4. SMOKER 🔞‼️

Personaje: Smoker
Contexto: Medieval (reina-escolta)
Contenido adulto: Sí
Personalidad lectora: Mezcla entre Cersei y Daenerys (Juego de Tronos. Lo he intentado 😂)
Pedido por: HarleynPudin (espero que te guste  😋)

SMOKER X LECTORA

Era un día más en la monótona vida de la joven (TN). Era hija única y sus dos progenitores habían muerto, lo cual había provocado que ella tuviera que quedarse con el trono. Puede que parte de los ciudadanos no estuvieran de acuerdo con que una mujer reinara sobre ellos. Esa gente sabía que no debía hacer ese tipo de comentarios en público. Habían escuchado que la reina era cruel y no tenía reparos en castigar a los traidores apropiadamente o cualquier persona que osara desprestigiar su nombre. Sin embargo, era querida por la gran mayoría. Ya desde que era una adolescente había aconsejado sabiamente a sus padres, había pensado buenas estrategias de guerra  y no hubiera dudado en empuñar la espada para proteger a su pueblo. Su padre se encargó de que aprendiera a defenderse.

Ahora, ya llevaba casi un año en el poder. Había habido varios ataques al reino, pero siempre superados con éxito. Además, todas las familias del reino tenían un adecuado nivel de vida. Todo esto era gracias a los buenos consejeros de los que (TN) había escogido rodearse y, por supuesto, de sus propias decisiones.

—Su majestad —saludó su mano derecha, mientras entraba al gran comedor. En aquel momento las criadas estaban recogiendo el banquete del que la reina había estado disfrutando a solas hacía unos minutos.

—¿Ocurre algo? —preguntó ella, mientras caminaba hacía la puerta.

—Ha llegado la petición de un joven rey que está perdidamente enamorado de vos —explicó el anciano. Había aconsejado a su padre durante muchos años. Ella rodó los ojos.

—Bueno, ahora voy a descansar en mis aposentos. Nos reuniremos a media tarde. Que nadie ose molestarme hasta entonces —anunció, recalcando sus últimas palabras.

—Cómo deseé, su majestad —dijo, mientras se hacía a un lado e inclinaba la cabeza a modo de reverencia.

Cuando llegó a su habitación se dejó caer sobre el colchón de su enorme cama. Odiaba a cada uno de esos estúpidos reyes que llegaban a palacio para tratar de pedirle matrimonio. Hombres débiles. Solo mandaban y daban órdenes, pero nunca se unían a las batallas. Hombres que simplemente querían casarse con ella para unificar reinos y mandar ellos solos. No iba a casarse con nadie. Ella era la reina y no necesitaba un rey a su lado.

Después de aquel necesario descanso había llegado el momento de reunirse. Cuando llegó, el resto ya estaba en la sala. Se levantaron cuando entró por la puerta e hicieron una reverencia. No volvieron a tomar asiento hasta que ella lo hizo.

—Su majestad. Estamos hablando de un hombre muy importante. Su reino ocupa un amplio terreno y la localización es extremadamente útil —explicó su mano derecha—. Realmente creo que es la mejor opción que podría presentarse.

—Todos son siempre una buena opción bajo su punto de vista —comentó la reina, de manera cortante.

—Mi reina —intervino el consejero encargado de los temas económicos—. No es que suframos problemas en cuanto al dinero, ni mucho menos. Sin embargo, esta unión nos aseguraría una estabilidad todavía más duradera.

—Mis agricultores y mineros trabajan adecuadamente y nos proporcionan muy buenos materiales. Definitivamente, el dinero no va a ser un problema a largo plazo —sentenció ella—. De todas formas, puede visitar el palacio. Que intente convencerme el mismo.

—Así sea, su majestad. —Todos se levantaron, ya que aquellas palabras dieron un claro final a la reunión. (TN) salió sonriendo. Le encantaba que los reyes vinieran para intentar seducirle con sus estúpidas palabras y promesas.

[•••]

Unas semanas después, por fin llegó el gran día. El pueblo se había preparado para recibir a aquel rey. Ya era el tercero que recibían, pero eso no mermaba el entusiasmo entre los ciudadanos. Algunos rezaban para que por fin un hombre pudiera reinarles. A otros les hacía ilusión que la reina por fin encontrara al hombre de su vida y formara una preciosa familia.

(TN) estaba en la sala principal, sentada en el trono. Llevaba un precioso vestido de color rojo oscuro y la corona dorada sobre sus cabellos (t/c), adecuadamente peinado por sus criadas. A su lado estaban su mano derecha y su escolta personal, seleccionado por el mismo líder del ejército del reino. El resto de consejeros también estaba presente en la sala.

