17. SANJI
Personaje: Sanji
Contexto: Mundo One Piece
Contenido adulto: No
Personalidad lectora: amigable, infantil, juguetona y bromista.
Pedido por: SweetmoonSofia (espero que te guste)
SANJI X LECTORA
Ya habían pasado unas cuantas semanas desde que la alianza Ninja-Pirata-Mink-Samurai había logrado liberar al país de Wano. Ahora, los Mugiwaras navegaban tranquilamente por el Nuevo Mundo. Estaban preparados para cualquier nueva aventura que pudiera surgirles mientras continuaban en busca del One Piece.
En aquellos momentos, se encontraban en una pequeña isla. Debían abastecerse de provisiones. No solo la comida y la bebida se estaban agotando, Chopper y Franky también necesitaban comprar nuevas medicinas y materiales para el barco. Por suerte, no tardaron más de lo esperando en volver al puerto. Se habían asegurado de que Zoro no vagara solo por la ciudad, de lo contrario hubieran tardado horas en regresar.
Justo cuando estaban a punto de terminar de subir las mercancías, Nami y Robin se percataron de una extraña escena que estaba teniendo lugar entre una joven y un trabajador del puerto.
—No es dinero suficiente para comprar un buen barco. Y te aseguro que por ese precio nadie te llevará a esa isla —comentaba aquel hombre de mediana edad.
—Necesito volver. Ya llevo cuatro meses lejos de allí. ¿Cuánto dinero más necesito juntar? —preguntó aquella chica de cabellos (t/c), al borde de la desesperación.
—¿No lo entiendes? Esa isla está camino a Laugh Tale y para llegar hay que pasar la zona controlada por una peligrosa banda de piratas que se dedica a matar y saquear a todos los barcos que intentan pasar por allí —explicó el hombre—. Dudo que nadie quiera acercarte hasta allí y no creo que tú sola lo consiguieras.
—Eso suena divertido. ¡Nosotros te llevaremos! —Nami suspiró al escuchar las palabras de su capitán. ¿Por qué siempre tenía que ofrecerse a todo? Robin soltó unas agradables carcajadas.
—¿Por qué decides siempre todo sin planearlo con los demás? —se quejó la pelirroja. La joven desconocida tan solo observaba la situación, sorprendida. ¡Un momento! ¿No eran ellos...?
—¿Qué? ¿Pero no nos viene de camino? —preguntó el capitán, algo confundido—. Además, tengo ganas de patear el trasero a esos piratas que parecen ser tan fuertes.
—Sí, bueno. No nos desviaremos del rumbo —confirmó la navegante, mientras se acercaba a la chica—. Entonces, ¿te vienes con nosotros? No sé si sabrás quiénes somos...
—Los Mugiwaras —le interrumpió ella, rápidamente—. Es imposible no conoceros. Y, por favor, me haríais un gran favor... Necesito volver a mi pueblo. Mi familia y amigos me necesitan.
—Ven, vamos al barco y nos cuentas todos mientras comemos algo que Sanji nos prepare —dijo, Luffy, tirando del brazo de la chica. Nami negó con la cabeza. Solo pensaba en comer, no se enteraría de ninguna palabra que dijera la chica—. Tengo al mejor cocinero del mundo en mi tripulación.
El capitán arrastró a la joven por toda la cubierta, presentándole a cada miembro de la tripulación. (TN) estaba bastante contenta. Eran todavía más simpáticos de lo que se había imaginado. ¿Dónde estaba él? ¿Cómo reaccionaría cuando volviera a verla?
—¡Sanji! ¡Sanji! —gritó Luffy, una y otra vez—. Prepáranos algo de comer. ¡Tenemos una invitada!
—¿Una invitada? —se escuchó preguntar al rubio, emocionado. Salió rápidamente a la cubierta, pero se quedó impactado al observar de quién se trataba—. ¿(TN)?
—¿Os conocéis? —intervino Nami, rápidamente.
—Sí... —contestaron los dos a la vez.
—Bueno, pero nos lo contáis mientras comemos algo —propuso el capitán, mientras acariciaba su barriga.
