiempo de preguntar. Para cuando yo ya estaba haciendo ahorcadas para vomitar.

-Llama un médico, ya.-Le ordenó el menor al británico, al tiempo que corría en búsqueda de un envase para que yo vomitara.

Harrison, algo descolocado, salió disparado de la habitación.

Alexander trajo el envase poco después, y con su ayuda logre reclinarme lo suficiente para poder devolver todo lo que ni siquiera recordaba haber ingerido.

La cara de asco de mi hermano era indescriptible. Por lo que tomé el envase en mis manos, y le dije que se esperase afuera para evitar incomodarlo más. Pero él se negó.

-Sobreviviré a ver un poco de vómito.-Afirmó al tiempo que se colocaba el bordillo de la camisa sobre la nariz, para evitar el olor. Sin embargo, sus ojitos reflejaban el desagrado.

Una vez saqué todo lo que mi organismo me permitió, volví a recostarme. A lo que Alexander se deshacía del envase.

-¿No se supone que yo soy quien te cuida a ti?-Mumure con la voz pastosa debido a todo lo que devolví.

Mi garganta ardía y mi cabeza dolía como el infierno. Tal vez por la deshidratacion.

-Se supone. Pero ya ves que esto es como rotativa...-Replicó él con una sonrisita.-¿Me prometes no morirte si voy a lavarme las manos?-Bromeó a lo que yo reí.

Alex siempre será el hermano sobreprotector de la hermana mayor que lo cuida en exceso.

-Anda tranquilo.-Respondí. A lo que él asintió y se fue al baño de la habitación.

Me quede ahí, sola. Por a penas unos segundos más, que fue cuando vi a Harrison entrar acompañado por alguien en bata, el médico supuse.

-Buenas tardes, señorita Vargas.-Saludo el especialista antes de acercarse.-Veo que ha mejorado en comparación a como llegó, ¿no?-El hombre era de unos 30, de cabello castaño oscuro y de unos profundos ojos verdes que me veían con seriedad a través de los lentes redondos que portaba.

-Si considera que llegue casi muerta, pues claro que hay una mejoría, doctor...-Comenté con voz neutra, tratando de recordar el nombre del especialista.

-Carson.-Completó.

-Bien, doctor Carson. Pues sí, claro que ha habido una gran mejoría. Pero eso no me explica por qué me encuentro en una habitación bajo observación-Señale las cámaras en el techo, las cuales captaban todo movimiento en la habitación.- o por qué no me han dicho lo que me hicieron durante las 18 horas que he estado inconsciente. Y mucho menos explica por qué a penas despierto la cabeza me duele como el demonio y acabo de desechar cosas que ni siquiera recuerdo haber ingerido.-Miré al doctor con un ceja en alto, esperando ahora sí una respuesta concreta y directa.

Harrison reprimió una pequeña sonrisita, antes de sentarse en el sofá cerca de la camilla, en donde había estado mi hermano anteriormente.

El médico dudo un poco antes de responder, tal vez nunca se había enfrentado con algún paciente que le pidiera la verdad en lugar de una receta a seguir.

-Buena observación...-Alagó con una diminuta curva en sus labios, que podría tomarse como una sonrisa.-Lo que ocurre, señorita, es que tuvimos que intervenirla de emergencia. Su corazón comenzó a presentar diversas irregularidades en cuanto a palpitaciones y comportamiento. Resultado del daño provocado anteriormente por la cirugía previa que le realizaron.-Senti mi cara palidecer. Eso era justo lo que no quería escuchar. Tenía mis sospechas, claro. Por eso dejé la medicación.-Notará que tiene una sutura en la parte superior izquierda del pecho, rozando el seno. Intentamos hacerla lo más invisible posible por cuestiones de estética. La cirugía duró unas 4 horas aproximadamente, y lo que logramos hacer fue remplazar su válvula ventricular izquierda con una válvula artificial. Esperando que eso pueda ayudar en la mejora de su estado. Lamentablemente, de no hacerlo, tendremos que optar por la opción de un transplante. Y es por ello que la tenemos en observación, y así la mantendremos por las siguientes dos semanas.-Mi pulso se fue a la mierda de inmediato, metafóricamente claro. Pero mi cara sí palidecio.-El señor Osterfield se ofreció a cuidar de su hermano, además de hacerse responsable por los pagos adicionales. Así que por ello no debería preocuparse.-Añadió.