Le reina observó con cara de decepción aquel hombre de estatura mediana, medio calvo y algo barrigón entrando por la puerta. Iba seguido de sus escoltas y el que debía ser su mano derecha. Iba bien vestido y adornado por sus mejores joyas. Aun así, resultaba repulsivo.

—Mi señora, es usted más preciosa de lo que se comenta. —(TN) no pudo evitar suspirar decepcionada. La misma frase que el resto. Su mano, situada a su derecha, estaba comenzando a ponerse nervioso. Era muy consciente de las actitudes que podía adoptar su reina.

—No puedo decir nada sobre usted, mi señor, ya que no he escuchado ningún tipo de comentario respecto a su apariencia —contestó ella, con frialdad.

—Oh, espero que le haya agradado —comentó él, sonriente—. Bueno, hablemos de lo importante...

Después de prácticamente una hora escuchando todas las idioteces que aquel baboso proponía, (TN) ya se había cansado de escuchar sus palabras. Por suerte, no tardó mucho más en acabar. Cuando la mujer le rechazó, con aquel tono despectivo y burlesco, el rey entró en cólera.

—No sé quién te has creído que eres, maldita ramera —gruñó.

—Eh, un respeto hacia la reina. No se olvide con quién está hablando —intervino Smoker, el escolta personal, preparándose para desenvainar la espada. Los escoltas del rey hicieron el mismo movimiento. (TN) alzó una mano, indicando que no era necesario.

—Por favor, retírese de mi castillo y deje de hacer el ridículo. Debería aprender a aceptar el rechazo de una mujer —pidió ella, sin perder la calma. Adoraba hacer perder los nervios a cada uno que venía.

—Pagarás por esto. —Fueron las últimas palabras del rey, antes de salir del castillo seguido por toda la tropa que le acompañaba. Parte del ejército le siguió para asegurarse de que encontraba la salida del reino.

—Smoker. Le agradecería que se quedara protegiendo la puerta de mi habitación esta noche —solicitó la reina—. Me sentiría más tranquila.

—A sus órdenes majestad —dijo él, haciendo una reverencia.

(TN) le sonrió antes de retirarse. Smoker, su escolta personal. Él sí era un hombre de verdad. No solo era alto, fuerte y atractivo. Era un tipo correcto, educado, caballeroso, valiente y no dudaba en defender cualquier tipo de injusticia. Él daría su vida por ella, aunque le molestaba pensar que fuera solo por deber. Llevaba enamorada de él desde que era una cría, cuando llegó a la adolescencia y empezó a descubrir sobre aquellos temas. Ella siempre había sido muy caprichosa y si algún caballero le había parecido guapo no había dudado en utilizar sus encantos para que cayeran en sus redes. Sin embargo, siempre había querido reservarse para Smoker, pero ni si quiera parecía fijarse en ella ahora que había crecido.

Cuando llegó la noche. Tal y como su reina le había ordenado. Smoker se posicionó en frente de la puerta de sus aposentos. No permitiría que nada malo le pasara a su reina. Había estado luchando por su padre durante muchos años y, ahora que le habían asignado el trabajo de escolta, lo cumpliría ocurriera lo que ocurriera.

(TN) era la reina más extraña de la que jamás había oído hablar. Puede que fuera arrogante, caprichosa y manipuladora, pero ese tipo de actitudes solían ser por objetivos personales. Sin embargo, cuando se trataba de los ciudadanos de su reino, hacía todo lo posible para que estuvieran en las mejores condiciones posibles. Él era testigo de ello, ya que debía acompañarla a todas partes para garantizar su seguridad. Paseaba por el pueblo para observar que todo estuviera bien, escuchaba atentamente sus peticiones y los defendía como si fueran sus propios hijos. Esa combinación de personalidades, le hacían una joven muy interesante. O por lo menos, así lo era para los ojos de Smoker. Una mujer guapa, justa y con carácter.

—Smoker —su voz le sacó de sus pensamientos. Estaba asomada en la puerta—. ¿Le importaría entrar?

—No creo que se apropiado, mi reina —contestó él, con seriedad, mientras apartaba la mirada. Aunque solo habían sido unos segundos, no podía haber evitado fijarse en aquel fino camisón de seda que llevaba puesto.

—Es una orden —sentenció ella, mientras volvía dentro pero dejaba la puerta entreabierta.

Smoker dudó durante unos segundos. Sabía que no era adecuado, pero no podía desobedecer una orden. Joder. Finalmente entró en la habitación y cerró la puerta tras de sí. Allí estaba ella. De pie, junto a la ventana y con una copa de vino en la mano.

—Puede servirse una copa si lo desea —comentó, sin girarse.

—No, estoy de servicio —dijo él. Se volteó hacia su escolta, con una sonrisa pícara.

—Esa actitud tan correcta es una de las cosas que más me gustan de vos —comentó, mientras caminaba hacia él—. Sabe de sobre mis sentimientos por usted.

