Fujiwara x Male Reader (Kaguya Sama)
Suena el timbre de la escuela una vez más.
Todos se marchan a sus casas en este día lluvioso y oscuro.
Espero a la salida con mi impermeable gris y mi paraguas a que la mayoría se marche para que pueda caminar con mayor libertad hasta mi casa.
Sonrío incómodo al verme rodeado de toda ésta gente, es mi último año de escuela y aún no puedo evitar sentirme como un bicho raro en una escuela tan prestigiosa.
Todos ellos son hijos de personas muy influyentes en el mundo de la política y los negocios; en cambio mis padres son personas de clase media que a base de esfuerzo y sudor me han dado todo.
Lo mío no es resentimiento, es tan solo que siento que no pertenezco aquí.
Ya cuando veo que no hay nadie en el camimo, muevo mis piernas para avanzar y llegar hasta en cuanto antes a mi hogar.
Puedo ser algo extraño a veces, pero no me agrada mucho la idea de caminar junto a alguien de regreso, no sabría de que hablar. No soy alguien de muchos amigos, de hecho, no tengo ninguno.
Las gotas caen con violencia hasta el suelo, ya se han formado charcos y mis botas se están empapando.
De pronto, un grito desconcentra mis pensamientos.
— ¡BUAAA! — Es el grito de un chica a metros delante de mí. Al parecer su paraguas se ha roto, y las lluvias azotan su llamativo impermeable color rosa.
Me detengo por un instante, seguramente es alguien de mi escuela.
Aunque me gustaría quedarme aquí y esperar a que se marche, pero no puedo ignorar a alguien que está en problemas.
Me acerco desinteresadamente hacía ella y la cubro con mi paraguas.
— ¿Te encuentras bien? — Pregunto al verla cabizbaja y observando detenidamente su paraguas que se ha partido en cuatro partes asimétricas.
— No — Responde resignada sin levantar su cabeza, ni notando mi presencia.
Antes de que pudiera decirle algo, su tierno estornudo me hizo latir el corazón.
— ¡Achoo!
— Sa…salud — Le digo temblorosamente, realmente fue un sonido bastante enternecedor — Si sigues aquí terminarás con un resfrío y ya estás empapada, mi casa está a unos métros de aquí, puedes sacarte allí si quieres.
— ¡Está bien! — Tomó mi paraguas y levanto su rostro, guardando las otras piezas de su paraguas en su mochila.
Mi corazón late a mil por hora al ver su bello rostro, sus bellos ojos azules resaltan en contraste con ese impermeable que cubre su cabello.
Decidí avanzar nerviosamente junto a la misteriosa chica a la cual invité a mi casa.
Esto es incómodo, ¿Acaso acabo de invitar a una chica a mi casa?, ¿Realmente está sucediendo?.
Camino con algo de lentitud. Nuestras manos sostienen con firmeza el paraguas. Nuestras manos están a un centímetro de distancia, su pequeña mano está arriba de la mía, un error y éstas podrían tocarse y eso sería bastante incómodo para ambos.
Observo con disimulo a la chica y no parece estar concentrada, observa con inocencia a su alrededor. Siento que ya la he visto antes en la escuela, pero no puedo decirlo con exactitud, sin la posiblidad de ver su cabello no podría deducirlo con claridad.
Luego de unos minutos de buscar en mi memoria quién es esta chica, finalmente ya estamos afuera de mi casa.
No es muy grande en comparación al promedio de los estudiantes, es más bien de clase media, sólo espero que ésta chica no se sienta incómoda en un lugar como éste, seguramente es alguien de mucho dinero.
Espera, ¿Acabo de invitar a una niña rica a mi casa?, ¡Díos!, ¿En qué estaba pensando?. Seguramente esto debe ser una pocilga para ella.
— Sostén mi paraguas por favor — Le comento mientras saco las llaves para abrir el picaporte.
— ¡Sure!
¿Acaba de responderme en inglés?.
