20. SANJI 🔞‼️

Personaje: Sanji
Contexto: Encuentro cafetería
Contenido adulto: Sí
Personalidad lectora: tímida, inocente, vergonzosa
Pedido por: FangirlOctoling  (espero que te guste)

SANJI X LECTORA

Tal y como solía hacer cada tarde desde que empezó la universidad, (TN) estaba de camino a su cafetería favorita. Allí había todo lo necesario para una tarde de estudio: buenas bebidas, deliciosos dulces, un ambiente tranquilo y WiFi.

—Buenas tardes, para beber me gustaría (...) y para comer... Creo que tomaré (...). Tienen muy buena pinta —comentó la joven, a la mujer que atendía en el mostrador.

—Es una nueva receta que hemos probado, serás de las primeras en catarlo. Ya nos dirás tú opinión —dijo la mujer, mientras comenzaba a preparar todo lo que había pedido. La chica sonrió dulcemente al mismo tiempo que asintió con la cabeza. Esa amable señora le despertó confianza desde el primer día—. Ve sentándote, yo te lo llevaré.

Hizo caso a sus palabras y se dirigió hacia la mesa más apartada que se encontraba en la zona más interior de la cafetería. La gente solía sentarse cerca de la entrada, así que siempre solía ir directa hacia allí. Se sentó en una de las sillas, sacó el ordenador de la bolsa y lo dejó encima de la mesa. Pulsó el botón para encenderlo. Ahí tenía todos los apuntes y trabajos de la universidad.

—Muchas gracias, mademoiselle. No hay nada mejor que una delicia como tú traiga estos manjares. —Media hora después, una voz masculina, demasiado cerca de su mesa, rompió la concentración de (TN).

—Espero que disfrute —dijo la joven camarera, de la manera más amable posible. Era obvio que no le había gustado ese comentario.

La peli(t/c) volvió a fijar su vista en la pantalla. Debía concentrarse de nuevo y acabar ese trabajo, ya que la entrega era al día siguiente. A pesar de intentar ser los más organizada posible, siempre acababa dejándose algo para última hora. No podía evitar mirar de reojo a aquel chico de cabellos rubios. Realmente parecía estar disfrutando de su comida mientras leía un libro. De repente, sus ojos se encontraron. Agachó rápidamente la cabeza mientras sus mejillas comenzaban a arder. ¡Le había pillado mirándole! ¡Qué vergüenza!

—¿Cómo no me he fijado antes en semejante preciosidad? —preguntó el rubio, juntando las manos y haciendo extraños movimientos. La chica miró a un lado y a otro. ¿Se estaría refiriendo a ella? Eso no podía ser. Solía pasar bastante desapercibida entre los hombres, al menos entre sus compañeros de clase—.  Por supuesto que me dirijo a ti, preciosa joven de cabellos (t/c).

—Yo... Esto... Lo siento, tengo que acabar este trabajo —balbuceó, nerviosa.

Era una chica tímida. No solía entablar conversaciones con desconocidos, bueno ni tampoco con conocidos. Ella tenía más que suficiente con sus tres amigas de toda la vida. Incluso le costaba hacer llamadas telefónicas o levantar la mano en clase para preguntar alguna duda.

—Ah, te he distraído. Disculpa —dijo él, sonriendo amablemente—. Seguiré con lo mío.

—También... ¿También estás estudiando? —preguntó la chica, unos cuantos segundos después. Le había costado armarse de valor, pero temía haber sido algo ruda. No quería hacer sentir mal a nadie. 

—Sí. Estoy acabando el último curso de hostelería —contestó—. Por cierto, me llamo Sanji. ¿Puedo saber el nombre de tan bella dama?

—Me llamo (TN) —contestó ella. Era un tipo raro. Caballeroso y pervertido a la vez, pero parecía un chico amable. Y, bueno, no iba a negar que era bastante guapo. Eso le hacía sentirse todavía más nerviosa—. Así que te gusta cocinar.

—Cocinar es mi pasión —aclaró él, con un brillo especial en los ojos—. Trabajo como cocinero en un restaurante, pero algún día me gustaría montar el mío propio. Necesito tener algún tipo de estudios, por eso decidí apuntarme a hostelería.

—¿Cómo se llama el restaurante? —pregunto la joven, con curiosidad.

—Baratie.