Mi vista viajó inmediatamente a Harrison, quien me sonrió tímidamente. Después hablaré con él.

Pero, ¿por qué carajos hacía eso por mí?

-Los vómitos y el dolor de cabeza se deben al cuadro de deshidratacion que presentó en su momento. Los cuales estamos tratando por medio de la vía que tiene en la mano derecha.-Termino su explicación.

Asentí lentamente. Tratando de asimilar todo.

En ese momento, Alex salió del baño. Y fue directo a sentarse al lado de Harrison al ver al doctor.

-Usted tendrá un proceso bastante largo que recorrer para recuperarse, señorita. Le recomendamos tomarlo con calma. Está en buenas manos.-Dicho eso, y después de darle una mirada indescifrable hacia el chico rubio a mi lado, salió de la habitación. Inmediatamente después, entraron los amigos de Harrison.

La enfermera, el Spiderman, el rubio y Zendaya me veían atentamente. Los cuatro con una emoción diferente en el rostro.

-¿Como te sientes?-Preguntó Andrea en español esta vez.

Yo no pude evitar el ignorar esa pregunta y contrapreguntar:

-¿Por qué siguen aquí?-Una cosa era que Harrison se hubiera quedado, pues ya suponía que mi hermano le había soltado la sopa.

¿Pero ellos? Ellos no tenían ninguna responsabilidad moral o sentimental conmigo.

-Queríamos saber cómo seguías. Nos preocupaste.-Respondió esta vez el rubio que también hablaba español.-Ademas, no todos los días nos conseguimos con una chica medio muerta en la puerta de un hotel, con un hermanito de carácter bastante fuerte y obstinado.-Se encogió de hombros con una sonrisita.

-¡Martin!-Regañaron los otros tres, a lo que yo reí.

Los presentes me observaron sorprendidos, tal vez esperaron que ello me ofendiera.

-Eso se los concedo. Pero a lo que me refería era a qué hacen todos ustedes aquí...-Pregunté con la mirada fija en el castaño el cual me miraba con algo de pena.

Andrea entendió a lo que me refería.

-Tom quiere disculparse con Alexander.-Anunció.

Yo mire con ojos abiertos a mi hermano, quien solo me hizo una mueca frunciendo los labios en una delgada línea.

-¿Qué pasó?-Pregunté un tanto alarmada.

-Me sobrepasé contigo, niño. Lo lamento por ello. Pero cuando te vuelves alguien como yo, alguien sin privacidad, aprendes a esperar lo que sea de quien sea. Y eso usualmente se traduce en cosas no tan buenas.-Mi hermano lo miraba seriamente, de brazos cruzados. Pero finalmente asintió.

Yo más confundida no podia estar. Así que sólo me limite a observar la escena.

-Disculpa aceptada, Peter Parker.-Respondio luego de unos segundos. Haciendo sonreír a medias a Tom.

Andrea, por su parte, añadió con una sonrisita:

-Yyyyyy... Como una ofrenda de paz, Tom quiere invitarte un helado, además de hacerse responsable de los exámenes que le vayan a hacer a tu hermana.-Alexander y yo nos vimos entre sí inmediatamente. Ambos nos precipitamos a negar. Usualmente esos "pagos completos" terminaban siendo una deuda aún mayor que después teníamos que sortear. Y me costaban 67 horas de trabajo extra semanal.

-No, no, no, no. Paren su carro ahí.-Chillamos los dos con pánico en la voz.-Te acepto el helado. Pero ni se te ocurra endeudar a mi hermana.-Amenazó el infante con los ojos bien abiertos.

Tom y Andrea se vieron con el ceño fruncido, pero Zendaya se adelantó en hablar.

-Ustedes dos no tienen buenas experiencias con los pagos completos, ¿o sí?-Medio preguntó en serio, medio bromeó. Pero ambos asentimos.-Si saben quienes somos, ¿no?-Volvió a preguntar con una mínima sonrisa.

Alexander y yo asentimos. Porque sí, después de un rato de haber sido internada, Diosito me iluminó el cerebro y me di cuenta de la gente con la que nos habíamos topado.

