7. LAW 🔞‼️

Personaje: Trafalgar Law
Contexto: Doctor-enfermera
Contenido adulto: Sí
Personalidad lectora: tímida, se pone nerviosa fácilmente.
Pedido por: jiyuukaze (espero que te guste 😋)

La joven (TN) estaba acabando de fregar todos los utensilios que había usado para preparar la cena. Los días que le tocaban turno de noche en el hospital solía cenar algo bastante ligero. Si luego no había mucho trabajo solía cogerse algún snack de las máquinas que había allí. Y café, sobre todo café. El turno de noche era el que peor llevaba.

Se puso el uniforme, cogió el bolso y salió de su casa. Tenía el coche aparcado justo en frente. Se había sacado el carnet de conducir hacía tan solo unos meses. La verdad es que era un auténtico fastidio tener que ir en taxi al trabajo. El transporte público no llegaba hasta aquella zona. Bueno, te dejaba a unos quince minutos del hospital, pero de noche daba algo de miedo caminar por allí sola.

Después de unos cuantos minutos de trayecto, aparcó en el parking y se dirigió hacia el edificio. Saludó al conserje y fue directa hacia el ascensor. Ella trabaja en la tercera planta. Era una de las enfermeras que ayudaba al doctor Trafalgar Law, uno de los doctores que trabajaba en aquel piso. Y no uno cualquiera. Era el doctor más guapo de todo el hospital. Bueno, de todos los hospitales de la ciudad. ¡O incluso del país! Todas las trabajadoras estaban locas por él, y (TN) no era una excepción. Aquellos ojos grises, ese pelo negro alborotado, esos tatuajes ocultos bajo la bata... Y su actitud seria y profesional. La joven suspiró mientras las puertas del ascensor se abrían.

Caminó hacia el despacho de su doctor. Debía ir a anunciar su llegada y firmar la asistencia. No cualquiera podría aguantar trabajar allí. Los pasillos de tonos grises y fríos, aquel olor a medicamentos y a enfermedad. O por lo menos eso pensaba ella cada vez que recorría las estancias. Llamó a la puerta tres veces antes de entrar y solo lo hizo cuando escuchó que se lo indicaba.

—Buenas noches, doctor Trafalgar —saludó, mientras se asomaba tímidamente por la puerta. Sí, le gustaba mucho, pero se ponía demasiado nerviosa cuando debía hablarle. Obviamente no mientras trabajaban, en esos momentos estaba totalmente concentrada.

—Buenas noches, (TN)-ya —saludó él, mientras le ofrecía la hoja de firmas—. Creo que hoy será una noche bastante tranquila. Puede ir haciendo la ronda por las habitaciones. Yo iré a por un café. ¿Quiere uno?

—De acuerdo. Sí, por favor... Si no es molestia —contestó ella, agachano la mirada.

—Bien. Regrese aquí cuando acabe. No me apetece estar con el resto —ordenó él, mientras comenzaba a guardar unos archivadores que tenía sobre la mesa.

—Sí —dijo la chica, mientras abandonaba el despacho.

Cuando cerró la puerta tuvo que apoyarse un momento contra la pared. El corazón le latía muy rápido. El doctor era un tipo bastante solitario. No le gustaba ir a la sala común, ni a las cenas de empresa, ni cuando quedaban para tomar algo. ¡Le había ofrecido tomar un café en su despacho! «Calma, (TN), calma. Estás exagerando. Solo es un café...», se dijo a sí misma, antes de entrar a la primera habitación. Solo debía comprobar si los pacientes internados estaban durmiendo o si tenían algún problema. Si pasaba algo mientras estaban solos, podían apretar el botón que tenían al lado de la cama y se les mandaba un aviso a las enfermeras.

Una vez acabó de visitar todas y cada una de la has habitaciones, se dirigió de nuevo hacia el despacho. ¡Maldición! ¿Por qué tenía que ponerse tan nerviosa? No quería hacer el ridículo delante de él. Cuando hablaban casi no le salían las palabras, se ponía roja e incluso a veces sonreía de manera nerviosa. ¿De verdad pensaba que se iba a fijar en ella de esa forma? Jamás se atrevería a confesarle que le gustaba.

