15. CORAZÓN

Personaje: Corazón
Contexto: Mundo real
Contenido adulto: No
Personalidad lectora: torpe, agradable y un poco tímida.
Pedido por: portgasdmandy (espero que te guste)

CORAZÓN X LECTORA

Era su primer día de trabajo. Logró aprobar los exámenes y, por fin, empezaría a ejercer como policía. Había conseguido una plaza fija en una de las comisarías de su ciudad. En aquellos momentos estaba aparcando el coche en el parking para los trabajadores. Hacía poco que se había sacado el carné de conducir y le había venido bastante bien, ya que la comisaría estaba a bastante distancia de su casa.

Había llegado más que puntual. No quería dar una mala impresión nada más comenzar. Cogió el bolso, bajo del coche y se dirigió hacia la puerta. Cuando entró en el edificio no pudo evitar sonreír, emocionada. Era tal y como mostraban las series policíacas que tanto le gustaban.

—Buenos días, señorita. Debes ser (TN) (TA). —La profunda voz de un hombre la sacó de sus pensamientos. Enseguida reconoció a ese hombre de cabellos grises. Era Monkey D. Garp, el comisario jefe.

—Sí, señor. Soy yo —respondió la joven, rápidamente.

—Bien, entonces acompáñame. Te presentaré a tu oficial y a tus compañeros —le pidió el comisario. Ella asintió y comenzó a caminar detrás de él.

Estaba algo nerviosa. No por el trabajo en sí, ya que tenía muchas ganas de comenzar a investigar y ayudar a resolver casos. O simplemente de patrullar y mantener el orden en las calles. Lo que ocurría es que le costaba un poco conocer a gente nueva. Iban a ser sus compañeros durante mucho tiempo, o eso esperaba, y no quería causar una mala impresión. Caminaron por los pasillos de la estancia hasta llegar a la sección correspondiente. Al entrar, se encontró con una sala bastante grande. Estaba llena de escritorios, ordenadores y estanterías. Las estanterías estaban llenas de archivadores que debían contener los diferentes casos que se habían investigado. Al fondo, había un pequeño despacho. Ahí debía trabajar el oficial de esa sección. Continuaron su camino hasta llegar a la puerta. La novata leyó la placa metálica «Donquixote Rosinante».

—Rosinante, aquí está tu nueva subordinada —dijo Garp, después de haber llamado a la puerta y de haberla abierto. Ella se quedó plantada a su lado mientras observaba a aquel chico de cabellos rubios, algo alborotados. Su escritorio estaba algo desordenado—. La dejo contigo. Sé que se lo explicarás todo adecuadamente. 

—Por supuesto, comisario. Déjelo en mis manos —afirmó el rubio, haciendo el saludo militar. Garp dejó a sus dos empleados a solas. Los dos se miraron fijamente y, el chico, rompió el silencio rápidamente—. Bueno, mi nombre es Donquixote Rosinante, pero todos me llaman... ¡Ah!

—¡Ay! —exclamó (TN), llevándose una mano a la boca. Su superior se había tropezado mientras se acercaba hacia ella, cayendo al suelo. Se aproximó para intentar ayudarle, pero tropezó con uno de los pies del susodicho, cayendo junto a él. La joven se sintió algo avergonzada, pero las carcajadas de Corazón se le contagiaron enseguida.

—Me alegra saber que ya no soy el único torpe de la comisaria —comentó el rubio, una vez hubieron logrado dejar de reírse—. Lo que iba diciendo. Puedes llamarme Corazón, casi todos me llaman así.

—Encantada. Yo soy (TN) —se presentó ella, sonriendo amablemente—. Siento haberte pisado el pie... Desde luego no ha sido la mejor presentación.

—No te preocupes, la intención era buena —dijo él, restándole importancia al asunto—. Bueno, vamos. Te enseñaré todo esto y te presentaré al resto de los compañeros. Ya deben estar fuera.

Corazón hizo un tour a la novata por toda la comisaria. Empezó enseñándole esa misma sala en la que trabajaría. Le guio hasta su escritorio para que dejara la bolsa. Cada escritorio contaba con un ordenador —en el que estaban almacenados los diferentes casos—, varios cajones, carpetas con folios, un lapicero con diversos útiles y un teléfono fijo. Antes de salir para mostrarle el resto, le presentó a los cinco compañeros que formaban parte del equipo.

Le mostró otros lugares que utilizaría a menudo, como la cafetería y el servicio. Finalmente, le mostró las salas donde se realizaban los interrogatorios y las celdas donde se retenían a los sospechosos antes de ser declarados inocentes o culpables. Una vez acabado el tour, Corazón le indicó los archivos de los casos que estaban investigando actualmente. Así que, durante su primera jornada de trabajo, (TN) se dedicó a ponerse al día.