A través de su insistencia, Luffy logró su objetivo y Sanji acabó preparando algo de almuerzo para todos. Había varias bebidas sobre la mesa: té, limonada, agua, café... Para acompañar los sándwiches de diversos tipos que había preparado. La invitada alargó el brazo para coger uno de ellos antes de que se acabaran. Desde luego, aquellos piratas tenían un gran apetito.
—Bueno, ¿vais a contárnoslo de una vez? —insistió la peli-naranja.
—Bien, a ver por dónde empiezo... —contestó (TN).
Ambos se conocieron en el restaurante Baratie cuando apenas eran unos adolescentes. La joven viajaba en un pequeño bote de madera, a la deriva. Sus ropas estaban sucias y parecía que llevaba varios días seguidos sin comer. Los trabajadores no dudaron en acogerla y ofrecerle todo lo necesario para que se recuperara.
Cuando descubrieron que estaba sola, le ofrecieron quedarse allí a trabajar. Comenzó limpiando el loca, pero el pequeño Sanji fue enseñándole a cocinar varios platos. Finalmente, acabó cocinando y sirviendo a los clientes, al igual que el resto. Los dos jóvenes se hicieron grandes amigos. Sus compañeros estaban sorprendidos, ya que cuando el lado pervertido del rubio apareció, parecía que (TN) no tenía ese efecto en él.
—Fue muy gracioso cuando empezó a acercarse a todas las chicas. Bueno, era gracioso ver como ellas le esquivaban —comentó la peli(t/c), entre risas—. Nosotros éramos muy buenos amigos, así que era con la única chica que podía estar sin que le sangrara la nariz.
Todos se rieron, menos el cocinero. Si podía estar con ella sin que le sangrara la nariz era por una simple razón. Ella era por la única chica que había llegado a tener sentimientos de verdad. (TN) comenzó a despertar el interés en los hombres tan solo con dieciséis años, un poco antes de que él empezara a sentirse atraído por casi cada mujer que entraba al restaurante. Ella era tan amigable que les daba conversación a todos y eso lograba despertar pequeños celos en Sanji. Jamás le confesó que le gustaba y el hecho de comenzar a distraerse con cada chica que pasaba a su lado le ayudó a sobrellevarlo.
—Al final, unos amigos de mis padres fueron a comer por casualidad al restaurante y lograron reconocerme —continuó explicando (TN)—. Fue muy duro el tener que despedirme de todos, pero necesitaba volver con mi familia. Al parecer, una banda de piratas logró separarnos y ellos... Ellos pensaban que había muerto, después de meses y meses buscándome.
—¡Qué horror! —exclamaron Nami y Chopper. Franky estaba llorando por tal conmovedor giro de los acontecimientos.
—Volví con ellos a nuestra isla y monté allí mi propio restaurante —añadió ella, con orgullo—, pero hace poco... Volví a tener problemas con unos piratas mientras viajaba para conseguir productos. Hace unas semanas logré escapar. Aun así, estoy demasiado lejos de casa. He tenido suerte de que os hayáis ofrecido a llevarme.
—Nos encargaremos de llevarte a casa y patearemos el trasero de todo el que se cruce en nuestro camino —intervino Luffy, mientras apretaba sus puños. Todos asintieron.
—Voy a preparar la ruta a seguir, pero tardaremos como mínimo un mes. Probablemente un poco más —advirtió Nami, mientras se levantaba de la mesa.
—Yo te enseñaré el resto del barco —dijo Robin, sonriendo amablemente a la joven.
—Está bien, pero ayudaré a Sanji a limpiar todo esto —dijo ella, mientras se incorporaba y acercaba su mano a uno de los platos. El rubio —sujeto su muñeca con suavidad, frenándola.
—No es necesario, yo me encargaré de todo —dijo él.
—No. Tú has cocinado, yo limpio. Es lo justo —insistió ella. Los dos se retaron con la mirada durante unos segundos. Así era como se turnaban en el pasado.
—Los dos. Mi última oferta.
—Bien, entonces nos vemos luego. Disfrutad de vuestro rato juntos —se despidió Robin, sonriente, mientras salía detrás del resto.
Estuvieron poniéndose al día mientras recogían la mesa, fregaban y secaban los platos y demás. Era increíble como estaban charlando y riéndose, como si el tiempo no hubiera pasado. (TN) no había cambiado para nada. Seguí siendo la misma chica infantil y bromista.