La puerta estaba entreabierta, pero aun así llamó de nuevo antes de entrar. Cerró tras de sí e hizo caso a la señal que Law le había hecho invitándola a sentarse en una de las sillas. El despacho era bastante grande él lo tenía perfectamente ordenado. Incluso había una cama similar a la de las habitaciones de los pacientes. A veces los doctores debían pasar más de veinticuatro horas seguidas allí, así que se había decidido que podían descansar mientras un hubiera ninguna emergencia por la noche. Sin embargo, Law no parecía descansar mucho. Las ojeras de su rostro estaban algo marcadas. No se podía negar que esto le hacía todavía más atractivo.

—¿Todo en orden? —preguntó el doctor. Ella tan solo asintió mientras cogía el café con las dos manos. Estaba calentito—. Bueno, entonces me temo que pasaremos mucho tiempo en mi despacho.

A (TN) casi se le cae el recipiente de las manos. ¿Qué clase de pensamientos se le acababan de pasar por la cabeza? Las mejillas le estaban ardiendo. Oh, no. ¡Qué ridícula se sentía! Seguro que le estaba saliendo esta estúpida sonrisa nerviosa otra vez. No era de extrañar que le fuera tan mal con los chicos. No es que le hubieran gustado muchos, pero para uno que le gustaba y actuaba como una idiota delante de él.

Sin embargo, el doctor Trafalgar no pensaba para nada lo mismo. No solía fijarse mucho en las mujeres. A sus veintiséis años tan solo había tenido una novia, el primer año de universidad, y no es que durara mucho tiempo. No el hecho de que varias de sus compañeras se acercaran a él de esa manera descarada. No obstante, que (TN) se mostrara tan tímida y nerviosa cuando él estaba cerca había resultado ser sorprendentemente excitante. El saber que con unas palabras, un gesto o un roce podía conseguir que se sonrojara era una sensación muy placentera.

—Soy consciente de que no es un plan muy divertido, pero... ¿Le importaría ayudarme a ordenar unos papeles? —propuso el pelinegro. No es que tuviera mucha faena, pero le apetecía tenerla cerca y divertirse un rato.

—Sí, claro —dijo ella, encogiéndose ligeramente de hombros. ¿Acaso había un plan mejor en esos momentos?

—Bien, entonces ponga la silla a mi lado.

La joven se levantó y cogió la silla para moverla. Medio tropezó en el intento debido a los nervios. ¡Por Dios! ¿Podía hacer el favor de relajarse? Estaba harta de hacer el ridículo, aunque no era consciente de que su torpeza era algo encantador para el doctor. Sobre todo cuando era provocada por los nervios. Law puso encima de la mesa unos cuantos montones de folios. (TN) sus indicaciones para ordenarlos. Era bastante fácil, ya que cada folio tenía un post-it y debían amontonarlos por colores. Posteriormente, se archivaría cada montón en una carpeta distinta.

Después de unos minutos, ordenando hojas sin parar, la chica acercó una de sus manos a la taza de café. La otra seguía apoyada sobre el siguiente folio que debía clasificar. El pelinegro acercó su mano a la de ella, rompiendo la poca distancia que les separaba. El roce fue mínimo, muy ligero. Aun así, fue suficiente para que un escalofrío recorriera el cuerpo de (TN). Su mano falló y el café se vertió sobre su uniforme.

—¡Mierda! —exclamó, mientras se levantaba rápidamente sobre ella y observaba la mancha marrón que había tanto en su camisa como en los pantalones blancos. Se llevó una mano a la boca al darse cuenta de que había dicho una palabrota—. Lo siento.

—Tranquila —dijo Law, mientras se levantaba también—. Hay uniformes en el armario. Quítate la ropa sucia.

—S-sí —tartamudeó. Iba a cambiarse en la misma habitación que estaba él. Ah, mierda. Le temblaban tanto las manos que no acertaba a desabrocharse los botones.

—Espera —murmuró el pelinegro, mientras dejaba la ropa encima de su escritorio y se acercaba hacia ella.