[•••]

A medida que iban pasando los días, la joven iba abriéndose más con sus compañeros. Al principio solo hablaba lo justo y necesario, y siempre sobre el trabajo. Era demasiado agradable y eso hacía que algunos trabajadores de la comisaria se aprovecharan de ello. Le pedían favores como traer un café, comprar algo para almorzar y cosas por el estilo. Incluso algunos se reían de su torpeza, y no era para menos. Se decían que ella y su oficial hacían el dúo perfecto. Sin embargo, Garp nunca permitía comentarios hostiles. Era difícil no reírse en algunos casos, pero siempre que no se faltara al respeto a ningún trabajador dentro de su comisaria. Además, el equipo de Donquixote Rosinante era el que más casos solía resolver.

Unos meses después, (TN) ya se había hecho muy amiga de sus cinco compañeros y sabía perfectamente cuando y con quién debía ser amable. Se había convertido en una parte esencial del equipo, debido a su intuición y a su espíritu perseverante. Daba lo mejor de sí misma para resolver cada caso.

—¡Hora de asegurar la zona! —exclamó Corazón, mientras entraban a un antiguo almacén en el que se sospechaba que se habían guardado sustancias ilegales para su posterior venta.

—¡Sí, oficial! —(TN) se puso a su lado, mientras hacía el saludo militar.

—Esperad, esperad —pidió unos de sus compañeros, interrumpiéndoles el paso—. Nosotros nos encargaremos de asegurar la zona y recopilaremos las pruebas.

—Bien. Entonces (TN) y yo nos encargaremos de preparar todo en la furgoneta —rectificó el rubio. El resto se miraron entre ellos y asintieron. Más valía que se les cayera algo dentro de la furgoneta que estropearan una prueba.

Y este mismo proceso se repetía cada vez que llegaban a la escena de los hechos, lo cual les hacía pasar más tiempo a solas. Ya había pasado varias veces que su oficial y su compañera habían sido demasiado torpes a la hora de recolectar las pruebas y eso les había hecho ganarse alguna reprimenda. Eso sí, al ver las pruebas enseguida daban con diversas teorías. Su torpeza se compensaba con esa gran habilidad.

Aquella noche, a Corazón y a (TN) les tocaba guardia juntos. Los equipos se iban turnando. El oficial siempre debía quedarse y los subordinados iban rodando. Ambos estaban en el despacho. Tenían los informes y las imágenes de las pistas sobre la mesa. Habían dado con dos posibles teorías. Tan solo faltaba interrogar a los sospechosos para confirmarlas o desmentirlas; aunque eso sería al día siguiente.

—Voy a por un café. ¿Te traigo uno? —preguntó la joven, mientras se levantaba de la silla.

—Sí, por favor. Todavía queda noche por delante —contestó el rubio, mientras estiraba los brazos. Llevaban bastante rato sentados.

Obviamente, la cafetería no estaba abierta a esas horas, así que la joven se dirigió hacia la máquina de café. Esperó pacientemente a que los dos vasitos de plástico estuvieran llenos y se dirigió de nuevo al despacho de su oficial. Ese café no estaba tan bueno como el de cafetera, pero era lo que había en aquellos momentos.

Antes de llegar, casi vuelca las tazas un par de veces. Por suerte, sabía que debía caminar despacio y con cuidado cuando llevaba bebida o comida en las manos. Ya había aprendido de otras veces. La puerta del despacho estaba entreabierta, así que solo debía empujarla con el pie para poder entrar.

—Ya traigo los... —No le dio tiempo de acabar la frase, ya que nada más abrir la puerta volcó el contenido de una de los vasos sobre la camiseta de su uniforme—. ¡Ah!

—Espera —farfulló Corazón, mientras se levantaba para coger la otra taza y dejarla sobre la mesa. Tiró unos papeles al suelo, pero el café se mantuvo en su sitio—. Sí la le pones un poco de agua y jabón ahora que está reciente seguro que se va más fácilmente.

—Sí... Iré al baño —dijo ella, con la intención de ponerse de camino de inmediato.

—Ponte mi camiseta. Te has manchado demasiado y la tendrás toda mojada cuando la laves —propuso él, mientras comenzaba a desabotonarse aquella camiseta azul oscuro.

(TN) se puso ligeramente nerviosa. ¿Iba tener a su oficial semidesnudo justo en frente? ¿Ella también debía quitarse la camiseta delante de él? Su corazón comenzó a latir todavía con más fuerza al observar el torso desnudo de Corazón. No se hubiera imaginado que estaría tan bien. ¡Nunca había pensado en eso! Solo sentía admiración y respeto por él. Es verdad que se divertía mucho trabajando con él, pero no dejaba de ser su superior. Sin embargo, ahora que se acababa de fijar en él de esa forma... Quitándose la camisa, su melena rubia algo despeinada, su rostro angelical y carita de medio dormido por las horas que eran... ¿Qué era todo eso que estaba sintiendo dentro de ella?

