32. VARIOS X LECTORA (Parte 1)

Personaje: Doflamingo, Lucci, Paulie y Smoker.
Contexto: Mundo Real
Contenido adulto: No
Personalidad lectora: inteligente, coqueta, independiente y segura de sí misma.
Pedido por: HarleynPudin (espero que te guste)

NOTA 📌
La lectora que hizo la petición me dio mucha libertad para redactarlo. Me dio la descripción de la protagonista y el contexto profesor y alumna. El resto ha salido de mi imaginación y no sé si ha quedado algo muy raro, pero espero que os guste ❤️

VARIOS X LECTORA (PARTE 1)

Ese lunes de abril (TN) empezaba su primer día de universidad. No estaba para nada nerviosa, a pesar de que no conocía absolutamente a nadie. Tenía ganas de comenzar la vida universitaria. Estudiaría lo que siempre había querido y saldría de fiesta sin parar. Sí, podía hacer las dos cosas, no era un problema para ella. Además, pensaba coquetear con todos los chicos que quisiera hasta encontrar al indicado.

Había recibido un correo electrónico indicándole donde se encontraba la sala de actos. Allí tenían lugar varias charlas durante el año y, a principio de curso, el directo de la universidad solía dar un pequeño discurso para los alumnos de primer año.

La peli(t/c) caminó tranquilamente por los jardines del campus. Llegaba con tiempo de sobra, así que no tenía ninguna prisa.

Era raro comenzar el curso sin sus tres mejores amigas al lado. Ellas habían decidido estudiar en otra universidad para ir juntas. De hecho, siempre habían soñado que irían juntas a la universidad, pero en esa, el programa de su carrera era más bueno. No pensaba perderse una mejor formación por miedo de comenzar sola esa gran etapa de su vida. Era demasiado independiente y segura de sí misma como para permitir que eso la frenara.

Después de la charla del director, cada grupo se dirigió a sus respectivas clases. Una vez dentro, (TN) decidió sentarse en primera fila. Pensaba aprovechar todos y cada uno de los minutos cada asignatura. No solo se esforzaba porque quería ser la mejor en lo suyo, sino por sus padres. Quería mostrarles que estaba valiendo la pena que le pagaran el piso cerca de la universidad.

No tardó en entrar el profesor de su primera asignatura. Era un hombre robusto y de cabellos blancos. Debía haber estado fumando antes de entrar, ya que emanaba un ligero olor a puro.

—Voy a pasar lista, solo para ir quedándome con algún nombre. Ya sabéis que hay un porcentaje de asistencia. El que no lo respete no podrá optar a hacer el examen final. A partir de ahí, que cada uno se organice como quiera —explicó, con su profunda voz. Comenzó a decir los nombres y apellidos que tenía en la lista mientras los alumnos y alumnas iban alzando la mano—. (TA) (TN).

—Yo —dijo ella.

—Vaya, así que tú eres la alumna que ha entrado con la puntuación más alta —comentó el profesor. Ella se encogió de hombros, ya que no conocía los resultados del resto—. Espero mucho de ti.

Tras pasar lista comenzó la típica presentación de la asignatura, y así fue con un par de asignaturas más, hasta que llegó la hora del descanso de quince minutos. Después tendrían dos clases y ya sería la hora de comer. El horario de (TN) tan solo era de mañanas, así que podía volver a casa para comer.

—Vaya, así que tenemos a una listilla en la clase. ¿Qué eres? ¿La empollona del grupo? —Ella se giró para mirar con incredulidad al idiota que le había dicho eso.

—¿Qué pasa? ¿Todavía no has superado el instituto? —preguntó peli(t/c)—. ¿A qué viene esa gilipollez de comentario? ¿Crees que me avergüenzo de ser inteligente? Más vergüenza me daría ser un palurdo como tú. Y ahora, si me disculpas, me voy a por algo de picar.

Tras su contrataque se levantó de la silla, se colgó la mochila en la espalda y se abrió paso entre algunos compañeros que quedaban dentro del aula. Poco después, notó una mano sobre su hombro y se giró para ver de quién se trataba.

—Me mola tu rollo —dijo una chica rubia. Era la que había estado sentada al lado suyo durante las clases—. Has dejad fatal ese idiota. Pensaba que la gente en la universidad era más madura.

—Eso último ha quedado claro que no —confirmó ella, sonriendo divertida—. Iba a por algún dulce o algo. ¿Te apetece?

—Sí, claro —respondió la chica.

Aquella joven de cabellos rubios, Hanna, se convirtió en su mejor amiga allí en la universidad. También se llevaba bien con el resto de compañeros, a excepción de un pequeño grupillo. Solían quedar para estudiar en la biblioteca y para salir algún fin de semana. Así iban pasando los meses mientras (TN) se acostumbraba a esa nueva etapa de su vida.