Comenzó a desabrochárselos él. Ella sentía que su cabeza iba a explotar en cualquier momento. Notaba que toda la cara le ardía. El doctor estaba disfrutando plenamente de la situación. No es que le gustara incomodarla. Si supiera que ella se sentía mal o no estuviera cómoda ni se le ocurriría acercarse de esa manera. Sin embargo, era consciente de que le gustaba. No le gustaba cotillear, pero a veces escuchabas comentarios de manera no intencionada. Intentó no fijarse de más cuando el escote de la joven quedó al descubierto. La camiseta de tirantes que llevaba debajo también se había manchado.

—¿Podrá quitarse sola la camiseta? ¿O necesitará ayuda también? —preguntó Law, mientras le miraba fijamente.

—Eh... —murmuró ella. ¡Por favor! Estaba hasta mareada. Podía quitarle todo si quería. Por un momento tuvo que apoyar las manos en el pecho del pelinegro, para mantener el equilibro.

—(TN)-ya... —dijo él, mientras le cogía suavemente por las muñecas—. Creo que eres una chica muy interesante. Me encanta lo trabajadora que eres y lo concentrada que estás durante el trabajo... Además, creo que eres muy graciosa. Sé que no hemos hablado mucho, pero te he escuchado hablar con las compañeras. En definitiva, me gustas.

La joven enfermera iba a morirse de la ilusión. ¿Qué Law se había fijado en ella? ¿De todas las chicas que había allí? ¿A pesar de que se hubieran insinuado? ¡Esto sí que no se lo esperaba para nada! Ni si quiera sabía que decir. Notaba su mirada clavada en ella, pero no podía levantar la vista del suelo.

—Yo... B-bueno —tartamudeó. Cerró los ojos para confesarse—. A mí también me gustas.

—Eso está bien... —comentó, mientras deslizaba lentamente la camiseta del uniforme, dejando los hombros de la chica al descubierto. Luego estiró de las mangas para acabar de quitársela—. Me gustaría besarte, si me lo permites.

¿Qué? ¿Qué si le permitía besarle? ¡Por Dios! Podía hacerle lo que quisiera. Era un hombre al que admiraba, que le atraía y se sentía segura junto a él. Si no fuera tan tímida podría decirle tantas cosas... En cambio, solo pudo asentir sin ni si quiera mirarle.

—(TN)-ya —le llamó él, mientras posaba sus dedos en su barbilla y tiraba hacia arriba—. Mírame.

—Es que me da vergüenza... —explicó ella, mientras intentaba hacerlo. Cuando sus ojos se encontraron, sintió un cosquilleo ahí bajo. Le estaba mirando de una manera que no sabía cómo explicar.

Law le cogió la cara con las dos manos y se acercó lentamente para juntar sus labios con los de la chica. Quería que fuera un beso inocente, pero tenía ganas de más muchos más. Le rozó con la punta de la lengua, pidiendo permiso para entrar. Ella soltó un pequeño gemido mientras entreabría los labios. Eso excitó todavía más al doctor. El beso se fue volviendo cada vez más intenso. (TN) sentía que las piernas le iban a volver a fallar en cualquier momento, pero no importaba. Law le estaba sujetando con firmeza, mientras exploraba su cavidad bucal con la lengua. ¡En su vida le habían besado así! Bueno, no iba a mentir, solo se había dado su primer beso y la verdad es que fue bastante desastre.

—(TN)-ya... Me gustaría ir más allá —murmuró Law, con voz ronca, separándose levemente. Esperó una respuesta o una señal, mientras acariciaba suavemente la piel que quedaba expuesta entre la camiseta y la tira del pantalón.

—V-vale... Pero yo nunca... —dijo como pudo, con la respiración entre cortada. ¡Qué hombre!

—No te preocupes. Seré cuidadoso. Primero, habrá que deshacerse de todo esto —comentó, mientras iba subiéndole la camiseta.

Ella estiró los brazos para que pudiera acabar de quitársela. El pelinegro se agachó y continuó con los pantalones, deslizándolos lentamente por sus piernas. (TN) agradecía haberse puesto aquel conjunto de ropa interior de color negro. Era simple, pero por lo menos no llevaba braguitas con dibujos.

