6. DOFLAMINGO 🔞‼️

Personaje: Doflamingo
Contexto: Mundo One Piece
Contenido adulto: Sí
Personalidad lectora:  borde y malota.
Pedido por:  marinarodriguezcazor (espero que te guste 😋)

—Joven amo... (TN) ha vuelto a estropear el plan. Se ha cargado a los tipos que debíamos interrogar antes de sacarles la información —anunció Trébol, mientras entraba en la sala principal. Esa noticia solo causó risa en Doflamingo.

—Es una chica con carácter —comentó, con una gran sonrisa en su rostro—. Buscaremos a otros imbéciles a los que interrogar. Dile a esa cría que se presente en mi despacho en diez minutos.

—Sí, joven amo —dijo el oficial.

Se levantó de su trono y abandonó la sala principal para poner rumbo a su despacho. ¡Esa maldita (TN)! Llevaba ya tres meses con ellos y siempre acababa estropeando las misiones. Era un hueso duro de roer, pero eso era algo que le gustaba a Doflamingo. Ya sabía que iba a traer problemas. Bueno, pequeños problemas. Nada que no se pudiera solucionar. La quería bajo sus órdenes. Era buena, muy buena peleando. Se sentó tras su mesa y esperó pacientemente la llegada de la nueva integrante.

—¿Qué pasa ahora? —preguntó, ella, mientras abría la puerta sin llamar.

—Habla con más respeto a tu amo —dijo él, con tono autoritario, mientras se levantaba y caminaba hacia ella.

—¿Me ha mandado llamar, joven amo? —corrigió, con tono de burla.

—¿Por qué has estropeado otra misión? —preguntó él, mirándola fijamente—. No te mandaré a ninguna más si sigues así.

—¡Trébol es un exagerado! —se quejó ella—. Nos dieron los nombres de sus compañeros antes de que acabara con ellos.

—¿Y se puede saber que hicieron para que tuvieras que acabar con ellos?

—Hablaban de mi culo —contestó, poniendo cara de asco.

—Normal —comentó él, mientras dirigía descaradamente sus ojos hacia el trasero de la joven.

—¡Cállate! Maldito cerdo —gruñó ella, intentando darle un golpe en el pecho. El rubio le cogió de la muñeca rápidamente.

—Contrólate. Si vuelves a hacer algo indebido tendré que castigarte —advirtió él, con tono tranquilo.

—¿Crees que me importan unos cuantos latigazos? —comentó ella, arqueando una ceja. Doflamingo sonrió con malicia. Se le estaban ocurriendo bastantes formas de castigarla. Acercó su mano hacia ella y le apretó la cara con fuerza.

—Lárgate y pórtate bien —dijo, antes de soltarla. Ella le miró frunciendo el ceño y se dio la vuelta para irse de allí. 

[•••]

Aquel estilo de vida no estaba nada mal, o por lo menos eso pensaba (TN). Hace unos meses estaba en la calle robando y metiéndose en problemas. Era mejor hacerlo a cambio de un techo y comida. Ella no le debía nada a nadie, y menos después de cómo la gente en general le había tratado.

El único problema era el de obedecer las órdenes de alguien. No estaba acostumbrada a eso. Ella siempre había actuado como le había dado la gana y era complicado eso de tener un jefe. Además, un jefe que era tan jodidamente atractivo. Puede que le sacara unos cuantos años, pero no iba a negar que se sentía atraída por él. No le importaría hacerlo por primera vez con un hombre así. Debía ser realmente excitante. Puede que volviera estropear la próxima misión para comprobar qué clase de castigo tenía pensado.

Se levantó de la cama y salió de su habitación. Había llegado la hora de la cena. Solían comer todos juntos en el comedor. Ella solía sentarse al lado de Baby 5, una chica que tenía más o menos su edad y con la que había congeniado bastante bien.