[•••]

—¿Sabes? Creo que jamás encontraré al chico ideal entre los estudiantes —comentó la peli(t/c) a su amiga, mientras comían en la cafetería de la universidad. Ya habían pasado las vacaciones de Navidad. Se acercó más hacia su compañera y bajó la voz—. Creo que he de centrarme en los profesores. Ellos sí son hombres de verdad.

—Estás loca —comentó Hanna—. Aunque, bueno, esto no es el instituto. Ya somos todos mayorcitos.

(TN) no hizo mucho caso, sus ojos y su mente estaban centrados en la mesa donde aquellos hombres estaban reunidos. Bueno, algunos de ellos. Smoker y Paulie  eran profesores suyos, pero había dos que no entraban a su clase y que les había echado el ojo también. Un hombre de cabellos largos y oscuros y otro con el pelo rubio y corto, que vestía algo extravagante y llevaba siempre unas gafas de sol puestas. Los dos primeros parecían ser más educados y respetuosos, pero aquellos dos últimos... Tenían pinta de empotrarte duro contra la pared, sin miramientos.

—El problema es que no sé cuál elegir —admitió (TN), después de un largo suspiro—. La única manera de descubrirlo es ir probando.

—Eres mi ejemplo a seguir —dijo la rubia, haciendo una pequeña reverencia como muestra de respeto. Las dos estallaron en carcajadas.

Con Smoker y Paulie lo tenía más fácil, ya que podía acercarse a su despacho a preguntarles cualquier duda sobre el temario, pero con los otros dos... Iba a ser más complicado.

Observó como el tipo rubio de gafas se levantaba y se dirigía hacia la barra, donde estaban los postres. La peli(t/c) se levantó también. Se le había antojado de repente algo dulce.

Iba a ser su primer acercamiento. No conocía a ese hombre, así que no sabía cómo se tomaría el coqueteo. En caso de que se mostrara poco receptivo abandonaría la misión. No había problema, tan solo quedaría como una chica más intentando tontear con un profesor. Se acabaría olvidando.

—La langosta estaba deliciosa —escuchó decirle al camarero— y ahora me apetece acabar con algo dulce. Me quedaré ese taiyaki de crema pastelera, parece que he llegado justo a tiempo.

—Como guste —dijo el chico—. Pongo a preparar unos cafés y enseguida se lo pongo.

—Oh, ¿es el último? —preguntó (TN), dando un paso hacia delante y mirando con tristeza el taiyaki—. Me apetecía mucho...

—¿Mucho, mucho? —preguntó el profesor. Ella alzó el rostro para mirarle fijamente con sus ojos (t/c). Asintió, despacio, mientras se mordía ligeramente el labio.

—¿Puedo quedármelo? Te lo cambio por lo que sea —pidió ella, insinuándose sin ningún tipo de disimulo. Siempre podía decir que estaba bromeando, dependiendo de la reacción de él.

—¿Qué te parece si lo compartimos? En mi despacho —propuso él, sonriendo de forma provocadora. Intenciones comprendidas. Todo había ido más rápido de lo que ella pensaba.

—Está bien. Mejor eso que nada —respondió, sonriente.

—Ponlo para llevar —le indicó el rubio al camarero.

Una vez el camarero le hubo entregado el dulce dentro de una bolsita de papel blanca, ambos comenzaron a caminar. Ella iba un poco detrás, ya que no tenía ni idea de dónde estaba el despacho. Buscó a su amiga con la mirada. Cuando la encontró, se encogió de hombros y sonrió. Hanna le mostró el dedo pulgar y alzó la otra mano en el aire, mandándole ánimos.

Caminaron por los pasillos de la universidad durante unos minutos. (TN) estaba pensativa. Tal vez ese tipo era de los que solía interesarse por casi todas las chicas. No es que se considerara fea. Tampoco perfecta, pero se gustaba a sí misma. Sabía sacar provecho a sus puntos fuertes, y su actitud de seguridad siempre le había dado puntos a la hora de ligar. Sin embargo, era raro que un profesor accediera de esa forma tan rápidamente, por ello pensaba que estaba acostumbrado a ello. En fin, ¡que más daba! Solo quería probar.

—Aquí es —indicó, antes de pararse en una de las puertas. Eran de cristal, pero estaban cubiertas con un vinilo opaco, así que no se veía nada por dentro. Leyó la placa de metal «Donquixote Doflamingo».