¿Cuántas veces había soñado con este momento? Jamás hubiera pensado que podría llegar a pasar. Y, en aquel momento, sentía un gran calor dentro de ella. Notaba los labios del doctor recorriendo su piel, incluso de vez en cuando le rozaba con la lengua. Fue recorriéndola, sin prisa, desde el abdomen hasta el cuello. Mientras lamía las zonas más sensibles de esta última parte del cuerpo, le desabrochó el sujetador, liberando sus pechos. De manera instintiva, la joven los cubrió con las manos.

—Por favor, (TN)-ya... Déjame contemplarte —le pidió él, mientras ponía las manos sobre la suyas. ¡Se iba a desmayar de la vergüenza! Aun así, dejó que el pelinegro le apartara las manos.

—¡Ah! —Un pequeño pero audible gemido se escapó de su boca cuando Law le rozó ambos pezones con los pulgares.

El doctor continuó jugueteando con ellos hábilmente mientras observaba el rostro de la chica. Ella tenía los ojos cerrados y las mejillas completamente rojas. Sus expresiones de placer, junto con los pequeños gemidos, estaban excitándole demasiado. Notaba como su erección crecía por momentos. Posó una mano en la cintura de la chica y la otra en su espalda. Tocaba cambiar los dedos por la boca. Pequeños lametones, suaves mordiscos...

Unos minutos después, cuando Law pasó lentamente el dedo por encima de la ropa interior de la chica, pudo comprobar lo húmeda que estaba. Era el momento de continuar avanzando. Se deshizo de aquella prenda y la cogió de las caderas para elevarla del suelo. Ella le rodeó con las piernas y se deshizo de sus zapatillas de enfermera, mientras él la llevaba hacia la cama. La sentó en el borde del colchón, quedando entre sus piernas.

En aquellos momentos, (TN) sentía una extraña mezcla de emociones. Por una parte, estaba ansiosa por que Law continuará. Por otra, estaba algo nerviosa y sentía vergüenza al pensar que estaba totalmente expuesta ante él. En aquella posición, el doctor tenía una completa vista de su cuerpo desnudo, y no se estaba cortando para nada al mirarla.

Hacía ya un rato que el pelinegro notaba que le sobraba la ropa. No era justo que ella estuviera tan expuesta y él no se dejara ver. Comenzó a deshacerse de la bata blanca. Seguidamente, se quitó la camiseta y después los pantalones. La joven aprovechó para observar el espectáculo, hasta que sus miradas se cruzaron. Entonces giró la cara rápidamente.

—Puedes mirarme todo lo que quieras, (TN)-ya —dijo él, mientras volvía a colocarse entre sus piernas y le cogía la cara con la mano, para que volviera a mirarle—. Abre la boca.

Siguió su indicación y él introdujo su dedo índice. Ella lo lamió con la lengua. Supuso que eso era lo que él quería y sintió que se mojaba todavía más cuando soltó un pequeño gemido gracias a su acto. Aquello hizo que se sintiera algo más segura, un poco menos nerviosa. Después de que lo lamiera un par de veces más, Law apartó el dedo y lo dirigió hacia la intimidad de la chica. Lo pasó lentamente por la superficie y notó como ella se estremeció ante el contacto. Ni si quiera hubiera hecho falta humedecer el dedo. Estaba más que preparada. Lo metió lentamente en su interior. Lo movió de manera continuada y rítmica, intentado tocar todos los puntos que más placer le produjeran. Poco después, introdujo otro de sus dedos para continuar con el proceso. Gracias a esos movimientos y presionando y acariciando el botón rosado de la joven, notó como sus fluidos empapaban sus dedos. Había llegado el momento. Tampoco es que él pudiera aguantar mucho más.