—¡Ey, (TN), te he guardado sitio! —exclamó la pelinegra, emocionada. Estaba muy feliz por poder ayudar a alguien que necesitaba una amiga.

La joven se acercó hasta la mesa, esquivando por el camino al asqueroso de Trébol. Ese tipo le daba demasiado asco y, para colmo, le había tocado ir con él en las misiones que se le habían encomendado. No es que el resto de superiores que le cayeran muy bien. De hecho tuvo problemas los primeros días por haberse reído de la voz de Pica. Por suerte, ya se había acostumbrado y no lo veía tan gracioso.

La cena transcurrió con normalidad, nada fuera de lo común. La verdad es que (TN) no solía prestar mucha atención a las conversaciones que tenían sus nuevos compañeros. No le habían contado mucho sobre las cosas a las que se dedicaban. Solo sabía que Doflamingo era uno de los Shichibukai. Es decir, uno de los piratas más poderosos aliado con el Gobierno Mundial. Eso le hacía todavía más atractivo. De vez en cuando dirigía su mirada hacia él y sabía que él también la estaba mirando de vez en cuando. Lo que no le hacía tanta gracia era cuando miraba de manera descarada a las sirvientas. Maldito y asqueroso mujeriego. Jamás había experimentado celos, ya que no se había fijado mucho en los chicos anteriormente. Se levantó de la mesa, haciendo ruido al arrastrar la silla.

—¿Dónde crees que vas? —preguntó Doflamingo, serio—. Nadie se va hasta que se acaba la cena.

—No tengo hambre —contestó ella, mientras empezaba a caminar hacia la puerta.

Sonrió al escuchar unos pasos tras ella. Era él. Inconfundible. Notó que le agarraba por los hombros y, de repente, la estampó contra la pared. (TN) estaba más que acostumbrada al dolor, pero el hecho de que Doffy la tratara con rudeza incluso despertaba excitación en ella. 

—Si no empiezas a comportarte acabaré enfadándome de verdad —gruñó, mientras arrugaba la frente—. ¿Qué se supone que te pasa ahora?

—Nada. Tú sigue mirando a todas las sirvientas que pasan por tu lado —contestó ella, con frialdad. ¡A la mierda! No tenía razones para callarse nada. Una sonrisa burlona se dibujó en el rostro del rubio.

—Así que estás celosa... —murmuró, halagado. Así que esa pequeña cría solo quería un poco de «cariño» por su parte.

—¿Sabes? Da igual. Puedo conseguir a cualquier otro chico —dijo la joven, apartando la mirada. Nunca había intentado ligar con nadie, pero había mucho baboso suelto fácil de seducir.

—Pero nunca has estado con ninguno —apuntó él. Ella volvió a mirarle, confundida. ¿Cómo sabía sobre eso ese maldito bastardo? Maldición—. Era algo que me interesaba saber. Ahora vuelve a la mesa. Y no te preocupes por las sirvientas. Ninguna te llega ni si quiera a la suela del zapato, por más que las mire.

[•••]

—Ahora verás. De esta no te salvas. —La joven rodó los ojos mientras escuchaba las regañinas de Trébol. Iban caminando por los pasillos de la mansión, rumbo al despacho de Doflamingo. El baboso tocó a la puerta y esperó la señal para entrar. Agarró a (TN) del brazo y la empujó hacia dentro—. Lo ha hecho de nuevo. Ya no quedan miembros del grupo al que debíamos interrogar.

—Déjanos a solas —gruñó el rubio. Parecía bastante enfadado. Incluso tenía una de las venas de su frente algo marcada—. Ven aquí.

—Sí, joven amo —murmuró ella, intentando reprimir la sonrisa. Obviamente había conseguido toda la información necesaria antes de matar a aquellos tipos, pero quería divertirse un poco.

—Ni se te ocurra burlarte de mí. Mi paciencia ha llegado al límite —se quejó, apretando su cara con fuerza—. Esa información era muy importante.