Cuando (TN) entró, el mayor cerró la puerta tras de ella. El profesor se acercó hasta su silla negra y dejó la bolsa de papel sobre su escritorio. Al ver que no había otra silla disponible, la peli(t/c) se sentó sobre la mesa, colocándose estratégicamente en frente de él.

Doflamingo sonrió con satisfacción y estiró el brazo para coger el taiyaki, rozando una de las manos de la chica en el proceso. Partió aquella especie de bollo en forma de pez y le ofreció la mitad.

Ella separó ambas partes y pasó uno de los dedos por encima de la crema pastelera. Después se lo acercó a la boca y sacó la lengua para lamer la yema de su dedo. Todo ello bajo la atenta mirada del rubio, que no perdía detalle.

—Me encanta la crema pastelera —confesó ella, antes de relamerse los labios.

—¿Ah, sí? —preguntó Doflamingo. Hizo lo mismo que la chica había hecho y cogió algo de crema con su dedo índice. Acercó el dedo a la boca de la joven. Esta lo introdujo en su boca y lamió aquella masa dulce—. Joder...

El rubio se abalanzó sobre ella como un animal. Se levantó de la silla, colocándose entre sus piernas y se lanzó directo sobre su boca. Fue un beso intenso, y dulce, ya que la peli(t/c) apenas acababa de tragarse la crema pastelera.

La joven enredó los dedos en los cortos cabellos del profesor, para profundizar todavía más aquel beso, mientras sus lenguas chocaban con ansia. Lo sabía, sabía que era un «empotrador» nato, y se notaba que iba sobrado de experiencia. Podía notar como su erección iba creciendo por momentos, ya que sus intimidades se estaban tocando la una a la otra. Tal vez sería demasiado tener sexo allí. Solo había ido a probar, pero la situación se estaba volviendo realmente excitante.

Se separaron en busca de aire y se miraron fijamente mientras jadeaban. Doflamingo dirigió la mirada al reloj que tenía sobre su escritorio.

—Mierda, tengo que ir a dar clase —anunció, algo malhumorado, todavía entre las piernas de la chica—. Puedes pasarte por mi despacho cuando quieras. Serás bienvenida.

—Gracias por la invitación —dijo (TN), mientras baja de la mesa, asegurándose que su intimidad rozaba por última aquella zona de los pantalones del rubio.

—Eres una chica mala, ¿verdad? —preguntó él, mientras posaba sus dedos en la mandíbula de la joven y apretaba con algo de fuerza—. No eres alumna mía, pero podría castigarte como si lo fueras.

—No soy mala, solo me divierto —contestó, sin apartar la mirada—. Espero que vayan bien las clases. Puede que vuelva a pasarme por aquí. Adiós, Doflamingo.

[•••]

—¿En serio no piensas contarme nada más? —preguntó Hanna, mientras salían por la puerta del aula—. Ya ha pasado casi una semana.

—Ya te contaré cuando haya logrado mis otros objetivos —respondió (TN), guardando el misterio—. Tampoco es que haya mucho que contar, pero cuando conozca al resto podré comparar.

—¿Quién es la siguiente víctima? —preguntó la rubia, divertida. La peli(t/c) señaló hacía el  tipo de cabello negro y ondulado. Pasó un brazo por el hombro de su amiga y acercó la boca a su oreja—. Rob Lucci. He escuchado que estuvo trabajando en un zoo cuidando leopardos, tigres, leones... Debe ser un tipo interesante.

—Y tú te vas a encargar de descubrirlo... —murmuró su amiga. Ella asintió mientras sonreía orgullosa—. ¿Y se puede saber cómo?

—Tengo un plan —respondió ella, antes de alejarse.

—¿Ya mismo? —preguntó Hanna, sin alzar mucho la voz. No obtuvo respuesta.

(TN) camino hacia el profesor. Estaba en una de las máquinas de café, esperando su pedido. Desde luego, aquel hombre atraía bastantes miradas, cada grupo de chicas que pasaba por allí cerca se ponía a cuchichear mientras le observaba. ¿Sería fácil coquetear con él? Tenía pinta de ser frío e inaccesible. En fin, pronto lo comprobaría.

—Buenas tardes. ¿Es usted Rob Lucci? —preguntó la chica, una vez llegó hasta él. El hombre dirigió su rostro inexpresivo hacia ella.

—Sí —respondió. Vaya, no era tan hablador como el anterior.

—Tengo que hacer una entrevista para un trabajo de clase y he estado escuchando rumores sobre su anterior trabajo, y creo que podría ser interesante... Si tiene tiempo y le apetece —explicó ella, intentando sonar lo más dulce posible. 

—Tengo un rato ahora—dijo él., al mismo tiempo que se agachaba ligeramente para retirar el café de la máquina—. Vayamos a mi despacho.