A cabo de unos segundos de abrir el picaporte con mi llave, podemos ingresar a mi hogar.
En la entrada, me quito los zapatos, pero no antes de guardar el paraguas en un tacho especialmente diseñado para éste.
En tanto, observo a la chica que se quita su impermeable, permitiendo relucir un hermoso y formado cabello color rosa con un moño negro en ella. Su uniforme escolar largo y de color negro con líneas blancas está empapado.
De pronto, mueve su cabello de un lugar a otro, al igual que un perro. En ese segundo, logro reconocerla:
— Eres…eres Chika Fujiwara, la…la ¡Secretaria del Consejo Estudiantil!
— ¿Eh? — Me mira con curiosidad — Sí soy yo.
Muestra una sonrisa boba y se mueve de un lugar a otro.
¡Por Dios!, invité a la secretaria del Consejo Estudiantil a mi casa. De seguro debe pensar que esto es un basural en comparación a la suya. Sus padres son diplomáticos, conoce varios idiomas y se dice que pasa sus vacaciones en el extranjero ¿Y aún así ella aceptó venir aquí?
Que vergüenza, seguramente hablará mal de mí con todo el Consejo estudiantil.
— Estoy mojada — Me mira con torpeza, interrumpiendo mi monólogo interno.
— ¡Oh!, si, lo siento, te buscaré algo de ropa.
Subo rápidamente por las escaleras hasta llegar a mi cuarto.
Luego de vestirme, busco algo que Fujiwara pueda utilizar.
Me siento patético al no haberla reconocido antes, vamos en el mismo grado pero en distintos salones. Suelo verla con frecuencia junto al Presidente y a la Vicepresidenta del Consejo. Eso me pasa por no sociabilizar mucho con los demás, si lo hubiera hecho, tal vez habría reconocido su voz y habría pensado dos veces antes de traerla hasta acá.
— Creo que esto le servirá — Selecciono una polera blanca, una sudadera gris, un pantalon corto negro y unos calcetines.
Seguramente con esto servirá.
Antes de bajar por las escaleras, voy al baño y busco una toalla para la secretaria del Consejo.
Ahora sí, es hora de bajar.
Respiro profundamente para calmarme.
Desciendo con cuidado las escaleras hasta llegar al primer piso.
Veo a Fujiwara que todavía sigue en la entrada mirando la punta de sus pies.
— Aquí tienes — Le ofrezco la ropa y la toalla — Secaré mi ropa, si quieres también puedo hacer lo mismo con la tuya.
¿Qué?, ¿Desde cuando que seco mi ropa?, eso usualmente lo hace mamá. Yo y mi gran bocota.
Mis piernas tiemblan sin una razón aparente.
Sin esperar su respuesta subo a toda prisa por las escaleras en busca de mi uniforme escolar, además Fujiwara necesita algo de privacidad para vestirse.
Espero unos minutos antes de bajar, no dejo de pensar en todo lo que está ocurriendo.
Esta extraña sensación en mi pecho, no sé cómo describirla, pero no me gusta en lo absoluto.
Llevo mi mano en mi pecho y siento como los latidos de mi corazón se aceleran.
Una vez más, inhalo y exhalo para tranquilizarme.
Luego de unos minutos, tomo mi uniforme y bajo lentamente.
Fujiwara sigue en la entrada, sostiene su ropa y la toalla que le presté. Mi sudadera le queda bien y ese pantalón negro corto reluce sus piernas.
Me avergüenzo al pensar así, jamás me había fijado en alguien antes, todos eran muy diferentes a mí, por lo que siempre creí que eran personas inalcanzables, pero con ella todo es distinto, su sencillez y su torpeza me cautivan.
— Te ves bien — Comento sin pensar.
— Gracias — Deja caer su ropa y la toalla para llevar sus manos en su cabello intentando realizar una pose como las grandes modelos.
Miro hacía otro lado, realmente luce muy atractiva a pesar de su extraño movimiento.