—Oye, ¿no crees que he cambiado? —preguntó ella, una vez acabaron de guardar los utensilios en sus respectivos estantes—. He crecido bastante. Ya sé que no me puedo comparar con las chicas que suelen gustarte, pero...
—(TN), respecto a ese tema... —intentó explicar el rubio. Ella ignoró sus palabras y se desabrochó el primer botón de su camiseta, dejando su escote al descubierto. Sanji sintió como sus mejillas comenzaban a arder. Claro que se sentía atraído por ella, pero no quería ser un baboso como con las demás. (TN) nunca había sido una más.
—Estaba bromeando —confesó, entre risas, mientras volvía a abotonarse—. Sé que no te fijarías en mí. Ya lo intenté muchas veces. Voy a buscar a Robin para que me haga el tour por el barco.
—Espera. —¿Cómo que lo había intentado muchas veces? Él jamás se había dado cuenta de ello. Cuando la chica abrió la puerta, el capitán entró rápidamente.
—¡Sanji! —gritó, escandalosamente—. ¡Ven a ver el pez que acabamos de capturar! ¡Puedes cocinarlo para la cena!
El rubio intentó aguantar las ganas de patear a Luffy por interrumpirle. Está bien, durante ese tiempo que (TN) estuviera en el barco intentaría demostrarle que él también sentía cosas por ella.
Día 4
—Vale, vale. Ahora al de imitaciones —propuso la invitada. Ussop, Chopper y Luffy.
A parte de con las chicas, ese trío era con el que mejor se estaba llevando de todo el grupo. Eran divertidos y hacían muchas tonterías, suficiente para llevarse bien con ella. Salían a divertirse a la cubierta siempre que podían. Además, aquel renito era tan adorable que no podía parar de achucharlo a todas horas.
—¿Por qué tienes que ser tan adorable? —preguntó (TN), mientras rodeaba a Chopper con sus brazos después de que hiciera una de las imitaciones.
—Calla, tonta. No te creas que esas palabras me hacen feliz —se quejó el renito, con las mejillas sonrojadas.
—¡La cena ya está lista! —exclamó Sanji, desde la puerta. Todos dejaron sus tareas y fueron rápidamente hacia la cocina. El rubio no podía evitar sentir ligeros celos por el médico de la tripulación. A él también le gustaría estar entre los brazos de (TN).
Antes de irse a dormir, la joven decidió pasarse por la cocina. Todavía había luz, así que Sanji todavía debía estar allí. Efectivamente, allí estaba. En frente de la puerta del almacén. Debía estar haciendo el inventario de productos. La peli(t/c) se acercó lentamente hacia él, hasta colocarse a su espalda.
—¡Ey! Venía a darte las buenas noches antes de ir a dormir. —El rubio se sobresaltó y se dio la vuelta—. Oye...He visto que nos mirabas mucho a Chopper y a mí cuando lo tenía en brazos. ¿Estabas un poco celoso, verdad? ¿Quieres un abrazo tú también?
Él se quedó en silencio. No sabía exactamente qué decir. Ella lo estaba diciendo de broma, pero era totalmente cierto. De repente, (TN) le rodeó con sus brazos y apoyó la cabeza en su pecho. Fueron tan solo unos segundos, pero muy reconfortantes. Aunque ni si quiera le dio tiempo de devolverle el abrazo. Se separó, se puso de puntillas y le dio un suave beso en la mejilla.
—Hasta mañana —se despidió, divertida, antes de marcharse corriendo.
El cocinero se quedó ahí, parado. Se llevó una mano a la cara y se acarició en la zona que los labios de la chica habían rozado. ¿Por qué era todo tan complicado? Jamás había tenido problemas en demostrar su atracción a una mujer y con ella era todo tan distinto...
Día 10
El Thousand Sunny acababa de parar en una pequeña isla que había de camino. Al parecer, Chopper estaba muy interesado en unas hierbas medicinales que crecían por aquella zona. Sería una parada rápida. Hacía un buen día. El sol brillaba en el cielo y las temperaturas eran altas, así que la gente del pueblo estaba tomando algo fuera de las tabernas y los bares.