—¡Vaya! Es un restaurante muy famoso en la ciudad —comentó, sorprendida—. No he ido nunca, pero he escuchado que la comida está muy buena.

—Es todo un honor que se vayan propagando esos comentarios —dijo Sanji, sonriente.

El rubio acabó sentándose junto a ella en la mesa y estuvieron un buen rato charlando acerca del trabajo de este. Bueno, él le contaba cosas sobre sus compañeros y sobre sus platos estrella mientras ella escuchaba con atención. Prefería escuchar que contar algo sobre su vida, no es que fuera muy interesante. Además, el chico parecía muy emocionado hablando de ese tema.

—Me gustaría invitarte a cenar. Cocinar para ti y que probarás alguna de mis especialidades —propuso Sanji. La sonrisa de (TN) se borró de su cara. Los nervios se empezaron a apoderar de ella.

—Tengo que irme —farfulló, mientras cerraba la tapa del ordenador y lo guardaba rápidamente en la bolsa—. Se ha hecho muy tarde.

—Espera, un momento —dijo él, intentando frenarla, pero ella ya estaba caminando hacia la barra—. ¿Sueles venir por aquí?

—Quédese el cambio —le dijo a la dependienta, mientras dejaba un billete—. Hasta luego.

Aceleró el pasó y salió rápidamente del local. El corazón le iba a mil por hora. Tal vez había entendido mal la propuesta. Tal vez no se refería a una cita. Fuera lo que fuera, no podía quedar a solas con él. ¡Se moriría de vergüenza y haría el ridículo! Sin embargo, la conversación tampoco había ido tan mal. Habían estado bastante rato hablando y no se había sentido incómoda. Debía ser porque no había sido ninguna cita. Había sido un simple encuentro casual. Además, estaba claro que ese tipo era un pervertido. Solo había que ver cómo se había dirigido a la camarera, ¡y a ella sin conocerle de nada! Le había parecido guapa porque debían gustarle todas las chicas. En fin. No debía sentirse mal. Seguro que ya estaba babeando por otra.

[•••]

(TN) estuvo prácticamente una semana sin ir a su cafetería favorita. No estaba preparada para encontrarse de nuevo con aquel chico rubio. Maldición. ¿Por qué tenía que ponerse tan nerviosa en ese tipo de situaciones? ¿Es que no podía mantener una conversación normal con un chico? Todo estuvo yendo bien y al final tuvo que fastidiarlo todo. Habían pasado ya siete días y no se había quitado el incidente de la cabeza. En fin, no importaba. Ese tal Sanji no solía frecuentar ese local. Se encontraron ese día por casualidad y dudaba mucho que volviera a verle por allí.

—Buenas tardes —saludó sonriente a la dependienta.

—(TN), se te echaba de menos —dijo la mujer, amablemente—. ¿Está todo bien?

—Eh, sí... —murmuró ella, apartando la mirada—. Es que he tenido mucho trabajo en la universidad.

—La dura vida del estudiante. ¿Te pongo lo de siempre?

—Sí, por favor. —Abrió su bolsa para sacar la cartera. Pagaría al momento por si se le olvidaba después. Volcó las monedas en la palma de su mano para poder contarlas, pero algunas cayeron al suelo. Emitió un pequeño quejido de fastidio y se agachó para recogerlas. Se sobresaltó cuando la mano de la persona que le estaba ayudando rozó la suya—. ¡S-sanji!

—Pensaba que no volvería a verte más por aquí —comentó el rubio, aliviado, mientras acababa de recoger todas las monedas. Cogió suavemente la muñeca de la joven y las depositó al mismo tiempo que iban incorporándose—. Siento si dije algo que te incomodara... Estuve muy a gusto hablando contigo.

—No es eso... Fui yo. Me puse nerviosa y no reaccioné bien —intentó explicarse.

—¿No es adorable? Estuvo toda la semana pasada asomándose para ver si estabas aquí —comentó emocionada la dueña de la cafetería. Miró hacia los lados y bajó la voz—. Y sin fijarse en mi empleada, que la llevó loca el primer día que vino.

—Eh... —El corazón de la peli(t/c) iba a salir de su pecho en cualquier momento. ¿Por qué hacía esa clase de comentarios en frente de los dos? ¡No sabía ni que decir!

—Hoy no puedo quedarme. Solo quería verte para invitarte a mi restaurante. Puedes venir con tus amigas este fin de semana, si os apetece —propuso Sanji—. De verdad me gustaría que probaras alguno de mis platos.