En tanto, recojo la ropa y la toalla.
— Iré a dejar esto en la secadora, puedes pasar. Enciende el televisor si gustas — Muestro una sonrisa.
— ¡Lo haré! — Mira convencida y apreta sus manos como si fuera un desafío.
Camino hacía una habitación, al final de mi casa donde está la lavadora y todo lo necesario para lavar y secar la ropa.
Llevo nuestra ropa a la secadora.
— Si fuéramos un matrimonio, esto sería cotidiano.
Mis mejillas se tornan rojas al pensar en aquella posibilidad.
— ¿Qué me está pasando?, no puedo hacerme ilusiones por que traje a una chica aquí, ni siquiera la conozco, no estamos saliendo ni nada.
Inhalo y exhalo un par de veces antes de salir.
En pocos minutos ya debería estar seca nuestra ropa.
Salgo de esa habitación y camino hacía la sala de estar, donde se oye la televisión encendida.
Sin hacer ruido, observo a Fujiwara sentada en el sofá y con su mirada puesta en la televisión, está viendo una serie romántica que se transmite a esta hora, lo sé por qué yo también suelo verla.
Es mi secreto mejor guardado, no se lo he dicho a nadie.
Voy a la cocina y tomo unas galletas junto con unos refrescos que tengo. Los reúno todos en una bandeja.
Ahora sí, me acerco a la chica de cabello rosa.
— ¡Galletas! — Exclama de felicidad como una niña pequeña al verme.
— También traje refrescos — Coloco la bandeja en una mesita ubicada entre el sofá y el televisor.
— Son deliciosas — Su rostro se ilumina al comer. No comprendo, son solo galletas normales de supermercado, son corrientes a lo que ella debe comer, no está fingiendo, ella parece estar disfrutando.
También saco una y observo fijamente al televisor para no perderme ninguna escena.
Ésta casa es acogedora y está aislada del frío exterior, la temperatura es bastante agradable.
Me relajo a medida que no dejo de mirar el televisor.
De pronto, siento como la cabeza de Fujiwara cae sobre mi hombro.
Mi corazón palpita con fuerza y mi entrepierna también por alguna razón.
Mi rostro se vuelve rojo.
Escucho los suaves ronquidos de la hermosa chica, seguramente el estar expuesta a la lluvia y todo ese frio la debió agotar.
¿Debería despertarla? O ¿Debería dejarla descansar?. Hay muchos pros y contras sobre eso.
Mi mente piensa a mil por hora, prefiero mantenerme sentado y observar afuera a través de a ventana con la televisión encendida por un momento.
La lluvia golpea fuerte, e incluso se divisan relámpagos y se oyen algunos truenos a la distancia.
Mis ojos se enceguecen por un momento al ver un rayo caer.
— Ya debe venir el trueno — Comento algo emocionado.
— ¡Brrr! — Fujiwara se despierta de golpe al oír el trueno que tanto ansiaba escuchar. Mueve su cuerpo de un lugar a otro.
— ¡¿Te encuentras bien?! — Me altero un poco, tal vez pueda ser algo peor.
Me pongo de pie listo para actuar.
— No, es que…no me gustan los truenos y siento como que algo explotara en mi estómago — Llevo ambas manos a su vientre.
¡BROOOM!
— ¡Aaaah! — Tapa sus oídos y tiembla levemente al oír un segundo estruendo.
— ¿Hay algo que pueda hacer por tí? — La observo como se retuerce.
— ¿Podrías taparme los oídos mientras yo cubro mi estómago?, con Kaguya Sama lo hacemos siempre — Me mira como un cachorro.
— Lo haré — Sonrió al no poder resistirme a sus encantos.
Fujiwara se pone de pie y apoya su espalda contra mi pecho, permitiendo que pueda cubrir sus oídos.
Me siento nervioso, nuestros cuerpos están muy unidos, toda su espalda está en mi pecho y bajando.