—¡Cómo me encanta el buen tiempo! —exclamó Sanji, mientras observaba a todas las chicas que iban ligeras de ropa por la calle.
—Esperad un momento. (TN) está ayudando a esos hombres de allí —avisó Nami.
Esas palabras hicieron que el cocinero se olvidara rápidamente de todas las chicas que pasaban a su alrededor. Aquellos hombres de mediana edad se estaban aprovechando de ella. Le estaban pidiendo ayuda para colgar un cartel y ella estaba subida a una silla mientras ellos intentaban mirarle las bragas de forma disimulada.
—Ya está colgado... ¡Ay! —exclamó, sobresaltada, cuando alguien la cogió en brazos.
—¿No ves que se están aprovechando de ti? —preguntó el rubio, mientras se alejaba de la puerta de aquel bar. De fondo se podía escuchar a la peli-naranja echando la bronca a aquellos tipos.
—No me he dado cuenta, solo estaba ayudando —se defendió ella.
—Aquí lo sorprendente es que este pervertido haya pasado de las chicas y se haya dado cuenta de lo que estaba pasando a su alrededor —intervino Zoro.
—Nadie ha pedido tu opinión, estúpido marimo —contestó Sanji. Esperaba que (TN) no se molestara al escuchar ese comentario. Era demasiado difícil para él no fijarse en las mujeres bonitas, pero eso no quitaba que lo que sintiera por ella fuera distinto que el resto.
—¿En serio te has olvidado de las chicas para venir a por mí? ¡Es todo un honor! —bromeó ella. Aunque no iba a negar que en el fondo, estaba contenta por ello.
Día 16
—¡Guau! ¿Y si me engancho a la pesa la podrás levantar también? —preguntó la joven, con curiosidad, mientras observaba como el espadachín entrenaba en cubierta.
—Claro que sí —respondió él—. Hazlo y verás.
—¡Increíble! ¡Eres súper fuerte! —exclamó ella, desde encima de una de las pesas. Una pequeña sonrisa de orgullo se dibujó en el rostro de Zoro. La joven casi se cae al suelo al escuchar un portazo.
—(TN), ven aquí —le llamó Robin. Estaba sentada leyendo un libro y disfrutando de una taza de té. Ella le hizo caso y se acercó—. Creo que deberías hablar con Sanji. Está un poco celoso desde que has empezado a hablar más con Zoro.
—¿Eso crees? ¡Pero si a él le gustan todas las chicas! ¿Por qué iba a estar celoso por mí? —preguntó ella, extrañada.
—Creo que eres alguien especial para él. Desde que estás aquí, ya prácticamente ni se fija en Nami y ni en mí —comentó Robin, amablemente. Era cierto que las seguía mimando, pero ya no tenía actitudes tan pervertidas como antes—. Habla con él.
(TN) se encogió de hombros y caminó rumbo a la cocina. Su corazón latía con más fuerza a medida que se acercaba. Ella había estado bromeando con el tema, para que no se notara que se sentía algo dolida por el hecho de que Sanji no sintiera lo mismo que ella. ¿Y si realmente sus sentimientos eran correspondidos?
—¿Sanji? —preguntó, mientras cerraba la puerta tras de sí.
—Sí —respondió él, mientras salía del almacén.
No podía contestarle mal, aunque estuviera algo nervioso por esos estúpidos celos. Sabía que justo él no tenía derecho alguno a quejarse. También sabía que (TN) simplemente era amable con todo el mundo, y que su mente le estaba jugando una mala pasada. Verla reír con el estúpido marimo había conseguido ponerle de los nervios.
—Puede que sea una tontería, pero... Robin me ha dicho que piensa que sientes algo por mí —explicó la joven, con la mirada en el suelo. Estaba algo nerviosa por sí no era cierto. Sin embargo, el rubio estaba agradecido, ya que tan solo debía dar una respuesta y no confesarse desde cero. Le había estado costando demasiado.
—Es cierto —dijo. Ella alzó la mirada enseguida. Sanji no puedo evitar sentir una inmensa alegría al ver ese brillo en sus ojos. ¿Cómo una chica tan perfecta podía haberse fijado en un idiota como él? No podía creerse la suerte que tenía—. (TN), siento ser tan imbécil. Sigo sin entender cómo puede gustarte alguien como yo.