—Sí... Sí, claro. Hablaré con ellas y  se le comentaré —aceptó la joven, sonriendo amablemente. Esa invitación podía aceptarla sin problemas. Una cena con amigas y comida deliciosa preparada por él. Era un buen plan para comenzar.

—Genial. Nos vemos entonces —se despidió, antes de dar media vuelta y dirigirse hacia la puerta.

[•••]

Y así fue. (TN) y sus amigas estaban a punto de llegar a las puertas del famoso restaurante Baratie. Por supuesto, les había contado todos los detalles de los dos encuentros que había tenido con el cocinero. Las cuatro amigas no eran de esas que salían de fiesta o que tenían algún tipo de interés en ligar. Eran más de ir al cine, a los juegos del centro comercial, quedar para ver animes... Y fantasear con los personajes. Esos eran en los únicos chicos que solían fijarse. No es que no hubieran ligado en toda su vida. De hecho, alguna de ellas había tenido algún noviete de instituto, pero nada serio ni duradero.

—Bienvenidas, señoritas. ¿Tenían reserva? —preguntó uno de los camareros.

—Sí, a nombre de (TN) —contestó ella, mirando al frente. Le costaba mucho mirar a los ojos de la persona con la que hablaba.

—Ah, (TN) —murmuró el hombre, mirando a la chica de arriba abajo. Una sonrisa de dibujo en su rostro—. Síganme.

Las cuatro chicas le siguieron hasta una de las mesas. Manteles blancos con detalles dorados, flores en el centro de la mesa, cubertería brillante y servilletas perfectamente dobladas sobre unos pequeños platos. Tomaron asiento y el camarero les tomó nota de las bebidas antes de traerles la carta. Finalmente, pidieron un par de entrantes y el plato principal.

—Bellas damas, permitidme que sea vuestro camarero personal. —La peli(t/c) alzó la mirada al escuchar la voz del rubio. Llevaba los entrantes en la mano y, realmente tenían buena pinta—. He cocinado estos platos yo mismo. Espero que sean de vuestro agrado.

—Así que esta es la famosa (TN) que ha conseguido que nuestro pervertido cocinero se fije en las mujeres menos de lo normal —comentó un tipo grandote, con el pelo corto y azulado.

—Lárgate de aquí. No estropees las cosas —se quejó Sanji, apretando la mandíbula con rabia. Jamás había logrado hablar tanto con una chica y no pensaba perder la oportunidad de seguir conociendo a alguien tan dulce y amable como aquella joven. Se giró hacia ellas—. Disculpad, mis queridas damiselas, disfruten de los entrantes.

(TN) no podía negarlo. Todo lo que Sanji le había contado acerca de sus habilidades culinarias se quedaba corto. Todos y cada uno de los platos que les habían servido eran deliciosos. Jamás había probado algo tan exquisito, y eso que su abuela cocinaba de maravilla. Lo único malo de la noche es que tuvo que despedirse de él con prisas, ya que estaba trabajando. Le hubiera gustado poder charlar un rato con él, pero todavía quedaban unas horas para que cerraran. ¿Qué era esa especie de cosquilleo que sentía en su interior?

[•••]

Al lunes siguiente volvieron a coincidir de nuevo en la cafetería. También el martes, el miércoles, el jueves... Sus encuentros se fueron haciendo cada vez más habituales. Incluso cambiaron de escenario para sus charlas. Parque, cine, paseos por la ciudad y demás. (TN) no tardó en coger confianza y, por fin, podía tener conversaciones con Sanji tal y como las tenía con sus amigas.

—Vaya, es una casa muy bonita... —comentó la joven asombrada. No se esperaba que viviera en una casa tan amplía y moderna, aunque le había comentado varias veces que su familia tenía dinero. Él se alejó de ellos en cuanto pudo, a excepción de su hermana—. ¿Tu hermana ha quedado?

—Está de viaje de fin de semana, con unas amigas —contestó, mientras dejaba el abrigo en el perchero. Extendió la mano para que la peli(t/c) le diera el suyo. Ella se lo quitó al mismo tiempo que reflexionaba sobre la situación. ¿Estaban solos en su casa? Calma, calma—. ¿Quieres algo para beber? ¿Una cerveza? ¿Vino?

—Cerveza está bien —contestó, intentando mantener la calma.