—Y la tengo... —dijo ella, como pudo. Doflamingo arqueó una ceja mientras aflojaba su agarre—. Es que me gusta cuando te enfadas y hablas de castigarme.

—Ya veo... —murmuró él, mientras trazaba lentamente con el pulgar la línea de la mandíbula de la chica—. Ya no sé si castigarte o darte un premio.

—O las dos —propuso la chica, encogiéndose de hombros.

El rubio sonrió con malicia. «Maldita cría...», pensó para sí mismo. Le agarró las nalgas con fuerza y la levantó para sentarla en el borde de su escritorio. Acto seguido, colocó los dedos en la tela de su camiseta y tiró con fuerza, rasgándola y dejando sus pechos medio descubiertos. Se deshizo rápidamente del sujetador y los contempló mientras se relamía los labios.

(TN), por su parte, estaba completamente excitada. Puede que jamás hubiera tenido sexo, pero eso le hacía tener más ganas todavía. Había escuchado muy buenos comentarios sobre el tema y estaba segura de que Doflamingo cumpliría con las expectativas. Lo tenía ahí, de pie y entre sus piernas. No podía ver sus ojos, pero podía notar su mirada sobre ella.

El rubio acercó las manos a los senos de la chica y acaricio con los pulgares sus duros pezones. Lo hizo simplemente para excitarla todavía más. Le encantó observar cómo se retorcía ante ese simple y ligero contacto. Poco después los pellizcó con fuerza, haciendo que la joven soltara un pequeño gemido de dolor. Pensaba disfrutar de cada parte de su cuerpo. Ese cuerpo que no había sido todavía tocado por otro.

—No pienso controlarme... —murmuró, mientras se acercaba su cuello. Pasó la lengua desde abajo hasta arriba, lentamente, mientras seguía pellizcándole—. Y te aseguro que estoy enfadado. No me gusta que se burlen de mí.

(TN) no dijo nada. Ni si quiera sabía si las palabras hubieran podido salir de su boca. Solo quería que empezara ya. Le daba igual que no se controlara. Ella lo quería así, de lo contrario no hubiera hecho todo lo posible por enfadarle. Se quedó quieta y disfrutó mientras la lengua de aquel hombre iba recorriendo su piel. Soltó un pequeño gemido cuando atrapó su pezón fue atrapado entre los dientes de Doflamingo. Comenzó a succionarlo y lamerlo con destreza, haciendo que la joven arqueara ligeramente la espalda.

El rubio alzó la mirada sin dejar de hacer lo que estaba haciendo. Así que eso le gustaba, ¿eh? Entonces le haría explotar de placer. Colocó una mano en cada pecho y los juntó, de forma que pudiera lamer sus dos pezones simultáneamente. (TN) se sentía en la gloria. Sentía un cosquilleo en la parte baja del vientre y notaba sus braguitas muy húmedas. Por suerte, el grande y duro miembro de Doflamingo estaba lo suficientemente cerca para que ella pudiera restregar su intimidad al mover las caderas.

—Quieta —dijo él, mientras colocaba las manos en los muslos de la chica para frenar sus movimientos.

—¡¿Qué haces?! —preguntó ella, enfadada, mientras intentaba patalear. Doffy acercó de nuevo su boca a uno de los pechos de la chica. Quería torturarle y hacerle esperar. Era su castigo por haberse burlado de él—. Déjame hacerlo.

—Te jodes. —Eso fue lo que le pareció escuchar a la chica.

—¡Ah! ¡Te odio! —exclamó la joven, entre gemidos. Sus palabras le hicieron ganarse un azote en su intimidad.

—Vaya, tienes las braguitas empapadas... —comentó el rubio, sonriendo de manera perversa.