—Aquí tienes —dijo, ofreciéndole aquella prenda de ropa, como si nada.

—Puedes... ¿Darte la vuelta? —preguntó ella, intentando ocultar sus nervios.

—Claro, claro. Por su puesto —contestó él, rápidamente.

Sus mejillas se tiñeron ligeramente de rojo mientras daba la espalda su compañera.  No había pensado detenidamente sobre la situación que estaba ocurriendo en aquellos momentos. Se había quitado la camiseta en frente de su subordinada y le había ofrecido ponérsela. Por supuesto, en ningún momento lo había hecho con segundas intenciones. Simplemente quería ayudar. Sin embargo, en ese poco tiempo, se le habían venido varias imágenes a la cabeza. Incluso sentía ganas de girarse disimuladamente, pero era demasiado buena persona como para hacer eso.

(TN) era una chica increíble. Habían compenetrado desde el principio. Era cierto que los primeros días había sido algo tímida, pero habían llegado a formar muy buen equipo. Era consciente de que las meteduras de pata de ambos eran motivo de risa entre varios de sus compañeros, pero a ella tampoco parecía importarle. Realmente estaba a gusto trabajando a su lado y resolviendo casos juntos. En todo este tiempo, jamás había pensado en ella en ese sentido... Bueno, él no solía pensar en ese tipo de cosas.

Se podía decir que el ambiente en aquel despacho se había caldeado. Aquella inocente propuesta sin importancia había despertado ciertos pensamientos y sentimientos en los dos. Pensamientos y sentimientos que habían estado latentes anteriormente, ya que ambos eran algo inocentes y despreocupados.

—Corazón —escuchó susurrar a (TN) a sus espaldas. Este se giró lentamente—. Te he roto uno de los botones.

—No importa, había uno que estaba medio su... Suelto. —Se le cortó la voz al ver que aquel hueco que había quedado dejaba ver parte de sus pechos y su ropa interior—. Podemos... Lo podemos solucionar con un imperdible.

—Buena idea... —murmuró ella, todavía con la mirada fija en el suelo. No había podido mirar a su oficial a la cara. Estaba algo avergonzada por estar frente a él en esas condiciones. Pudo escuchar como las carpetas y los papeles iban cayendo al suelo mientras el rubio intentaba buscar un imperdible

—Ya lo tengo —anunció, mientras se giraba y comenzaba a caminar hacia la chica—. Lo engancharé aquí y así quedará como si fuera un botón. Ya me lo coseré en casa o pediré otra camiseta.

—Vale... —murmuró ella. Se puso algo tensa al notar los dedos de Corazón coger la tela de la camiseta. Es más, intentando enganchar adecuadamente el imperdible llegó a rozar levemente su piel con la punta de los dedos.

—¡Disculpa! —farfulló el rubio, sonrojándose inmediatamente. Se disculpó por si le había incomodado, pero desde luego no se arrepentía de haber podido rozar aquella suave piel. Aunque solo fuera por unos segundos.

—No importa. Es decir... —¿Cómo le iba a explicar que quería seguir sintiendo ese tipo de caricias? Encima, sus dedos todavía estaban sujetando la camiseta y sus caras demasiado cerca.

El silencio se hizo en el despacho. Ambos estaban nerviosos. Por estar tan cerca, por las ganas de acerarse todavía más y por el miedo de incomodar al otro. Sin embargo, de manera inconsciente, sus labios comenzaron a buscarse. Lentamente, iban rompiendo la distancia que les separaba. Acabaron fundiéndose en un suave e inocente beso, del cual se separaron mientras se miraban con timidez.

—Esto... —murmuró Corazón, rompiendo el silencio—. ¿Te gustaría...? Bueno, me preguntaba si querrías que hiciéramos algo fuera del trabajo. Ya sabes. Ir al cine, pasear por el parque, cenar por ahí... Lo que te apetezca.

—Sí, sería genial —respondió ella, sonriendo. Realmente le hacía ilusión—. Las únicas veces que hemos cenado juntos ha sido en el despacho y las únicas veces que hemos paseado fuera de la comisaria ha sido en la escena de algún crimen.

—Muy poco romántico —comentó él, rascándose el pelo y sonriendo de manera nerviosa.

—Entonces... ¿Me estás proponiendo una cita? —preguntó (TN). Quería asegurarse de que no se estaba confundiendo.

—Sí. Eso es —contestó—. Solo si te apetece.

—Sí, sí, sí. Solo quería estar segura —confirmó la joven—. El próximo día que tengamos libre a la vez.

—Me encargaré de conseguir uno cuanto antes.

Y así fue como comenzó la relación amorosa de "el dúo torpe". Tan torpes que no se habían dado cuenta hasta aquel momento de que sentían algo el uno por el otro.

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