—Puedes sentarte en el sofá. Ahora las llevo.

Ella asintió y fue directa hacía allí. Se sentó en uno de los lados y esperó con las manos apoyadas en las rodillas, intentando no mover mucho las piernas. Sabía perfectamente lo que causaba sus nervios. Sabía que cuando dos personas estaban a solas en una casa y se gustaban... Tenían sexo. Ella no sabía nada de sexo. Solo se había besado una vez con un chico cuando iba al colegio y era porque fingían ser novios. Y nunca había sentido curiosidad por el tema.

—Aquí tienes —dijo Sanji, sentándose a su lado, mientras le ofrecía el botellín.

—G-gracias —murmuró ella. Se había sentado tan cerca que sus piernas se rozaban. Sentía un inmenso calor al sentirle a tan poca distancia.

—¿Estás bien? —preguntó el rubio. Acercó una de sus manos a la frente de (TN) para tomarle la temperatura.

—Sí, sí —farfulló. En ese momento se dio cuenta de las ganas que tenía de sentir las caricias del chico. Se apartó para dejar el botellín de cerveza en la mesa y para respirar un poco. Él hizo lo mismo.

—(TN), yo... Nunca he estado tan a gusto con nadie como lo estoy contigo —comenzó a explicar el cocinero. Se había ido enamorando poco a poco de ella y, cada vez que la veía nerviosa y sonrojada cerca él, la atracción que sentía era todavía mayor. El problema era que él también era algo inexperto en estos temas y no podía hablar con la seguridad que le gustaría. Además, tenía miedo decir algo que lo estropeara todo—. No quiero que te sientas incómoda, pero me gustaría... Ya sabes, no sé...

La chica se armó de valor y le interrumpió, dándole un suave beso en los labios. Ver que Sanji también estaba nervioso le hacía sentir algo más de tranquilidad. Sin embargo, a los pocos segundos los nervios se apoderaron de ella. ¿Había sido demasiado atrevida? ¡Estaba avergonzada! Se dejó caer en el sofá y cogió uno de los cojines para taparse la cara. Debía estar roja como un tomate. Encima se acababa de esconder como una idiota. ¡Qué desastre de primer beso! 

—(TN), quítate esto de la cara —dijo él, divertido, mientras estiraba con suavidad uno de los brazos de la chica—. Vamos... No vale hacer eso y esconderse.

Optó por colocarse a gatas sobre ella y utilizar las dos manos para apartar aquel estúpido cojín que ocultaba el rostro de la chica. Finalmente lo consiguió. Acercó las yemas de sus dedos para acariciar una de sus mejillas, teñida por aquel adorable tono rojizo. Fue aproximando su rostro al de ella hasta que sus labios volvieron a juntarse de nuevo.

¿Por qué sentía ese extraño cosquilleo ahí abajo? Sentir los labios de Sanji contra los suyos era una sensación muy cálida. Su perilla le provocaba ligeras cosquillas en la barbilla. Se sobresaltó cuando la lengua del rubio tocó sus labios. Los entreabrió por la sorpresa y el aprovechó para invadir su cavidad bucal. ¡Sus lenguas se estaban tocando! Y se sentía bien. No quería separarse. Enredó sus dedos en aquellos cabellos dorados. Desde luego, el ambiente en aquel salón se estaba caldeando. Tuvieron que romper el beso para poder coger algo de aire.

—¡No me mires! —exclamó ella, mientras cerraba los ojos y los apretaba con fuerza. No podía mirarle a los ojos después de lo que acababa de pasar. Tenía demasiada vergüenza. Debía parecer una cría estúpida.

—Lo siento, me he pasado un poco —se disculpó, mientras comenzaba a incorporarse.

—¡No! No es eso —dijo la peli(t/c), cogiéndole del brazo para que no se levantara. Volvió a apartar la mirada cuando sus ojos se encontraron de nuevo—. Me ha gustado. Solo... Es que estoy nerviosa. Nunca he estado con un chico.

—¿Quieres que sigamos? —preguntó Sanji, justo después de volver a inclinarse del todo sobre ella. Las puntas de sus narices se rozaban ligeramente. Ella tan solo asintió—. Voy a hacerte disfrutar como te mereces. Si en algún momento quieres que pare solo tienes que decírmelo.