Era gratificante hacer que esa cría rebelde se excitara tanto. Se deshizo de la minifalda y de la prenda de ropa interior, dejándola completamente desnuda. Separó sus piernas para poder contemplarla de manera descarada. Saber que iba a ser el primero en saborear su sexo hacía que se excitara de sobremanera. El pantalón ya le molestaba desde hacía un rato, pero quería jugar un rato más. Si inclinó poco a poco hacia esa zona con el objetivo de trabajarla apropiadamente.

(TN) solo podía disfrutar del contacto de aquella húmeda y hábil lengua, mientras apretaba su cabeza contra su intimidad. La sentía en si clítoris, por el exterior, en su interior... Lo sabía. Sabía que Doflamingo iba a darle lo que se merecía. Se notaba que era un experto.

—Joder, Doffy... —gimió, mientras apartaba las manos y se sujetaba al borde de la mesa.

Escucharla gemir su nombre de esa forma acabó de desatar a la fiera que llevaba dentro. Se desabrochó el pantalón y lo bajo junto con sus calzoncillos, liberando su erección bajó la atenta mirada de la joven. ¡Oh, Dios mío! Ya solo llevaba puesta esa camisa blanca con los botones desabrochados, dejando ver sus marcados abdominales. Daba hasta rabia que estuviera tan bueno.

—Ahora prepárate, porque te voy a destrozar —gruñó, mientras se recolocaba de nuevo entre las piernas de la chica.

Ella estaba tan empapada que el glande se introdujo prácticamente solo al rozarle. Doflamingo posicionó las manos en las caderas de (TN), apretó y embistió con fuerza, llenándola por completo. Gimió levemente al notar la calidez del interior de la chica rodeando su miembro. ¡Y, joder, era realmente estrecha! Por su parte, en aquel momento, la joven soltó un grito más de dolor que de placer. Había soportado muchos tipos de dolores, pero este no era como el resto. Era dolor mezclado con placer. Con cada brutal embestida que recibía, esa sensación se iba haciendo cada vez más placentera.

La joven llegó al clímax poco después de que Doflamingo comenzara a estimular su clítoris con los dedos mientras continuaba con sus duras estocadas. Fueron unos minutos de máximo placer. Él no tardó mucho en acabar. Desde que aquella cría le desafió hace unos meses por primera vez, había estado fantaseando con poseerla. Esa actitud tan rebelde le encantaba.

—Oye. No puedes estar con ningún otro chico. Al menos durante un tiempo, quiero disfrutarte de manera exclusiva —ordenó, apretándole la cara con la mano—. ¿Queda claro?

—Entonces tu tampoco con otras —dijo ella, sonriendo con malicia, mientras le daba un manotazo para apartarle. Él la soltó.

—Yo haré lo que me de la gana.

—Por cada chica con la que te acuestes haré yo lo mismo —advirtió ella, mientras se incorporaba y le miraba desafiante. Estuvieron unos segundos en silencio. Doflamingo suspiró.

—Bueno, acepto el trato. Solo por ahora —recordó. No quería perder la oportunidad de que fuera solo suya. No iba a negar que en poco tiempo había conseguido que se volviera loco por ella, pero no debía saberlo. Podía tomar ventaja—. Hasta que me canse.

—Puede que me canse yo antes —añadió la joven, mientras ponía un pie sobre su abdomen y le empujaba hacia atrás. Se bajó de la mesa—. Me has roto la ropa. ¿Quieres que me paseé desnuda hasta llegar a mi habitación?

—Toma. —Se acercó hasta su silla y le lanzó el abrigo de plumas rosas.

—Muy amable, joven amo —se burló.

—Lárgate, tengo trabajo —gruñó él, mientras se sentaba.

(TN) se giró y camino hacia la puerta. Había logrado su objetivo y tenía intenciones de que se repitiera muchas más veces. Ese hombre era una auténtica máquina del sexo. Le quedaban muchas cosas por probar y él se las enseñaría adecuadamente. Doflamingo la siguió con la mirada hasta que abandonó la habitación. Desde luego las reuniones con su nueva empleada iban a ser realmente interesantes a partir de ese momento.

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