El despacho iba a convertirse de nuevo en un lugar erótico. Asintió, sonriente y comenzó a caminar detrás de él. ¿Hablarían entre ellos? Es decir, ¿Lucci sabría aquel pequeño encuentro entre ella y Doflamingo? No parecía que fuera un hombre que se relacionara mucho con sus compañeros.

Por suerte, los despachos de ambos estaban en distintos pasillos. No entendía por qué le aliviaba, ¿qué más daba lo que hiciera? Había sido algo esporádico, ni si quiera estaba claro que se fuera a repetir.

Se chocó contra la espalda de Lucci cuando este se paró frente a una puerta.

—Lo siento —se disculpó, cuando le miró fijamente con aquellos ojos fríos y oscuros.

—Adelante, toma asiento —indicó él, señalando una de las sillas que había cerca de la mesa.

Se quitó la chaqueta de tela fina que llevaba puesta, quedándose tan solo con una camiseta de manga corta con bastante escote, pensada para la ocasión. No se fijó en la expresión de Lucci en ese momento, prefería hacer como si nada.

Comenzó a realizar las preguntas que tenía escritas en el papel. Realmente no tenía que hacer ningún trabajo, pero se había preparado bien la entrevista.

Aquella voz tan grave, esa forma breve de contestar y su actitud distante estaban consiguiendo que (TN) se sintiera todavía más atraída. No eran las cualidades que buscaba en el hombre de su vida, pero en ese momento le resultaba excitante.

Rob Lucci acabó encendiendo tu portátil para mostrar algunas imágenes de hacía unos años, cuando trabajaba en el zoo. La peli(t/c) se levantó de la silla y caminó, rodeando la mesa y colocándose de cuclillas junto al pelinegro.

La joven no pudo evitar quedarse medio boquiabierta cuando en una de las imágenes apareció aquel hombre con el torso al descubierto, en un día caluroso de trabajo. Inclinó la cabeza hacia arriba y se encontró con aquellos dos obres negros que también le miraban fijamente. Le había pillado mirándole, pero aun así, él no apartó la mirada.

—Creo que esta es mi foto favorita —comentó ella, todavía mirándole.

—Estás jugando con fuego —advirtió él, con la voz algo ronca. Hacía rato que se había dado cuenta de que aquella estudiante estaba tratando de seducirle, y le había pillado en una época que estaba bastante receptivo, aunque no lo pareciera.

—Me da igual —dijo la chica, tratando de mantener la compostura. Aunque esa mirada intimidaba a cualquiera.

Lucci tiró del brazo de la joven y le hizo incorporarse para sentarla en su regazo, a horcajadas. Enredó los dedos en aquellos cabellos color (t/c) y tiró de ellos. Acto seguido, atacó el cuello de la chica. Lamió y mordisqueó sus zonas más sensibles, arrancando suspiros a la chica. Ella tan solo disfrutaba mientras rozaba su intimidad contra los pantalones de aquel hombre, prácticamente de manera involuntaria, como si su cuerpo respondiera solo.

Fue bajando, rozando con sus labios y su lengua la clavícula de la joven y el resto de piel que su camiseta no cubría. (TN) no llevaba sujetador ese día, así que sus pezones se marcaban. Lucci no dudó en atrapar uno de ellos entre sus dientes, por encima de la tela.

—Joder. —Su voz se ahogó en un gemido. El pelinegro se separó ligeramente y pellizcó su otro pezón.

—Esa boca —le regañó. Ese hombre era como un animal salvaje y a ella no le importaba para nada comprobar hasta dónde podía llegar. Se sobresaltó al escuchar el sonido de un móvil—. Tengo una reunión. Tendremos que dejarlo para otra ocasión.

—Ah, claro —murmuró ella, mientras se levantaba. ¿Otra ocasión? La cuestión era aprovechar el momento. En fin, no importaba. Ya sí a ella le apetecía habría otra ocasión.

—¿Lo de la entrevista era verdad? —preguntó Lucci, al mismo tiempo que se levantaba y se recolocaba la camisa. (TN) negó, sacudiendo la cabeza—. Podríamos haber aprovechado mejor ese tiempo.

—Tal vez a la próxima —dijo ella, sonriendo—. Me retiro.

La peli(t/c) aceleró el paso mientras caminaba por el pasillo. Todavía no acababa de asimilar lo que estaba ocurriendo. ¿En todas las universidades era así? ¿Tan fácil eran los profesores de seducir o es que había dado con los dos indicados?

Pronto descubriría si también tendría tanta suerte con los otros dos en los que estaba interesada.

Segunda parte disponible 👇🏻

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