¿Qué pare? ¿A qué se refería? ¿No iban solo a seguir besándose? ¿Por qué querría que parara? Soltó un pequeño gemido al sentir la lengua del cocinero recorriendo lentamente una de las zonas sensibles de su cuello. Su cuerpo dio un pequeño espasmo cuando las yemas de los dedos de Sanji recorrieron la cara interior de uno de sus muslos, hasta llegar muy cerca de la entrepierna. ¡Estaba claro que no se había referido a continuar solo con besos! No sabía exactamente hasta dónde iban a llegar, pero no importaba. Él había dicho que pararían si ella quería. Sin embargo, todo lo que estaba haciendo se sentía bien. Estaba segura junta él. Cerró los ojos y se dejó llevar por las sensaciones que se iban despertando dentro de ella.

Por su parte, el rubio estaba disfrutando mientras acariciaba y recorría con la lengua el cuerpo de (TN). Llevaba tiempo deseando sentirla tan cerca. Intentaba hacerlo lo mejor posible. No tenía experiencia práctica, pero sabía más o menos que zonas podrían proporcionarle más placer, y sus pequeños gemidos lo confirmaban. Fue retirando su ropa al mismo tiempo que dejaba suaves besos en la piel que iba quedando al descubierto. Fue cuando acabó de retirar la última prenda el momento en que la peli(t/c) se puso nerviosa y trató de cubrir sus partes íntimas con las manos.

—Por favor, (TN), déjame admirar tu belleza. No tengas vergüenza —le pidió.

¿Belleza? ¿Qué belleza? ¡Pero si era una chica normal y corriente! Aunque era cierto que él siempre le hacía sentir guapa y especial con sus comentarios. Especialmente desde que solo se los hacía a ella. Apartó los brazos poco a poco, hasta dejar su cuerpo completamente expuesto ante los ojos del cocinero.

Sanji se quedó aturdido al contemplar el cuerpo de la chica. Un cuerpo que para él era perfecto. Debía controlarse, no podía comportarse como un maldito pervertido en aquellos momentos. Debía cuidar a esa preciosidad que tenía entre sus brazos. No podía permitirse hacerle sentir incómoda. Quería demostrarle que era digno de estar con ella.

(TN) observó como el chico se incorporaba para quitarse también la ropa. Intento no mirar de manera muy descarada cuando se deshizo de la camiseta. Estaba delgado, pero sus músculos se marcaban bien tonificados. Sus ojos se abrieron como platos al observar el bulto que se marcaba en aquellos calzoncillos. Y se quedó todavía más boquiabierta al ver como se ponía el condón que acababa de sacar de uno de los cajones que había incorporados en la mesa.

Volvió a colocarse de nuevo sobre ella y sonrió de una manera amable y tranquilizadora antes de darle un suave beso. Acto seguido volvieron los lametones, pequeños mordiscos y caricias en las zonas más íntimas del cuerpo de la chica, preparándola para el gran momento. Nervios, emoción, calidez... No sabría bien describir todas las sensaciones mientras Sanji comenzaba a entrar con cuidado. El dolor del principio acabó convirtiéndose en pequeñas oleadas de placer. El vaivén de caderas continuó hasta que ambos llegaron al final, después de haber disfrutado de aquella simple pero bonita primera vez.

—Va siendo hora de cenar —farfulló (TN), avergonzada porque sus tripas habían rugido. Llevaban unos cuantos minutos tirados en el sofá. Se incorporó mientras tapaba los ojos del rubio con una mano—. ¡No me mires!

—¿Ahora te entra la vergüenza? —preguntó, divertido.

—Sí. Tápate los ojos —ordenó. Él le hizo caso. La peli(t/c) se incorporó y se puso lo primero que cogió del suelo. La camiseta de Sanji. Por suerte, le cubría bastante—. Ya puedes mirar. ¿Qué vas a hacer para cenar?

—Hoy no me apetece cocinar. Te toca a ti —dijo, mientras se incorporaba y se agachaba para coger el paquete de tabaco de su pantalón. Se enchufó un cigarro y volvió a recostarse en el sofá—. Sorpréndeme.

—¿En serio? —preguntó ella—. Bueno, tú lo has querido. Luego no te quejes si te da una intoxicación.

El cocinero soltó una carcajada al escuchar sus palabras. Ella se levantó y camino a la cocina, que estaba unida al salón. Sanji la observó fijamente mientras se alejaba con su camiseta puesta. Desde luego, quería pasar el resto de su vida con ella.

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