—Su majestad, sabe de sobra que no soy digno —intervino él, rápidamente.

—¿Qué sandez es esa? ¿Y si hubiera sido una ciudadana más? ¿O una criada? —preguntó ella, mirándole fijamente—. Soy una persona más. Solo he tenido la suerte de haber nacido hija de reyes... Pero soy una mujer como otra cualquiera. No me ponga esa excusa. Solo dígame si yo le gusto.

—Me reina, yo... —murmuró Smoker. Claro que le gustaba. Desde que dejó de ser una adolescente y se convirtió en una preciosa y responsable joven. Desde aquel momento no pudo dejar de fijarse en ella. Cuando observaba como jugaba a seducir a otros caballeros no podía evitar que la rabia le quemara por dentro.

—Me he estado reservando para usted, porque... De verdad creo que es el único hombre que vale la pena —confesó ella—. Si no siente nada por mí...Lo dejaré estar. No me gustaría que todo ocurriera por una simple orden. Yo...

(TN) no tuvo tiempo de continuar hablando, ya que sus labios habían sido sellados por los de su preciado escolta personal. Su cuerpo tembló al notar las manos de Smoker sujetando su cintura sobre la fina tela del camisón. Fue al principio un beso casto, ya que no quería sobrepasarse en el primer contacto. Sin embargo, al ver que su reina realmente tenía las mismas ganas que él, aquel beso se fue haciendo cada vez más profundo. El peliblanco la atrajo contra él, haciendo que el cuerpo de la joven entrara en contacto con la fría armadura que el llevaba puesta. Poco después tuvieron que separarse por falta de aire.

—Creo que debería quitarse la armadura. No va a entrar en el campo de batalla —comentó ella, mientras intentaba calmar su respiración irregular.

Smoker no podía apartar la vista de sus pechos subiendo y bajando, ya que además se transparentaban bajo aquella prenda de ropa. Estaba convencido de que una vez empezara no podría controlarse. Esa joven mujer le atraía demasiado y hacía tiempo que intentaba apagar sus instintos. Comenzó a deshacerse de todo lo que llevaba puesto. Todo bajo la atenta mirada de (TN). Finalmente, se quedó solo con la ropa.

—Déjeme quitarle la camisa —dijo, rápidamente, mientras se acercaba  a él y posaba las manos sobre su pecho.

—No es necesario que se esfuerce —indicó él, cogiéndola suavemente de las muñecas.

—Déjeme hacerlo, por favor —pidió ella, con mirado suplicante. Haría todo lo que esa mocosa preciosa y manipuladora le pidiera.

Nada más soltarle, la joven comenzó a desabotonar la camisa que Smoker llevaba puesta. Lo hizo lentamente, hasta dejar al descubierto aquel espectacular torso que parecía esculpido por los mismísimos dioses. No pudo evitar quedarse boquiabierta mientras lo observaba.

—Necesito que me haga suya... —murmuró, mientras le acariciaba la piel con las yemas de los dedos—. Rómpame el camisón.

—Me reina... No es consciente de lo que está diciendo —le advirtió él. No solo porque era muy caro, sino porque eso desataría el animal que llevaba dentro.

—Ya pagaré a alguien más para que me haga otro —dijo ella, divertida—. Hágalo y vayamos a la cama de una vez.

Smoker dio un paso hacia delante, rompiendo la poca distancia que les separaba. Cogió la tela del camisón con las dos manos. (TN) sintió un escalofrío al sentir las manos tan cerca de sus pechos. Apretó con fuerza y rasgo el vestido hasta llegar a la parte baja de su estómago, dejando su torso desnudo. Cuando soltó la tela, lo que quedaba del camisón se deslizó hasta caer junto a los tobillos de la joven. Se dio el lujo de contemplar su cuerpo durante unos segundos antes de abalanzarse sobre ella. El hecho de haberle rasgado la ropa había conseguido excitarle de sobremanera. Su erección se marcaba claramente.

Mientras sus lenguas se entrelazaban entre ellas con pasión y necesidad, Smoker puso sus manos sobre las nalgas de la chica y le empujó para que se subiera a horcajadas sobre él. Caminó hacia la cama sin romper el beso y se inclinó con cuidado para dejarla sobre el colchón. Cuando se separaron, un fino hilo de saliva les unió durante unos segundos más.

—Siento si le falto al respeto. Esto es... —comenzó a decir el escolta.

—Le doy permiso para hacerlo. Deje de ser tan correcto —farfulló ella, completamente excitada. Ardía en deseos por sentir su lengua en todas las partes de su cuerpo. Y, por supuesto, por sentirle dentro de ella. Él acercó la boca hasta su cuello.

—Voy a hacerle disfrutar como se merece, mi reina —murmuró contra su piel, arrancando un gemido a la joven.