Si llegaran mis padres de improviso no tendría palabras para responder, creerían que tengo algo íntimo con la Secretaria del Consejo estudiantil.
Estoy así por unos largos minutos hasta que noto a través de la ventana que la lluvias han cesado.
La lluvia no duró demasiado, ya me estaba acostumbrando a esto.
Descubro una de sus orejas para hablar con Fujiwara.
— Todo está bien, se detuvo la lluvia.
— ¿Seguro?
— Seguro.
— ¿Lo dices en serio?
— ¿Estás con los ojos cerrados no es así? — Pregunto.
Mueve su cabeza de arriba hacia abajo. No puedo evitar soltar una leve carcajada.
— Todo está bien, creo que ya puedes ir a casa.
Por un segundo odié decir esto, es como si la estuviera corriendo de mi hogar, la culpa me invade lentamente.
— Es lo mejor, tengo mucha tarea que hacer. Todo estaba muy delicioso. Gracias — Sus palabras se oyen muy sinceras.
S
e separa de mí y voltea a verme, tomando algo de distancia y realiza una pequeña reverencia como agradecimiento.
— Puedo llevarte a casa si quieres — Mi respiración se vuelve irregular al ofrecerme a llevarla, una parte de mí quiere seguir estando con ella.
— ¿Harías eso por mí? — Se acerca rápidamente para tomar mis manos. Sus ojos denotan alegría.
— Sí…claro, no es ningún problema.
De este modo, ambos no preparamos para salir. Fujiwara todavía tenía mi ropa puesta, ya que se sentía bastante cómoda. Además, su uniforme estaba seca y se la envolví en una bolsa.
Salimos a la calle con las nubes cubriendo el cielo y sentimos ese fresco aroma que hay despues de que caen las lluvias. La falta de luz hizo que se oscureciera rápidamente a pesar de no ser de noche oficialmente.
P
or mi parte, estaba algo nervioso ante la idea de que alguien me viera con ella y que malinterpretara ésta situación. Fujiwara no parecía preocupada, saltaba como una niña pequeña por las vacías calles, su forma de ser alegre y sencilla me cautivaron durante todo el recorrido hasta llegar afuera de su casa.
Más que una casa, era una verdadera mansión, un palacio en comparación a la mía.
— Lo pasé muy bien contigo (Y/N), gracias por cuidar de mí — Fujiwara sostiene con ambas manos la bolsa con su ropa a la altura de su cintura en una postura bastante tímida.
— ¡Espera!, ¿Cómo sabes mi nombre?, nunca nos presentamos adecuadamente.
— Soy la Secretaria del Consejo, conozco los nombres de todos los estudiantes y vas en el mismo salón que Kaguya Sama.
Me sonrojo al esuchar esto. Pretendí pasar desapercibido todo este tiempo en la preparatoria, envité hablar con los demás, creí que era un Don Nadie, pero había una chica que supo de mí todo este tiempo.
Sin esperarlo, Fujiwara dejó caer la bolsa y se acercó a mi rostro y besó mi mejilla con suavidad, acariciando suavemente mi otra mejilla.
Siento como sus labios tocan mi piel, mis piernas tiemblan y un ligero escalofrío recorre por todo mi cuerpo.
Fujiwara se separó de mí.
Podría haber estado así toda una eternidad.
— Te veré mañana, prometo devolver tu ropa — Sonríe alegremente para luego ingresar a su hogar.
Sigo impávido ante su beso, no es algo que yo esperaba. Me hizo sentir felíz por dentro, deseaba gritar con euforia pero eso sería bastante anormal.
Suspiro con emoción mientras mi corazón no deja de latir.
— Debo irme también.
Mientras camino, no dejo de pensar en este día. Conocí a una hermosa chica, sólo anhelo verla, no puedo sacarla de mi cabeza.
— Dios, quiero que ya sea mañana — Me resigno con un fuerte sentimiento en mi pecho.
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