—¿Qué dices? Eres amable, gracioso, te preocupas por los demás...
—Pero soy un idiota. No puedo evitar fijarme en otras chicas, aunque jamás haría nada con ellas. Te aseguro que eres especial para mí. Sé que no lo parece, pero...
—Sanji, está bien. Te creo —le interrumpió ella—. Entiendo que te parezcan guapas otras chicas, eso es algo normal. Ahora te pido dos cosas. La primera, que intentes controlarte con el tema mujeres. No hace falta que te acerques a decirles cosas pervertidas, porque es verdad que me molesta un poco. Y, segunda, quiero que me beses y me demuestres que te gusto.
—Voy a intentar controlarme —prometió.
—Bien. ¿Mi beso? —insistió ella, sonriente.
—Eh, sí —murmuró el rubio, llevándose una mano a la cabeza.
En serio. ¿Cómo podía estar tan nervioso? Llevaba desde que la recogieron en el puerto deseando este momento. Acercó su mano al rostro de la chica y acarició con suavidad una de sus mejillas. Ella cerró los ojos para disfrutar del contacto. Finalmente, posó los dedos en su barbilla y la empujó con suavidad.
Sus labios se juntaron con suavidad. Fue un beso dulce y breve. Los dos se separaron unos centímetros y sonrieron como tontos mientras las puntas de sus narices se rozaban. Ambos se sobresaltaron al escuchar la puerta abrirse de golpe.
—¡Lo sabía! ¡Le está dando comida a escondidas! —exclamó Luffy, mientras se levantaba del suelo. Al parecer estaban espiando desde fuera y habían caído todos de golpe al suelo al abrirse la puerta.
—¿Pero qué dices? ¿Qué hacéis ahí? —preguntó Nami, mientras se acercaba.
—¿Por qué si no iba a estar (TN) tan feliz si no es por comida? —preguntó el capitán, como si fuera algo obvio.
Ese comentario provocó la risa de las chicas. Robin y Nami eran las únicas que se imaginaban lo que acababa de ocurrir
[•••]
A partir de ese día la relación entre Sanji y (TN) se volvió todavía más estrecha. No hubo ninguna noche en la que la joven no se pasara a darle un beso a su querido cocinero antes de irse a dormir. Quería recordarle lo importante que era para ella y que se acordara para siempre el día que llegaran a la isla y tuvieran que despedirse de nuevo.
Y así fue. Después de divertidos momentos en el barco, de pequeños momentos románticos y de alguna que otra batalla; llegaron a la isla en la que su invitada debía quedarse. Fue una despedida dura, ya que había conseguido congeniar muy bien con el grupo; pero su familia y amigos estaban esperando su llegada.
—Venga, venga. Ahora dejémosles un poco de intimidad para que se despidan —insistió Nami, arrastrando a varios de sus nakamas para que volvieran al barco.
—Sanji...Sé que conseguiréis llegar hasta el final de la aventura y que lograrás cumplir tu sueño —dijo (TN), rompiendo el silencio que se había creado. Era duro para los dos tener que volver a decirse adiós, justo cuando habían logrado confesar sus sentimientos—. Cuando lo logres, yo seguiré aquí.
—Volveré. Volveré a esta isla y me quedaré junto a ti —prometió el rubio, mientras tomaba las manos de la joven entre las suyas.
—Te guardaré un puesto de cocinero en el restaurante —comentó ella, guiñándole un ojo—. Es mejor que te vayas ya. En serio. Cuánto antes continuéis antes lo conseguiréis.
—(TN), te qui... —No le dio tiempo de acabar, ya que fue cortado por un fugaz beso.
—Yo también. Recuérdalo —murmuró, antes de separarse de él y entre aplausos del resto de los mugiwaras—. Nos vemos.
Una vez dichas esas palabras, se dio la vuelta y caminó sin mirar atrás. Unas cuantas lágrimas corrieron por las mejillas de la chica. Esa era la mejor decisión. Sanji debía cumplir su sueño. No hubiera podido atarle a quedarse allí. Esperaría. Esperaría a que llegara aquel ansiado momento de compartir la vida, juntos. Tardaría un poco más en llegar, pero llegaría.
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