-Tú y él-señale a Thomas y a la morena.- son actores bastante conocidos. Por no decir cotizados de más. Mientras que ustedes dos, -señale a ambos latinos.-según entiendo son sus parejas.-Los cuatro asintieron.-Aún así espero que sepan que todo esto fue por una casualidad bastante extraña, porque yo ni enterada de que estaban en Los Ángeles, mucho menos sobre que se hospedaban en ese hotel.-Los cinco, porque hasta Harrison lo hizo, asintieron.-Bien...-

Tom volvió a insistir con el pago de los exámenes poco después. Y a mi hermano y a mi no nos quedó de otra más que aceptar el ofrecimiento.

-Venga, vamos a cobrarte el helado.-Añadio Martín, pasando un brazo por los hombros de Zendaya.-Hace un calor de los mil demonios...-Exclamó con una risita.

Mi hermano, como gesto para pedir permiso, me tomo la mano rápidamente. Yo reí ante aquello.

-Prométeme que te vas a portar muy bien. Y que no vas a volver a correr de ellos.-Adverti. Él asintió. Pues entre nuestra conversación por el pago, me contaron lo ocurrido mientras yo no estuve presente.-Bien, anda. Sé cuidarme sola.-Él sonrió y se fue derechito con Andrea.

La enfermera latina lo tomó de la mano, sin embargo añadió con un deje de picardía en la voz:

-Tranquila, que Harrison se va a quedar para cuidarte.-Y todos se retiraron de la habitación con rapidez. Dejándome con las palabras en la boca.

El británico y yo nos quedamos en silencio un rato. Incómodos obviamente. No todos los días te consigues a tu crush (y casi algo) de la preparatoria en plena crisis moribunda en Los Ángeles.

Harrison se encontraba en el sofá, con las manos entrelazadas y encorvado. Viendo fijamente algún punto de la habitación. Seguramente perdido en sus pensamientos. Mientras que yo estaba tratando de buscar una excusa coherente para poder sacarlo de ahí.

-No tienes que quedarte si no quieres, Osterfield/ Te recuerdo.-Hablamos al mismo tiempo, rompiendo la tensión que habíamos creado.

-¿Qué?-Volvimos a preguntar ambos. Riendo un poco por lo idiotas que de seguro nos veíamos.

-Alexander me contó todo.-Empezó Hazza, con una pequeña risa nerviosa.-Y...pues básicamente me hizo recordarte a base de coquitos.-La sonrisita no se le borraba por nada del mundo, y siendo sincera, se veía demasiado lindo así.

Rodé los ojos, reprimiendo una sonrisa al imaginarme al menor explicarle toda la situación por la que habíamos pasado él y yo. Definitivamente mi hermano era un caso serio.

-Eso quiere decir que tú...-Mumure sin saber si lo que diría a continuación era o no prudente. Pero al parecer Harrison comprendió a lo que me refería.

-Sí, también me habló de esa noche.-El rojo tiñó entonces sus mejillas, y evitó mi mirada unos segundos.

Trague con fuerza, queriendo que la tierra me tragara.

A ver, resumidamente, Harrison y yo nos conocimos en la preparatoria, ambos cursabamos el último año. Las hormonas de ambos estaban a millón, y después de la noche de graduación perdí la virginidad con el británico. Pero luego él tuvo un pequeño accidente que básicamente me borró de su vida, y yo tuve que regresar a mi país por una situación familiar.

Drama, lo sé. Es mi segundo nombre.

-Entonces...-

-Entonces.-Me animo a seguir.

Yo tuve que respirar varias veces para poder arreglar mis pensamientos. Porque era un completo desastre.

-¿Por qué te quedas?-Sí, lo sé. Soy terca. Y una mierda para decir mis sentimientos, gracias.

El aludido me miró con la sorpresa grabada en su rostro. Negando con la cabeza antes de levantarse del sofá y acercarse más a la camilla.

-¿Por qué crees que lo hice?-Preguntó entonces con la voz ligeramente más gruesa que antes. Viéndome directo a los ojos, derritiendome internamente al verme perdida en ellos.

Suspiré  pesadamente, pasando con cuidado una de mis manos por mi cabello, desenredandolo un poco. Sin tener nada coherente para alegarle.

Era estúpido que estuviera de pronto tan cohibida. Si él ya me recordaba, entonces no debería de sentirme así. Es más, debería de estar feliz de que el amor de mi vida me recordará. Pero en su lugar, me encontraba buscando excusas para alejarlo, de nuevo, de mi lado.

En serio que soy de lo peor en esto de las relaciones amorosas.

