Ateidon
Olimpo
- Siempre te burlas de mí! - Gritaba Poseidón con furia.
- Será porque me das razones para hacerlo !- Bramó Atenea.
Esos dos llevaban todo el día discutiendo, todo había empezado cuando Atenea le preguntó la hora a Poseidón y este dijo 17:30.
Atenea le respondió que era mejor decir 5:30 de la tarde, a partir de entonces han empezado a discutir y no había quien los interrumpiera.
Bueno, nadie excepto Zeus. El rey de los dioses ya no soportaba ese griterío en el Olimpo. Ya había pensado la solución.
- Alto, por todo lo que hoy habéis hecho os castigaré. Seréis mortales durante 24 horas, además no os podréis separar más de 7 metros si lo hacéis habrá consecuencias.
- Pero padre, el es... simplemente insufrible.
- No puedes hacerme esto hermano.
Entre berrinches ambos dioses desaparecieron del Olimpo para aparecer en lo que reconocieron como Central Park.
Sin siquiera mirarse se alejaron el uno del otro. Pero cuando pasaron el límite que les había puesto Zeus les dio un calambre por todo el cuerpo. Ambos se acercaron, el uno al otro en sus formas mortales.
Atenea se veía con su pelo negro y sus ojos grises que, a pesar de ya no ser la diosa de la sabiduría, tenían una inteligencia en ellos que no tendría ningún mortal. Se seguía viendo guapa pensó Poseidón, aunque claro desecho la idea al instante.
Atenea se fijó en Poseidón que a pesar de ya no ser un dios su ojos seguían siendo tan hermosos como un mar de aguas cristalinas, Atenea se sonrojo, no sabría explicar porque. Ella sabía que todos los dioses eran hermosos, era una de sus características, pero esos ojos habían conseguido ponerla colorada.
Por otro lado el dios, bueno el exdios, vio con ternura como la diosa se sonrojaba por algo que el no llegaba a entender. Como de costumbre.
- Oye, y si vamos a tomar algo? - Preguntó Poseidón.
Atenea se le quedó mirando, se le hacia extraño que le propusiera hacer algo, al fin y a cuentas, la odiaba, a pesar de eso ella si que quería ir. Po desgracia Poseidón se tomó el silencio a mal y empezó a rascarse la nuca nerviosamente, al ver que su idea era obviamente rechazada.
- Yo, lo siento... Es que pensé que podíamos intentar ser amigos, al menos mientras seamos mortales...
- Cla-claro, no me quede callada por que no quisiera, me apetece hacerme tu amiga, así no nos volverán ha hacer nada. Vamos a una tienda de helados.
Ambos juntos fueron caminando hacia una tienda de helados. Ambos fueron con los hombros muy juntos, ellos dirían que por el castigo pero mayor que el calambre que les atravesaba el cuerpo cuando se separaban era el que les atravesaba cada vez que sus manos se rozaban.
Como sabemos, ninguno de los dos lo aceptaría.
Ya se estaban acercando a la heladería más cercana, era una heladería muy bonita, con un escaparate en el que se veían cientos de colores distintos en los helados. Solo te podías sentar fuera pues dentro no había nada más que las cajas de metal que contenían los helados a la vista y, en la parte de atrás, se encontraba un gran refrigerador.
Cuando ambos se acercaron un chico fue a atenderlos, era alto de pelo negro, sus ojos eran castaños y era un chico tirando a gordito.
-Soy André, os atenderé en el día de hoy. No se si lo sabéis pero este es un sitio muy famoso porque se dice que el color del helado dice de quien estas enamorado o enamorada. Dicen que incluso el sabor cambia para recordar a quien quieres.
- Suena interesante, verdad que si Nea.
- Claro que si, barba de percebes. - Le respondió Atenea negando con la cabeza con una sonrisa en su rostro.
Vieron como el chico trabajaba, al final los helados fueron así, el helado de Atenea eran dos bolas una negra y la otra color turquesa, por otro lado las de Poseidón eran negra y gris.
Ambos se sentaron a comerlo, las bolas de la hija de Zeus sabían una agria y la otra un poco salada, era un sabor un tanto extraño para un helado pro a Atenea siempre le había gustado la comida agria y el pequeño toque salado le daba un toque exótico.
El helado del hijo de Cronos era distinto, una de las bolas era dulce tierna pero la otro tenía un sabor muy fuerte a limón lo que tapaba ese sabor tan dulce y suave. A Poseidón llegar a la parte dulce era lo mejor a pesar que también le gustaba la parte que identificaba con limón.
Ambos la comían en medio de un silencio cómodo instaurado entre los dos, ya no tenían ganas de alejarse el uno del otro como al principio del castigo.
Lamentablemente unos chicos vinieron a romper la paz y tranquilidad que habían conseguido los dioses. Los tres chicos que habían aparecido empezaron a gritarle a Atenea.
- Tía buena!
- Cachonda!
Atenea se incomodo, sabía que le pasaba a todas las chicas al menos una vez en su vida pero ella siempre había sido una diosa. A pesar de que había visto a muchas chicas sufriendo por esos gritos pensó que eran unas exageradas hasta que lo sintió ella misma.
Se sintió a salvó cuando se acordó que Poseidón estaba junto a ella, sabía que con un chico a su lado no le harían nada, solo le gritarían. Ahí fue cuando pensó lo triste que era el mundo para que una chica necesitara ir por la calle con un chica para no sentirse agobiada o temerosa de que le pudiera pasar algo.
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Bueno esta es la primera parte, está hecha a pedido y espero que sea al gusto de la persona. Publicaré la segunda parte en unos días.
Quería deciros que si queréis algún ship en especifico lo dejéis aquí en comentarios.
Y lo que piensa al final Atenea es parte de mi opinión personal sobre el tema, me parece muy triste que una chica tenga miedo de andar sola por la calle porque unos estúpidos se la pasen molestándola o gritándole groserías.
Besos,
Yo.
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