Comenzó a besar, lamer, succionar y mordisquear la piel de la chica. Fue bajando lentamente del cuello a la clavícula y de la clavícula hasta sus pechos. Allí se detuvo para atenderlos adecuadamente, jugueteando primero con uno de sus pezones y luego con el otro. (TN) tenía los dedos enredados en su pelo y le apretaba contra ella. Se sentía como si estuviera en el mismísimo cielo. Se notaba que Smoker tenía experiencia. No le importaba lo que hubiera hecho antes, lo importante es que en aquel momento era suyo.

Después de detenerse un rato en aquella zona, continuó bajando dejando besos y lamidas por su abdomen. Fue retirando sus bragas, mientras continuaba bajando con sus labios por el monte de venus. Cuando acabó de deshacerse de aquella prenda, se centró apropiadamente en la intimidad de la chica. No solo lamió y succionó su clítoris, al igual que toda la superficie exterior. También sacaba y metía la punta de la lengua en el interior de la chica, arrancándole cada vez gemidos más sonoros. Nunca se había sentido tan satisfecho como en aquel momento. Había imaginado incontables veces ese momento. Y, aunque se había regañado a sí mismo por ese tipo de pensamientos, estaba disfrutando como nunca. Empezó a combinar la lengua con los dedos, para que la chica se fuera acostumbrando.

Un rato después, Smoker se separó de ella para poder quitarse la ropa. No podía aguantar más. Ya había esperado lo suficiente y había preparado a la chica apropiadamente. Cuando acabo de deshacerse de toda la ropa que llevaba puesta pudo observar la atenta mirada de (TN) fijada en su miembro. El verla observarlo así, con las mejillas teñidas de rojo y aquella mirada de deseo lograba encenderle todavía más. Se posicionó entre las piernas de la chica, mientras se inclinaba hacia ella.

—Intentaré ser lo más cuidadoso posible —comentó, con voz ronca, mientras acariciaba con suavidad una de las mejillas de la joven. Parecía tan frágil en aquel momento. Estaba especialmente preciosa.

Ella tan solo asintió. No podía articular palabra. Se sobresaltó al notar la punta de su miembro rozando su sexo. No podía creerse que por fin hubiera llegado este momento. Con él. Con su amor platónico. Bueno, ya no tan platónico. No pudo evitar sentir dolor a medida que aquello se iba abriendo paso hacia su interior, pero lo calmo clavando sus uñas en los fuertes brazos de Smoker. Cuando la barrera del dolor se derribó, dando paso al placer, (TN) sintió que su mente se nublaba. Jamás hubiera imaginado que se pudiera llegar a disfrutar tanto del sexo.

Por su parte, Smoker se deleitaba con aquel fantástico roce que producía el vaivén de sus caderas. Su ritmo iba aumentado a medida que veía que ella se iba acostumbrándose. La calidez del interior de la chica provocaba una agradable sensación que recorría todo su cuerpo. Había sido todo un regalo que se hubiera reservado para él. Intentó aguantar hasta que ella llegará al clímax, disfrutando de la expresión que apareció en la cara de la joven mientras explotaba de placer. Acto seguido, salió de su interior para terminar fuera. Lo que menos querían era tener una pequeña criatura recorriendo el castillo.

Los dos yacían sobre el colchón, recuperándose de aquel momento de pasión e intensidad que acababan de vivir. Un momento que había sido soñado por los dos y que, por fin, se había cumplido.

—Sabía que no me defraudaríais —comentó (TN), mientras se giraba de lado, con una sonrisa traviesa dibujada en su rostro.

—Me alegra que haya sido de su agrado, mi señora —dijo Smoker, mirándola fijamente—. Pero le aseguro que la próxima vez no me controlaré tanto. Bueno, si usted me lo permite.

—Tiene mi permiso —confirmó ella—. Y preferiría que no viera a otras mujeres.

—¿Y usted? —preguntó él, intentando mantener la calma.

—Solo lo hacía por diversión, pero no tengo ojos para nadie más —confesó ella—. Ahora que sé que usted siente algo por mí... No necesito nada más. Smoker, quédese a dormir conmigo.

—¿Y si nos descubren? —preguntó. Claramente, esto no era moralmente correcto.

—Diré que cumplía órdenes... Soy la reina y consigo lo que quiero —dijo la joven—. Aunque si prefiere irse...

—Silencio —ordenó, mientras la atraía hacía a él. (TN) apoyó la cabeza sobre su pecho.

Ahora que había comenzado aquella extraña y ansiada relación, la joven reina tenía más claro que nunca que no necesitaba a ningún rey en su vida. Y aunque alguna vez tuviera que casarse por el bien de su reino o por algún tipo de interés, su corazón siempre pertenecería a su amado escolta personal.

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