-Mira, sé que fui un poco, muy, idiota al haberte dejado ir de esa manera. Cuando, aún con lagunas mentales, sabía que te quería conmigo sin importar qué. Pero, y sólo si me dejas, quiero hacer las cosas bien esta vez.-Si de algo se caracterizaba ese hombre era por no ser específicamente del tipo romántico y el solo hecho de que estuviera diciendo todo eso casi suplicando, decía mucho.-No soy muy bueno con esto de las relaciones, ni siquiera he sido capaz de mantener algo serio con alguien en ningún momento de mi vida. Tom es mejor en eso que yo... Pero ayer, cuando Alexander medio secuestro a Drea para ayudarte, no sé. Quede en shock. Algo en mi conciencia me gritaba: "Harrison, la encontraste." y yo no quería hacer caso. Pero después de que te internaran, por alguna razón los nervios y la preocupación me comenzaron a comer vivo. Tu hermano casi nos mata de un infarto cuando se escapó y yo fui el único que reaccionó en ir tras de él, porque, de nuevo, algo me gritaba que debía hacerlo. Luego Alexander me explico todo. Y algo hizo click en mi cabeza.-A medida que hablaba, movía las manos de un lado a otro, o se reía nervioso, incluso balbuceaba. Y yo no podía hacer más que verlo boquiabierta, nunca en el corto tiempo que convivi con él, lo había visto de ese modo.-Y todo vino a mi memoria de golpe. Y las ganas de tenerte cerca también volvieron... Dios Santo. Tú debes pensar que enloquecí seguramente, pero es lo que siento.-

-Harrison...-Le llamé, pero él siguió hable que hable.

-Escucha, si quieres que me vaya lo voy a hacer. Si quieres que me quede...-

-Harrison.-Repetí. Pero él ni pendiente.

-Y aunque de seguro...-

-¡Harrison!-

-Lo que quiero decir con todo esto es que... Mierda, esto es estúpido. Pero te amo.-

-¡Harrison James Osterfield, cállate y escuchame!-Grité para que al fin se callara. Y funcionó, porque se quedó de piedra.

-¡¿Cómo sabes mi segundo...?!-Empezó...

-Hazza, calla.-Él obedeció. Y casi sin pensarlo, continue.-Quiero que te quedes. Quiero que te quedes y que sigas siendo mi dolor de cabeza constante, pero no sé si eso sea la mejor opción. Digo, soy una bomba de tiempo en este momento, en cualquier momento...-

Y ahora fue su turno para interrumpir mi monólogo medio cursi. Solo que la táctica de él fue más efectiva.

Sin darme tiempo para nada. El rubio me besó. Sí, damas y caballeros, Harrison Osterfield me estaba besando. Y yo no me molesté, como para colmo de los colmos.

Osterfield me beso tiernamente, con dulzura, casi como si temiera que lo fuera a rechazar.

La máquina a mi lado, esa que media los latidos, comenzó a emitir un horrible sonido. Indicando lo rápido que comenzaba a latir mi corazón.

Mi mano libre, esa que no tenía la vía, viajo a la nuca del chico, enredandose en su cabello. Siendo feliz de tenerlo cerca de nuevo. Sus labios eras torpes, sin compás, ni siquiera había un ritmo en ese beso. Sin embargo era algo sentido. Tan disparatado como nosotros.

Él se alejo lentamente, jadeando. Dejándome a mí en iguales condiciones. Con la máquina pitando con fuerza a nuestro lado. Pero además de eso, se escuchaban risas y pequeños chillidos. Ambos nos asomamos, y justo en la ventana de la habitación, estaban los demás. Incluso Tom estaba haciendo un baile extraño.

Una enfermera se hizo presente de inmediato, para regañarnos por haber forzado tanto mi delicado corazón. Sin embargo, la sonrisa idiota no desapareció de nuestro rostro, ni tampoco del rostro de los chicos.

Existen formas muy extrañas de reencontrarte con quien estas destinado. Y está, sin duda, era una de ellas.

Creo que tengo una obsesión con hacer los OS largos ahora. Perdonen. Pero tengo una inexplicable necesidad de describir todo. Y hacer un drama enorme.

Y aunque no es un Os de Tom, espero que se lo hayan disfrutado.

Por cierto, ¿les gustaría que le saque segunda parte al primer Os de este libro, el de La Asistente?

Gracias por leer.

Nos vemos.

-Alex.

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