Por su parte, (TN) estaba en el séptimo cielo. Al principio había sentido vergüenza al ser consciente de que Law estaba entrando dentro de ella. Que sus dedos le estaban acariciando por dentro. Sin embargo, no tardó mucho en sucumbir ante el placer que eso le proporcionaba y se dejó llevar. Nada de pensar, solo disfrutar. Cuando notó que sus dedos desaparecían, sabía que ahora se acercaba el gran momento. Se incorporó ligeramente para observar que es lo que Law estaba haciendo, ya que se había alejado de la cama.

—Es importante usar protección —comentó él, mientras abría uno de los cajones de su escritorio. Sacó un preservativo. Volvió a acercarse hasta ella y se colocó de nuevo entre sus piernas.

—Guau... —murmuró ella, casi de forma inaudible. Fue lo único que pudo articular cuando el doctor se deshizo de los calzoncillos y liberó su enorme miembro.

—Toma —dijo, ofreciéndole el paquetito.

(TN) lo cogió con las manos algo temblorosas. Sabía cómo debía ponerse un condón, pero no era lo mismo conocer la teoría que llevarlo a la práctica. Y más siendo el miembro de Law.  Y todavía más sabiendo que poco después iba a estar dentro de ella. Vale. Debía relajarse. Ya habían llegado hasta ese momento. Había traspasado el umbral de la vergüenza desde hacía ya un buen rato.

La respiración del pelinegro se agitó mientras las manos de la joven enfermera manoseaban su miembro para colocarle aquel plástico. Cualquier mínimo roce que ella producía era suficiente para sacar sus instintos más internos, pero sabía que debía controlarse. Este era un momento muy importante para (TN). Quería que guardara un buen recuerdo y, por supuesto, que se quedara con ganas de repetir. Una vez estuvo todo listo, posó las manos sobre los hombros de la chica y empujó suavemente hasta tumbarla sobre el colchón.

—Te haré mía de la mejor manera posible, (TN)-ya —dijo él, para tranquilizarla, mientras pasaba un dedo por los suaves labios de la joven.

Ella ni si quiera pudo contestar. Estaba demasiado nerviosa e impaciente por sentirle dentro. El pelinegro alzó sus piernas para tener mejor acceso. Colocó la punta de su miembro en la entrada de la chica y lo introdujo muy poco a poco. Los dos soltaron un pequeño gemido simultáneo.

Poco después, el ritmo de las embestidas comenzó a volverse más intenso. Los dos disfrutaban de aquel placentero roce. (TN) se sentía en la gloria mientras Law revolvía su interior una y otra vez, y él disfrutaba de la calidez del interior de su compañera. Con una de sus manos, tiraba con cuidado de uno de sus pezones. La otra estaba situada en su rostro y le acariciaba los labios mientras ella gemía contra sus dedos. Pasados unos minutos, los dos llegaron al clímax prácticamente a la vez.

Law se inclinó sobre la chica y se quedaron en aquella posición, tumbados sobre el colchón, mientras sus respiraciones se acompasaban de nuevo. Después de un rato, se incorporó un poco para poder mirarla a los ojos.

—(TN)-ya... No quiero que pienses que esto ha sido algo de una noche. Me gustaría repetir y que tengamos una cita en condiciones. Siempre y cuando estés de acuerdo —explicó.

—Eh, yo... —murmuró ella. Vale, vale, vale. Eso sí que no se lo esperaba. Por un momento pensó que había sido algo momentáneo. Y no es que ella se hubiera acostado con cualquiera. Law no era cualquiera—. Sí, claro que estoy de acuerdo.

—Bien —dijo, sonriendo de lado. Esa sonrisa tan seductora que volvía locas a todas las chicas—. Será mejor que volvamos a vestirnos. Debemos estar preparados en caso de que haya alguna urgencia.

—Sí, claro.

Law se levantó y le ofreció la mano para ayudarle a bajar de la cama. A (TN) todavía le temblaban las piernas. Había sido la mejor noche de su vida. Hasta hace unas horas nunca se hubiera imaginado que podría haber ocurrido esto. Con lo nerviosa que se ponía cada vez que estaba a su lado... No hubiera podido ni si quiera insinuarse. No le había hecho mucha falta. Bueno, esperaría con ansías esa cita en condiciones e intentaría mentalizarse para poder tener una conversación decente con él.

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